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Contradicción del aborto libre con el derecho humano a la vida.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 12/12/2019

Resumen
La declaración de los derechos humanos universales, realizada a mitad del siglo XX como consecuencia de la II guerra mundial, se reconoce como uno de los mayores referentes morales de la historia. Sin embargo, dada su ambigüedad al momento de situarlos en un terreno concreto, suscita múltiples diferencias. Precisamente, esta reflexión aborda la importancia del derecho a la vida y su contradicción con el aborto libre.

Palabras claves
derechos humanos, aborto, feminismo pro-vida, filosofía moral.

 

“El aborto provocado es indicación de que no se han atendido las necesidades de la mujer. La mujer merece algo mejor que el aborto” (Serrin M. Foster, Feminist for Life).

“Quién justifica el aborto justifica la pena de muerte, y yo estoy en contra de la pena de muerte y en contra del aborto. Ser progresista significa defender la vida y nada más” (Adolfo Pérez Esquivel, Premio Novel de la Paz).

En un contexto global de relativismo o subjetivismo axiológico, es común presenciar aspectos morales antagónicos que son presentados como concordantes. Más aún, cuando la realidad suele determinarse por medio de decisiones políticas. Esa es una de las desventajas que nos deja la necesaria época posmoderna en que la nos encontramos.Asimismo, también es un riesgo de la democracia y, por ello, representaba uno de los temores de Platón (2007), quien pensó, en pocas palabras, que la sabiduría del bien podía ser superada por el populismo del mal. No obstante, la gran ventaja es que nos permite promover el pensamiento crítico, la reflexión y rectificar las decisiones que se consideran inadecuadas.

En concreto, en este escrito se pretende aclarar que el abortodeliberado y libre, excluyendo el caso en que la vida de la madre está en riesgo, es un atentado contra la vida humana. Por consiguiente, contradice el derecho a esta misma, presente, por cierto, en el artículo 3 de la declaración universal de los derechos humanos. Sin embargo, se entiende que dichos derechos están planteados en términos imprecisos y, por lo mismo, existen varias ambigüedades, pragmáticas y ontológicas, al momento de interpretarlos. Además, dada su fundamentación, principalmente sustentada en la filosofía moral y ética, han recibido bastantes críticas desde la perspectiva jurídica y política (Gómez-Esteban, 2009). Pero, sin duda, las perspectivas que sostienen una condición humana igualitaria en términos de dignidad, están muy vigentes en la sociedad, a pesar de la debacle que significa el periodo de pos-verdad. En este sentido, durante las últimas décadas hemos podido ser testigos de diversos movimientos internacionales a favor de la educación de los derechos humanos (Naval, 2000). Pero, además, cada derecho humano universal o fundamental tiene sus propias fundamentaciones filosóficas, de modo que requieren ser abordados en término específicos. No dar espacio a la discusión de estos asuntos sería promover un cierto dogmatismo en torno al tema, sobre todo en temáticas polémicas como aborto, pena de muerte y eutanasia. Ante esto, se sabe que en la actualidad dichos derechos no pueden ser considerados en forma absoluta, ya que tienen límites (Rovira, 1983), pero, tampoco es recomendado abordarlos de un modo excesivamente positivista, negacionista, light y escéptico. Es más, hay diferentes acuerdos internacionales que no permiten esto último. En este sentido, de las crisis históricas han florecido consensos humanitarios.

Así, para sostener tal aseveración entorno al aborto libre, en parte, es preciso posicionarse sobre una idea fundamental que emana de la siguiente pregunta, ¿cuándo comienza la vida humana? Dicho de otra forma, ¿en qué momento comienza la persona a existir? Ante esta cuestión, se considera, evidentemente por la defensa a la vida, que desde el proceso de la fecundación. Algunos argumentos para esta afirmación han sido ampliamente expuestos por Ugarte (2004), los cuales serían de índole científicos y filosóficos. Así, dicho autor apela a que cuando el cigoto tiene su código genético no hay ninguna otra información que se le agregue para que alcance su pleno desarrollo. Y, por otra parte, basándose en la noción aristotélica del alma, sostiene que esta última existe en el ser humano desde que es reconocido como sujeto biológico. Por ello, desde esta visión, se considera fundamental reconocer que el aborto deliberado y libre es una interrupción de la vida biológica y espiritual de un ser humano.

