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Deportes masculinos y masculinizantes. Dispositivos para la construcción de la masculinidad violenta.

por Loreto Chihuailaf
Artículo publicado el 04/01/2021

Resumen
La violencia de género principalmente perpetrada por varones heterosexuales es un problema de salud pública a nivel mundial, sin embargo, su origen responde a creencias patriarcales y modelos hegemónicos de masculinidad tradicional. Por medio de este ensayo se analiza la construcción masculina y el germen violento que adquieren los hombres, por medio del deporte, principalmente a través del fútbol. Se critica el deporte como dispositivo histórico de dominación masculina, y reservado para hombres hegemónicos, es decir, heterosexuales, fuertes, rudos, agresivos y de poca afectividad.

Palabras claves: violencia de género, masculinidad, androcentrismo, deporte, fútbol masculino.

 

La realidad violenta
La agresividad y la violencia principalmente masculina no da tregua, la Organización Mundial de la Salud declaró que la violencia contra la mujer especialmente la ejercida por su pareja masculina, constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres (OMS, 2017). Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. La violencia principalmente domestica encontró su punto álgido y de inflexión durante la pandemia (ONU, 2020; Lorente-Acosta, 2020). Durante el confinamiento, según antecedentes de las Naciones Unidas en el Reino Unido, las llamadas, los correos electrónicos y las visitas a la página web de Respect, una organización benéfica nacional que lucha contra la violencia de género, aumentó en un 97%, un 185% y un 581% respectivamente. En las tres primeras semanas de confinamiento, catorce mujeres y dos niños fueron asesinados en el país. En el territorio nacional chileno durante el año 2020, según el periódico digital emol (2020) los datos no dejaron de ser desoladores, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género contabilizó 40 femicidios y otros 13 asesinatos por causa de género contemplados por la Red Chilena Contra la Violencia a las Mujeres y asimismo tres suicidios femicidas.

En definitiva, como primer acercamiento a la problemática las medidas en Chile se han concentrado en brindar apoyos a las mujeres víctimas de agresiones, pero desde luego se requieren estrategias que deconstruyan las desigualdades de género, por esta razón, es clave neutralizar los dispositivos que generan la violencia, patrones sociales que influyen en la construcción de la masculinidad violenta y que promueven modelos de conducta masculina en base a la agresividad. Y es precisamente en este análisis donde situamos nuestras reflexiones sobre el ejercicio y la construcción masculina a través del fenómeno del deporte. El deporte como lo indica Álvaro Alzina Lozano (2017) tiene una historia violenta, desde el practicado por los romanos, hasta nuestros tiempos. Para este autor, la práctica deportiva “supone” a lo largo de la historia una domesticación de los impulsos “masculinos” más brutales. Pues a diferencia de Grecia, en Roma el deporte tenía un carácter más violento un ejemplo de ello eran las luchas de Gladiadores en los circos, el guerrero debía demostrar ser un verdadero “hombre” y esto consistía en tener fortaleza física y violencia.

El deporte colectivo masculino como dispositivo del germen violento
Sin duda alguna, la violencia de género constituye un problema histórico y que ahora en pleno siglo XXI es visibilizado, denunciado, problematizado, y repudiado. Para Rita Segato (2003) la violencia forma parte de la subjetividad masculina en un régimen marcado por la disputa y la competición, básicamente, las masculinidades requieren mantener la jerarquía patriarcal y utilizan la violencia como mecanismo de poder. Por otro lado, Antonio Ramírez Hernández (2002) explica que las mujeres durante muchos siglos han indicado que el problema es que los hombres aprenden por medio de la cultura y sociedad patriarcal a ser violentos. La visión patriarcal asume a los hombres como superiores, y esta superioridad tiene que imponerse y mantenerse por medio de la fuerza, la agresividad y la violencia. Mientras más violento sea un hombre, más admirable se asume y más “hombre” se va a sentir dentro de los códigos genéricos de las masculinidades. Creencias patriarcales y modelos hegemónicos de masculinidad tradicional, serian claves para la representación de la violencia (Ferrer y Bosch, 2016).

