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La máscara en Idomeneo, dirigida por Manuela Infante.

por Paula Muñoz
Artículo publicado el 21/10/2019

Resumen
La máscara como concepto estético-literario, representativo de la propuesta audiovisual y la resignificación de la tragedia griega en vínculo con la sociedad contemporánea en la dramaturgia y representación de la obra Idomeneo, presentada en el teatro del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), en Santiago de Chile, 2019.

Palabras clave
Tragedia, Teatro chileno, Manuela Infante, Música, Máscara.

 

Es coherente que la tragedia griega siga siendo leitmotiv de la obra artística de nuestro siglo, pues los problemas fundamentales de la existencia humana siguen siendo los mismos. La historia de Idomeneo, rey de Creta, no es la excepción: el relato cuenta que en su regreso a casa luego de la caída de Troya, es sorprendido por una gran tempestad que pone en riesgo su vida y que termina con setenta y nueve de sus ochenta embarcaciones. Solo la del rey sigue en curso, y para asegurar su vida, juró a Poseidón que sacrificaría al primer ser vivo que encuentre cuando se aproxime a tierra. Este ser vivo resulta ser humano, y su propio hijo.

El cuestionamiento del egoísmo en el poder y el narcisismo como delirio son problematizados a raíz de este asesinato mitológico en Idomeneo, la obra teatral dirigida por Manuela Infante, adaptada de la dramaturgia del alemán Roland Schimmelpfennig. En el montaje, existe una serie de decisiones artísticas que tienen como fin último la interpelación al espectador y a la sociedad contemporánea respecto de estos y otros asuntos. De esta manera, se logra una irrupción a la narrativa usual de las tragedias, pues se transgrede incluso lo propuesto por Nietzsche: la música y el coro son protagonistas, claro, mas en la ejecución de la dramaturgia y la representación hay un vasto espacio sensorial que se abre como una nueva puesta en escena y una imagen renovada de la tragedia.

La obra desde sus primeros segundos es una experiencia sensorial provocada por la actriz en escena (Paulina García), que se sitúa delante y detrás de humo, juega con la espacialidad de las luces, altera su vestuario y utiliza utilería; detrás de ella se ubica el músico (Diego Noguera), que con sintetizadores, altera su voz, emite música electrónica y diversos efectos de sonido, mientras ella recorre los niveles de una instalación en altura del escenario. De la misma manera, hay luces distribuidas tanto en las alturas como debajo de la instalación y apuntando hacia arriba, en tonalidades azules, simbolizando el mar en la historia del retorno a casa de Idomeneo. Seguir enumerando los recursos simbólicos y visuales empleados en Idomeneo es posible de muchas maneras, debido a que son un elemento tan vital como la presencia de las personas en el escenario. Son maniobrados plásticamente, casi tangiblemente, lo que juega con las sensaciones de quien observa; el teatro de pronto es una fiesta electrónica, un clímax donde la actriz sólo da vueltas, cierra los ojos, se deja llevar por los estímulos, como si quisiera que el espectador hiciera lo mismo. Sin embargo, para efectos de la crítica, es preciso centralizar la conceptualización de estos recursos en solo uno: la máscara.

La máscara es relevante en términos de materialidad escénica debido a que conforma una propuesta simbólica por sí misma, que se encarga de objetivizar la propuesta sensorial en lo espectacular. Tiene un objetivo paralelo a la música, el volumen y las luces, que buscan provocar asombro y a la vez homologar la tragedia griega, pero además de estos efectos, también conforma un concepto singular, que se manifiesta independientemente y en diferentes momentos. Primero, utiliza diferentes medios. De papel, aluminio, metal, y con el propio cuerpo, la máscara en la obra busca interpretar el ocultamiento necesario para la construcción de lo especular, y construir de manera paulatina un efecto de lo siniestro, es decir, de aquello que se conoce, pero que se transforma de alguna manera para alejarse de lo familiar -lo corporal- y aproximarse a lo desconocido. Esta barrera insiste en la construcción visual del coro de la tragedia, y transforma al cuerpo de la actriz, que se expande en sí misma, y termina retratando muchos personajes simultáneamente. Segundo, conforma un elemento estético decidor de las elecciones teatrales, debido a que son improvisadas y de materiales conocidos en la escena. Una máscara de un cartucho de papel que envolvía un objeto de utilería, o una hecha de guantes cosidos entre sí, de nuevo constituyen un imaginario siniestro que perturba la mirada, pues las máscaras no emulan humanidad, sino que por el contrario, convierten la actuación en un ente particular y extraño. Tercero, la máscara es premonitoria de la catarsis de la obra, donde asciende a un ocultamiento total de la actriz con pelucas, telas y máscara, lo que la transforma en un animal indescifrable, en una bestia con dos ojos luminosos (las palmas de sus manos tenían dos luces que se sostenían sobre los ojos) que quiebra la historia en Idomeneo, representando de forma corpórea la crisis de lo humano.

La utilización de la máscara en la obra me parece fundamental y un elemento digno de revisión estética y literaria, pues conforma un núcleo importante de significaciones en el transcurso de la narración de la historia de Idomeneo. De hecho, la obra en sí puede ser difícil de digerir al principio, puesto que la acumulación de luces y el volúmen de la música resulta -al menos en un inicio- abrumante y ensordecedor. La máscara guía a poner el foco en lo visual, donde es posible incluso perder la noción de la narración en la obra cuando se realiza este ejercicio. Uno de los momentos a rescatar, por ejemplo, es el primer momento de utilización de una máscara, con un cartucho de papel. La actriz enuncia algunas palabras con el cartucho completo y luego lentamente lo arruga y lo rompe mientras este oculta su rostro. Simultáneamente, se activan distorsiones sonoras que detectan el movimiento del papel frente al micrófono, y con el resto del escenario en silencio y a oscuras, el espectador pone plena atención a la metamorfosis de sonido y visualidad que produce la la máscara.

Este elemento también es vital para construir el distanciamiento necesario en la construcción de la teatralidad, debido a que ofrece la oportunidad de adaptar el código a modo de formar un lenguaje exclusivamente performativo (Córnago 3), donde el objetivo está en la mirada del otro y en su interpretación de acuerdo a la cultura en la que está inmerso. De esta manera, el proceso teatral en Idomeneo constituye un montaje especular, donde la historia no es necesariamente el foco central, sino que esta se distorsiona en loops musicales y visuales que insisten en la creación de teatralidad con diferentes medios, siendo la máscara una condensación de lo visual, una elección sólida en un universo de visualidad que representa uno de los niveles del transcurso visual en la obra.

 

Referencias Bibliográficas
Cornago, Óscar. «¿ Qué es la teatralidad? Paradigmas estéticos de la Modernidad.» Agenda Cultural Alma Máter 158 (2009).
 Nietzsche, Friedrich Wilhelm. El Nacimiento de la tragedia: El nacimiento de la tragedia; El caminante y su sombra; La ciencia jovial. Gredos, 2014.
Idomeneo. Roland Schimmelpfennig. Dir. Manuela Infante. Teatro Centro cultural Gabriela Mistral, Santiago de Chile. 21 marzo 2019.
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