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Ricardo Palma Salamanca: ¿crítico, abjurador o converso?

por Hernán Montecinos
Artículo publicado el 20/02/2019

Resúmen
El pedido de extradición solicitado por Chile a Francia respecto de Ricardo Palma Salamanca ha sido rechazado por el país europeo, lo que ha traído repercusiones en el ámbito político y judicial en nuestro país. He aquí un enfoque que quiere aportar nuevas aristas al tema.

Palabras claves
Ricardo Palma Salamanca, extradición

Algunos se cansan otros no. Algunos se arrepienten, otros no. Sin duda Ricardo Salamanca la pasó muy mal, vivió las de Quico y Caco. Es natural que se encuentre retirado de las pistas, pero no es muy decoroso abjurar de sus compañeros de ruta en el pasado, que con sus errores y todo, se la jugaron igual que él, muchos de ellos ya muertos.

Una cosa es criticar, y otra abjurar, he ahí el quid del asunto. Parece estar respirando por la herida, se asemeja, más que a un crítico, a un resentido, y eso le hace muy mal le deja latente y siempre abierta su herida.

En fin, sus desafortunadas declaraciones demuestran que la historia siempre se repite. Es el reflejo filosófico del «Eterno Retorno de lo mismo» de Nietzsche, o del «Círculo vicioso» de Pierre Klossowski.

Si nos vamos a la historia de más atrás, ésta queda dramáticamente reflejada, en la conversión del rey Clodoveo, cuando de rodillas ante el Obispo de Reims, éste le dice: «Dobla la cerviz fiero sicambro, quema lo que has adorado, y adora lo que has quemado»

Por cierto, que nuestros pensamientos nunca son los mismos de cuando éramos niños, adolescentes, o jóvenes, o en edad madura, o cuando entramos a la tercera edad. Sin embargo, aunque la sociedad siempre es dinámica, y no va siendo la misma, a través de los años, sus problemas actuales siguen teniendo su origen en un mismo fondo que subyace, a pesar que lo que aparece en su superficie nos aparente todo lo contrario.

Cambian las formas, claro está. Mucho antes éramos esclavos, más después siervos, ahora proletarios. Cualesquiera sean las formas de vida, siempre en la historia se encuentra presente la figura del amo y del siervo, por cierto, ahora presentada en forma más sublimada, más naturalizada, aceptada su servidumbre por los modernos nuevos esclavos.

En la antigüedad, los amos encadenaban a sus esclavos para obligarlos a trabajar al compás de los látigos de los mayorales. Ahora los modernos siervos, no necesitan cadenas, ni menos recibir latigazos, para eso está el reloj control, a la entrada de las fábricas, de las oficinas, hacia las cuales, en las mañanas temprano, los modernos siervos corren presuroso a marcar sus tarjetas para, ahora voluntariamente, ofrecer sus servicios a los nuevos amos (empresarios) para seguir siendo esclavos como en la historia pasada, con la diferencia que la plus valía que entregan a sus nuevos amos es mucho más cuantiosa que antes, siempre in crescendo.

Ahora bien, no hay reparos en que Ricardo Salamanca, después de años de ser un revolucionario se encuentre cansado, y es natural que quiera retirarse de esas pistas. Algunos se cansan otros no. Pensemos en el Ché, Fidel, Ho Chi Min, Marx, Lenin, Marulanda, Boby Sands, Zapata, Villa y un largo etcétera.

En la misma línea, Nelson Mandela pasó 26 años presos, fue humillado, denigrado, vivió su personal vida bajo un régimen más fuerte, odioso y segregacionista del que nosotros vivimos. Sin embargo, después de salir de la cárcel, salió más fortalecido, salió libre para seguir luchando por lo cual siempre él había luchado y creído.

También, Oscar López Rivera, preso político portorriqueño que lo mantuvieron por 35 años preso, por ser un luchador consecuente por la independencia y soberanía de su país. Hoy ya libre, jamás ha renunciado a sus convicciones y principios por los que fue encarcelado, sigue perseverando en su lucha ahora desde afuera de las rejas.

El ejemplo del regreso del chileno Oscar Castillo Petruzzi, militante del MIR, y del MRTA en Perú, que vivió 23 años en las cárceles de Perú. Una reacción distinta a la de Salamanca: “Ha sido un periodo de nuestra vidas, de todos, de prueba, de poner adelante nuestras convicciones. Nos consideramos sobrevivientes a la dictadura, al militarismo. Hemos mantenido la dignidad de los presos políticos revolucionarios del continente, de Chile, del Perú. Venimos con la más amplia voluntad de juntarnos a la construcción del mundo nuevo, para seguir empujando el carrito de la Historia, con humildad, con mucha humildad. Ser uno más”, decía Castillo ante los medios que se congregaron ese 15 de octubre en el aeropuerto.

Bueno, en fin, de todo hay en la viña del señor, los hay los de otra estirpe, así como también la de los arrepentidos, éstos últimos que corren el riesgo de estar al límite, a un paso de transformarse en conversos.

Para terminar, lo que más me ha llamado la atención de su declaración, es que él ahora se declara partidario de las puras reformas, ya no de los cambios, Parece no haberse dado cuenta que la nueva arremetida de la derecha se debe, en mi opinión, al total fracaso de las reformas propiciadas por la llamada izquierda. Reformas y más reformas que llevaron al capitalismo a su expresión de mayor ultranza, el neoliberalismo.

Es de comprender que en una situación así, como muy bien lo ha señalado Atilio Borón, en una reciente carta abierta al Frente Amplio, al final del día, la gente prefiera al original y no a una mala copia.

Sólo espero, que en su declaración, debido a la situación que él ha vivido por años, en lo más íntimo de su ser, el no haya querido decir exactamente lo que dijo. Suele pasar hasta en las mejores familias, por eso es que a diario tenemos que escuchar a los honorables políticos decir que sus declaraciones no fueron bien entendidas, o se equivocaron al así decirlas. Sería trágico cómico que él se convirtiera en un nuevo converso, perdonando la expresión, y sin el ánimo de ofenderlo, al estilo de Roberto Ampuero, o del ex ministro de cultura, tan sólo por unas pocas horas, Mauricio «el breve»

Es de esperar que no. Pero aquí está la duda. Me viene a la memoria el lapidario juicio de nuestro Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe, cuando en su tono que parece estar siempre enojado admoniza: «El problema de Chile es que se ha llenado de traidores

Como punto final:

¿Cuándo es lícito un compromiso, y cuándo se convierte en infamia, en traición a los camaradas de lucha y a uno mismo? La tentación es peligrosa y casi siempre se vuelve contra quien cede a ella. ¿Dónde está el límite de lo que un revolucionario puede aceptar en sus relaciones con el enemigo? Esa línea divisoria es tan sutil que uno puede caer del otro lado sin advertirlo”.
“La novela de Carlos Marx”. Galina Serebriakova

 

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