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Un acto de justicia a Dulcelina por su escrito “Rodolfo”

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 30/03/2025

portada-del-cuento-rodolfoResumen
En este breve artículo, trata a modo reflexivo la capacidad creadora de Dulcelina de las Mercedes Monsalve Pradenas, mujer oriunda de Quirihue (ciudad y comuna perteneciente a la Región del Ñuble) que experimentó aconteceres pertenecientes a un realismo mágico de los años 30’ del siglo XX; particularmente, su relación con la vida faunística silvestre y nativa.

Abstract
In this short article, we reflect on the creative capacity of Dulcelina de las Mercedes Monsalve Pradenas, a woman from Quirihue (a city and commune belonging to the Ñuble Region) who experienced events belonging to a magical realism of the 1930s. XX; particularly, its relationship with wild and native faunal life.

Dulcelina: La creadora
Dulcelina de las Mercedes Monsalve Pradenas nació el 25 de mayo de 1918 en el poblado rural de Quirihue (“tierra de los vientos”) (1), siendo la penúltima de ocho hermanos. De acuerdo a la entrevista efectuada el día 5 de enero de 2025 a una de sus hijas, María Soledad Figueroa Monsalve (Marisol), Dulcelina tenía características físicas y psicológicas muy especiales, tales como: mujer de pelo castaño y crespo, altura de 1 metro y 50 centímetros, piel blanca, ojos de color café, fumadora, y de uso permanente de lentes; además, fiel seguidora del catolicismo apostólico, un tanto moralista y conservadora(2) (demostrándolo en innumerables confesiones que realizaba desde que tenía memoria)(3).

Durante su infancia y parte de su juventud vivió en Quirihue, y completaría sus estudios de 6° de preparatoria escolar, y a la edad de unos 16 o 17 años, su hermana mayor le encontró trabajo para dar apoyo de asistencia a las acciones destinadas al bienestar de los enfermos en el Hospital San Francisco de Borja, tanto en funciones de aseo del paciente como colaboraciones de urgencia, sea en el ingreso o traslado de pacientes, situaciones de emergencias, entre otras. Pasarían algunos años, y en 1939 se casaría con José Figueroa (el abuelo Pepe), quien trabajaría por años en la maestranza. Así, Ducelina renunciaría a sus labores de asistencias médicas, y se dedicaría por completo a la crianza y formación de sus 3 hijos y 4 hijas en la comuna de La Cisterna. No obstante, continuaría ejecutando curaciones y colocando inyecciones a vecinos y miembros de su familia. Y posteriormente entre 1956 y 1957 se trasladaría definitivamente a un barrio residencial en la comuna de San Bernardo. En esta última residencial, sería conocida –además de sus asistencias médicas al vecindario- por sus tejidos de frazadas y calcetines de lana (4).

Ya entre los años 60’ y 90’, viajaba con sus hijos en bus a Quirihue, llevando “cosas usadas” que en rigor se reutilizaban, puesto que los artefactos materiales eran caros y muy escasos de conseguir, entre estos numerables objetos se hace mención de ollas, tazones, sábanas y otros elementos de relevancia doméstica y de uso diario para las personas más desprovistas económicamente.

Sería en la década del 90’ en que comenzaría a redactar silenciosamente el cuento “Rodolfo” (5), como también otro escrito literario titulado MERO TARO (6). Años después, en el año 2010 dejaría definitivamente de fumar, debido a un desarrollo muy progresivo de una neumonía crónica (7). A pesar de vivir con esta condición, Dulcelina jamás dejó abatirse por esta patología, al contrario, continuó efervescentemente apoyando y sosteniendo su salud y la de sus coetáneos, e inclusive en el transcurso del siglo XXI visitó a unas de sus hijas que residía en São Paulo, Brasil (8); viaje que lo realizó en bus, mediante un trayecto de tres días.

Asimismo, Marisol –desde que tiene memoria- hace mención que su madre nunca dejó de leer. “Mi madre leía lo que le llegará a sus manos; era increíble, leía todo, pero todo. Es más, recuerdo que en una oportunidad, cuando apareció la novela “El código Da Vinci” de Dan Brown-, ella se escandalizó por la temática tratada, se molestó mucho. Como también, jamás dejó ser una admiradora de la historia de la familia Carrera Verdugo; sabía muchísimo de los hermanos Carreras, próceres de la Independencia de Chile. De igual manera, le gustaba ver los programas atañidos a la fauna, tales como “Maravillozoo”, con Javier Miranda; o “Animal Planet”, y en relación a ello, le gustaba asistir al cine, y siempre he recordado su reflexión sobre la película “Una aventura extraordinaria” (2012). Y domingo a domingo, mientras su salud menguaba, veía en televisión -durante la jornada de la mañana- la “Santa Misa”. En resumen, a mi madre le interesaba en demasía la cultura, no como las generaciones de hoy” (9).

