EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
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La ausencia de nada en Nada de Carmen Laforet

por Jasmina Terzioska
Artículo publicado el 26/05/2022

En colaboración con Lara Whalen,
estudiante de español y estudios latinoamericanos en la
Saint Thomas University, Fredericton, new Brunswick, Canadá.

«Enfin, l’ennemi majeur, l’adversaire stratégique [c’est] le fascisme. Et non
seulement le fascisme historique de Hitler et de Mussolini qui a su si bien
mobilier et utiliser le désir des masses, mais aussi le fascisme qui est en
nous tous, qui hante nos esprits et nos conduites quotidiennes, le fascisme
 qui nous fait aimer le pouvoir, désirer cette chose même qui nous domine et nous exploite» (Foucault, pp. 133-136).

 

“De la casa de la calle Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces.” (Laforet, 192). Así termina Nada, la obra más famosa de la escritora española Carmen Laforet, publicada en 1945 – un año mundialmente notable. La obra evoca una España derrotada, aunque España no había participado en la Segunda Guerra Mundial, el país apenas se había recuperado de la Guerra Civil (1936-1939). España estaba operando bajo los años más opresivos de la dictadura de Francisco Franco y la censura nacional actuaba como su arma más poderosa (Hobsbawn, 121). Fuerte de la impulsión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la libertad de expresión, el poder de expresar las opiniones sin discriminación ni restricción autoritaria está protegida por la constitución de numerosos países democráticas hoy en día. Similarmente, la libertad de prensa permite que estas opiniones y expresiones sean publicadas y consideradas por el público sin interferencias político-administrativas. Pero la España de Franco, sobre todo en su primera etapa de poder (1936-1951), fue una dictadura donde el Estado no se hizo daño para mandar a la gente, cómo pensar, cómo exprimirse, o qué se podía ver o soñar. El gobierno franquista tomó control desde el principio incluso de las escuelas primarias y prohibió la libertad de expresión mediante la implementación de la censura más severa. De acuerdo con el mártir marxista italiano Antonio Gramsci en su obra Prison Notebook, una posición de semejante control en una sociedad evoca a una hegemonía, un consentimiento prefabricado mediante el uso deliberado de intelectuales en la esfera pública. Él añade que este control es solo estable si la mayoría de la población acata la ley y los sectores de poder, como la iglesia o el ejército, cumplen con sus responsabilidades de estado. El intento de ganar el apoyo total de la población, lo que no es nunca posible, es un intento de consolidar esa hegemonía–y la fuerza será necesaria para acallar a quien desobedezca. En este caso, Franco y los grupos e intelectuales privilegiados monopolizaron y mantuvieron lo que Gramsci denomina hegemonía. Tal primacía fue creada con grupos que seguían el concepto de clase y su perspectiva se diluyó entre las masas (Gramsci, 123-50).  ¿Cómo, entonces, ganó Laforet, a los 23 años, su primer y prestigioso permio Nadal de literatura en una época en la que la libertad de expresión estaba sumamente prohibida bajo esa hegemonía del sistema franquista?

En la cita anterior, la protagonista, Andrea, reflexiona sobre las penas de su vida mientras se embarca en un nuevo viaje libre de antiguos dolores.  ¿No podría ser esto un intento de Laforet de representar el sufrimiento de los millones de personas que soportaron la guerra, la dictadura, y, en consecuencia, la resistencia que adquirió a través de sus penas? Quizás lo que le importe a Andrea es el sofocamiento que ella y sus tíos enduraban bajo la dictadura y también el recuerdo de que ellos fueron engañados por el Régimen y cautivados como dice Foucault, por esta llamada del fascismo y del lujo del poder que deseamos, aunque nos quema. Estos son sólo algunos ejemplos de las dos lecturas posibles de Nada que el siguiente ensayo tiene como objetivo discutir. Esto quiere decir que, a nivel superficial, se puede leer Nada y experimentar una simple historia de madurez, o, con más atención y análisis, el lector se sumerge en los matices y las críticas sociales y políticas insertados por Laforet creando así una novela mucho más compleja. Este trabajo identificará este tema a lo largo de la novela analizando las diversas maneras en las que Laforet es capaz de evadir la censura con su primer éxito literario.

