EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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La novela “Agustina la salteadora a la sombra de Manuel Rodríguez”. Ceibo Ediciones 2015.

Virginia Vidal, novelista, ensayista y periodista destacada, ha publicado una decena de novelas, no obstante en estas últimas novelas de corte histórico como género se entrecruzan con lo literario, el periodismo, el ensayo y el tema de género.
Nunca olvidaremos sus escrituras sobre las artes visuales en la que destacan : El Museo de la Solidaridad, La Operación Verdad, Las exposiciones sobre Las 40 medidas de la Unidad Popular, La labor de Guillermo Núñez como Director del Mac.
Destaco su trabajo periodístico que fue fundamental a la hora de cubrir estas exposiciones fundamentales mostrando la ignominia de la dictadura, al mismo tiempo su participación y su apoyo importante en el primer Congreso de literatura de la Mujer Escritora en Chile en los 80. Así conocí a Virginia Vidal.
La novela Agustina la salteadora a la sombra de Manuel Rodríguezde la escritora Virginia Vidal,es una narración fragmentada recogida más por hablas y memorias de girones sin tiempo y en un tiempo crucial de la historia de la independencia chilena. Estos seres marginales cuyo personaje central será la historia real de una mujer, que contará su propia historia, hecha de retazos para construir un relato notable y alejado del relato lineal y convencional de la historia oficial, que consagra una verdad de la historia. Virginia Vidal, a partir de su apuesta no lineal del relato, pone en evidencia la fragilidad oficial de la historia.
Comenzando por el título, ‘Agustina la salteadora a la sombra de Manuel Rodriguez’, leeremos su signo como sospecha de la historia oficial, que luego de traicionar y asesinar, reconoce al héroe, pero no a esta mujer luchadora en las antípodas de la guerra por la independencia chilena, la aprenderemos por medio de la propuesta de su autora Virginia Vidal, por medio de la narración oral, construye el mito como signo de la derrotadel mismo héroe, su figura queda sin embargo, suspendida como una sombra en ella.
Otro elemento importante en esta ficción, es la construcción de una subjetividad femenina callejera por el territorio de la otra historia nacional. Ficción de un saber absolutamente de la mujer en sus trajines. Un saberúnico del imaginario popular recóndito, como tributo a una suerte de indentidad que se transforma en una identidad políticamente estratégica en lo que se refiere a las comidas, vestuario y lenguaje escenificando un fresco,otro, de la colonia. Incluida la lira popular en versos, los mitos populares del funeral del angelito, elgloriao, pantrucas en caldo de patitas de chancho, sopa de charqui y pasa por allí la sombra de una poeta alta, imagino Gabriela Mistral.
El escenario y tramade la novela, ocurre en el siglo XIX, entre la monarquía colonialista, los patriotas y la población chilena agobiada y desgastada y que sin embargo surge, pesar de todo, los sueños de libertad, las montonera o ayudistas agobiados por el hambre el rostro oscuro de una guerra, la peste, la codicia y los oportunistas.
Virginia Vidal, la autora, en su hilación de la historia de Chile, crea una épica basada en el anonimato que es, la voz narrativa de la mujer que memoria, hila, cuenta, narra; otra versión de la Historia,ni por la razón, ni por la fuerza, basada en una práctica de la fatalidad y la pobreza que vive ella y la peonada en los tiempos de los oligarcas terratenientes.
Agustina, es un personaje en el paisaje agreste y central de Chile, cruza de riachuelos y ríos, cercana a la frontera andina, rodeado de montañas Agustina la salteadora, llega a cebar el mate a la gruta de los Pincheíra
Y quién es Agustina, es el personaje de una mujer que fue ganando fama de mujer andante, viviendo el rigor de la noche de los caminos. Agustina recrea un personaje femenino convertido en la vida dura, como malévola, en su propio territorio.
Agustina, sale del pueblo una noche vestida de las prendas de su esposo y va a sobrevivir asaltando a caminantes en la noche.
Agustina, usa cuchillo que atravesó el corazón de su amor.Y una soga que le sirve para dejar amarrados a los hombres que andan poniéndose el sol.
Agustina, es una figura nómade en una masculinización forzosa de trasvestismo,a la que es impelida porque es mujer sola y pobre y ese es su destino, que lo define claramente, como una opción en el que se hace mujer, vestida de hombre, ropaje que la protege de la violenciamasculina.
En esta novela no solo se revela el mundo de las mujeres, además evidencia el mundo de la construcción salvaje de una pobreza en los límites más crudos, que se pueden dar en momentos de crisis, como es una guerra.
Las condiciones y sobrevivencia de los excedentes humanos de la guerra, llevada a los extremos, es profundamente narrada, por una pluma ágil, que indudablemente pone en evidencia una oligarquía sucia y corrupta por alcanzar el poder, dejando en el camino un pueblo paralizado e inerme frente a un porvenir magro, así desbarata los símbolos de triunfos y de héroes que tapizaron el cielo de la patria sentando las bases de la república, por la razón ilustrada.

La razón es una colección de embustes, dice Tolstoi.

En tanto que la literatura no tiene edad, como dice Foucault, no tiene más cronología o estado civil que el lenguaje mismo. Me atrevo a decir que Agustina como personaje real, no tiene tiempo. Ha sido creado por el lenguaje de su autora en esta ficción de murmullos de lo que se pronuncia, al mismo tiempo, el sistema que lo transparenta, que es el habla: en resumen su lenguaje es a la vez el hecho de todas las hablas acumuladas en la historia y el sistema mismo de la lengua, como recuerda en el habla oral, la historia nunca contada en Chile hasta el día de hoy en la novela de ‘Agustina a la sombra de Manuel Rodríguez de Virginia Vidal’
Las claves de esta novela, son sus filiaciones con la escritura de género, poniendo de relieve una subjetividad, otra, no lineal como fragmento en la historia y sus cercanías con el relato de las marginalidades sociales en: Las novelas: Barrio Bravo; El Río, y Chicago Chico.
De este modo, pone en evidencia hoy,la construcción de una marginalidad perpetúa por un sistema colonialistaneoliberal, no alejada del siglo pasado, que ha inventado un nuevo trato, a una extensa población de obreros ilustrados que terminará en corto tiempo, en una nueva peonada al servicio de los pulperos de siempre.
Termino en una reflexión acerca de la suerte de la novela como género, a punto de perder sus privilegios independientes, pues ya tratada como mercancía termina siendo consumida por las leyes del mercado.
Hay que luchar por ‘lo obvio’, como decía Marx, y citar a Juan Francisco Ferré autor independiente, ‘Cuando algún día se nos olvide que somos humanos, iremos a buscarnos a las novelas.’
Luchemos por escritores independientes, como Virginia Vidal.

Carmen Berenguer.


‘La Ciudad un cuerpo de citas’. Mago Poesía. Jaime Lizama López.

Intento regresar al día que conocí al poeta y ensayista Jaime Lizama y se vuelve siempre en este ejercicio de recobrar el año (1981) en el. taller que aglutinó a personas que amaban escribir. Lo único que querían era comunicarse por medio de la palabra y en esa yuxtaposición lo que estaba desaparecida era: la palabra.

La palabra, intentando balbucir la misma paloma ausente, palabra, la que a esa misma hora en un vecindario distinto, Patricio Marchantargumentaba su ‘Desolación’ en la poesía chilena.

Jaime Lizama, venía del grupo ‘Polifemo’ grupo proveniente de la carrera de Filosofía en el Ex Pedagógico. Ellos recitaban a voz en cuello, a viva voz, a todo pulmón, la mejor poesía que escribían de manera urgente lúcidos poniendo el énfasis solo en la voz, nada de versitos apergaminados, ni floreos en la lengua, citaban de Dyland Thomas a grito pelao “ La muerte no tendrá señorío” Activistas estudiantes provenientes de las Agrupaciones culturales del Peda: AKA y ACU, dos vertientes políticas que sacudían el polvo de los asientos académicos impuestos.

Al comienzo del éxodo de los estudiantes de las carreras humanistas de las universidades, llegaron a guarecerse para el bien de esta Casa (SECH) entre el taller y los jóvenes desempolvaron los libreros de la Biblioteca’ se convirtió en el foco subversivo de los años 80.s

Nombraré dos textos luminosos y vitales y sus referentes: El poema ‘MollyChakes’ de Jaime Lizama y la pieza de teatro ‘Lily yo te quiero’ de Grégory Cohen, Ambos textos de amor, la MollyChakes, textos líricos desbordantes, lúdicos irónicos y ardientes textos amorosos.

Luego, publica: ‘Llama Salida de la Muerte’ (78-84) I parte: Desde el ojo.

Después vendría ‘Sitio Eriaso’ libro magnífico, vanguardista y los Ensayos de Jaime Lizama, ambos premiados.

‘La ciudad un cuerpo de citas’

Epígrafe: El lenguaje es una piel. Yo froto mi lenguaje contra el otro. Mi lenguaje tiembla de deseo. R. Barthes

Se trata de un caminante, un vouyeur, un mirón, un ojo es el sujeto en la figura del deseo que producirá imaginarios, en eróticas posiciones de la ciudad como figura femenina, ninfas cruzadas por la ciudad de Lesbos como perfil amoroso de una ciudad sugerentey sus posesiones fantasmales en encuentros furtivos en las esquinas y recovecos de la ciudad.

‘En esta ciudad nada será lo mismo luego de que ellas posaran con sus sexos libérrimos en / la madrugada translúcida.’

En esta ciudad nómade y trágica reclama su autor fue y ha sido una fantasmagoría de ritualidades paganas sin deseos fatalmente.

 

Galerías del centro.

Donde hay dos o tres parejas que en este momento se pierden en las sombras, ella cree ver una muchedumbre.
A. Breton

Este recorrido en el centro antiguo de Santiago el paseante señala a los otros paseantes y a sus lectores lo que es y fue ese centro por sus galerías, La Galería España, Imperio y sus portales Fernández Concha y sus cines como imágenes perdidas como su centro y espacio de esparcimiento común en los años sesenta, como toda gran ciudad, El gran Palace, el teatro Opera, el cine España, el cine Imperio, el cine Roxi, negocios, joyerías, tiendas, en un recorrido ausente de las gentes.

El autor Jaime Lizama hace notar este vacío de tiempo creado y ensimismado por medio de un registro literario de autores chilenos y citas de otras ciudades y autores literarios pródigos en imaginarios como‘Dirección Única de Benjamin, en las prosas de la ciudad de Budelaire, las huellas de un juego infantil, este paseo cultural por el centro son la excusa para que estas citas se refundaran citándose en un pasaje del centro será el motivo de la fugas del idilio amoroso, para nunca llegar a encontrarse finalmente.

La tercera parte, pertenece a las lecturas del caminante, se lee en la calle, al viejo Normandie a Etore Scola, por el ‘Jardín de los finzi-contini, el Forestal, la Fuente Alemana, ‘por aquí entre esas vertientes de ‘Imágenes algo pálidas por el tiempo y sus arreglos actuales está esta vertiente/ del ayer como si fuera hoy y su trastienda en Plaza Italia.’

La otra poética >>Madame Edwuarda>>, >>Nadja>>, >>Fragmento de un discurso amoroso>>, >>El mono gramático>> el poeta aquí, enuncia sus amores literarios, amores críticos Ciorán; como tránsfugas por las páginas de este libro, sus gustos literarios, sus escritores de la página B. Sus amores y por supuestos, sus dardos a la pequeña burguesía literaria.

Sus películas, terminando con un bello raconto en ‘Escrito en el cuerpo en el parque forestal’ en el que Lizama traza su disquisición en este tiempo y el otro como si fuera ayer, en el deseo y el placer, las eternas preguntas, ¿qué es la escritura y el deseo? Sin embargo, deja una inquietante pregunta por la escritura de estos tiempos, en el que los deseos, por cierto son otros, entre los otros, un yo, que se las juega en el ahora, el placer frente al cálculo. Un libro de la ciudad como tema, en el que Jaime Lizama, ha profundizado y la ha inventado literariamente, como ciudad mítica.

Carmen Berenguer

La poesía es un atajo, la burla del silencio.

Comentarios a La ciudad un cuerpo de citas y otros poemas, de Jaime Lizama, libro publicado por Mago Editores y lanzado el miércoles 13 de enero de 2016 en la Sociedad de Escritores de Chile.

Acepté la invitación de mi amigo Jaime Lizama a presentar su libro por dos motivos, sin duda por la amistad que nos une y, en segundo lugar, por el desafío que significa pensar sus textos. Digámoslo derechamente, Lizama es un poeta filósofo, como lo fue Carlos Casanueva en nuestro contexto. Desde el título que da nombre al poemario da cuenta de su inserción en el corazón del pensamiento contemporáneo centrado en el cuerpo, desde aquella máxima nietzscheana en que afirma que “el cuerpo no dice yo, hace yo”, la filosofía se encuentra entrampada más en el silencio que en la enunciación. La salida por la vía poética ha sido una suerte de colusión metafísica entre la imposibilidad de la filosofía y un cuerpo que demanda su habla. La poesía es un atajo, la burla del silencio.

El segundo punto que me parece importante indicar, antes de entrar al texto mismo, es la ciudad como sujeto, como protagonista, no son los individuos lo que importan sino el modo como la ciudad los vive y los desvive. En tal sentido los textos lizamianos se emparentan con la poética kavafiana y la narrativa de Durrell del Cuarteto de Alejandría. El Santiago de Lizama, no es simplemente un registro urbanístico, se hace necesario, nos dice el poeta, el arte de la quiromancia, seguir las líneas de sus manos, para descubrirla, para extraviarse y encontrarse tal vez en una esquina sin importancia. La idea misma de cita está llena de alusiones equívocas: como encuentro pactado, como mención, o como comparecencia de un texto en otro, el texto de Lizama no renuncia a ninguna de ellas. Es una verdadera casa de citas y con ello no buscamos agravar las cosas sino simplemente problematizarlas, para decirlo en el lenguaje de Lizama se trata de /las líneas convulsas del extravío/.

/La mejor cita es aquella que estuvo a punto de ser/ nos dice el poeta. La plenitud ontológica de la cita es, justamente, su no realización. Extraña o paradojal afirmación la del poeta, la expectativa, la potencialidad de la cita es, a juicio del poeta, el camino a ella, la esperanza de su realización. Cayo Plinio Cecilio afirmaba que “Lo que no podemos alcanzar, bástenos haberlo deseado”; eso es ya un indicio de que estamos deseantemente vivos, camino a otra cita, es decir, a un nuevo extravío. Lizama radicaliza su toma de posición al afirmar /La mejor cita es aquella que nunca fue, aquella que no llegó ni siquiera a formularse/ lanzándonos con ello a un lugar imposible, diremos al abismo del silencio.

El segundo conjunto de textos lleva por título: Galerías del Centro. Texto que puede considerarse el más benjaminiano del conjunto, pero no precisamente por su cercanía al Libro de los pasajes, que es en definitiva un conjunto de citas, recordemos que la expresión pasaje es también entendida como texto, trece definiciones refiere la RAE a ella. El texto lizamiano se acerca más a Cuadros de un pensamiento, esas breves reflexiones sobre distintas ciudades y experiencias que nos revelan un Benjamín cercano y minimalista. Aquí se nos muestra un Lizama más narrativo inmerso en aquella red laberíntica del centro de Santiago que es posible recorrerlo como Jonás al interior de las vísceras del monstruo que lo engulló. Para usar una expresión del propio Lizama, tenemos que decir que sus escritos, al igual que Nadja y otros textos que hace comparecer son “poemas sin serlo”.

Lecturas de vía pública es el tercer núcleo de texto que conforman esta breve publicación, aquí Lizama se juega por lo que podríamos llamar sus filiaciones como lector, diremos La urdiembre experiencial con la literatura, con aquellos que problematizaron los márgenes en que la literatura se había situado y que en definitiva abren las nuevas avenidas de la escritura. Diremos el anverso de la tradición. Lizama transita por la literatura y la ciudad como si fuera a ninguna parte, hacia una cita que no precisó sus coordenadas y puso en juego todas las cartas que solo el azar podía arrojar. La ciudad es una bestia que no traiciona a sus poetas.

No tengo dudas que Jaime Lizama es el poeta de Santiago, ninguno como él ha logrado atrapar su poética con mayor agudeza. Lihn, Lemebel y Lizama son la voz de la ciudad.

Tirso Troncoso


Cien años de literatura en el archipiélago mágico.
Mario Contreras Vega, poeta, narrador, entusiasta y pertinaz gestor cultural, avecindado en Chiloé desde su temprana juventud (nacido en Coyhaique, en 1947), publicó, en agosto de 2014, la antología 100 Años de Literatura en Chiloé; Repertorio bio-bibliográfico de autores (1900-2000), (Ediciones Oxímoron/ Alquimia Ediciones), con el patrocinio de la Corporación Municipal de Castro (Santiago de Castro, capital de Chiloé), un macizo aporte a la creación literaria en el llamado “archipiélago mágico”, conquistado en el verano de 1567 por Martín Ruiz de Gamboa, quien lo bautizaría como “Nueva Galicia”, aunque, como en muchos otros lugares y comarcas de este enjuto y lanzal Chile, prevalecería su hermosa toponimia huilliche, “Chilhué”, derivado más tarde en Chiloé, “lugar de gaviotas” o “lugar de pájaros estridentes”, según se entienda.

Son sesenta y seis autores, la mayoría chilotes de nacencia o, como el compilador, radicados e inmersos en una región de rica y variada cultura y, sobre todo, provista de esa identidad de “territorio circular”, que no poseen otras provincias chilenas, singularidad que ha resistido todos los embates continentales y el asedio de la “modernidad” y del “progreso”, para mantenerse como otro país. Aún puede escucharse a los lugareños de las más de treinta islas desperdigadas en el mar de los canales, referirse a los afuerinos que vienen del norte como “chilenos”, pues ellos son esencialmente chilotes.

Debo decir, a modo de significativa anécdota, que mi amiga gallega, Begoña Pereira, afincada en Santiago de Chile desde hace poco más de un año, me obsequió este libro, mientras caminábamos por la mercantil Feria Internacional de Santiago, a fines del pasado octubre, junto al pintor y poeta, Antonio Chaves, su compañero, activísimo agente cultural en Chile, adscrito a los servicios honorarios de la “poesía secreta”, por iniciativa propia, afecto y curiosidad por este finisterre austral, donde descubre poetas y rescata infolios y destierra luces creadoras sumidas bajo la sombra del olvido.

La antología consta de seis capítulos:
I Los Fundadores (8 autores)
II Irrupción del Costumbrismo: Los Naturalistas Telúricos (5 autores)
III Escritores de la Transición (3 autores)
IV La Generación post-Golpe (21 autores)
V Los Contemporáneos (24 autores)
VI Los Aportes Foráneos (5 autores)

Me llama la atención que entre los “aportes foráneos” figure Rubén Azócar, autor de esa entrañable novela, Gente en la Isla, cuya lectura me recomendara Luis Sánchez Latorre, Filebo, cuando yo iniciaba mis indagaciones sobre la vida y la cultura chilotas, al promediar la década del 70. Aunque nacido en Arauco, yo imaginaba a Rubén como un chilote de los buenos y generosos, y no se me hubiera ocurrido llamarle “foráneo” en aquellas comarcas, menos cuando ejerciera, durante años, el honorable oficio de maestro el Liceo de Chiloé. Por otra parte, pienso que el arbitrario registro de nacimiento poco tiene que ver con las raíces de culturas que el individuo abraza y asume como propias, aunque haya nacido en las antípodas del territorio civil que lo consigna, como simple dato burocrático, para adscribirlo a un gentilicio inevitable.

Esto me remite a mi viejo amigo gallego, Demófilo Pedreira Rumbo, a quien los avatares de la historia y las atrocidades de la dictadura de Franco en Galicia y España, primero, y luego las de Videla, en Argentina, le llevaron a radicarse en Chiloé, en 1979, para vivir allí, en la villa de Dalcahue, hasta el año 2008. Él lo decía de manera escueta: “Aquí encontré, más que mi segunda patria, como suele decirse, el lugar donde me reencontraría con las cenizas aún vivas del pasado remoto”. Y Demófilo fue, durante treinta años, un chilote más, aunque se le adivinase la distinta musicalidad de su prosodia coruñesa.

Pero, vamos…, la antología no la articulé yo, sino el poeta Mario Contreras Vega, a quien conocí en Castro, allá por 1986, cuando pasé una enriquecedora temporada en casa de Antonio Cárdenas, don Tono, padre de mi buen amigo Renato, en la pequeña villa de Calen. Y tanto Mario como Renato son profundos conocedores del mundo chilote, al que han entregado el mayor tiempo de sus afanes poéticos e investigativos.

Mis principales referentes en Chiloé están en el capítulo IV, de la llamada “Generación post-Golpe”, que por estos pagos llamamos la “Generación diezmada”, aunque el poeta Pepe Cuevas la designe como “Veteranos del 70”, que es, sin duda, más poética y aun gráfica que cualquier otra denominación. De estos autores y su obra, conozco a los dos mencionados en el párrafo precedente, a los que sumo, con memoriosa unción, a Carlos Trujillo, Sergio Mansilla, Rosabetty Muñoz y Aristóteles España, a quien dejo para el final. Nuestro querido y malogrado Tote, junto a Renato Cárdenas, me ayudaron en la escritura y composición de mi libro Gente de la Tierra, conjunto de relatos de gentes de las aldeas de Galicia y de las villas y villorrios de Chiloé, editado por primera vez en 1987. Asimismo, me orientaron para la estructuración de mi ensayo Chiloé y Galicia, Confines Mágicos, editado en 1997 y 2008, donde rindo tributo a mi “descubrimiento” o hallazgo en el estudio comparativo de ambos imaginarios populares.

Termino estas alusiones personales, diciendo que si tuviese que elegir un lugar en el universo mundo para disfrutar mis últimos años y reposar mis huesos, ese sería Chiloé, en su rincón de San Juan de Calen.

La mejor hospitalidad chilota la recibí de Renato Cárdenas y de su lindo viejo, don Tono. Y lo que sé del mundo chilote se lo debo en gran medida a Renato, con quien hemos pasado largas veladas en fraternales discusiones sobre ciertos tópicos e influjos de controvertido origen. De Renato se recogen en esta antología dos poemas breves y un trozo de su entrañable texto “Chiloé, los territorios del sonido”. Al respecto, compartí con él unas grabaciones de la Galicia profunda, “Os sons da terra”, donde encontramos ciertas analogías hermanadas por los rumores de la tierra… Es bello y eufónico el decir de Cárdenas:

“La huehueda tiene siete idiomas”, me dice Gilberto Ulloa Eugenín, para referirse a un pajarillo montaraz, de color negro y pecho anaranjado, similar a la lloica. La primera, cuando llama agua ordinaria, dice “dehuet-dehuet”; la otra, cuando va a llover agua delgada, dice “mahuín-mahuín-mahuín”; cuando va a haber sol, dice: “cho-cho-cho”; cuando dice: “pet-pet-pet” se asusta porque ve cualquier cosa…

“Los pájaros son los grandes músicos de estos archipiélagos. Están en el mar, en la playa, en las pampas, en los bosques, en las quebradas, en los barrancos, en los ñadis, en los esteros… En esos lugares presagian o adelantan los cambios atmosféricos, venturas, o simplemente son observadores o mensajeros de los brujos”.

Rosabetty Muñoz lee para mí un poema, una tarde, en la ribera de Dalcahue, mientras miramos el trasbordador de madera que corta las aguas del canal, buscando atracar en Quinchao con unos turistas vocingleros:

ÉRAMOS LOS ELEGIDOS

Éramos los elegidos
la gran familia del pan inagotable
que cantaban a voz en cuello los profetas.
Tú y yo los escuchábamos todavía
desde esta ciudad más pequeña que el mundo.
Los escuchamos
no para creernos el viejo paraíso
(tenemos demasiados siglos de intemperie encima)
pero sus palabras tienen la solemnidad
que queremos para nuestras pobres esperanzas
sus palabras eran divinas como la noche
y el pueblo los seguía.
Hoy, que no tenemos profetas
y apenas podemos con la desgracia
de estar abandonados,
los escuchamos
con la terrible convicción
de que el dolor es el único lenguaje
que traspasará la historia.