Finalmente, con una edad de 97 años, con su mente lúcida hasta el último día de vida (10), y con una memoria permanente de su infancia, juventud, adultez y vejez, Dulcelina partió al eterno infinito el día 23 de junio de 2015 en el Hospital Barros Luco Trudeau de la comuna de San Miguel (Santiago, Chile), legando para la felicidad de muchos miembros de su familia 19 nietos, 31 biznietos y 4 tataranietos.

“Rodolfo”
Un 9 de diciembre de 2024, a nuestras manos llegó un cuento titulado “Rodolfo” por Abuelita Lina, en sus aspectos físicos un papel café-amarillento y escrito a máquina de escribir, 16 páginas. Una reliquia y un patrimonio que se debe guardar y conservar. En su lectura, nos damos cuenta de la preponderancia del recuerdo y la memoria. Un pasado de nuestro tiempo, en que los registros históricos están más tratados a temas políticos, económicos y sociales que construyen holísticamente tan solo una mirada histórica de Chile. Pero, el arte y la literatura es más, cuando se visibiliza con autenticidad, reflexión y añoranza que vivenció en aquel pretérito, década del 30’ del siglo XX.

El cuento fue elaborado en silencio, en su residencial de Av. José de San Martín de la comuna de San Bernardo; transcrito a máquina de escribir por su vecina “Maru” que contaba con el dispositivo; y la portada diseñada por su hija Marisol (motivada e inspirada por una imagen de un Zorro culpeo que aparecía en uno de los numerables ejemplares del Icarito –suplemento educativo del periódico de La Tercera-(11).

A juicio de sus familiares, el escrito fue presentado a un concurso convocado por la Revista Paula a lo largo de los años 90’(12). El texto obtuvo el reconocimiento de Mención honorífica. Así, con el pasar de los días, meses, años y décadas a Dulcelina le solicitaban el cuento para leerlo de forma personal, pero de ningún otro modo fue publicado, solo se imprimieron dos copias: una copia se presentó al concurso de la revista, y la otra copia se facilitaba de mano en mano por sus familiares.

El texto inicia de forma vertiginosa, relatado siempre en primera persona, a partir de la memoria de Dulcelina por unos hechos sucedidos en su infancia (13). Sus primeras palabras aluden de inmediato a una reflexión profunda: “Cuando se llega a la madurez, se hacen vívidos los recuerdos, cada anécdota cobra mayor significado y desfilan por nuestra mente trayendo esos momentos, felices a veces, otros no tanto, que han ido moldeando nuestra vida” (14). De esta manera el texto, ya tiene una relevancia trascendental porque, asertivamente, consigue una esencia motivadora de querer explorar lo inmortalizado.

En los siguientes párrafos, Dulcelina describe de forma minuciosa el contexto en dónde, por qué y cómo ocurren los acontecimientos; destacando que muestra una fotografía de los años 30’ en el poblado de Quirihue, sean los roles familiares y laborales, lo rural y lo silvestre, la organización social, cultural y religiosa de las personas, entre otras características que constituyeron la existencia de aquellos años. Asimismo, el lenguaje utilizado es explícito, preciso y variado en concordancia exacta con el significado y significante de cada una de sus cualidades; y con una redacción muy cohesionada y coherente -según las acciones que se evidencian en cada uno de los temas tratados (15) -, tal como se esboza a continuación: “(…) Rodolfo ya tenía más libertad, andaba suelto por la casa y no intentaba de escapar, era muy juguetón (…). Era tan regalón que cuando mi madre se sentaba junto al brasero a tomar mate, él se ubicaba también al lado contrario que lo hacía el gato (…). Tenía su propia casa, una casuchita que mis hermanos le hicieron con una java; era con departamentos como las conejeras y al frente con letras muy bonitas (…). Los que no estaban muy felices eran los vecinos que, aunque vivían lejos ya se habían impuesto de la existencia de Rodolfo y tenían cierto recelo por la mala fama de que gozan los zorros como cazadores de aves, decían que incluso nosotros sufriríamos las consecuencias (…)” (16).

