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El teatro como escape a la opresión.

por Cristián Brito Villalobos
Artículo publicado el 19/04/2006

Siquiatra y dramaturgo, Marco Antonio de la Parra ha desarrollado una amplia carrera en las tablas desde mediados de los años 70. Sus obras se han montado en escenarios chilenos, americanos y europeos como los festivales internacionales de Cádiz, Nueva York, y Avignon, al cual ha sido invitado en dos oportunidades.

Mientras se desempeñaba como agregado cultural de Chile en España (1991-93) fue director del taller de dramaturgia del Centro Escénico de Nuevas Tendencias Escénicas (Centro Dramático Nacional). Posteriormente, creó y dirigió el Proyecto Transatlántico, de investigación escénica y extensión docente de intercambio teatral entre Chile y España, organizado por el Centro Cultural de España en Santiago y la Academia Imaginaria, fundación cultural de la que también es miembro fundador y actual presidente.

Entre sus obras destacadas están Lo crudo, lo cocido y lo podrido, escrita en sus años universitarios bajo la dictadura militar; La secreta obscenidad de cada día; Ofelia o la madre muerta; La pequeña historia de Chile; La tierra insomne; La vida privada; Las costureras; King Kong Palace, Dostoievski va a la playa y Madrid/Sarajevo. También ha publicado ensayos, como Carta abierta a Pinochet.

El tejer un hilo conductual a través de la obra de Marco Antonio de la Parra, permite profundizar en la obra de este creador y conectar más, con las zonas ocultas de las mitologías sociales que con la experimentación escénica, a través de un realismo psicológico y social, donde el diálogo de los personajes es el principal vehículo sobre el cual se organiza el espectáculo. El teatro de Marco A. de la Parra es una especie de ventana sobre la realidad de Chile.

De la Parra desde niño estuvo vinculado al teatro, su tío Pedro de la Parra, fue uno de los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile; en ese entonces su madre preocupada por su enorme timidez, lo inscribe en un curso de Arte Dramático. Se volvió adicto al teatro. Mucho años después, ya estudiando medicina, se encuentra en la Universidad con otra gente interesada en el teatro. Juntos empezaron a trabajar y a intentar cosas, a hacer un teatro lleno de nihilismo, de un escepticismo impresionante. Por los años setenta o setenta y uno, la época del optimismo, se produce la sacralización de la ideología, en Chile y en casi todo el mundo. De la Parra ha afirmado que si algo ha hecho daño a Chile, es este entusiasmo. Entusiasmo de país subdesarrollado, donde mucha gente como él arrastra un sentimiento de culpa. Refiriéndose a esa clase media a la cual pertenece, una clase media acomodaticia que ha sobrevivido a una y a otra situación. Con una madre demócrata cristiana y un padre socialista, y que es precisamente el hecho de estar siempre bien la causa de este inevitable malestar. Y es desde este malestar que arroja sus obras al mundo llena de crudas verdades sin ningún tipo de diplomacia, en medio de la incertidumbre rompiendo una y otra vez consigo mismo, corriendo todo el riesgo sin amedrentarse, convirtiéndolo en actividad constante, en una especie de autoconfesión. En medio del autoritarismo político y el liberalismo económico los creadores desean penetrar profundamente en fenómenos y problemas de la realidad nacional ya no tensionando los márgenes de la censura o de la autocensura, sino encontrando un lenguaje teatral que sea capaz de develarlos.

Es bajo el rigor de la metáfora que el creador, más por necesidad interior, que por ocultamiento nos prepara para el vértigo con el ascenso lento y pausado. Pertenece a una generación marcada por la violencia, pero convierte la angustia en una parte esencial del proceso creador. Considera que el golpe de estado del 73 con todo el movimiento psíquico que produjo fue el detonante para desarrollar una singular manera de enfrentar la situación, transformando el miedo, la duda y el estremecimiento en combustible.

