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Una enseñanza de Bellissima, de Luchino Visconti (o el clientelismo politiquero de la Coalición Canaria aruquense).

por Luis Alberto Henríquez
Artículo publicado el 19/10/2013

Estrenada en el año 1951, Bellissima, del genial cineasta italiano Luchino Visconti (1906-1976; además de cineasta, director teatral y de una veintena de óperas, escritor, aristócrata, miembro del Partido Comunista Italiano, homosexual a la vez que defensor de la familia tradicional de corte “aristocrático”) y con guión de Cesare Zavattini, con toda seguridad el guionista más importante del neorrealismo italiano, es una obra que calificaríamos, sin asomo de duda, de título que despliega una estética emocional y radicalmente neorrealista. A mi juicio, de las suyas más fácilmente adscribibles a ese innovador movimiento “ético y estético” del cine del país transalpino; sin duda, una de las principales aportaciones de este último a la escena del cine europeo y aun mundial, con figuras de la talla de Vittorio de Sicca (1902-1974), Roberto Rossellini (1906-1977), Michelangelo Antonioni (1912-), o Federico Fellini (1920-1993), entre otros.

Se trata de una película la que nos ocupa que viene a significar, al menos en alguna medida, una suerte de culminación de las raíces neorrealistas del cine del autor de obras inmortales como El Gatopardo (1963), La caída de los dioses (1969), o Muerte en Venecia (1971). Porque no en balde lo más celebrado del cine de Visconti es justamente el período posterior a esa etapa inicial suya neorrealista, compuesto por títulos como, aparte de los tres que acabamos de citar, Ludwig. Luis Ii de Baviera (1972), Confidencias (1974), o El inocente (1976), etcétera. Películas de sugerente vistosidad narradas con un tempo que diríamos teatral, parsimonioso, de espléndida magnificencia, de decorados preciosista y rigurosamente recreadores de un esplendor aristocrático venido a menos, o que toca a su fin. Hasta el extremo de que la crítica unánimemente ha venido considerando que el cine de Luchino Visconti, queremos decir que el perteneciente a esa etapa más personal suya superadora del neorrealismo italiano, viene a erigirse como una crónica que da cuenta de la irremediable decadencia de la aristocracia italiana, arrumbada y al cabo sustituida por los nuevos tiempos burgueses, democráticos, proletarios, etcétera.

No obstante siendo así su cine, en 1960, ya ampliamente superada la época clásica y más exitosa del neorrealismo italiano (parecían quedar no poco lejos en el tiempo títulos esenciales de la cinematografía europea como El limpiabotas, Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán y Umberto D., de Vittorio de Sicca, Roma, ciudad abierta, Paisà (Camarada), o Alemania, año cero, de Roberto Rossellini, películas todas realizadas en la inmediata postguerra en Italia, de mediados de la década de los cuarenta a principios de la década siguiente), Visconti vuelve a sus raíces neorrealistas con una obra maestra titulada Rocco y sus hermanos.

Pero bien, pinceladas de historia del cine europeo aparte, lo que me interesa especialmente para el asunto o meollo de esta reflexión es referirme a un aspecto axial del argumento de Bellissima. No sin antes agradecer la circunstancia de haberla vuelto a ver , el martes 26 del pasado mes de abril, al buen hacer de los responsables del Aula de Cine de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; al igual que aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid, para cursar o extender idéntico agradecimiento a los responsables de Vértigo, asociación de cinéfilos que también de manera desinteresada y periódica, muy periódica, proyectan cine de muy altos quilates, en Las Palmas de Gran Canaria. Desde hace años soy asiduo espectador cinéfilo de ambas convocatorias; convocatorias, por cierto, en las que jamás de los jamases he alcanzado a ver a ninguna de las cuatro “técnicas” de la Oficina de Desarrollo Local de Arucas con las que recientemente mantuve una entrevista para una oferta de trabajo, como tampoco a ninguno de los animadores socioculturales que recientemente han contratado en Arucas city. Pero a este asunto me referiré con más detalle en breve, obvio que en este mismo artículo.

