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Pensamiento crítico del personaje “Camila” en La Camila o la patriota de Sudamérica de Camilo Henríquez.

por Mauricio Rojas
Artículo publicado el 06/07/2018

Resumen
Este artículo examina la obra dramática La Camila o la Patriota de Sudamérica del fray Camilo Henríquez, específicamente, desde la perspectiva del pensamiento crítico del personaje Camila, A partir del análisis de la obra se develan las diferentes marcas textuales en las que Camila despliega sus variantes discursivas criticas como es el caso de la propagación de ideas republicanas al sistema colonial impuesto en Latinoamérica desde el siglo XVI, el personaje instala un modelo de pensamiento crítico que disiente contra la imposición de la Corona española en su vasta extensión que va desde la violencia en contra los americanos, la implantación de un sistema único de convivencia social donde el ciudadano español es el que prevalece en estructura vertical sobre los americanos, la opresión de libertades mínimas como es el caso de las lenguas indígenas y sus respectivos sistemas culturales, la persecución y distintas otras acciones totalitarias que los hispanos ejecutaban contra los habitantes de América y que Henríquez instala como muestra desde Quito pero a la vez como un acontecer cotidiano de la época colonial en Latinoamérica.

Palabras claves: Camila o la patriota de Sudamérica, emancipación, pensamiento crítico, Independencia, Republica.

En octubre de 1817 la imprenta porteña del señor Diego Benavente publicó La Camila o la Patriota de Sud-América del hombre de letras, periodista y dramaturgo chileno Camilo Henríquez. La obra tenía como titulo secundario: Drama sentimental en cuatro actos, y el motivo fundamental del sacerdote jesuita de la orden de los Ministros de los Enfermos Agonizantes, era el despliegue del ideario emancipador como la forma política de Chile para constituirse en republica independiente puesto que creía fervientemente en este sistema político para regir el destino del nuevo país independiente.

Henríquez luego de la derrota de Rancagua de octubre de 1814 llego al igual que muchos de sus compatriotas al Rio de la Plata tras haber sido editor y redactor de la “Aurora de Chile” por más de un año. Exiliado ya en Buenos Aires asume la dirección del Periódico independentista “El Censor” y es en la misma ciudad porteña de Argentina donde el fraile redacta su primer texto dramático para ser representado en la capital rioplatense con el auspicio de la Sociedad del Buen Gusto del Teatro; quienes finalmente deciden no llevar a tablas la obra por considerarla controversial.

“La Aurora de Chile” fue el primer periódico publicado en el país, y su circulación semanal iniciada en febrero de 1812 consideraba como línea editorial la exposición de un pensamiento independentista a través de diversos artículos. Las temáticas del medio de comunicación eran acerca de la hacienda pública, la instrucción pública o el derecho constitucional, la «civilización de indígenas», la labor de la policía, así como temas referente al comercio e industria con el propósito de generar impulsos para el progreso de Chile en todos los ámbitos de interés nacional, en el entendido que los ideales republicanos eran imperiosos para construir los valores de la nueva nación chilena y la conformación de su identidad.

Desde este mismo medio Camilo Henríquez enfatizaba además en la importancia de la instauración del teatro como un espacio permanente en la ciudad de Santiago debido a que consideraba al teatro “como una escuela pública” para ser transmitido a la sociedad en el entendido de ser vehículo de propagación de ideas políticas.

Las diversas escrituras del fraile y sus respectivas modalidades como proclamas, ensayos, artículos periodísticos, textos dramáticos, poesía lírica y distintos otros escritos tuvieron la motivación esencial y estratégica. El despliegue comunicacional de su ideario político de liberación podría validar sin duda a Camilo Henríquez como un referente e ideólogo fundamental de la Independencia.

Desde la llegada de los jesuitas a América Latina centraron sus objetivos en la educación y por cierto en la evangelización donde a través de la red de escuelas y misiones fueron influenciando a las diversas comunidades presentes en la geografía americana y de una manera acentuada durante el siglo XVIII el discurso intelectual y cultural de esta congregación de base cristiana fue notable. Desarrollando gran influjo a través de innovaciones educativas profundas como el realce del estudio de las culturas y lenguas grecolatinas, la defensa de los valores de la cultura indígena latinoamericana, la instalación conceptual respecto a que la autoridad real no tenia origen divino sino que era el resultado de la voluntad del pueblo, así como el valor de cultivar de manera activa un sentimiento nacionalista por cuanto muchos de ellos son criollos que pretenden y anhelan la construcción de un Estado Nacional del cual poder sentirse parte puesto que no son ni indígenas ni españoles y por eso desean tener una patria propia.

