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Algunas disquisiciones sobre la Justicia social en el Islam

por Alfredo Fredericksen
Artículo publicado el 26/08/2022

justicia-social-islamQutb, Sayyid. Justicia social en el Islam (Pensamiento Político). Almuzara, 2007, 360 p.

Sayyid Qutb (9 de octubre de 1906— El Cairo, 29 de agosto de 1966) es egipcio y vivió en EEUU, donde fue a conocer su sistema educativo y cuando él regresa, se percata que la cultura Occidental no debería entrar a la cultura musulmana porque en la medida en que ocurra, la cultura musulmana se corrompería y uno de los principales defectos que él observa de la cultura occidental es el individualismo. Entonces, de partida, ya se establece una perspectiva de tensión entre lo que es el individualismo y el sentido de comunidad. Además, habría que decir que Qutb es un pensador tremendamente influyente que, incluso, estuvo ligado a la Hermandad Musulmana.

Ahora bien, cabe señalar que en el primer capítulo, Qutb va a plantear todos los presupuestos de su visión del Islam y lo principal ahí será plantear una diferencia entre la cultura que produciría el Cristianismo y la cultura que produciría el Islamismo. De hecho, el primer planteamiento formulado ya al inicio del texto es este: ¿por qué hay que importar de Occidente los distintos modelos que pueden ofrecer si el Islam proporciona todas las herramientas necesarias para tener su propio modelo de sociedad (democracia, comunismo, etc.)? Sostiene Qutb que desde el Islam hay una tradición que se puede retomar —y que no se ha retomado—. Desde aquí sostiene, en primer lugar, que la separación entre lo “material” y lo espiritual, lo interior o lo exterior, lo terrenal o lo celestial, la fe o la vida práctica es una dicotomía que se aplica desde el Cristianismo al Islam y que el Islam nunca habría existido: no existen estos paralelos. En el Islam, se plantearía una unidad de estos polos. Esta división, dice Qutb, permeó a la cultura islámica y su esfuerzo consiste en demostrar que, al recuperar el concepto de Unicidad del Islam, puede fundarse una sociedad distinta que es paralela al Cristianismo y, en cierto modo, también opuesta. Entonces, Qutb se pregunta: ¿acaso la religión no tiene nada que aportar a los problemas sociales? Y, a partir de esta pregunta, surgirá su propuesta de cómo el Islam tendría una propuesta propia de justicia social que no se corresponda con la propuesta del modelo cristiano, Occidental.

Así, Qutb sostendrá que el Cristianismo enfatiza lo interior y lo espiritual, mientras que deja de lado lo vinculado a lo material y, por lo tanto, esta tensión entre lo interior-espiritual y lo exterior-material sería la causa de que en el proceso histórico de Occidente, aparezca el marxismo como un modelo opuesto al Cristianismo y que plantea una contraposición de lo espiritual frente a lo material. Entonces, el Islam no sería esta última división, sino que lo que existe es una Unidad. De hecho, Qutb propone que en el proceso histórico Dios deseó que luego del Cristianismo, apareciera el Islam y que planteara un modelo onmicomprensivo de la realidad. Afirma que la cultura romana permea a las culturas bárbaras y sostiene que, al final, el Cristianismo siempre trató de mantener el control espiritual, pero dejando en manos del Estado (o del poder) el control de la sociedad. Y ahí dice que en el Islam esto no es así, porque como es una forma de comprender la vida onmicomprensiva está todo relacionado, tanto lo espiritual con lo material, lo terrenal con lo celestial. De hecho, Qutb habla de una “unidad esencial” que emparenta el culto y el trabajo, la ley religiosa y la exhortación. El Islam, según Qutb, habría elegido la unidad entre la tierra y el cielo (así, propone que la cultura Occidental establecería esta distinción). Así, Qutb plantea que vivir la fe no tiene que ver con estar dentro del Templo, no tiene que ver únicamente con los momentos de oración, sino que la vida misma del hombre está orientada a agradar a Allah. Y, en ese sentido, religión no es ir a la Iglesia, sino que es también trabajar (Qutb piensa en el modelo cristiano). De este modo, comprende que la fe en Allah no es únicamente una cuestión únicamente espiritual, sino que también es material: se trasluce en todo lo que el ser humano hace. Por ejemplo, hay una cita del Corán sumamente esclarecedora: “Creyentes, cuando se os convoque para el rezo del día indicado, dirigíos hacia Allah (…). Será mejor para vosotros, acabado los rezos, volved a vuestras cosas y buscad el favor de Alláh”. O sea, el favor de Alláh no se busca únicamente en la actitud religiosa entendida cristianamente, sino que tiene que ver con todo lo que nosotros hacemos.

