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La neomedievalización de la posmodernidad y la criminalidad chilensis

por Diego Mandiola Grecco
Artículo publicado el 06/05/2008

Resumen: Ensayo de análisis histórico cultural, que analiza el acertijo en que se desenvuelve el sistema político-económico que impera hoy en día, y en cuyo trasfondo se explica el contexto de la criminalidad de tipo chilena topbankinfo.ru.

Siempre un buen diagnóstico del presente histórico, nos sirve para develar nuestras ligaduras atávicas. Problemas estructurales que como sociedad son indispensables poder resolver, al heredarse desde un pasado no tan lejano. Estas coyunturas, son verdaderos huracanes que como círculo “macondiano” son replicantes, por lo que se hace perentorio identificarlas para contrarrestarlas, pues se vuelven y retornan eternamente en sociedades inmaduras como las latinoamericanas.

Así pues la realidad delincuencial del presente chileno es producto de una inequidad instalada, que consolida una estructura social estática y vertical. Tiraje de una soga con nudos que culturalmente dan fuerza y consolidan una maquinaria casi sin retorno. A raíz de ello, nos encontramos con una sociedad cada vez más primitiva y vulgarizante, que refleja dos caras de una misma moneda actual mirziamov.ru.

Una cara con una mundialización que aflora como quimera de los “tiempos modernos” con su sociedad de la información pero no de la educación y la otra, la globalización de los mercados y su tendencia a la fagocitosis económica, como base para el desarrollo de un mundo tecnológico y consumidor. Este progreso en su conjunto tiende a conformar un “statu quo” en el cual los referentes políticos ligados a lógicas de mercado van consumando una “patrimonialización del feudo”, es decir, reserva privada del capital económico y cultural de una elite -o reinado-, que se vuelca a la defensiva en vista de una sociedad pululenta y hostil, bárbara.

Esta es la lógica actual del avanzar en la modernización de los sistemas económicos, que tienen relación con el auge del progreso material y liberalización del mercado. Ante esto, ¿aquella prosperidad tendrá su corolario en la modernidad de nuestras culturas democráticas?, ¿estaremos avanzando des-encajadamente como un cuerpo hacia adelante, pero con la cara mirando hacia atrás?. Ahora bien, ¿qué significado tendrá este desencaje para hoy? y por qué?, vayamos por partes.

Progresar en la Historia además del soporte material es avanzar en capital social.  Una sociedad que avanza con asociación, representación, espíritu y pensamiento para invertir y potenciar lo que es común a todos, es decir, los derechos inalienables como sociedad moderna, en especial, las cuatro generaciones de bienes en Derechos Humanos.(1) La cultura política, entonces, tiene relación con aquel espacio patrimonial que por tribal, doméstico, moral del mismo cuerpo colectivo-humano, cultivo donde lo individual se amalgama en un común denominador, el Estado y la sociedad civil.

Hasta aquí todo bien, el asunto, es que para que todo esto funcione, necesariamente tendría que ensamblar con una cabeza perfilada que dirija el rumbo, un “faro”, que entre aguas torrentosas ilumine el bien común, un Estado de Derecho común a todos, ya que  una cosa es concebir a la sociedad como un ente “positivo” que progresa con un objetivo común, es decir, lo que hoy se representa por el sistema macroeconómico y otra, es comprenderla desde el interés público, en donde el énfasis en la calidad de la educación sea el vehículo dinamizador de los procesos productivos de una nación en vías de desarrollo.

Pero el énfasis está determinado por un modelo que se visualiza en torno al eje democracia/economía liberal en Chile. Entre una y otra, divergencias de fondo y contenido, entre esta y aquella, disfunciones de ser y vivir en esta sociedad. Más aún, el acertijo se complica cuando el concepto “democracia” se relativiza o posmoderniza, encarnando un significado “polivalente”, es decir, puede significar democracia orgánica, económica, social, jurídica, popular y liberal.(2) Es ésta última acepción la dominante hoy en día, como comportamiento económico, utilidad, en cuya mentalidad de acción económica está dirigida a maximizar una ganancia, un interés material, nada más, y nada menos, categoría de lo útil y de lo deseado.(3)

