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Del boom al realismo sucio.

por Luis García de la Torre
Artículo publicado el 16/06/2017

Resumen: Fin del boom como proceso literario, e inicio del realismo sucio con su autobiografismo como causa, dura y pura, en la escena escritural de América Latina de fines del siglo XX y principios del XXI.

Realismo sucio, aclaro que el término particularmente me reúne a todo escritor, o toda literatura, que pudiera ser llamada de diversas formas, a expensa de cada frontera interna, pero que aborda la realidad tal y como hoy la vive, siente y huele cada persona común y corriente de este lado del planeta, es decir nada armoniosa y mierdera, no importa su latitud o costumbre. No defino, no encasillo, ni quedo bien, pero es lo que abarca con este u otro denominador. Cada vez que utilice el término, comercial o editorial, que igual no me molesta, realismo sucio, piénsese en contemporaneidad: hambre, sexo, desilusión, corrupción, drogas, alcohol, consecuencia de políticas de dictaduras modernas, debilidad, angustia, ultraje, mordaza, incorrección, bajos fondos, dinero, desagradabilidad y lo negro del blanco, en estas décadas actuales.

Mencionaré boom, y lo haré prefiriendo este vocablo, al de realismo mágico, que igual referiré algunas veces para evitar la errada reiteración, por el impacto que tiene el término y el englobe que conserva en la mente de quien lee. Además, ya que en el realismo mágico popularmente caben autores, de generaciones muy posteriores, que no son incluidos al hablar del boom, y claro está para todos, aunque parezca a veces inverosímil, pero hay personas bien inteligentes e interesadas que ahora se acercan, por edad o curiosidad a la literatura, por lo que muchas veces lo implícito no es tan obvio. Por lo que aludo a estos consabidos autores de diversos países, con distintas realidades, intenciones, caracteres e inspiraciones, pero que curiosamente esta palabra determinó en afinidad, y así se reconoció mundialmente, y aún se conoce. Lo fuerte del calificativo que comercial o editorialmente se creó, boom auge en español, es en definitiva allegado al de dirty realism o realismo sucio, igual comercialmente divulgado. Y he aquí la primera convergencia editorial que se nos ha dado a engullir por el mercado.

¿Pasó el boom a la realidad sucia? ¿Fue dando paso el boom latinoamericano, de forma espontánea o “forzada”, al realismo sucio, explícito o implícito, consciente o inconsciente, dentro de la literatura de mitad del siglo pasado a la actualidad? ¿El contexto y lo autobiográfico en la literatura latinoamericana de hoy, conforman, por su peso ya en desarrollo, la tendencia literaria que señala a América ante el resto del mundo, como sucedió en la década del 60 con aquellos referentes populares de nuestra literatura? En este errar pretendo que sí, proponer al realismo sucio como inclinación imperante dentro de la literatura latina contemporánea, la vástaga en tiempo y espacio del boom. Reconozcamos dentro de esta preferencia rasgos de autores y obras generales, ya que da para un estudio más amplio, que conforman este proceso descarnado de escribir y lo que muestra literariamente su fórmula, y a lo que responde, que es a un contexto en el que la persona-autor está tan imbuido en el sistema que lo jode que no puede dejar de crear con su misma biografía ciudadana, voluntaria o involuntariamente, sin espejismos. Con una escritura, detallada, precisa, y un amplio ruido dramático a la vista y mente de los lectores. La realidad vivida por los autores lo marca y lo define. Es decir, hoy más que nunca vuelve, como hizo el naturalismo[1], su predecesor lejano, a predominar lo peor del contexto exterior, que cría y arropa a lo más carcomido del interior, más que otro factor, en el autor y por ende su obra lo refleja. Las letras están marcadas, por esta estética ruda diaria y violentamente urgente que viene sucediendo en el plano social, económico y cultural, de hace años a la fecha, en nuestras regiones y que, aun cuando el hombre prefiere dar vuelta a su vida diaria y buscar otra manera de estar, cada uno en su “felicidad” continua e individual, inevitablemente lo que subyace se registra en la literatura, y se destaca entre las otras corrientes que están vívidas.

Los procesos literarios, y de creación en general, tienen por su naturaleza bien humana, más que otros tantos, fronteras poco visibles. Solamente el tiempo y los contextos, van definiendo o ubicándolos, en esta locura no vivida anteriormente por el hombre de codearse aparentemente con modelos infinitos, gustos, facilidades de expresión, interpretación, palabras y estilos, y los cuales son puestos a la vista, y al intelecto, por la contemporaneidad. Se hace necesario, ya que actualmente están muy visibles las divergencias de este curso escritural latinoamericanos de inicios de la segunda mitad del siglo XX, sus fines y principios del XXI, aceptar que esta “nueva” literatura en este lado de nuestro mundo nos ha “fotografiado”, de tal forma, que podría ser la candidata heredera del boom, visto y estudiado como fenómeno.

Hoy autores y obras que están fuertemente relacionadas con situaciones límites, que hacen aparecer valoraciones y realidades que el ya mencionado naturalismo, nos legó, después de vivir décadas de orgullo escritural mágico, con escritores socialmente lúcidos, ubicados en las mismas zonas geográficas pero con diferencias aparentemente tan marcadas se hilvanan, se unen en sus contrastes y se suceden.