Por otro lado, distanciándonos un poco de aquella importante discusión academicista, es necesario trasladar esta discusión a una lógica más de sentido común. Lo anterior, principalmente, porque, en primer lugar, no es necesario ser científico o filósofo para posicionarse sobre el tema. Y, en segundo lugar, porque en los mismos ámbitos académicos mencionados no hay consenso sobre el tema o, en otras palabras, hay argumentos muy bien desarrollados que son irreconciliables. En tercer lugar, porque hay quienes opinan de esta temática y poco se interesan en aceptar argumentos de corte racionalista. Así, se ha de agregar que el aborto libre es entendido como la muerte de una persona, independiente de si tenía 1, 12 o 20 semanas de vida. Por lo mismo, de haber existido otra voluntad de la madre, esa muerte podría ser evitada.En el peor de los casos, aunque hubiese cesado la vida posteriormente por razones ajenas a la voluntad humana, su muerte no sería una erosión deliberada del derecho a vivir. Entonces, es claro que como seres humanos tenemos la posibilidad de quitar la vida a otra persona, lo cual no se reduce al proceso de gestación, sino que se puede manifestar en otras etapas de la vida humana. En suma, reconocer que tenemos la posibilidad de violar los derechos humanos reconocidos universalmente, como el de la vida, es el primer paso para reflexionar sobre quiénes no se pueden defender de aquellas violaciones. Fácilmente, podemos deducir que la persona en sus primeras etapas de vida es donde se encuentra más vulnerable.

En síntesis, es una contradicción defender el derecho a la vida y el aborto libre a la vez. Incluso, en el caso de que se niegue la existencia de la persona desde la fecundación, es innegable que el aborto deliberado detiene la vida. Y, se le puede denominar de múltiples formas, incluso negar la condición humana en parte del periodo de gestación. Aún así, esa vida que no se pudo defender, cuando naciera y fuera inscrita en algún registro civil,sería denominada humana o persona natural de forma unánime. Por último, ya que esta temática es muy controversial con algunas posturas feministas, cabe destacar que diferentes representantes del feminismo han estado a favor de la vida y en contra del aborto libre (O´Neil, 2017). Sus razones son diversas, algunas de ellas pasan por el derecho de las mujeres que están por nacer, la cosificación de la mujer, el negocio que hay detrás de las clínicas abortivas, la coherencia con los derechos humanos universales y la falta de sentido humanista. Algunas de ellas son Elizabeth CadyStanton, Serrin M. Foster, Breda O´Brien, Sarah F. Norton, Jane Thomas Bailey, Sara Hudson, Victoria Woodhull, MaddieH. Brinckerhoff, Elizabeth Blackwell, Charlotte Lozier, susan B. Anthony, Alice Paul, Daphne de Jong y Graciela Olivárez. Precisamente, Serrin M. Foster (s.f.), presidenta de la asociación Feminist for Life, plantea que es fundamental enfrentar esta problemática con compromiso social para encontrar soluciones por medio de una actitud responsable con las mujeres afectadas:

Necesitamos comprometer a quienes tienen que ver con educación superior, cuidados de la salud, tecnología, corporaciones, pequeños negocios, la industria de la diversión, el gobierno y los medios de comunicación para que ayuden a dirigir el debate hacia resultados positivos para todos los involucrados. Los hombres deben ser bienvenidos a la mesa. Y aún más importante, debemos escuchar a las mujeres de todas las condiciones, especialmente a aquellas que han vivido la tragedia del aborto y a las que enfrentan un embarazo inesperado.

