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Zoológico de cristal: las prisiones del alma

por Yesenia Ramírez
Artículo publicado el 14/01/2019

“Zoológico de Cristal” fue estrenada por Eddie Dowling y Louis J. Singer en el Playhouse Theatre de Nueva York, el 31 de marzo de 1945. Pieza en dos actos en la que nos acercamos a las problemáticas de tres miembros de la familia Wingfield. En esta obra la dimensión de lo cotidiano es muy importante. Se tematizan los problemas de la cotidianeidad, pero desde una perspectiva simbólica que agrega una dimensión poética trascendental.

El recorrido en este análisis atiende a los aspectos más significativos que estructuran la obra. Se exploran las estrategias discursivas, temáticas fundamentales, construcción y desarrollo del conflicto, diseño de personajes y atmósfera recreada. Con el deseo de sistematizar todos estos elementos dispuestos en la obra, se traza el camino para acercarnos al panorama del teatro norteamericano, específicamente al explorado por Tennessee Williams.

En la primera escena de la obra se advierte un elemento muy importante: la “puesta de manifiesto” de las libertades artísticas que se permite la creación literaria. La descripción de la atmósfera contempla variaciones, casi que se sugiere el ambiente. Los elementos que contribuyen a la ilusión de realidad, no se dan por hecho; está la posibilidad de la omisión y adición en lo que se propone. Cuando se presenta a Tom que, además, es narrador y personaje de esta historia se hace de la siguiente manera: “Tom entra de la callejuela de la izquierda (o de la derecha, si se omite la de la izquierda)” y luego continúa:”Tom puedeinclinarse contra el enrejado de la escalera cuando enciende el cigarrillo”. Es decir, todas estas acotaciones son sugerencias.

Otro elemento esencial en esta libre invención artística es el de adoptar un personaje de la historia como narrador de ella. Es así que Tom participa en la diégesis y, a la vez, es su narrador.

Y así nos adentramos en esta obra que; desde los umbrales nos prepara para aprehender su despliegue de recursos.

Amanda Wingfield (madre de Tom y Laura) funge con notable protagonismo. Sus intervenciones son las más extensas y las que más información proporcionan. El personaje rememora hechos del pasado, que son narrados por ella como una suerte de quimera. Se regodea en estas remembranzas, matizadas de un efecto delirante y nostálgico. Allí se apunta a un rasgo esencial de su temperamento: lo ilusorio y la añoranza de otro modo de vida, de otras circunstancias; pero que, a su vez, fungen como deseos irreconciliables en la praxis a la que está sujeta.

Tom y Laura, ya acostumbrados a “este ejercicio de la memoria”, escuchan la archiconocida “historia de sus candidatos”, tomando aptitudes que van esbozando también sus caracteres: Laura como receptor paciente y Tom como sujeto irónico que, asume el tema desde lo lúdico, espetando siempre una contrarrespuesta subversiva.

Amanda Wingfield es un personaje que se aferra a otro tiempo y a otro lugar. Le teme al fracaso y se angustia en su irremediable pobreza. Sabe que hay pocas alternativas para mejorar la situación. Se muestra, en ocasiones, egoísta, excéntrica y caprichosa; pero todo ello responde a su desesperación. Su lema es “levántate y lúcete” que, además, está en consonancia con su propia naturaleza. Aunque no tiene muchas posibilidades reales de operar un cambio en su radio de acción, trata por todos los medios de intentarlo. Es un personaje complejo, que sufre por su condición, y más aún, por la imposibilidad del cambio. Es una mujer soltera, que ha buscado compensación en su hijo Tom. Ambos son víctimas de la misma situación y, en algunos momentos de la obra, también se convierten en victimarios. Su obsesión más inquietante es encontrar un buen candidato para su hija, alternativa más viable que encuentra para que ella tenga un futuro sostenible. Esta resolución está, lógicamente, sustentada en su propia experiencia vital.

La familia Wingfield vive al fondo de un edificio, en un departamento de una callejuela de Saint – Louis. La descripción del espacio, desde las acotaciones del inicio, contextualiza y caracteriza de inmediato las precarias condiciones en las que viven. En el departamento penetra una escalera de emergencia para caso de incendio, estructura que dialoga perfectamente con la realidad representada, porque bajo estas condiciones, no es descabellado pensar que aflore y se propague como el fuego, la frustración y la desesperación humana de este sector de la sociedad norteamericana, considerablemente grande.

