Antecedentes
Benazir Bhutto nació en Karachi, Pakistán, en 1953. Fue hija de Zulfikar Ali Bhutto, Primer Ministro y Presidente de Pakistán. Inició sus estudios en una escuela cristiana en la que aprendió el idioma inglés más que el urdu, propio de la clase privilegiada pakistaní. Posteriormente, siguiendo los preceptos de su padre, viajó a Estados Unidos a estudiar Gobierno en Harvard (1969) y luego a Inglaterra, a estudiar Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Oxford (1973). De vuelta en Pakistán, su padre fue asesinado por el gobierno militar del dictador Zia ul Haq (1979) y ella mantuvo arresto domiciliario hasta que le fue permitido viajar a Londres, donde lideró al Partido del Pueblo Pakistaní en el exilio (1984). Posteriormente, se presentó a las elecciones generales y fue elegida para el cargo de Primer Ministro de Pakistán con 35 años (1988). Cumplía, además, con ser la primera mujer que asumía el cargo en un país de mayoría musulmana. Acusaciones de corrupción, sin embargo, le alejaron del cargo y le hicieron enfrentar la justicia (1990). En 1993 volvió a presentarse a la primera magistratura en 1996, de modo que volvió a dejar el cargo y se autoexilió hasta el año 2007, en que volvió a Pakistán a presentarse al cargo de Primer Ministro por tercera vez. Sin embargo, fue asesinada durante una concentración que se realizaba en su apoyo.
Uno de los hechos que más llama la atención en torno a Benazir Bhutto supera el hecho de ser la primera mujer en alcanzar el cargo de Primer Ministro dos veces, en un país de mayoría musulmana ―evento ya muy poco habitual―. Nos referimos a la expresión de su pensamiento respecto de los derechos de las mujeres y, por lo tanto, de sus libertades, tanto a nivel local como a nivel internacional. Y no solamente la mera expresión, sino la manifestación de dos pilares del pensamiento de Bhutto que, a primera vista, parecerían tan contrapuestos: su religión, el Islam, y su formación en la cultura occidental. La pregunta que anima este trabajo, pues, es ¿cómo se desenvuelve la tensión entre Islam y cultura occidental en el pensamiento de Benazir Bhutto sobre los derechos de la Mujer? Nuestra hipótesis consiste en que en el pensamiento de Benazir Bhutto se desenvuelve esa tensión en una síntesis a partir de su formación occidental y de su interpretación personal del Islam.
Sugerimos que mediante este ejercicio de interpretación y síntesis Bhutto lograba compatibilizar ambas fuentes de pensamiento en un solo cuerpo, ligado y expresado en un discurso moderno al tiempo que ceñido a su interpretación religiosa.
A efectos de esta investigación, entenderemos con Maquieira (2006: 91) por “derechos de la Mujer” los Derechos Humanos, a saber, lo que “implica el reconocimiento de seis grandes ejes: el derecho a la ciudadanía, el derecho al desarrollo, el derecho a la paz y a una vida libre de violencia, los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al medio ambiente y los derechos inherentes a diferentes identidades étnico-raciales”.
El desarrollo del trabajo incorpora, primeramente, un espacio dedicado al estudio de su formación intelectual, particularmente en lo referido a los derechos de la mujer. Luego, a modo de penetración al pensamiento de Bhutto sobre los derechos de la Mujer, mostraremos evidencias de su carácter modernizador, para luego dedicarnos a analizar su pensamiento sobre la posición de los derechos de la Mujer en el Islam.
El trabajo se apoya, principalmente, en fuentes primarias: conjunto de discursos de Benazir Bhutto y su autobiografía.