La Independencia de los pueblos americanos de la Corona española a inicios del siglo XIX, cambio la relación con las áreas de hegemonía en Europa, vinculándose desde entonces de manera directa a la Ilustración y luego a su vertiente positivista.

Los Estados Nacionales emergen entonces inspirados en proyectos ilustrados provenientes de la revolución francesa y estadounidense. La independencia de Estados Unidos (1777) traza un acontecer relevante en América y al respecto la emancipación en el extremo norte del continente posibilita que el sistema imperialista sea constatado como destituible y no inexpugnable y por cierto como un acontecer que debe y puede ser replicado en otros espacios territoriales de América como lo demostró Estados Unidos antes de finalizar el siglo XVIII.

El colonialismo en América durante el siglo XVII con el reinado de Felipe V (1700-1746) impuso un modelo administrativo estricto en lo referente a las posibilidades comerciales y productivas de las colonias. Afectando considerablemente a las clases pudientes de Américas y donde “las elites de americanas, entonces, propiciaron la independencia para cautelar sus instituciones y privilegios ante las políticas modernizadoras españolas” (Hurtado, 38). En ese contexto entonces se va delineando el sentido independentista de las distintas colonias que resuelven su Independencia en las primeras décadas del siglo XIX.

Desde la llegada de los españoles a Latinoamérica el teatro ha sido un medio de sintetizar y difundir visiones de mundo. Muchas veces en afán didáctico y “esclarecedor de las fuerzas fundamentales que mueven al ser humano y a la sociedad” (Hurtado) por cuanto el teatro es una forma peculiar de elaboración de lenguaje y de construcción de sentido que contiene dimensiones sociales de influjo como es el caso de la época del periodo de Independencia latinoamericano.

El siglo XIX marco una fuerte ruptura en las formas institucionales y expresivas del teatro en Chile y Latinoamérica , ligada a la revolución independentista y al establecimiento de Estados Nacionales el desafió de las clases dirigentes de construir un nuevo modelo político hayo convergencia con el pensamiento de Camilo Henríquez que desde sus medios periodísticos y desde su dramaturgia empujo el proyecto libertario resultando el teatro un instrumento adecuado (como otra de las aristas de lenguaje consideradas por el fraile) para instalar el concepto independentista cuya matriz pedagógica exalta los valores de liberación y de construcción de una forma de sociedad republicana.

El teatro entonces incorpora su función pedagógica para llegar con ello a los ciudadanos por cuanto concebido como “escuela pública” el teatro es un orientador moral y estimulador de la conciencia social critica.

Al respecto, la concepción teatral referente al sentido de “escuela pública” de Camilo Henríquez es concluyente para la denuncia de la tiranía:

Y bajo este respecto, es innegable que la musa dramática es un grande instrumento en las manos de la política. (…) .Entre las producciones dramáticas, la tragedia es la más propia de un pueblo libre y la más útil en las circunstancias actuales. (…)Entonces no serán estériles las lagrimas; su fruto será el odio de la tiranía y la execración de los tiranos
(C. Henríquez; la Aurora de Chile, 10 de sep. De 1812).

Ya en el exilio bonaerense el fraile Henríquez enfatiza su parecer respecto al sentido de rebelión del teatro y a la esfera educativa que resulta relevante en el contexto emancipatorio: “El pueblo se educa en el teatro…En nuestras circunstancias actuales, el teatro debe respirar odio a la tiranía, amor a la libertad y, en fin, máximas liberales” (C. Henríquez: 1817). También su sentido crítico le hizo criticar la frivolidad del que hacer teatral “que gusta de tramoyas y enamoramientos”.

Llamo a su teatro sentimental, por cuanto creía que era un concepto, un necesario para llegar al pueblo que difícilmente podía empatizar o comprender postulados filosóficos o políticos abstractos.

Antes del siglo XVIII Chile era un territorio de guerra donde:

La resistencia indígena obstaculizo el proceso de conquista y dificulto seriamente el posterior asentamiento. Imprimió un carácter marcadamente militar a la sociedad, e impidió un crecimiento económico fluido, consiguientemente hizo de Chile una Colonia altamente costosa para la Corona (Jocelyn Holt, pp.31, 1992)

Aquello propicio que se afianzara en el Estado Colonial el carácter monárquico y administrativo imperial, generando en Chile un vacío de poder “aprovechado por grupos locales cada vez más pujantes y vigorosos” y es entonces que el surgimiento de “un orden rural-señorial permite a su vez que emerja una esfera de poder alternativo al del Estado” (32) que se fue conformando durante el siglo XVII debido a cambios profundos de la sociedad y la economía.