El realismo sucio da un proceso literario que hiela cuando se lee, que influye con sus maneras en el resultado final de creaciones dentro de cierto salvajismo escritural. Sin miramientos. Sin darle basura intangible al lector. El boom como fenómeno tan bien estudiando, y abordado, no me adentraré en definirlo “definir al boom, cosa nada fácil visto que su existencia se ha registrado en millares de revistas y diarios de los últimos diez años, como un tópico cuyo origen nadie conoce pero que se repite como una contraseña”[2], fue sin dudas realista pero con ese gran matiz que todos dominan y admiran, no tuvo horizontes definidos que separaran lo verdadero de lo fantasioso. En esos años de irse poco a poco cayendo el velo de lo maravilloso, escritural y literariamente hablando, se fueron sucediendo fenómenos derrotistas y atractivos a lo moderno, a lo original, que inyectaron esta nueva literatura, a estos días venideros, influenciados por “lo abyecto y lo pornográfico, la violencia, una estética de la «basura,» y hasta una tendencia a lo políticamente incorrecto, al machismo y el sexismo”[3]. Autores que iban ya haciendo su obra, creando a la sombra de un monstruo latino de época, creando lo duro que se avecinaba. La novedosa modalidad es de por si la respuesta de cómo se le fue cediendo el paso, por la conexión evidente de las inconexiones propias de una etapa que rompe con las características de su antecesora, y he ahí es precisamente su convergencia si vemos la historia de la literatura.

“Con la misma carencia de argumentos sólidos con que en los años sesenta, mediada la década, se comenzó a alabar y a consagrar al llamado “boom de la narrativa latinoamericana”; hacia 1972 varios reportajes a escritores y artículos periodísticos fueron índice de que se había comenzado a decretar su extinción. Menos de una década había durado un procesamiento público de los valores literarios que se encuentra entre los más confusos y los menos críticos que se hayan conocido en las letras latinoamericanas…”.[4]

«¿Cuánto duró el boom? No menos de 10 años. Se clausura con la política. El caso Padilla[5] fue deshaciendo una empresa común y fraternal, sentenció Vargas Llosa, como quien escribe un epitafio (…) No digo que la literatura latinoamericana entrara en recesión, sino que aquella empresa común pasó a ser una empresa individual», matizó el Premio Nobel de Literatura”.[6]

¿Qué dejó el boom o qué no dejó, que es también legado, que estos noveles autores lo asieron? ¿Qué procrearon los padres del dirty realism que hoy tienen descendencia en Latinoamérica? ¿Qué realidad nos traga a nosotros mismos que aparece este desasosiego escritural y gusta?

Algunos puntos divergentes, otros coincidentes y otros que se revuelven hacinados en la sucesión.

En la reconquista de nuestro mundo:

Carlos Fuentes[7]: “…iría repitiendo las observaciones de mi amigo personal Gabriel García Márquez que en América Latina estamos escribiendo una sola novela con distintos capítulos. Que escribe en Cuba un Alejo Carpentier, en Argentina un Julio Cortázar, en Perú un Vargas Llosas, etc…”.[8]

Teresa Basile[9] comenta: “Resulta, entonces, tentador leer el realismo sucio de Pedro Juan Gutiérrez[10] en cotejo con el discurso higienista de la Revolución cubana. Para superar las lacras del capitalismo y romper sus cadenas de enajenación…”.[11]

Pongamos el ojo territorial. García Márquez[12] en algún punto pensaba en un todo que intentaban, una sola América escrita y unida. Eran tiempos de bullicio político en Latinoamérica. Años posteriores continuó con el idilio en Cuba y con Fidel Castro, en una casa y su despacho, supongo, y de seguro también en un bello mar y una pesca. Las obras del realismo mágico en general, y García Márquez liderando en particular por méritos propios y célebres, trenzan lo real y lo mágico en perfecta armonía, sépase y quien haya leído al respecto evidencia, que cuando se nombra lo asombroso se refiere a apreciar la mayoría de las veces lo real, lo que nos rodean en esta parte del occidente, y que es tan verdadero que causa estupor, y otras con la cuota irracionada de fantasía propia que responde al cometido del escritor del fenómeno. Las obras escritas y dadas al público en esos años gloriosos del boom transcurren generalmente en un mundo americano y pueden ser ubicadas, según las características de nuestras regiones, en cualquier parte, en sitios o poblados, construidos para los personajes y sus situaciones. En cambio en Pedro Juan Gutiérrez, el lugar, la historia, el sol, la casa, la gente, y cualquier sustantivo común que me viene a la mente, están en un problema real, desde una existencia única, por ejemplo en este caso de su obra primaria[13], en la Cuba de los 90[14], que difícilmente se replica tan puntualmente en otra nación latina. Los cubanos lo saben. Y también provoca asombro lo real, da asco, da excitación, roña. Viven en un mundo tan peculiar, tan difícil de creer, que resulta inverosímil. Son el calcetín dado vuelta del realismo mágico cuando se describe lo latino. Son individuos tragados por un circo, todavía hoy están así, solos, con hambre, llenos de la peste de la realidad “revolucionaria”. Individuos que no fueron lo que los años 60 y 70 idearon, aislados en la Cuba de los 90, sin ayuda, en la lacra del invento social que siguen escondiendo. Aquello que señalaba García Márquez no pasó fuera de las fronteras de sus autores. El fin y el inicio del siglo rompieron. Como sucedió entre la Antigüedad y la Edad Media, la primera destaca el humanismo y la belleza exaltando la figura humana y el racionalismo con la razón y la reflexión, la segunda por su teocentrismo; el Renacimiento y el Barroco, con su ideal cortesano de hombre galante, diestro en las armas, buen amante y actuar natural, y quebrando la segunda con sus contrastes entre lo bello y lo feo o lo refinado con lo grosero; el Neoclasicismo desde su marcado fin didáctico y en el Romanticismo la primacía de las emociones frente a la razón, el marcado subjetivismo frente al mundo objetivo de los neoclásicos. Y ayer lo mágico y hoy lo sucio. Nada mejor para una continuidad que la diferencia lapidaria. El “hombre nuevo” no fue. El mundo mejor tampoco. América se volvió más insoportablemente “sálvense quien pueda”, el fin de las quimeras, y Cuba, Chile, México, Argentina, Bolivia, Colombia, Perú y demás un ex país. Léase a García Márquez y a Pedro Juan con prolongación. Léanse los sueños comunitarios de antaño, que igual denuncian en sus historias no digo que no; y la vigilia individualidad de hoy, pero que es la que se vive. No puede verse de otro modo, se continúan.

