EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en Chile (01).

por Cristian Sepulveda-Irribarra
Artículo publicado el 13/10/2012

Resumen
El presente artículo da cuenta de la influencia que ejerció en Chile una de las personalidades culturales de mayor relevancia en la América decimonónica, Domingo Faustino Sarmiento, intelectual argentino.

Se pretende por medio del siguiente artículo, demostrar la incidencia de dicho personaje en diferentes áreas de la esfera cultural chilena del siglo XIX, principalmente en el ámbito educacional. Se analiza sus diversas ideas y cómo éstas, no solo influyeron, sino que determinaron y sentaron las bases del sistema educacional chileno post independentista basados principalmente en el desarrollo de la Instrucción Pública y Primaria y en su rol de Director de la Escuela Normal de Preceptores que marcará un cambio profundo en el ámbito educacional.

Abstract
This article reports on the influence exerted in Chile one of the most important cultural figures in nineteenth-century America, Domingo Faustino Sarmiento, Argentine intellectual.

It is intended by the following article, show the incidence of this character in different areas of the Chilean cultural sphere of the nineteenth century, mainly in the educational field. It analyzes their different ideas and how they not only influenced, but determined and laid the foundations of the Chilean education system based mainly on post-independence development of Public Instruction and Primary School and its role as Director of the Normal School for Teachers who mark a profound change in the educational field.

Para adentrarnos a analizar los variados aportes y legados culturales que Sarmiento dejó en su paso por Chile, nos es necesario y de suma importancia indagar en torno a la noción que nuestro personaje poseía de civilización y progreso, dado que ello nos otorgará nuevas luces a la hora de analizar sus aportes culturales en nuestra patria.

 

1. Sarmiento y sus Ideas
En la obra de Sarmiento, el debate sobre la cultura y civilización nos parece especialmente fructífero, dentro de esta lógica y del amplio contexto de sus obras nos preguntamos qué elementos atraen a Sarmiento y cuales busca desarrollar e implementar en nuestro país.

Es preciso señalar que el concepto de civilización no es propio de Sarmiento, sin embargo, éste le otorga una connotación propia, la adecua a la cultura europea, contraponiéndola con la barbarie, término con el que califica a las tribus aborígenes. Sarmiento en su celebrado libro Facundo considera bárbara a la España intolerante y reaccionaria cuya herencia, en este sentido, pesa todavía sobre los nuevos países que antes habían constituido sus colonias. En efecto, en su libro Viajes, describe una España atrasada declarando que si hubiera viajado a España en el siglo XVI mis ojos no habrían visto otra cosa que lo que ahora ven (Sarmiento, 1841).

Para Sarmiento, la vida en las ciudades y el conocimiento de las ciencias, es la civilización que llevará al progreso de la humanidad. Claro ejemplo serán los franceses, por quienes Sarmiento sentía un profundo respeto y admiración, quienes según su percepción representaban claramente la imagen de civilización en el mundo. La cultura como refinamiento de las costumbres en el plano más personal tiene para nuestro autor, por tanto, un paradigma europeo, concretamente el del pueblo galo:

«El francés de hoy es el guerrero más audaz, el poeta más ardiente, el sabio más profundo, el elegante más frívolo, el ciudadano más celoso, el joven más dado a los placeres, el artista más delicado, y el hombre blando en su trato con los otros. Sus ideas y sus modas, sus hombres y sus novelas, son el modelo y la pauta de todas las otras naciones; y empiezo a creer que esto que nos seduce por todas partes, esto que creemos imitación, no es sino aquella aspiración de la índole humana a acercarse a un tipo de perfección, que esta en ella misma y se desenvuelve más o menos según las circunstancias de cada pueblo. » (Sarmiento, 1841).

Las palabras son claras y evidencian una profunda admiración por la cultura gala, el modelo de civilización que maneja y pretende desarrollar nuestro autor está estrechamente ligado al desarrollo de las ideas. Junto con ello, el prototipo francés presenta niveles de progresos ejemplares para Sarmiento, de ahí que los presenta como ejemplos de civilización.

