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La resistencia a llamarlos acosadores sexuales.
Mi crítica a la publicación bajo ese título en el diario “El Dínamo” del 12.01.18

por Hernán Montecinos
Artículo publicado el 13/01/2018

El artículo referido en el título, parte de una premisa falsa para disparar en contra de esa especie de manifiesto de 100 artistas e intelectuales francesas, en la que critican, la radicalidad y el fundamentalismo extremo, en que han caído movimientos feministas en contra del acoso sexual. Ninguno de los ejemplos que la nota detalla —y que caen inequívocamente dentro de lo que se entiende por acoso sexual— son defendidos por las firmantes del manifiesto, es otro el sentido de su crítica. Ahí es donde está la gran falla del artículo.

Claro está, puede parecer muy extraña y extemporánea la declaración francesa, toda vez que va en contra y se atreve a criticar toda aquello que ha tomado para sí en su imaginario la opinión pública, que siempre tiene la tendencia a seguir la opinión del rasero medio. Lamentablemente, el artículo de marras ha soslayado flagrantemente a lo que apunta en su fondo la publicación francesa respaldada por más de 100 firmas.

Existe hoy un gran movimiento feminista, que en la esencia de su creación tiene mucha razón de ser. Ello en relación, con no hacer de la mujer una cosa objeto, de estar en contra de la violación, y el abuso de poder para obtener favores sexuales y cosas derivadas por el estilo, De esto y aquello nadie puede estar en contra de condenar severamente, -incluidas las 100 firmantes- a quien caiga en estas indebidas prácticas, las que por fortuna, hoy las legislaciones contemporáneas están incluyendo en sus códigos como delitos.

Sin embargo, tal horizonte de defensa de lo femenino y la dignidad de la mujer, como que ha empezado a desbordar todos los límites, sin entrar a diferenciar entre aquello a lo que se recurre como práctica necesaria para iniciar un necesario y previo flirteo para aquella dama en la cual se ponen los ojos para conquistar su corazón, y lo que es el acoso sexual en sentido estricto.

Incluso, este fundamentalismo femenino también inhibe a la propia mujer en su natural atributo de ejercitar ciertos coqueteos y gestos de cierta sensualidad cuando se siente atraída por alguien del género opuesto. En efecto, bien sabemos que cuando una mujer está locamente enamorada, o simplemente atraída por un varón, usa todos los recurso propios que son atributos propios de lo femenino, como lo son, el coqueteo y la producción de un lenguaje proxémico (lenguaje, no hablado) tendientes a atraer a la pareja con gestos, poses o actitudes que dan curso a eso que llamamos sensualidad.

¿Acaso esas mujeres también habría que tildarlas de acosadoras sexuales? Por favor, pongamos más ponderación en el debate de este delicado tema.

En fin, con este fundamentalismo femenino, supongo, sin proponérselo, se acaba con todo signo de romanticismo que debiera existir en toda relación amorosa cuando se está en la gestación de su inicio.

Eso de salirse del coche presuroso y dispuesto a abrir la puerta para que la dama se baje, o eso de apartarle gentilmente la silla para bien acomodarla cuando se sienta, e incluso de ofrecerle una flor cuando la invita a una cena, etc., es capaz que este fundamentalismo femenino lo considere como un acoso sexual o de intenciones malsanas. Para qué decir de los obreros de la construcción, cuando desde los altos pisos que están trabajando le lanzan sus silbidos o piropos a una bella mujer cuando pasa enfrente de ellos, Para este feminismo fundamentalista, ello lo consideran una grosería y hasta los califican de degenerados.

Creo que está en la naturaleza humana, tanto del hombre como de la mujer, hacer uso de todos los recursos para atraer a la pareja que le ha producido un enamoramiento, o incluso, solamente una momentánea o irrefrenable pasión.

Por eso, lo femenino no tiene que llegar a ser un movimiento que ponga en el mismo saco a todos los gestos o acciones que lleven a conquistar la atracción de la pareja que le interesa.

¿Cuál es el límite?
Ese es un asunto muy delicado y que hay que tener la suficiente sutileza para saber discernir cuando una cosa es una cosa, y cuando otra cosa es otra cosa.

En fin, ningún fundamentalismo, en el ámbito que sea, nada bueno puede traer, sobre todo en aspectos de la reacción de la naturaleza humana cuando se enfrenta a los deseos de llevar a buen término un enamoramiento, o una simple pasión.

Desde otro punto de vista, es cierto que estamos viviendo en una cultura machista, de eso nadie lo puede negar. Sin embargo, en mi opinión esa cultura machista no es sólo responsabilidad de los hombres, como pretenden atribuirnos los movimientos feministas, sino que también la mujer ha ayudado mucho a través de generaciones, para que esa cultura se asiente, ahora mucho más, que en generaciones anteriores.

Me explico:
Hay una gran responsable del machismo atribuible al género femenino, me imagino sin proponérselo conscientemente, así de ese modo, incluso, con la más buena intención. Es el momento cuando la mujer se vuelve madre y le toca en la vida criar a un hijo varón. No necesito mayormente explicitarme sobre este punto, porque todo lo que hemos vivido esta vida comprendemos ese dicho del “hijo mamón”.

También, y aquí está lo más triste. el machismo lo estimulan las mujeres cuando conscientemente se dejan utilizar como mujeres objeto por la publicidad. Así, por ejemplo, cuando se quiere promocionar la venta del modelo de un auto, lo que más nos llega a la vista por las imágenes de la publicidad, no es el auto mismo, sino que la mujer que muestran tendida en el capó mostrando sus voluminosos senos, y todas sus demás carnes. Eso también sucede para promocionar las bebidas, el vino y cualquier otra cosa.

¿Qué tienen que ver el auto o el vino con las pechugas o las nalgas o el torso desnudo de una mujer puesta en primer plano de aquello que se vende?

En este punto nos enfrentamos frontalmente con los prototipos de las mujeres objetos. Entiendo que una de las principales luchas del feminismo es no hacer de la mujer una cuestión objeto. Sin embargo, nunca he escuchado ninguna crítica, ninguna queja proveniente de los movimientos feministas en contra de las de su propio género que se prestan, y a veces corren, o hacen filas ante las empresas de publicidad prestas a exhibir sus cuerpos para transformarse en mujeres objetos.

Para que decir de los cafés con piernas, que lo que menos se ven son las tazas de café sino que jóvenes de buenas figuras, pintarrajeadas exhibiendo sus generosas nalgas, bustos y pechos, por decirlo de algún modo, con vestimentas muy ligeras así haya calor o el más intenso de los fríos.

En fin, creo que imágenes como éstas, y muchas otras, que sería largo de enumerar, representan una ridiculez y un absurdo. Y lo que es peor, protagonizadas por mujeres, que quiéranlo o no, asumo yo, sin proponérselo, se prestan para ser usadas como mujeres objeto,

En fin, un tema que tiene muchas aristas y que dejan abierto un interesante debate. En todo caso, pese a las razones de los movimientos feministas en los principios fundacionalistas que les dieron origen, mi reparo es que está bien que se organicen y luchen, pero esa lucha no las puede llevar a que en sus ADNs se les alojen juicios radicales y fundamentalistas sobre el tema..

Es por eso que he llegado a decir, con todo el respeto que me merecen dichos movimientos, de que no corran el peligro de transformar esa justa lucha en una enfermiza patología que las haga llegar a tomar posiciones radicales, que lo único a lo que las puede llevar, es derivar dichos movimientos a su desnaturalización y su descredibilización.

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