En ese contexto se conforma esta elite constituida como estrato comercial- terrateniente que compitió y compartió con los funcionarios reales el gobierno de la colonia.

Este colectivo histórico ascendente resulto relevante ya que “la actuación de dicho grupo posibilito el paso trascendental de una monarquía a una republica en Chile en forma menos trastornadora” (73), propiciando que gran parte del “pasado español persistiera, permitiendo a la vez, recepcionar y acomodar aquellos cambios necesarios que ayudaron a proyectar el país hacia un mundo nuevo y más moderno” (73).

La elite dirigente de Chile entonces tuvo una labor fundamental en el proceso emancipatorio y en el asentamiento republicano del país y una vez constituidos como Estado Nacional emergen expresiones culturales y una de ellas es la dramaturgia:

Durante el momento germinal de la republica, el arte dramático surge impulsado desde la esfera de lo político, que reconoce su utilidad como instrumento de educación y de propaganda en contra del absolutismo colonial. Desde la tribuna de la naciente prensa patriótica folletinesca, un pequeño grupo de intelectuales hispanoamericanos y criollos promueve la construcción de un “teatro nacional”, auspiciando la necesidad de su existencia llamada a modelar y unificar una comunidad de conciencias, conjugada en un “nosotros”, americano, republicano y liberal.
(Pradenas, 2006, pp. 131).

La proximidad con el periodo de Independencia latinoamericano propicio la gestación del teatro patriótico y debido a este contexto de producción es que “La Camila o la patriota de Sudamérica” es una pieza dramática que emerge vigorosa e ideológica a casi una década de la conformación republicana de Chile para inaugurar además la dramaturgia en la literatura chilena.

Tras la publicación de esta obra en Buenos Aires (1817), fue reeditada en 1912 por Nicolás Peña como parte del proyecto Biblioteca de Escritores de Chile con motivo de conmemoración de la primera centuria del Chile independiente.

En lo que respecta a su puesta en escena, esta obra fue llevada a tablas por El dramaturgo y director Ramón Griffero en el marco de Chile Bi-200. Montaje de cuatro piezas nacionales representadas el año 2010 y que agrupo: La Camila o la patriota de Sud América (1817); La Independencia de Chile (1865), de José Antonio Torres; La batalla de Tarapacá (1883) de Carlos Segundo Lathrop y La República de Jauja (1889), de Juan Rafael Allende.

La Camila o la Patriota de Sudamérica es una obra de teatro que lleva por subtitulo Drama sentimental en cuatro actos. Este complemento de titulo de la obra de índole político se debe a que funciona como “un artificio para tensionar el conflicto histórico político y posibilitar extensos parlamentos en pro de la emancipación, la libertad y la soberanía, ideas que entonces se consideraban modernas” (Subercaseaux y Cuadra, 129).

El motivo de la Camila es la Primera Junta de Gobierno Autónoma y la matanza de Quito del 2 de agosto de 1810 donde fuerzas realistas venidas desde Lima asesinaron a varios patriotas que habían intentado el año anterior instalar una primera Junta de gobierno en reemplazo de la Real Audiencia en el contexto de la invasión napoleónica a España y donde el poder quedo vacante tras la captura del monarca Fernando VII , ha sido traicionado, abandonado a su suerte y hecho prisionero por Napoleón Bonaparte.Bajo esas circunstancias los realistas y unos cuantos criollos entendieron que la conformación de la junta era una deslealtad con la monarquía y luego de reprimir a sus integrantes y también a sus parientes saquearon la ciudad y dejaron a centenares de muertos.

Esta obra contiene el sustrato histórico constatado por el fraile Henríquez durante su estadía en Quito (tras ser enviado por su orden religiosa debido a problemas con la Inquisición). Testigo entonces, de aquella matanza consigna la dimensión factual del acontecer e incluso en la Advertencia de la Camila registra algunos eminentes criollos asesinados el trágico 2 de Agosto de 1810.

Camila es hija de dos José y Margarita., ambos de una familia acomodada de Quito. Camila tiene un temperamento reflexivo y de índole crítico al contexto histórico impuesto por la Corona española en Latinoamérica y en un momento de soliloquio posiciona su parecer respecto a la condición subyugada de los habitantes de América:

Se aliviara la suerte de los oprimidos, si los
tiranos pudiesen ejercer su imperio abominable sobre
los corazones y sobre los ánimos; si pudieran arrancar
al corazón sus afectos, y al alma sus dulces y preciosas
memorias.