De acuerdo al filósofo argentino Héctor Félix Bravo, civilizar era para él proveer lo conducente a la prosperidad del país y al adelanto de todas las provincias, dictando las leyes y reglamentos necesarios para crear un Estado de derecho promoviendo la inmigración, pero también era atender al progreso de la cultura, organizando la educación nacional y asegurando el bienestar y la libertad de todos y cada uno de los habitantes (Bravo, 1993) (1). Para el sanjuanino el mundo liberal-capitalista representa, con su progreso técnico y material y con sus instituciones democráticas y parlamentarias, la civilización. La barbarie es la decadencia mientras la civilización representa el orden y el progreso, y sólo este último es capaz de garantizar a los individuos la libertad y el bienestar.

En palabras de Sarmiento: “La civilización de un pueblo sólo pueden caracterizarla la más extensa apropiación de todos los productos de la tierra, el uso de todos los poderes inteligentes y de todas las fuerzas materiales, a la comodidad, placer y elevación moral del mayor número de individuos” (Sarmiento, 1841).  y precisamente la elevación moral nos da a conocer que será manifestada en los pueblos a medida que adquieran mayores grados de instrucción educacional, es por ello que la educación primaria para Sarmiento sería el fundamento de la civilización popular.

El sanjuanino estaba convencido de que la educación nacional primaria era condición sine qua non para el logro del desarrollo industrial, pues permite generar nuevas actitudes, elevar el sentido moral y, en definitiva, lograr la prosperidad general. El progreso de un país y su grado de civilización, por consiguiente, se fundará en el desarrollo social, y por cierto en la educación. Esta debe ser un derecho del pueblo y un deber del Estado el cual debía asumir un fuerte compromiso con ella.

La idea basal de Sarmiento para el logro de la civilización y el progreso será potenciar, por tanto, la instrucción primaria por medio de su difusión en los sectores más bajos de la sociedad. Siguiendo a Bravo, Sarmiento concebía la escuela como un factor dinámico que opera sobre la sociedad, transformándola en todos sus aspectos. Junto con ello, de los estudios de las obras del sanjuanino se desprende que la educación era la piedra basal de la democracia, además de ser un derecho del pueblo. No en vano consigna en sus escritos, en reiteradas ocasiones, la idea de democratizar la educación. En su libro Viajes afirma dichas ideas, destacando que las “sociedades modernas tienden a la igualdad; no hay ya castas privilegiadas ni ociosas; la educación que completa al hombre, se da oficialmente a todos sin distinción” (Sarmiento, 1841). De lo anterior se desprende claramente el principio de democratización social, idea bastante progresista para la época, considerando el precario desarrollo de la democracia en el contexto sudamericano. Es importante hacer notar que para aquella época ya Sarmiento entendió la importancia de este principio considerando que el contexto hispanoamericano no era muy prometedor en este orden. Sin duda, su pensamiento es influenciado por los principios difundidos en Europa. En teorías de personajes tales como Condorcet sobre el deber del Estado de proveer a todos los individuos una instrucción para asegurar su pleno desarrollo espiritual, político, económico y social, mediante una efectiva igualdad de hecho y la institución del laicismo, calaron profundos en su persona. Así como las de Guizot, ( el cual según relata en su libro Viajes, lo conocía) que a través de sus ideas difundía la educación popular en Francia defendiendo el principio de libertad de la enseñanza. Recordemos que para aquella época, primero en Francia y luego en Europa, se promulgan las primeras leyes de Instrucción Primaria, laica, pública y obligatoria. Es la época en la cual se pretende expandir los niveles educacionales en toda la sociedad, luchando por dar acceso a ésta a los sectores más bajos. En efecto, aparecen los primeros ministerios ligados a la educación y junto con ello la inversión en este ámbito se incrementa significativamente.

2. Aportes en la Educación Chilena “Educación primaria e instrucción pública como fundamento.”
Por todos es conocido que en enero de 1842, la Escuela Normal de Preceptores de Chile fue creada por ley. Esta fue la primera de su clase creada en América Latina. Su misión fue preparar a docentes de enseñanza primaria durante tres años en diversas disciplinas.

Uno de los gestores y precursores de estas iniciativas vinculadas al desarrollo y a la mejora de nuestro sistema educacional fue precisamente Sarmiento que, como sabemos, fue el primer rector de la Escuela Normal y jugó un rol preponderante y muy activo en la configuración y desarrollo de la educación primaria del siglo XIX.

