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Crisis social y relativismo moral en Chile.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 28/11/2019

Resumen
El estallido social en Chile responde a demandas legítimas de la ciudadanía en pos de construir una nación con mejores niveles de justicia social y calidad de vida. No obstante, la valentía que ha mostrado el pueblo chileno es notable y sorprendente, ya que se enfrenta a barreras muy bien atornilladas desde la dictadura militar. Y, por cierto, una moral colectiva muy indecente implícita en dicha sociedad.

Palabras claves
derechos humanos, violencia, subjetivismo moral, justicia social

 

Pocas dudas deben quedar de la triste realidad moral que hasta la actualidad persiste en las naciones latinoamericanas que, en su corta historia, han mostrado múltiples y reiterados atropellos a los derechos humanos (DDHH), casos de corrupción y, en suma, posiciones fanáticas en diferentes ámbitos culturales. Así, queda en evidencia cómo numerosas veces ha logrado posicionarse en forma hegemónica el egoísmo de diferentes grupos humanos, evidentemente, movidos por un subjetivismo valórico que niega los derechos a sus paren en función de la conveniencia personal. Cabe destacar, que estas posiciones suelen ser poco enfrentadas por los sistemas educativos, debido a que, desde una perspectiva tecnocrática, mercantilista y positivista, suelen menospreciar la formación integral (Mujica-Johnson, 2020; Nussbaum, 2016). Y, a su vez, dedicar la mayor cantidad de esfuerzos a capacitar en forma estandarizada a los educandos para el mundo laboral, con una clara concepción ultra intelectualista. A raíz de lo anterior, se suelen desvalorar importantes asignaturas orientadas a la formación humana desde una perspectiva crítica y holística, entre ellas, artes, música, educación física, filosofía, etc. No obstante, cabe destacar que esta es una realidad global que desborda a la región y se extiende a los diferentes continentes.

Frente a este escenario, cabe diagnosticar a la sociedad chilena sobre la solidez de sus principios morales previo a la actual crisis. Pero este diagnóstico, desde mi punto de vista, no corresponde hacerlo en laboratorios o por medio de encuestas con mayor o menor representatividad. Esto sería seguir atrapados en la lógica moderna racionalista. Más bien, en un contexto de posmodernidad, es preciso detenerse a analizar los hechos sociales en su fluir cotidiano. Entonces, entre los hechos que precedieron al estallido social, es adecuado, por su popularidad, gravedad y caricaturización en el país, la crisis venezolana. Dicha realidad, compleja para un análisis desde la perspectiva política, muestra claramente sistemáticas violaciones a los DDHH. Por consiguiente, merecía un claro rechazo transversal de los representantes de la ciudadanía chilena. Sin embargo, una parte importante de la izquierda calló e, incluso, apoyó los lamentables hechos. Al contrario, la derecha se sensibilizó con las víctimas y descargó su retórica a favor de los derechos fundamentales. Incluso, participó en la organización de eventos que solidarizaban con la causa. Aun así, era la misma derecha que miró y miraba para otra parte ante las consecuencias desastrosas de la dictadura pinochetista, aquella que, sorprendentemente, defendía o justificaba las atrocidades inhumanas cometidas en aquella época. La misma que se resiste a que se penalice el negacionismo y que no tiene vergüenza de simpatizar con otros líderes abiertamente reconocidos por ideas fascistas. Por consiguiente, el panorama moral subyacente que presentaba nuestra sociedad antes de esta crisis era de mucho oportunismo y extremismo ideológico. En otras palabras, se aceptaba claramente la idea de que los fines justifican los medios.

Ahora inmersos en esta crisis social que nos deja los peores crímenes y atropellos a los DDHH realizados en forma sistemática, parte de la izquierda opositora al gobierno levanta su bandera moral que guardó anteriormente y la derecha gobernante esconde su estandartemoral que había paseado orgullosamente por Latinoamérica. Justamente, por esta falta de vergüenza para colocar colores políticos a asuntos tan frágiles, es que es necesario fortalecer la educación moral de la ciudadanía chilena y, de esta forma, castigar el oportunismo y la irresponsabilidad en la materia. En resumen, debemos lograr levantar una señal a favor de los derechos fundamentales y no bajarla bajo ninguna circunstancia. Pero, como se mencionó anteriormente, es un desafío que debe partir por reformar la educación y orientarla a fines pedagógicos humanistas.

 

Referencias
Mujica-Johnson, F. (2020). Análisis crítico del currículo escolar en Chile en función de la justicia social. Revista Electrónica Educare, 24(1), 1-14.
Nussbaum, M. (2016). Educación para el lucro, educación para la libertad. Nomadas, 44, 13-25
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