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Las críticas a la dominación y sus consecuencias políticas en Fraser y Butler: ¿Ampliación democrática o multiplicación de resistencias?

por José Antonio López
Artículo publicado el 23/04/2020

Agradezco el financiamiento del CONICYT,
a través del COES (Centre for Social Conflict and Cohesion Studies,
ANID/FONDAP/15130009) y al proyecto Fondecyt Nº 11180890
a cargo de la profesora Sofía Donoso por permitirme continuar con el trabajo de investigación.

Resumen
La relevancia del pensamiento crítico siempre ha residido en que no se limita a la realización de una descripción de la sociedad, sino que también emprende la proposición de alternativas políticas emancipatorias. De esta forma, se vuelve relevante contrastar los planteamientos de dos de las pensadoras críticas mas influyentes en la actualidad, Judith Butler y Nancy Fraser. En el siguiente artículo se revisan sus críticas a la dominación y sus respectivas consecuencias políticas.

Palabras clave
Teoría crítica, Feminismo, Dominación, Emancipación, Posestructuralismo, Reconocimiento.

 

Introducción
En el presente ensayo se busca comparar las críticas a la dominación enarboladas por Fraser y Butler, atendiendo las consecuencias políticas que se desprenden de estas. No obstante, para la comprensión de las respectivas críticas y sus diferencias, será necesaria una revisión de las teorías sobre la sociedad en las que se anclan sus críticas de la dominación. Así, se procederá a exponer la teoría de Fraser, considerando sus textos La lucha en torno a las necesidades[1] y La justicia social en la era de la política de la identidad, en cuya lectura interpretativa se enfatizarán aspectos relacionados a la crítica de la dominación. Luego, se realizará un ejercicio similar con Butler, atendiendo a El marxismo y lo meramente cultural, El género en disputa y en menor medida, Política de género y el derecho a aparecer. Finalmente, considerando la réplica de Fraser a Butler expuesta en Heterosexismo, falta de reconocimiento y capitalismo, se propondrán reflexiones finales sobre las diferencias de la crítica de la dominación en las teóricas y sus consecuencias políticas.

Con respecto a las críticas de la dominación señaladas, se sostendrá que, debido a sus diferentes conceptualizaciones sobre la sociedad, se derivarían consecuencias políticas si bien coherentes con sus respectivas teorías, bastante divergentes entre sí.

Nancy Fraser, su teoría de la sociedad y la crítica de la dominación
Para Fraser, la mejor formulación de lo que implica la realización de una teoría crítica se haya en una carta de Marx de 1843, quien señala esta consistiría en «la autoconciencia por parte del presente de sus luchas y deseos» (Citado en Fraser, 2015: 39). Es pertinente entonces preguntarse por ¿Cuál es su diagnóstico del presente? La autora sostiene que las sociedades atravesarían por un «momento de crisis económica y apertura política» (2015: p.246), en este contexto, al examinar las luchas emprendidas, plantea existiría una escisión entre las reivindicaciones económicas, políticas y culturales, con una primacía de las últimas en lo que han sido llamados los “nuevos movimientos sociales”.

¿Cómo se arribó al momento actual? Fraser argumenta que el feminismo de segunda ola habría esgrimido una crítica desafiante y mordaz en contra del “capitalismo androcéntrico organizado por el Estado”, en tanto entrelazaba demandas políticas, económicas y culturales. Sin embargo, estas críticas habrían sido fragmentadas e incorporadas selectivamente por el capitalismo neoliberal (2015), de modo que en la actualidad se presentarían como luchas diferentes, como dilemas: «¿política de clase o política de identidad? ¿multiculturalismo o socialdemocracia?» (2006: p.19). Es decir, las reivindicaciones de justicia se dividirían en dos tipos: redistributivas y de reconocimiento, las cuales aparecerían disociadas -práctica e intelectualmente- y expresarían demandas de movimientos sociales distintos. Este tema es tratado principalmente en el texto La justicia social en la era de la política de la identidad donde busca integrar los paradigmas.

Ahora bien, integrar redistribución y reconocimiento en un solo paradigma no es una tarea simple, requiriendo un esfuerzo en proporcionar una adecuada teoría de la justicia, social y política. En la teoría de la justicia se requiere de una concepción «suprema» de justicia que integre las reivindicaciones, en teoría social la empresa consiste en «idear una descripción de la sociedad contemporánea que pueda acoger tanto la diferenciación entre clase social y estatus como su mutua imbricación» (2006: p.34). Y en teoría política, la meta es crear reformas políticas que reparen ambas críticas a la dominación fomentando la participación de la democracia «con el fin de construir una orientación programática de amplia base que integre lo mejor de la política de redistribución con lo mejor de la política de reconocimiento.» (2006: p.34)

En cuanto a la teoría de la justicia, Fraser pregunta: «¿qué enfoque queda a quienes tratan de integrar la distribución y el reconocimiento en un único marco normativo de referencia?» (2006: p.42). Ante ello responde que se vuelve acuciante construir una noción bidimensional de justicia, que considere reconocimiento y redistribución como dos dimensiones o perspectivas de la justica.