Cabe destacar que tempranamente el argentino se interesa por la situación y estado de la educación. Su cercanía a ella le hizo en su país de origen experimentar tempranamente, a los 15 años de edad, la labor docente y fundar su primera escuela, tanto así que algunos autores consideran este acto como el primero de su vocación (Ponce, 1890). Para él no había carrera más honrosa que la enseñanza y a ella consagró gran parte de su vida. Toda la experiencia anterior lo hizo llevar a cabo reflexiones muy profundas que quedaron plasmadas en sus libros cuyos resultados fueron muy gratificantes llegando a ser un aporte muy significativo para nuestra joven república.

Al momento de exiliarse en nuestro país, en 1831, uno de sus primeros trabajos fue desempeñarse como director de una escuela en la provincia de Los Andes, con el sueldo de trece pesos al mes. En la enseñanza adoptó, por falta de colaboradores, el sistema de Lancaster; pero no encontró elementos básicos necesarios para lograr un verdadero avance en la incipiente educación nacional. Pues la instrucción primaria adolecía de muchos aspectos y apoyo por parte del gobierno de la época.

En su primera visita a nuestro país se dio cuenta que habían muy pocas escuelas, y las que existían no tenían los suficientes métodos pedagógicos y recursos para llevar a cabo una tarea satisfactoria. Los programas de estudio de las escuelas solo contemplaban enseñar a leer, escribir y contar. Por otra parte, se dio cuenta que los preceptores no tenían mayor preparación. La educación era tan mal vista y los educadores tan mal considerados que cualquiera podía ejercer como educador (2). El estado de la instrucción primaria por aquellos tiempos era desolador. El número de escuelas era insuficiente para el país, y su asistencia de era casi nula. Los preceptores, por su parte, estaban desprovistos de herramientas pedagógicas que demandaba su cargo. Al respecto Barros Arana afirma que:

“al terminarse la administración del jeneral Prieto, no había en toda la República mas que cincuenta i seis modestísimas escuelas publicas sostenidas por el estado… Las pocas escuelas publicas que había en Chile eran dirijidas por hombres cuya preparación intelectual rara vez pasaba de saber leer i escribir. Algunos de ellos eran soldados realistas, prisioneros en la guerra de la independencia, mientras otros provenían de filas menos estimables. Se recuerda el proceder de una corte de justicia que juzgando a un individuo por el delito de robo en una iglesia, lo condenaba a ser maestro de escuela” (Barros Arana, 1905)

Sin duda el problema más importante de lo anteriormente señalado por Barros Arana, era la idoneidad de las personas que enseñaban, pues en muchas ocasiones apenas sabían un tanto mas que los niños a los que enseñaban. La tarea se presentaba dura y compleja, se debía mejorar urgentemente la calidad de la educación, por tanto era imperativo generar planes de mejora al respecto.

Sarmiento, por su parte, al ser testigo de esta situación prefiere alejarse de ella, por lo menos en una primera instancia, ocupándose en otros oficios que puedan sustentar económicamente su pasar en Chile. Tiempo después, decide volver a su patria natal y en San Juan funda una escuela femenina (Colegio de pensionistas de Santa Rosa) (3) que contó con una gran variedad de disciplinas particularmente provechosas para las mujeres de la época. Sin embargo, ante el panorama político hostil argentino contrario a sus ideales, decide abandonar nuevamente su país.

Impulsado a buscar nuevos horizontes se radica en Santiago en 1840, para este año se advierte un escenario educacional más prometedor, pues se realizan esfuerzos por parte de las autoridades de la época destinadas a mejorar la educación. En este nuevo escenario, las ideas de Sarmiento caen en tierra fértil y de esta manera se prepara el camino en la contribución que realizará a nuestro ordenamiento cultural.

Esta vez el sanjuanino venía resuelto a luchar por ganarse un espacio, de esta manera hace sus primeras incursiones en la prensa enviando cartas al Mercurio con el objeto de hacerse notar. Una de las primeras que tenemos registro es la del 18 de enero de 1841, día que decide opinar en torno a un concierto llevado a cabo en Santiago. Propio de su estilo, critica y analiza un comentario elaborado por el diario El Araucano, reparando algunos errores cometidos por el autor, y junto con ello polemiza en torno al análisis publicado, encontrando serias falencias conceptuales en el.