Francisco Franco ascendió al poder militar y político durante la Guerra Civil Española y adoptó el título de Caudillo bastante rápidamente. Desafortunadamente, el fin de esta guerra tan sangrienta, en 1939, donde también se sitúa la trama de Nada, marcó el comienzo de la dictadura franquista que duró casi 40 años. Franco supervisó un régimen abiertamente totalitario que, con el tiempo, se volvió más indulgente con la oleada de prosperidad económica. El Caudillo buscaba una sociedad purista, es decir, puramente española, centralizada y católica, que, como era de esperar, fue una hazaña imposible. Pero, también era la fuerza impulsora de su agenda política y su visión de un país censurado y hegemónico. Franco tomó como modelo El Cid, el campeador de la reconquista al fin de la época medieval, pero también fue inteligente para reescribir la historia de la reconquista para que concordase con la misión franquista (McNair, 154).  Enseñando a toda una nueva generación de jóvenes españoles las leyendas de la reconquista de España por los Reyes Católicos, el régimen de Franco preparaba a la población para sostener, mediante esta propaganda histórica, la dictadura franquista. En esta visión del mundo, el régimen franquista era la continuación de la obra de Isabela de Castilla y Fernando de Aragón, dedicada a formar una España unida, con un solo idioma; el castellano, sin identidades regionales y con una sola fe; la católica. La manipulación del pueblo por el medio de su propia historia, hasta ver en la figura del Caudillo, un libertador de la fama del Cid fue una política intencional del Ministerio de Educación franquista. De esta manera, la derecha se reapropiaba de un símbolo nacional que la izquierda había también usado en el pasado.

La censura se define como “el uso del poder para controlar la libertad de expresión” y España está muy bien versada en sus técnicas (Cibercorresponsales). La censura adopta muchas formas y aunque puede ser más prevalente en algunas partes del mundo sobre otras partes del mundo, sigue siendo un estilo útil de propaganda para muchos gobiernos u organizaciones. Una de las formas en las que la censura tiene éxito es centrándose en las mentes de los niños, como Derrin Pinto señala en su ensayo Indoctrinating the youth of post-war Spain: a discourse analysis of a Fascist civics textbook, “[children] had to be indoctrinated early before their noble feelings of youth were corrupted” (649). Manipulando las mentes de los más vulnerables e intelectualmente maleables, Franco creó generaciones de seguidores. Una de sus tácticas más significativas era la manipulación de obras literarias famosas. Franco comisariaba con tacto una selección literaria para los alumnos, eligiendo qué secciones estudiarían, y retirando el contexto resultando en una interpretación siguiendo su régimen y el Nuevo Estado. Asimismo, Franco alentó la memorización de textos como forma de aprendizaje lo que significaba que los poemas cortos, canciones o frases en línea con su régimen purista fueron fácilmente arraigados en las mentes impresionables de la juventud (Terzioska, 24-35). Similarmente, Derrin Pinto en su artículo selecciona algunos extractos notables de libros de texto infantiles de la época franquista: “Algunos creen que pueden hacer lo que se les antoje, sea malo o sea bueno. ¿Por qué? – les preguntamos. Y nos contestan: ‘Porque somos libres’. – ¡Error!” (p. 655). Como se ve, el mandato de Franco de restringir la libertad es explícito y descarado. Al principio, toda la censura estuvo al cargo del Ministerio del Interior. Pero después de algunos años, la censura de películas, teatro, y novelas tenían distintas administraciones y muchos empleos. La carga pasó de un ministerio a otro, pero resultó en un desarrollo muy Orwelliano, de ser la carga del Ministerio de la Información y del Turismo. Aunque la carga fue administrada durante muchos años sin normas precisas, desde 1963 tuvo unas normas de censura oficial que vinieron informar, o codificar las practicas anteriores que estaban al cargo del Ministerio del Interior (O’Connor, 3). El régimen hizo todo lo posible para acallar a cualquier cosa considerada inmoral: (sexualidad, suicidio, divorcio, contracepción, homicidio, etc.). Todo ideología liberal, todo símbolo o cultura fuera de las normas regionales (incluido el catalán y otros), que contradiga a la historiografía nacionalista, critique el orden civil, o haga referencia a la Guerra Civil en libros, películas o periódicos. De hecho, en su libro, Spain, dictatorship to democracy, Raymond Carr dice que bajo el franquismo, la cultura creada del canon censurado era “devoid of political or intellectual content and therefore innocuous” como el público, los consumidores, entre otros, fueron explotados (119).  En otras palabras, la literatura fue otra distracción para las consecuencias posteriores a la Guerra Civil y para evitar que la gente pensara críticamente de los asuntos políticos. No obstante, debe tener cuenta de que la Guerra Civil Española fue el campo de preparación de la segunda guerra mundial en el cual los países del eje defendían una ideología corporativa, y fascista contra la amenaza de una revolución socialista y comunista. Las dos visiones del mundo estaban listas para una confrontación total al final de la cual los antagonistas políticos sabían que no tendrían salida. Era un enfrentamiento hasta la muerte. Como la ideología marxista era ateísta y denunciaba a la religión como el opio de las masas, la victoria del franquismo no se limitó a los campos de batalla, sino que buscaron al final una solución para erradicar toda la oposición a la fe católica (Althusser, 30-2).  Esa nueva campaña fue no únicamente obra de la censura, pero también de la persecución y el exilio de todos los oponentes del Régimen y un esfuerzo masivo de reeducación de toda la población, empezando por los más jóvenes e inocentes.  Irónicamente, Laforet incluye casi cada tema ‘imprudente’, según la dictadura, en Nada, pero su escritura tan astuta es lo que escapó de la pluma roja que usaban los censuradores para censurar las partes inadecuadas según el dogma.