En el lugar equivocado y preciso:

Guillermo Cabrera Infante[15]: “… yo me he sentido afuera de ese mundo, un outsider (…) un solitario y así prefiero verme…”.[16]

Carlos Montenegro[17], escribe Vicente Francisco Torres[18]: “…Hombres sin mujer, la más fuerte novela cubana de todos los tiempos (…) Carlos Montenegro nació en Galicia, España en 1900. Hijo de padres cubanos, llegó a Cuba a los siete años de edad. A los 13 se enroló como grumete en un barco de cabotaje; fue minero y obrero en una fábrica de armas en estados Unidos. En 1919, en una calle de La Habana, asesina a un hombre, hecho que lo lleva a cumplir una condena de 10 años”. [19]

Los dos están consagrados en el proceso escritural. Uno en su biblioteca, con la morriña y los libros; el otro en secesión con papel y tinta. Los dos escribiendo proscritos, los dos en la literatura y condenados. La soledad lo hizo. Guillermo Cabrera Infante no se sentía, y no tenía por qué, parte del boom, no obstante estuvo el día, el año, la década y el siglo justo donde se dieron a conocer escritores latinos mundialmente y él ocupó, por real y amplio talento, nombre cuando se habla de Cuba y del boom. Haya “existido” o no. No se desligan desde entonces las siglas de GCI, Cuba y “su” boom. En paréntesis juzgo que fue, más que literario lo que la isla produjo del fenómeno en ese minuto, político y “dirigentón”. Pido acá perdón al Infante difunto ya que no quería estar ni incluido fuera, include me out soslayó. Carlos Montenegro, tiene invertido el orden de descendencia. Montenegro desde antes del boom ya era padre referente del realismo sucio con su obra publicada en 1938 porque lo vivido, y la coyuntura, te hacen el imposible de no separarte cuando te colma lo duro. Al inicio me referí “Los procesos literarios, y de creación en general, tienen por su naturaleza bien humana, más que otros tantos, fronteras poco visibles. Solamente el tiempo y los contextos, van definiendo o ubicándolos…”, hoy Carlos Montenegro ocupa lo que vivió y sobre lo que escribe, saltando para producir un puesto hacia atrás de GCI y se conceptualiza saltando hacia delante, por encima del boom con su novela autobiográfica sin matices, de todo o nada. Se publica Hombres sin mujer 30 años antes del realismo mágico y 60 ó 70 años después se inserta. In media res. Se confunden los procesos con los dos cubanos que estaban en fecha y hora donde no querían, o debían, estar. Por la época dispar y por la escritura se unen. Tenemos entonces a dos escritores atemporales por elección o sorteo, poco tangibles para los que como yo quieren subrayar nombres y enlazarlos con motivos, irritables para la oficialidad que los sentenció, y escrituralmente queriendo salir pero sin embargo no hacen más que entrar al molde. Embrollados.

En la imaginación real:

Mario Vargas Llosa: “… no creo que pudiera escribir una novela puramente imaginaria (…) el boom no existe, era una nebulosa que nadie sabe que existe…”.[20]

Marcial Gala[21], escriben en un artículo de diario en Cuba: “El narrador cubano Marcial Gala asegura que su novela La Catedral de los Negros [22], recién ganadora del premio Alejo Carpentier, tiende al realismo sucio, a la vez que apela a técnicas narrativas del Boom latinoamericano. El escritor laureado con el premio más importante concedido anualmente por el Instituto Cubano del Libro explicó que su obra toma lo fantástico y la realidad otra de la corriente literaria de los años 60 y 70 del pasado siglo, personificada entre otros por el colombiano Gabriel García Márquez”.[23]

