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El arte de la Oratoria.

por Adriana Bell
Artículo publicado el 18/03/2020

o-ratoriaConocer y practicar el arte de la Oratoria es muy importante en la sociedad actual, donde las nuevas formas de comunicarse han adquirido tanta relevancia. Por ejemplo, se puede mejorar en lengua y comunicación para dominar esa disciplina. Pero ¿qué es la Oratoria y cuáles sus principios básicos?

¿Qué es la Oratoria?
Esta disciplina nació en Sicilia, pero se perfeccionó en la Grecia clásica, donde se concebía como una herramienta para obtener prestigio y, finalmente, poder político. Grandes oradores de aquel tiempo fueron Sócrates o Demóstenes. De allí, pasó a Roma, donde destacaron especialmente Cicerón o Quintiliano.

Ya entonces, y también actualmente, puede definirse la Oratoria como el arte de hablar de forma elocuente. Es decir, es la disciplina que enseña a manejar el idioma de tal forma que, mediante palabras, se pueda convencer a un auditorio. No obstante, va más allá de la convicción a través del lenguaje. Los buenos oradores son capaces de provocar emociones en sus oyentes e incluso de persuadirlos a hacer algo.

A la vista de todo lo dicho, es fácil deducir la importancia de la Oratoria. Y una de las mejores armas para cultivarla es el debate. Los alumnos de esta disciplina se foguean en muchas ocasiones discutiendo argumentadamente entre ellos. Pero antes de llegar a este paso, es necesario aprender algunas técnicas y trucos.

Técnicas de la Oratoria
Como cualquier otra materia, esta disciplina puede aprenderse. Es cierto que hay personas que nacen con cierta habilidad para ella. Pero, sin trabajo y sin entrenarse, nadie es imposible lucirse en esta disciplina. Además, lo primero es dominar el miedo a hablar en público. Un buen orador transmite confianza y seguridad en sí mismo al auditorio. Y todo el mundo puede lograrlo, aunque es verdad que a algunas personas les cuesta más que a otras.

Por otra parte, la naturalidad es básica en el buen orador. Normalmente, se piensa que, para hablar bien, hay que utilizar palabras cultas y giros gramaticales complejos. No es así, cuanto más sencillo sea un discurso, mejor llegará a la audiencia. Lo que debe ser siempre es lingüísticamente correcto e igualmente, dotado de la entonación, el ritmo y el volumen adecuados a cada momento.

De hecho, los grandes maestros de la oratoria señalan que en ella participan tres tipos de lenguaje. En primer lugar, está lógicamente el lenguaje verbal, es decir las palabras que se usan. En segundo, el paraverbal, que comprende justamente la entonación, el volumen y el ritmo. Pero también otro elemento fundamental: las pausas y los silencios. Estos son tan importantes como lo que se dice y ayudan a remarcar algo relevante. Un silencio puede ser más elocuente que las palabras. Finalmente, está el lenguaje corporal, es decir, la forma en que se acompañan las palabras con los gestos, las miradas y el movimiento.

Junto a todo lo dicho, el discurso también es clave. Debe estar bien estructurado y, de vez en cuando, incluir algún efecto sorprendente para captar la atención del auditorio. Quienes escuchan, al cabo de un rato, pueden distraerse y, para evitarlo, está el efecto sorpresa. Este es uno de los trucos de que se vale la Oratoria, pero hay otros.

Los trucos del buen orador
Los buenos oradores no se limitan a proporcionar datos y más datos a sus oyentes. Al contrario, se sirven de ejemplos comprensibles por estos para desarrollar su discurso y hacerlo más ameno. También es muy útil recurrir de vez en cuando a la improvisación. El orador debe tener su discurso bien preparado y seguirlo fielmente, pero también debe añadir algo natural de vez en cuando. De lo contrario, corre el riesgo de parecer acartonado. En este sentido, una pequeña anécdota o broma puede resultar muy útil.

También es un truco habitual en los oradores comenzar mostrando a su auditorio los pasos que van a seguir en su intervención. De este modo, quien escucha sabe por dónde va a ir el discurso, digamos que ya tiene un guion, y es más difícil que se pierda. En el mismo sentido, es importante que se expliquen los conceptos difíciles. El auditorio no tiene por qué ser experto en la materia tratada y, si no la entiende, se desentenderá de lo que escucha.

Así mismo, el final es muy importante. Todo buen discurso debe terminar causando efecto en los oyentes. Las últimas palabras son las que más se recuerdan y, por tanto, influyen en la valoración de toda la charla o conferencia.

En conclusión, la Oratoria es una herramienta muy poderosa para progresar en el mundo de hoy tanto desde el punto de vista laboral como desde la perspectiva personal. Estudiarla y conocerla está al alcance de todos.

 

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