Esta antología me acompañará en mis próximos viajes, primero a Chiloé y luego a Santa María de Vilaquinte. Será como un ofertorio de palabras o un libro de oraciones, como esos que llevaban los peregrinos para aligerar las jornadas, entre la Vía Láctea y la Cruz del Sur, diciendo con el autor, con el compañero poeta, Mario Contreras Vega:

Nuestros silencios fueron
los más sabios discursos de esos días.
El sonrojado rostro y el gozoso crujido de los huesos
la singular corona prendida a nuestras sienes
cansados por el noble trabajo de rebañar la tierra
de transformar el árbol en madera y en cuna.

Hoy, viejos ya, nos paseamos por el bosque
añorando el fuego entrañable de esos días.

Cierro aquí la antología, pero la página 94 se abre sin que yo la convoque, como si un brujo de la Recta Provincia me instara a leer y reproducir un breve poema de Carlos Trujillo, hoy en la lejana y docta Filadelfia, donde suelen conocer mejor los vericuetos literarios de este “país de rincones”, que los propios chilenos:

En Chiloé
cantan los gallos a las 5:30 de la madrugada
y en ese instante
todos abren sus ojos
atiborrados de sueños
y miran desde sus ventanas
la primera gota de lluvia
que saluda al día.

¡Bravo!, Mario Contreras Vega, y gracias por esta escolma que nos trae el viento y la lluvia de Chiloé, hechos palabra viva en los autores que supieron amar aquellos espacios rumorosos y dejar la huella escrita de sus afanes.

Reseña de Edmundo Moure

Como quien no quiere la cosa
poemas de Alejandra Pizarnik, canciones de Pedro Nazar.
Si el silencio es una suma de palabras guardadas que hablan su idioma en algún lugar refugiado o fugitivo, si de ese lugar inmaterial nacen los poemas como cuerpos y si esos cuerpos son un susurro que la poeta esboza más allá de su voluntad, una brisa del idioma que no alcanza el grito que la salve, ni el alarido que la rescate de sus miedos, entonces, quizás, ese silencio que es sólo una máscara pueda curarse en la boca de otros hombres, cuando el poema se levanta y huye del papel hacia la lengua viva. Puede que la trágica Alejandra aprenda a reírse si la cantamos. Esa fue la tarea emprendida por Pedro Nazar: volver clara la luz escondida de Alejandra, hacerla canción, desestigmatizar la pena y el cansancio de sus versos, hacerla la niña que siempre quiso ser.
Así, tras el recorte y subrayado que implica toda lectura, encontramos en este disco las canciones de un lector encantado por la oscuridad que a través de la música no hace sino revertir una esencia con el solo efecto de engrandecer las partes del todo. Este disco, como pocas lecturas de Alejandra, se brinda, a su modo, a ser juez y parte, y logra, sin buscarlo, ese sinsentido en el que no muchos creemos: la justicia poética.

Analía de la Fuente.
Escúchalo en:
https://pedronazar.bandcamp.com/releases

En Chile se publican no se cuantos libros al año. Para que decir en el mundo. Deben ser millones. Y creo que la mayoría de ellos pasan sin pena ni gloria y para lo único que sirven es para darle trabajo a los editores, a los imprenteros y a los libreros. Y para darle un gran placer a los autores que, al menos el día del lanzamiento, se sienten enormemente felices escuchando a un par aduladores hablando de lo interesante de su obra, mientras un público más o menos numeroso y cercano al autor espera ansioso que se abran los vinos y repartan algunos bocadillos. Salvo por la satisfacción del autor o de la autora, se trata de un trabajo inútil, ya que si hubiera algún interesado podría leerlo en Internet, donde está o debería estar todo o casi todo lo que hay que leer. Pero de vez cuando aparece un librito que también pasa desapercibido, que nadie o muy pocos saben de su aparición y que dos o tres personas leen, pero que dice cosas sugerentes, ideas frescas que vale la pena recordar. Es el caso de Trabajo Inútil, de Juan Guillermo Tejeda. Este opúsculo apareció en junio del 2014, casi para el exclusivo placer de su autor, quién con su amigo Fernando Cesari —que aporta las ilustraciones con el pseudónimo de Nando, muy buenas por lo demás— formaron una pequeña editorial para publicar 100 ejemplares de este librito hecho prácticamente a mano, utilizando técnicas gráficas o de imprenta ya en desuso: fotograbado y linotipia.
El libro podemos considerarlo filosófico, porque se ocupa de la felicidad de las personas, individual y colectivamente. Y por lo mismo podemos considerarlo también político, sociológico e incluso ecologista. Y sobre todo, sin desmerecerlo, humorístico, especialmente en el apéndice “27 sugerencias para evadir el trabajo” que además de útiles son muy divertidas.
El texto habla de la inutilidad de la mayoría de los trabajos y productos de los mismos, y sostiene que todos deberíamos gozar, sin necesidad de trabajar, de un mínimo salario o pensión, pues hay en el mundo actual suficiente riqueza como para que todos vivamos sin necesidad de trabajar. A menos que se haga por el placer de hacerlo. Esa es grosso modo la idea, pero recomiendo su lectura para formarse una idea propia.
Tejeda no se detiene mucho en lo que escribe, o en como escribe, pero tiene cosas que decir que, supongo, es lo más importante. Como decían antiguamente, escribe «al correr de la pluma», lanza sin miedo sus ideas con gran valentía aunque puedan ser, como dicen actualmente,  políticamente incorrectas. Cuando todo el mundo declara que hay que trabajar, el afirma lo contrario.
El libro esta compuesto de textos breves, de aproximadamente media página cada uno, donde Tejeda va exponiendo su hipótesis.
Elijo un poco al azar uno de los textos más breves. En este caso el número 2, que no se si sea el mejor:
“Cada puesto de trabajo que se pierde es una bendición, pero lo vivimos como si fuera una maldición. Cuando una misma cantidad de alimentos y de ropa y de casas construidas se pueden conseguir con menos esfuerzo debiera ser mejor para todos, pero las leyes rígidas del reparto de bienes convierten este avance en una desgracia, lo que es ridículo. En verdad, uno de los objetivos de la humanidad para vivir todos de mejor manera debe ser no crear puestos de trabajo, sino al revés, suprimirlos”.
Un libro perfecto por su tema y formato para leer en el metro, en la micro, en la cama, en la plaza y en el WC. Y para reírse a carcajadas y quedarse pensando que el autor tiene toda la razón.
Juan Guillermo Tejeda. Trabajo Inútil. Putin Brothers Editores, Colección de Autoayuda y Autodestrucción.  Santiago de Chile 2014. 47 pp.

Reseña de Adolfo Pardo

No des puntada sin hilo, editorial Amanuta.
Quien no se arriesga no cruza el río, Más vale pájaro en mano que cien volando, Perro que ladra no muerde, Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, son algunos de los 44 refranes que aparecen en No des puntada sin hilo, libro de novedoso diseño que también será novedad en el stand de Amanuta en la próxima FILSA.
A cargo de la selección de refranes estuvo Manuel Peña y las ilustraciones bordadas las hizo Maureen Chadwick. Con este libro Amanuta propone no perder el uso de los refranes, y los recata para que los adultos los sigan usando y enseñando a los niños. No des puntada sin hilo es una joyita para los amantes de nuestra cultura popular y trasciende a todas las edades.
Uno de los grandes objetivos de editorial Amanuta, que ya cuenta con más de 100 libros en su catalogo, es acercar nuestro legado cultural, combinando tradiciones y contemporaneidad, a niños y jóvenes, de Chile y el mundo, esto a través de entretenidas historias y llamativas ilustraciones. Los grandes temas de Amanuta son los libros de los más importantes poetas chilenos, historias de pueblos originarios de nuestro país, libros de leyendas del sur de América, etc. Todo lo anterior adaptado para niños, a través de ilustraciones e historias.
Se destacan los premios y reconocimientos que Amanuta ha recibido: seleccionada en tres oportunidades en la lista White Ravens, varias veces en la lista de Honor Ibby, premio Unesco al libro más bello y Mención en Feria del libro de Bolonia. Los libros de Amanuta han sido traducidos al coreano, portugués, francés, inglés, entre otros.

Mariana Hales Beseler

En la Colección Poetisas al Sur del Mundo, la Editorial Segismundo tiene el agrado de anunciar la publicación de la primera edición de El perro de los recuerdos de la poeta Mariella Argüelles.

“Sentada delante de mi madre en su pequeño apartamento me sobrevino la idea de que ella era para mí un lugar tanto como una persona”
Siri Hustvedt, El verano sin hombres

El Perro de los recuerdos es un viaje, un viaje para reencontrarnos con personas que son los sitios en los que podemos habitar con comodidad, ejerciendo ser lo que somos sin pedir permiso ni disculpas. Al mismo tiempo es un viaje de reencuentro con sitios que son personas, seres a los que podemos abrazar, con quienes podemos conversar y reencontrarnos, aun cuando ya no estén. Este libro nos permite volver a sitios antiguos en el que nos sentimos seguros, porque nos permite habitarlos en un tiempo de inocente despojo del cinismo que nos distancia, para abrazar desde ahí, la algarabía y la rabia, el humor, el desamor y el amor. Es la posibilidad de adentrarnos a un territorio que permite decirnos y encontrarnos para trillar viejos caminos, abriendo otros nuevos y felices.

Título: El perro de los recuerdos
Autore: Mariella Argüelles
Edición: Primera Edición
Publicación: 24 Julio 2015
Páginas:
222
Lengua: Castellano
Formato: 9 x 6 pulgadas
ISBN-10: 956954421X
ISBN-13: 978-9569544217
Precio Venta Sugerido en Chile: $12.500

Hace casi medio siglo que transito en este mundo, desde que tuvieron a bien dejarme nacer en el extenso territorio sin límites, donde seres, paisajes, recuerdos y sucesos son moldeados por el viento. Desde mi Patagonia tomé el tren instantáneo para llegar al “Norte”; la locomotora en el austro, el último vagón en Plaza Italia, caminé uno a uno los vagones para intentar llegar a la capital. El viaje todavía no termina, “un sureño nunca termina de llegar a Santiago”. Con sólida vocación de poeta y tenaz timidez de clase media el camino inequívoco era estudiar pedagogía en letras o algo similar y así fue. El “cartón” dice profesora de Castellano y Licenciada en Estética. El quehacer me ha llevado a especializarme en las evaluaciones a gran escala, desde ahí me he esforzado por aprender a evaluar mejor y juzgar menos. El tiempo me ha enseñado que los silencios condensan y dan espesor a las palabras y que la poesía es el mejor camino para la economía lingüística, gran Fondo Económico del que me gustaría disponer, para amparar a los verborreicos paupérrimos de sentido.

Este título puede ser encontrado en las mejores librerías además de en Amazon:
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Juan Carlos Barroux R.
Editorial Segismundo

Fotografías de la danza contemporánea independiente – santiago de chile 1973-1989

Esta investigación tiene como objetivo aportar a la construcción de una memoria sobre la danza independiente que surge en Santiago de Chile poco antes de la Unidad Popular, pero que se desarrolla y se refuerza durante la dictadura militar. Al mismo tiempo, se busca homenajear la lucha que dieron muchos de los artistas que aparecen reflejados a través de estas imágenes y citaciones, puesto que combatieron la represión y la censura, y además porque dignificaron la libertad de todos aquellos que intentaron expresarse y alzar su voz. Es significativo observar cómo las obras representan en muchos casos el contexto de la época y tanto los objetos como los espacios creados llenan de simbolismo la imagen fotográfica, dejando en claro que su significado implica el diálogo que mantiene el arte con una historia determinada.

La secuencia cronológica planteada en este libro intenta proporcionar un registro de los inicios de la danza contemporánea independiente en Santiago de Chile, entre los años 1973 a 1989 y entrega una idea aproximada de lo que se hacía en materia de danza durante estos años del acontecer independiente. Observar estas representaciones como espejos de una conciencia histórica, permitirá a las nuevas generaciones de la danza contar con una herencia visual, acompañado de un texto ampliamente reflexivo de la historia del arte, sus movimientos y rupturas en los años transcurridos.

Las fotografías desenterradas no intervienen, sino que nos muestran ese instante del movimiento que sólo pudo ser capturado por el ojo observador, no hay truco que pueda transformar a ese ser ya mutado por el espíritu que danza. Considerando esta aseveración, las fotografías que aquí se presentan nos invitan a experimentar, una especie de inmortalidad, actuando de puente entre esa realidad pasada y el observador presente, participando del hecho ya acontecido.

El Proyecto está a cargo de Macarena Rubio, bailarina que comienza esta investigación y recopilación fotográfica para su proyecto de título (2009). Este pasado 23 de Abril del 2015 se realizó un lanzamiento en las dependencias del Centro Cultural Gabriela Mistral (Santiago) para presentar el resultado de una publicación que incluye textos del historiador de danza, Carlos Pérez Soto (Proyecto Fondart 2014).

Este lanzamiento incluye una muestra, “Alas Invisibles”, 20 imágenes fotográficas de 45x60cm y una Coreografía de 10 minutos dirigida por Manoj V. Mathai (India), e interpretada por María José Arenas y Macarena Rubio con música en vivo de Isidora O´Ryan (cello).

También se ha creado un espacio virtual donde están publicadas todas las entrevistas realizadas por Macarena Rubio a bailarines, coreógrafos y fotógrafos de la época y donde también se puede ver el libro online. www.fotodanzachile.com


Estado en Trance, de Sergio Zúñiga, editorial Talleres del Mar, Santiago de Chile 2015. 58 pp.
La presentación de un libro siempre tiene un sesgo de emoción, porque de cualquier modo, asuma o no directamente el autor la responsabilidad de las palabras que se vierten en su libro –hay por cierto estrategias para argumentar que “yo es otro”– siempre la voz que habla, directa o indirectamente es la de quién los escribió, y por lo tanto, nos dice información considerable acerca del que firma el texto. Por eso, como Withman, creemos que quien toca un libro toca a un hombre. Y este caso no podría ser diferente. Sergio Zúñiga nos expone, exponiéndose, sus textos, y ellos están escritos desde las calles de su población Dávila, desde la música popular, desde la voz común de la calle, desde este tiempo suyo y nuestro. Son textos que traslucen dolor, derrota, imposibilidad… y las estrategias que necesariamente desarrollamos para seguir con la vida a cuestas: juego, humor, esperanza… Entonces tú que tendrás este libro en tus manos, entra en él a sabiendas de que entre las letras encontrarás a Sergio tal como lo podrías encontrar caminando por Gran Avenida o leyendo sus trabajos en una actividad callejera: honesto y despojado. Y que eso continúe sucediendo, aún a contracorriente de los consejos de la sensatez -en estos tiempos tan prácticos- debe ser por cierto, motivo de celebración.

Eduardo Leiva

PEQUEÑA FLOR, Havilio, Iosi. Buenos Aires: Random House, 2015. 128 págs.

1. Apolo y Dionisio: La idea no era nueva, pero en El nacimiento de la tragedia Nietzsche la legitimó. En los pedregosos caminos de la estética está lo apolíneo y lo dionisiaco. Son formas distintas de construcción del objeto artístico que asimilan en el proceso los caracteres, míticos, de uno u otro dios. Expresión, caos, emoción, pulsión, voluptuosidad, erótica: lo dionisiaco; disposición, balance, forma, orden, razón: lo apolíneo. Concepciones diversas, legítimas ambas, pero en disputa durante la genealogía de la escritura. El nuestro es el siglo de lo apolíneo (vivimos aun en los resabios del XX, ciertamente). ¿Lo dionisiaco? Piénsese en el barroco, en el romanticismo. La literatura, desde el umbral del siglo XX, sacrificó la anécdota, sus oscuridades y asperezas, en privilegio de las formas. La nuestra es una literatura de las estructuras, de los tiempos, de los montajes, de los pliegues de la materia en los meandros extraños del texto.

2. Sistemas fractales: Fractal es el sistema que se repite a sí mismo, desde un nivel macro o del todo, en un nivel micro o de la parte, quizás hasta el infinito. Los copos de nieve, ciertas flores, las estructuras de ciertos materiales cristalizados. Hay un principio organizacional ahí. En cuanto a las escrituras ello se replica. Fractales poéticos por sobre todo. Y narrativos también los hay, por cierto. Sin embargo, en el segundo caso el fenómeno es escaso. Pienso que debido a que la novela siempre ha sido entendida como un devenir, un avance o flujo constante de ciertas materias. Así, su posible estructura fractal resentiría la continuidad del conflicto y el desarrollo de las personalidades que ahí habitan. Y es cierto. Coincido. Pero antes afirmé que el nuestro es el siglo de las formas y el fractal es una de ellas: un principio apolíneo. Así, hallé en Pequeña flor una novela fractalizada, una apolínea cuya estructura se pliega constantemente sobre sí misma, repitiendo sus intensidades e hitos. Ciertamente, la estructura de la novela se contiene en cada parte, con intensidades inusitadas en un cierre cuyos detalles comprimen la completitud de la obra. Y cosa importante: no posee cortes. Un extenso y único párrafo que se fractaliza en hitos, en sucesos dispersos por ahí y que es preciso hallar.

3. El arte no posee fronteras: No conocía a Havilio. Fue una sorpresa el hallazgo. Conclusiones preliminares al respecto. 1. Hay similitudes entre los proyectos escriturales de Havilio, de Argentina, y autores chilenos coetáneos, como Bisama, Zambra, Cotamagna, Fernández. 2. Leer desnudo del prejuicio fronterizo me lleva a considerar que el arte (tal es la literatura) no opera a partir de lo que es particular a cada identidad (construcción en la que la nacionalidad cohabita junto a tantos otros materiales), sino que abarca aquello que es común a la humanidad: el arte es democrático y democratiza. 3. Leer autores jóvenes extranjeros amplía el canon del lector hacia dimensiones inusitadas. Cada lectura es una sorpresa que entabla diálogos con otras, que arma redes, establece líneas de fuga que permiten el escape al peso de lo canónico/nacional/geopolítico.

4. NADA/TODO nuevo bajo el sol: Borges afirmó que los temas de la literatura son cinco: la muerte, el amor, el viaje, la espiral y lo inefable. Piensen en ello. La afirmación es una verdad indesmentible. ¿Qué escribir entonces, cómo hacerlo, qué es la literatura, como variar en esos repertorios? La literatura no es un ejercicio de temáticas. En Havilio éstas son sencillas: las cinco están presentes. La muerte: el protagonista puede asesinar sin consecuencias, ya que sus víctimas resucitan luego de ello y olvidan lo sucedido; el amor: asistimos a una aventura acerca del fracaso del amor, uno que es un eco del fracaso existencial, y de la lucha por rearmar el locus de ese amor a partir de fragmentos imprecisos; el viaje: toda narración lo es, y en Pequeña flor éste es desde el encuentro al (des)encuentro; la espiral: la repetición incesante del crimen, del dolor, del derramamiento de la sangre. La novela insiste en las repeticiones, las repeticiones, las repeticiones; lo inefable: aquello que es imposible de verbalizar, eso sin nombre, la COSA lacaniana, subyace en los conflictos experimentados entre los protagonistas, determinando así un desenlace que es tan esperanzador como devastador. ¿Qué es lo nuevo? Pues, el juego fractal de las estructuras de la narración.

6. Coda: Hay que leer a Havilio. La suya es una escritura que hace eco de lo precedente, un dispositivo que cumple con lo que espero: que la novela, esa novela que ahora leo, expanda el universo de lo escrito, que contribuya, que remezca, sea por la anécdota, sea por las estructuras. La novela no como un devenir y no como una estructura ausente/presente, sino como una sorpresa que se juega en cada párrafo su inscripción en eso que es la literatura.

Cristóbal Vergara Espinoza
profesorcristobalv@gmail.com

Nuevo texto del filósofo Zenobio Saldivia retoma la vieja discusión sobre la evolución. Recientemente en la U. Tecnológica Metropolitana, se presentó el texto de los profesores Guillermo Latorre y Zenobio Saldivia: Chile y Darwin: La respuesta al evolucionismo desde 1869; Ril Editores, Santiago, 2014. La ceremonia estuvo matizada por los comentarios altamente especializados de los investigadores Paola Aceituno (UTEM) y Mauricio Espózito (USACH), quienes destacaron tanto la abundante producción teórica del profesor Saldivia Maldonado, que a la fecha consta de dieciséis textos publicados y casi doscientos artículos en el país y en el extranjero. Luego de lo cual entraron en los contenidos del texto que trae nuevamente a presencia la Teoría de la Evolución percibida a la chilena. En efecto en este texto los profesores Guillermo Latorre y Zenobio Saldivia M. nos presentan una obra actualizada sobre el problema histórico de la recepción de las ideas evolucionistas de Charles Darwin en Chile. Esta publicación que se inserta en la historia de la ciencia y en la historia de las ideas, viene a ser una revisión necesaria, ya que el anterior trabajo, que abarca esta misma temática, fue editado en 1982 bajo el título de Orígenes del darwinismo en Chile y fue escrito por Bernardo Márquez Bretón; por lo que la vuelta a esta interrogante, más de treinta años después, es algo que se torna trascendente dado el impacto que tuvieron los planteamientos del naturalista británico a nivel internacional. En este sentido, estos autores retoman la cuestión del evolucionismo darwiniano, pero desde una perspectiva moderna que incluye estudios recientes en su bibliografía, tanto de especialistas a nivel local como extranjero.

En términos metodológicos, los académicos proceden a través de “un modelo simple de tesis y antítesis”, con el objeto de analizar “cómo esos estamentos respondieron con cautela, aceptación, rechazo o transformación”[1]. El grupo social abordado es, preponderantemente, la comunidad científica nacional conformada por sabios extranjeros avecindados en el país y por los propios científicos locales. Además, los autores incluyen a intelectuales sin formación en disciplinas que tratan sobre la naturaleza, pero que escribieron acerca de éstas temáticas, los cuales son definidos bajo la categoría de polígrafos; esto significa que realizan un enfoque social inclusivo, no sólo centrado en los científicos (lo que sería lo más obvio), sino que también incorporan a otros actores dentro de los debates y controversias referentes a la teoría de la evolución de Darwin. Esto es otro aspecto novedoso del texto. En cuanto a su estructura, el libro está dividido en dos partes, con dos capítulos en cada sección, lo que suma un total de cuatro apartados. La primera parte lleva por título: “La respuesta científica desde 1869”; la cual, a su vez, está subdividida en los capítulos 1 y 2 que llevan por denominación: “Charles Darwin: El hombre, el viajero y el nuevo paradigma” y “Las reacciones de la comunidad científica”, respectivamente. La segunda sección está compuesta por los capítulos 3 y 4: “La respuesta católica” y “La respuesta católica en Chile”, respectivamente.

En el primer capítulo se aborda la biografía de Charles Darwin, centrada principalmente en el viaje del naturalista británico en su paso por Chile, en lo que los autores han denominado “Darwin antes de ser Darwin”; en otras palabras, los catedráticos Latorre y Saldivia analizan la figura del científico inglés en su juventud una vez que aborda la fragata Beagle, al mando del capitán Robert Fitz-Roy. Los académicos estudian los primeros años de formación, el viaje alrededor del mundo (especialmente en su travesía por Chile), las exploraciones y observaciones que hizo en el país y su consolidación como científico al publicar su obra Sobre el Origen de las Especies. Y junto con esto, la creación de un nuevo paradigma.