Un punto importante que Qutb destaca en el libro es el problema de la autoridad: el hecho de que en el Islam la autoridad no es una cuestión jerárquica, sino de las autoridades viene el pueblo, de la comunidad. Y, en ese sentido, Qutb sostiene que en el Islam —a diferencia del Cristianismo— no hay derecho a la opresión y el paralelo que mostrará será la Inquisición en que el poder adquirido llega hasta tal punto que la religión tiene la facultad de perseguir y juzgar a las personas que no piensan como ellos. Tampoco —según Qutb— puede haber disputa por los bienes, porque como el poder viene de la comunidad, pertenecen a ella. De hecho, más adelante, el fundamento será que los bienes son dados por Alláh para todos, entonces no puede haber una apropiación indebida de los mismos. Esto será parte de lo que aparecerá en el segundo capítulo sobre la Justicia social. Y, a partir de que en el Islam no existe esta división jerárquica, tampoco existiría la tensión entre religión y aprendizaje —lo cual está detrás de la Inquisición—. Como no existe una jerarquía controladora, el Islam no crea esta oposición entre el saber y el creer. Qutb trata de disolver estas dicotomías que han operado de Occidente, incluso tomará como un punto de inflexión el Renacimiento. Plantea que cuando se produce la dicotomía entre ciencia-fe y conocimiento-fe, será la base de todo lo que ocurrirá después. Así, para Qutb, no existe una tensión entre Islam y Justicia social, a diferencia de la tensión que existe entre Cristianismo y Comunismo. De aquí, él dice que si en el Islam no existe una tensión entre la fe y la Justicia social, por lo tanto, no sería descabellado pensar que la forma de gobernar la sociedad sea la sharia, porque el Corán no es opuesto a los problemas sociales: el Corán ofrece respuesta a estos últimos. Y, en ese sentido, Qutb se opone al concepto de las leyes laicas, a la “secularización” que podría existir en Occidente. El Islam sería una respuesta perfectamente posible para armar una sociedad, a diferencia del Cristianismo, que ha producido todo lo que ocurre en Occidente.

En el segundo capítulo, Qutb profundiza puntualmente en la Justicia social. Parte de la premisa de que el Islam es una fe que abarca todos los aspectos de la vida, es decir, pasa al concepto de mundo que abarcaría el Islam. Además, coloca tres niveles: el Universo, la Sociedad (o la vida humana, en general) y la Humanidad (el individuo). Qutb plantea que para comprender la Justicia social del Islam es necesario comprender la visión de mundo que propone. Entonces, utiliza el concepto de “teoría universal” y dice que, como el Islam tiene esta base, tiene como fundamento el Corán, las tradiciones y la vida del Profeta. Y en ese mismo apartado señala que, por lo mismo, que como el Islam tiene sus propias bases, no sería necesario considerar a los filósofos como Avicena o Averroes porque ellos están influenciados por el conocimiento griego (tienen un germen que es foráneo al Islam). Para Qutb, el Islam tiene suficiente en sus fuentes. Además, Qutb señala en este capítulo que el origen de todo es la voluntad de Dios y no una alianza entre el Creador y la Creación. Por lo tanto, la Creación también es una unidad que viene de esa voluntad Única (no es una unión entre dos entidades, sino que viene de un solo ser que es Alláh). Así, el hombre como Creación y la sociedad como parte de la Creación de Dios, también debería ser una Unidad. Entonces, el problema que plantea Qutb aquí es que la sociedad no es unida (hay una diversidad enorme) y él va a concluir que, en el fondo, el propósito final del mismo Islam es unir a todos los hombres y credos en uno solo. Qutb vincula la praxis de la espiritualidad cristiana —que tiene que ver con la autoflagelación o el sacrificio personal— con las habilidades personales y esto será relevante para la Justicia social, porque Qutb dirá que Islam plantea que todos los hombres tienen habilidades distintas y, por lo tanto, el Islam debe ofrecer la oportunidad para que ellos desarrollen sus habilidades: importa que a partir de ellas contribuyan a la estabilidad de la sociedad y al bien común.