Hay que distinguir, -aún cuando no se da en política- un comportamiento que tenga características de uniformidad asimilables a las de los comportamientos morales y económicos y quizá, esta es la cuestión: el término “político” no tiene que tomarse al pie de la letra. No indica un tipo particular de comportamiento, sino un nivel, un contexto. Los denominados comportamientos políticos, son comportamientos calificables en la misma medida que todos los comportamientos no-morales: es decir, calificables en función de aquellos ámbitos que se adscriben al “sistema político”.(4)

Johannes Althusius, uno de los precursores del pensamiento liberal en el siglo XVII, se refiere a ese “sistema”, como un espacio simbiótico, asociación de individuos distintos que viven juntos y se favorecen mutuamente en su desarrollo, simbiosis en donde “la política es el arte de unir a los hombres entre si para establecer vida social en común, cultivarla y conservarla, por ello se llama simbiótica unión. Así pues, la asociación propuesta de la política, es aquella con la cual por pacto expreso o tácito, los simbióticos se obligan entre si a comunicación mutua de aquello que es necesario.(5)

La comunidad global, que impera hoy en día se mitifica como diosa “Jano”, emblema del progreso y carro de la victoria del neopositivismo rampante. Actúa así como bálsamo político para justificar las acciones económicas, manipulando los intereses privados globales por sobre los públicos, por lo que los grupos corporativistas que operan dentro del Estado consolidan poderosas elites o “grupos de intereses” y van expandiendo sus redes de patronato y sus fortunas personales. (6)

La concentración de la riqueza en Chile de al menos 10 o 12 familias, consolidan vínculos de grupos. Ghettos económicos que manejan acciones de empresas tras  holdings y consorcios conformando verdaderos bloques oligopólicos con poca fiscalización, surfean por el libre mercado con su mano invisible que tiende a controlar al sistema político-económico. Así el Estado conforme a la lógica de los tiempos privatiza bienes públicos para neoliberar aún más el mercado y los “imput” de multinacionales y otros intereses sin controlar la balanza comercial.

Desde esta dimensión se va tirando una cuerda que liga las ataduras de grupos  corporativistas que desde el Estado, son parte de un mismo sistema político, simbiosis, pero conformando un círculo dentro del otro. Así mientras internamente estas comunidades de intereses resuelven sus ataduras palaciegas, en el círculo externo, el del día a día, más se acrecienta la brecha existente entre estos y la sociedad civil, promoviéndose una relación de inequidad y desigualdad social por su reconocido interés privado. Aumenta la cesantía y por ende la masa de población flotante que busca trabajo en los centros urbanos o polos de desarrollo. Presión y marginalización social que se traduce en las ya abundantes “tomas de terreno”  circundando la periferia o los espacios suburbanos en donde se ubican sus casas con la consabida problemática socio-delincuencial que esto trae.

Así en vez de rejas, van construyendo verdaderas murallas feudales, y en vez de guardias privados, se contrata eventualmente ejércitos de mercenarios, que -ante la ausencia del Estado por no tener voluntad política para controlar los procesos de anomia social-, lidien ya no con delincuentes o lumpen-proletarios, sino con verdaderas hordas de bárbaros que  azotan lo común civilizado por falta de oportunidades y de educación.

Es la lógica sistema social y sistema económico, asimilable como conducta y sistema político de hoy, deviene mi pregunta otra vez, ¿progreso o retroceso?, ¿en qué siglo con-vivimos?, ¿en el XXI o la Edad Media?.

Democracia y liberalismo, más bien democracia y sistema liberal, se han confundido en sus conceptos y supuestos a lo largo de la historia. Sociedad e individuo, masificación de la política o elitización del mercado. Pareciera ser, que cultura política y democracia liberal se dan la mano, pero con los dedos cruzados. Pues entre la conveniencia del discurso democrático como política de Estado por un lado, opera la ganancia como interés privado, individualizado por el otro.