Pero el desdichado ve el suelo de su patria
empapado en sangre; ve la saña y el furor de sus
verdugos; y se concentra en si mismo, y halla en su
corazón la libertad que le arrebatan los perversos.
(Henríquez, 1817, pp.12)

El sentido crítico del personaje Camila se orienta hacia aquella dimensión totalizante constatada en los españoles. Ella entiende que si les fuera posible abarcar todas las dimensiones humanas de los sometidos(en este caso los americanos) lo harían; porque desde la condición tiránica que sustenta su proyecto expansionista, el despojo de la condición humana es lo que desea obtener el español y en este caso no es posible debido a que hay dimensiones del ser que son inexpugnables como es el caso del sentir . Del sentido que emerge del corazón, del alma y del ánimo que anhela la libertad.

El despojo de la patria y la violencia ejercida por los extranjeros contra los habitantes americanos es una protesta de Camila que apela a la irracionalidad extrema ejercida y donde la pérdida del sentido humano es constatada: “El desdichado ve el suelo de su patria empapado en sangre; ve la saña y el furor de sus verdugos” (Henríquez, 1817, pp.12).

Camila critica el continuo actuar violento de los españoles, la imposición y el sometimiento de los habitantes, considerando que ese tipo de actuar irracional debiese parar, ya que la sangre derramada de los americanos prolifera bajo un sistema basado en la guerra continua.

El acontecer de violencia produce el ensimismamiento del ciudadano desdichado que “se concentra en sí mismo, y halla en su corazón la libertad que le arrebatan los perversos” (Henríquez, 1817, pp.12). El estado interior, el espacio íntimo de cada uno de los desdichados es un espacio donde se puede hallar libertad porque las conciencias no son arrebatadas ni el sentimiento de querer terminar con el yugo tampoco.

Aquella dimensión interior del pensar y del sentir es una posibilidad que los desdichados americanos visualizan como posible de ser real en algún momento, y el querer ser libre es un sentir que no se puede arrebatarse por más que los verdugos hagan implacable la fuerza a través de la muerte y Camila al igual que muchos quiteños no cree en la muerte como posibilidad de relación social entre civilizados:

El terror de la muerte y de la ignominia nos condujo a
estas selvas, tan antiguas como el mundo; preferimos
la vista de los salvajes y de los tigres a la de los
satélites y ministros del gobierno español; pero la
amable imagen de mi esposo me acompaña por todas partes
(Henríquez, 1817, pp.12)

El miedo a la irracionalidad de los hispanos lleva a Camila junto a sus padres a huir a la selva ya que iban a ser asesinados al igual que otros quiteños ilustres. La selva es el lugar que en voz de Camila se presenta ambigua por cuanto aquella vasta geografía primitiva es por una parte el lugar donde pueden sentirse a resguardo ya que las selvas “tan antiguas como el mundo” contiene lo vivo, la vida, lo propicio para la sobrevivencia y a pesar de ser hábitat de bestias hay preferencia por habitar entre tigres y comunidades salvajes a padecer las afrentas y vejámenes de los españoles. El absoluto colonial de la muerte y la tiranía propicia la huida hacia el estadio de naturaleza que si bien no es el sitio paradisiaco es el lugar posible donde se puede habitar en ese contexto histórico.

El pensamiento de Camila entonces es un pensar patriota en el entendido de que su discurso apela hacia las conciencias libertarias para que asuman una posición activa respecto a la rebelión contra los españoles. La patria es la geografía americana que debe ser libre, liberada para constituirse como Estado Nacional y dejar de ser colonia salvajemente vejada.

Otro aspecto a relevar es la valoración de la vida, Camila entonces se instala en el opuesto del ideario colonial que propugna la muerte como ideología de estado, en tanto que ella cree en lo republicano como sistema social que debe ser establecido en América.

Hay una dimensión moral en el personaje Camila que emerge en distintos pasajes de la obra y de manera tenue se enuncia al evocar a su esposo mientras ella está en la selva junto a sus padres sin saber realmente acerca de su destino, que puede ser la muerte o el vagar sin rumbo tras huir de los cancerberos de la Corona.

Camila no sabe el suceder cierto de su marido Diego y por más que ella se encuentre en la selva lejos de los españoles puede sentir como “la amable imagen de mi esposo me acompaña por todas partes”.

La manera de ser de la mujer quiteña se verá acentuada cuando el cacique en ejercicio “metateatral” simula que para ser acogidos dentro de sus dominios Camila debe vincularse en unión marital con el ministro perteneciente a su etnia pero finalmente, tras tensionar a la joven con esa propuesta se conoce la realidad que no es otra que la fabulación del acontecer pero la joven Camila siempre se mantuvo en una posición invariable y desde su moralidad intachable desplego una mordaz crítica al cacique por no acogerlos y darles refugio entre la comunidad Omagua de la que era su líder:

¡Quién habría creído que abrigase estos sentimientos
la generosa tribu de los omaguas! Fueron de
esta tribu las varoniles amazonas, que en tiempo de
la conquista pelearon contra los españoles, y adquirieron
un nombre inmortal; y ahora los Omaguas han
de entregar al gobierno español los patriotas para
que Sean víctimas de su tiranía! para que sus verdugos
tengan el placer atroz de derramar nuestra sangre!
(Henríquez, 1817, pp.22).