FORMACIÓN E INFLUENCIAS EN BENAZIR BHUTTO
Por mucho, el fundamento más importante de Benazir Bhutto, ya en su formación política, ya en su formación intelectual ―aspecto que nos interesa―, fue su padre, Zulfikar Ali Bhutto. Fue presidente y, luego, Primer Ministro de Pakistán (entre los años 1971-1979), además de fundador y líder del Partido Popular de Pakistán. Decimos que su participación en la formación de Benazir Bhutto fue una de las más trascendentales, por cuanto diseñó el camino por el que debió transitar su hija en materia cultural. Según lo señala la propia Benazir: “Él decía que niños y niñas eran iguales…Me permitió apreciar que una mujer no era una criatura inferior” (Achievement, 2000). El mismo Zulfikar A. Bhutto impuso a su hija una formación plenamente occidental: sus estudios en la Universidad de Harvard y, luego, en la de Oxford, amén de exhortarle a dedicarse a los estudios ligados a la política y a las relaciones internacionales. De una manera sugerente en relación a la tensión en el pensamiento de Benazir Bhutto, le propone: “Lee sobre Napoleón Bonaparte, el más completo hombre de la historia moderna. Lee sobre la Revolución Americana y sobre Abraham Lincoln. Lee Diez Días que estremecieron al Mundo, de John Reed. Lee sobre Bismark y sobre Lenin, Ataturk y Mao Tsetung. Lee la historia de la India desde la antigüedad. Y, sobre todo, lee la historia del Islam” (Bhutto, 1989: 37) (1). Además, Benazir Bhutto acompañó a su padre durante muchas de los viajes que este sostuvo en su calidad de Presidente y de Primer Ministro, de modo que pudo compartir con pensadores y políticos de la talla de Henry Kissinger, Chu en lai e Indira Ghandi.
De ello puede desprenderse que el padre de Benazir Bhutto contribuyó a su formación occidental desde un principio, incluso desde antes de que Benazir iniciase sus estudios universitarios en Estados Unidos y en Inglaterra, pero manteniendo como elemento presente, constante, el Islam.
Ya en Estados Unidos, país en el que pasó “los mejores días” de su vida, Benazir Bhutto experimentó la democracia por primera vez, incitada por los movimientos contrarios la guerra de Vietnam, el caso Watergate que “[le] dejó con un profundo sentido de la importancia de las leyes aceptadas democráticamente, antes que las impuestas por el arbitrio de algunos” (Bhutto, 1989: 42). En este país, además, afirma haber aprendido más sobre Pakistán que mientras vivía en el propio Pakistán. También, afirma Bhutto que en esa época recibió la influencia del movimiento feminista, que poco a poco crecía, así como la de las luchas contra el apartheid y los discursos apasionados de Martin Luther King, etapas que le “ayudaron a formar [su] propia perspectiva en la vida, y [le] dirigieron en la lucha contra las injusticias y en promoción de la libertad y seguridad de los débiles y desposeídos”. Sorprendieron a Benazir Bhutto el poder que tenía la ciudadanía para generar cambios en la política, cambios en los liderazgos y cambios importantes en la historia (Bhutto, 2009: 355). En Harvard conoció y forjó amistad con John Keneth Galbraith, economista, autor de obras críticas del sistema económico, como “La sociedad opulenta”, de 1960, y con su hijo, Peter Galbraith.
Fue también en Estados Unidos donde Bhutto entró en contacto con las ideas feministas en un momento en que, como se ha dicho antes, el grupo fermentaba. La autora que, según lo asevera la propia Bhutto, más influye en su pensamiento en relación a los derechos de la mujer fue Kate Millet: “Las librerías de Harvard estaban llenas de libros y revistas sobre mujeres, incluso la biblia en el campus, Política Sexual de Kate Millet” (Bhutto, 1989: 43) “Kate Millet y el floreciente movimiento feminista me empoderaron y motivaron” (Bhutto, 2009: 355). Ello resulta tremendamente revolucionario especialmente para una mujer proveniente de un país de mayoría musulmana, por cuanto la tesis principal de Millet consiste en que las relaciones entre géneros, en los planos individual o cultural, constituyen un largo contexto definido como “relaciones de poder estructurado, acuerdos según el cual un grupo de personas es controlado por otro” y un conjunto de estratagemas diseñadas para mantener el sistema patriarcal, que no consiste solamente en una estructura social y gubernamental dominada por lo masculino, sino que también está ligado a formas culturales que se extienden y configuran roles socioeconómicos e instituciones, dogmas religiosos e ideologías de psicología, educación y literatura (Jaeger, 1971: 598). Además, Millet plantea una perspectiva en materia económica que será fuertemente defendida por Benazir Bhutto, como veremos más adelante: “Uno de los instrumentos más eficaces del gobierno patriarcal es el dominio económico que ejerce sobre las mujeres […] Ya que en las sociedades patriarcales la mujer siempre ha trabajado, realizando con frecuencia las tareas más rutinarias o pesadas, el problema central no gira en torno al trabajo femenino, sino a su retribución económica” (Citado en Varela, 2005: 113, 114). Es decir, plantea con un tono crítico la dependencia económica de las mujeres respecto de los hombres a partir de la mala retribución económica de las primeras.
