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Hollywood está en pie de guerra.

por Maximiliano Curcio
Artículo publicado el 27/11/2018

Artículo originalmente publicado en el sitio
ESCRIBIENDO CINE, año 2010

Resumen
El cine bélico es uno de los géneros más transitados por realizadores cinematográficos y de los más convocantes en el público. Su evolución ha marcado etapas en la historia del cine y en el tratamiento de temáticas socio-políticas que actualmente vuelven a ser materia de opinión y polémica. Hace un par de años la ganadora del Oscar a Mejor Película Vivir al Límite (The Hurt Locker, 2009) de Kathryn Bigelow, se posicionó sobre la reciente guerra en Irak e hizo las paces con un género silenciado desde la sensibilidad que producía a una sociedad -de por si convulsionada post 11-S- por el último conflicto armado que atravesaba Estados Unidos. Este resurgir del género bélico nos trajo consigo la particular mirada de Bastardos sin Gloria (Inglorious Basterds, 2009), de Quentin Tarantino, y el postergado estreno del último film de Brian De Palma, Samarra (Redacted, 2007), rastros de la incidencia del cine bélico en la presente cinematografía mundial.

Palabras o conceptos claves: cine, retrospectiva, bélico, géneros, historia

 

La guerra y sus consecuencias siempre han interesado a los cineastas, conjugando las ópticas y perspectivas más enfrentadas: desde los productos de propaganda -como modalidad cinematográfica que exaltaban el heroísmo hasta su antítesis- hasta el mensaje antibelicista -que encierra un pedido de reflexión y toma de conciencia- como mecanismos válidos a través de una historia de ficción. Remontándonos a los comienzos del cine, desde la época del mudo, hubo films que abordaron conflictos bélicos desde un acercamiento más rustico y primario. Así se encuadran las visiones de David W. Griffith sobre la Guerra de Sucesión en la ultra polémica El Nacimiento de una Nación (The Birth of a Nation, 1915). Ya en los años ’20 encontramos ejemplos más acabados sentando las bases del género; en este caso encuadrando la guerra como pretexto cómico en Armas al Hombro (Shoulder in Armas, 1918) de Charles Chaplin hasta llegar a El Gran Desfile (The Big Parade, 1925) de King Vidor, sin dudas una de las primeras grandes superproducciones de Hollywood que trató el tema de la posguerra con espíritu de reconstruir un tono pacifista ilustrando las miserias que la contienda dejaba a su paso.

Ya iniciada la época del cine sonoro dos grandes hitos cinematográficos marcaron la pantalla en los años ’30: una visión romántica e idealizada de la guerra como Sin Novedades en el Frente (All Quiet in the Waterfront, 1930), de Lewis Milestone, y una dramática historia de amor en Adiós a las Armas (A Farewell to Arms, 1932) perfilaban un tipo de visión con la Primera Guerra Mundial como escenario. Si hacemos un poco de historia con ánimo crítico, encontraremos el film bélico que intenta destacar el heroísmo patriótico en la hazaña militar. Se sabe que el cine desde sus inicios ha sido un vehículo expeditivo en llegar a grandes masas de público para exponer los intereses del poder político de turno. Si nos remontamos a la Segunda Guerra Mundial, sólo unos pocos realizados durante la contienda trascendieron por sus valores evitando ser una mera propaganda: sin ser films que transcurrieran en la contienda Sabotaje (Saboteaur, 1943), de Alfred Hitchcock; Ser o no Ser (To be or not to be, 1942), de Ernst Lubitsch o Casablanca (1942) de Michael Curtiz, más allá de la época en que fueron concebidos llevaban en su mensaje algo bastante más sustancioso que exponer el sacrificio de los militares estadounidenses para hacer frente a los enemigos de la paz, la libertad y la democracia personificados en la amenaza nazi y las potencias del eje. Bajo otra ópitca y durante la contienda misma, los documentales de Frank Capra Porque Luchamos (Why We Fight, 1942) fueron toda una toma de posición al respecto y un claro ejemplo de propaganda política. A la par existió una corriente hollywoodense, con menor ímpetu, que se volcó a cuestionar los horrores de la guerra exponiendo sus atrocidades a través del absurdo. Así, este fenómeno contó con John Ford como estandarte en Fuimos los Sacrificados (We were the Expendables, 1945).