Como se puede apreciar, Fraser interpreta las críticas a la dominación del orden social en el lenguaje de una teoría de la injusticia. Esto es posible puesto introduce un fundamento normativo a las críticas, articulando las críticas de la dominación como críticas de la injusticia, lo que le permite distinguir entre las luchas sociales emancipatorias de las que no lo serían. Esto se plasma en su propuesta para interpretar necesidades y las diferentes formas de satisfacerlas. Para revisar esto cabe remitirse su texto La lucha en torno a las necesidades.

En este, Fraser aborda lo que reconoce como el problema del relativismo post-estructuralista: «¿podemos distinguir entre interpretaciones mejores e interpretaciones peores de las necesidades de las personas? ¿O, dado que todas las interpretaciones de las necesidades emanan de posiciones específicas e interesadas en la sociedad, están todas ellas igualmente comprometidas?» (2015: p.104). En el análisis de Fraser, es posible distinguir entre interpretaciones mejores y peores sobre las necesidades, como también sostener que hay una relación entre reivindicaciones de necesidades y derechos sociales.

Para distinguir entre interpretaciones mejores y peores, esboza dos consideraciones: procedimental y sobre consecuencias. De esta forma, en cuanto a los procedimientos sostiene que «mejores interpretaciones de las necesidades son aquellas alcanzadas por medio de los procesos comunicativos que más se aproximan a los ideales de democracia, igualdad y equidad» (2015: p.105). En cuanto a las consecuencias, plantea que siempre las mejores consecuencias serán que las interpretaciones no sitúen en desventaja a otros grupos sociales. Luego, se pregunta ¿Cuál es la relación entre necesidades y derechos? Respondiendo que ella se opone a formas de paternalismo que acaecen cuando los ciudadanos pierden la titularidad sobre los derechos, así como tampoco cree que hablar de derechos sea algo inherentemente individualista, burgués o androcéntrico. Esto solo sería cierto cuando en la sociedad se establecen los derechos «equivocados» como la primacía de los derechos de propiedad sobre otros. En definitiva, plantea que es preferible traducir y entender las reivindicaciones de necesidades como demandas por derechos sociales (2015).

En cuanto a la teoría de la sociedad, comprender tanto la redistribución como el reconocimiento en un único paradigma, requiere «teorizar sobre las relaciones entre la estructura de clases y el orden de estatus en el capitalismo globalizador de la modernidad tardía» (2006: p.51). Su propósito es superar las visiones que reducen la explicación de la sociedad y la subordinación a una de las dimensiones, considerando así un polo como epifenómeno del otro, al modo que lo haría el marxismo ortodoxo al concebir la realidad social bajo la metáfora de la estructura y la superestructura.

La descripción de la sociedad moderna de Fraser se sustenta en una distinción entre cultura y economía, siendo un rasgo propio de estas sociedades, ya que por ejemplo en las sociedades preestatales las relaciones de parentesco organizaban también los intercambios. No obstante, el advenimiento de la modernidad implicaría una relativa autonomía de cada esfera que funcionaría bajo imperativos distintos, el mercado se coordinaría por el entrelazamiento de las consecuencias de las acciones; la cultura, por la interacción de acuerdo con ciertos patrones de valor institucionalizados. En efecto, los conceptos de clase y estatus se referirían a fenómenos de estas dimensiones socio-estructurales de la sociedad moderna, Fraser se propone «explicar tanto la diferenciación entre clase y estatus como las interacciones causales entre ellos» (2006: p.51), considerando siempre la irreductibilidad de cada categoría.

Considerando lo anterior, es posible observar como Fraser se sirve de un análisis de las necesidades que emergen de la dominación de género, para plantear su concepción bidimensional de justicia. La subordinación de las mujeres estaría presente tanto en el plano simbólico (estatus) como en el económico (clase), interrelacionándose, ya que la evaluación simbólica de las mujeres puede tener consecuencias en su posición en la estructura económica, como también, su posición económica tiene efectos sobre la valoración cultural que se hace de ella. Esto la conduce a la conclusión lógica de que: “la reparación de la injusticia de género exige cambiar tanto la estructura económica como el orden de estatus de la sociedad» (2006: p.30).