Para el reconocido sociólogo deportivo Norbert Elías (Elías y Dunning, 1992) el deporte ha evolucionado junto a los procesos civilizadores de las culturas, y esto mantiene una estrecha relación con la “domesticación de la violencia masculina” , Si bien en Roma la lucha de gladiadores implicaba la muerte sangrienta de los deportistas, los procesos civilizadores trascendieron a prácticas “menos violentas”, por ejemplo, durante la Edad Media se exigía un mayor control de la violencia masculina, aunque seguían predominando los deportes de lucha en donde miles de deportistas encontraban la muerte. Para Elias, el resurgimiento de los deportes reglados en el siglo XIX como el fútbol y el rugby moderno, pese a ser “menos violentos”, critica la tendencia a desarrollar procesos sociales de cooperación y competición, armonía y conflicto, como dos polos opuestos. Sin duda, queda empíricamente demostrada la importancia social del deporte hacia la búsqueda del éxito, de demostrar el poder del sexo masculino, construyendo su identidad y conducta evidentemente agresiva (Fontecha, 2016; Piedra, 2016; Pérez-Enseñat y Moya-Mata, 2020).

La agresividad y la violencia es una conducta que está normalizada y naturalizada en el deporte masculinizado. Principalmente en el fútbol, caldo de cultivo de la masificación de conductas violentas, dominada por hombres y reproductora de divisiones de género (Martensson, 2010; Torrebadella-Flix, 2016; Wood, 2018). Los clubes de fútbol demandan la fortaleza del futbolista y esta se complementa con la violencia que deben ser capaces de infringir, tanto a otros hombres, mujeres, como a sí mismos la cual es aceptada siempre y cuando sea bajo las reglas (Mejías, 2020). El fútbol masculino como espectáculo, ha sido el núcleo de diferentes actos de confrontaciones y agresividad masculina, solo a mediados de octubre del 2020 controversia causó que el jugador argentino Kun Agüero tomara por el cuello a la jueza de línea Sian Massey-Ellis durante un partido después que ella lo amonestara, sin embargo, para el árbitro principal (un varón) significó una “reacción normal” durante el encuentro. El jugador no fue sancionado[1].

Muchas veces se argumenta que las mujeres no pueden compartir con los hombres aquellos deportes de contacto como; fútbol, baloncesto o balonmano, porque ellos son más agresivos y las “pueden dañar” y la tesis está tan validada que prácticamente se considera “natural y propia” la agresividad de los hombres en este tipo de deportes. Pero esta afirmación sigue siendo una falacia que sustenta la hegemonía del patriarcado. Para el antropólogo Ritxar Bacete (2017) especialista en género y masculinidades, la violencia no es ni natural, ni biológica ni inherente, ni consustancial al hecho humano como lo demuestra la representación masculina en los actos violentos. La violencia por tanto es totalmente cultural, relacional y requiere de modelos rígidos, estereotipados, así como de cientos de miles de estímulos tóxicos en cada vida masculina. El problema de la masculinidad es reducir al máximo el espacio emocional de los hombres, hasta dejarlo prácticamente neutralizado. Mientras más se aleja el hombre de su “yo persona”, más capacidad destructiva va a tener, pues la identidad externa no tiene bases en humanización y empatía, sino en las imposiciones para mantener la jerarquía (Ramírez, 2002)

El hombre violento, sin duda, ha tenido un espacio de aprendizaje legitimador de la violencia, muchas veces para ser aceptado en el círculo de las masculinidades, principalmente hegemónicas. La película “Ultra” disponible en la plataforma Netflix, refleja la construcción de la masculinidad tóxica al interior de las “barras bravas” del fútbol de Nápoles en Italia. Los hombres que conforman estos círculos, son hombres que se caracterizan por ser extremadamente violentos, carecer de afecto familiar, desertar de la educación, tener adicciones e instrumentalizar a la mujer como un objeto de placer. Pero los hombres que precisamente cumplen con estas características son aceptados y aplaudidos entre las masculinidades. En los deportes de contacto principalmente se aprueba la agresividad masculina porque es una normativa del género y como lo expresa Victoria Ferrer y Esperanza Bosch (2016) la ideología de género tradicional, asume validar los modelos normativos hegemónicos y los mandatos de género tradicionales. De esta forma, enfatizando las diferencias sexuales o biológicas entre “hombres y mujeres” y como consecuencia la necesidad de una estricta separación y diferenciación.