En tanto, en el segundo capítulo, se indaga sobre la respuesta de la comunidad científica nacional ante las ideas evolutivas contenidas en Sobre el Origen de las Especies; distinguiendo los autores tres actitudes que los científicos chilenos y los extranjeros asentados en el país, tuvieron frente a la teoría darwiniana, denominándolos: los detractores, los cautelosos y los seguidores. Los “detractores” fueron aquellos que se opusieron o demostraron algún grado de resquemor frente a los planteamientos del naturalista británico, entre los cuales están: Rodulfo Philippi, Daniel Barros Grez, J. Vicente Bustillos y Juan José Brunner. Por su parte los “cautelosos” mostraron una actitud neutral o de indiferencia, dentro de los cuales los autores incluyen a: Roberto Maldonado, Alejandro Bertrand y Enrique Concha i Toro. Mientras que los “seguidores” fueron abiertamente partidarios de Darwin, difundiendo sus hipótesis en los medios académicos y escritos; entre éstos figuran: Pedro Candia Salgado, Luis Arrieta Cañas, Alberto Liptay, Federico Johow, Juan Noé, Carlos Silva Figueroa, Otto Bürger, José Pinochet Le Brun y Philippe Germain. De acuerdo a los autores, existiría además una cuarta posición frente a los planteamientos transformistas, en la que estarían involucrados los “polígrafos”, quienes siendo intelectuales con formación humanista fueron partidarios de la ciencia en Chile. Y en esta categoría se incluirían: José Victorino Lastarria, Diego Barros Arana y Valentín Letelier; los cuales fueron abiertamente partidarios de la evolución de las especies.

El capítulo tercero aborda la respuesta católica al evolucionismo darwinista, tanto en Roma como en el mundo ibérico. Para el caso de la Iglesia Católica Romana, y considerando principalmente los miembros pertenecientes a distintas congregaciones adscritas a esta entidad, los autores analizan los planteamientos de los mismos, en relación a las ideas del científico inglés. Según los autores, la actitud central de estos católicos, independientemente de la curia vaticana, fue intentar armonizar la teoría de la evolución con los postulados cristianos. No obstante, este intento no será bien visto por las altas cúpulas del Vaticano, prohibiendo algunos de los textos escritos por los partidarios de conciliar ambas doctrinas. En general, la postura de la Santa Sede fue de cautela, no habiendo una política definida ante la teoría de la evolución, pero de acuerdo a los autores, la Iglesia tuvo una postura hostil y crítica a esta hipótesis. En el mundo ibérico, por su cuenta, no se registró una postura institucional de los religiosos católicos, existiendo sólo algunos casos en que alguno de ellos se refirió al transformismo en términos críticos; empero, estas menciones son a título personal, destacando por sobre todo el antagonismo hacia las proposiciones efectuadas en Sobre el Origen de las Especies.

La respuesta católica en Chile por su parte, se analiza en extenso en el cuarto capítulo, la cual estuvo en la misma línea de las controversias suscitadas en Europa y América Latina. Hay que hacer hincapié, en todo caso, que a fines del Siglo XIX, el Estado estaba decidido a separar las funciones que otrora asumía la Iglesia, tales como la inscripción de nacimientos y difuntos, el matrimonio y otras; lo anterior como parte del proceso de secularización de las instituciones del Estado, lo que acarreó una serie de polémicas entre los liberales partidarios de la tutela estatal de las instituciones civiles y los conservadores adeptos y defensores de las posturas clericales.[2] En este marco sociopolítico, por tanto, es donde acontecen las reacciones de la Iglesia chilena frente a las ideas evolucionistas de Darwin y en este plano, dichas nociones son consideradas como parte del corpus teórico liberal y anticristiano por parte de los católicos militantes. Por lo que los defensores de la institucionalidad eclesiástica, para defenderse de los ataques de los grupos secularizadores, fundaron la Revista Católica, en la cual se deslizaron las primeras críticas a la teoría de la evolución, tal como lo enfatizan los autores. En esta revista escribieron sacerdotes y seglares defendiendo la fe cristiana y contrariaron los postulados de las tesis del transformismo del científico inglés.

Mención aparte merecen las reacciones de Alfonso Gumucio y Julio Restat. El primero fue un abogado, mientras que el segundo fue un presbítero. Gumucio “redactó una laboriosa refutación del evolucionismo, primero y casi primordialmente, en términos científicos, para concluir con una suma de argumentos filosóficos.”[3] Restat, por su cuenta, es partidario del fijismo y niega cualquier tipo de cambio en las especies, considerando que la tesis darwianiana era una teoría con descrédito científico.

Una de las pocas críticas que podemos hacerle al texto que analizamos, radica en que los autores solo presentan una fecha de inicio de los debates sobre la teoría de la evolución y no hay un cierre temporal claro del mismo. Además, hay una mención breve y no sistemática del darwinismo social y la apropiación por los intelectuales chilenos acerca de este dilema en la época, debido a que el darwinismo social y las prácticas eugenésicas fueron un debate recurrente entre los académicos y estudiosos nacionales.[4] Junto a esto, faltó la mirada ante de las ideas evolucionistas del científico chileno, Carlos Porter, quien fue uno de los naturalistas más importantes hacia fines del siglo XIX e inicios del XX, como el mismo Saldivia, lo ha dejado de manifiesto en otro de sus textos.

Lo anterior, por supuesto, no desmerece en absoluto el aporte de estos autores en relación al tema, pues como ya hemos señalado, viene a cubrir un olvido de los estudiosos de la historia de las ideas en nuestro país. La fortaleza fundamental, de la obra de los profesores Latorre y Saldivia, radica en el hecho de que la recepción de las ideas darwinistas han sido un objeto histórico poco abordado por los estudiosos en Chile. Cabe señalar, que la acogida de la teoría de la evolución en los contextos iberoamericanos ha motivado la investigación y publicación de varios artículos y libros sobre esta materia, quedando el caso chileno rezagado en relación a los países ibéricos y latinoamericanos. Este retraso, es producto de la carencia de indagaciones sobre el tema principalmente desde la historiografía chilena tradicional y desde la historia de la ciencia en Chile; en consecuencia, el texto de estos autores viene a llenar el vacío que estamos comentando. Felicitamos a los investigadores Latorre y Saldivia por esta nueva contribución al universo de la reflexión filosófica chilena.

Patricio Leyton Alvarado
Licenciado en Historia UC, Stgo., Chile.

NOTAS

[1] Latorre, Guillermo y Saldivia, Zenobio: Chile y Darwin: La respuesta al evolucionismo desde 1869; Ril Editores, Santiago, 2014, p. 9.

[2] Serrano, Sol: ¿Qué hacer con Dios en la República?: política y secularización en Chile (1845-1885); Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2008.

[3] Latorre, Guillermo y Saldivia, Zenobio: Chile y Darwin: La respuesta al evolucionismo desde 1869; Ril Editores, Santiago, 2014, p. 97.

[4] Véase en Sánchez Delgado, Marcelo, “Eugenesia: Ciencia y Religión. Una aproximación al caso chileno”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Vol. 18 N° 1, pp. 59-83.


LA HISTORIA VÍVIDA DEL “ULISES BAR”
Acabo de leer la primera novela de Verónica Tagle de Rokha, Ulises Bar, un sitio de diversión, ubicado en Valparaíso, donde transcurre la mayor parte de la trama del relato y bullen los personajes, en busca del amor y de la felicidad, acicateados por la esperanza que subsiste en medio de sus miserias físicas y morales, lo que constituye la esencia de la vida humana, y el leitmotiv de gran parte de las narraciones de este género moderno, inaugurado por un hebreo español conocido como Miguel de Cervantes y Saavedra, hace cinco siglos.
Hay quienes aseguran que ese tipo de novela está muerto, agotado después de innumerables intentos y experimentaciones. Discrepo. Los seres humanos tenemos la necesidad de contar historias, de reinventar continuamente el mundo en que vivimos; de narrarnos, para superar la decrepitud y la muerte que nos acechan desde el instante augural del nacimiento…
El ser humano es el único que reflexiona sobre sí mismo, ha dicho un filósofo. Yo diría que es el único ser que inventa, a través de la facultad de la imaginación, universos distintos a los que el inextricable destino le ha otorgado como caminos y posibilidades existenciales. Así, la “loca de la casa” le impele a romper las monótonas ataduras del quehacer cotidiano, para desafiar al supuesto hacedor de todas las cosas, gritándole a la cara: “No estoy satisfecho del mundo tal como lo hiciste; tampoco de mi propia circunstancia… Y voy a cambiar tus planes, en lo que a mí se refiere… Para eso tengo esta materia, alucinante y escurridiza, de las palabras y su opción de ir más allá del simple acto comunicativo”.
El artista literario es el trasgresor por la palabra, pero la libertad que busca a través de ella se trocará en su propia cárcel. Anhelo, paradoja y frustración, aunque el premio devendrá, en algunos casos, en haber construido un mundo y unos personajes que se sustentan y valen por sí mismos. En este sentido, se cumple el aserto de Vicente Huidobro: “El poeta (el creador) es un pequeño dios”. Y aun cuando El Caballero de la Triste Figura (el propio Cervantes) regrese derrotado de sus correrías, diciendo, como reflexión final: “En los nidos de antaño ya no hay pájaros hogaño”, su historia le precede y sobrevive, porque ha logrado parte de su sueño al crear dos personajes que ya no cesarán de recorrer los múltiples caminos del devenir.
Y si me aboco a este preludio, para citar al maestro indiscutible, lo hago porque los escritores en lengua castellana somos tributarios de su paradigma, como Verónica Tagle lo es, aunque haya entrado en este oficio desde el prurito de la humildad –cosa harto infrecuente-, con ademán incierto y gesto tímido ante su propio mérito literario, que se hace palpable a medida que recorremos las páginas de Ulises Bar.
Poseedora de una notable introspección psicológica, de raigambre intuitiva, como suele darse con mucha mayor asiduidad entre las mujeres, Verónica Tagle logra crear un extraordinario y vívido personaje, por completo verosímil y real, surgido de la condición andrógina del ser humano, en cuyo seno participan y cohabitan lo femenino y lo masculino, no siempre en perfecta armonía o equilibrio de las partes, sino, como aquí sucede, en lucha por imponer sus prerrogativas vitales, sus apremios ante la pasión que quiere romper las ataduras de la convención social, para desbocarse como un corcel que se lanzara al torbellino liberador, sin tapujos ni restricciones. Este personaje dual, que llamaremos aquí Simón-Emperatriz, de acuerdo a la acertada nominación de la autora, nos atrae –estética y vitalmente hablando- desde el comienzo de la novela; nos atrapa, también, en algún sentido, y le acompañamos en sus correrías, a ratos sintiéndonos sus pares afectivos o sentimentales, por esas callejuelas de un Valparaíso intemporal –aunque la narración se sitúe a fines de la década del 30 del pasado siglo- que desembocan siempre en un bar, donde pululan marinos de los siete mares, aventureros de diversa ralea, prostitutas y perdedores, pero asimismo seres que sueñan con revertir la rueda aciaga del destino.
No contaré la trama de la novela –para eso está Verónica y su ágil prosa de eficaz contadora de historias- ni menos su desenlace, porque privaría al lector del placer de leerla, que para mí fue como deslizarme, desde un tobogán ubicado en lo más alto del cerro Los Placeres, hasta las aguas azules y turbulentas de nuestro paradójico Océano Pacífico, para rehacer el camino, subir de nuevo hacia el Ulises Bar; para escuchar embelesado la voz aterciopelada y cadenciosa de Emperatriz, rememorando mis nostalgias perdidas a través de las viejas canciones que un día bailamos, abrazados y temblorosos, en una pista extraviada; para conversar con Simón, desentrañando sus dudas y las mías, en ese espejo develador que es la copa de vino mirada al trasluz de unos ojos que nos llaman a perdernos en el abismo siempre incierto del amor; para enamorarme de uno o de ambos, pues tal es la fuerza sugerente que la narradora proyecta sobre el lector, confundiéndolo a veces, como si le traspasara las hesitaciones del protagonista escindido.
Como resultado de una “primera novela”, como la denomina su autora, Verónica Tagle, afirmo que Ulises Bar es un logro notable, y que su personaje principal pervivirá en la literatura chilena y más allá de nuestras fronteras… Y, desde ahora, asumo el desafío de traducirla a la bella lengua gallega, para extender esta arrebatadora sorpresa entre los ávidos lectores de la patria de Rosalía de Castro, porque la universalidad alcanzada por esta obra así lo amerita.
Entremos, amigo lector, en Ulises Bar… No sé cuándo podremos salir de él; tampoco si lo haremos indemnes.

Edmundo Moure, Enero 2015

Maipina de la Barra, Viuda de Cobo. Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa pasando por el Estrecho de Magallanes Y en mi excursión a Buenos Aires pasando por la cordillera de Los Andes. Estudio preliminar, transcripción y modernización ortográfica: Carla Ulloa Inostroza. Santiago, Chile: Editorial Cuarto Propio, 2013. 224 p. I.S.B.N. 978-956-260-663-9.

La reedición de la obra de Maipina de la Barra titulada Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa pasando por el Estrecho de Magallanes y en mi escursión [sic] de Buenos Aires pasando por la Cordillera de los Andes, a cargo de la historiadora Carla Ulloa Inostroza, es la primera reedición del original, y además es la primera que se realiza en su país de origen, Chile. El dato es curioso, ya que de la Barra publicó su obra en Buenos Aires con los Editores Piqueras, Cuspinera y Cía en 1878, y la dedicó a “las damas argentinas”, fue elogiada por la prensa del momento, y permaneció casi desconocida hasta la década de los noventa en que historiadores chilenos y argentinos le otorgaron algunos estudios. Carla Ulloa Inostroza, fundadora del útil y bello blog “Mujeres viajeras”, ha publicado un texto fascinante que se acopla al ya nutrido archivo de narrativas de viaje escritas por mujeres en el siglo diecinueve. La editora apunta que la reedición de esta obra tiene como objetivo, “rescatar las memorias de una viajera que retrató las contradicciones a las que se veían sometidas las mujeres independientes, con planes y con ansias de “expansión”, según sus propias palabras. La intención es recobrar una voz y divulgar su obra” (11). Es de notar que éste es el único relato de viajes publicado en forma de libro por una chilena en el siglo XIX.

La edición se inicia con un “Estudio Preliminar” que ocupa las primeras 40 páginas, seguido del texto de Maipina de la Barra. Éste se encuentra encabezado por una elogiosa “Advertencia de los Editores” quienes proclaman las cualidades morales y educacionales del libro “dedicado a las MADRES DE FAMILIA, en general, porque puede y debe servir de norma para la educación de la familia, especialmente del sexo femenino” (50). A continuación, se ofrece una “Dedicatoria. A las Damas Argentinas” firmada por Maipina de la Barra. La primera parte de la obra se titula “Mis impresiones” y consta de XIX capítulos que cubren sus viajes: el cruce del Estrecho de Magallanes, la travesía atlántica, las costas europeas y sus ciudades: Burdeos, Marsella, Génova, Turín; París y su estadía en esta ciudad, y finalmente, el regreso. La segunda parte, “Mis vicisitudes” (Caps. XX-XV) narra la llegada a Chile, los problemas familiares, la travesía de Los Andes hacia Mendoza, y su viaje a Buenos Aires. Por último, el “Apéndice” incluye, una carta de la hija de Maipina, Eva, quien reanuda la relación con su madre y le anuncia el nacimiento de su hija. La carta está enmarcada por una breve introducción y conclusión de Maipina de la Barra dedicada a sus lectoras y fechada en Santiago el 8 de junio de 1878. Le sigue una nota necrológica con una foto de la autora, y el “Índice”.

El Estudio Preliminar que le dedica Carla Ulloa Inostroza a la autora consagra las primeras páginas a un ensayo de corte biográfico; la segunda parte, titulada “ ‘No volver jamás a ser pequeñas’: Una posible lectura de Mis impresiones y mis vicisitudes,” contiene un breve estudio general que pretende iniciar el diálogo crítico sobre esta olvidada escritora chilena. Se contextualiza la obra dentro del marco de la sociedad chilena y latinoamericana contemporánea a Maipina de la Barra. Esta mujer intelectual, autodidacta y dotada de cualidades artísticas utiliza la literatura de viajes como pantalla para resguardarse de la crítica y afirmarse como autora. La editora recalca que: “Este tipo de escritura ofrecía una voz autorizada que la sociedad no podía negarle a la viajera. La protagonista estuvo en los lugares que describe y sus lectores se quedaron en casa” (26). Como tantas otras viajeras, la autoridad emana del viaje mismo y del acto posterior de la escritura y su consecuente publicación. Ulloa Inostroza hace hincapié en el cariz pionero de la postura de Maipina de la Barra con respecto a la situación de la mujer: “Teniendo plena conciencia del sometimiento y la “pequeñez” en que las mujeres de su época vivían, este libro puede ser entendido como un llamado a la acción y a la organización. Si bien Maipina de la Barra no fue una feminista ni una activista política, puso el acento en aspectos que sirvieron, más tarde, para poder tomar conciencia y actuar” (27). Por lo tanto, de la Barra pertenece a la primera generación de mujeres que preparan el terreno para la lucha por la igualdad sin enarbolar la bandera del feminismo. Sin embargo, existen en su narrativa de viajes pasajes y posturas de corte netamente progresista, en los cuales la suerte de la mujer sudamericana se contrapone negativamente a la de la norteamericana y la de la europea. La editora señala que: “Hay disconformidades en el relato de la escritora, pues a ratos son discursos emancipadores, y, en otros, hablan del sometimiento y la subordinación. Sin embargo, estas “incoherencias” son valiosas para entender las presiones, tensiones y posibilidades que experimentaban estas mujeres…” (28). Siguiendo las pautas de investigadoras como Pura Fernández, Graciela Batticuore, Susana Zanetti y Ana Peluffo, entre otras, Carla Ulloa penetra en la temática de la sororidad, de los lazos entre mujeres intelectuales insatisfechas con la angostura de esa “pequeñez” a la que alude Maipina. Aclara Ulloa, “Fue parte de un grupo de escritoras-viajeras del siglo XIX que intervinieron en el espacio público en Latinoamérica. Juana Manso, Clorinda Matto, Juana Manuela Gorriti, Nísia Floresta y Eduarda Mansilla son algunas de sus contemporáneas que llevaron a cabo un esfuerzo similar por conseguir espacios más amplios en el estrecho margen que las mujeres tenían a fines del siglo XIX” (29). Al igual que algunas de estas viajeras ilustradas, Maipina de la Barra utiliza el estrecho paradigma civilización-barbarie para demostrar el avance de la mujer europea y norteamericana en comparación con la de su tierra. También como a algunas de ellas, no le preocupa la suerte de la mujer obrera, la campesina, la trabajadora, sino la mujer de su clase social. Ulloa Inostroza sentencia: “Creo posible afirmar que esa única publicación no es más que un intento por hablar de la mujer (antes del viaje), de la educación y de la nación chilena con un protagonismo formidable, poniéndose a sí misma como ejemplo ante sus contemporáneas, incitándolas y entregando un testimonio de autonomía y firmeza frente a las disposiciones arbitrarias del androcentrismo” (30).

La última parte del estudio preliminar indaga la recepción que obtuvo el texto y su autora, primero en Buenos Aires, y luego en su tierra natal. Basándose en artículos periodísticos y reseñas, Ulloa Inostroza compone el panorama de la recepción del libro. Éste fue calurosamente recibido entre los liberales de Buenos Aires y más tímidamente elogiado por los chilenos como Benjamín Vicuña MacKenna, quien además de otorgar tibias alabanzas se encargó de hacer correcciones y enmiendas. Fragmentos del libro pertenecientes a la educación y la vida parisina fueron publicados en revistas de la época dedicadas a la instrucción y entretenimiento saludable de las mujeres y madres republicanas. La lectura del texto de Maipina de la Barra nos introduce no sólo a una narrativa de viaje entretenida e inteligente, sino a la trama siempre compleja y atrayente de la relación entre madre e hija. La autora chilena viajó a Europa con su hija adolescente, y de cierta manera, el libro se transforma en un diario de su relación, y en un manual de la vida que una madre le dedica a su hija. De ahí que mucho de la crítica se vierta sobre el papel educacional del texto basado en los consejos maternos.

Maipina de la Barra, en los treinta años que siguieron a la publicación de su libro de viajes, mantuvo una nutrida agenda artístico-social y literaria; adepta al espiritismo, se dedicó al periodismo, y fue miembro de una logia masónica en Buenos Aires. Carla Ulloa Inostroza ha recuperado una voz que añade matices y solidifica nuestra comprensión de las líneas de pensamiento proto-feministas decimonónicas y de la complejidad de perspectivas ideológicas que permeaban los ámbitos intelectuales de la época.

Claire Emilie Martin
California State University, Long Beach
publicado en la Revista de crítica literaria y de cultura CiberLetras

Purgatorio de Tomás Eloy Martínez, novelista ingenuo y sentimental.

Los términos con que califico a Tomás Eloy Martínez en el título de esta reseña proceden del empleo que el novelista turco Orhan Pamuk hiciera de las propuestas que Friedrich Schiller formulara en su ensayo “Sobre poesía ingenua y poesía sentimental” (1795-1796) [i]. Schiller utiliza la palabra sentimentalisch [ii] para considerar al poeta “moderno”, atormentado y reflexivo, que ha perdido su ingenuidad. Con tal término –interpreta Pamuk—Schiller describe el estado de ánimo que se ha apartado de la simplicidad y el poder de la naturaleza, quedando en extremo atrapado en sus propias emociones y sentimientos.
A partir de tal presupuesto Schiller divide a los poetas en dos grupos: los ingenuos y los sentimentales. Los primeros forman un todo con la naturaleza; como ella, son calmados, crueles y sabios. Lo decisivo: escriben en forma espontánea, casi sin pensar. Reflexiona Pamuk que lo que está proponiendo claramente Schiller es que la creencia de los ingenuos consiste en que un poema no es algo meditado y elaborado de manera deliberada , moldeado tras un proceso de revisión y autocrítica constante, sino algo escrito de modo irreflexivo. En su contrapartida, los poetas sentimentales, emotivos, reflexivos no están seguros de que su palabra vaya a abarcar la realidad ni de que pueda transmitir el significado que quieren darle a esa palabra. Por ello –glosa Pamuk—son conscientes en extremo del poema que escriben, de los métodos y técnicas que utilizan y de lo “artificioso” de su esfuerzo.
Las conclusiones a que llega el Premio Nobel turco, leyendo ese ensayo de Schiller, es que se puede claramente establecer las diferencias entre escribir de forma espontánea y escribir de un modo deliberado y consciente, con la ayuda indisputada del intelecto. Repasando con detención, a la luz de tales conceptos, la última novela que escribiera Tomás Eloy Martínez, Purgatorio, publicada en el 2008 [iii], uno no puede sino afirmar que su autor es un novelista ingenuo y sentimental a la vez: ni lo uno ni lo otro exclusivamente.
Esto lo podemos ver en muchos aspectos y niveles de la novela y se hace claramente detectable por la participación que al “autor” mismo se le otorga en la trama narrativa, en las formulaciones explícitas que sobre aspectos decisivos de la motivación y configuración del mundo representado el narrador expone reiteradamente. El fuerte componente autobiográfico de la novela –con importantes y frecuentes relatos de momentos decisivos de la vida del autor—contribuyen a que los lectores tomemos conocimiento tanto de esas motivaciones de la escritura de la obra como de su manera de plasmar, y no meramente hablar, en lenguaje narrativo logrado en extremo, lo que, consciente y deliberadamente, le importa proponer como visión del mundo que crea y re-crea. El mundo real que el novelista transfigura.
¿Cuál es ese mundo real? En primer plano, el de la Argentina del período de la dictadura militar, la misma que se presentara como Proceso de Recuperación y que la novela se encarga de desenmascarar aunando información histórica –por ende, documentable—y ficción atenta a la verdad profunda de lo efectivamente acontecido en tal período. De las muchas atrocidades de esa instancia histórica, Purgatorio nos lleva a profundizar no sólo en el hecho de la existencia de los llamados desaparecidos, sino en qué horrorosa medida tal hecho alterara profundamente el vivir de la nación. Pero todo ello, si bien parte de lo real acontecido, se configura literariamente como espacio de ficción, cuya lectura permite adentrarse muy efectivamente en el mundo que sirve de referente a tal ficción. El logro que al respecto alcanza la novela se debe, principalmente, a la notable habilidad con que el autor conjuga el uso de métodos y técnicas literarias –empleadas de modo deliberado y plenamente consciente—con la necesaria prudencia de no convertir su escrito en un mero documento peligrosamente cercano a un panfleto. Martínez nos demuestra que sabe perfectamente que la literatura tiene sus propias esferas de cumplimiento pero que también ellas abarcan el hacer comprender el mundo.
En ese plasmar su visión de lo que a Argentina le significara la dictadura militar, centradamente por medio de procedimientos tan atroces como la desaparición de miles de ciudadanos, el novelista configura una historia ficticia que da rendida cuenta de la realidad.