Camila manifiesta al cacique de los Omaguas el acontecer histórico donde ellos (criollos) se unieron a su etnia para defender la tierra americana de la usurpación hispana, relevando la gallardía de aquellos combativos Omaguas que pelearon para defender sus tierras pero en esta ocasión ocurre algo distinto puesto que el líder de la comunidad indígena opta por situarse en la vereda antagonista y replicando desde la historia ejemplifica a Don José, padre de Camila y caballero de Quito su parecer respecto a que hayan ido a refugiarse a sus dominios siendo que los criollos dieron la espalda a un indígena ilustre como Túpac-Amaru:

-Y que hospitalidad halle entre ustedes aquel
pariente del Muy Alto y Muy Poderoso Príncipe José
Gabriel de Túpac-Amaru cuando huyendo de la horrenda
carnicería, que hacían loss realistas en su país,
buscaba en el vuestro un asilo infeliz y obscuro? Vosotros
lo asesinasteis en la cárcel en el silencio de la noche.
(Henríquez, 1817, pp.21)

Al cacique además no le resulta adecuado entrar en disputas ajenas con las autoridades españolas y más aún, cuando están en búsqueda de ellos y ya le han hecho saber a través de una carta amenazante que no deben ocultar a estas familias, el cacique les hace entender su parecer: “Yo no quiero tener esos hombres por amigos ni por enemigos. Y No quiero provocar su venganza”, desde una perspectiva estratégica del líder que es, considera válido salvaguardar los intereses de su comunidad a tener un conflicto innecesario por otros y le advierte que si no se van de sus dominios,”yo os voy a entregar a los españoles” puesto que no tendría sentido exponer a una contienda a su tribu debido a que “el gobernante español tiene fusiles y cañones: nuestras armas son pocas lanzas y débiles flechas” (Henríquez, 1817, pp.20). Y únicamente entrarían en beligerancia con los españoles “si peligrase nuestra libertad, nos burlaríamos de su furor sanguinario. Mas, no habiendo necesidad, yo no debo exponer mi pueblo una guerra inútil” (20).

Hay entonces dos dimensiones del pensamiento crítico de Camila donde expone sus ideas a favor de la libertad de los habitantes de América y del sentido patriótico panamericano que sustenta su discurso. Una de estas instancias refiere a su parecer antagónico a la bestialidad de los españoles que de manera violenta procuran anular todas las instancias humanas de los americanos; más aun, el asesinato sistémico y la irracionalidad tiránica de subyugación del otro que no es considerado valido en tanto “ser” humano desde la perspectiva totalitaria, este ideario es lo que el pensamiento de Camila instala como perspectiva crítica y su discurso de rebelión se sustenta en la racionalidad entendida como lo republicano, como la construcción de una sociedad donde debe primar el sentido de tolerancia y aceptación de la diversidad cultural donde nadie debe ser anulado o muerto por tener un pensamiento distinto de la patria donde se habita y la nueva que se quiere forjar.

Otro aspecto que despliega Camila es la unión americana de criollos e indígenas como es el caso de los Omaguas. Para ella hay espacio para todos los americanos en esta geografía y por ello su voz desafiante lleva a la expresión del Cacique: “Y que piquito tiene la muchachita! y que espíritu!”(22). Esta expresión emerge tras encararlo férreamente por la posición del líder de los Omaguas de no querer acoger a estos criollos en sus dominios “¿os olvidáis que la sangre de los primitivos habitantes del país corre por nuestras venas? (Henríquez, 1817, pp.22).

El espíritu de Camila como personaje femenino es un espíritu adelantado considerando la época del siglo XIX donde la mujer no tenia espacio , voz ni voto para involucrarse u opinar en asuntos de política o ideario social. Camila representa un giro notable en este ámbito, puesto que es una fémina la que desafía, instala y conceptualiza un tipo de pensamiento crítico hacia la tiranía española pero también hacia los antagonismos y rencores del Cacique Omagua. Ella critica esa posición pero a la vez propone un sentido americanista de fraternidad, inclusión y tolerancia del territorio común de América donde criollos e indígenas deben vivir en paz y aceptación del otro.