Veamos. El argumento de Bellissima es el siguiente: en los estudios de Cinecittà, el director Alessandro Blasetti viene realizando un castin con el objeto de seleccionar a la niña que actuará en su nueva película. En plena postguerra italiana, en un paisaje y paisanaje de destrucción y de reconstrucción, de cartillas de racionamiento y de estrecheces típicas de todo período de postguerra, Maddalena (inconmensurable Anna Magnani, llena absolutamente la pantalla, ella es Roma en estado puro: una de las tres grandes actrices italianas de todos los tiempos, para mí la más grande, con el permiso de Giulietta Masina, esposa de mi admirado Fellini, y de Sofía Loren) no escatima medios ni esfuerzos para conseguir el objetivo de que finalmente sea su pequeña María, una niña de apenas siete años, la elegida para esa película. Completamente volcada en ese empeño, “empeña” sus días y no pocos de sus ahorros. E incluso confía la suerte de su pequeña a una especie de vivelavida llamado Alberto Annovazzi en teoría cazatalentos para el cine pero en la práctica especulador sin escrúpulos. Al final, decepcionada, desengañada ante la comprobación de la vanidad y la miseria humanas que creyó descubrir entre los responsables de la película en los estudios de Cinecittà, y sobre todo habiendo invertido en el empeño muchísimo esfuerzo personal y casi todos sus ahorros, esto es, dinero del que necesitaba ella para vivir junto a su niña y su marido (para los pobres, la solidaridad siempreha sido compartir de lo necesario para vivir, no de lo que superfluo), arroja la toalla. Pero arroja la toalla para conservar su dignidad: en una intensa escena final en la que los responsables de la producción cinematográfica llegan a su casa, luego de haberse mofado a pierna suelta de la niña, para hacerle firmar a la madre el contrato de la menor para la película, Maddalena los despide rabiosa. Y vuelve a la dignidad de su modestia de vida, de su pobreza, rechazando una oferta que, de haberla finalmente aceptado, podría haberle reportado una buena suma de dividendos, en un período el de la postguerra italiana que ya se sabe cómo debió ser.

Pues bien: un poco así me he sentido yo recientemente. Les cuento. El 21 de junio, jueves, recibo en mi móvil notificación de una oferta de trabajo convocada u ofrecida por Desarrollo Local del Municipio de Arucas. En ella se me indica que la pertinente entrevista tendría lugar el lunes de la semana siguiente, que fue 25. Pero no tiene lugar ese día previsto, sino el siguiente, martes 26, durante la mañana y horas del mediodía. Por la noche del día 25, esto es, el lunes, me van a permitir que señale que me concedieron uno de los premios del XI Concurso de Relatos “Rescatando la Memoria”, que convocan conjuntamente el Ayuntamiento de Arucas, la Federación de Empresarios de Arucas y Mapfre Guanarteme. De modo que con ese pequeño contento me voy a la entrevista. 18 personas en total para 11 puestos en cuatro modalidades: animador cultural (según me dijeron, especialmente para animación a la lectura en las bibliotecas de los barrios aruquenses), animador social (trabajo con jóvenes y con personas de la tercera edad), animador sociocultural en programas de igualdad.

No fui seleccionado: ninguno de esos 11 puestos ofertados fue para mí. Soy uno de los 7 aspirantes que se quedó sin uno de esos puestos de trabajo. Yo que, como docente, pago los platos rotos de la descomunal crisis económica aplicada a la enseñanza pública en todo el Estado a base de recortes, o lo que es lo mismo, sufro las mentiras de la consejera de Educación del Gobierno de Canarias, la inefable Milagros Luis Brito, señora política del mismo partido al que pertenece ese portento de erudición y espiritualidad militante que es el alcalde actual de Arucas, todo un digno delfín o discípulo de ese otro dechado de honestidad política que se llama Froilán Rodríguez. Así pues, acepto deportivamente mi derrota y felicito a los agraciados, a los que deseo suerte, tino y muy buen hacer en la labor profesional que ya están desempeñando.