Los ejemplos están a la vista, mientras más progresamos como país en la eterna vía del desarrollo con una tasa de crecimiento que llega a niveles estables, más ofertas de licitaciones en infraestructura vial surgen. Que importa lo de las privatizaciones, si gracias a ellas podemos utilizar sin contratiempo nuestro último modelo, las  estupendas carreteras a nivel de los países del primer mundo están para eso. Pero mientras más damos licencia al libre mercado, más nos llena de tarifas, hasta ya no poder pagar los peajes y Tags que por barato que sean suman y siguen sumando. Otra vez la cultura política, como ventaja de unos y utilidad de pocos.

No es que se esté, en contra de los progresos inherentes de la misma sociedad posmoderna de cual somos parte,  pero otra cosa, es pensar públicamente, distinguir entre un estado que posee empresas que van rumbo a una regulación estatal y la de un Estado que mira el modelo del sector privado como desarrollo a ultranzas,(7) momificado ante los brillos de una imagen que brinda la modernización como incremento y pero no como sustento.

Ahora bien, ante el sostenible aumento de la violencia y la criminalidad la agenda política suele preocuparse del problema de la delincuencia, pero la cultura política es castigar y construir cada vez más y más cárceles, ¿porque en vez de la tendencia de difundir la prevención o capacitación, como método de educación y equidad para los más carentes de sociabilidad civil se justifica la violencia y los medios represivos como remedio punitivo?.

Lo patético es que la realidad está ahí, a la vuelta de la esquina, porque en vez de construir más escuelas o centros de instrucción pública, se gasta “millones” en modelos de guerra, mi pregunta, es ¿ante quién?, ¿cuál es nuestro enemigo ahora?, ¿un país vecino (el gas) o nosotros mismos (la riqueza)?. Para progresar, hay que revisar la historia porque ella la que nos va dejando la huella, el sendero por donde transitar para no caer  al despeñadero.

En el Siglo XIX ante el avance territorial de la república Chilena, la economía-salitrera, se transformó paradójicamente en “guerra del pacifico”, economía y poder, se unían con un fin, el progreso material para conformar un ideal nacional de potencia ante el enemigo externo, construcción cultural de la ya célebre frase del “vencedor, jamás vencido”. Un mito, que hasta hoy en día alienta al ejército y sus comandantes, lógica Schmittiana que distingue a la política como aquella en la que pueden reconducirse todas las acciones y motivos en la distinción de amigo y enemigo. Con ello, estos conceptos, adquieren su sentido real por el hecho de que están y se mantienen en conexión con la posibilidad real de matar físicamente.(8)

El enemigo, nuestro enemigo interno, entonces, es el chovinismo extremo que trasciende en Chile en la cultura del desprestigio o chaqueteo, ¿por qué?, es un síntoma dentro del carácter del típico chileno que prejuicia fundamentado por “habladurías” de tipo periodísticas u otras fuentes. Es el morbo que entretiene como “peso de la noche”, opera como droga tranquilizante de las demandas sociales y civiles de la comunidad política. Estatus e imagen como cultura plástica o chatarra, al no consolidarnos como sociedad civil o política unión.

José Victorino Lastarria, representante del pensamiento liberal chileno de mitad del Siglo XIX, en su célebre “manuscrito del diablo”, describe a la envidia chilensis como aquella virtud fuertemente arraigada en el inconsciente colectivo. Así, cualquiera que vea a los chilenos vestidos a la europea, con su aspecto serio, sus modales cultos, su oficiosa hospitalidad al extranjero, cree hallarse en un pueblo civilizado y cristiano, como cualquiera otro.  Así nos imaginamos que viven en armonía y en relaciones intimas las arañas, cuando las vemos cruzar sin estorbarse, porque no conocemos la guerra civil en que perpetuamente viven empeñadas, mas es necesario no dejarse alucinar: así como el mayor enemigo que tiene la araña es el individuo de su especie, el chileno no tiene un enemigo más implacable que el chileno mismo. Cada uno de ellos es enemigo de todos, todos son enemigos de cada uno.(9)