Hay circunstancias religiosas en las cuales Camila interpela a Dios , es una plegaria donde su soliloquio instala el bien y el mal posicional donde los españoles representan la bestialidad humana , los extranjeros son los destructores y “los verdugos de la América” “ los enemigos de la patria” que asolan la geografía americana para matar y saquear y por ello lo interpela porque a pesar que los españoles portan la figura de Cristo como ideario social no adscriben de manera real a la doctrina:

iOh Dios! Vos sois tan benigno para los buenos, como
terrible para los malvados. Vos premiáis en la mansión
de lo justos las virtudes de Diego y prepararais
confusión y exterminio para los enemigos de la patria, para los
verdugos de la América, para los monstruos sedientos de sangre.
(Henríquez, 1817, pp.12-13)

El Dios de Camila es el Dios del bien, donde esta ella y su amado Diego. Los buenos habitantes de América, los justos, entonces Dios debe estará del lado de los patriotas que pretenden la libertad americana, los justos que anhelan vivir en paz en la nueva patria deseada, Camila solicita “exterminio para los enemigos de la patria” para los españoles y Dios es quien colocara esa justicia, aniquilando a los conquistadores.

Camila recuerda a su marido, uno de los patriotas de los cuales no se tiene certeza de si realmente fue asesinado. No sabe si Diego corrió la misma suerte de los otros diecisiete ilustres criollos quiteños muertos por los españoles debido a la rebelión que propugnaban para la libertad del territorio americano sometido, y la mujer se aferra a la posibilidad de que su marido este vivo, por cuanto cree y entiende que no hay evidencia de que haya muerto: “¿Qué certidumbre hay todavía de la muerte de mi marido? ¿No corrió un rumor de que un patriota había escapado?”(Henríquez, 1817, pp.13).

La perspectiva sentimental que comunica desde un segundo estrato semántico se define desde esta instancia. Camila y Diego, matrimonio quiteño que se distancio luego del acontecer de la persecución de los patriotas tras la matanza de Quito del 2 de agosto de 1810.

Camila en la selva Centroamericana recuerda constantemente a su marido y proyecta distintos escenarios respecto al acontecer de Diego que antagonizan dependiendo de su estado anímico que va desde el optimismo “¿Y no podía ser este Diego? Tal vez anda errante por los montes, y le oculta alguna cueva…” (13), hacia la constatación inhumana de los españoles donde ella sabe que los conquistadores realizan distintos actos de violencia contra ellos: “Mas ¡ay! tal vez gime de nuevo en una cárcel, y aguarda la muerte en un inmundo calabozo. Tal vez se le prepara algún veneno” (13).

La patriota de Sudamérica denuncia los actos barbaros de los soldados hispanos y cree posible que todo tipo de cometido demencial puede ser ejecutado contra ellos ya que “de la crueldad de los tiranos todo debe sospecharse”.

La incorporación de la esfera sentimental a la obra es con el propósito del despliegue de un conflicto a la narración fundamental que son las ideas patrióticas y republicanas de construcción social. Y bien concluyen al respecto Bernardo Subercaseaux y Paula Cuadra cuando exponen que:

A Camilo Henríquez y a los ilustrados republicanos les importaba sobre todo la palabra escrita y la cultura letrada no en función de las ―bellas letras, sino en su potencial para la educación cívica y patriótica. Por esta razón, a lo largo de todo el siglo XIX los intelectuales chilenos se esforzaron por desarrollar un conjunto de símbolos que permitieran instaurar y difundir la idea de Nación
(Subercaseaux, 2016, pp.128)

La protagonista de la obra dramática se vale de un conflicto emotivo que es la desaparición forzada de su marido y desde aquel acontecer delinea a través de sus discursos su perspectiva crítica y racionalista de disonancia al acontecer colonial. Camila entonces divaga entre su moralidad de ser fiel a todo evento a Diego por filiación marital y la alianza política sugerida por el cacique en su ejercicio de metateatro debido a que finalmente se devela la realidad que es que el cacique oculta y da refugio a Diego, el ministro de su comunidad.

Camila Shkinere es la mujer patriota que procura habitar en una sociedad donde la libertad sea el principio fundante de las relaciones humanas, y ese es su discurso colectivo que procura movilizar y congregar patriotas en esa dirección a través de sus parlamentos.

Otra dimensión es su problemática particular donde ella desconoce el paradero real de su marido, Camila es la protagonista cierta de ambos contenidos en esta obra dramática y Julio Lavín Cerda desde el sentido figurado que linda con el concepto de lealtad propone que “el patriotismo de Camila, desde el punto de vista dramático, es más bien su disposición al sacrificio para conservarse fiel al recuerdo de su esposo” (232).