Consideraciones finales
La violencia en los deportes colectivos está normalizada y principalmente en el fútbol masculino, el cual es visibilizado además por cientos de personas y donde sus principales seguidores son hombres. No solo basta con imponer una Ley de violencia en los estadios o recintos deportivos que regule la conducta de asistentes y organizadores de espectáculos de fútbol profesional[2]. Se requiere de cambios estructurales en los cimientos del deporte y reglamentos que los rigen, pues sus orígenes sustentan el orden social patriarcal y, asimismo, los valores del ideal grecorromano añoso y arcaico hacia la construcción viril y violenta masculina (Pérez y Muñoz, 2018).

Referencias
Alzina, Á. (2017). Involvement of the Law in Sports Violence. Cadernos de Dereito Actual(8), 293-304.
Bacete, R. (2017). Nuevos hombres buenos. La masculinidad en la era del feminismo . Barcelona : Ediciones Peninsula .
Elias, N., & Dunning, E. (1992 ). Deporte y Ocio en el proceso de civilización . Madrid : FONDO DE CULTURA ECONÓMICA.
emol. (19 de diciembre de 2020 ). El mapa de los femicidios en el año de la pandemia: ¿Dónde asesinaron a las 40 víctimas de este 2020? Obtenido de https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/12/19/1006862/Mapa-de-los-femicidios-2020.html
Ferrer, V., & Bosch, E. (2016). Las Masculinidades y los Programas de Intervención para Maltratadores en casos de Violencia de Género en España. Masculinities and Social Change, 5(1), 28-51.
Fontecha, M. (2016 ). El deporte se instala en las cavernas de la igualdad. Sevilla : Ediciones Benilde .
Lorente-Acosta, M. (2020). Violencia de género en tiempos de pandemia y confinamiento. Revista española del instituto médico legal, 46(3), 139-145. doi:https://doi.org/10.1016/j.reml.2020.05.005 0377-4732/
Martensson, S. (2010). Branding Women’s Football in a Field of Hegemonic Masculinity. ESLJ [xli] .
Mejias, J. (2020 ). “Pégale como hombre”. Performance de masculinidad en un club. En C. Cabello, & C. Vergara, Gol o Penal. Claves para comprender y disputar el deporte en el Chile actual (págs. 32-40 ). Buenos Aires : CLACSO.
OMS. (29 de Noviembre de 2017 ). Violencia contra la mujer. Obtenido de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/violence-against-women
ONU. (3 de enero de 2021). Víctimas de la violencia doméstica atrapadas durante la pandemia. Obtenido de www.un.org/es/coronavirus/articles/un-supporting-trapped-domestic-violence-victims-during-covid-19-pandemic
Peréz, A., & Muñoz, V. M. (2018). Deporte, cultura y sociedad: un estado actual de la cuestión. Revista de Humanidades(34), 11-38.
Pérez-Enseñat, A., & Moya-Mata, I. (2020). Diversidad en la identidad y expresión de género en Educación Física: Una revisión de la literatura. Retos(38), 818-823.
Piedra, J. (2016). Escala de Actitudes hacia la Diversidad Sexual en el Deporte (EDSD): desarrollo y validación preliminar. Revista de Psicología del Deporte, 25 (2), 299-307.
Ramírez, A. (2002). Violencia masculina en el hogar. El Cotidiano, 18(113 ), 28-36.
Segato, R. (2003 ). Las estructuras elementales de la violencia . Buenos Aires : Universidad Nacional de Quilmes- Prometeo 3010.
Torrebadella-Flix, X. (2016). Fútbol en femenino. Notas para la construcción de una historia social del deporte femenino en España, 1900-1936. Investigaciones Feministas, 7(1), 313-334.
Wood, D. (2018). The Beautiful Game? Hegemonic Masculinity, Women and Football in Brazil and Argentina. Bulletin of Latin American Research, 37(5), 567–581.
Notas
[1] Fuente https://www.infobae.com/america/deportes/futbol-europeo/2020/10/17/polemica-en-inglaterra-por-el-agarron-de-sergio-aguero-a-la-jueza-de-linea-sian-massey-ellis/ ultima consulta el 3 de enero del 2021
[2] Ley N° 20.844 Establece derechos y deberes de asistentes y organizadores de espectáculos de fútbol profesional, Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Chile 10 de junio del 2015.

 

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