Nada sigue la historia de una joven, Andrea, en su viaje por la independencia, su educación y en gran parte, su identidad. El año es 1939 y Andrea, la protagonista y la narradora, acaba de mudarse a Barcelona a la casa de su abuela con grandes expectativas y mira todo lo que la rodea de manera idealizada. Gran parte de su romanticismo viene de los recuerdos de la infancia de visitar la ciudad y este hogar. Andrea es huérfana que estudió en un convento y recientemente le ofrecieron una beca para asistir a la universidad en Barcelona. Este aspecto de la novela es crucial para los censores, porque es una indicación positiva cómo el gobierno ayuda a los huérfanos para educarse. Además, demuestra una benevolencia e interés de la parte del gobierno con una visión de proteger a los españoles. Por eso, Andrea regresa en la casa de Aribau para aceptar esta oportunidad educativa. Astutamente, Andrea aprende que la gran ciudad no es lo que imaginó, en gran parte debido a su familia estricta, casi ominosa con quienes la huérfana necesita vivir para asistir a la escuela. Andrea se enfrenta a la severa realidad de la posguerra en Barcelona. Las calles son frías y espeluznantes, la casa en la calle de Aribau es triste, afectada por la pobreza y el hambre. A lo largo de la novela la esperanza se yuxtapone con el miedo y dolor. Por ejemplo, al principio de su llegada a la casa de su abuela era la “única y débil bombilla que quedaba sujeta a uno de los brazos de la lámpara, magnífica y sucia de telarañas, que colgaba del techo” (Laforet, 5). La luz, más a menudo un signo de esperanza lo que coincide con su llegada emocionante a la ciudad, pero su tendencia parpadeante parece ser una metáfora de cómo la esperanza y aspiración de la joven Andrea es frágil.  La seguridad de una casa es lo único bueno que viene de ese entorno familiar, donde su tía tirana dicta sus movimientos; su tío Juan, le da palizas a diario a su esposa Gloria; su tío evasivo Román juega con sus emociones; y su abuela entra y sale de la lucidez. El único escape de Andrea es la universidad y sus conocidos, muchos de los cuales son amigos de conveniencia salvo Ena quien demuestra su lealtad al final. Todo esto pasa en los años que siguieron la guerra civil, y a través del reflejo de los propios recuerdos y experiencias de Andrea, los lectores están inmersos en los altibajos de sus primeros años de vida adulta de Andrea lo que también comenta inexplícitamente las realidades sombrías de la gente en la posguerra. A primera vista, Nada es una clásica historia de la juventud y la madurez, pero de una profunda lectura explora infinitamente más que “nada”. El presente trabajo tiene como finalidad examinar el contexto bajo el cual se publicó esta novela; la voz narrativa personal, así como el ambiente íntimo de la historia; y, el doble significado del texto y de la lengua. Propone demostrar, así cómo Laforet tuvo éxito y recibió este importante premio literario por el régimen del Caudillo, pero más importante aún es el aplauso también de un público crítico al exterior del país muchos años después.