Según la autora, consecuencias jamás hubo, y los desaciertos provocadores solo fueron proyecciones irreales que los vecinos imaginativamente conjuraron. Sin embargo, en la extensión del cuento, el vocabulario, la redacción, y sus particularidades anecdóticas -a nuestra modesta opinión- responde a nociones del realismo mágico. Esto se debe a que la narración de “Rodolfo” se refiere: i. a situaciones cotidianas de una familia que doméstica un animal silvestre; ii. el contexto enigmático y mágico de cómo se entrelazaba el zorro con los quirihuanos; iii.  la percepción de los habitantes de “tierra de los vientos” al observar la inteligencia casi humana de Rodolfo; iv. la protección y el acompañamiento de Rodolfo como “(…) fiel guardián, a los pies de la cama (de Manuel)” (17); v. lo simbólico al mostrar lo insólito y la rudeza de la vida del campo chileno en los primeros cincuenta años del siglo XX, en que el padre de Dulcelina tuvo que hacer con sus propias manos el ataúd de su hijo, “(…) ya que era el único que los confeccionaba cuando moría alguien del campo” (18); vi. y lo surrealista al explicitar que Rodolfo siguió el cortejo fúnebre para dar una despedida emotiva al que fue su amo (19), tal como lo efectuaban sus familiares.

Definitivamente, el cuento tiene un cierre de añoranza, luego de ser escrito sesenta años después de los acontecimientos ocurridos, manifestados en un racconto, legando una historia mágica, real o ficticia, según sea la comprensión, interpretación y evaluación del lector. Dulcelina, en cierta medida, logra cautivarnos y adentrarnos a un mundo extraordinario que simplemente a nuestro presente no existe; y si existiese, aún en los lugares más alejados –aquellos que no podemos percibir o experimentar- estos permanecen en silencio, con el objetivo de no desequilibrar la actual gnosis que nos reina.

Para concluir y reflexionar
“La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza” (20), y los escritos con autenticidad, reflexión y añoranza supeditan todo tiempo y espacio. Más la partida de quienes lo hicieron posible están en la eternidad, porque diseñaron una imagen real de lo prospectivamente pudiese existir. Esa duda, tan mera, tan simple y tan genuina hizo posible esta crítica literaria.

“Rodolfo”, un zorro silvestre que convivió con los seres humanos, en una calma y en un campo abierto para sus visitantes y trabajadores fue el hito de una de las expresiones más hermosas que las comunidades lograron conocer. Y lo hicieron de buena manera, como si la comunicación y la inteligencia de Rodolfo fuese humana, porque humanizamos lo “humanizable”. Quizás, esta es la perspectiva más certera y evidenciablemente posible, ya que la niñez habla y se manifiesta por sí sola cuando el recuerdo se vuelve esperanza, pero no en la definición de la vejez. Por el contrario, es volver a que la vejez se hace niñez.

Como no querer tener memoria eviterna de los momentos más sensibles que un ser humano pueda tener, sin perder esa sensatez valórica de examinar los aconteceres con la misma lucidez de la que nos fue dada, sin ser intervenida por los tiempos ya experimentados y vivenciados, porque no es cuestión de tomar una fotografía y re-revisarla mil veces y articular los hechos ocurridos mil veces más. No, no es eso a lo que nos referimos, es buscar y encontrar la esencia justa de habitar en ese punto, sin intervención del actual presente.

Por último, el cuento es holísticamente a un tiempo y a un espacio que comunica la conciencia de la autora, lo cual inferimos que: vemos el pasado desde el presente; y por ende, el presente ya es pasado. Sin lugar a dudas, nunca sabremos si realmente Rodolfo existió o no existió materialmente en el poblado de “tierra de los vientos”; pero si podemos ratificar que Rodolfo es en esencia un ser que ennobleció una idea a priori o posteriori de un ser humano.

 Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 30/03/2025

Bibliografía
Abuelita Lina, Monsalve, D.: “Rodolfo”. Cuento elaborado y transcrito durante la década del 90’ del siglo XX en la comuna de San Bernardo, Santiago de Chile.

