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El Corrido popular mexicano como elemento incorporado a la identidad social revolucionaria.

por María de las Nieves Rodríguez
Artículo publicado el 08/03/2014

La Revolución Mexicana sacudió a un país estructurado sobre las viejas fórmulas socioeconómicas del Porfiriato. Éstas fueron eliminadas en aras de un desarrollo campesino e intelectual que intervino con gran entusiasmo en la construcción ideológica e identitaria del México renovado y moderno. Fue un cambio que afectó a los distintos niveles de la sociedad mexicana: a nivel artístico surge el muralismo, un movimiento pictórico nacional liderado por José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros; la narrativa adquiere un gran impulso con el género revolucionario difundido por autores como Mariano Azuela o Martín Luis Guzmán y en música surge lo que se puede denominar la ‘Escuela Nacional de Compositores’ (2).

Parecía ser que tras los casi veinte años de lucha armada, el México renacido otorgó al ámbito artístico-cultural una importancia vital para la construcción legítima de un país a través de un imaginario que sería adoptado a posteriori en el discurso oficial obregonista. De este modo, arte popular, artesanías, literatura o música se pudieron entender como parte de esos ‘souvenirs’ que formaban parte de la mercancía popular mexicana que era vendía en el exterior por medio de Revistas y otras publicaciones de la época como Mexican Folkways, Revista de Revistas o Forma.

El proceso revolucionario, con las dificultades que supuso, se tornó en una sucesión de asesinatos, traiciones y luchas por el poder que hicieron de la nación mexicana un popurrí de sentimientos encontrados que, para 1921, halló en el México mestizo la base sobre la cual cimentar su construcción imaginaria. La música, entonces, se tornó como un medio de expresión fundamental para la contienda armada. En este sentido, el Corrido,como el género musical más popular en México en ese momento, fue utilizado como un medio más para difundir los distintos sucesos heroicos de la contienda armada. Su carácter épico le confirió una validez narrativa que era desarrollada, generalmente, a través de una métrica de octosílabos y cuartetas. Teniendo su origen en el romance español y alcanzando el éxito a partir de la Guerra de Independencia de la Corona Española en 1810, logró calar de forma paulatina en el ámbito nacional haciéndose fácilmente reconocible en su ritmo continuo y lo llano de su retórica. Fue un género que, creado a partir de trovadores populares autóctonos y bajo el legado hispánico, consiguió constituir un lenguaje nuevo que formó parte de la tradición musical como una expresión del pueblo configurando “uno de los más firmes soportes de la literatura genuinamente mexicana”(3).

Se puede afirmar, pues, que el Corrido fue entendido como una narración poética que tenía como misión reflejar los sucesos de un período histórico violento. De este modo, tras la Dictadura del General Don Porfirio Díaz y la censura que había impuesto su régimen tras casi treinta años de poder, el Corrido se convirtió en el género más utilizado por los correligionarios de la Revolución, hecho que pasó a nutrir el estereotipo del alma musical y artística innata en el mexicano. Así, el Corrido comenzó a circular profusamente entre los ciudadanos en forma de octavillas o gacetillas anónimas (recordemos La Gaceta Callejera difundida por el Taller de Vanegas Arroyo en la Ciudad de México e ilustrada con grabados de José Guadalupe Posada) que llegaron, incluso, a ser vendidas a cambio de unos cuantos centavos.

“ Saludo ¡oh Patria mía, la tumba de los héroes
que están en gloria eterna, gozando en dulce paz
pa´ ensalzar el nombre de Hidalgo y otros Héroes
y bendecir la historia que hoy vino a consagrar

Recordando de aquellos nobles ancianos
hoy la fecha de mil novecientos once,
que han libertado nuestro pueblo mexicano
del intento que amaban los españoles.

Hoy la pátria en sus glorias secas no vió sus flores,
a mas pulida esencia de caliz apuró,
convertida entre tanto en sangre y ardores
al ver que sus promesas ninguna se cumplió.

Dios le ha dado un poder tan soberano
a otro Hidalgo que ha nacido en nuestra Patria
estas honras recibió don Emiliano
a quien nombramos General, Sr. Zapata” (4).

Soldados, militares, adelitas y sombrerudos iban a conformar el imaginario. El pueblo se interiorizó como una masa popular inconsciente que era capaz de dar su vida ya no por la patria o por un pedazo de tierra sino por la convicción obligada de pertenecer a un bando que refugiaba indistintamente cabezas –ya fuesen refugiados, exiliados, prófugos, etc.- para un líder al que ni llegaban a conocer pero que se convirtieron en Himno y Bandera de la causa y al cual se referían constantemente en sus canciones. De este modo, Emiliano Zapata, Pancho Villa, Venustiano Carranza o Francisco I. Madero se convirtieron en los ejes temáticos más referidos en los Corridos revolucionarios.

Estos Corridos, que formaron parte de la tradición popular mexicana, fueron divulgados en la voz de Ignacio López Tarso o de forma anónima. El primero fue de gran importancia puesto que fue a él a quien se atribuyó el redescubrimiento del Corrido popular gracias a su interés por el folklore nacional los cuales interpretó en un sobrio monólogo lleno de sentimiento y pasión. Igualmente y de forma anónima, se encontró una gran variedad de reproducciones siendo, algunas de ellas editadas de modo profesional. Éstas constituyeron un fragmento de Historia oral que ha podido permanecer vivo gracias a estas grabaciones. En general, los intérpretes de Corridos eran anónimos y se ganaban el sustento cantando en la plaza o en las calles canciones a cambio de unas monedas. En la mayoría de los casos se conoció muy poco sobre ellos, los instrumentos que tocaban, dónde y cuándo grabaron sus discos. Todos estos detalles fueron conocidos a raíz de estudios posteriores como los del discógrafo Dick Spottswood quien vendió durante años estas colecciones. Fue de este modo por el que cantantes como Pedro Rocha, Los Madrugadores o los Hermanos Cavarían se hicieron de gran fama en el territorio nacional y en el estadounidense, sobre todo, donde existe una gran colonia mexicana repartida por el país.

Notas

(2) Cfr. Vicente T. Mendoza, Corridos mexicanos, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 7.

(3) Vicente T. Mendoza, op. cit., p. 7.

(4) M. A., “Salud! Oh Patria mía” en César Macazaga Ordoño (ed.), Corridos de la Revolución Mexicana. Desde 1910 a 1930, y otros notables de varias épocas, México, Editorial Innovación, 1985.

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2 comentarios

El corrido es un género por el que los mexicanos nos sentimos orgullosos a pesar de que no sea un género grande y tan evolucionador como lo son los de Europa, pero ha costado mucha sangre y esta joya es lo mejor que tenemos.

Por Andrés el día 10/06/2015 a las 16:11. Responder #

[…] Revista Latinoamericana de Ensayo, Santiago de Chile, año XVI, 8 de marzo de 2014. Disponible en: http://critica.cl/musica/el-corrido-popular-mexicano-como-elemento-incorporado-a-la-identidad-social… ▪ “Arte y poder en la Revolución mexicana” en Imagining the Mexican Revolution: Versions and […]

Por Publicaciones | Nieves Méndez el día 03/06/2014 a las 20:40. Responder #

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