Finalizados sus estudios en Harvard, Benazir Bhutto partió a la Universidad de Oxford a estudiar Filosofía, Política y Economía (1973). Durante este período, destacan dos elementos influyentes en su pensamiento. El primero de ellos es la elección de Margaret Tatcher para el cargo de Primer Ministro de Inglaterra (1979), fenómeno que fortaleció las perspectivas de Bhutto respecto del avance de la Mujer en la defensa de sus derechos y en su participación política.
El otro elemento influyente derivó de su amistad con la intelectual Charis Waddy, una de las primeras académicas británicas especialistas en lenguas y pensamiento oriental. En su libro “La Mente Musulmana” sostiene que el amor, el respeto y el afecto, como principios, son tan típicos del Islam como del cristianismo (Brett, 1983: 959). Además, su obra “Mujeres en la Historia del Islam”, contribuyó, en palabras de Bhutto, a “animarme a tener un propósito en la vida”. En efecto, atesora ese libro como una de sus posesiones más preciadas (Bhutto, 2009: 293).
En suma, la experiencia de Bhutto en Estados Unidos le llevó a conocer, naturalmente, los valores occidentales, pero no sólo en términos prácticos, mediante su participación en grupos contestatarios, sino que, profundamente, en el terreno intelectual: se imbuyó de la experiencia democrática y de los más importantes planteamientos del feminismo.
LA MODERNIDAD EN BENAZIR BHUTTO
Benazir Bhutto se reconoce, sin ambages, como una mujer moderna y se propone, como derivada de ello, modernizar Pakistán. En efecto, su experiencia occidental y su educación en política penetraron profundamente en su pensamiento. Permanentemente, hace hincapié en la importancia de la democracia para las mujeres, pero no por sí sola, sino que acompañada de otras reivindicaciones: “Hemos aprendido que la democracia por sí sola no es suficiente. La libertad para elegir por sí sola no garantiza justicia. La justicia social es una triada: Justicia es libertad política, independencia económica y equidad social” y, pues, defiende la independencia económica como instrumento de empoderamiento femenino, tal como lo hace Kate Millet: “Empoderamiento no es sólo el derecho a tener libertad política. Empoderamiento es el derecho a ser independiente, a ser educada, a tener alternativas en la vida. Empoderamiento es el derecho a tener la oportunidad de seleccionar una carrera productiva, a tener derechos de propiedad, a hacer negocios…” (Bhutto, 2009: 28). Y aún: “Para mí, el empoderamiento de las mujeres descansa menos en las leyes y más en la independencia económica” (Bhutto, 2009: 363). Manifiesta, por tanto, un pensamiento avanzado que no se conforma con la igualdad de género en la legislación sino que aboga por una independencia económica. Muestra igual grado de modernidad respecto del maltrato contra las mujeres, pues “no son sólo víctimas por maltrato físico, sino que también por maltrato verbal” y puntualiza esto último en “el lenguaje vulgar que frecuentemente utilizan los hombres, airados, en contra de las mujeres” (Bhutto, 2009: 24). Y, al respecto, solicita el apoyo de occidente (Bhutto, 2009: 297) en nombre de una cultura global que crece, paulatinamente, junto a un sistema global de valores, gracias a los progresos en la apertura y expansión de las comunicaciones y de las libertades (Bhutto, 2009: 58).
Exhorta, por tanto, al mudo musulmán: “Deben elegir entre progresismo y fundamentalismo; entre educación e ignorancia; entre la fuerza de las nuevas tecnologías y las fuerzas de la vieja represión; entre futuro y pasado” (Bhutto, 2009: 200, 201). Y pone en evidencia su participación en un debate que va más allá de los derechos de la mujer: que brega por el avance de la modernización en los países islámicos.