Finalmente, antes de finalizar este artículo de reflexión, considero pertinente hacer referencia a una filósofa, feminista, cristiana y mártir muy destacada del siglo XX, la alemana Edith Stein. En concreto, dicha pensadora, cruelmente asesinada por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz, aportó notables ideas sobre el especial rol espiritual de la mujer. Para ella, siguiendo la tradición escolástica, el alma humana está representada por el cuerpo, de modo que la mujer al tener la posibilidad corporal de la maternidad, tenía, a s u vez, la posibilidad de lograr una vocación por la vida única. En este sentido, haciendo referencia al alma femenina, Stein (2006) plantea que “el alma de la mujer vive y está presente con mayor fuerza en todas las partes del cuerpo, y que en consecuencia queda afectada interiormente por todo aquello que le ocurre al cuerpo” (p. 94). Por consiguiente, la corporalidad humana debe ser cuidada de malos tratos a nivel subjetivo e intersubjetivo. Y, en especial, la humanidad debe comprender el importante rol que tiene la mujer cuando alberga la vida y propiciar que, por medio de su amor maternal, proteja el adecuado desarrollo de su corporeidad que toda alma merece.

En suma, la grave exposición en que se encuentra la persona en su primera etapa de gestación, es importante para comprender que deben existir leyes que la protejan. La historia nos enseña que la humanidad se ha resistido a aceptar que tiene obligaciones morales. Y, por cierto, los argumentos más potentes sobre la dignidad humana no han provenido del ámbito científico y jurídico, sino que, principalmente, religioso y filosófico (Ezcurdia, 1987; Mari, 2014; Marina, 2005). Bien sabemos que, en la época de la esclavitud, cuando se les negaba la dignidad a ciertas personas, era válido o legítimo tener esclavos. Y, paradójicamente, los victimarios eran personas de los pueblos supuestamente más desarrollados, los mismos de las grandes guerras mundiales. Así, quienes no eran esclavizados o sus familiares no eran sometidos a dicha barbaridad, estaban privados de dicha calamidad, de modo que, probablemente, algunos sujetos se mostraron indiferentes y complacientes con la cultura moral predominante. Hasta que otra cultura moral se impuso. Lo mismo tendrá que suceder con este tema. Mucha gente está siendo indiferente a que mueran otras personas por decisiones deliberadas, y en un marco de impunidad, como es el caso del aborto libre en el periodo de gestación que existe en diferentes naciones. Pero, en algún momento, cuando se logre,a nivel transversal, mayor conciencia moral sobre el respeto a la vida humana, otra actitud existirá frente a esta problemática.

Referencias Bibliográficas
Ezcurdia, J. (1987). Curso de derecho natural. Perspectivas iusnaturalistas de los derechos humanos. Madrid: Reus.
Foster, S. (s.f). La mujer merece algo mejor que un aborto. Organización Feminist for Life of América.[En línea]. Recuperado de: https://www.feministsforlife.org/espanol/WDBespanol.pdf
Gómez-Esteban, J. (2009). Humanización: hacia una educación crítica en Derechos Humanos. Universitas Psychologica, 8(1), 225-236.
Mari, G. (2014). La aportación del concepto de <<persona>> a la educación intercultural. Revista Española de Pedagogía, 72(258), 299-313.
Marina, J.A. (2005). Por qué soy cristiano. Barcelona: Anagrama.
Naval, C. (2000). Educación y derechos humanos. Humana iura, 10, 43-59.
O´Neil, A. (2017). ¿Puede ser una feminista próvida? Estos 5 grupos nos muestran cómo. Recuperado de:
https://es.aleteia.org/2017/09/13/puedes-ser-una-feminista-provida-estos-5-grupos-nos-muestran-como/
Platón. (2007). La República. Buenos Aires: Gradifco.
Rovira, A. (1983). El abuso de los derechos fundamentales. Barcelona: Península.
Stein, E. (2006). La mujer. Madrid: Palabra.
Ugarte, J. (2004). Momento en que el embrión es persona humana. Estudios Públicos, 96, 281-323.

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