Se sentencia la viceversa, coincide un paradigma de 40 años, en aquel lejano 1976, hoy 81; y un novato de 47. Independientemente de que los escritores del boom recrean sus historias, y es la característica más difundida y siempre señalada, con un manto de fantasía convivida comúnmente con “su” realidad, esta “su” es la materialidad de cada uno. Las funciones de la literatura, estéticas y prácticas, están obligatoriamente presentes siempre y los acusan. Lo cognoscitivo del boom es delatado en los nombres, los vivientes, las costumbres descritas y las formas de vida que permiten poner el plato servido de la realidad de cada uno; y lo socio-ideológico domina en el sistema de pensamientos de la sociedad y los conflictos que van evolucionando a medida que se avanza en la historia, y no hay manera que se independice de lo que ha experimentado y vivido cada autor, a pesar de sus propias intenciones. Toda obra es, en mayor o menor medida, un documento histórico y directo de lo que sucede en el entorno que ha dado su existencia. Incluso por muy camuflado que se esté en la estética la estela que va dejando tatúa los factibles sentidos de la obra. En su conjunto los autores del boom escribieron conforme a un sistema de normas que “dominaron” el movimiento, y más fuerte aún no se zafaron de lo que les construyó el mercado, haya sido favorable, o no, en el momento vivido, pero así y todo la agitación social de la época y el clima político social y sobre todo diplomático primó, quizás no en algunas obras pero sí o sí en la definición de cada uno de estos autores. Tanto que no ha existido otro movimiento literario latinoamericano tan influyente, y participativo, en la política, decisiones y resolución de conflicto de nuestros países actuales. Tan radical en auto señalarse partícipe de una u otra inclinación, y estoy elogiando la sinceridad, aunque cuestionable por supuesto porque, sea de un lado u otro, derivaron, en menor medida sí, pero sumaron junto con el egoísmo político-social, y su supremacía, a conducir a esta América, al realismo sucio, a la basura. A la ficción de escritores que vuelcan a sus personajes en las cosas más comunes de la vida pero que no están resueltas para nada, como es ahora: la comida, la tranquilidad, la familia, el sexo enamorado, la educación, la solidaridad, la vida, la amabilidad y el equilibrio entre otras conquistas humanas. Y aparece el hambre, la preocupación extrema, las separaciones, el sexo puro y duro, la ignorancia, el individualismo, la muerte, la rudeza y la mendicidad que entre otras engatusan lo antinatural que supondría, y significa todo esto, y que se muestra con una velocidad muy normal, y he aquí su denuncia, y por lo tanto, el hoy deslumbramiento de los lectores. En fin lo autobiográfico, lo cotidiano, que igual, supongo, no hace para nada que perdamos el asombro. El realismo sucio pudiera darse con el orgullo, muchos de sus escritores más auténticos, y es lo que lo hace igual bien atractivo, de que el lector no sabe mirar bien dónde comienza la ficción y lee todo en realidad. Puedo sugerir que la ficción parte ochenta y cinco por ciento de la realidad, claro está, pero recreada de igual manera, de ahí el autobiografismo que proclama, pero con una cuota bien importante de creatividad, porque cada autor no puede dejar de escribir de su imaginación y es que el vicio de la palabra hilvanada es demasiado, pero de esa persona que vio a su lado caer y que recrea tal y como lo horrorizó. A esto refuerza cuando calcas un lenguaje de esquina, una pose de diario y una acción oculta o televisada, pero que todos sabemos que está ahí. Creo sinceramente que los que leen, por la catarsis anímica de ver al otro más jodido, creen la ingenuidad de que tiene más porciento de realidad que de inspiración escritural. Y ahí en lo que la gente interpreta, sean lectores de otras latitudes sobre todo, está la cuota real o no, el morbo. Exactamente se compensan, y se hacen similares en el lector y su mente, lo mágico y lo sucio, cuando el de mirar y escribir al respecto claramente es bien distinto.

En la cama:

Severo Sarduy[24]: “…lo que pasas a la mano y es una energía que viene del sexo, es esa energía que brota del sexo y baja hacia la mano, no hacia la cabeza. Yo escribo con la totalidad del cuerpo, bailo mucho, me muevo mucho, hay mucho músculo en lo que yo hago. Y pretendo que el lector sea captado por este aspecto puramente físico (…) ya ello (…) el boom son objetos de tesis grado, ya ellos son escritores clásicos, son constantemente citados y no pertenecen en lo más mínimo a la marginalidad (…). Lo más difícil es mantenerse al margen, mantenerse en la subversión, esto sí es duro (…) lo más difícil es mantenerse en el underground…”.[25]

Pedro Lemebel[26] responde: “¿Cuáles son tus proyectos creativos más inmediatos?

Un libro que se llama Nefando (Crónicas de un pecado), donde intento la reconstrucción de la oculta historia homosexual de Chile, desde lo pre hispano, donde escribo la historia travesti de los machis araucanos, mucho antes del glamour hollywoodense, desde ese no colonizado lugar de la memoria me propongo desplegar los hilos maricuecas de una historia no contada, no inscrita en la bitácora patria. Aunque a muchos les moleste mi reiteración al tema de la homosexualidad, yo regreso cuando quiero y dejo la puerta entreabierta para que entre el fresco o el estupor”.[27]