[i] Cfr. Orhan Pamuk, El novelista ingenuo y el sentimental, Barcelona, Debolsillo, Random House Mondadori, 2011. El libro está compuesto por las seis conferencias que Orhan Pamuk ofreciera en Harvard University cuando en el 2009 estuvo a cargo , invitado por Homi K. Bahba, de “The Charles Eliot Norton Professorship in Poetry Lectures”. Se trata de un prestigioso programa, iniciado en 1925, en que Profesores Residentes ofrecen un ciclo de conferencias sobre “Poesía”, entendida ésta en el sentido amplio del término, pues incluye todas las experiencias poéticas en lenguaje, música y arte. Han participado en tales conferencias T.S.Eliot, Italino Calvino, Umberto Eco, Gilbert Murray, Igor Stravinsky, Leonard Bernstein, John Cage, etc., etc. Del mundo hispánico los escritores: Pedro Henríquez Ureña (1940-1941), Jorge Guillén (1957-1958), Jorge Luis Borges (1967-1968), Octavio Paz (1971-1972) y el músico mexicano Carlos Chávez.
[ii] Vid Friedrich Schiller, Sobre poesía ingenua y poesía sentimental, Madrid, Ed. Verbum, 1995.
[iii] Tomás Eloy Martínez, Purgatorio, 1ª.ed., Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2008. Citaremos por esta edición.
Reseña de Marcelo Coddou
06/12/2014

ECOS DE LAS PALABRAS DE LA TIERRA desde un último confín del mundo.
Reencontrando el ser Mapuche Pewenche en el valle del Queuco, alto Bio-Bio.

José María Peirano Canío,
Margarita Reyes
y Freddy Pérez.

225 páginas, sin sello editorial, publicado en Santiago de Chile en Agosto de 2014.

Este libro nos acerca al mundo de la sabiduría y conocimientos ancestrales vivos de la cultura mapuche pewenche que habita el valle del río Queuco, en el Alto Bio Bio.
El libro es de carácter bilingüe (español-mapudungun) en los textos realizados por Küntxemañ, quien los desarrolló primero en su lengua materna y luego fueron traducidos al español. Esta traducción no siempre fue literal. Margarita y Freddy utilizaron con libertad términos en mapudungun en su escritura, en base a su propio acercamiento al idioma.

Ecos de las palabras de la tierra nos muestra un pueblo vivo que se desarrolla en equilibrio con su entorno, respetando los espacios y tiempos de cada ciclo de la naturaleza, admirando cada sonido, cada soplo de los vientos, atardeceres, viviendo la alegría de amanecer en ese territorio libre de soñar, de sonreír, de escuchar historias de los abuelos, de hablar el Mapudungun desde pequeño, de vivir de la mano con el orgullo de ser mapuche pewenche, conservando la cultura, las tradiciones y el territorio.
Este libro muestra a un pueblo desde lo más profundo de su sabiduría, al mismo tiempo que nos llama a la reflexión, al análisis, al respeto, a proteger y promover y a defender el territorio, tradiciones y costumbres de un pueblo que resiste y que seguirá viviendo por siempre, entregándole co0nocimientos invaluables a las futuras generaciones.
Natividad Llanquileo.

Se trata de un libro bilingüe mapudungun/español muy bien pensado, diseñado e impreso, con magníficas fotos y acuarelas originales y textos inspiradores de gran interés.

El libro acaba de ser lanzado en la localidad de Santa Bárbara, Bio-bio (ver) y próximamente se lanzará también en Santiago.

Página web: http://www.ecosdelaspalabrasdelatierra.cl/

Contacto: margaritareyes@gmail.com


Fabio Salas

Boogie Sudaka, Fabio Salas,
Editorial Ocholibros, Santiago, 2014.
MEMORIAS DE UN ROCKERO CHILENO.

Tras inaugurales, exhaustivos y críticos libros sobre la trayectoria del Rock en Chile, desde “Un grito de amor” (1987) hasta “Mira niñita” (2009), en “Memorias de un rockero chileno”, Salas nos perpetra ahora un recorrido decididamente más intimista de sus temáticas más acuciantes, pero no menos controversiales en su construcción de ese sujeto radicalmente crítico, político, contracultural, que no ha dejado de tomar partido en toda la trayectoria de su biografía rockera. Estas Memorias ratifican lo que ya sabíamos: Salas es uno de nuestros escasísimos críticos contraculturales, que ni la Dictadura ni la Concertación, o ambas juntas hasta la muerte, han podido remover o trastocar en tanto punto de mira, un punto de mira que, al mismo tiempo, es sobre todo una propuesta de vida: la experiencia de lo libertario a partir de su raíz ineludible, esto es, de la sola honestidad personal que, aunque nos parezca extraño, es cada vez más escasa en nuestro medio artístico-cultural.

Ciertamente estas memorias atestiguan, desde luego sin ningún afán demostrativo, la proveniencia de esta ética iniciática, devenida, por un lado, por el sueño socialista de sujetos honestos y de clase media ilustrada (sus padres), y su púber encuentro, de sobrevivencia extrema en medio de la experiencia dictatorial, con una música que se le revelara gozosa y profundamente epifánica (The Beatles), y luego, en una segunda instancia, en la actitud contestataria, rotunda y salvaje, que cautivará todo su intenso periplo vital: el Rock.

Estas Memorias, profesan y constatan una tesitura vital inclaudicable (en la alta temperatura de la disidencia), que no sólo dan cuenta de su revisión crítica de los grandes íconos del Rock, exégesis radical y, al mismo tiempo, denuncia de lo fraudulento y lo más o menos falsario, pasando por Zappa, Dylan, Richards o de “The Velvet underground”, al lado de su visión desengañada y cuestionadora de una izquierda chilena periclitada, engañosa, acomodaticia (cabe precisar que este desengaño no tiene nada que ver con los renegados al estilo de Roberto Ampuero, que luego de vivir de todas las prebendas internacionales del partido comunista, y una vez entrado en el ocaso el Stalinismo y los socialismos reales, se pasa “valientemente” a la derecha, con el objeto de seguir usufructuando de las migajas del poder instituido), “izquierda” a la chilena que vive adocenada, cancerígena, en la institucionalidad pinochetista.

Pero la disidencia más crucial que atraviesan estas crónicas, tienen que ver con las batallas al interior de lo que podríamos llamar, de manera bastante laxa, el campo cultural chileno y sus tics reproductivos y autocomplacientes, tanto desde la estrategia instrumental de la oposición al régimen dictatorial como desde los espacios “juveniles” de los medios Mercuriales y Radiales.

Pues bien, en una primera instancia de su enfrentamiento con este “stablisment” cultural, Salas tiene que establecer distancias críticas con el llamado “Canto nuevo” y la revista “Bicicleta”, y toda su cultura de campus universitario, ya colonizado desde sus inicios por la usurpación seudoizquierdista del Mapu y su tropa de chicos bien (ya la troika Brunner, Tironi, Correa, contaba con la carta de navegación entre sus manos?, con las tablas de Salvación de la Concerta y su huevo de la serpiente?).

Fabio Salas nos dice: “Era la cultura que promovían revistas como “Hoy”, con todo su mierderío de pequeña burguesia democristiana o la consabida Bicicleta. Así podías ir a ver la obras teatrales de Ictus, jactarte de leer a Pepe Donoso o citar las películas de Werner Herzog”.

Mucho menos hay aquí concesiones con la medíatica “cultura juvenil” de la pandilla Wikén del Mercurio, ya entrada la década de los noventas, con Alberto Fuguet a la cabeza, en los albores de nuestra santificada transición: “A Fuguet lo acompañaban entre otros, Sergio Gómez, que se hizo un lugar en el “Mercurio” al vociferar a los cuatro vientos su arrepentimiento por haber sido alguna vez de izquierda (recuerden el título de su primer libro), Vicente Ruiz y otros personajes como el Rumpy, Marcelo Comparini y la actriz Patricia Rivadeneira. Entre todos formaban una cofradía, un rat pack que administró toda la circulación mediática de lo que entonces pasaba en el Rock chileno y en la literatura emergente”.

Estas Memorias también honran a las bandas chilenas como “Fulano”, “Aguaturbia”, “Amapola”, “Huara”, así como el irredimible “Garaje Matucana 9”; espacios públicos ya en franca desaparición como las llamadas “disquerías” (que viven un revival gracias a la nostalgia por el Vinilo) o una bibliografía básica e indispensable de los libros sobre el Rock.

Quizás se echa de menos en este recorrido a puro pulso, una pasada sobre la teoría del Underground, que sabemos que para Salas y otros autores es el enfoque estructurante sobre el Rock y la Contracultura, partiendo, desde luego, por el libro de Mario Maffi (que Salas menciona), pasando por “Filosofías del underground” del español Luis Racionero, siguiendo con “El puño invisible” de Carlos Granés, hasta llegar a “Rastros de Carmín” del norteamericano Greil Markus. Un periplo que, estamos ciertos, no impiden o imposibilitan que estas crónicas exuden una crispación absolutamente legítima contra los manipuladores y los genuflextos que idolatran el poder, o de lo que Fabio Salas llama, latamente, “el pensamiento único”.

Reseña de Jaime Lizama

Ojos de metal, de Diego Muñoz Valenzuela, 274 páginas. Simplemente Editores, Santiago, 2014.

La definición –autodefinición­—con que se presenta a Diego Muñoz Valenzuela en su página web no puede ser más certera: “un narrador que busca en la literatura un espacio para la fantasía, aunque de verdad no logra huir de la realidad”. De ello ha dado muestras logradas en varios libros suyos y el que acaba de publicar no hace sino confirmar lo que constituye, efectivamente, el rasgo que mejor define su obra toda. El protagonista de su última novela, Ojos de metal –indicio el título, en la portada misma del libro, de que no se trata de un ser vivo común y corriente– es alguien que ensambla lo biológico con un material tan utilizado en el ámbito científico como es el metal. Quien posee esos ojos de metal es un cyburg, vale decir un organismo cibernético conformado tanto por componentes orgánicos como otros que provienen de la ciencia. Uno de los personajes centrales es precisamente un científico, un “roboticista” de cuyas manos ha salido un ser que a sí mismo se reconoce como un “engendro” (p. 206).

Ojos de metal viene a sumarse a dos obras que la preceden, configurando así una trilogía con Flores para un cyburg y Las criaturas de un cyburg. La primera significó algo muy especial para la literatura chilena: revitalizó en ella el género de la ciencia-ficción, que había tenido en Hugo Correa (1926-2008) con Los altísimos (1951), El que merodea en la lluvia (1959) y otros títulos a su máximo exponente, pero que no volvería a reaparecer con vigor y altísima calidad estética sino precisamente en Muñoz Valenzuela, lo que no significa olvidar, entre otros, los nombres de Elena Aldunate, Antonio Montero (pseudónimo: Antoine Montagne), Jorge Baradit, Omar Vega (1).

Obra de ciencia-ficción, entonces, mas Ojos de metal se adscribe también al sub-género narrativo, relacionado con la novela-policíaca, que se denomina novela negra. Esta surge en Estados Unidos a comienzos de los años 20. Su rasgo caracterizador es que los autores procuran reflejar, desde una implacable perspectiva crítica, el mundo del gangsterismo y de criminalidad organizada, producto de la violencia y corrupción de la sociedad capitalista. (Recordemos que en realidad la denominación novela negra surge en Francia para designar una serie de novelas pertenecientes a este subgénero, traducidas y publicadas en la famosa “Colección Gallimard” y que Jacques Prévert denominó “Série Noire” por la sencilla razón de llevar el color negro de las pastas de tales libros). En los ’50 llegan también a Francia las primeras películas norteamericanas basadas en esas novelas: El halcón maltés, de John Houston, versión cinematográfica de la afamada novela homónima de Dashiell Hammett, dejando definitivamente establecida las denominaciones “films noirs” y “roman noire” para novelas y películas de la temática que mencionábamos. Ojos de metal sin duda que encuentra parte decisiva de sus modelos precisamente en la novela negra más que en la llamada novela policíaca, pues el interés principal de la trama no radica fundamentalmente en la resolución de un enigma, sino en la configuración de un cuadro de conflictos humanos y sociales, además de un estudio de caracteres a partir de perspectivas que, decididamente, aceptan el calificativo de enfoque realista y socio-político, de la temática del crimen organizado. Así habría que entender la nota de presentación del libro que figura en la contraportada en la que se nos propone que leeremos una obra de ciencia-ficción, lo que es acertado—y de sello neo-policial, algo que habría de entenderse, según lo que acotábamos recién, más acertadamente como novela negra.

“Ser un novelista es el arte de ser ingenuo y reflexivo al mismo tiempo” ha sostenido el escritor turco (Premio Nobel del 2006) Orhan Pamuk. Definición ésta con la que podríamos identificar cabalmente a Diego Muñoz Valenzuela. Muestra de ello es precisamente Ojos de metal. Novelistas ingenuos son aquellos que no se preocupan por los aspectos artificiales de la escritura y la lectura de una novela. Reflexivos son aquellos que se sienten fascinados por la artificiosidad del texto y su fracaso para alcanzar la realidad y que prestan una gran atención a los métodos utilizados en la escritura de novelas y al modo en que funciona nuestra mente cuando leemos. Muñoz Valenzuela se nos muestra sobremanera consciente de la obra que escribe, de los métodos y técnicas que utiliza y de lo “artificioso” de su esfuerzo. Mas, por otra parte, como escritor ingenuo, no diferencia mucho entre su percepción del mundo y el mundo en sí. Y le preocupan los principios éticos e intelectuales cuando plasma sus ideas y su visión del mundo en los relatos. En este sentido es que me parece que él ha encontrado un equilibrio entre el novelista ingenuo y el sentimental de los que habla Pamuk, siguiendo el pensar de Friedrich Schiller en aquel notable ensayo suyo de 1795-96 que Thomas Mann describiera como “el ensayo más hermoso escrito jamás en alemán”.

El mismo Pamuk ha sostenido que al leer una buena novela nuestra mente no deja de buscar un motivo, una idea, un objetivo, un centro secreto. Ojos de metal es ricamente compleja en este sentido, pues nos conduce, página a página, a un cuestionamiento constante de los varios niveles de la realidad: psicología individual de cada personaje, complejidad en las relaciones entre ellos, conflictos graves en el medio en que se mueven. Y, con habilidad extrema, nos permite a los lectores establecer una relación de complicidad con el novelista.

No corresponde aquí, en una simple reseña, referirse a la trama y a cada uno de los procedimientos utilizados por el autor para plasmarla. Nos basta con recomendar, a partir de una convicción absoluta de los muchos méritos que tiene, que se lea esta novela que va a satisfacer el anhelo de todo lector de enfrentarse a una obra literaria cabalmente cumplida.

1) Bien informado y con juicio criterioso el citado Omar Vega publicó su estudio “En la luna: un bosquejo de la ciencia-ficción chilena”, critica.cl 15/07/2006.

Reseña de Marcelo Coddou

Un libro que contiene el cuerpo
Austral, de Anita Montrosis, es un poemario de bello título, está compuesto por imágenes inolvidables, versos que lees una y otra vez sin dejar de emocionarte, la forma increíble de instalar todo el cuerpo en un libro. Cada poema es exacto, sonoro, inteligente, tiene eso que todo buen libro contiene: Auténtica pasión. Le hace “reír al aroma” y mientras tanto; llora: “Extraño tus ortigas en mi piel y lloro la risa de tu aroma”. Nos proporciona imágenes de belleza simple, es traviesa con los versos, a los que los hace jugar, los enreda y les da cariñito de madre:

“Todos creen que al lavar los pies,
o al cortar los cabellos nos hacemos cómplices.
Tontería, nadie sabe que rezo a estos ángeles para mitigar los pecados de mis hijos
y cuando nadie resiste esta queja, observan como si supieran
dónde y cuándo comienza a gotear la sangre.”

También se escucha un grito poético hacia su descontento con respecto a lo que ella siente injusto, un sentir con el que todo poeta debe considerarse identificado, y a una sola voz hacer un coro fortísimo, unirse a Anita Montrosis y gritar con el puño en alto:

“Vendan todo malditos!, ¡vendan todo! pero no los sueños de mis hijos, porque cada río, cada bosque,
cada montaña
es parte de este cuerpo
que no ha dejado de ser joven.”

Caer también en la tentación del romanticismo puro, de la imaginación lúdica, de eso que uno llama sentido de añoranza:

“Voy a imaginar que estoy soñando
que cada cuadrilátero de tu centro
y del mío tiene un leve sabor a nostalgia.”

Anita Montrosis es una de esas mujeres que se atreven con las palabras, se enfrenta a ellas y como materia prima, las escoge bien, hace una mezcla de musicalización intensa, hace poesía y la poesía baila con ella.
Al terminar de leer el libro te quedas con ese leve sabor de nostalgia, haber conocido todo el entorno de la poeta, gritar con ella, imaginar en cada verso, sufrir con su dolor, reír con su alegría, y desde su verso: “Hemos de enloquecer separados” hasta “Es allí donde quiero vivir y mudar mis viejas cartas, oler unos dedos teñidos para columpiar soledades” hacen de este poemario, uno de los mejores que haya leído en la poesía de mujeres de Chile. Y si bien es cierto que la poesía no tiene género, Anita es ese ser humano que no tiene sangre en las venas… tiene versos; y “Austral” es la muestra, de que los libros se tienen que escribir así, dejando en cada letra un pedazo de nuestro cuerpo.

Jorge Flores Inga (Lima – Perú)

Gutiérrez Viñuales, Rodrigo. Libros argentinos. Ilustración y modernidad (1910-1936). Buenos Aires, CEDODAL, 2014, 450 pp. ISBN: 978-987-1033-52-5

El presente libro es el estudio más extenso realizado hasta la fecha sobre libros ilustrados en la Argentina. Toma como referente un periodo crucial, el primer tercio del siglo XX, en el cual se producen transformaciones decisivas en el ámbito editorial, artístico y literario en el país. En ese marco se da la aparición de numerosas empresas editoras, mayoritariamente potenciadas por inmigrantes (Manuel Gleizer, Jacobo Samet, Lorenzo J. Rosso, Antonio Zamora, Juan Torrendell…), que van a apoyar la labor de los escritores jóvenes, habitualmente sin espacio en las editoriales tradicionales.

En el ámbito de las artes se asiste a una desjerarquización de las disciplinas, donde los artistas en vías de formación comienzan a entender y practicar variados géneros sin complejo alguno, no ciñéndose a la exclusividad que venían ejerciendo la pintura y la escultura de manera diferenciada a las mal llamadas “artes menores”. El artista moderno concebía su praxis con mayor libertad, y bien podía pintar, a la vez que grabar, ilustrar libros y revistas, hacer escenografías teatrales o incursionar en la poesía. Y los escritores ir por derroteros propios de la plástica, como fue el caso de Oliverio Girondo, que ilustró varias de sus obras literarias.
El estudio de este fenómeno es el que se erige en eje principal de este “Libros argentinos. Ilustración y modernidad (1910-1936)”. Consta de tres partes: la primera está dedicada a enmarcar el tema dentro del derrotero del arte argentino y latinoamericano, a indagar en los antecedentes específicos, y a narrar el proceso de formación de la colección de primeras ediciones que conformaron el soporte de la investigación.
La segunda parte la compone una “Historia del libro ilustrado en la Argentina” durante el periodo de estudio, en la cual se amalgaman procesos de desarrollo de las artes gráficas en la Argentina y sus principales protagonistas; las conexiones con París y otros centros irradiadores de modernidad y vanguardia; escenarios estéticos como el art nouveau, el simbolismo, el art dèco, las vanguardias prehispanistas, geométricas y tipográficas, o el arte social y su presencia en el libro y la gráfica; los contactos entre arte y literatura en torno al libro; el libro infantil ilustrado; la caricatura y otras formas de humorismo; la consolidación de la bibliofilia en la Argentina a través de asociaciones y exposiciones. El último bloque del libro está dedicado a comentar en detalle la obra de 60 artistas dedicados a la ilustración de libros, incluyendo sus respectivos catálogos de producción.
El libro se presenta en cuidada edición, tapa cartoné, 450 páginas a todo color, más de 2.700 reproducciones (cubiertas de libros e interiores) que corresponden a libros publicados por más de 500 escritores.
Email de contacto: cedodal3@gmail.com
Facebook: https://www.facebook.com/librosargentinos


100 años de historieta argentina, de Iván De la Torre, ediciones Lea, Colección Filo y Contrafilo, Argentina, 2014. 256 páginas.

La historieta argentina tiene una historia de más de cien años, historia que conoció épocas de gloria pero, también contradicciones que desembocaron en su realidad actual: un género que nació popular y que se ha convertido en algo distinto, aparentemente solo apto para una minoría ilustrada. En estos tiempos poco se habla de «historieta», se prefiere la denominación de «novela gráfica», y los guionistas han mutado, ya no se trata de subestimados autores sin ningún tipo de prestigio académico, ahora son reconocidos escritores que han firmado innumerables libros. Algo ha cambiado y 100 años de Historieta Argentina trata de desentrañar el porqué, instalando la polémica y proponiendo una discusión que todo arte necesita, simplemente, para perdurar.
El libro cuenta el primer siglo del género, desde las primeras historias hasta el presente, incluyendo creadores (Oesterheld, Breccia, Wood, Trillo), revistas (Rico Tipo, D’artagnan, Fierro, Superhumor) y editoriales (Columba, Record, La urraca…).

Iván De la Torre, nació en 1977 en General Pico, La Pampa. Desde 1998 ha colaborado periodísticamente con diferentes medios nacionales y extranjeros como los diarios La Jornada (México), El peruano (Perú) y Tal Cual (Venezuela); y revistas como Etcétera, Picnic, Replicante y Letras Libres (México), Número (Colombia), La clave (España), Alma Magazine (Estados Unidos), Vivir y Comer (Costa Rica), Gata Flora, Las Rosas y La mujer de mi vida (Argentina). Es también unos de los primeros colaboradores de esta revista, Critica.cl. En la actualidad está escribiendo su primera novela.