En la obra Lo Crudo, Lo Cocido y Lo Podrido (1978). Unos viejos garzones Efraín, Evaristo y Elías (últimos en el eslabón de la Orden de la Garzonería Secreta) y Eliana, la vieja cajera de un decadente restaurante Santiaguino de nombre «Los Inmortales», se reúnen y llevan a cabo en medio de un ritual cruel y sadomasoquista el ajusticiamiento a los líderes de una clase política tan decadente y mediocre como ellos. Los cadáveres yacen enterrados en los reservados del otrora lujoso y elegante local. Hay nostalgia y añoranza de una mejor época. En la obra se representa un exceso en el comportamiento fanático de esa cofradía de garzones, encerrados allí lucen eternos en la empresa, una y otra vez realizan inventarios. Tiene una carga de violencia concentrada, encerrada como ellos, siempre a punto de estallar. Dentro de la trama, existe una venganza como móvil, definitivamente aquí está la marca del once de septiembre de 1973. El restaurante es una especie de campo de concentración con sus reservados,(cámaras de gases), la alusión es obvia el primer muerto en oler mal es ¨Adolfito¨, como se observa en la siguiente escena:

EFRAIN: Mira, se ve la bodega desde acá.
ELIAS: ¿ Un cuerpo muerto allá abajo?
ELIANA: ¿Quién?
EFRAIN: Es… es… ¡Adolfo¡
EVARISTO: ¡Adolfito, nuestro guarén actor¡… El guarén
favorito de don Estanislao Ossa Moya.
Más adelante:
EVARISTO: Hasta que la muerte lo sorprendió.
ELIANA: Soñando.
ELIAS: Por causa de algunos que poblaron con su escepticismo contagiado de ideas foráneas lo que hasta ahora era sano compañerismo.

Se refiere a la clase política, a los sistemas vacíos, al dominio ejercido por una potencia extranjera que marca su destino, desde el lado más oscuro. Develándose así la motivación que lleva el discurso. Hay una ambigüedad clara, ya que lo que evocan es una época en la que también, había mucho control y mucha suciedad política. Cuando Elías habla de San ¨Augusto¨ Escoffier como el santo del paraíso de pasadizos y sobras, que acoge en sus brazos todos los santos garzones que sirven al restaurante de la última morada. En este sentido es válido hacer algunos cuestionamientos: ¿Qué hace el personaje cuando dice eso?, ¿ Qué intenta? ¿Qué quiere?, ¿Qué significa que lo diga?, ¿Porqué lo dice?, Temibles palabras que el propio dramaturgo aclaró en una entrevista concedida a un medio escrito local: «En ese momento por menos de esto en las calles de Santiago inesperadamente podían dar un susto a un dramaturgo y enviarlo al hospital, con amenaza dios mediante. Augusto era un nombre temido que no podía pronunciarse sin provocar suspicacias» (De la Parra, 1993).

El estreno de » Lo crudo, lo cocido y lo podrido » en la Universidad Católica motivó un gran escándalo, fue prohibida por las autoridades de la universidad después de asistir al ensayo general, alegando que las groserías y ofensas que contiene la obra no las podían difundir en la Universidad. Al respecto de la Parra declaró: «la obra fue censurada, creo que porque no la entendieron y se asustaron. Es un texto que con un director fascista podía haber sido una obra fascista. Terrible ha sido para mí leer la obra y darme cuenta que era una premonición» (De la Parra, 1993). En la época fue considerada una obra extraña, ya entonces se le notaba a de la Parra una forma distinta de concebir el teatro, que se oponía al tradicional realismo chileno.

Al final entra un político atroz, absolutamente derechista, totalmente destruido e incapaz ya de aparentar nada. No podía aparecer un político lo suficientemente puro para ocupar un lugar limpio. De la Parra opina en este sentido que la mayor parte de su teatro es más moral que político. En la escena final de la pieza, los dos camareros salen por primera vez del restaurante, con destino desconocido. En esa metáfora de caminar hacia lo incierto lo que finalmente revela el sentido global de la obra, en el escenario político en el que fue escrita y bajo una atmósfera de país en la que se desconocía cual sería realmente el destino que esperaba, de la Parra crea una radiografía a la mezcla entre locura y realidad por la que el país atravesaba políticamente, a través de una obra con diálogos ágiles, pero con un complejo juego psicológico, nos muestra bajo su mirada un fragmento de la historia de civil de nuestro país.

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