EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Blindar la democracia liberal

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 21/11/2021

Artículo publicado también en lemondediplomatique.cl
eldesconcierto.cl; elquintopoder.cl y cooperativa.cl

 

Resumen
La ultraderecha regresa en todo el mundo. Aquí se proponen las razones y las consecuencias centrándose en la chilena, siempre larvada y latente dentro de la derecha llamada tradicional, especialmente en el interior del partido preferido de Pinochet: La Unión Democrática Independiente (UDI).

Palabras clave: Ultraderecha/ultraizquierda, neoliberalismo, global, Chile, constitucionalizar, Convención Constitucional, blindar.

 

La ofensiva neoultraderechista global se consolidó después de la debacle financiera de 2008 del capitalismo neoliberal, que deja a las clases medias y bajas sin el poder adquisitivo de antes de esta crisis. A pesar de la capacidad del neoliberalismo para crear riqueza, paralelamente potencia la bomba de la desigualdad por la concentración de riqueza en un 1% de la población, la cual captura el sistema democrático liberal para sus intereses privados en detrimento de las grande mayorías, vaciándolo de credibilidad al transformar la democracia en una mercadocracia y, en un efecto dominó, deslegitima sus instituciones y el sistema político tradicional. Así, con una crisis de representación, el escenario ideal para los extremismos políticos está servido.

En Chile, la crisis se agudiza por la constitucionalidad heredada de la dictadura. Defendida como un acto de fe por la derecha que bloquea durante 30 años reformas estructurales para minimizar las desigualdades, terminó desacreditando todo el sistema hasta provocar el tsunami social.

El postulado central de la neoultraderecha, es suprimir lo liberal del sistema democrático. No obstante, la democracia iliberal no existe, o sería una suerte de democracia Frankenstein. La negación de los derechos de las mujeres, minorías sexuales, pueblos originarios y étnicos, es el mayor atentado al sistema democrático liberal después del nazifascismo; verdaderamente, es una regresión en toda regla para instaurar un orden autoritario sacrificando todo derecho social y humano. En política económica, niega la verificación contrastada de la ciencia sobre el cambio climático para liberar al mercado ultraneoliberal de controles ecológicos y pueda continuar depredando el medioambiente, sacrificando la vida en el planeta.

El modus operandi neoultraderechista iliberal, es crearse enemigos internos entre un “nosotros” y “ellos”; vale decir, nosotros: blancos-ultraconservadoras-heterosexuales- patriarcales; contra: extranjeros -el feminismo-la comunidad LGTBQI+-etnias no blancas-la izquierda, la derecha tradicional, etc., Para polarizar al máximo la sociedad hacen uso de un “nosotros” contra “ellos” con un coctel de odio, prejuicio y ultranacionalismo premeditado como base binaria de su sistema identitario, presentándolo como la única forma correcta de ser, vivir y ordenar la sociedad, es decir, un sistema totalitario. Alientan, con discursos del odio, el enfrentamiento entre grupos sociales para estimular los instintos más irracionales, como la xenofobia/racismo, la misoginia, la oporofobia, la homofobia, etc. La estrategia política de distribución del discurso del odio y destrucción contra todos los que se oponen a su única Verdad, se debe a que el odio es el sentimiento humano más fácil y primitivo de cultivar y, por eso, el menos inteligente ya que no requiere de procesos racionales, sino que sólo se estimula el primitivo instinto animal que todos cargamos. Si la propaganda ultraderechista nazifascista usó la última tecnología de la época, el cine, ahora utiliza la Red como su caballo de Troya para erosionar la democracia liberal con la desinformación sistemática como estrategia política, apoyada por una cascada de conspiranoias; en rigor, una cloaca donde naufragó la verdad con la mentira “sin complejos”.

Un aperitivo en Chile de neoultraderechismo, es el requerimiento a las universidades de dos de sus parlamentarios sobre datos de centros, planes de estudio y personal que tengan relación con la “ideología de género” (que nunca ha existido), la diversidad sexual y el feminismo, en una auténtica demostración de amedrentamiento autoritario de lo que vendrá si José Antonio Kast llega a La Moneda.

Las mujeres, minorías sexuales, pueblos originarios y/o étnicos, ―que representan cerca del 70% de la población―, han sido por milenios marginadas de sus derechos, y sólo por su lucha decidida han conseguido gradualmente lo que todo sistema democrático liberal tiene como paradigma central: la inclusión de derechos sociales y humanos de toda la ciudadanía. En rigor, este 70% son el agua, la luz y el aire del sistema democrático liberal: sin su lucha valiente, por ejemplo, la mayoría de la población, las mujeres, aún no tendrían derecho a sufragar. Reprimiéndolos y quitándoles sus derechos tan difícilmente conseguidos, cortan de raíz el proceso de mejoramiento y desarrollo de calidad democrática.

La ofensiva demonizadora contra la Convención Constitucional, apunta a lo mismo: con la mentira sistemática (como que la CC cambiaría de bandera, himno y nombre del país) pretende detener la constitucionalización de la democracia liberal garantizando derechos sociales, económicos y humanos plenos: la CC es una amenaza a su orden autoritario.

Para blindar la democracia liberal, la nueva Constitución debe tener un apartado militante, como la italiana y alemana que padecieron como Chile, y se mantiene latente, una dictadura ultraderechista. Este apartado constitucional debe articular la imposibilidad de la propagación de movimientos neoultraderechistas y/o neopinochetistas que sea capaz de ilegalizarlos si entran en una espiral de violencia física y verbal, como es el discurso del odio, la negación de la verificación histórica y la apología a criminales de lesa humanidad pinochetistas. Normalizar este discurso, que no tiene nada que ver con la libertad de expresión, atenta contra los valores y los principales preceptos de convivencia democrática liberal civilizatorios. Sin embargo, para blindar la democracia liberal, se debe ampliar el concepto “violencia política” a cualquier ideología que pretenda conquistar el poder mediante la violencia física y/o discursos del odio. Históricamente, las ideologías ultras sean de derecha o de izquierda sólo instrumentalizan el sistema democrático liberal para, ya alcanzado el poder, destruirlo.

Confiamos que en esta encrucijada histórica, Chile sabrá superar este reto con el mejor instrumento del sistema democrático liberal, el voto popular.

Jaime Vieyra-Poseck

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