En realidad, no acepto nada, es decir, me acuerdo en estos momentos de Maddalena, la abnegada madre en la película Bellissima, de Visconti. Como para mí la resolución de esa oferta de trabajo de marras no es sino un caso más, de los innúmeros que podrían citarse o aducirse, ejemplificador del nivel de nepotismo y de favoritismo o tráfico de influencias que en la actualidad predomina en las instituciones y administraciones, incluso en la Iglesia católica -empeñada, más que en promover militantes, en seguir apuntalando su miserable, espantosa y patética crisis interna a base de promover mundanismos, burocratismos, nepotismos, espiritualismos desencarnados…-, no acepto nada; simplemente, me toca fastidiarme, joderme: casi nada se puede hacer, pues como no duda en afirmar un conocido mío, a su vez muy conocido en los ambientes de los movimientos sociales en Gran Canaria, el nivel de hipocresía, maldad, egoísmo, vacío de valores, manipulación politiquera…

No acepto nada, más que la certeza de que tengo que joderme ante un nuevo caso, que muy de cerca me ha tocado, de injusticia y de nepotismo, amiguismo o tráfico de influencias y hasta de clientelismo politiquero (a favor de la Coalición Canaria aruquense, hasta no hace mucho llamada popularmente la Coca, ¿por?). Porque resulta que para haber podido obtener una de esas plazas ofertadas no fue suficiente el contar como cuento con una experiencia de más de 12 años de docencia (sumados los cursos de experiencia en la escuela pública, la privada-concertada, los centros de menores, las escuelas-taller, una agencia privada de profesores de clases de apoyo a domicilio…). Como tampoco fue suficiente para obtener una de las plazas ofertadas de animador sociocultural a la lectura en las bibliotecas de los barrios aruquenses, contar con una licenciatura en Filología Hispánica (carrera que por activa y por pasiva fomenta el gusto por la palabra, por la lectura, por los libros), con cuatro cursos de Filosofía y de Teología (amor por el Logos, amor por sofía), con haber sido “premiado” hace algunos lustros con la distinción al socio-lector adulto más asiduo a la Biblioteca Municipal de Arucas, con el hecho de ser socio-lector de cuatro bibliotecas municipales de Gran Canaria, con tener seis libros publicados y otros tantos en prensa (algunos de ellos, pertenecientes al fondo bibliográfico de la Casa de la Cultura de Arucas; desde luego, no son obras maestras precisamente esos títulos míos, pero ninguno de los candidatos a esas plazas podría esgrimir algo similar ni en sueños), con haber publicado en los últimos tres años más de 100 artículos de opinión en revistas y periódicos impresos, y sobre todo en publicaciones digitales -amén de cientos de escritos breves en foros y blogs de Internet-. Para obtener una de las plazas de animador sociocultural con jóvenes y con mayores no fue suficiente mi experiencia como educador en enseñanza reglada y no reglada. Ni mi experiencia en el trabajo de voluntariado y de militancia con jóvenes en situación de riesgo, con reclusos, con ancianos, con niños y jóvenes discapacitados psíquicos y físicos. Tampoco fue suficiente mi experiencia militante.

En fin, ¿para qué seguir? Pierdo el tiempo tratando de justificar lo injustificable, a fin de entender -más que entender, encajar, asimilar- lo que me parece como muy obvio, esto es, lo que no es sino una muestra más, de las innúmeras alegables, del nivel de corrupción politiquera y de las administraciones públicas, vendidas al clientelismo politiquero y al nepotismo, el amiguismo y el favoritista tráfico de influencias.