Severo Sarduy, ubicado en ese movimiento continuante inmediato, de nombre horrible y nada agradecido, pero nos sirve como consecuencia, el post-boom, está con su underground proclamando ser padre, parte, y aparición de algo más que un post. Y se da vuelta en su escritura a algo más directo. Con base barroca, experimental y lenguaje más complejo que sus antecesores. Textos más coloridos y de acción poética muchas veces. Provistos de la transexualidad se va acercando a lo más sucio que plantea la literatura de hoy. Amasa lo racial en la alienación del resentimiento contra lo que se plantea, sobre todo en su novela póstuma[28], comúnmente. Hay un cambio en la manera de plantear lo sexual que va llevando a otros autores a ser más explícitos. Reconoce que toda su obra es más bien un pie de página de la de Lezama[29], un marginado. Paradiso [30] fue editada en 1966, en pleno apogeo del boom, donde su capítulo bálano fue bien lascivo. Lo sexual Sarduy lo plantea desde la práctica de sentarse, o pararse a escribir lo que le azota el impulso y el baile. Y por fuerza cuando el cuerpo está caliente, en movimiento, la pluma lo traduce en saliva, en fiesta y empuje raudo y mojado. En el boom la representación femenina, casi endiosada físicamente ya sea negra, europea o indígena, muestra delante de Sarduy a la mujer novia, honrosa familiarmente, ingenua prostituta, luchando por la ruptura de las tradiciones, y que se mueve en un mundo latino-machista, de diversas maneras, pero siempre, y reuniendo todo encuentro sexual que se explícita en implícito, es decir van a hacer el amor, lo están haciendo, lo hacen y me pregunto ¿ahí quedó el momentos de la vida de dos? ¿Dónde el sexo, y no el erotismo, de hacer el amor? Como lo continuó un poco Sarduy, y lo tajó el realismo sucio, como lector simple y sexual refiero. Además, se evidencia lógicamente el tema generacional, los años 60 no son los 80 y para nada los 2000, donde se proclama la heterosexualidad y hasta la trisexualidad como hecho común, y se practica en la cama y a viva voz. Y no puedo dejar de mencionar que el boom, y sus representantes, dejan entre líneas o no, que su posición, o condena, ante sus narraciones masculinas ponen grave, y dócil, las condiciones femeninas que hoy tanto se condenan, o infantil. En conclusión el boom está sí atestado de sexo pero que responde más bien al concepto de alusión al mismo, teniendo en cuenta la acepción de que es velado. Y ello replica, ya dicho, creo sinceramente a lo generacional, ya que igual acepto que fue raspante para el momento e introdujo lo que sigue y Severo Sarduy dio y contribuyó con otro pie. Hoy, la literatura sucia latina no experimenta, sino prueba con el tema y describe. Por ejemplo con Pedro Lemebel, que toda su obra es la de un escritor poblacional, urbano y maricón, lo digo elogiando. Tuve en años la misma sensación de frescura, como que me salvó la literatura, como cuando leí a los Loynaz Muñoz[31] casi niño, mis vecinos; y a Lemebel adulto y emigrante. Una pluma increíble, sustantivo pluma, seguro lo degustaría. Tiene una narrativa y un lirismo no exento y colmado de marginalidad, clasismo y sexo. Tiene páginas explícitas e implícitas, personales y profesionales bien sucias y encandila. Hizo gala en vida y obra de que “quien no se embarra no goza”, impensable para autores anteriores. Los del boom se embarraron y gozaron, pero en la política. En su obra se encarga de sacar todo lo que el poder, de antaño en Chile, y no tan lejano, y el actual ídem o muchas veces el mismo que “el lejano” intenta tapar, esconder o manipular. Pedro Lemebel fue un escritor incómodo, en su discurso y en apariencia. Cuando se inserta la dictadura en Chile[32] la vida diaria fue censura, miedo, vigilancia, tortura y muerte. Por lo que gana terreno, y no había otra manera, la marginalidad audaz. Así hace su obra este autor, y deviene en contra de lo demás y se muestra real, activo, asqueado del no decir o del decir camuflado, y la letra se lee desajustada. Posmoderno le dicen, yo sucio, provocador subversivo y le encanta exhibirse. Leyendo al autor viene con su obra la seducción que va abracando, y esta seducción va marcada en, y más allá, de lo sexual, porque en su forma de entonar la denuncia lo explicita, e implícita. No lo conocí, si lo vi un par de veces en la calle, una frente a una sinagoga y otro en la Fiesta del Roto Chileno[33]. Su vida privada sería él mismo referente de su literatura. Su savia, su mismo espacio social literario, y es sabido. El espacio urbano, preestablecido, vigilado, condenante al ciudadano común, enmarcado en libertades y mierdero al final del día fue el motivo de su obra y la denuncia, ligado en causa. Lo sexual en sus textos callejeros está explícito, mostrado y es como se debía, rabioso y enlodado.

