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Coronavirus y la invencible vulnerabilidad humana

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 06/04/2020

PIETER-BRUEGELEste artículo aborda la pandemia más desde un punto de vista antropológico, pero sin discriminar el análisis político y económico de las consecuencias de esta mega crisis. El acercamiento a esta inédita crisis global, pone el foco de análisis en los potenciales que posee el homo sapiens para superar encrucijadas y catástrofes, creadas por la especie o por la naturaleza.

Palabras claves: Crisis, homo sapiens, coronavirus, solidaridad, cooperación, desigualdad.
Artículo publicado también en elquintopoder.cl
elmostrador.cl, lemondediplomatique.cl y cooperativa.cl

 

Si hay una verdad humana innata e irrebatible, es la que nadie nunca desea morir. La muerte es, junto al nacimiento del que no tenemos conciencia, paradojalmente el más importante episodio de nuestras vidas. Por vivir balanceándonos siempre en el inestable péndulo de la vida y la muerte, se evidencia nuestra fragilidad al confirmar constantemente la única certeza que tenemos desde que abrimos la conciencia, nuestra mortalidad.

Pero con la perplejidad de una amenaza de muerte por una catástrofe colectiva inesperada, estalla una alarma general que se multiplica cada segundo en una simbiosis entre la devastación de nuestra seguridad y la dura evidencia de nuestra vulnerabilidad por una posible muerte impensada de la que no tenemos control alguno.

Esto es lo que nos está pasando con la amenaza global de la macro crisis sanitaria, cuya onda expansiva erosiona gravemente la economía y la política que quedan colonizadas por la pandemia. En esta triple crisis, sin duda, no caben las trincheras ni el aprovechamiento partidista, sino sólo la unidad, que no debe discriminar la crítica constructiva y la autocrítica.

Cada catástrofe desencadena las miserias y bondades de nuestra especie. Como los ciberataques a la estructura sanitaria española en medio del drama; o los buitres financistas carroñosos aprovechando la crisis para hacer especulación bursátil; o los irresponsables que incumplen la cuarentena. Estas miserias humanas ―una mezcla genuina de maldad, estupidez y crimen― se afrontan en medio de la tragedia.

Pero está también la bondad de la mayoría. Como las cajeras de supermercados o el personal sanitario comprometiéndose hasta las últimas consecuencias. Son héroes y heroínas anónimas que, sin buscar estrellas en el pecho, ofrecen sus vidas por nosotros.

Porque nosotros, el homo sapiens, somos la especie mejor preparada del planeta por tener una condición insuperable para enfrentar con éxito cualquier catástrofe: la cooperación, la fraternidad y la solidaridad, que son los valores humanos que han sacado adelante a nuestras civilizaciones y han hecho posible nuestra reproducción como especie. En esta mega triple catástrofe no será distinto.

Esta pandemia sin precedentes en la historia de la humanidad, abre un nuevo ciclo con un antes y un después. En las otras grandes pandemias las personas indefensas no pudieron protegerse más que con plegarias a sus dioses, como sucedió en las pestes medievales que arrasaron civilizaciones cambiando la historia, o en la mal llamada “gripe española” (no por comenzar en ese país, sino por ser el primero que informó sobre esta pandemia), en la cual murieron 50 millones de personas. Esta pandemia producía una neumonía bacteriana secundaria en momentos en que la penicilina aún no se había descubierto.

Entre esas “pestes” y la que nos tiene en una crisis inédita a nivel global, hay una gran diferencia. Y es que, por primera vez en la historia de la humanidad, una pandemia de una fuerza mortífera enorme es enfrentada y, seguramente, vencida en corto tiempo. Un hecho único que cambiará la historia de nuestra civilización. La gran diferencia, es la fortaleza actual de la ciencia.

Toda la planificación estratégica para controlar la propagación de la pandemia, está basada en conclusiones científicas. Y la salvación será una vacuna; es decir, la salida de la crisis será posible por la inteligencia humana en el desarrollo de la ciencia. Y por el poder público, principalmente del Estado democrático que gestiona la crisis con un dilema gigantesco que resolver: mantener los equilibrios entre una atención sanitaria que no colapse e implementar medidas de rescate que minimicen la debacle económico-financiera que produce la paralización productiva de países enteros. Sin duda, esta pandemia reproducirá en la atención sanitaria las desigualdades estructurales que padecemos, local y global. Los pobres ―personas y países― serán nuevamente los más perjudicados. La desigualdad socioeconómica determinará quién se salva y quién no.

Así, queda al descubierto la fortaleza de los servicios sanitarios públicos y la capacidad del Estado democrático de cada país para enfrentar la crisis. Que este drama global sirva para entender la importancia de las instituciones públicas, como las de la salud. En Chile sin duda chirriará y mostrará sus enormes deficiencias por falta de financiación que consagra una segregación perversa entre salud pública (para los pobres) y privada (para los ricos). Estas devastadoras diferencias nos separan por unos modelos económicos que alientan sólo la acumulación obscena de riqueza en una élite cuyos inconmensurables privilegios se obtienen por una desigualdad social tan radical como insostenible que afectan a las grandes mayorías.

Por otra parte, el individualismo competitivo consumista extremo que exige el modelo neoliberal global, ha reducido a la irrelevancia los valores colectivos de la solidaridad y la cooperación, financiarizando las relaciones humanas. Los valores deshumanizados se han confinado a un “todo lo que tienes es todo lo que vales”.

Sin embargo, en estos momentos apocalípticos todas las miradas están puestas en el Estado democrático, tan vilipendiado, minimizado y desfinanciado los últimos 40 años por el neoliberalismo hegemónico. Ese Estado en esta crisis está distribuyendo el bien común, protegiendo la salud y la seguridad de toda la población. En esta mega crisis se transparentarán las carencias versus la prevenciones de los Estados democráticos de todo el mundo.

La conclusión más relevante en esta catástrofe global, es que regresamos fielmente a lo que nos ha unido y convertido en el animal más exitoso de la tierra: la solidaridad, la fraternidad y la cooperación de todos para todos, que ha sido, es y será la única fórmula para sobrevivir superando encrucijadas y catástrofes.

En esta crisis tenemos, además, la oportunidad desde nuestra fragilidad y enorme vulnerabilidad, de mirarnos frente a frente para comprobar que no nos tenemos más que a todos nosotros, y que por eso debemos siempre apoyarnos y protegernos. No sólo en una catástrofe como la que estamos sufriendo, sino siempre. Nuestra vulnerabilidad nos hace dignos y tener conciencia de los valores fundamentales de nuestra especie: la solidaridad, la fraternidad y la cooperación.
Nuestra vulnerabilidad es nuestra fortaleza.

Jaime Vieyra-Poseck

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