Como ya se ha mencionado, la novela Nada fue publicada en 1945. La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar y aunque España no formó parte de esa guerra, el país siendo una fuerza de poder en Europa, y no sería realista suponer que los españoles eran inmunes al deterioro económico y moral. De hecho, se puede argumentar que los primeros años de la dictadura franquista fueron especialmente duros debido a la influencia de Hitler y del Tercer Reich. Más importante sin duda fue el aislamiento de España en la época de post- guerra mundial y la crisis económica nacional. Como Franco se había acercado a Hitler y a Mussolini, al final de la guerra mundial los países aliados le dieron la espalda (Hobsbawn, 121).  España no pudo entrar en las Naciones Unidas, Franco siguió con su política de autarquía que fue un fracaso económico. La gran sequía de tres años de 1939 a 1942, destruyó las fincas que habían sobrevivido de la guerra. El sistema de trasporte estaba en ruinas. El racionamiento nacional no era suficiente para permitir a una familia comer adecuadamente. Familias pro-Republicanas recibían siempre menos y los marginados morían de hambre (Lamplugh).  Así el final de la Segunda Guerra Mundial marcó la liberación épica para cientos de naciones. Por lo tanto, España, al igual que Francia o Inglaterra. Por eso, muchas sociedades estaban listas para recibir nuevo contenido y encontrarse a través del arte, ya sean expuestas al existencialismo de Albert Camus o al tremendismo de Laforet En el caso de Albert Camus, escritor francés y ganador de un premio nobel de literatura, él fue conocido como un escritor existencialista que también usó el tema de lo absurdo en sus obras lo cual Shadi Khalighi y Anahita Ghaemmaghami notan en su artículo “The impact of World War II and literature on the concept of absurdity in the Works of Boris Vian” como “an abstract effect of World War II” por lo que sus temas de disociación, caos, morbididad y oscuridad se vieron reflejados en las obras de los autores determinados  Según ellos, la Segunda Guerra Mundial tuvo un efecto directo en los temas de la literatura francesa de posguerra. También, la sombra y el conflicto encontrado dentro de lo absurdo podría con el género literario tremendista hecho famoso por Camilo José Cela en su obra La familia de Pascual Duarte. El tremendismo se enfoca en el sentimiento de posguerra, pues la oscuridad y la depresión son muy evidentes. En el artículo La desesperación como forma de vida de la gente común en la obra “La colmena” de Camilo José Cela, Sukanta Kumar Chattopadhyay y Mayuresh Kumar describen el tremendismo como “producto de escritores que fueron testigos de las vicisitudes de la guerra” entonces parece claro que la escritura se convirtió en una salida o refugio las tragedias más grotescas (27). Siguiendo sus pasos, Laforet era una de las primeras escritoras en adoptar este género literario. A lo largo de Nada, Andrea narra su entorno de manera sombría, sucia, melancólica, caliente y hambrienta, “Aquel cielo tormentoso me entraba en los pulmones y me cegaba de tristeza. Desfilaban rápidamente, entre la neblina congojosa […] en el vientre de un cielo sofocantemente oscuro” (Laforet, 168). Esta ola de movimientos vanguardistas por la parte de los autores europeos representaba una amenaza, especialmente por los autoritarios. Entonces, la capacidad y la necesidad de autocensurarse como autores era esencial. Claramente, hay numerosas maneras en que un escritor puede eludir a las a la censura. Por ejemplo, el uso del tremendismo, el uso de metáforas, o bien elegir el exilio para escribir libremente. Otra forma en la que Laforet sutilmente critica al régimen es teorizada por un intrigante ensayo, Reading the Frame: Signalling Politics in ‘Nada’, por Fenny Ebels. Tras examinar el poema introductorio en Nada y a quien Laforet se dirigió en su dedicación, Ebels aborda el hecho de que el poema fue escrito por Juan Ramón Jiménez, un conocido poeta español exiliado por sus afiliaciones opuestas al régimen franquista de la misma manera que Linka Babecka y su marido (receptores de la dedicación) lo fueron. Como explica Ebels, estas decisiones por Laforet “can be interpreted as an expression of solidarity with a political opponent, and thus a political statement [that creates] a protective layer of ambiguity” (149-50). Eso no sólo elude a las habilidades de escritura avispadas de Laforet, sino que, ayuda a entender su propia ideología política. Además, se puede argumentar que, debido a las olas ideológicas cambiantes después de la Segunda Guerra Mundial y al aumento global de la literatura, Franco sintió las presiones de apoyar las artes, incluyendo el desarrollo de artistas jóvenes como Laforet. Alejandro Herreo Olaizola apoya este argumento con la siguiente declaración del gobierno español dentro su artículo Publishing Matters: The Latin American “Boom” and the Rules of Censorship: “El libro es el principal vehículo para la presencia cultural de España en el mundo…también tiene el libro considerable importancia para una economía como la española, que ha de esforzarse continuamente para incrementar un comercio exportador todavía precario” (195). Esto insinúa que Franco no sólo reconoció el beneficio económico de los libros favorables al régimen, sino que también reconoce su valor cultural y consecuentemente forma de establecer Gracias a la historia aparentemente inocente e ingenua de Nada, Franco (aunque no de una forma directa) es capaz de convertir el éxito de Laforet en un espectáculo favorable para todos los partidos.