Con todo, un último apunte al respecto de lo que aquí seguimos o tratamos. El miércoles siguiente al día de autos, día 27 del pasado abril, convencido de haber sufrido esa exclusión injusta, me dejo ver por Arucas dejándome caer por la Plaza de Constitución, por las Casas Consistoriales (antiguamente llamada Plaza de San Sebastián, y popularmente, de los gansos) con el objeto de asistir a la presentación de un cuento infantil cuya autora es la responsable de Patrimonio Histórico de Arucas -susodicha que también había estado en el “tribunal o triunvirato” de tres técnicas locales más una cuatro, el martes precedente, el de la entrevista-, una trepilla de tres al cuarto y tecnócrata burócrata dizque escritora con ínfulas de grandeza. Todo inútil. Hablé con el señor alcalde actual de la ciudad de las flores, que ya conocemos que es todo un ejemplo de erudición, honestidad política y hasta espiritualidad militante conversa. Todo inútil también. Hasta me llegó a decir, en plan pretextador, que ni él ni su equipo de gobierno municipal tenían nada que ver en la dinámica interna de Desarrollo Local aruquense. Habría sido mejor que me hubiese recomendado “chúpate el dedo o jódete”, pero una mentira tan gorda y tan falsa y tan ridícula, como que no. Entienden lo que hay, ¿no? De ahí que me consuele pensando en el gesto final de la Maddalena de Bellissima de Visconti, gesto lleno de valentía vital, de arrojo y de apuesta por salvar su dignidad frente a las asechanzas y reclamos del éxito sin escrúpulos. Aunque ese gesto no le hubiera de acarrear a ella ni por consanguínea y amorosa extensión a su familia, beneficios ni compensaciones sociales ni económicas y sí todo lo contrario. Pero es que ese precisamente es el sino de las personas que han querido y quieren conducirse por la vida con honradez, con altos ideales, con pasión, con actitud de compromiso militante y no de meros trepas burócratas. Lo supieron muy bien Buda, Sócrates, Jesús de Nazaret, Francisco de Asís, Tomás Moro, Mahatma Gandhi, Cipriano Mera, Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Bruno Alonso, Dorothy Day, Edith Stein, Simone Weil, Rosa Luxemburgo, Hélder Cámara, Óscar Romero, Martin Luther King, Ernesto Sábato, que acaba de fallecer…

Postdata: como cada día que pasa me siento más ácrata, encima después de lo que me ha sucedido no iba a ser menos. Pero desde luego, y sin que ello sea una invitación por mi parte a tratar de escorar el voto ajeno a un partido u otro, me parece estar ya aprehendiendo que entre votar por la Coca aruquense o por el PP aruquense y su fichaje estrella de temporada, y reconocer, pongamos, que al menos el cabeza de lista local del PSOE es un chico preparado, como lo es el cabeza de lista de Nueva Canarias por Arucas, o como lo es Marisol Collado… Vamos, que si yo aún creyese en partidos políticos más o menos del sistema parlamentario establecido, tal vez lo tendría claro pero… Pero lo dicho: inevitablemente cada día que pasa soy más ácrata, por más que ese acratismo mío me complique la existencia, me excluya de tantos foros, instituciones y movidas donde se reparte la tarta y el bacalao… Con todo, sigo reconociendo que no es lo mismo uno que otro, ciertamente (una cosa que otra, un sujeto que otro, una labor que otra, un partido político que otro, no es lo mismo Juana que la hermana…). Como no es lo mismo ser culto o tratar de serlo -Sócrates sigue teniendo no poca razón, porque siempre será más lo que ignoremos que lo que alcancemos a conocer: “Sólo sé que no sé nada”- que ser un palurdo.

Mayo, 2011. Gran Canaria. Luis Alberto Henríquez Lorenzo.
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3 comentarios

[…] Luis Alberto Henríquez. (2013). Una enseñanza de Bellissima, de Luchino Visconti (o el clientelismo politiquero de la Coalición Canaria aruquense). 2019, de crítica.cl. Sitio web: http://critica.cl/opinion/una-ensenanza-de-bellissima-de-luchino-visconti-o-el-clientelismo-politiqu… […]

Por BELLÍSIMA – Historia del cine 2019 el día 21/03/2019 a las 08:08. Responder #

Se te daría bien la política. Tanto palabrerío para no contar absolutamente nada de interés, hay que joderse.

Ya que usas el título de esta película para contarnos tu vida, y por tanto recibes bastantes visitas de la gente que teclée en Google «Bellissima», como es mi caso, esperando encontrar una crítica o cualquier aporte sobre la misma. Al menos, añade algo más que un mediocre resumen que destripa hasta el final, y para nada.

Por Nadie el día 24/05/2016 a las 17:02. Responder #

Buena

Por Gustavo Manuel Navarro Domínguez. el día 24/07/2014 a las 15:04. Responder #

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Requerido.

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