Según el autor, es un recorrido por los primeros cien años del género en la Argentina, desde los primeros títulos publicados en las revistas como Viruta y Chicharrón hasta el presente; la intención fue trabajar en dos niveles: por un lado, que una persona que ignorara todo del género, fuera descubriendo como la historieta paso —a diferencia de lo que sucedía en Estados Unidos— de las revistas a los diarios y luego como se fue consolidando en publicaciones propias, cuando artistas como Columba fundaron sus propias editoriales y lanzaron revistas; a partir de allí se consolida lo que se conoce como la Edad de Oro, con míticas publicaciones como Rico Tipo, Intervalo y el famoso Patoruzu Semanal donde comienzan a publicar autores como Repetto y Wadell…

Ver una versión resumida de los dos primeros capítulos publicados por la revista mexicana Etcétera en: http://www.etcetera.com.mx/articulo/100_anos_de_historieta_en_argentina/16264/
y: http://www.etcetera.com.mx/articulo/100_anos_de_historieta_en_argentina_%28segunda_parte%29/16611/

Ver también y comprar en: http://www.edicioneslea.com/libro/2125/100-anos-de-historieta-argentina


Collyer, Jaime. Swingers. Santiago: Penguin Random House, 2014. 184 págs.
14 relatos constituyen el último volumen de cuentos publicados de Jaime Collyer; 14 partes de un todo, de un entramado, un cruce constante de episodios que se refieren a acontecimientos ya narrados o por narrar y que devienen en un tomo de impecable unicidad temática en que confluyen la celeridad del cuento y el tempo ampuloso de la novela. 14 relatos que oscilan todos alrededor de conflictos mínimos, nostálgicos y cansinos; 14 pequeñas aventuras que sumadas configuran una ominosa imagen del fin de los tiempos: momento que se acerca en medio de la desidia generalizada de una sociedad que, como la nuestra, luce pasmada en el onanismo y la contemplación de sí misma.
Todos los relatos giran alrededor de las consecuencias de la tecnología en una sociedad que perfectamente podría ser la nuestra en algunas cuantas decenas de años. O quizás no tantos años. El siglo XXI está ya en su cincuentena y la clonación es una realidad. La transnacional Trans-RVU, empresa especializada en el redituable negocio de la “duplicación” es la sombra constante que afecta al puñado de personajes que deambulan en estas páginas, pero no desde una negatividad intrínseca, sino que desde un tópico que es una constante desde el Prometeo griego hasta el Prometheus de Ridley Scott, pasando por el Golem de Meyrink, la criatura de Frankenstein de Shelley y los replicantes cazados por el incierto Deckard en Blade Runner: un conocimiento que se vuelve adverso, que en ocasiones se corporiza y que deviene siempre en tragedia, dolor, desilusión, castigo y muerte.
Los clones y sus consecuencias nefastas son el tópico, toda vez que los humanos que los consumen en todas sus formas son las víctimas de ello. La presencia y comercialización de estas “réplicas” es una constante ya amparada en la ley y que viene a cumplir una serie infinita de funciones en la sociedad aquí descrita: recuerdos de un amor lejano en Juliette muere, el ego científico en Homo habilidis, Origen de las especies, Multiplicación de los nairas y Van Gogh revive, la satisfacción erótica en Swingers y Nostalgia de Andrómeda, la simple necesidad de descansar en Golem, el deseo de tener una mascota en Gato por liebres, el problema de decidir qué regalar a quien está de cumpleaños en Cumpleaños feliz. Y todo está marcado por la tragedia.
Más que la destrucción física, estos cuentos reflexionan alrededor de la aniquilación espiritual de una sociedad que se solaza en unas comodidades que parecieran estar más allá de todo control, reduciendo el cuestionamiento posible del sujeto con respecto a una época en que todo sale mal como síntoma del agotamiento y el hastío de valores agónicos. Es la vida de los clones un fenómeno de apariencias, de virtualidades, ficciones de la naturaleza creadas por la producción en línea y que se enfrentan a sus originales, sus padres, sin que éstos se percaten de que el clon no es el Otro sino que la mismidad, el humano mismo reducido a la imagen y la servidumbre, la existencia determinada de antemano por la de eugenesia y la posibilidad de la inmortalidad en la duplicación.
Uno de los relatos concluye con una frase laudatoria: “Por primera vez en años, se preguntó si ese de ahí sería él […] un hombre no intervenido genéticamente mirándose al espejo al cabo de los siglos, pero tampoco eso pudo precisarlo”. Y he ahí el punto de lo expuesto en estas líneas: Collyer ha sabido amoldarse a la mejor escuela de la ciencia ficción, esa de Brian Aldiss y Ray Bradbury, la existencialista, la problemática, la que en la incerteza del futuro expone la pasmosa certeza del presente degradado y decadente, relatos mínimos en los que todo pareciera confluir en una exhortación al cuestionamiento de todo, hasta de la propia existencia si es que es necesario.

Cristóbal Vergara Espinoza
profesorcristobalv@gmail.com

López Pérez, Nicolás (2013). Escaleras, animaciones y crítica. Intuiciones sobre filosofía en general. Madrid: Pirámide, 165pp.


“La filosofía no es una doctrina, sino una actividad. Una obra filosófica consta esencialmente de aclaraciones.
El resultado de la filosofía no son “proposiciones filosóficas”, sino el que las proposiciones lleguen a clarificarse. La filosofía debe clarificar y delimitar nítidamente los pensamientos, que de otro modo son, por así decirlo, turbios y borrosos”
(Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, §. 4.112)


Con este preámbulo, inicio la siguiente metareflexión (una reflexión de la reflexión) sobre el trabajo de Nicolás López Pérez, intitulado: “Escaleras, animaciones y crítica. Intuiciones sobre filosofía en general”.
Nicolás, quien goza de una formación, preponderantemente, jurídica y con vastos conocimientos en filosofía, como deslumbra a lo largo de esta seguidilla de ensayos y como bien advierte el prologador, intenta darse la licencia de hacer filosofía. Como bien decía Wittgenstein, su labor se circunda a esta idea de las “aclaraciones”, se permite ensayar sobre temáticas bastante diversas, que divide en dos grupos: “peldaños de la escalera” y “animaciones colectivas”. Ambos con disímiles identidades, pero que al final encuentran su camino común. Luego me referiré al que creo que es.
Este libro no es en ningún caso una construcción erudita que pretende erigirse como un material de consulta o de introducción a un pensamiento profundo y novedoso, sino que se circunscribe a un diálogo que López Pérez sostiene consigo mismo en tres actos: primero, como parte de la máxima de Descartes (cogito, ergo sum). Segundo, en la explosión de intuiciones que emergen de un lado hacia otro, como si fuera una olla a presión. Tercero, en la exploración de autores que lo rodean, en la filosofía de su tiempo (en Chile, principalmente) que lo contextualiza y finalmente, en una lucha de resabios entre analíticos y continentales.
I
Si pensamos en ese adagio cartesiano tan conocido, llegamos hacia la idea de que toda res cogitans, puede elucubrar un pensamiento racional que tenga miras a algo determinado. En el fondo, va a depender de la definición y el concepto de filosofía o filósofo que se tenga. Algunos podrán apegarse a lo estrictamente necesario de la definición de tal, quien posee grados académicos y ha pasado por el filtro del rigor universitario leyendo docenas y docenas de autores y planteamientos. Otros, simplemente a quien tiene una real abstracción en torno a interrogantes que pueden tener o no, el carácter de fundamentales. López Pérez pasa en su escritura este filtro, discute consigo mismo, como se ve en ensayos como “Doble en el espejo”, “¿Conoce a la praxis?”, “Aporía del bienestar”, “Velo(s) edulcorado(s)” y en general, en los ensayos del 1 al 10. Se ve a un Nicolás reflexivo y un poco delirante y desvariado con la escritura, dice el prologador, a lo que estoy de acuerdo. Pese a ello, puede ensayar en torno a problemas filosóficos, notoriamente, el del ensayo número 1. Lo más probable, y como señala este libro al reverso, es que fueron trazos motivados por la etimología de la filosofía: amor a la sabiduría. Y donde no pensó que verían la luz estas reflexiones. No obstante, todo lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente, en otro aforismo wittgensteniano. Creo que de eso se encargaría un mecanismo de relectura y de metareflexión sobre esta obra.
II
“La sensación de malestar. De ese malestar propio de cierta prosa existencialista y cultura del hastío, perteneciente a una sensibilidad juvenilista, motor de un sujeto histórico de transformación, cayendo al filo de la espera utópica. Aires de transformación que solo alcanzan su posibilidad a partir del lugar previo que es la denuncia. Denuncia que no sale a la luz como el balbuceo del desesperado, sino más bien como una muestra clara de una ironía inteligente…” (15).
Denuncia del prólogo a la inspiración de Nicolás ante la pluma y ante el desfile de imágenes en su cabeza. Aunque creo que la prosa del autor va más allá de lo que creeríamos como “existencialista”, los tintes analíticos que bordean al libro son de notar. Y es algo que en el tercer acto se manifiesta totalmente, pero que comienza a asomarse en el ir y venir de intuiciones que acometen a este trabajo.
“Escribir sin duda no es el implantar una forma de expresión a una vivencia. Sí, es un asunto de futuro, que no acaba, siempre en movimiento, y que desborda cualquier acontecimiento susceptible de ser vivido o ya, pasado. La escritura es inseparable del devenir (…) Estas ocurrencias se unen unas con otras conforme a una sucesión particular o bien, hay una coexistencia entre sí. Devenir es encontrar la zona de cercanía, de indiferenciación de manera que no pueda dilucidar de qué es lo que se está hablando” (17)
Nicolás, expresa con lo anterior una fundamentación al por qué está germinando este trabajo. El diálogo es con sus propias intuiciones, las hace dialogar entre sí, no está encerrado en sí mismo no pudiendo no escapar. Los ensayos del 11 al 20 comienzan a moverse por sí solos y a trastocar ideas como la generación de ideas, la fuerza de ellas, y cómo pueden ejercer la dominación del pensamiento. Un poco de aclaraciones y otro poco de proposiciones. Busca esclarecer el ovillo que ha dibujado, y tiene sentido el que sean “peldaños de la escalera”. Reflexiones que tienen que ver con individuos y la cosmovisión que ellos experimentan de la realidad o de la abstracción. Pueden ser cuestiones bastante comunes como la muerte o la serenidad y otras, elevadas y un tanto etéreas como los conceptos y la estructura interna del lenguaje. El punto de fuga del sujeto como unidad única se multiplica hacia el entorno que lo rodea y del cual es tributario. La figura del otro (ensayo 21), la crítica misma, la cultura e inclusive artes como la música y el teatro, son parte de lo que López Pérez está tratando de dilucidar. En el fondo las aclaraciones son de su pensamiento, lo que él está presentado es su manera de reflexionar sobre las cosas, de ninguna manera un vano de erudición que ostente más de lo que podría entregar. No busca ser un filósofo de cánones estrictos ni menos uno de incuantificable conocimiento, sino que solo un ensayista que desea entrar en diálogo con los demás, saliendo de sus casillas y desbordando lo que él cree pensar que es la filosofía.
III
“Las intuiciones o el desvarío son el instrumental de salvación -en este caso- a cierta concepción filosófica imposibilitada de mirarse frente al espejo al no ser la imagen que proyecta” (16).
Sobre los autores que lo rodean, el recurso utilizado por Nicolás es el pedir socorro a personalidades como Descartes, Heidegger, Foucault, Todorov, Wittgenstein, Ayer, entre otros. De los cuatros primeros, quizás dudoso en el caso del pensador búlgaro-francés, podemos situar el universo de la filosofía continental que nace al alero de la Europa post-Kant, que viene a crear reflexión luego de sus más importantes trabajos. De los otros dos, Wittgenstein y Ayer, ellos se introducen en lo que es la filosofía analítica. Parece ser un trabajo de “búsquedas filosóficas” el que proyecta este libro, y tiendo a pensar que López Pérez se puede identificar como analítico a la luz del propósito y de la orientación primigenia de todos los textos. Empero, es algo que no consigue a cabalidad en la totalidad de sus ensayos, y en muchos momentos cae a la reflexión en manos de la filosofía continental. En ese punto, el prologador, ya extractado, acierta. Un analítico renegado de sus lecturas continentales. Aunque esa mixtura no es del todo inicua, puede hacer un alto y considerar una pesquisa filosófica sin color ni apellido, y eso, quizás hace enriquecedora la conjunción, otorgándole un punto en la travesía hacia una prosa propia y que sea leíble e identificable como Nicolás López Pérez.
“Escaleras, animaciones y crítica” no puede aspirar a ser más que un conjunto de ensayos del autor en los que pretende instalar en un lector un par de problemáticas filosóficas y quizás, originar otras. De hacerlo, perdería la esencia que lo caracterizó y quizás se convertiría en algo que no debería haber salido a las prensas. En España, la prosa filosófica de ensayo tiene su reducto desde el siglo XX en manos de personas como: Miguel de Unamuno, Félix de Azúa, José Ortega y Gasset y Fernando Savater, una lista poco exhaustiva. Por lo que las reflexiones que vayan saliendo a la luz, son siempre bienvenidas. Tengamos presente que la filosofía delimita el ámbito de lo disputable, y entonces, toda empresa bien orientada tendrá un buen puerto. Así es creo que se ha dado la oportunidad a noveles autores, en este caso, a Nicolás. Es de esperar que el universo literario en Chile pueda acoger con buena cara este trabajo, y que asimismo, pueda tener un diálogo con espectadores externos que vayan más allá de lo que quiso el autor en estos tres actos que he trazado.
El afán de esta obra es, en definitiva, eminentemente divulgativo, pues pienso que el autor desea, wittgenstenianamente, delimitar lo pensable y lo impensable, a través de la idea de una delimitación desde dentro a lo impensable a través de lo pensable. Por eso recurre tanto a la idea de la escalera, ¿pero qué es eso pensable e impensable que está trabado en la red discursiva de este texto? Me atrevo a decir que es una serie de cuestiones que pueden acometer a reflexiones personales del autor a las que es posible llegar desde cuestiones específicas como cada problemática que ha planteado. Todo con el fin de intentar la sistematicidad del pensamiento vertido en la obra.
“En esa línea demarcatoria entre lo que se decide que será verdad y lo que no; lo que es ciencia y no ciencia; lo que es sentido y sinsentido; o discurso riguroso y pura sofistería e ilusión. Aquí importa lo que se habla” (145-6). Tal parece ser este el nexo que condiciona a los 28 ensayos, el mirarse al espejo y el salir de la caverna y ver que hay un mundo lleno de otros y atestado de cosas de las que es posible hablar y sobre las cuales es necesario –a veces- pensar. La verdad como una quimera que es implacable a la producción del pensamiento, así acomete al individuo y a la colectividad, y las preocupaciones de ambos entre sí y en sí mismos. Así como el proceso personal que tiene cada autor, conforme a su contexto de producción y a la lectura visible entre líneas que todos dejan entrever.
En síntesis, el libro de Nicolás López Pérez no solo está pensado para ser leído por disociados en la vida, sino que también para un público amante de la lectura de ensayos en torno a temas abstractos, algunos que gusten de las novelas con un contenido más intelectual y otros, que inclusive legos en filosofía, quieran darse un momento para salir de la realidad cotidiana pensando más allá de lo que el lenguaje nos puede decir con un empleo de éstos o de aquellos.
Para concluir, cabe tener presente que:
“Los resultados de la filosofía son el descubrimiento de algún que otro simple sinsentido y de los chichones que el entendimiento se ha hecho al chocar con los límites del lenguaje. Éstos, los chichones, nos hacen reconocer el valor de ese descubrimiento”
(Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas, §. 119)
A valorar el esfuerzo intelectivo de la filosofía y la humanidad que puede producir. Ante todo, pensar es humano.

Miguel Sánchez O.
Universitat Jaume I

Figuras del Aconcagua. Antología. (Compilación de Azucena Caballero Herrera), Escritores de la SECH San Felipe, 2012; 140 pp.
Sólida, contundente y actualizada antología de la poetisa mencionada, que logra sintetizar armónicamente los trabajos de diecinueve poetas y escritores radicados o vinculados a la región y al valle de Aconcagua. La obra persigue destacar la sensibilidad y la riqueza de los versos y la prosa de los autores seleccionados, y a no dudar luego de una lectura cuidadosa de esta obra, queda claro que la compiladora logra su objetivo. Los versos de los mismos en el caso de los poetas y los trozos de la prosa de los escritores seleccionados, han sido escogidos por Azucena Caballero con la cuidosa impronta de su trayectoria. Ante la imposibilidad de describir o analizar a todos los trabajos de los exponentes aquí reunidos, mencionemos solamente que a cada uno de ellos la compiladora lo va destacando con palabras precisas que aluden a su estilo y a su trayectoria y luego presenta los poemas o trozos de la prosa del mismo. Así por ejemplo de Ernesto De Blasis dice “nos presenta un conjunto de poemas que abordan el paisaje bucólico y fantasmal, con elementos que intervienen en el viaje; amor, soledad, tristeza…”. Y a continuación presenta algunos poemas del autor, entre éstos: “Amor perdido”. De Roberto González Short, señala: “escritor y periodista costarricense radicado en Chile…habilidoso comunicador” y luego presenta algunos poemas del autor, entre éstos: “Sereno” y “Gratitud”. De Ricardo Ruiz Lolas, expresa: “Periodista y escritor, en “Exilio del tiempo”, versos que son cantos recreados a partir de múltiples atmósferas que –de una u otra manera- se adhieren a la piel de cada lector. Y luego presenta algunos poemas, del autor, como “El exilio del tiempo”. De Marco Antonio Juri Ceballos señala: “…habilidoso cuentista que desde su juventud mostró un talento para armar entretenidas historias” y luego adjunta el cuento “Una historia sin gracia”, del autor. De Zenobio Saldivia Maldonado expresa: “…poeta y ensayista, publicó “Lirios de Septiembre” donde aborda la poética con una tendencia hacia el comportamiento de la juventud liceana y una crítica hacia el régimen de gobierno imperante en la época.” Y luego presenta algunos poemas del autor, entre éstos “Mujer del mediodía” y “Bella Calíope”. De sí misma, de su obra, Azucena Caballero H. reconoce que su poesía busca el silencio y el vacío de las cosas y que las palabras pierden su eficacia cuando se desea comunicar miedos y alegrías. Y a continuación aparecen varios de sus poemas. En uno de ellos titulado “Pensamientos” se lee://Lloro a escondidas//mojando la piel de mis entrañas//buscando los tesoros//que a mi lado permanecen//ocultos, misteriosos//cada día cuando se pone el sol//. De Marco López Aballay, acota: “escritor que desarrolla atmósferas extrañas en donde sus personajes se desenvuelven en el abismo de su existencia” y a continuación presenta “Breve historia del Rock”. Estamos por tanto, ante una bella obra que es equivalente a un muestrario delicado de lo más granado de la poesía y la prosa aconcagüina.

Reseña: Zenobio Saldivia M.; 4 de Junio del 2014.

Juego de damas y otros relatos, de  César Valdebenito, Mago Editores, Colección Territorios, 2014, 125 paginas, $8000

Quince historias que nos arrastran a un lugar donde un giro imprevisto de los acontecimientos o un recuerdo o un encuentro fortuito pueden iluminar la vida y cambiarla definitivamente. Historias personales y, a la vez, simples y complejas, desplegadas con implacables detalles, circunstancias y sentimientos.

En estas historial bellas y conmovedoras coexisten, una pareja de asesinos en serie que se enfrentan a un cambio determinante, una seductora mujer con un pasado doloroso que, en un tren, conoce a un descarado estudiante, tres amantes gays que deberán tomar una decisión ante una encrucijada, un hombre que conoce a una muchacha en una fiesta y que, desde entonces, se le aparece en los momentos más inesperados, un profesional a la deriva obsesionado con el asesinato de su madre y que desea venganza, etc. Todos paseándose por las calles de un Concepción lacónico, turbio, lluvioso, caluroso o delirante. Hombres y mujeres sutilmente puestos al descubierto y que dan vida a estos relatos deslumbrantes, dolorosos y amenos y, lo más difícil de todo, escritos con una prosa apasionante. Así el autor se impone como una de las voces más atractivas y particulares de la narrativa actual.

Valdebenito demuestra su extraordinario poder para provocar, sorprender y transformar a los lectores, hablando sobre el arte de amar, la venganza, la ira, los celos y la muerte. Por lo mismo, Juego de damas y otros relatos, al final, nos otorga los placeres y recompensas que un buen lector espera.

Reseña de Ernesto Jamett

Piglia, Ricardo. Nombre falso. Buenos Aires: Debolsillo, 2014. 184 págs.

El texto se llama Nombre Falso. Consiste en un volumen de cinco cuentos más una nouvelle que exhiben interesantes particularidades relacionadas con una propuesta de escritura contemporánea que se despliega hacia el desmarque con respecto a las categorías del discurso. Lo temático se imbrica así con una propuesta textual que reflexiona sobre el mismo ejercicio de la escritura, una narrativización de las preocupaciones estéticas de Piglia con respecto al juego especular entre la literatura y la crítica, entre la literatura y el crimen, entre la literatura y el capitalismo canalla, entre la literatura y la vida y entre la literatura y el homenaje.

El tomo inicia con el relato titulado El fin del viaje, donde Emilio Renzi, alter ego literario de Piglia, se desplazará desde Buenos Aires hasta Mar del Plata con la ominosa misión de visitar a un padre agónico que ha optado por el suicidio ante una existencia vacía y desprovista de hitos significativos. En el viaje, acompasado de una lluvia y neblina que revisten las escenas de una irrealidad que fluye desde la increíble motivación del desplazamiento, Renzi entrará en contacto con una misteriosa mujer de cabello rojo que tejerá una red de mentiras absurdas para escapar de las medianías, posicionando al protagonista en un camino y experiencia que permitirá reconstruir las vivencias paternas El Laucha Benítez cantaba boleros desarrolla un sencilla historia de amor entre dos boxeadores de un club de mala muerte, romance marcado por el fracaso, por las pautas de una identidad masculina hiperbolizada en los rings, la admiración y la muerte. Se reconstruye acá la vida y obra del Vikingo: boxeador mediocre devenido en luchador que realizó la gesta de aguantar cinco rounds con Archie Moore, campeón de campeones. La vieja gloria incompleta y un recorte periodístico darán cuenta de la muerte de El Laucha Benítez y de su cuerpo destrozado a golpes de puño por el Vikingo, luego de una relación de complicidades y encuentros que terminarán en la desgracia y la locura, en una narración que se abre hacia el pasado, en la reconstitución de un hecho perdido en el misterio y en la memoria fracturada del Vikingo.

El tema fantástico del döppelganger será actualizado en La caja de vidrio, relato en que los personajes llamados Rinaldi y Genz se imbricarán en la trágica muerte de un niño, acontecimiento que por desidia no se ha evitado y que terminará por amarrar los destinos de los personajes en torno a un secreto. La loca y el relato del crimen consiste en la reconstrucción del asesinato de una prostituta cuyo homicida parece ser inocente y donde la única pista hacia el esclarecimiento del misterio se halla en el relato de una loca. Emilio Renzi nuevamente entrará en escena, borroneando las barreras entre las escrituras y entre la realidad y la ficción, delineando así un relato circular a partir del testimonio de la loca Anahí. El precio del amor es un breve relato de amor patético que deconstruye el idilio y al galán para prefigurar la figura de un ladrón ladino que se aprovechará materialmente de una antigua conquista.

Nombre falso es el más extenso y logrado de los relatos. Esta nouvelle se desarrollará a partir de una serie de complejidades estructurales, argumentales y estilísticas que reflexionarán acerca de la escritura literaria. A partir de un homenaje a Roberto Arlt, Piglia entrará en contacto con un relato inédito (¿su propio relato?) que reescribirá a partir de fragmentos obtenidos gracias a la canalla literaria argentina. La naturaleza artística de lo literario será puesta en duda en el momento en que ésta se determine por el interés económico, la estafa y el engaño. Siguiendo el modelo del relato policial, la nouvelle equipara la figura del crítico con la del detective y la del autor con la del criminal, combinando constantemente una multiplicidad discursiva que difumina la ficción propia del relato.

El lector sesudo encontrará acá borrones constantes que eliminan las categorías del texto y permiten la configuración de un tomo construido a partir del retazo, no en cuanto a la multiplicidad de planos o de voces, recurso tan utilizado en esta narrativa contemporánea, sino que desde una multiplicidad discursiva que cuestiona los márgenes de lo literario para incluir en sí los fragmentos de la escritura periodística y la crítica; una escritura del rizoma, podríamos decir citando a Deleuze, en donde la amalgama textual carece de jerarquías, supeditaciones y esclavitudes para oscilar alrededor de un entramado que reflexiona paralelamente acerca del qué escribir y el cómo escribir.