¿Por qué, entonces, Nada se percibe tan inocentemente cuando sigue siendo el tema de discusión analítica décadas después de su publicación? En primer lugar, la trama se enfoca en el hogar, la calle de Aribau y algunas de sus calles vecinas, y la universidad. En otras palabras, el escenario es muy cercano y pequeño lo que evoca estrechez de miras en los lectores que se interesan en los personajes. Igualmente, el hecho de que la historia sea narrada por una joven mujer hace que los lectores, al igual que los censores, pueden culpar fácilmente a su género, edad o ingenuidad cualquier cosa que se considere inapropiada o en contra de los mandatos del régimen. Por ejemplo, la familia de Andrea no tiene suficiente dinero para comer, entonces el tema del hambre o de la sed está presente a lo largo de la novela. A nivel superficial, un lector puede simpatizar con la lucha de la familia, pero como dice Irene Castellano en su ensayo On Food, Hunger, and Parasites: Female Strategies against Censorship in Nada and La plaça del diamant, “[Laforet] displaces the social onto the familiar, the collective onto the individual, and political oppression onto physical hunger” (133). En otras palabras, estas luchas aparentemente personales son núcleos inexplícitos de significado para el lector meticuloso. Asimismo, la trama proporciona una analogía metaficcional de la vida de Laforet. Por ejemplo, ella también se trasladó a Barcelona para comenzar sus estudios universitarios mientras que la ciudad todavía se recuperaba de la guerra. Muchos investigadores estudian su estilo autobiográfico. Sin embargo, se cree que esto le quita un análisis más profundo a sus palabras. No obstante, este análisis ofrece a los censores una manera de justificar el texto, lo que a su vez nos hace preguntarnos si no fue un acto intencional de autocensura. También, Castellano cita las palabras de Mario Vargas Llosa quien dice “in the asphyxiating story of Andrea…what is unspoken is more important than what is said” que es precisamente lo que se ha visto hasta ahora (135). Por ejemplo, el uso de puntos suspensivos siempre ocurre al mencionar la guerra: “después de la guerra han quedado un poco mal de los nervios…sufrieron mucho los dos…” (Laforet, 15). Aunque la guerra se menciona explícitamente, no elude a cuál guerra, por qué están nerviosos, o quién tiene la culpa. La miseria no tiene referente directo en Nada y no lo necesita ya que da espacio para que el gestus (mensaje focal de la obra) se presente. Como dice la introducción del libro, “[Nada] transcends politics”, es decir, no tiene que ser demasiado obvio porque la escritura astuta de Laforet lo presenta siempre y cuando el lector esté dispuesto a encontrarlo (ix).