Tras esta ejemplificación, plantea que casi todas las dominaciones presentes en las sociedades pueden concebirse como bidimensionales. Puesto que, “prácticamente todos suponen tanto una mala distribución como un reconocimiento erróneo, de manera que cada una de estas injusticias tenga cierto peso independiente, sean cuales fueren sus raíces últimas. » (2006: p.33). Habría diferencias de grado, pero en todos los casos la injusticia se referiría tanto a redistribución como reconocimiento, incluso las luchas obreras, paradigmas de luchas económicas, no habrían sido nunca solo económicas como demostraría el análisis de E.P Thompson.

Para finalizar, cabe atender a las consecuencias que se derivan para la teoría política de Fraser. En aras de remediar la injusticia y superar la dominación, propone adoptar una estrategia de reformas no reformistas. Arriba a este concepto tras señalar que no basta con la aceptación, para eliminar las injusticas es menester proceder hacia la “eliminación de los impedimentos para la paridad participativa.» (2006: p.71). Esto porque la tarea puede relacionarse a más de una aplicación institucional. Por ende, introduce la distinción entre estrategias de afirmación y transformación, que no sería absoluta sino contextual. Estas se distinguen por relacionarse con distintos niveles de injustica, así, las estrategias afirmativas se centran en la corrección de resultados injustos, y las estrategias transformadoras se abocan a sustituir las estructuras sociales subyacentes que serían las causas últimas de la injustica. En suma, ella propone una “vía media”, que consistiría en la aplicación de reformas sin abandonar la intención de transformar las estructuras sociales de subyacentes, esto les proporcionaría dirección y consistencia a las reformas sin caer en la impracticabilidad política de las estrategias transformadoras.

Judith Butler, su teoría de la sociedad y la crítica de la dominación
Para comprender la visión Butler sobre las sociedades contemporáneas, es necesario situarla en la tradición postestructuralista que se sustenta principalmente en los análisis Foucault y otros aportes provenientes de vertientes del psicoanálisis.

En primer lugar, para la autora, a la hora de pretender establecer una descripción de la sociedad, sería imposible distinguir -siquiera analíticamente- entre las esferas de la cultura y la economía, como lo haría Fraser (2000). Para ella, esto se debería a las influencias del marxismo ortodoxo que dividía a la sociedad asociado materialidad a la esfera económica e inmaterialidad a la esfera cultural, que sería un mero derivado de la estructura económica. Consecuentemente, enfatiza que no puede separarse lo productivo de lo reproductivo, no existiría de un lado el orden sexual y de otro un orden económico, ambos estarían atravesados por relaciones de poder que configurarían un imbricado orden capitalista heteronormativo[2].

La crítica de Butler se sustenta en la ontología postestructuralista, preguntándose no por el ser o el individuo, sino por el poder, es decir, no existirían individuos y luego relaciones de poder, sino que los mismos individuos estarían constituidos por relaciones de poder. En Butler no hay distinción entre existencia y poder, eso tiene diversas implicancias, en cuanto a las relaciones de género, la llevan a oponerse a las interpretaciones que situaban al sexo como un ámbito “natural”, fuera del poder, sobre el que se inscribiría determinado discurso cultural -el género- que implicaría relaciones de poder. Para ella, la misma interpretación “científica” que se hace del sexo como un reducto “natural”, constituye ya un determinado discurso de poder.

El poder en Butler (2017) se expresa en determinados efectos performativos, corporeizados, son formas de hablar, vestir y comportarse. Comprendido de esta manera, el poder funciona -como en una performance[3] – a través de la producción de mandatos simbólicos que se concretizan en un “guion” que debe ser interpretado, constantemente, en la vida cotidiana de los sujetos. Es en esta interpretación, que se abre la posibilidad de resistencia ante el poder, produciendo los movimientos sociales que resignificarían los mandatos o normas de poder.

Aun cuando no es clara la diferencia entre poder y dominación, pareciese ser que la dominación implicaría algo así como la consideración del “conjunto de relaciones” de poder, puesto que cada vez que el concepto es utilizado por ella lo acompaña de otros como «estrategias», «modelo», “tácticas» o «marco» de dominación (2007). En este sentido, su crítica apunta a las categorías o términos que encierran y encuadran las prácticas de los individuos, configurando así, por rutinización y naturalización, determinadas identidades. En este panorama, su esfuerzo teórico buscaría “destruir todos los intentos de elaborar un discurso de verdad para deslegitimar las prácticas de género y sexuales minoritarias” (2007: p.8). En efecto, su crítica no se perfila como un intento por recomendar o señalar cuales debiesen ser las posibilidades de reordenamiento social, ni en términos económicos ni menos de género, sino que busca “abrir las posibilidades” de lo que se considera vidas aceptables. Al respecto acota: “uno podría preguntarse de qué sirve finalmente «abrir las posibilidades», pero nadie que sepa lo que significa vivir en el mundo social y lo que es «imposible», ilegible, irrealizable, irreal e ilegítimo planteará esa pregunta” (2007: p.8).