Reseña de Cristóbal Vergara
profesorcristobalv@gmail.com

Matías Escalera Cordero, Versos de invierno (para un verano sin fin), Ed. Amargord, Colmenar Viejo (Madrid), 2014, 67 págs

En su mini-tratado No tan incendiario (Periférica, 2014) escribe Marta Sanz: “Propongo escribir, por ejemplo, una poesía que no suene sólo a poesía […] poemas ariscos que ni son un libro abierto ni encierran su significado dentro de una cripta”. Así precisamente se podría definir el arte poética de Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956). Y no sólo en lo que respecta a este su nuevo libro de poemas Versos de inviernos (para un verano sin fin), recién editado por Amargord, sino que es un proceder (una pulsión, en realidad) que atraviesa el resto de su obra. Es la suya, como bien dice Alberto García-Teresa: “una concepción dialógica de la existencia, de la reflexión”.
El poemario que nos ocupa está dividido en cuatro partes: Verano y sentido, Horizonte Liminar, Exactitudes (Varias) y El amor también. El núcleo de las dos primeras partes es esa “cegadora cauterizante oscuridad” de la vida que abrasa; y es que ”…precisamos de la auténtica ceguera para ver”, nos dice Escalera Cordero. El motto sobre el que trabaja el autor es el del hombre-veraneante, y no tanto como figura estacionaria, sino como proyecto vital. Es decir, que le habla a aquel (a ti, a mí) que sin darse cuenta hace (o mejor: quiere hacer) de su existencia un constante festín vacacional (viviendo en un otium que no es retiro del negotium sino mero tiempo banal, improductivo). Bañistas de un mar demasiado visible lleno de palabras hermosas que se quedan siempre en la orilla, como un murmullo consolador y siempre accesible. Pero bañistas rutinarios, con una disciplina de hierro, para los que el invierno es un compás de espera, “un doloroso cansancio”: una prueba de la lentitud de la muerte. Y así se vive (vivimos) en el pasado, no en el presente, sino en el pasado. O dicho de otra manera: en la nostalgia. Pues ese verano sin fin, ya fue. Y no hace más que repetirse, draconiano, igual que una fotografía apacible en la que un grupo de gente ríe, jubilosos, y queda encapsulado, en un marco finito, manejable y lindo (como un camafeo) nuestro verano sin fin, que es, sin embargo, un estado mental. Una creación ilusoria: un espejismo. Un modo de arrinconar bajo los pies al odio y el estupor (las paradojas, más bien, que permiten que no den fruto violento el odio y el estupor).
En estas dos primeras partes del poemario se reflexiona sobre la Nada y el Vacío, pero de ese Vacío que está hecho de hermosos jardines, de calles limpias y de ordenadas azoteas. Y de esa Nada que es sueño de la mente y que oculta “el miedo de la soledad y de la expulsión”.
Hay unos versos del poeta colombiano de origen libanés, Giovanni Quessep, que dicen así: “[…] terrible / conocimiento de una vida amarga / el que nos dan los últimos jardines “. Teniendo esto en cuenta, podríamos decir que los versos de Escalera Cordero nos hablan de una cierta claudicación necesaria, que nos aleje de la ilusión feliz del ocioso y que nos permita reconocer esa vida amarga, esa “indudable real plasticidad de lo necesariamente Dado”. Hay en esta primera parte un irrecusable sentir machadiano, un cierto diálogo con Rilke y, de alguna manera, se re-actualiza a Apolodoro, identificando a los post-poetas con aquellos seres monstruosos cuyos enigmas no son ya indescifrables, sino patéticos y ridículos. Con ello, además, se demanda una poesía que esté en consonancia con la vida, con lo matérico, con el contexto. Una poesía que vuelva a ser (y estar) presente.
La segunda parte del poemario (algo más breve que la primera) habla fundamentalmente del amor, como elemento que restituye el orden y la armonía, como acto de lealtad y memoria y como sortilegio. Son más breves también los poemas, intimistas (sobre todo el tramo final) y funcionan como una suerte de coda poética. Se sostiene en ellos un tono más pausado y suave que le sirve al poeta para evocar (de manera indirecta) momentos de su biografía personal que, no obstante, pivotan sobre tres conceptos fundamentales y que se han venido abordando en la parte primera: el tiempo (la vida), la distancia (la falta de contacto humano verdadero) y la palabra (las bellas palabras huecas). Mi lectura personal de esta parte última es de signo conciliador, y es que pareciese que Escalera Cordero nos estuviese diciendo que sí, que esos versos de invierno que se nos muestran en la portada al modo de cubitos de hielo están fríos como témpanos, desde luego, pero que mejor los quitamos de la cuchara y los agarramos sin miedo con la mano, pues pronto notaremos una sosegante tibieza y, en seguida, nos abrasaremos. Esto es, notaremos que nuestras manos (nuestro cuerpo) también siente, y sufre y goza, y que esto es, en definitiva, en lo que consiste estar vivo: en encender el amor (para sentir una vida plena).

Reseña de J. S. de Montfort

Testimonios subalternos
Nada que declarar, Teresa Ruiz Rosas, Tribal, Lima, 2013, 512 pp.
La narrativa de Teresa Ruiz Rosas (Arequipa, 1956), radicada hace varios años en Colonia, Alemania, ha obtenido reconocimientos en importantes certámenes internacionales como la final del Premio Herralde 1994 para su primera novela, El copista (Anagrama, 1995) y el Premio Juan Rulfo en 1999 para su relato Detrás de la calle Toledo (Antares, 2004). Posteriormente, El retrato te ha deslumbrado (Free Penn, 2005), publicado en español y alemán, reunió su producción cuentística. Con La falaz prosperidad (San Marcos, 2007) y La mujer cambiada (San Marcos, 2008), la escritora arequipeña retornó a la novela hasta llegar a su más reciente publicación de largo aliento, Nada que declarar (Tribal, 2013).

Silvia Olazábal Ligur —personaje que en La falaz prosperidad evoca su experiencia europea y las penurias que ha atravesado desde entonces— reaparece en la última novela de Teresa Ruiz Rosas. Ahora se narra un momento un tanto más confortable de su vida, aunque no exento de situaciones igualmente penosas para esta joven traductora arequipeña residente en Alemania hace un par de décadas. Nada que declarar cuenta, por un lado, la historia de Silvia Olazábal, embarcada en la tarea de escribir el testimonio de Diana Postigo (Dianette Pöstges), una muchacha limeña que, bajo la promesa de una vida mejor, viajó a Alemania donde fue obligada a ejercer la prostitución en la ciudad de Düsseldorf. Por otro lado, la novela contrasta la experiencia europea de ambas mujeres, en lo concerniente al hecho de ser mujer y latinoamericana en Europa, así como un sutil contrapunto entre los avatares de la traducción y el meretricio. Otros relatos que alternan con los anteriores tratan sobre el erudito arequipeño Gastón Solís —conocido como «El Hombre de los Libros Rojos», famoso por haber publicado numerosas ediciones piratas de importantes pensadores alemanes, entre ellos las de Theodor W. Adorno, Walter Benjamin y Max Horkheimer— cuya vida Silvia también está interesada en narrar; y aparte, las esporádicas apariciones del escritor Rogelio La Mar, entrañable amigo de Silvia Olazábal, personaje que nos remite en seguida a Edmundo de los Ríos, autor de Los juegos verdaderos. No obstante, las vicisitudes de Silvia estructuran todas las líneas argumentales de la novela.

Las mujeres han cobrado especial protagonismo en la narrativa de Teresa Ruiz Rosas: la bella Marisa Mantilla, amante del copista de partituras musicales Amancio Castro en El copista; Dora Bakarel, hija del cineasta búlgaro Slatan Dudow y de Silvia Olazábal en La falaz prosperidad; y la ayacuchana Elvira Peña de La mujer cambiada. Nada que declarar prolonga esta atención situándola en una problemática social de alcance global como es la esclavitud sexual vinculada a la prostitución y otras circunstancias en las cuales se muestra las peculiaridades de la condición subalterna de una mujer.

El escrutinio de los matices que definen la subalternidad del «ser-mujer» es un elemento central en la relación que entablan Diana y Silvia, ya que la novela evidencia la distancia sociocultural que media entre ambas. El ser mujer, negra, latina, pobre, indocumentada, monolingüe y sin profesión configura una condición subalterna que no es equiparable a la de una mujer latinoamericana blanca, de clase media, trilingüe, becada y traductora; del mismo modo que las mujeres de Europa oriental respecto a sus pares alemanas, o de cualquier mujer en la sociedad islámica respecto a las europeas. Sea en América Latina, Europa o el Islam, la novela enfatiza una condición subalterna en la mujer que tiende a esencializarse: la mirada masculina que subestima toda posibilidad de autonomía o emancipación para la mujer. De este modo, pese a la distancia sociocultural, se explica por qué Diana y Silvia padecieron situaciones en las que el ser mujer significó una condición suficiente para ser vulneradas en su dignidad.

El cosmopolitismo es otra cualidad que se advierte en esta novela. Arequipa, Lima, Düsseldorf, Berlín, Barcelona, Marruecos son los escenarios por donde transita Silvia Olazábal, de ascendencia vasca e italiana; culturas, lenguas, modos de vida y saberes diversos integran su experiencia global acumulada, en contraste con los estereotipos homogenizantes de la mirada eurocéntrica, particularmente, alemana, ante la cual toda la periferia latinoamericana o árabe es la misma. (No en vano, la actual idea de Europa proviene en gran parte del pensamiento de Kant, Hegel y los románticos alemanes). Sin embargo, la protagonista se las arregla para evocar Arequipa a lo largo de su variada travesía cosmopolita. En este sentido, Nada que declarar se suma a la extensa tradición de novelas que narran la experiencia de los latinoamericanos en Europa, en las cuales el leitmotiv sigue siendo la desmitificación de cierta idea sobre el Viejo Continente, la asunción del regreso como un fracaso y el sufrimiento, una escala obligatoria en el camino hacia la felicidad.

En relación a lo anterior destaca el motivo del exilio voluntario, ese desarraigo que atormenta a los individuos que buscan en otra nación o en otra lengua a la patria que sienten les ha sido negada en su origen. Silvia, Diana y el excéntrico Gastón Solís son personajes extraterritoriales, quienes, con éxito en algunos casos y con no menos padecimientos en otros, intentaron crearse una patria personal fuera del Perú: una económicamente próspera para Diana, otra refinada y erudita para Gastón, y otra lingüística y culturalmente más diversa para Silvia.

Diana es la mujer subalterna que procura hablar a través de otra mujer subalterna pero mejor situada. La indagación de Silvia en el testimonio de Diana Postigo revela el entramado del comercio sexual en la vida social donde se articulan sexo, raza, nacionalidad, clase social, profesión y lengua, y donde el cuerpo de la mujer constituye un territorio a dominar, primero, y a explotar, después, hasta doblegar toda posibilidad de resistencia. Diana carece de la competencia necesaria para escribir su propia historia, por ello solamente ofrece su testimonio oral a Silvia quien sí posee el control del discurso escrito. En la decisión de contar una historia de vida y en la de escribirla, el lenguaje se perfila como un recurso liberador que confronta la violencia sexual volcada sobre el cuerpo de la mujer —histórico territorio de disputas por su emancipación— y paradójicamente la confronta narrando sus episodios más dolorosos.

Así, la célebre pregunta de Gayatri Spivak, «¿Puede el subalterno hablar?», obtiene una respuesta parcialmente positiva en la reciente novela de Teresa Ruiz Rosas, en tanto la condición subalterna de una mujer como Diana solo alcanza a ser voz mediada por otra mujer, Silvia, situada en una posición menos oprimida y con mayores posibilidades de expresión para su discurso.

Nada que declarar representa un punto de quiebre en la novelística de Teresa Ruiz Rosas, no solo porque se trata de una obra notablemente más extensa que sus precedentes sino por la ambición del proyecto narrativo que la orienta: una voz narrativa muy versátil en cuanto al punto de vista —del narrador-personaje a la tercera persona omnisciente y la combinación simultánea del estilo directo e indirecto— narraciones alternadas, retrospecciones, largas y por momentos extenuantes digresiones, y un constante diálogo intertextual entre literatura y experiencia vital, pero sobre todo, un afán totalizante en el cual espacios, culturas y lenguas se superponen en una narración que les confiere simultaneidad, como ha sido propio de la novela posmoderna, configurando una novela total no porque exhiba una minuciosa descripción de la realidad sino porque condensa aspectos contrastantes de realidades diversas.

Reseña de Arturo Caballero

VEN a VER. Arte Chileno. Una invitación a los niños, de Agustina Perera e Iván Larraguibel. Ediciones Ekaré Sur, Santiago de Chile 2013, 23 x 23 cm, 94 páginas.
Luego de más de un año de investigación y de una larga y cuidadosa selección se publica Ven A ver. Arte Chileno. Un paseo por significativas obras de artistas chilenos es la invitación de este libro a los niños, quienes a través de la observación de pinturas, grabados y dibujos podrán acercarse al mundo del arte y disfrutar de las creaciones de los mejores representantes de nuestro país, del siglo XIX hasta nuestros días.
Con la intención de invitar a los niños a acercarse al mundo del arte mostrándoles algunas de sus claves más sencillas, cómo los artistas crean con líneas y colores; cómo organizan los elementos sobre el papel o la tela; y cómo nos cuentan historias a través de sus pinturas y dibujos, es que nace este libro que reúne obras de más de cincuenta destacados artistas chilenos, como Juan Francisco González y Cosme San Martín; Nemesio Antúnez, Gracia Barros, Roberto Matta y Violeta Parra; Irene Domínguez, Roser Bru y Juan Subercaseaux; Gonzalo Cienfuegos, Samy Benmayor, Arturo Duclos y Pablo Domínguez; Andrea Carreño, Sebastián Garretón y Margarita Dittborn, entre otros.
El libro tiene un guión unificador que presenta, en un lenguaje sencillo, conceptos básicos para comprender el trabajo artístico, tales como línea, color o composición, y también para interpretar las obras a través de las historias, reales o imaginarias, que podemos descubrir en cada una de ellas. Cada obra es comentada brevemente, buscando guiar la mirada de los niños hacia aquellos elementos de mayor significación, y potenciar así la observación consciente y sensible.
Los adultos podemos jugar un papel muy importante al alentar a los niños a desplegar una mirada reflexiva frente al arte, que los hará comprender mejor el complejo mundo de la creación artística y los hará más sensibles a las diversas expresiones estéticas.
Así como el gusto literario se desarrolla leyendo mucho, la sensibilidad a las expresiones artísticas crece si nos damos el tiempo para ver arte y para conocer más de las obras y de los artistas que nos interesan. Por ello, al final del libro hay un completo índice de autores con una breve nota biográfica de cada uno.

Agustina Perera nació en Chile y es Licenciada en Historia del Arte y Magíster en Edición. Ha sido fotógrafa, profesora, documentalista e investigadora. También ha realizado la curaduría y la museografía de diversas exposiciones.
Iván Larraguibel nació en Chile y vivió muchos años en España. Es diseñador gráfico, director de cortometrajes y videos. Ha sido profesor de diseño y es actualmente director de arte de Ediciones Ekaré Sur.


Memorias amorosas de un afligido, Jesús I. Callejas, Fiction – BookRix Edition, 01-21-2013
Hay algunos escritores en Miami que después de publicar un libro desaparecen por un tiempo. No se les ve. No asisten a los eventos literarios. Ni aún a los que ofrecen refrigerios. Es como si se volvieran invisibles. A veces uno piensa que han muerto. Entonces, un buen día, aparecen con un nuevo libro bajo el brazo. »Es que estuve escribiendo», se excusan. No deberían pedir disculpas. Hacen bien en encerrarse a escribir en sus espacios íntimos. Porque es la única manera de poder hacer literatura.
Es lo que debe haber estado haciendo Jesús I. Callejas, porque acaba de terminar una novela de cuatrocientas páginas titulada, Memorias amorosas de un afligido. Debo confesar que me acerqué a esta novela con cautela. Y es que hace unos años, al reseñar un libro de cuentos escrito por él, titulado Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias, le reproché la utilización de una prosa demasiado barroca en algunos de los relatos. Creía que ese lenguaje no tenía cabida en un cuento corto. Todavía lo sigo creyendo. Y aunque los otros cuentos me parecieron magníficos, en mi memoria sólo permaneció el recuerdo de aquel lenguaje profuso que de alguna manera me recordaba al de Cela o Saramago, por la vastedad del vocabulario, pero más enfebrecido.
Memorias amorosas de un afligido, para mi sorpresa, resultó ser una magnífica novela. Si es que puede llamársele así a esta sucesión de increíbles vivencias. Que son no sólo amorosas, sino también trágicas. Todo el decursar de una vida contada desde el vació existencial de un hombre sin religión, sibarítico, alcohólico y desajustado.
Una novela sin trama en la que los capítulos son puentes transitorios que le dan continuidad a la existencia del narrador. Una novela en la que no hay sorpresas argumentales y que sin embargo, tiene la garra de un page turner. No puedo explicarlo; pero una vez que se comienza a leer no se puede parar. Quizás sea su fluidez narrativa; o la morbosa curiosidad que despiertan las desventuras que le ocurren al personaje. Tal vez sea la extraña fascinación que provoca una escena de sexo salpicada de referencias cinematográficas. O literarias. Porque este es un libro escrito con una erudición enciclopédica. Y es que Callejas no ha cambiado; sigue escribiendo con la misma gongorina intensidad. Su prosa sigue siendo un torrente de palabras tan frescas, que parecen recién inventadas.
Pero esta vez el libro lo admite. No sólo por su extensión, sino por el tema. Y por el tono. Que se me antoja angustioso como el de Camus. O por su estilo, que recuerda el de Vargas Vila en sus mejores momentos. Hizo bien Callejas en situar estas memorias en la ficticia ciudad de Arataxia, en lugar de La Habana. No me imagino esta historia en el trópico. Mientras más leía, más me parecía que todo ocurría en Bogotá. O en Lima. La casa de la malvada que lo cría no puede ser luminosa como las de El Vedado, sino oscura y fría como las de Miraflores. Los bares donde el personaje se emborracha no pueden ser alegres como los de La Habana, sino lúgubres como los del Cuzco. Ni sus mujeres escapan del oscuro destino de este hombre. Todas son almas atormentadas. Algunas por la demencia; otras por la lujuria.
Jesús I. Callejas demoró en escribir este libro. Pero lo escribió bien. Sobre todo, lo escribió a su manera. Sin tomar en cuenta lo que está de moda. Ignorando todas las reglas de las grandes editoriales. Como para que no se lo publicasen. Pero lo publicó. Y ahora que lo hizo, volverá a perderse. Se encerrará por un tiempo en su espacio creativo, para reaparecer otra vez, con un nuevo libro bajo el brazo y decir: «Es que estuve escribiendo».
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.
Ver más en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-memorias-amorosas-de-un-afligido/

Reseña de Manuel C. Diaz, publicada originalmente en el suplemento cultural de el diario El Nuevo Herald de Miami.

 

Flora en Babilonia
Babilonia en América
Aldo Díaz Tejada
Lima, 2012
Tribal

Según Balzac, la novela es la historia privada de las naciones, lo cual supone la existencia de una gran historia oficial, —narrada a partir de acontecimientos fundacionales protagonizados por hombres excepcionales, quienes justamente hacen esa gran historia— y de pequeñas historias alternas de individuos cuyas acciones no influyen más allá de la menuda cotidianeidad. Pero la afirmación de Balzac también deconstruye la oposición entre novela e historia, pues atribuye a la novela la posibilidad de revelar lo que la gran historia oculta, es decir que, de algún modo, la historia oficial se nutre de los relatos privados a los cuales, sin embargo, relega al olvido. En última instancia, Balzac nos invita pensar la novela como una indagación en las vidas privadas donde las grandes decisiones son trascendentales en la historia personal.

Escribir una novela sobre Flora Tristán no es tarea sencilla, más aun si a esta labor la precede una vasta bibliografía histórico-política y una novela publicada por un Nobel de Literatura. Sin embargo, Aldo Díaz Tejada emprendió el desafío de escribirla incorporando nuevas entradas de lectura a un tema que precisamente no tiene como eje central la vida de la autora de Peregrinaciones de una paria, sino que la utiliza como pretexto para narrar un periodo complejo y fundamental de nuestra historia —los convulsionados años de la naciente república del Perú— y de este modo sugerir una lectura contemporánea sobre la base del contraste entre lo que fuimos y lo que somos, en otras palabras, entre un instante fundacional de la vida nacional y sus consecuencias futuras. Paralelamente, hay un correlato entre esa gran historia nacional pasada y las pequeñas historias cotidianas del presente, es decir, entre las grandes decisiones de los personajes que hacen la historia y las decisiones privadas que también configuran nuestra historia personal. Ambas líneas narrativas constituyen el argumento de Babilonia en América (Tribal, Lima, 2012), primera novela de Aldo Díaz Tejada.

Los novelistas arequipeños vienen mostrando particular interés por la narración histórica, especialmente por el siglo XIX. El nido de la tempestad (Tribal, Lima, 2012) de Yuri Vásquez, traza una genealogía de la violencia política desde finales de la colonia hasta la víspera del conflicto armado interno; en Espejos de humo (Cascahuesos, Arequipa, 2010) de Gregorio Torres Santillana, el descubrimiento de un documento revelador de una conspiración urdida en Arequipa contra Simón Bolívar articula la trama de la novela; y en Babilonia en América se ofrece un panorama de las ideas políticas que animaron los primeros años de la república hasta sucesos tan recientes como el Arequipazo. En estas tres novelas, se plantea una narración del pasado desde el presente, para lo cual apelan a la narración alternada, y en algunos casos, a la perspectiva narrativa múltiple, que facilitan una lectura sobre el pasado en diálogo simultáneo con el presente.

Babilonia en América narra en dos tiempos el romance entre Mariano Gandarillas —distinguido estudiante de leyes formado en la Academia Lauretana de Artes y Ciencias de Arequipa— y la célebre Flora Tristán, promediando el siglo XIX, y el de su homónimo tataranieto arequipeño —también estudiante de Derecho— y la joven francesa Lauriane Viane, a fines del 2001 e inicios de 2002. El empleo de la narración alternada mantiene correspondencia con el estilo narrativo. La voz narrativa de cada historia se caracteriza por su versatilidad: por un lado, un narrador confidente, desenfadado, cómplice, interpelador y embromador respecto al Mariano del presente; por otro, uno más moderado, acucioso, prolijo en sus descripciones y análisis, como es el narrador que presenta la Arequipa de mediados del siglo XIX. En tal sentido, cohabitan dos registros diferentes para cada historia: un narrador irónico, pleno de metáforas, chanzas y giros coloquiales, y un narrador más sobrio y ponderado. Elección que no parece antojadiza por cuanto guarda relación con la personalidad de los protagonistas y sus contextos históricos.

Los personajes poseen contrastes que enriquecen la historia. El Mariano del siglo XXI es un joven desenfadado, de clase media alta que no advierte límites a su voluntad, convencido de que el mundo está allí para tomarlo. Práctico y conservador. Lauriane es más disidente en lo académico —cursó estudios de género, lo cual brinda una idea de su posición intelectual—. En este aspecto, los estudios de ambos son un referente de sus mentalidades. También se hallan analogías entre las parejas Mariano-Flora y Mariano-Lauriane. Además de ser pariente de Mariano Gandarillas, el joven que conoció a la estudiante francesa durante una excursión a Macchu Picchu también estudia Derecho; así como Flora Tristán fue una ardorosa activista política a quien se la reconoce como precursora del feminismo, Lauriane siguió estudios de género, aunque confiesa desconocer en absoluto a su compatriota Flora. Asimismo, Mariano invierte la travesía de Flora Tristán, de Arequipa a Burdeos, experimentando vicisitudes acordes con la época presente.

La novela expone el desencuentro de los estereotipos acerca de lo europeo y lo latinoamericano a través de Mariano y Lauriane. Ambos reactualizan, pero en otras coordenadas espaciotemporales, la tensiones del contacto cultural. Lauriane arrastra una culpa histórica que condena a los europeos como saqueadores colonialistas que echaron a perder para siempre el futuro de las naciones que sometieron. Pero halla en Mariano todo lo contrario a un individuo con una vida estropeada. Y aunque las observaciones del Mariano actual lucen retrógradas y autoritarias, la mirada de Lauriane no es menos prejuiciosa. Este romance actualiza el de Flora con Mariano Gandarillas en varios aspectos que trascienden lo mencionado anteriormente. Peregrinaciones de una paria ha sido frecuentemente criticada por las descripciones racistas y estereotipadas de su autora, propias de una mirada eurocéntrica. De modo similar, aunque en sentido contrario, el desencanto de Lauriane, como el de Flora Tristán, radica en que los peruanos más distinguidos quieran asimilarse a toda costa al modo de vida europeo. Los usos y costumbres de la mayoría de personas que conoció durante su estadía en el Perú, más breve que el de Flora Tristán, no está a la altura del estereotipo que se construye desde Europa: que sujetos de la periferia occidental no estén conformes con su identidad cultural y anhelen parecerse lo más a los europeos la desconcierta sobremanera.