Además, en el segundo capítulo —y avanzando sobre el tema de la Justicia social—, planteará que hay dos principios esenciales: la unidad de la existencia y el otro es la general y mutua responsabilidad en los individuos y la sociedad. Ahí entra el concepto de la responsabilidad. Para Qutb el Islam —por oposición al Cristianismo que sería una religión más “del interior” o del “corazón” — es una religión en la que hay una responsabilidad inherente entre todos —y por oposición al comunismo—, aun cuando hay diferencias, ellas suponen la existencia o la necesidad de todos con todos. Propone que debe haber una “conciencia de ayuda” y “responsabilidad mutua” y, a partir de esto, habla que hay que regular las potencialidades y las restricciones del individuo. Pasamos de una responsabilidad social del individuo al nivel personal (o del individuo), el Islam plantea regula las potencialidades mediante la sharia y sus restricciones, a fin que no hay un colapso. Además, propone que, el hecho de que todos los seres humanos tengan distintas capacidades es fruto de la voluntad de Alláh. Por lo tanto, no puede haber ninguna forma de coartar esas habilidades y tampoco darles “rienda suelta”. Qutb es consciente de que las habilidades individuales pueden ser distintas, pero ello no debe ser un impedimento para que no haya una práctica de justicia y responsabilidad mutua de los que tienen con los que no tienen. Además, para Qutb el Islam sería una unidad universal, comunitaria e individual (se manifiesta en el individuo). Y, por lo tanto, en la medida en que es una unidad que viene de Alláh, tendrá que reproducirse en las prácticas humanas en general. Por eso, no existirá una dicotomía entre religión y fe, religión y conocimiento, religión y ciencia ni tampoco entre lo espiritual y terrenal, lo interior y lo exterior, la fe y el saber.

En el tercer capítulo titulado “La bases de la justicia social en el Islam” se da cuenta de la importancia de la sumisión a Dios, porque exonera a los humanos de la esclavitud que le son propias e, incluso, de codicia material y política. Además, propone el ideal de la igualdad absoluta tanto a nivel espiritual como material. No importa clase social, raza o sexo, pese a que en este último apreciamos una división de tareas. Además, el Qutb resalta la idea de la “solidaridad”, toda vez que, realiza una suerte de balance respecto a derechos individuales y mutua responsabilidad social a nivel económico y moral.

En el cuarto capítulo titulado “Los medios de justicia social en el Islam” profundiza respecto a las leyes y a la “conciencia humana elevada”. Importa ser buena persona y temer a Dios. Resalta, lo que a juicio de Qutb, serían valores básicos: generosidad, misericordia, modestia y sinceridad.

En el quinto capítulo titulado “El gobierno en el Islam” Qutub distingue entre un “sistema islámico” que nos distingue respecto al Occidente. Este “sistema islámico” es incomparable. Esto último, porque solo Dios sería soberano, lo cual, a su modo de ver, permite un distanciamiento con respecto a la soberanía de los hombres. En el Islam, importa la unidad de la raza humana —tal como comentábamos al inicio— con respecto a distinciones raciales, nacionales o lingüística. Además, no sería obligación pertenecer al sistema. A juicio de Qutub, el sistema de gobierno que propone acarrea como beneficios que habrán gobernantes siempre justos y que los gobernados serán siempre obedientes (solo pueden desobedecer por una orden de quebrantamiento de leyes divinas). Además, el líder es siempre escogido por creyentes, su rol no es específico (material o divino), puede tratarse de cualquier musulmán que consulta (shura) a sus seguidores con respecto a una decisión. Así, cabe destacar cómo el poder no se hereda, porque ello carece de existencia en el Islam. Todo musulmán puede leer e interpretar las escrituras, lo cual se denomina iytihad. Aunque claro, se pueden producir conflictos en las interpretaciones cuando no se especifica en el Corán o la Sunna. Todo, a fin de cuentas, puede resolverse en virtud del consenso.

En el capítulo sexto titulado “La riqueza en el Islam” se aborda la economía. El Islam, según Qutb, no ejerce una oposición respecto a la propiedad privada o al libro comercio: lo que sí regula son los excesos, la acumulación desmesurada de riqueza y opera nivelando los bienes de los ricos con respecto a los más pobres a través de la limosna y prohibición de la usura. Según Qutb, los bienes deberían ser de dominio público.

En el capítulo séptimo titulado “La realidad histórica del Islam” da cuenta de cómo los musulmanes de movilizan a través de valores como: la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad. A juicio de Qutb, el Islam no es una religión imponible, pese a la violencia utilizada por los primeros musulmanes perseguidos por los Quraysh (familia aristocrática de la Meca, donde Mahomma ocupaba un lugar marginal, oponiéndose a la revelación coránica) y era perseguido por grandes potencias imperialistas como Bizancio y Persas). Se hace alusión a Abu Bakr y Alí, puesto que ellos no asienten por la fuerza al poder ni por derecho de nacimiento, sino por un consenso de la comunidad: gobernaron a través de la justicia y rectitud.