Al fin y al cabo, los censuradores pudieron pasar la novela porque los personajes que se apartaron del mandato autoritario son castigados al final de la historia, por lo tanto, desde un punto de vista fascista, el libro nos enseña sobre la actitud fundamental del régimen franquista como una amenaza hacia los que no obedecían el dogma. Por ejemplo, Ena, aunque es la mejor amiga de Andrea, utiliza su privilegio a su favor. Ella es más libre que Andrea, viniendo de una familia adinerada y educada, puede rechazar sus perspectivas de amantes, saltarse la escuela, y no sabía el hambre como lo hace Andrea. Pero, su imprudencia tiene precio porque se encuentra en situaciones peligrosas con Román, lo que actúa como una advertencia para que no sobrepase su lugar como mujer.

De hecho, para ir más lejos con este punto, Stephanie Nix Vaughan dice en su tesis, Male Characters in Nada, que los personajes masculinos de la obra permiten al comportamiento feminista de las mujeres ser más evidente: “it is evident that the “chica rara” is and does the opposite of what a patriarchal society expects and demands of females […thus] provides  much of the novel’s critique of patriarchal, Francoist values” por lo tanto, al castigar sus acciones, o recordándola su rol, su comportamiento es aprobado por los censores (3-4). A nivel lingüístico, cuando Laforet incluye el catalán en su texto, siempre mediante personajes radicales o mediante. “Vols una mica d’aiguardent, nena?” ofrece la hermana de Gloria, una mujer que organiza juegos de póquer y otras actividades ilícitas desde su casa (Laforet, 123). El catalán sólo se menciona de nuevo con los ‘amigos bohemios’ de Andrea que son rebeldes y renuncian a la educación tradicional.

Una vez más, el comportamiento antifranquista es restringido por ser presentado de una manera ‘desfavorable’. Además, Román, el controlado, talentoso e intimidante tío es misterioso a lo largo del libro. Sabemos que sirvió en la guerra (una hazaña rencorosa), siempre está fuera de la casa, y más importante aún, en sus propias palabras, es un gran manipulador: “¿Tú no te has dado cuenta de que yo los manejo a todos [la familia], de que dispongo de sus vidas, de que dispongo de sus nervios, de sus pensamientos…?” (Laforet, 66).  La verdad de sus acciones ilegales y su afiliación al mercado negro lo llevan al suicidio por miedo a ser atrapado por la policía. A su vez, su muerte es el castigo de Juan, el marido abusivo cuya única bondad era por su hijo. Juan siempre estaba peleando con su hermano, pero su suicidio fue de hecho la pérdida de su único compañero, “el dolor de Juan era impúdico, enloquecedor…” (185). Asimismo, se puede deducir que su tristeza viene no sólo de la pérdida de un hermano, sino más bien por la pérdida de un confidente…el único con quien compartió el trauma de la guerra. Entonces, su castigo es vivir sólo con su pena para siempre. Teniendo en cuenta estos argumentos, comenzamos a cuestionar los niveles de lectura que nos presenta Laforet. Parece que siempre hay dos interpretaciones claras, una en conjunción con el mandato de Franco, y otra eludiendo a las críticas de un autor resistente.