Luis Pradenas sintetiza respecto a la forzada separación de Camila y releva además el influjo del concepto republicano en la construcción de las sociedades americanas:

Diego y Camila, una joven pareja de patriotas separados a causa de la guerra , se reencuentran en el seno de una comunidad indígena , donde reinan la paz y la armonía social republicana inspirada por los valores de libertad, igualdad y fraternidad . Sus “caciques” principales , que han recibido la influencia de las “luces” republicanas directamente en la lejana Europa y en los Estados Unidos, conjugan en la vida cotidiana de su aldea las virtudes de la organización social indígena “tradicional” y la influencia libertaria de la razón republicana, en la prodigiosa armonía de una edad de oro , reencontrada en medio de la selva.
(pp. 136-137)

A pesar de la incorporación del plano sentimental, el conflicto establecido desde esta posibilidad amorosa funciona de manera aparente puesto que como propone Subercaseaux y Cuadra “se trata, sin embargo, de un tema que se hace patente solo en la segunda mitad de la obra, un dilema que es más bien un artificio para darle tensión dramática al conflicto” (132).

Las posibilidades literarias de la Camila o la patriota de Sudamérica definen fundamentalmente el motivo independentista y como obra dramática precursora del teatro en Chile ha sido escasamente ponderado en su merito, tanto por parte de la crítica como del medio actoral y de dramaturgos. Y únicamente Ramón Griffero recién el año 2010 llevo a tablas esta obra que de acuerdo a Benoît Santini :

Mezcla sutilmente creación literaria y mensaje político, con una economía de medios y una gran eficacia significante. Cobra asimismo un valor documental ya que el mismo Camilo Henríquez estuvo en Quito, presenció los abusos de los realistas y, como testigo de vista, su base es extremadamente concreta
(pp.4)

La obra en efecto constituye una importante narración del periodo de las independencias en Latinoamérica donde el sentido americano define la actitud de militares como

José de San Martin o Simón Bolívar y de intelectuales como el propio Henríquez, Manuel de Salas o Juan Egaña.

Las constantes luchas políticas de entonces y el espíritu libertario se expresan en esta obra dramática donde la mujer toma conciencia de la guerra y enarbola un pensar crítico respecto a ello porque entiende que los valores republicanos fundados en la posibilidad de América de ser capaz de rehacer su condición colonial y construir socialmente su futuro propio a través del modelo de los estados nacionales es una opción real para ser concretada.

El contexto de la obra es la matanza de Quito pero a través de ese espacio histórico se procura representar el suceder de América que por entonces bregaba por liberarse de la Corona española, experiencia común en la formación cultural latinoamericana del siglo XIX donde el proceso de ruptura con la tiranía política y el oscurantismo de la sociedad colonial hispanoamericana era un asunto convocante de primera necesidad entre estas naciones americanas.

La Camila o la patriota de Sudamérica propone un discurso crítico en su nivel semántico fundamental a la configuración colonial y a le vez es propositiva respecto a cuál debe ser el acontecer de los ciudadanos americanos y para ello el texto desarrolla los conceptos de libertad, tolerancia, el desplazamiento del espíritu libertario para la creación de conciencia y la aceptación de las etnias prehispánicas (eso sí que civilizándolos en el ideario racionalista del conocimiento y el sistema político republicano).

Las obras literarias generalmente contienen ideas de diversa índole ya que:

El supuesto del análisis es que tras los personajes y la acción de toda obra ficticia están las ideas, particularmente en una obra en que el pensar literario está fagocitado por el pensar conceptual y por una función de educación cívica y patriótica
(Subercaseaux, 2016, pp. 129).

Y en el caso de esta obra dramática de Camilo Henríquez publicada en 1817 el sentido emancipatorio es el principal mensaje de contenido al igual que la crítica hacia la irracionalidad cometida por los españoles durante el periodo colonial contra los americanos. El teatro como escuela pública es el universo conceptual de la dramaturgia del fraile y Julio Lavín Cerda en su texto “El teatro en las tareas revolucionarias de la Independencia de Chile” enfatiza en la importancia que por entonces tenía esta noción: “Decididamente el teatro es una escuela de civismo, una alta escuela de civismo” (231).

Regresando al personaje Camila, es una mujer bastante lucida en su manera de examinar la conformación de la sociedad colonial , moderna en sus ideas, de carácter fuerte y desafiante en sus juicios de la sociedad en que habita porque para ella vivir bajo un sistema autoritario y genocida no es válido para las relaciones que deben tener seres racionales.