Departamento de Gestión de Riesgos en Emergencias y Desastres. Ministerio de Salud, 24 de enero de 2024. DOI: https://degreyd.minsal.cl/

Entrevista a María Soledad Figueroa Monsalve (Marisol), el día 5 de enero de 2025 a las 16:53 horas en su domicilio, San Bernardo, Santiago de Chile.

Imagen
Portada del Cuento Rodolfo. Diseñada por María Soledad Figueroa Monsalve (Marisol).

 

Notas
(1) Actual ciudad y comuna perteneciente a la Región del Ñuble, Chile. En aquel periodo, solo correspondía a un pueblo rural de descanso, pero sería con el Terremoto de Chillán en 1939 (8,3°) en que Quirihue tomaría fama, puesto que sería el epicentro de una de las catástrofes más mortíferas del país. Véase en Departamento de Gestión de Riesgos en Emergencias y Desastres. Ministerio de Salud, 24 de enero de 2024. https://degreyd.minsal.cl/
(2) Los moralismos conservadores eran muy propios de la época, debido a que la alta influencia del catolicismo apostólico respondía a las necesidades de lo que el colectivo imaginario pensaba y creía; principalmente, en los roles familiares, los modales de comportamientos en las labores privadas como públicas, y la enseñanza generacional e institucional religiosa, entre otras.
(3) Entrevista a María Soledad Figueroa Monsalve (Marisol), el día 5 de enero de 2025 a las 16:53 horas en su domicilio, San Bernardo, Santiago de Chile.
(4) Ibídem.
(5) El texto puede ser descargado en la página web: https://www.academia.edu/ (previa inscripción).
(6) Cuento que relata la vida de un niño huérfano que había llegado a una familia.
(7) Se tiene conocimiento, que Dulcelina padecía neumonía desde la infancia. En Cf. Óp. Cit. Entrevista a María Soledad Figueroa Monsalve (Marisol), el día 5 de enero de 2025…
(8) Cf. Ibídem.
(9) Ibídem.
(10) Cf. Ibídem.
(11) Cf. Ibídem.
(12) Cf. Ibídem. No se tiene certeza absoluta del nombre de la Revista a la cual se postuló el cuento. Sin embargo, se alude a la Revista Paula, porque Dulcelina era gran lectora de aquella revista.
(13) Se puede interpretar que, de acuerdo a la fecha de nacimiento, la escritora tenía una edad aproximada de 12 o 13 años. Hacemos mención de este alcance ya que no dice explícitamente en el relato del cuento la edad específica.
(14) Abuelita Lina, Monsalve, D.: “Rodolfo”. Cuento elaborado y transcrito durante la década del 90’ del siglo XX en la comuna de San Bernardo, Santiago de Chile, p. 1.
(15) Entre los temas tratados es posible observar en el cuento: la familia, el campo, los frutos, el compartir, la enfermedad, la resiliencia, la pérdida, la enfermedad, la muerte, la añoranza, entre otras.
(16) Abuelita Lina, Monsalve, D.: “Rodolfo”, pp. 4-5.
(17) Ibídem, p. 14.
(18) Ibídem.
(19) Cf. Ibídem., p. 16.
(20) Proverbio hindú.

 

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2 comentarios

A la abuelita Lina (Dulcelina) autora de los libros «Rodolfo» y de «Mero Taro», la recuerdo con mucho cariño, asimismo, sus enseñanzas y entretenidas conversaciones, yo vivía muy cerca de su casa, pude gozar de ese privilegio.
Leí el libro «Rodolfo», y fui quien le propuso enviarlo a un concurso literario de la Revista Paula donde recibió una mención honrosa.
También leí el libro «Mero Taro», en fin, a mi abuelita la recuerdo leyendo hasta muy viejita.
Le gustaba leer el diario, siempre estaba al día con los acontecimientos, gran valor mi abuelita, la extraño hasta el día de hoy.

Por Erika Figueroa González el día 03/04/2025 a las 10:51. Responder #

Soy el nieto mayor de la abuelita Lina, de nombre Dulcelina, nombre que hace honor máximo a lo que ella fue mientras existió entre nosotros. Me he sentido muy alagado por este estupendo artículo y la forma en que fue escrito, doy fe de él libro y de todo lo dicho, podría escribir muchas cosas de la vida de mi abuelita dulce, abuelita de aquellas que no creo hoy existan en estos tiempos… gracias por el artículo

Por Claudio Gonzáles Figueroa el día 30/03/2025 a las 23:29. Responder #

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Requerido.

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