En otro orden de consideraciones, se puede ver, que hay muchos niveles de comprensión de la escritura de Laforet. Todo esto es posible gracias a la vulnerabilidad proporcionada por la autora que permite múltiples niveles de lectura. Con esta táctica, los lectores, o aún más importante, los censores, pueden leer Nada superficialmente y considerarla apropiada bajo el mandato. Laforet tenía una reputación bastante ingenua a pesar de su éxito, es entonces, que su libro se considera simple o poco intrigante por los censores, lo que funciona a su favor. Sin embargo, Laforet no limita la historia de Andrea a un sólo entendimiento. Por ejemplo, Angustia, la tía de Andrea, la trata mal desde su llegada a Barcelona; de hecho, su primera lección a su sobrina fue: “la ciudad, hija mía, es un infierno [… tú eres] una niña de buena familia, modosa, cristiana e inocente” (Laforet 14). Aquí, la tía da un ejemplo modesto de la edad, en cierto modo, ella es el arquetipo de Franco y el aspecto religioso y católico que promulgaba el régimen franquista. Como explica Daniel Linder en su artículo “The Censorship of Sex: A Study of Raymond Chandler’s The Big Sleep in Franco’s Spain”, “his [Franco’s] government, quite predictably, sought to protect itself and its main ally, the Catholic Church, by promoting its own ideology and by concealing opposing ideological manifestations from the Spanish people” (156). Por lo tanto, es muy revelador que haya un personaje como Angustia en la novela.

Sin embargo, ella es bastante hipócrita. El libro alude a que tiene una relación romántica con su jefe casado, y por eso, aguanta el abuso de sus hermanos y el rechazo de su madre. Al final, Angustia escapó de la iglesia y como resultado, su personaje apenas se menciona en el resto de la novela. Si el lector observa el comportamiento a pie de la letra, Angustia es un modelo para la rectitud que se sumerge en la religión para escapar las penas de su vida. Pero este escape también puede aludir a esta perspectiva que se escapó con su amante. Laforet ha jugado astutamente con este vago concepto de escape, y por eso los censuradores no usaron la pluma roja.  Como dice Sara Nuñez de Prado en su trabajo El papel de la Iglesia en la configuración del Franquismo, “la España de Franco era inseparable de su catolicidad […] el régimen político y católico de la España de esos años no se limitó a estar presente en las tareas de gobierno, escuela y centros religiosos, sino que fue mucho más allá, impregnando todos los aspectos de la vida cotidiana de los españoles” (103,111). Era muy importante tener conexiones familiares en la iglesia para solidificar la contribución al régimen (p. ej. Angustia supuestamente se convierte en monja) así que incluir en la gente que podrían tratar separarse de la ideología del Nuevo Estado (103, 111). Pues, según la otra lectura, donde Angustia huye con su amante, las acciones no sólo serían una rebelión de la parte de Angustia, pero de Laforet por no haberlo aclarado, por lo tanto, eludiendo al comportamiento pecaminoso.