Los problemas de la vida cotidiana se tematizan en la obra. La dimensión de lo cotidiano es muy importante. Ningún personaje escapa de las sujeciones que acarrean las problemáticas de la realidad, claro que, la reacción y asunción varíande acuerdo con las aspiraciones y vivencias de los personajes que se encuentran inmersos en ella. Los sujetos de la trama tratan de escapar a través de la ilusión o la fabulación; se refugian en “otra realidad” que, de alguna manera, ellos mismos provocan y construyen.

El personaje de Tom vive una realidad que le es totalmente ajena, en el sentido, que no experimenta satisfacción alguna en lo que hace. Es el sustento económico de su familia.Trabaja en una zapatería y, en ocasiones, escribe como consuelo. Su deseo es partir de Saint-Louis, pero tiene responsabilidad a las que le es difícil renunciar. También es preso de lo fáctico, por eso trata, cuando puede, de aislarse de ello. Su ilusión y fabulación radica en la aspiración de experimentar y aventurarse. Tom busca el viaje de aprendizaje, apuesta por el conocimiento, pero aquel que se adquiere solo en su propia búsqueda. El estatismo no es el camino, sino la marcha:

Estoy empezando a hervir por dentro. Sé que te parezco un soñador, pero por dentro… ¡bueno, estoy hirviendo! ¡Siempre que agarro un zapato me estremezco al pensar en la brevedad de la vida y en lo que estoy haciendo! ¡Sea cual fuere la significación de eso, sé que no se trata de zapatos… salvo como algo que deben usar los pies de los viajeros!

El mundo de lo objetual en la escena responde a la dimensión simbólica y sirve, además, de refugio a Laura Wingfield, personaje profundamente retraído, circunstancia que deriva de una imposibilidad física que la acompaña desde la temprana edad. Laura constantemente pone a funcionar el “viejo fonógrafo”, el resto de los personajes ignoran la presencia de este objeto; pero ella acude a él en numerosas ocasiones. Es un recuerdo de su padre, fue lo único que dejó cuando se marchó para siempre. Laura le da uso al viejo fonógrafo, la música que se escucha de los “gastados discos”, es la melodía del recuerdo, del pasado, de la nostalgia: “en la memoria todo parece acontecer con música”. El pasaje en la obra en que mantiene una conversación con Jim (el candidato)quizá sea el momento en que descubrimos realmente quién es Laura Wingfield y cuáles son sus temores. En este diálogo Jim estremece a Laura y acontece como una especie de anagnórisis. La timidez e introspección de Laura tiene su explicación en el complejo de inferioridad que experimenta por su diferencia física.

Para Jim O’Connor, Laura es Blue Roses. En un inicio, la llamó así por una confusión, pero después de esta conversación, no duda que Laura es Blue Roses. En Laura Wingfield sí se puede hacer reconciliables términos tan, aparentemente, lejanos como el azul aplicado a las rosas, porque la singularidades condición intrínseca en la construcción de este personaje:

Uno no tiene por qué avergonzarse de ser distinto. Porque los demás no son tan maravillosos. Son centenares de miles. ¡Y usted, es única! Ellos caminan por toda la tierra. Y usted, se queda aquí. Son vulgares como… la cizaña, pero…usted… bueno…, usted… ¡es Blue Roses!

Laura ser efugia en un mundo de animales de cristal que protege y lustra con dedicación. Su imagen es la propia fragilidad del vidrio que colecciona. Seha convertido en una pieza de su propia colección de cristal, exquisitamente frágil para moverla del estante.

Después de la conversación con Jim; Laura, como el unicornio de su colección, se ha despojado, de cierta manera, de lo que creía la hacía diferente:

Ha perdido su cuerno. No importa. Quizá eso sea una suerte disfrazada (…)Ahora estará más a sus anchas con los demás caballos, los que no tienen cuernos…

Ahora se siente más segura de sí misma. Quizá no solo sea Amanda Wingfield la única que sea una propia imagen de su colección. La fragilidad atraviesa a cada uno de los personajes, como los sueños y anhelos, y estos, a su vez, son tan frágiles como las piezas del zoológico de cristal.

Yesenia Ramírez

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