Las réplicas de Mariano ante la preocupación de Lauriane por la pérdida de identidad cultural en el Perú son reveladoras de la subsistencia de un horizonte poscolonial. Que en el Perú una porción de la población mire al resto con desprecio o no se sienta identificada con el proyecto de nación, explica Mariano, es una demostración palpable del fracaso del Estado-nación europeo aplicado en América Latina donde la diversidad cultural no la hace viable. La situación que Lauriane contempla y le aqueja es resultado de las concepciones europeas sobre el Estado-nación. Aquí se advierte una crítica al multiculturalismo posmoderno, a las construcciones de categorías analíticas desde Europa, que no son funcionales cuando se observa la realidad de las sociedades periféricas. Que una estudiante francesa de teoría de género desconozca a Flora Tristán estando en Perú, es posible interpretarlo como una crítica al pensamiento posmoderno francés adquirido como una impostura intelectual indiferente ante la agenda académica transatlántica.

¿Cuál es la mejor forma de gobierno para la naciente república? era la pregunta que recorría los Estados-nación latinoamericanos y el origen de las disputas por el poder político. La separación de lo público y lo privado; del Estado y la Iglesia; la intervención de los académicos en los asuntos públicos; la elección de una forma ideal de gobierno que confrontó a unitarios y federales, liberales y conservadores; el protagonismo de la Academia Lauretana de Ciencias y Artes de Arequipa en el ámbito de las ideas políticas posterior a la declaración de independencia; la gestación de una activa sociedad civil; el centralismo limeño en pugna con los florecientes regionalismos del sur; el caudillismo militar; la emergencia de una intelligentsia liberal en Arequipa; y la influencia de personajes arequipeños notables en la vida política local y nacional configuran un vasto panorama sociopolítico de la época. Es la parte histórica la que presenta una narración más solvente y contiene los mejores instantes de la novela, los cuales compensan el tono melodramático que adquiere por momentos el romance entre Mariano y Lauriane.

Esta línea narrativa mantiene un diálogo crítico con la sección análoga relatada en El paraíso en la otra esquina (2003) de Mario Vargas Llosa en lo que concierne a la estadía de Flora Tristán en Arequipa y la intensa agitación política y social del momento. En general, Babilonia en América replantea integralmente la construcción vargasllosiana empleando técnicas narrativas similares así como ampliando e invirtiendo contrastes inter e intratextuales. La pareja Flora Tristán-Paul Gaughin, abuela y nieto, es complejizada por otras dos, Mariano Gandarillas-Flora y Mariano-Lauriane, pero, de igual modo que en la novela de Vargas Llosa, en tiempos distintos acontecidos en la misma ciudad, Arequipa. La trama asigna un protagonismo oscilante a la Flora de Babilonia, donde la vitalidad y el desenfado del joven Mariano Gandarillas del siglo XXI, si bien no adquiere sus dimensiones de vitalismo es análoga a la que animaba a Paul Gaughin en El paraíso. La Flora militante y combativa no se aprecia en la novela de Aldo Díaz, el espacio-tiempo elegido no corresponde al de esa faceta que es posterior a la experiencia peruana; sin embargo, hay lugar para una Flora más a lo femme fatale y vistazos de una personalidad disidente que proyecta una mirada eurocéntrica de la cultura.

El enfoque narrativo es variado: prevalece el narrador omnisciente en tercera persona, fugaces soliloquios, narrador en primera persona, un narrador cinematográfico —que muestra el fragor de las batallas entre los ejércitos de los caudillos y la asonada del Arequipazo— y de vez en cuando irrumpe un narrador en segunda persona semejante a la voz que en El paraíso suele interpelar a Flora Tristán, aunque en Babilonia esto ocurre con el joven Mariano durante las circunstancias más aciagas de su romance con Lauriane. Al respecto, el estilo y registro narrativo es acertado, verosímil y muy representativo de los usos sociales del lenguaje para cada época. Justamente, una de las mayores virtudes de esta novela es la versatilidad de la voz narrativa.

Esta novela discute los límites entre ficción y realidad acudiendo a estrategias narrativas que no solo contraponen novela (ficción) vs. historia (realidad) sino que la estructura de la misma novela subvierte sus propias modalidades de representación ficcional mediante una poética metaficcional, puesto que en las instancias finales sorprende las certezas adquiridas por el lector a lo largo del relato, de modo similar al desenlace de Historia de Mayta (1984).

Humor y erotismo matizan el tono grave requerido para narrar sucesos densamente históricos como las componendas políticas, las pugnas entre caudillos o el Arequipazo. El humor es prerrogativa del narrador más que de los personajes, sobre todo cuando aquel, a modo de íntimo confidente, subestima las cualidades del pretendiente de Lauriane o se mofa de las situaciones que lo aquejan sin mayor contemplación. De otro lado, hay un desigual tratamiento del erotismo en cada una de las dos tramas: uno cortesano y otro prosaico, acorde al contexto de los personajes. No obstante, ambas modalidades de erotismo, que combinan recato y vehemencia, alcanzan sus formas más logradas en los encuentros sostenidos por Mariano y Flora.

Babilonia en América requiere ser leída como la apuesta por un tipo de novela histórica que problematiza los límites entre la historia pública y la privada, lo frívolo y lo solemne, realidad y ficción; definitivamente, una novela de contrastes.

Reseña de Arturo Caballero


PERORATAS
Fernando VALLEJO
Alfaguara, Buenos Aires, Argentina. 2013 (320 Págs.)

Sólo contra todos
Mucho se ha escrito sobre Fernando Vallejo, autor de la pentalogía El río del tiempo (1985/93). Aquella audaz y furibunda novela-río cuyos cinco tomos desentrañan una de las miradas latinoamericanas más agudas y penetrantes de los últimos treinta años. Ríos de tinta corrieron tras la aparición de La vírgen de los sicarios, y más aún, con su ensayo histórico y académico La puta de Babilonia (donde entre salvedades, se alegaba la inexistencia histórica de Cristo). Desde entonces, se lo ha vinculado con el Conde de Lautréamont (sic), el barroco (¿será posible vincular la pluma gongorina de Lezama con la del escritor responsable de Mi hermano el alcalde?); hay quienes lo toman como un Céline sudamericano (Jacques Fressard). Acaso, esto último, no tanto por la prosa (caudalosa y encausada) -mucho más elegante y trabajada que el autor de Viaje al fin de la noche-, si no, por su visión cruel, imprecatoria del mundo. Últimamente, su nombradía lo ha ubicado entre los Grandes (así con mayúscula) de su generación: Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa. ¿El boom latinoamericano?, en absoluto, a él no le interesa nada de eso.

Ciertos sectores de la crítica lo han mitologizado ad absurdum, tildándolo de todo (menos de bonito): de apocalíptico, insolente, iconoclasta, o blasfemo… ¿Pero es Vallejo, en verdad, esa máquina criminal de imprecaciones? Despotrica, injuria, provoca; lo revela su tono denunciativo, sí; pero, ¿por qué razones?; ¿cuáles son los motivos de su explosiva iracundia? Veamos.

Si nos remitimos a sus libros feroces, motivos no faltan: en primera lugar, el sufrido inconveniente de haber nacido, y luego, la humanidad entera que constantemente le recuerda las atrocidades criminales que perpetra con absoluta impunidad. Sus argumentos son sacados de ese cadáver maloliente que resulta la Historia (la Iglesia Católica como mal social, la violencia del narcotráfico en Medellín, la guerrilla colombiana, la superpoblación, el hambre, el deterioro ambiental y moral, etc.). Y los exhibe uno tras otro, con la exquisita pericia de un forense en su morgue. Implacable, sí, aunque a través de un tono decididamente brutal.

Estos 32 textos que son Peroratas, ofician de muestrario de lo que la indignación puede llegar a producir en materia escrituraria. Se trata de artículos, discursos, conferencias, ponencias, prólogos y presentaciones de libros y películas. Textos que reflejan sus sentimientos más consecuentes como resulta su búsqueda tenaz de la verdad y la justicia. Pero no todo es color de rosa. “El alma es ruido del cerebro y el cerebro caos, un pantano, turbulencias, turbiedades que no duran más que fracciones de segundo y que se borran las unas a las otras”, escribe siempre indignado. Como si se tratara de desvincularse de los lugares comunes que ha acuñado el rebaño, Vallejo denuncia. Despotrica contra los políticos. “Todos son logreros, utilitarios, buscan puestos y figurar y en estas últimas décadas: plata y más plata y más plata como para el pozo de nunca llenar”. Ni Dios se salva: “Dios no existe. Dios es un pretexto, una abstracción brumosa que cada quien utiliza para sus fines propios y acomoda a la medida de su convivencia y de su infamia”. No en balde algunos de sus textos le valieron mucho más que un adjetivo despectivo (su artículo “Leyendo los Evangelios”, aparecido en la revista Soho, le costó su renuncia en 2005 a la nacionalidad colombiana). Sus hitos de raíz cínica vertebran la fuerza directriz de su pensamiento. Subvierte valores: “la maternidad es egoísmo disfrazado de altruismo, lujuria enmascarada de virtud. No somos hijos del amor. Somos hijos de sucia lujuria fisiológica”. Vallejo dixit. Se teje otra moral, una manera diferente de ser en el mundo.

Peroratas es un libro obsesivo. El autor regresa (monotemáticamente, en el buen sentido del término) sobre sus temas nodulares. Y uno de esos tópicos resulta el problema de la expansión demográfica. “Reproducirse es un crimen, en mi opinión el crimen máximo”. Más adelante vuelve a la carga: “dejen tranquilo al que no existe, ni está pidiendo venir, en la paz de la nada. Total, a ésa es a la que tenemos que volver todos”. Luego garantiza, en otro artículo, como acostumbra, lapidario: “La reproducción no es un derecho, es un atropello”. Asoma el fantasma ominoso del nihilismo por detrás. “El cielo y la felicidad no existen. Ésos son cuentos de sus papás para justificar el crimen de haberlos traído a éste mundo”. Por lo tanto, ¿hay espacio en su pensamiento para una función ética? Vallejo nos responde acorde a su estilo: “Nadie tiene obligación de hacer el bien, todos tenemos la obligación de no hacer el mal”. Hay ecos axiomáticos relacionables al filósofo rumano E. M. Cioran, autor de Breviario de podredumbre y En las cimas de la desesperación. Pero sus continuos ataques despreciativos a las tradiciones y los modos de vida sociales resultan más irónicos que pesimistas.

Su propuesta, se vincula a una tradición que suma ya varios milenios de antigüedad. Más precisamente desde tiempos del Cinosargo, aquel sitio donde los filósofos cínicos solían reunirse en las afueras de la polis, tras haber sido expulsados. Porque Vallejo comparte esa mirada corrosiva del outsider que cierta vez tuvo Diógenes de Sinope. Hablo del mayor representante del pensamiento correspondiente a la escuela cínica. Sus enseñanzas estimulaban el aprendizaje a vivir, a pensar, a existir y a obrar ante el mundo inmediato: la muerte, el placer o el deseo. Instruía la insolencia ante todo lo que se engalanaba con la toga pretexta de lo sagrado: lo social (sabido es el desplante que Vallejo hizo ante las propias narices del mismísimo Vicepresidente de su país, en una conferencia), los dioses junto con la religión (La puta de Babilonia, sobrada prueba), y las convenciones (aquí su verdadera cruzada desacralizadora que lo llevó a escribir una veintena de libros heterodoxos, completamente iconoclastas).

Una pequeña aclaración. Obrar según el punto de vista cínico es esculpir la propia existencia como una obra de arte. Es decir una vida debe ser el resultado de una intención, un pensamiento y un deseo. En síntesis: ser consecuente con su ejemplo. Antes de concluir daré aún un par de ejemplos concretos. El primero. Tras ganar el Premio Rómulo Gallegos, Fernando Vallejo entregó todo el dinero a Fiorella Dubbini, protectora de los perros callejeros de Caracas (por cierto algo análogo hizo años después tras conseguir el Premio FIL de Literatura, cuyo dote, en este caso, alcanzaba los 150 mil dólares). El segundo corresponde más que a un gesto, a una amistad. Un sentimiento que explicita en el artículo “Los impensados caminos del amor”, acerca de la gran danés Bruja, su querida perra y compañera durante trece años (otra vez el hábito en destacar las virtudes del can por sobre las humanas). Rebelde y solitario, el cínico hace una única contribución social: la pura soledad.

No son pocos los pasajes donde Peroratas alude a lo que una mayoría pretende ignorar. Vallejo se vale del cinismo, ese otro humanismo para poder nombrar la incómoda verdad. La verdad no es bella. Molesta porque es cruda, real, como el aire que se respira tanto en su mentada Antioquia como en cualquier otro sitio de esta tierra. Por lo tanto, ¿es perentorio que surjan escritores como Vallejo, a quienes le correspondería la labor de arrancar las máscaras, denunciar las supercherías y destruir las mitologías generadas por la sociedad actual? El lector sabrá responder.

Augusto Munaro

Crisis, Jorge Majfud, Baile del Sol, Tenerife, 2012, 146 pág. 14 €

Sólo despegándonos de lo concreto, pero atendiéndolo, podemos aspirar a comprender la globalidad de nuestro mundo. El narrador uruguayo Jorge Majfud articula ambas escalas en esta excepcional novela, que nos plasma un excelente relato sociológico y cultural de las personas inmigrantes en EE UU, y de la propia sociedad de este país.
La obra está formada por la yuxtaposición de fragmentos de historias, encabezadas por la fecha, el lugar (diferentes localidades de EE UU cercanas a la frontera sur) y el valor del índice del Dow Jones. Así, se hace explicita la relevancia del capitalismo a la hora de condicionar la vida. A su vez, la multiplicidad de ciudades en la que figuran unos (aparentemente) mismos personajes da pie a entender la vida errante de los sin papeles. De esa forma, se obtiene una novela con un protagonista colectivo en la que no se pierde individualidad.
Crisis resulta un libro estremecedor, que presenta un relato duro, lleno de injusticias, de dolor, de abusos de poder. El autor explora los miedos, sueños y esperanzas de las personas inmigrantes a través de escenas representativas, de marcado valor simbólico y metonímico, que le ocurren a un personaje concreto, aunque le pueden suceder a cualquier otro. De hecho la desubicación sirve para globalizar los acontecimientos, pues puede que sucedan en un mismo lugar o en cualquier otro espacio.
Por otro lado, juega con diversos tipos de narrador y pone el foco en diferentes esferas implicadas: migrantes, familiares, mafias, empleadores, trabajadores locales… Además, de una manera muy hábil, también construye un retrato de la sociedad estadounidense, con lo que levanta una condena de un estilo de vida deshumanizado, hipócrita y personalmente empobrecedor. Así, abre numerosas puertas a las que asomarse, lo que permite vislumbrar distintos ámbitos de realidad. Por lo tanto, como confluencia de voces narrativas también resulta muy interesante el libro.
A su vez, Crisis alterna la ficción con hechos reales o reproducción de noticias. Igualmente, se incorporan fragmentos ensayísticos, a modo de disertaciones de los personajes. Con todo esto, el autor consigue dotar de fluidez y dinamismo al volumen, que no posee una trama sino que, de manera fragmentaria, levanta una visión panorámica del presente. En este sentido, Majfud demuestra un gran acierto al emplear esta construcción de la novela, pues potencia sus objetivos de discurso y, en sí misma, la estructura aporta contenido en esa misma dirección.
Por todo ello, se trata de una obra muy rica, por la que pululan decenas de personajes que, en definitiva, tratan de sobrevivir en y a un mundo gobernado por un sistema económico despiadado. Así, la brillante denuncia de Majfud apela a la dignidad, al humanismo, en un relato amargo y desalentador. Crisis resulta una novela esplendida, hábilmente construida, que nos presenta numerosas vías para observar nuestro tiempo y hallar puntos donde incidir para transformarlo.

Alberto García-Teresa
Viento Sur. Número 126/Enero 2013. 127.
http://www.vientosur.info/IMG/pdf/VS126_Sumario.pdf
http://elblogdebailedelsol.blogspot.com/2013/02/crisis-de-jorge-majfud.html

Editorial MAGO se complace en anunciar la publicación en Chile de “Sátiro o El poder de las palabras”, última novela del poeta creacionista Vicente Huidobro, publicada originalmente en 1939 por Zig-Zag.

Se trata del cuerpo narrativo más oscuro y complejo del poeta, una pieza fundamental cuyo argumento trasciende la búsqueda creativa de su poética cumbre, Altazor o El viaje en paracaídas. En Sátiro o El poder de las palabras advertimos al ejercicio de la palabra actuar como punto de partida del proceso introspectivo hacia la locura de Bernardo Saguen, su protagonista, y aquello que supone el lenguaje en nuestra relación con los otros. La sensación de asfixia y alienación producida por el entorno. La duda sobre la propia existencia.

Vicente Huidobro, poeta de una riqueza creadora poco común, logró dejar estampado en la historia de la literatura hispanoamericana una nueva manera de crear y pensar. Así, para Editorial MAGO representó una inspiración que los condujo a investigar su legado literario, bastante del cual, comenzó a olvidarse en la noche de los tiempos. Por esto, previamente a Sátiro o El poder de las palabras, editaron Manifiestos (1925), nueve textos publicados originalmente en francés, y hasta ese momento jamás conocidos en Chile, que constituyen una articulación perfecta que permitió validar y dar consistencia al proyecto político y poético de Vicente Huidobro.

Grace Russell J.
Editorial MAGO
Merced 22 Of. 403- Plaza Italia, Santiago.
Phone 07.7315004


«En el iBook Store ha aparecido la versión gratuita para dispositivos iOS del libro multimedia «El Árbol de la Libertad» de Mariano Maturana y Consol Rodríguez.
Este libro está escrito como una guía que recorre el barrio de Gracia de Barcelona y narra su historia libertaria desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días.
Allí aparecieron las primeras publicaciones que dieron a conocer en Europa el pensamiento anarquista español. Después de la Comuna de París los anarquistas fueron perseguidos por todo el continente y muchos de ellos llegaron refugiados al barrio de Gracia en busca de apoyo para propagar sus ideas, como por ejemplo Errico Malatesta y Paolo Schichi entre muchos otros. En este barrio se fundaron las primeras organizaciones feministas del siglo XIX impulsadas por la obrera anarquista Teresa Claramunt. En el siglo XX a un par de cuadras del barrio se reunió la Columna Durruti en 1936, en el libro se puede ver la película desde donde sale el 23 de julio rumbo al frente de Aragón. Éstas y muchas otras apasionantes historias se pueden leer, ver y escuchar en este libro».

Ver: https://itunes.apple.com/us/book/el-arbol-de-la-libertad/id570579869?ls=1

Este libro inaugura las publicaciones digitales de PHotoEspaña. Abre así un nuevo camino editorial acorde con nuestros tiempos, signados por la pantalla y la comunicación digital. Se suma además a la inclinación del Festival –a partir de su edición pasada— a incluir el ámbito virtual y de la red en su programa. La publicación reúne ensayos que giran en torno al tema de PHotoEspaña 2012: “Desde aquí. Contexto e internacionalización”. De este modo continúa el esfuerzo de editar antologías en español e inglés con reflexiones teóricas acerca de las cuestiones que sirven de marco para articular la programación temática que se presenta y discute en los festivales. Interfaces. Retrato y comunicación, publicado el año pasado dentro de PHotoEspaña 2011, y ahora el libro que aquí presentamos, actúan  a manera de un componente más de la programación, que encuadra conceptual y reflexivamente el vasto rango de problemas presentado en las exposiciones dentro de la temática específica de cada Festival.

La de PHotoEspaña 2012, en contraste con la del Festival anterior –que se centró en el retrato—, posee un carácter más cultural y social que estrictamente artístico. Aborda los procesos de internacionalización del arte traídos por su circulación global, enfocando en las relaciones entre contexto e internacionalización, la construcción contextual del “arte internacional”, las interconexiones entre las esferas locales e internacionales, y sus dinámicas en múltiples direcciones. Así, sus exposiciones exploran los diálogos y fricciones de esta relación en el arte contemporáneo, de modo tanto indirecto como específico, en forma flexible y muy variada. Ellas examinan la ecuación artista-contexto-obra-internacionalización con artistas donde los contenidos del contexto local han sido fundamentales en la creación de obras de impacto internacional.

Las relaciones entre arte, cultura e internacionalización se han transformado de modo tan radical como silencioso en los últimos quince años. Atrás han quedado los tiempos de los ismos y los manifiestos, así como los establishments centralizados. La cuestión crucial en el arte hoy día es el extraordinario incremento de su práctica y circulación regional e internacional a través de una variedad de espacios, eventos, circuitos, mercados, y mediante comunicaciones electrónicas, y las  oportunidades que esto brinda al arte y, más allá, a sus viabilidades culturales y sociales. En esta explosión participa una vasta multiplicidad de nuevos sujetos culturales y artísticos que circulan internacionalmente y que antes, o no existían, o quedaban reducidos al ámbito local. Esta transformación es fruto del auge de la información electrónica y las comunicaciones, del impacto de la tan llevada y traída globalización, de desarrollos postcoloniales, del fin de la Guerra Fría y de la acelerada modernización en Asia, a cuyas escenas artísticas emergentes PHotoEspaña ha dado un peso notable.

Junto al incremento de los circuitos internacionales, crecen nuevas iniciativas artísticas y nuevas actividades que se llevan a cabo localmente en todo el mundo. Además de haber creado dinámicas locales inéditas y muy activas, muchas de estas actividades se abren internacionalmente. Los artistas suelen estar bien informados sobre otros contextos y sobre el arte hegemónico, y buscan  proyección internacional. A veces se mueven dentro, fuera y alrededor de espacios locales, regionales y globales. Usualmente su producción no está anclada a modernismos nacionalistas, lenguajes tradicionales o mercados provincianos, aún cuando basen su obra en trasfondos específicos. Los contextos mismos van deviniendo globales a través de su interconexión inmediata con el mundo. Este transcurso no excluye fricciones, concesiones y desigualdades, así como la persistencia de estructuras de poder y segregación heredadas del colonialismo y/o debidas a discrepancias económicas, estructurales y de legitimación, algo que el término “glocal” desdibuja, al connotar una conexión fluida y universal entre los polos unidos por este neologismo.

Desde, y no tanto de, en y aquí, es hoy la palabra clave en la rearticulación de las cada vez más permeables polaridades local-internacional, contextual-global, centros-periferias, Occidente-No Occidente. En general, la obra de muchos artistas contemporáneos, más que nombrar, describir, analizar, expresar o construir contextos, es hecha desde sus contextos –subjetivos, históricos, culturales y sociales— en términos internacionales. El contexto deja de ser un locus “cerrado”, relacionado con un concepto reductor de lo local, para proyectarse como un espacio desde donde se construye naturalmente la cultura internacional. Antes, sólo los contextos centrales internacionalizaban sus peculiaridades (por ejemplo, el arte pop estadounidense), mientras los demás quedaban reducidos a ser “locales”. Hoy la dinámica tiende a la pluralización activa, a una nueva agencia de los contextos a escala regional y global.

La diferencia se construye en forma creciente a través de modos específicos plurales de crear los textos artísticos dentro de un conjunto de lenguajes y prácticas internacionales que se va transformando en el proceso, y no por representar elementos culturales o históricos característicos de contextos particulares. Es decir, radica más en la acción que en la representación. Esta inclinación abre una perspectiva que confronta el cliché de un arte “universal” en los centros, expresiones derivativas en las periferias, y un múltiple, “auténtico” ámbito de la otredad en la cultura tradicional. Obviamente, estas taxonomías, al igual que la polaridad misma de centro y periferia, han sido fuertemente confrontadas en estos tiempos porosos de migraciones, comunicaciones, químicas transculturales y rearticulaciones de poder.