Camila además es bastante determinada en el contenido de su expresión:

Los tiranos están armados, no solo de la fuerza, sino
también del arma terrible de la superstición. La ciencia
de aquel anciano ilustre; su bien merecida fama;
sus diligencias para que se hiciesen de balde los matrimonios,
con la laudable mira de poner un dique a la
corrupción de costumbres, heredada de los españoles;
sus solicitudes para generalizar el estudio de las lenguas
extranjeras y de las matematices; y también su celo
para que se estableciesen casas de labor para las mujeres
pobres, y de corrección para las malas casadas.
(Henríquez, 1817, pp.13)

La constatación del ámbito mágico o sobrenatural donde la mala o buena suerte participa del escenario contextual es una opción que los “tiranos” españoles incorporan a su hegemonía total contra los americanos y en las comunidades indígenas era una creencia real puesto que inicialmente consideraban a los conquistadores españoles como entidades divinas.

Respecto a los personajes españoles, en la obra no adquieren rango de personajes en el entendido de un determinado despliegue discursivo o nombre debido a que están ausentes del desplazamiento dramático y más bien son una referencia contextual que amenaza la vida de los habitantes americanos.

Camila cree en hacer el bien al otro ya que lo considera un prójimo desde su concepción cristiana y le cuesta entender el odio que los españoles sienten hacia ellos y hacia todos los americanos:

Todo le había adquirido enemigos ocultos y formidables. ¡Que no sea posible hacer bien sin cargarse
del odio y de la execración de los hombres!
Y no obstante, del placer de hacer bien es tan delicado y tan dulce!
(Henríquez, 1817, pp.13).

Los españoles, por más que sean portadores de la religión católica traída desde Europa a la geografía de América, dictan mucho de los postulados cristianos que Camila ciertamente cree y comparte como modo de convivencia humana. Ella si cree en el postulado de hacer el bien al otro y considerarlo un otro valido para vivir eso si de acuerdo a los principios republicanos y civilizatorios propuesto por esta corriente de pensamiento político pero por el hecho de pertenencia al suelo americano debe existir unión desde aquella posibilidad de razonamiento y no considerando por cierto las posibilidades culturales indígenas como síntesis de sociedad, es interesante eso si constatar como los indígenas son visibilizados tempranamente en la literatura latinoamericana a pesar del cedazo de ilustración en que se han configurado los personajes Omaguas.

Conclusión
La Camila o la patriota de Sudamérica es una obra de teatro fundamental en la literatura chilena, por cuanto esta obra resulta ser inaugural en la dramaturgia del país. Esta obra publicada en buenos aires en 1817 tras el exilio de Camilo Henríquez, desarrolla a través de un personaje femenino un pensamiento crítico respecto al totalitarismo colonial impuesto por la Corona española.

El espíritu de Camila como personaje femenino es un espíritu adelantado considerando la época del siglo XIX donde la mujer no tenia espacio, voz ni voto para involucrarse u opinar en asuntos de política o ideario social. Camila representa un giro notable en este ámbito, puesto que es una fémina desafiante que instala y conceptualiza un tipo de pensamiento crítico hacia la tiranía española pero también hacia los antagonismos y rencores del Cacique Omagua.

Ella critica esa posición pero a la vez propone un sentido americanista de fraternidad, inclusión y tolerancia del territorio común de América donde criollos e indígenas puedan vivir en paz y en comunión de aceptación del otro independiente de sus concepciones de origen y culturales .

Camila critica la violencia sistémica de los hispanos así como las matanzas persecuciones y todo tipo de vejámenes y abusos contra los habitantes americanos. El pensamiento crítico de Camila donde expone sus ideas a favor de la libertad de los habitantes de América y del sentido patriótico panamericano que sustenta su discurso refiriendo su parecer antagónico a la bestialidad que cometen contra ellos los hispanos, el asesinato sistémico y la irracionalidad tiránica de subyugación del otro que no es considerado un ser humano .

Ese ideario es lo que el pensamiento de Camila instala como perspectiva crítica y su discurso de rebelión se sustenta en la racionalidad republicana como la construcción de una sociedad donde prime el sentido de tolerancia y paz.

Camila además despliega su pensamiento crítico hacia la etnia de los omaguas, haciendo entender al cacique, líder de esta comunidad, que la construcción de la sociedad republicana debe vincularlos, tanto a indígenas como a criollos en un sentido común convocante. Entonces el discurso de esta ciudadana quiteña aboga por la aceptación y cooperación entre todos los habitantes del territorio común donde La unión americana de criollos e indígenas es relevante para la construcción de la nueva sociedad post colonial.

En síntesis, Camila propone desde su sentido patriótico la conformación del Estado nacional como sistema político para América y con ello antepone a la irracionalidad española del genocidio la racionalidad del imperativo de la ley en la conformación de sociedad.

 

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