Entre los años ’50 y ‘60 Hollywood representó el apogeo del cine bélico y mucho tiempo después de finalizada la contienda continuó produciendo films que resultaron obras maestras: Doce del Patíbulo (Dirty Dozen, 1967), de Robert Aldrich, y El Puente Sobre el Rio Kwai (The Bridge on River Kwai, 1957), de David Lean, son unos pocos ejemplos de gran calidad. No puede dejar de mencionarse como la guerra y sus consecuencias han afectado al cine y sus géneros. La post guerra y sus devastadores efectos dieron lugar en Italia a un movimiento de corte vanguardista denominado Neorrealismo, que no hacía otra cosa que reflejar con un tono casi documentalista el estado de miseria y desolación como producto de la guerra, en su alcance social.

Más adelante llegó Vietnam, una guerra que se vio por televisión y sobre la que el cine debatió, reflexionó y juzgó. Luego de este conflicto se produjo una apertura en el pensamiento americano. Esto propició un distinto tratamiento de la industria cinematográfica y la evolución del género bélico en Hollywood, gracias a la influencia de autores europeos y su forma de abordar una contienda militar. Fue de esta forma que se gestó una corriente crítica de revisión de la guerra con un aire desmitificador como lo muestran los films Patton (1970), de Franklin Schaffner, o M.A.S.H. (1970), de Robert Altman, este último un descarado ejemplo de la sátira más pura.

El tradicionalismo a la hora de encarar el cine de guerra dio paso a un tratamiento más duro, psicológico, político y visceral como muestra de un cine americano que evolucionaba. Regreso sin Gloria (Comino Home, 1978), de Hal Ashby; El Cazador (The Deer Hunter, 1978), de Michael Cimino y Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola, son considerados clásicos indiscutidos del género. Casi tan cuantiosa como la producción dedicada a la Segunda Guerra Mundial resulta el conflicto de Vietnam y sus traumas con toda su carga política y social ya mencionadas. Oliver Stone encarnó la obsesión en el conflicto y personalizó tres films para el recuerdo: Pelotón (Platoon, 1986), Nacido el 4 de Julio (Born on the Fourth of July, 1989) y Entre el Cielo y la Tierra (Heaven & Heart, 1993) proporcionan tres miradas tan distintas como valederas.

Con el correr de los años el paradigma del héroe patriota viró hacia otra miradas y retratos, como el de Stanley Kubrick en Nacidos para Matar (Full Metal Jacket, 1987), prototipo del realismo, casi metafísico y la crudeza de un entorno insano, dejando de lado el conflicto bélico en si para centrarse en las sensaciones y sentimientos del individuo frente a la guerra desnudando sus miedos, paranoias e imperfecciones. Lejos quedaba el héroe en pantalla tipo Rambo (First Blood, 1982) que todo lo podía y todo lo vencía en un retrato más cercano al cine de aventuras, como también lo mostraron films del estilo de Los Cañones de Navarone (The Guns of Navarone, 1961).

En los últimos años el cine bélico contemporáneo ha logrado mantener su calidad, realismo y crudeza gracias a retratos tan personales como Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998), de Steven Spielberg; La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Down, 2001), de Ridley Scott y La Delgada Línea Roja (The Thin Red Line, 1998), de Terrence Malick. Grandes producciones, grandes directores y grandes elencos han sido la clave del éxito y un denominador común detrás de estas premiadas realizaciones. Tampoco son la excepción -y mucho menos en este siglo XXI, reciclador de ideas- la enorme cantidad de films que han pasado desapercibidos y han apostado al cine bélico desde un lugar común o estereotipado, pasando al olvido sin pena ni gloria.

Por último, cabe mencionar una curiosidad que no deja de ser una certeza dentro del marco que establece el cine bélico, y es que éste se encuentra delimitado por sus coordenadas históricas como ningún otro género cinematográfico. Su temática o eje de acción será una guerra contemporánea; ese será el entorno donde se desenvolverá. Las guerras previas al siglo XX serán vistas por el espectador o el analista cinéfilo como epopeyas históricas o relatos épicos y los que aborden imaginarias guerras futuras formarán parte sin duda alguna del cine de ciencia ficción. No cabe duda que la amplia relación existente entre cine y guerra ha sido una constante a analizar entre los estudiosos e historiadores del séptimo arte. Algo queda claro y es que el derrotero de películas es extenso y las miradas que éstas han expresado sobre la guerra son ambiguas y de lo más variadas. Eso le proporciona al género un atractivo único e inagotable.

Maximiliano Curcio

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