 Y ahí estaba por fin, a sólo unos centímetros de su nariz ese bebé en pañales rezumando a detergente. Ese músculo tan deseado de Carlos durmiendo tan inocente, estremecido a ratos por el amasijo delicado de su miembro yerto (…) Con infinita dulzura deslizó la mano entre el estómago y el elástico del slip, hasta tomar como una porcelana el cuerpo tibio de ese nene en reposo. Apenas lo acunó en su palma y lo extrajo a la luz tenue de la pieza, se desenrolló en toda su extensión la crecida guagua-boa, que al salir de la bolsa, se soltó como un látigo. Tal longitud, excedía con creces lo imaginado y a pesar de lo lánguido, el guarapo exhibía la robustez de un trofeo de guerra, un grueso dedo sin uña que pedía a gritos una boca que anillara su amoratado glande. Y la loca así lo hizo, secándose la placa de dientes, se mojó los labios con saliva para resbalar sin trabas ese péndulo que campaneó en sus encías huecas. En la concavidad húmeda lo sintió chapotear, moverse, despertar, corcoveando agradecido de ese franeleo lingual. Es un trabajo de amor, reflexionaba al escuchar la respiración agitada de Carlos en la inconciencia etílica. No podría ser otra cosa, pensó, al sentir en el paladar el pálpito de ese animalito huacho recobrando la vida. Con la finura de una geisha, lo empuñó extrayéndolo de su boca, lo miró erguirse frente a su cara, y con la lengua afilada en una flecha, dibujó con un cosquilleo baboso el aro mora de la calva reluciente. Es un arte de amor, se repetía incansable, oliendo los vapores de macho etrusco que exhalaba ese hongo lunar. Las mujeres no saben de esto, supuso, ellas lo chupan, en cambio las locas elaboran un bordado cantante en la sinfonía de su mamar. Las mujeres succionan nada más, en tanto la boca loca primero aureola de vaho el ajuar del gesto. La boca loca degusta, y luego trina su catadura lírica por el micrófono carnal que expande su radiofónica libación [34].

El sexo genital en el realismo sucio es la derivación, es la palabra del testamento del boom y el post-boom. Se puede leer en él algo sexual sin extrañar el término o el transcurso, gústese o no. Un sexo objetivo de pareja, o demás personas incluidas. Años para que acá, de este lado del mundo, apareciera una literatura contradictoria y con sexo explícito, y que no lleve el adjetivo erótico como bandera que enarbola su precio, sino incorporado a una historia a la cual entre lo demás, también el sexo juega el papel que tiene en la vida real. Hombres y mujeres escaneándose continuamente con la mirada por donde quiera que pasan y aguantando, “ya que no somos animales” y “no sé qué otra cosa somos”, pero liberándose de lo que nos trabamos nosotros mismos. Así heredó esta tendencia, lo que fue evolucionando por menos de medio siglo, cuando mundialmente se nos mira: latinos, extrovertidos, de piel y contoneantes.

En la gramática simple:

Todo escritor se basa en una gramática, una coherencia, una cohesión y una sintaxis propia, la cual medita y ensaya demasiados años, para lograr lo que pocos pueden, la personalización y el acuñe de una rúbrica propia. Intentando ser referente y no referencia a otros. Pocos tienen tal manejo, y cuando no la novedad, el narrador, los personajes, los tiempos y los estilos fundamentalmente combinados lo logran. Igual no son los genios, que son pocos, pero sí geniales arquitectos de la palabra que pespuntean y de pronto tenemos parido, e impreso, un fino trabajo puntualmente acabado que trasciende. El boom atesora genios y geniales. El realismo sucio también. Perfectos maestros que, recrean su estilo en la sintaxis, en las palabras, los sintagmas y su relación, en oraciones muy bien organizadas, que son los glóbulos que recorren las líneas de los textos, y hasta las entrelíneas. Y la gramática de hoy fraccionó a la de ayer.

El boom lo logró en sus escritores insignes. Combinaron las palabras que formaron sus ideas y parieron un tiempo dudoso, original; renovaron las voces narrativas, en perspectiva; e hiperbolizaron las metáforas que rasgaron la realidad. Uno por uno. En fin dieron vida a una nueva literatura no conformista y crearon lo novedoso, palabra por palabra y sin fronteras. No voy a adéntrame en especificidades, en un análisis sintáctico, ya que son demasiadas particularidades, como escritores, pero si en singular en la extensión de las oraciones y los tiempos, como característica al vuelo de cada modelo, sus figuras y cómo rompió un patrón con su antecesor para destacar su pertenencia a la novedad que siguió. Léase:

 Así habían empezado a andar por un París fabuloso, dejándose llevar por los signos de la noche, acatando itinerarios nacidos de una frase de clochard, de una bohardilla iluminada en el fondo de una calle negra, deteniéndose en las placitas confidenciales para besarse en los bancos o mirar las rayuelas, los ritos infantiles del guijarro y el salto sobre un pie para entrar en el Cielo [35].

Este ejemplo, tan dispar al sucesivo, da vínculo entre las dos tendencias que aludo por lo diferente, amén del idioma tan pertinente en que nos movemos. Aquí, el escritor paradigma, nos construye una oración gramatical, compuesta por cuatro oraciones yuxtapuestas y prolongadas por la coma, que indica el movimiento que el autor prefiere dar a las unidades lingüísticas ya que las oraciones son cercanas, y a partir de la primera se quiere lograr el efecto de que las otras dependen de su existencia, son correlativas, en esta larga oración. Y antes se maquina, y utiliza, el participio habían empezado, y continúa cada vez que coloca una coma con un gerundio que convierte aún más la acción subordinada en tiempo, y se va desarrollando, y logrando, el efecto de mantenerte también disfrutando de un París fabuloso. En este continuar de oración extensa. Se logra. Ejemplifico, y recalco, amén de que cada autor tiende a su personalidad, pero voy directo con la comparación al punto que generalizo. En el realismo sucio, léase entonces:

 El lugar tenía el aspecto de los baños del Estadio Nacional que conocí la vez que me llevó un futbolista amateur. Las paredes estaban cubiertas, hasta la mitad, con losetas blancas. En la parte superior habían pintado delfines dando saltos. Esos dibujos estaban descoloridos. Apenas se percibía el lomo de los animales. En esa sala siempre me esperaba el mismo empleado para pedirme la ropa que llevaba puesta. [36]

Los autores del boom colocan frecuentemente sus historias en la tercera persona gramatical, los de moda hoy se van a la primera persona del singular, sobre todo, y defienden al unísono esta regla como orden imperante y rupturista de su escritura, heredado sí, pero calentado con “su” protagonismo nuestras regiones. De ahí el autobiografismo “coincidente” o no, que tanto atrae al morbo, y curiosidad, de los lectores. El asombro y dónde ubicarlo, en una persona, una ciudad y un barrio. Y esta conjugación facilita la posición para el lector. En este ejemplo se aprecia la preferencia por las oraciones cortas de ritmo audaz. No con ausencia de descripción, y adjetivación, como aparece en otros autores, escogí “a vuelo de pájaro” cada fragmento, para poder demostrar, sino que se cita lo que se observa de manera objetiva y precisa, como se hace frecuentemente en esta literatura, sin regodeos ni detenciones de narrador subjetivo, si homodiegético bien protagonista, pero con marcado sentido de la objetividad, de focalización observadora.

Los contrarios se unen.

Sobre palabras claves de las dos etiquetas, una única cita: “… en El rey de La Habana[37] (1999) –novela a la que me voy a referir–, sin embargo la palabra clave es “mierda” que abre y cierra el texto y también las vidas de Reynaldo y Magda “venían de la mierda y en la mierda seguirían” (195)… Esta palabra soez tiene algunos antecedentes próximos en América Latina los cuales sería interesante estudiar, uno de ellos, El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez, recupera el exabrupto y la protesta de la palabra en el final del relato; o Linacero, quien cierra sus memorias con “Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos, atentos y sin comprender” en El Pozo de Juan Carlos Onetti[38]; o el anuncio final de la “tormenta de mierda” en Nocturno de Chile de Roberto Bolaño[39]. En estos textos, la palabra aparece como un injerto en la textura de una lengua literaria que le es ajena, de allí que su eficacia radique en el contraste, en lo imprevisible, en la osadía con la que corta la prosa. La colocación de la palabra al final de estos textos –provocando el cierre del relato– no hace sino reduplicar su efecto”.[40]

El vaso medio lleno y medio vació, pero en el vaso al fin.

Y para ultimar, la sucesión. En dos autores y la obra latina y caribeña de los últimos 50 años:

García Márquez de un modo simple y perfecto refirió algo así, “…un escritor lo único que puede hacer es escribir un solo libro a lo largo de toda su vida”. Y Pedro Juan Gutiérrez dijo, y parafraseo, “…creo que la marca de un escritor consiste en que pueda integrar un mundo propio que se amplía en cada nuevo libro”. Y sugiere, “A menudo algún crítico se atreve a decir que tal o más cuál escritor sigue abordando los mismos temas de su primer libro. Sí, claro, no puede ser de otro modo. Al igual que los políticos siguen con sus mismas ideas hasta que se mueren, y los científicos no saltan como locos hiperkinéticos de investigar en física nuclear los huecos negros del espacio, y los deportistas no abandonan los 100 metros planos por la natación. Entre otras cosas porque la vida no es tan interminable como nos parece a los veinte años”.[41]

Está dicho, coinciden, el escritor es el mismo desde que comienza su mayúscula hasta su punto final, o inconclusión. Son los mismos latidos, tragos, conferencias. Sólo cambia la cáscara de la piel, y dos o tres madureces. El lector escoge por lo que ya ha leído. Se dijo en el 79 en el boom y se redijo en el 2004 en el realismo sucio, su prole editorial. Y va el lector mundial, que es al principio y al final lo único que importa, a seleccionar en cada lectura latina que comienza, ideas, experiencias, indulgencias y curiosidades para favorecerse la vida saltando de la década del 60 del siglo pasado, a la actualidad recién, con sus coincidencias, desavenencias y embrollos continuantes que el talento les ofrece.

Que sabrosura todo esto que se cocina. Tan inquietante para continuar desarrollando. Invito.

Qué bueno que seamos latinos. Tenemos peso. Y en cierta medida que no nos pongamos de acuerdo ¿O sí?

 