En el capítulo octavo—y último— titulado “Presente y futuro del Islam”, se resalta la importancia de la sociedad contemporánea del Egipto como última etapa de los 40 y como no islámica respecto al gobierno.  A partir de lo descrito en el capítulo anterior, se propone no solo su persistencia, sino además cómo enfrentan desafíos tales como: el imperialismo y la modernización que puede colocar en jaque los valores tradiciones de la sociedad musulmana. Al respecto, Qutb propone realizar un abandono de la copia de Occidente para asistir a los orígenes de la herencia de la religión islámica. Hay que dejar lo foráneo, pensar en la filosofía y la literatura en la Universidad. A juicio de Qutb, la ciencia moderna sería algo así como un patrimonio de todos y no algo privativo de Occidente. Además, retoma lo que ya se ha comentado anteriormente: que en el Islam importa lo espiritual como un pilar fundamental de la historia.

Finalmente —y recomendando el texto—, deberíamos situarlo en un registro histórico y político donde Qutb critica el régimen de Gamal Abdel Nasser, es decir, es el momento en que Egipto está articulado en función de una alianza estratégica con la Unión Soviética y esa alianza estratégica le permite a Nasser establecer una serie de reformas como la reforma agraria, una emancipación del feminismo, unas cuotas electorales al campesinado, a los trabajadores, etc. Al mismo que tiempo que Nasser empieza a reprimir brutalmente, particularmente, a los militantes de la Hermandad Musulmana que comienzan a articularse en los años 20´, pero que tienen un rol importante en los años 40´. El texto de Qutb está escrito en los años 30’, es decir, es el momento del Qutb joven. Además, la critica que instaura respecto al liberalismo, o sea, para Qutb el Islam es el discurso capaz de superar las dicotomías de la época moderna. Si la época moderna de funda en ciertas dicotomías como, por ejemplo, la diferencia entre vida religiosa y praxis, entre lo propio y lo impropio, entre el Estado y la religión, para Qutb se trata de superar estas dicotomías a la luz de una visión omnicomprensiva que, para él, es la visión islámica. En ese contexto, resulta importante comprender que el liberalismo y el marxismo se constituyen como parte de esta dicotomía, porque si el primero enfatiza en la dimensión del individuo, el emprendimiento persona y la religión anudada en la conciencia, el segundo enfatiza en la dimensión del Estado o la comunidad, la apropiación estatal y la vida práctica. Frente a esta dicotomía planteada por Qutb que proyecta en los albores de la Guerra Fría donde Egipto está orientado a tomar una posición orientada hacia la Unión Soviética pero al mismo tiempo acechada por el fantasma del capitalismo liberal de norteamericano, Qutb tiene que mostrar un recurso “propio” articulando al Islam como un discurso que debe superar, en el fondo, estas dos dicotomías coloniales. En definitiva, para Qutb, se trata de articular un discurso anti-colonial que permite superar la dicotomía impuesta por el destino del Cristianismo y, posteriormente, por el colonialismo Occidental. De ahí, la idea de “igualdad de oportunidades”, porque precisamente el Islam político —y particularmente el discurso islamista que sostiene Qutb— es un discurso moderno que supone: la noción de vanguardia donde se trata de reivindicar el concepto de autenticidad, la noción de sujeto, la idea de la fundación y conservación de un nuevo mundo y la idea de lo nuevo respecto a un momento de ruptura del Estado con las cosas existentes para inaugurar otra cosa completamente distinta. En ese sentido, la historia del pensamiento de Qutb es preciso observarla y ligarla a la vanguardia de la época moderna que al clásico discurso islámico de la época medieval. En definitiva, la importancia de Qutb —y que se desprende del texto— es que introduce la idea de un Islam capaz de superar una realidad colonialista orientada, fundamentalmente, a la cesura o la división de la vida respecto a la religión y su sanción con respecto la usura (y que sería que el capital sobrante o las ganancias de un determinado negocio, quedan para uno y uno no sea parte del diezmo establecido dogmáticamente por el Islam: dar el 20% a la Umma, donde Qutb sostiene que el hombre no es propietario de la tierra, sino administrador de la misma porque el único propietario es Dios) y mantención de resistencia frente a un gobernante que podría ser derrocado. A fin de cuentas, para Qutb la Umma musulmana es un poder constituyente (es decir, un sujeto político que otorga una teología política islámica) y no tiene una visibilidad tan presente, sino que se visibiliza solo en su movimiento de resistencia. Qutb identifica a la tiranía con Nasser, en particular, pero también a los otros gobernantes poscoloniales árabes que establecen una ideología nacional popular —o que propenden a una ideología secular que es colonialista o neocolonialista— en Siria o en el Irak de su tiempo, el partido Baaz que era panarabista, etc. Y, para Qutb, en la medida en que el discurso del Islam político es el de una islamización de la modernidad, y por lo tanto, la articulación del Islam como un discurso de vanguardia política, es relevante que las categorías modernas con las que trabaja —o que tiene que intentar superar—, sean al mismo tiempo, modernas.

Alfredo Fredericksen

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