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Leche Negra Gallery Studio

por María de las Nieves Rodríguez
Artículo publicado el 25/10/2025

En el corazón de la Ciudad de México acaba de abrir una nueva galería de arte especializada en fotografía contemporánea. Se trata de Leche Negra Gallery Studio, un proyecto de Misael Rodríguez que pretende no solo apoyar a artistas emergentes sino también ofrecer un espacio de reflexión sobre la imagen misma y las múltiples posibilidades sobre su resignificación, más allá de los discursos imperantes de los relatos oficiales del Arte.

El espacio, ubicado en el cuarto piso del número 86 de la avenida Dr. José María Vértiz, abrió sus puertas oficialmente con una muestra colectiva de bienvenida que reunió la obra de doce artistas: Atonatiuh Bracho, Alan Carranza, Arnold Acevedo, Anev, Rogel Blanquet, Eduardo Solis, Edi Aguirre, José Luis Cuevas, Misael Rodríguez, Manu Mota y Marie Fernández, curadora base de la Galería. La exhibición, que sirvió como la mejor presentación del proyecto, ofreció no solo una mirada hacia la diversidad visual de estos fotógrafos, sino también hacia sus reflexiones sobre la identidad, el espacio y el tiempo. Esta muestra permitió al espectador conectar con las diferentes realidades de México a través de imágenes que funcionaron como un vehículo de reflexión sobre los procesos de identificación cultural, memoria visual, y transformación social que definen la actualidad mexicana.

Ecos es la primera exposición formal de la Galería que, desde su inauguración el 4 de septiembre, ha puesto a dialogar sobre la memoria a la obra de tres fotógrafos paradigmáticos: Musuk Nolte, Graciela Iturbide y Manuel Bayo Gisbert. Ecos es una propuesta que hace visible la memoria del olvido a través de la exploración de evocaciones simbólicas que rememoran a los ausentes, las interrogaciones y las heridas que dejaron abiertas, de manera similar a los documentos, que han sido herramientas para dejar constancia de la herida que ha azotado por generaciones a la historia latinoamericana más reciente.

El recorrido de tales imágenes comienza en “Lucina Henestrosa. Na China” (1979) la única obra expuesta de Iturbide que, colocada al centro del recorrido museográfico, muestra el retrato de la madre de un joven desaparecido. Su rostro, marcado por el dolor y la resistencia, encarna la lucha por no olvidar convirtiéndose en un símbolo profundo de la memoria viva. Ella no solo busca a su hijo, sino que sostiene la memoria como un acto de justicia. Frente al silencio y la impunidad, su presencia se convierte en un archivo humano, un testimonio que exige verdad y que intenta mantener presente lo que el poder establecido intenta borrar. Una memoria que, en ella, no es pasado sino una forma activa de amor, lucha y dignidad que conecta, intergeneracionalmente, a las víctimas de desaparición forzada y a sus familiares a través de las imágenes que aparecen como un deber moral para nombrar y denunciar tantos casos, muchas veces olvidados en el eco institucional.

La obra de Iturbide dialoga a la derecha con los desaparecidos de Musuk Nolte, una serie profundamente conmovedora donde aborda la tragedia de la violencia política ocurrida en el contexto peruano durante las décadas de los ochenta y noventa. En estos trabajos, el fotógrafo busca representar las huellas y el vacío dejado por los desaparecidos a partir de la muestra de figuras fragmentadas en un intento desesperado de recuperar a aquellos que fueron borrados de la historia, para mostrar que la memoria es algo en constante construcción, algo que, aunque puede ser alterado o distorsionado por el olvido o el silencio, nunca desaparece. En este sentido, la obra de Nolte funciona como una llamada de atención a la importancia de mantener viva la memoria histórica para las generaciones futuras, y al mismo tiempo una denuncia hacia la impunidad que sigue afectando a las víctimas de desaparición forzada. Su obra es un acto de resistencia ante el olvido que conecta, a su vez, con la obra del fotoperiodista Bayo Gisbert, dispuesta a la izquierda, que expone no solo la huella de la violencia sino el vacío que dejan los desaparecidos en sus comunidades que han tenido que aprender a cohabitar con la ausencia y la imposibilidad de cerrar el duelo. Los rostros, en algunas de las obras, se desdibujan como un recordatorio de aquellos que nunca pudieron ser encontrados y, por lo tanto, enterrados adecuadamente perpetuando un dolor en la memoria colectiva que se resiste a olvidar a los que ya no están.

Todas estas imágenes nos enfrentan a la brutalidad de la desaparición forzada, pero también nos confrontan con la dignidad y el compromiso de quienes siguen buscando la verdad. Constituyen una reflexión sobre la importancia de la memoria y la necesidad de justicia para las víctimas en una sociedad que necesita de estas propuestas para sensibilizarse y actuar en favor de la justicia social. Una propuesta más que interesante que estará abierta hasta el 31 de octubre.

Asimismo, la Galería se ha convertido en hogar para algunas de las publicaciones más importantes del medio en México. Libros como Contact High (Random House, 2018), White Fence. Graciela Iturbide (Editorial RM, 2024) y revistas como Obsidiana, Cynthia ya pueden ser adquiridas directamente en el lugar, acudiendo personalmente en sus horarios habituales (de miércoles a sábado de 11 am a 4 pm) o vía telemática.

Cabe recordar que Rodríguez está también al frente del laboratorio fotográfico profesional Dichroic Film Lab, un espacio que se encarga de la preservación de la fotografía analógica, aun en su vertiente experimental, en un momento en el que la fotografía digital pareciera haber asumido un papel central. El laboratorio, que funciona como uno en el que se procesa la imagen de modo integral, desde el escaneo y rebelado de las imágenes hasta su impresión y enmarcado, es un espacio en el que, además, se ofrecen talleres que buscan fomentar la creatividad y el intercambio de ideas entre fotógrafos y artistas, convirtiéndose en un punto de encuentro para aquellos interesados en experimentar con el medio fotográfico más allá de sus usos tradicionales.

María de las Nieves Rodríguez
Artículo publicado el 25/10/2025

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