ISLAM Y DERECHOS DE LA MUJER
La defensa que Benazir Bhutto realiza de los derechos de la Mujer se sostiene en algunos pasajes de la historia del Islam. En sus escritos acude repetidas veces en defensa de un Islam que “ha sido progresista respecto de la mujer desde sus inicios, cuando el profeta Mohammed prohibió el asesinato de niñas recién nacidas, que era práctica común entre los árabes de la época, y defendió el derecho de las mujeres a ser educadas y a mantener su derecho a heredar…Bibi Khadijah, la primer mujer convertida al Islam, fue una viuda que inició su propio negocio y fue empleada del profeta Mohammed cuando éste era niño, y luego se casó con él” (Bhutto, 2009: 22). Es decir, a su juicio, se trata de distinguir entre las enseñanzas del Islam y los tabúes sociales, pues el Islam prohíbe las injusticias y trata a las mujeres no como parte componente de los hombres, sino como seres completos y autónomos. “Las prohibiciones impuestas a las mujeres [en el mundo islámico] no tienen nada que ver con el Islam, pero sí con costumbres y valores patriarcales…Como una mujer musulmán, estoy en contra de la idea de que en el Islam las mujeres son inferiores a los hombres… ” (Bhutto, 2009: 297). Desde luego, entonces, una mujer puede heredar, divorciarse, recibir una pensión y tener la custodia de sus hijos, pues “la discriminación contra la Mujer tiene menos que ver con el Islam que con las costumbres y las tradiciones” (Bhutto, 2009: 361).
Su defensa también encuentra apoyo e inspiración en Mohammed Ali Jinnah, quien señaló que “Ninguna nación puede llegar a la gloria con la mitad de su población encadenada. Es un crimen contra la humanidad que nuestras mujeres sean confinadas al interior de las cuatro paredes de sus casas, como prisioneras; deberían estar al mismo nivel que los hombres, como sus compañeros en todas las esferas de la vida” (Bhutto, 2009: 371).
Incluso, Bhutto ha dejado ver su aceptación del aborto “en circunstancias excepcionales, pues el Islam lo rechaza como método de control de la población” (Lee, 1997: 171).
¿Cómo comprender, entonces, el pensamiento de Bhutto en torno a los derechos de la mujer, al tiempo que se basa en los valores occidentales, en el Islam y en una crítica a la interpretación que hacen algunos musulmanes sobre el Islam, acusando esas perspectivas como “valores patriarcales”? Benazir Bhutto, incluso plantea la superioridad del Islam, en tanto que progreso, en algunos aspectos respecto de occidente: “No hay ninguna religión en la tierra que, en sus enseñanzas, sea más respetuosa del papel de la mujer en la sociedad que el Islam, y ha sido esto lo que me ha empoderado y me ha fortalecido” (Bhutto, 2009: 347). Thompson (2003: 5) intenta una respuesta: “algunas líderes [entre las que se cuenta Benazir Bhutto] incluso invocan su creencia islámica como un recurso de legitimación…Las tradiciones patriarcales más bien han beneficiado a las líderes asiáticas de revoluciones democráticas”. Tal aseveración coincide con la de López (2003:30). Pero ¿cómo han de comprobarse las intenciones con que ciertos líderes incorporan en su discurso su fe? Es tarea muy difícil y supera los márgenes de este trabajo. Empero, sí es evidente la existencia de más de una interpretación respecto de los postulados del Islam, lo que supone cierta flexibilidad o capacidad de acomodo respecto de ideas distintas. Warren (2008: 629) sostiene que hay cuestiones jurídicas relativas a los derechos de la Mujer ―como la herencia, el matrimonio, el divorcio― sobre las cuales existe mucha confusión respecto de lo que el Derecho islámico dice. Por otro lado, López (2003: 3) rescata tres tendencias de interpretación respecto de cómo fue el cambio de trato recibido por las mujeres entre la Arabia pre-islámica y la islámica: “según Barbara Freyer Stowasser, en la Arabia pre-islámica, la dominación masculina en la sociedad era total y, consecuentemente, el estatuto de la mujer era bajísimo y sus derechos casi nulos. La islamización de la sociedad dio a la mujer una mejor posición y derechos legales más amplios; según Nabia Abbott, estas reformas debidas a Mahoma son innegables, pero el Profeta decidió sacralizarlas, pretendiendo que Dios había establecido para siempre que la mujer vale la mitad que un hombre y que su actitud hacia el hombre tiene que ser de sumisión y de pasividad; según Leila Ahmed, hay que achacar este deterioro de la situación de la mujer en la sociedad islámica posterior a la época del Profeta no a una mala interpretación de las normas establecidas por Mahoma, sino a las consecuencias inexorables que tuvieron éstas sobre la condición de la mujer en la sociedad de los siglos VII y VIII, es decir en la primera época del Islam”. Ello quiere decir que no hay una sola perspectiva respecto de si la islamización del espacio árabe resultó beneficiosa para las mujeres, en términos de sus derechos, o no.