Además, a través de un compañero de clase, Andrea conoce a un grupo de chicos que son muy independientes y artísticos. Al principio, parecen muy parecidos a Andrea, progresista en sus pensamientos y sin duda de espíritu libre, pero cuando uno de ellos dice “ahora vamos a merendar si Andrea tiene la bondad de hacernos unos bocadillos” mientras que ella es una invitada en su casa, el lector se da cuenta al hombre misógino de los años 40 (Laforet, 105). De hecho, Nix Vaughan analiza la misma escena y teoriza que la presencia de los hombres en Nada funciona para iluminar el aspecto feminista de las mujeres como hemos mencionado al principio de este trabajo (27). En otras palabras, Nix Vaughan piensa que las mujeres dependen de las acciones de los hombres. Pensamos que Laforet sabía hacer que las mujeres destacarán suficientemente de los hombres, sin embargo, Nix Vaughan evoca un punto válido que sólo enriquece la realidad del rol de Andrea en la sociedad española posguerra. Es más, Andrea y su amiga Ena, aunque ‘se rebelen’ en diferentes maneras, comparten una voluntad mutua de autonomía y libertad. Los comportamientos rebeldes de las chicas son bastante explícitos. Desde la primera página de la obra, los lectores se dan cuenta de la independencia de Andrea que viaja por la noche sola en la gran ciudad. Ena dice, hablando de su propia personalidad que “una parte de mí necesita expansionarse y dar rienda suelta a sus venenos [del corazón…] hay otra cosa: la curiosidad, esa inquietud maligna del corazón que no puede reposar…” (Laforet 172). Asimismo, no es de extrañar ver una relación romántica entre las amigas con las insinuaciones de Laforet. Por ejemplo, cuando salen a la playa cada domingo con Jaime, el novio de Andrea, las chicas tienen unas miradas apasionadas mientras Ena expresa su amor supuestamente a Jaime. Más tarde le dice a Andrea “yo no sabía que te quisiera tanto…pero cuando me has mirado así […] pues… no sé explicarte” (169). A través de los ojos del régimen, tal comportamiento merecería castigo como la relación peligrosa entre Ena y Román o la sujeción de Andrea a una familia abusiva. Por otra parte, las chicas actúan honradamente respetando a sus familias, estudiando en la universidad hacia una educación superior, buscando el amor fiel y demuestran la lealtad de una verdadera amistad. Desde un punto de vista franquista, se puede ver la inocente historia de madurez de dos jóvenes o el castigo que sufren debido a su comportamiento imprudente. De cualquier manera, dos lecturas se presentan al público. Aunque Gloria vive una doble vida, ella es percibida como coqueta o víctima, cuando en realidad es valiente, altruista y el sostén de la familia. Gloria ha vivido muchos cambios en la casa; conoce los secretos de la familia y más traumáticamente vio los cambios en las personalidades de los hermanos después de la guerra. Aunque a veces es descuidada o errática, Gloria advierte a Andrea y era su confidente así que comparten la experiencia de ser mujeres jóvenes esperanzadas en medio de la desesperación y abuso de su familia. Excluyendo a los chicos radicales de los que Andrea se hace amiga, si analizamos los personajes femeninos mencionados anteriormente, parece haber un tema de la ‘mujer brava’ o feminista independiente. Sin embargo, este tema es lo suficientemente sutil, como para que el lector superficial se centre en los castigos de cada mujer, siendo así una sociedad patriarcal. Al defender estos argumentos, se puede suponer que tales sugerencias fueron plantadas intencionalmente por Laforet. Al ser ofrecidas dos lecturas posibles, el censor puede hacer conscientemente la vista gorda ante las posibilidades propuestas, o simplemente ser incapaz de reconocerlas debido a su ideología opuesta.

A lo largo del libro, y con este trabajo, se pueden defender numerosas razones por las qué se publicó Nada, ya sea investigando el clima político y cultural durante su publicación, a través de las sutilezas autobiográficas y la narración personal, o mediante los papeles que representan cada personaje. Todo esto es gracias a la ambigüedad cuidadosamente elaborada de Laforet permitiendo distintas lecturas de su trabajo. Los regímenes totalitarios no pueden controlar todos los espacios de encuentros sociales. Tratarán de hacerlo, pero nunca tendrán éxito completamente. Según Foucault, siempre existirán pequeños espacios de libertad que están fuera del control absoluto del totalitarismo. Por eso, es tan importante buscar, en la obra de una autora bajo la censura como Laforet, los núcleos de significado escondidos en el texto como las dedicatorias, el enfoque del hambre, o la mezcla de los roles de género por parte de la autora ya que están introducidos intencionalmente para el lector crítico. En el tiempo que las guerras eran una realidad, los dictadores estaban despojando al país de su esencia, y los artistas estaban siendo ejecutados, Laforet sólo podía arriesgar tanto en su escritura. Entonces, como esperamos haber ilustrado, sería una pena no recibir con los brazos abiertos el libro por todo su valor para ver la astuta representación de la ausencia de nada en Nada.

Jasmina Terzioska

 

Bibliografía
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