Para cerrar, cabe señalar lo cercano de su proyecto al de Foucault (2016), para quien:

El intelectual no tiene que ser legislador, no tiene que hacer la ley. No tiene que decir lo que debe suceder. Creo que su rol es justamente mostrar continuamente cómo lo que parece ir de suyo en nuestra vida cotidiana, es de hecho arbitrario y frágil, y que siempre podemos sublevarnos (p.83)

Palabras finales
Es necesario señalar que escapa a las pretensiones del informe un tratamiento pormenorizado de las discrepancias entre Butler y Fraser, así como una revisión de su conocido debate. Sin duda puede plantearse que ciertas afirmaciones de Butler no se corresponden con la teoría de Fraser, como la distinción imputada entre lo material y lo cultural, ya que la misma Fraser se preocupa de destacar la materialidad de prácticas culturales. Así mismo, hay diferencias importantes en torno a la respectiva relación que establecen entre heteronormatividad y capitalismo, a las intenciones de sus críticas y en la decisión de elaborar o no “propuestas” de superación del orden actual. Estas se deberían en gran medida a sus diferentes descripciones de la sociedad moderna.

En definitiva, a lo largo del informe se ha podido evidenciar las diferentes concepciones sobre la sociedad de las autoras, desembocando en diagnósticos distintos de la dominación: en Fraser aparece bajo reivindicaciones de injusticias; en Butler, como resignificaciones de los mandatos culturales, y a su vez, en diferentes consecuencias políticas. Así, el proyecto político de Fraser apoya una sucesiva ampliación democrática (comprendida como paridad participativa) en las dimensiones culturales, económicas y políticas de la sociedad, a través de la demanda de derechos sociales. Mientras que, Butler propone multiplicar las resistencias posibles a los mandatos discursivos de poder a través de una política performativa, enfatizando en la vida cotidiana y en el cuerpo como efectos de poder[4], como espacios donde sería posible llevar adelante la deconstrucción de las categorías con las que se mantiene un orden sexual, inseparable de cierto orden económico.

 

Bibliografía

Butler, Judith (2000). “El marxismo y lo meramente cultural”. New Left Review, 2, pp. 109 – 121.

Butler, Judith (2007): El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.

Butler, Judith (2017): Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea. Barcelona: Paidós.

Foucault, Michel (2016). Sublevarse. Entrevista inédita con Farés Sassine. Santiago: Conjeturas.

Fraser, Nancy (2015): Fortunas del feminismo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal. Madrid: Traficante de sueños.

Honneth, Axel / Fraser, Nancy (2006): ¿Redistribución o reconocimiento? Un debate filosófico-político. Madrid: Morata.

 

Notas
[1] El título completo es “La lucha en torno a las necesidades. Esbozo de una teoría crítica feminista-socialista sobre la cultura política en el capitalismo tardío”. Y se encuentra en: Fortunas del feminismo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal. Madrid: Traficante de sueños.
[2] Véase por ejemplo el duro tono en el cual Butler se refiere a Fraser: “¿Es posible distinguir, aun analíticamente, entre la falta de reconocimiento cultural y la opresión material cuando la misma definición de «persona» legal está rigurosamente constreñida por las normas culturales que son indisociables de sus efectos materiales? (…) esta distinción no constituye un fundamento conceptual, puesto que se sustenta en la amnesia selectiva que caracteriza la historia misma del marxismo. En: Butler, J. (2000). El marxismo y lo meramente cultural. New left review, 2, Página 117-8.
[3] En sus propias palabras: “la performatividad describe el proceso conforme al cual se actúa sobre nosotros, así como las condiciones y posibilidades de dicha actuación”. En: Butler, Judith (2017): Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea. Barcelona: Paidós. Página 68.
[4] Ella misma señala: “El travestismo es un ejemplo que tiene por objeto establecer que la «realidad» no es tan rígida como creemos; con este ejemplo me propongo exponer lo tenue de la «realidad» del género para contrarrestar la violencia que ejercen las normas de género.” En: Butler, Judith (2007): El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós. Página 27.
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