Bibliografía
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NOTAS
[1] Movimiento literario que surgió en Francia a fines del siglo XIX y que reflejaba en sus obras la parte más cruda y fuerte de la realidad. Máximos representante Émile Zola.
[2] Rama, A., El boom en perspectiva. Signos literarios, 1, pp.161-208, 2005.
[3] Birkenmaier, A., El realismo sucio en América Latina. Reflexiones a partir de Pedro Juan Gutiérrez. Miradas, 2004. Sitio web: http://www.pedrojuangutierrez.com/ensayos_ensayos_anke%20birkenmaier.htm
[4] Rama, A., El boom en perspectiva. Signos literarios, 1, pp.161-208, 2005.
[5] Heberto Padilla (1932-2000) poeta cubano. Su poemario Fuera de juego en 1968 fue el motivo de la ruptura entre la revolución cubana y escritores e intelectuales de la época, al mostrar que Fidel Castro imponía un régimen totalitario en Cuba, por la condena de la obra, del autor y lo que era capaz de hacer con tal de defender “su revolución”.
[6] González, D., Vargas llosa culpa a «la política» de romper el «boom» latinoamericano, noviembre 6, 2012, Sitio web: http://www.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/literatura/vargas-llosa-culpa-a-la-politica-de-romper-el-boom-latinoamericano_3h5xykNL7GxLEmIDGbpAT1/
[7] (1928-2012) escritor e intelectual mexicano. Representante del boom de los años 60. Recibió en 1988 el Premio Cervantes, entre otros premios muy importantes dentro de las letras mundiales.
[8] Soler Serrano, J., A Fondo: Carlos Fuentes. De RTVE, 1977.
[9] (1958- ) docente e investigadora argentina.
[10] (1950- ) escritor y periodista cubano. Clasificada su obra dentro del realismo sucio.
[11] Basile, T., La escritura sucia de Pedro Juan Gutiérrez. Katatay, En Memoria Académica, 6 (8), 115-119, 2010. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7212/pr.7212.pdf
[12] (1927-2014) escritor colombiano. Figura fundamental del llamado boom de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial. Premio Nobel de Literatura en 1982.
[13] Trilogía sucia de La Habana publicada en 1998.
[14] Época nombrada por los dirigentes cubanos como el Periodo Especial. Por los ciudadanos hambre sin libertad. Y sabido como el ya despertar duro y puro de la ineficiente dictadura que hasta hoy gobierna en la isla. Para el cubano de a pie no ha cesado nunca el Periodo Especial.
[15] (1929-2005) escritor, periodista y crítico de cine cubano. Dirigió Lunes de Revolución, prohibida por Fidel Castro en 1961. Recibió el Premio Cervantes en 1998.
[16] Soler Serrano, J., A Fondo: Guillermo Cabrera Infante. De RTVE, 1976.
[17] (1900-1981) escritor cubano. Con el triunfo de la revolución cubana en 1959 abandona el país y nunca más regresa. Muere en Miami.
[18] (1953- ) ensayista y y narrador mexicano. Doctor en Lengua y Literatura Hispánica.
[19] Recuperado de http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/1449/2/199388P154.pdf/
[20] Soler Serrano, J., A Fondo: Mario Vargas Llosa. De RTVE, 1976.
[21] (1963- ) poeta, narrador y ensayista cubano.
[22] Texto que tiene presente en su historia violencia, hipocresía, deshumanización, lenguaje inculto informal y además mantiene la fantasía presente de lo real maravilloso. Se ubica el entorno en Cienfuegos, provincia de la isla de Cuba. No es apta para menores de edad.
[23] L,P., Realismo sucio y boom latinoamericano combinan. Radio Enciclopedia, 2010, Sitio web: http://www.radioenciclopedia.cu/noticias/realismo-sucio-boom-latinoamericano-combinan-20120110/www.radioenciclopedia.cu/coberturas/mariana-grajales
[24] (1937-1993) narrador, poeta, periodista y crítico cubano. Uno de los mejores escritores cubanos del siglo XX.
[25] Soler Serrano, J., A Fondo: Severo Sarduy. De RTVE, 1978.
[26] (1952-2015) narrador, cronista y poeta chileno.
[27] Mateo del Pino, A., Cronistas y malabaristas. Universidad de Chile, 2001, Sitio web: http://web.uchile.cl/vignette/cyberhumanitatis/CDA/vida_sub_simple3/0,1250,PRID%253D11735%2526SCID%253D11737%2526ISID%253D436,00.html
[28] Pájaros de la playa obra póstuma ambientada en una clínica de VIH.
[29] (1910-1976) poeta, novelista y ensayista cubano. Fundador de una de las revistas más importantes en Hispanoamérica Orígenes.
[30] Obra cumbre de José Lezama Lima. Considerada una de las novelas más importantes del castellano y más importantes del siglo XX.
[31] Dulce María, Enrique, Carlos Manuel y Flor Loynaz Muñoz. Hermanos, e inigualables, escritores cubanos del siglo XX.
[32] El 11 de septiembre de 1973 con el golpe de estado a Salvador Allende, que devino en sangre y tortura para Chile.
[33] Celebración anual en el Barrio Yungay, en Santiago de Chile, en la Región Metropolitana, se celebra desde 1889. Son actividades comunitarias para niños, jóvenes y adultos. El sustantivo roto se refiere clasistamente, en el siglo XIX, a la persona de origen campesino, orgulloso y trabajador.
[34] Novela Tengo miedo torero, 2002.
[35] Fragmento de Rayuela de Julio Cortazar, Capítulo 4, 1963.
[36] (1960- ) Mario Bellatin escritor peruano-mexicano. Fragmento de Salón de Belleza, 1994.
[37] Novela de Pedro Juan Gutiérrez.
[38] (1909-1994) escritor uruguayo.
[39] (1953-2003) escritor y poeta chileno.
[40] Basile, T., La escritura sucia de Pedro Juan Gutiérrez. Katatay, En Memoria Académica, 6 (8), 115-119, 2010. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7212/pr.7212.pdf
[41] Gutiérrez, Pedro Juan. (noviembre-diciembre 2004). Carpentier en los otros. 2004, de La Gaceta de Cuba Sitio web: http://www.pedrojuangutierrez.com/Ensayos_ensayos_PJ_Sobre%20Carpentier.htm
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