La diversificación de la cultura internacional no se articula a manera de un mosaico de diferencias explícitas en diálogo dentro de un marco que las reúne y proyecta, sino como modo específico en que una multiplicidad de sujetos recrean activamente un set de códigos y metodologías establecidos en forma hegemónica a manera de metacultura global. Es decir, la globalización cultural configura multilateralmente una codificación internacional, no una estructura multifacética de celdillas diferenciadas. Aquella codificación actúa como un lingua franca defectuosa que permite la comunicación y que es forzada, descalabrada, reinventada por una diversidad de nuevos sujetos que acceden a redes internacionales en franca expansión. No obstante, hay contextos “centrales” que debido a su dinamismo, creatividad, poder y capacidad de control mercantil y legitimador, continúan imponiendo cánones internacionales desde sus islas hegemónicas. La globalización es más global para unos que para otros, diría George Orwell.

Sin embargo, las tendencias desencadenadas por la globalización avanzan, en general, hacia la diversificación internacional del arte. Hasta hace poco, aquella se procuraba a propósito en las exposiciones mediante una práctica “correcta” de cuotas. Ahora ocurre lo contrario: los comisarios y las instituciones tenemos que responder al exceso, a la vastedad global inabarcable. El desafío es poder mantenerse al día ante la eclosión de nuevos sujetos, escenas y energías artísticos y de información que estallan por todos lados y obligan a abrir nuestros ojos, oídos y mentes. El comisariado, en buena medida, se hace hoy día desde la ignorancia.

Estas cuestiones que han encuadrado la programación temática de PHotoEspaña 2012 y el contenido de este libro son desarrolladas en mi ensayo en ella reproducido. En la antología se reproducen también textos de Claire Doherty, Manray Hsu y Nikos Papastergiadis, que se publican por primera vez en español.  Charlotte Bydler, Anna María Guasch e Iván de la Nuez contribuyen con ensayos escritos especialmente para el volumen (escribo “volumen” y noto cómo seguimos usando viejos términos e imágenes del mundo analógico para referir al mundo virtual, todavía deficitario en léxico y representaciones propias, específicas). Se antologan además las ponencias presentadas en Trasatlántica 2011, el coloquio internacional de fotografía que organiza cada año PHotoEspaña en una ciudad latinoamericana diferente, gracias al apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de España. En ellas Juan Carlos Belón, Sagrario Berti, Kekena Corvalán, Irving Domínguez, Marcelo Expósito, Rita Ferrer, Daniel Garza Usabiaga, Lorena González, Eduardo Ramírez y Giuliana Vidarte ofrecen una constelación de enfoques sobre asuntos puntuales, que conduce la antología hacia análisis de casos concretos y muy variados.

La nómina anterior incluye profesores, críticos culturales, artistas, comisarios, investigadores… quienes hacen que el libro resulte una encrucijada compleja, vibrante en su riqueza de ideas, contextos y posiciones. Este, profusamente ilustrado, articula una discusión contemporánea de máxima actualidad e importancia, y poco debatida en España. La indagación teórica se teje con asuntos como la circulación del arte, sus diálogos, fricciones y posibilidades de comunicación, el comisariado internacional, la traducción cultural, el archivo, la construcción de la historia, las relaciones de poder simbólico, entre otras muchas cuestiones. El libro resulta así una contribución importante al objetivo de hacer de PHotoEspaña un espacio de producción de cultura tanto como de exhibición de cultura. Refuerza su filo propositivo, de discusión de problemas actuales, con un debate que contribuye a llevar el Festival hacia la reflexión y la creación de sentido unidas al disfrute estético. Un festival veraniego que piensa.

Gerardo Mosquera

Título: Iquikanchu
Autor: Michael Macavilca Mejia
Editorial: Createspace.
Novela historica situada en la antiguo distrito de San Juan de Lurigancho (Lima) de 1870 hasta los años proximos de la guerra del Pacifico. Novela del género histórico escrita en primera persona. Su personaje principal, un ser ficticio; Alejandro Portocarrero Lavasille, en un relato personal nos sumerge en la primera parte de la historia de su vida. Sus raíces, su amada familia, su infancia en la hacienda Les Fleurs, la vida estudiantil, los entrañables amigos, el primer amor, su lucha por hacerse de un nombre en el mundo de la tinta y la pluma con el objetivo de alcanzar la ansiada experiencia del amor. Un mundo que se atrevió a jugar creyéndose sabio conocedor de las inesperadas sorpresas que afrontó y terminaron marcándolo por siempre. Decide luego, entonces a pedido de su familia, viajar a Chile para cursar estudios universitarios y alejarse del clima nostálgico que rodeaba su hogar. Años más tarde en 1879, convertido ya en un abogado, regresa al Perú para reencontrarse con sus seres queridos y continuar rehaciendo su nueva vida. Pero el destino aun le tenía deparado mas pruebas a su agotado espíritu. La guerra del Pacifico estaba por estallar, justamente cuando había enrumbado a trabajar a la ciudad de Iquique, al lado de su entrañable amigo, el rico empresario Don Alfonso Ugarte Vernal. Viéndose envuelto luego, en una serie de intrigas entre sociedades ocultas detrás de los gobiernos beligerantes. Pero el llamado de la Patria en los momentos críticos del inicio de la guerra del Pacifico hizo que se comprometa en toda labor referida a la causa de su defensa, incluso a sabiendas que las mismas podían costarle la vida.
Amante también de las historias de los antepasados que poblaron San Juan de Lurigancho, los rurikanchu. Nos transcribe en simultaneo el relato que escucho de su amigo, el viejo indio Amancio, acerca de la princesa Pisikta y su amado el quechua Quisu Yupanqui. Una historia situada en los tiempos sentenciados como el fin del gran imperio Inca. Manqumarka y el Cusco son las ciudades donde la Princesa Pisikta crece y se hace mujer. En medio del amor de su padre, las intrigas por su llegada al trono y la felicidad del amor al lado de un general Inca.
Dos historias que guardan una relación entre si, y no solo por la ubicación geográfica en que se desarrollan ambas. Una recuerda a la otra, y esa otra es capaz de alimentarle en ideas y misterios que se develarán con el tiempo…


Título: La muchacha que deseaba vivir en un invernadero
Autor: César Valdebenito
Paginas: 105 pág.
Editorial: Ediciones C&MAño: 2011, Concepción, Chile.

César Valdebenito, en 105 páginas, nos entrega un libro inclasificable. La primera parte lo constituyen tres cuentos de tintes apocalípticos o futuristas. Uno de los cuentos es el que da título a la obra: La muchacha que deseaba vivir en un invernadero. Cada una de las historias es una pieza espléndida y nos introduce en un mundo acosado por el terror del fin del mundo, de las guerras apocalípticas, las catástrofes naturales y la amenaza de la destrucción del planeta. Problemáticas generadoras de miseria y aflicción, que los personajes de Valdebenito enfrentan con su afán de supervivencia y desesperanza, y a la vez, con la convicción de sobrellevar el día a día y de encontrar un futuro mejor. Quizá lo más singular de esta primera parte es que empiezas la página de un cuento y la acabas sin darte cuenta, acabas una y tienes que empezar otra, y cuando la acabas ya nunca la olvidas. Así el lector se sumerge en un eterno y pequeño viaje por el infierno. Aquí la risa se combina con la sensación de salvajismo, el idealismo se combina con el completo desprecio por la moralidad, la locura se combina con la razón. Y al terminar el último cuento nos quedamos con la sensación de que cada línea es elocuente, humana, incluso religiosa en el sentido más hondo. El autor, por lo mismo, se ha convertido en un intérprete subversivo de las convicciones de la ficción, y su evolución se ha visto favorecida por las más amplias y laxas influencias europeas y especialmente la narrativa norteamericana moderna.
En la segunda parte nos enfrentamos con un conjunto de poemas deliciosos, delicados, sensibles, ominosos. Nos asombra la tersura del lenguaje, su brevedad, su concentración, su densidad lo cual no es comparable sino con la mejor esencia de un perfume que permanece largo tiempo imborrable en la piel y en la memoria. Pasan los versos y sin darnos cuenta encienden ferozmente al lector llevándolo al origen de una búsqueda muy dolorosa que es una especie de diario personal del amor perdido.
En las últimas páginas del libro asistimos a la inteligente construcción de una obra de teatro titulada Los amantes. Sin duda es un viaje hacia las profundidades del conocimiento y de la naturaleza del mundo en que vivimos. Una obra actualísima en la que se trata el amor, los celos, la obsesión del deseo carnal, los quiebres de pareja, la fe, el desengaño con toda la mitología del último medio siglo. César Valdebenito aborda esto con incisiva destreza y nos lo entrega de manera sólida y dialéctica. Y no solo eso, el autor nos asombra con la agilidad con que maneja los diálogos de sus dos inefables personajes. Un punto crucial de esta obra dramatúrgica es que en el repliegue del sexo, en el revuelo de las sábanas se percibe el terrible envaramiento y miedo de la vida y de las íntimas relaciones humanas.
César Valdebenito nuevamente nos descoloca con esta propuesta originalísima, implacable y totalmente distinta a sus libros anteriores.

Reseña de Ernes Jamett

Acercamiento a “7…” de Jorge Alberto  Flores Inga (Muquiyauyo- Junín, 1983)

“7…” es el primer libro del joven poeta Jorge Flores publicado por (Paracaídas Editores, Lima 2011) y 7… es el primer libro que he visto salir con ese agradable aroma a libro recién concebido.

Cuando visite Perú, en noviembre de este año como poeta invitada al V festival internacional de poesía “Cielo Abierto” Barranca 2011, pude conocer  a diferentes poetas, entre ellos a Jorge Flores Inga de Lima, con quien tuve la suerte de leer en varias mesas y detenerme a escuchar la sencillez del sonido de sus poemas.

Siempre que un poeta recibe un libro recién salido de la imprenta es un regalo y cuando ese regalo es agradable a los sentidos tiene múltiples  virtudes, más aún si ese regalo tiene la intención de ser guardado para toda la vida, eso se llama tesoro y Siete es un tesoro comprimido en 29  páginas con vocabulario incluido, así es con vocabulario incluido como usted bien lee, porque este libro pese a llamarse Siete contiene solo ocho poemas y el número cero tiene la particularidad de ser un poema donde cada vocablo es una creación dentro de otra. El autor formula un poema con mensajes propios, con sonidos propios. Aquí es cuando el libro acrecienta mi sorpresa, al vislumbrar como Jorge Flores crea un poema donde cada palabra es única y la justificación del vocabulario excelsamente original.
En cuanto a la forma Siete no se deja escapar ni en palabra, ni en estética. El poeta se arriesga con una formula afinada hasta la medula donde los sonidos son siete poemas como notas musicales, más un cero elaborado, un poema ordenado para funcionar como funciona el amor, el cuerpo, el universo de la poesía.

Lo meritorio de este libro es que si descomponemos el poemario o si lo leemos en forma desordenada, no altera la creatividad del acto poético, porque la temática amatoria permite el desliz lírico para detenernos en las imágenes y en ese juego previamente delineado por Flores que es ajustado siempre con astucia, entonces se comprueba la tesis de que “ el orden no altera el producto”, un orden a simple vista exacto, pero cuyo mensaje cíclico y intrínseco se desnuda hoja a hoja, verso a verso como si los números y el amor tuvieran sentido y me atrevo a afirmar que aquí lo tiene, por supuesto con la vivacidad que el autor compone.

Este libro es un siete, una apuesta musical alta, una afirmación en el altar, un Siete impecable en escritura y plácido en lo temática, pues a modo de crítica constructiva señalo: A la poesía latinoamericana bastante falta le hace componer poesía rigurosa y con profundo contenido amoroso, como es 7…, poemario algo inusual en las primeras obras de los jóvenes escritores, que si bien cierto la mayoría se atreven y además se dejan oír por el ruidillo de la ciudad o de su propio yo poético, pocos apuestan a un riesgo épicamente matemático como lo hace Jorge Flores.

Ana Montrosis
Noviembre 2011, San Bernardo Chile


EL ALCOHÓLICO BIPOLAR, de Carles Brunet Bragulat, Punto Rojo libros S.L. de Sevilla España.

Un vecino de un bloque de pisos maltrata a una familia con continuas agresiones y amenazas. El hijo de esta familia enfermo alcohólico y bipolar maníaco afectivo incapaz de afrontar la situación a causa de un pánico insuperable, emprende una huida que lo llevará a unos lugares donde el alcohol y la miseria lo hundirán todavía más. Carles no puede hacer más que sobrevivir día a día incapaz de mantener su sobriedad a pesar de sus continuos esfuerzos, pasando por el manicomio y sufriendo un delirium tremens, recorre distintos pueblos de donde tiene que huir a causa de los tremendos disparates que comete por culpa de su adicción hasta que termina en la cárcel. Después de contratar a un famoso abogado le suspenden la condena y vuelve con su padre y su tío y emprende una recuperación definitiva que lo llevará a conocer el AMOR y a querer ayudar a otros alcohólicos.

Más información en www.elalcoholicobipolar.com

EL JARDIN DE LAS PECULIARIDADES
Jesús Sepúlveda
Nihil Obstat, 2011.

NIHIL OBSTAT ha vuelto a sorprendernos con la reedición de un texto clave en el horizonte del pensamiento crítico. Adversario de la civilización basada en el monocultivo y la cosificación de los seres vivientes, Sepúlveda postula la eclosión de un mundo no sólo más justo y sustentable, sino paradisíaco.

Por lo visto en el tránsito entre el mythos y el logos la humanidad ha perdido de vista la conciencia indistinta, de modo que el lenguaje y el yo se han apoderado de la cognición humana precipitando la caída del edén pleistocénico y marcando el ascenso hacia las poleas y atalayas de la razón instrumental. El Jardín de las Peculiaridades nos habla de una mirada capaz de aquilatar la multiplicidad de lo viviente, una mirada que al tomar conciencia de la belleza intrínseca del mundo es estética mucho antes de que la academia pasteurice este término en el marco de unos atributos antropocéntricos por completo arbitrarios. En efecto, todos los seres vivos experimentan momentos de regocijo inapetente en los que contemplan la belleza del mundo. Su lucha se reduce a poder existir, actividad en la que carece de sentido poseer, domesticar o dominar.

Con la consistencia de un documento urgente y visionario, El Jardín explora las dimensiones múltiples de una sensibilidad que resiste a la domesticación y su racionalidad exobiótica. Estamos ante el manifiesto de una razón no estandarizada, la que en gran medida representa el desenvolvimiento de la poesía por otros medios. Pero en lugar de limitarse al análisis político de las diferentes manifestaciones del poder como dominación (canibalismo, patriarcado, democracia plutocrática, monocultura, orden unipolar), inspira el movimiento capaz de derrocarlo. Este es, tal vez, su énfasis más significativo:

En la Tierra se haya contenida la noción de toda libertad. Y tras las barras de acero surge la desafortunada experiencia de la prisión y del enjaulamiento. La revolución debiera transformar lo cotidiano en una ética que se realiza en el presente perenne. Pero esto es algo especulativo, ya que se basa en la urgencia ética de transformar. La inmovilidad, en todo caso, rinde homenaje a la represión. Sólo el movimiento libera. (§ 32:68)

En el Jardín de las Peculiaridades, todas las contraculturas, ideas y experiencias antiautoritarias convergen y son revitalizadas por la onda expansiva de la naturaleza. La transformación social rompe la absorción en sí misma para conectarse con el mundo viviente que es condición de producción de la vida social y la historicidad. La búsqueda de una cultura no simbólica es el hallazgo del silencio de una conciencia humana dispuesta a religarse con la Tierra, una conciencia capaz de oír la música de la existencia.

La peculiaridad no es un atributo, a la manera de un accidente en la sustancia idéntica a sí misma del orden simbólico dominante. La peculiaridad es el pulso y el flujo diversificante de la emergencia y diseminación de la vida, cuyo propósito es enriquecer esa misma diversidad. De esto nos habla Jesús Sepúlveda al afirmar que sólo hay un sendero que conduce al corazón de la vida. El postulado de El Jardín es que no se trata de una senda preestablecida y absoluta, de un camino trazado por las estructuras sociales de repetición, o de la “única vía” instaurada imaginariamente por quienes se consideran poseedores de una verdad revolucionaria en descomposición.

Ese sendero no demarca sus límites y no confina a nadie en su extensión. Más que venir de algo o ir a algún lugar, es una manera de estar aquí y ahora. Exuberante e ingobernable como lo es la fuerza de la vida, ese sendero no es otro que el ejercicio de la libertad.

Rodrigo Gaínza


Nuevo libro «Ramal»
De Talca a Constitución el tiempo rescatado por Cynthia Rimsky.

La escritora chilena recorrió seis veces este ramal que en 2007 fue declarado Monumento Histórico. Así, escribió una novela que es en sí misma un viaje, una alternativa al tiempo que impone el progreso y un homenaje a las pérdidas.

Constanza Rojas V.

Cynthia Rimsky (1962) ya no usa reloj. Hace un tiempo escuchó hablar del ramal que recorre desde Talca a Constitución, y fue a conocerlo. Se sintió avasalladora, prepotente con las personas que vivían en sus alrededores. Se dio cuenta de que ella traía el tiempo de la capital, muy distinto al de los lugares por los que viajó. De esa sensación, entonces, nació la novela Ramal . Y la decisión de no usar nunca más reloj.

Publicado por Fondo de Cultura Económica, el libro de la escritora chilena es en sí mismo un viaje. El protagonista proviene de una familia que emigró del sur a Santiago, y ahora emprende un recorrido por el ramal como parte de un programa de turismo que promete «rescatar» la zona. El personaje no sabe exactamente a dónde va ni con qué se encontrará. El narrador y el lector, tampoco.

En este viaje se yuxtaponen los dos tiempos que Rimsky percibió en las seis veces que recorrió el ramal. «El tiempo del progreso es diacrónico, tiene un antes y un después, las cosas se suceden linealmente: ‘Soy pobre, y alguna vez llegaré a ser rico’. Pero en el campo hay un tiempo sincrónico, donde coexisten todos lo tiempos. Dices ‘en esta casa vivía’, ‘ahí había un caballo’. Hubo gente que no quiso irse a la ciudad a vivir en el tiempo del progreso y se quedó, pero junto a toda la gente que se fue. Las cosas coexisten como fantasmas, es el tiempo de las cosas perdidas», dice Rimsky. Y tal vez si ella tuviera que concentrar su novela en una palabra, ésta sería «pérdida». La pérdida de cosas, personas, ideales, creencias, arraigos.

Está la casa patronal con el botero y sus tres solteronas, está el esquivo secreto para una buena fiesta del vino, una escuela que trata de sobrevivir con cuatro alumnos, la hierba a la que llaman «matapollos», y una cobradora de boletos que se las ingenia para estar en todas partes casi a la vez. Hay un Chile que va más allá de la empanada jugosa y la cueca bien bailada, porque Rimsky quiso que su novela no tuviera un tono sepia romántico. Que no fuera una idealización nostálgica del pasado, ni una utopía campesina. Rimsky apuesta por la contradicción, el contraste y la desacralización; y propone que un lugar, antes que todo, son las relaciones que establecen sus habitantes. Tanto así, que la mayoría de los personajes no tiene nombre propio, sino que son «el hermano», «la vendedora» o «el representante». Al mismo protagonista lo llama «el que viene de afuera».

Este personaje, además de ser un individuo, involucra también a una familia, y con cada eslabón de ésta, Rimsky propone una forma distinta de relacionarse con el tiempo. Se trata, además, de una familia con bastantes rasgos de la suya. El abuelo Bórquez era de la zona del ramal, su padre abrió una consulta dental en la calle Maruri, cerca de la Estación Mapocho, y nunca la trasladó a los barrios altos, a pesar de las peticiones de su mujer. La misma autora se inquietó también de que su padre dentista nunca emigrara, como sus pares, a zonas más acomodadas de la ciudad. «Pero, de repente, cuando fui al ramal me di cuenta de que eso no era un defecto, sino otra forma de vivir el tiempo, de no aceptar esta idea de progreso. Finalmente fue para mantener su libertad».

Como suele hacerlo, Rimsky se vale de distintos registros para construir este libro. Noticias, conversaciones por chat , y fotografías de sus travesías. Estas últimas las tomó ella misma, también la poeta Nadia Prado, su sobrino Lucas Rimsky, y fueron editadas por Andrea Goic. A través de las imágenes, una vez de regreso en la ciudad, la autora pudo volver a viajar. Incluso, en ocasiones, encontró en ellas ideas que en terreno le fueron esquivas.

-¿Qué lugar tiene el ramal dentro de la identidad chilena?

-Ahí está el valor de todas las contradicciones. Por una parte es la historia, pero por otra, la ruina. Todo lo que es el abandono, la miseria. Pensé mucho acerca de cómo se rescatan estos lugares valiosos, porque el ramal fue declarado Monumento Histórico en 2007. Lo que pasa es que en Chile está el concepto de que se reconstruye el tren, la iglesia y la casa-hacienda. Pero eso no es nada, son objetos. Lo que se debería tratar de preservar son las relaciones entre las personas, de la gente con la naturaleza, con los objetos, la manera artesanal en que producen las cosas. Todo el sistema de relaciones. Lo bello es cómo la gente habita ese lugar. En el fondo, son porciones de tiempo que nos quedan.



Salazar Gabriel:
“HISTORIA DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA EN CHILE”
1º Edición, 2003.
LOM ediciones.
ISBN: 956-282-544-2

Más allá de lo anecdótico de si fue o no José Zalaquett el que solicitó a Gabriel Salazar dictar una clase para entender lo que es el marxismo durante su detención ( y tortura ) en Villa Grimaldi, el plasmar lo presentado durante esas clandestinas cátedras significan una obra que tiene varias características:

– Ordena y resume de manera simple (considerando su críptica pluma)  la mirada histórica de Salazar que desde la óptica de la historia económica marxista logra identificar el origen y los vaivenes de los problemas estructurales de la economía chilena, sus actores reales (más allá de sujetos que engrosan impersonales estadísticas) y logra distinguir prístinamente los entretejidos económicos formales, informales, validados por la fuerza, populares, etc. Y su interacción.

– Es desde esa misma óptica que Salazar propone una nueva línea de tiempo de la historia chilena, no desde los mitos fundantes de los héroes y la política, sino desde los ciclos productivos que son los que influyen directamente el devenir de la “nación chilena”. Una línea no lineal, que no rigidiza su forma y que da la ductilidad que lógicamente tienen todo proceso histórico y no el matemático e ingenieril constructo de la línea recta unitemporal al que estamos acostumbrados y que se enseña en la educación formal.

– Es un pequeño manual que sirve para generar teoría y cohesión social (para mundo popular principalmente) en torno a una historicidad común que dé acicate a la movilización y resistencia a las injusticias estructurales y añosas a las que están sometidos y estarán sino se recupera esa memoria y se develan los mecanismos de dominación. Todo lo anterior sin pontificar.

Finalmente (sólo cierro las posibilidades de análisis para este comentario, porque creo son muchas) Salazar nos vuelve a representar a la Historia no cómo la cristalización de hechos pasados dignos de estudios asépticos, sólo revisables a través de fuentes inertes, sino la presenta como un “continuo” un “siendo” vivo y palpitante. Así en  los epílogos de su obra, nos representa cual espejo la realidad de la “acumulación capitalista en Chile” y sus (des)potencialidades.

A sabiendas que quizás por las condiciones en que se generó la “Historia de la acumulación capitalista en Chile” ésta no cuenta con las formalidades propias de obras históricas cieníficas como las propias `previas de Salazar. Pero, sin duda, ésta enrostra, enerva y (debería) moviliza.

Freddy Sánchez

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