Categórico y visionario a la vez, Lastarria, nos alerta de nuestros fantasmas, miedos y desconfianzas, valores internos para la práctica de la utilidad y beneficio privado y para la malformación de nuestra elite que aristócrata/latifundista, cosmopolita/globalizante, le da vuelta de espaldas a su cuerpo nacional, societario. Así este grupo económico pone en acción todos los medios fácticos en la defensa y conservación: arrogándose la tutela del pueblo, manifiesta, desear mucho progreso, pero no hace jamás por él todo lo que desea, posesionada como está del gobierno, muestra propender al engrandecimiento y respetabilidad de la nación, pero cifra el engrandecimiento en el orden, y hace consistir el orden en conservar todo lo que existe, en no reformar y en no admitir nada nuevo ni en ideas, ni en administración, ni en política, ni en personas.(10)

El hombre aprendió lentamente a través de los siglos a romper con la síntesis absoluta que constituía su mente y adoptar conceptos disociados de él mismo y de la mentalidad colectiva que lo rodeaba protegiéndolo, pero también limitándolo y aprisionándolo,(11) por lo que son estas mismas fuerzas, las celdas de poder que nos encierran y obnubilan en perpetuar modos, nudos y comportamientos anacrónicos a los progresos técnicos y culturales de hoy. Pero es desde nuestras propias sociedades en donde la libertad de entendimiento y el cultivo de la verdadera simbiosis política, la que nos otorgará el significado histórico del hombre por el hombre, del ciudadano por la persona y del individuo por la sociedad.

Notas__________
1.- Los que según el Profesor Patricio Carvajal son: en lo político, la libertad de conciencia; social-económico, el Derecho al trabajo, educación, salud y vivienda; en lo cultural, salud mental de las personas; en lo etico-(medioambiental), relación con la sustentabilidad como bien garantizado por toda la población y por ende no pactable con el  interés netamente económico.
2.- Blázquez, Feliciano, Diccionario de las Ciencias Humanas, Ed.Verbo Divino, España, 1997.P. 103
3.- Sartori, Giovanni, Elementos de Teoría Política, Alianza, Argentina, 2002, P. 214
4.- La noción de sistema político, según G.Sartori ha sido profundizada y teorizada por D. Easton, especialmente en A Franmework for Political Análisis, Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1965 (trad. Española, Esquema para el análisis político, B.Aires, Ed.Amorrortu, 1969), y A Systems Análisis of Political Life, N.York, Wiley, 1965. Cfr. G, Urbani, L’analisi del Sistema Político, Bolonia, Il Mulino, 1971, ver nota, Ibidem. P.215
5.- Althusius, J, Politica, (Lib.I)
6.- Bianchi, Robert/Sherrie, Kossoudji, Interest Groups and Organizations as Stakeholders.
7.- Bianchi, Robert/Sherrie, Kossoudji, Interest Groups…op.cit. P.2
8.- Schmitt, C, El concepto de lo politico.
9.- Lastarria, Jose Victorino, El Manuscrito del diablo, en, Hernan Godoy,Estructura Social de Chile, Universitaria, Chile, 1971. P.193
10.- Ibidem.P. 198
11.- Mellafe, Rolando, La Memoria de la América Colonial, Universitaria, Chile. P.78
BIBLIOGRAFIA _________________
1.- Althusius, J, Politica, (Lib.I)
2.-Clases Profesor Patricio Carvajal, Diplomado en Dirección Pública, CEAL-PUCV, Chile, 2006.
3.- Bianchi, Robert/Sherrie, Kossoudji, Interest Groups and Organizations as Stakeholders,
Nº5, Junio, 2001.
4.-Blázquez, Feliciano, Diccionario de las Ciencias Humanas, Ed.Verbo Divino, España, 1997.P. 103
5.- Sartori, Giovanni, Elementos de Teoría Política, Alianza, Argentina, 2002, P. 214
Schmitt, C, El concepto de lo político, critica, España, 1987.
6.-Lastarria, Jose Victorino, El Manuscrito del diablo, en, Hernan Godoy,Estructura Social de Chile, Universitaria, Chile, 1971.
7.-Mellafe, Rolando, La Memoria de la América Colonial, Universitaria, Chile.
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