Otra interpretación de los derechos de las mujeres en el Islam la dan los islamistas, que consideran que la teoría de las mujeres modernistas, según la cual las relaciones sociales de género han sido construidas en la historia, es una falacia que demuestra total desconocimiento del Islam. A juicio de los islamistas, si las mujeres invaden el espacio público, desatienden a la familia y fomentan su disgregación. Así pues, el abandono de la idea de igualdad permitirá a las mujeres volver a ser el pilar más fuerte de la identidad islámica. (López, 2003: 31).
Pero Benazir Bhutto no reúne las características que le puedan hacer parte de alguno de los grupos que plantea López (2003: 30) en términos de un tipo de ordenación de la relación entre la defensa de los derechos de la mujer vistos desde una perspectiva occidental y desde una perspectiva musulmana: “El proceso de democratización y la subida del islamismo son fenómenos paralelos: son dos maneras de responder al reto de la modernización en las sociedades musulmanas. Feministas secularizadoras y feministas islámicas se oponen…Para las primeras, el Islam y sus leyes divinas están en completa contradicción con un progreso en la situación de las mujeres: la liberación de las mujeres y el logro de la igualdad de los géneros no puede proceder más que del abandono de esta religión. Por otro lado, en el otro extremo, están las que sostienen que es únicamente en el marco del Islam donde se puede producir un verdadero movimiento femenino que resista a la influencia occidental”.
Al contrario, como se ha venido de evidenciando, el pensamiento de Bhutto en materia de derechos de la Mujer se afirma tanto en sus convicciones occidentales como en el Islam. No busca acabar con la influencia occidental ni busca dejar de lado el Islam. Lo que en realidad busca y consigue es la síntesis de una línea de valores occidentales y una línea islámica de propia interpretación, que compatibiliza con la primera.
CONCLUSIONES
El pensamiento de Benazir Bhutto respecto de los derechos de la mujer recibió fuertes influencias occidentales. Ya desde la educación provista por su padre su pensamiento se forjó en bases occidentales. Su formación académica en Estados Unidos y en Inglaterra le dieron la posibilidad tanto de experimentar elementos de la modernidad como la democracia, la libertad económica y la lucha por los derechos de las mujeres, como de formarse intelectualmente, por lo tanto, al alero de esos grandes cambios. Es muy evidente, pues, la influencia que sobre su pensamiento en materia de derechos de la Mujer tuvieron, especialmente, Zulfikar A. Bhutto, Kate Millet y Charis Waddy. Su padre, desde su formación en un ámbito occidental (incluso mientras ella vivía en Pakistán) hasta su formación académica; Kate Millet, con sus revolucionarias ideas sobre dominación de género mediante sistema patriarcal y libertad de la mujer mediante independencia económica; Charis Waddy, con su perspectiva conciliatoria de las religiones.
El pensamiento de Bhutto, en consecuencia, abogó por el avance del progreso hacia los espacios islámicos. Sin embargo, ello no implicó, de hecho, un cambio en su perspectiva del Islam. Más bien, Bhutto defendió igualmente al Islam no de occidente y su avance, sino de la interpretación que le dan los partidarios de las estructuras patriarcales. Aquellos que consideran que la mujer es un ser inferior al hombre a los ojos del Islam y que, por ende, hacen de la religión un ámbito incompatible con los valores occidentales. Hemos mostrado, para el caso, la existencia de diversas interpretaciones del Islam en su relación con los derechos de la Mujer.
Finalmente, como fue propuesto al inicio de este trabajo, Benazir Bhutto desenvolvió su pensamiento sobre los derechos de la Mujer como una síntesis entre su formación occidental y el Islam, visto este último en su relación con las mujeres desde una perspectiva personal; desde una interpretación personal, compatible con lo occidental.
4 comentarios
[…] Benazir Bhutto y su pensamiento sobre los derechos de la mujer ( Miguel A. Muñoz Asenjo, Revista Cr… […]
Tu eres muy importante para los demas, sierto, tiene una obra espertacular gracias por tocame ese personaje.
Coincido con Benazir Bhutto en creer que, la manera adecuada para reclamar y fortalecer los derechos de la mujer en toda sociedad, es por intermedio de los valores y principios religiosos, considerando las condiciones socioculturales en cada caso. Sin Dios estamos vacios.
esto es muyyyyy largo pero interesante.
gracias me sirvió de mucha ayuda para mi trabajo