Más adelante tiene la suerte de hacerse notar ante el intelectual chileno, José Victorino Lastarria, el que leyó uno de sus artículos y lo consideró digno de ser publicado, de esta manera, lo recomienda a Manuel Rivadeneira, editor del Mercurio, quién le acogió en su diario publicando su artículo el 11 de febrero de 1841, el artículo termina llamando la atención de los más notables intelectuales de la época. El mismo Sarmiento hace alusión de esta situación en su obra Recuerdos de Provincia señalando que:

“Los que han recibido una educacion ordenada, asistido a las aulas, rendido exámenes, sentídose fuertes por la adquisicion de diplomas de capacidad, no pueden juzgar de las emociones de novedad, de pavor, de esperanza i de miedo que me ajitaban al lanzar mi primer escrito en la prensa de Chile. Si me hubiese preguntado a mí mismo entonces, si sabia algo de política, de literatura, de economía i de crítica, habríame respondido francamente que nó, i como el caminante solitario que se acerca a una grande ciudad vé solo de léjos las cúpulas, pináculos i torres de los edificios excelsos, yo no veia público ante mí, sino nombres como el de Bello, Oro, Olañeta, colejios, cámaras, foro, como otros tantos centros de saber i de criterio… Bajo el aguijón de la duda, como el dramatista novel, aguardé la llegada del Mercurio del 11 de Febrero de 1841. Un solo amigo estaba en el secreto; yo permanecia en casa escondido de miedo. A las once trájome buenas noticias; mi artículo habia sido aplaudido por los arjentinos; esto era ya algo. A la tarde se hablaba de él en los corrillos, a la noche en el teatro; al siguiente dia supe que Don Andres Bello i Egaña lo habian leído juntos, i halládolo bueno. Dios sea loado! me decia a mí mismo, estoi ya a salvo… Yo era escritor, por aclamacion de Bello, Egaña, Olañeta, Orjera, Minvielle, jueces considerados competentes. Cuántas vocaciones erradas habia ensayado antes de encontrar aquella que tenia afinidad química, diré así, con mi esencia” (Sarmiento, 1850)

Ciertamente sus artículos publicados en El Mercurio de Valparaíso le valieron el reconocimiento en los círculos intelectuales, especialmente en asuntos pedagógicos y culturales. En sus palabras se advierte un gran nerviosismo y destaca su gran ansiedad por ver los resultados de su artículo publicado. Las horas de espera se hacían eternas, por lo menos las primeras noticias eran alentadoras, sus compatriotas habían aprobado su artículo calificándolo de interesante, pero aun faltaba lo más difícil: la aprobación de la elite intelectual chilena. Los resultados fueron gratificantes, ni aun Sarmiento se imaginaba que su artículo iba a ser leído por éstos, por tanto, este hecho constituye el inicio de una de sus verdaderas vocaciones, y según se desprende de sus últimas palabras, se aclara el camino que debía tomar, desarrollar y perfeccionar en Chile.

Dentro de dichos caminos lo encontramos preocupado especialmente por la Educación. En abril de 1841 Sarmiento, hace público su interés por el futuro de la educación chilena, publicando en El Mercurio un comentario en torno a una problemática suscitada en el Instituto Nacional (4) relacionada con una protesta por parte de los alumnos exigiendo mayores libertades en la enseñanza. En dicho artículo Sarmiento destaca la expresión de los jóvenes reiterando incluso su interés por llegar a ser Director de dicho Instituto: “No queremos con esto, continuan los chiquillos, autorizar una licencia desenfrenada, queremos sí que no se nos restrinja la libertad de los estudios. ¡ Libertad y mas libertad ! Me parece, sin embargo mui útil la apuntacion, y si yo logro ser director de instituto, que solicito hace dos años, presentaré a mis jóvenes por la mañana, la lista de los estudios; entónces alguno pedira un poco de gramática a la parrilla, cual un trozo de derecho romano, con una terrible tostada  del profesor, y cual un vaso de romanticismo volando los corchos como la chicha baya; en fin, un postre jeneral de novelas, romances de Bukarelli, segun el gusto y constitución de cada cual.” (El Mercurio, 3 de abril de 1841) Más allá de mostrar el interés de Sarmiento por el Instituto Nacional, este pasaje denota el despertar paulatino de los alumnos por el saber y la libertad del conocimiento lo cual constituirá un cambio tremendamente significativo en la futura elite intelectual chilena. Sarmiento denota en estas palabras el alto interés por lograr culturizar a la juventud intelectual chilena por medio de una gran variedad de disciplinas, y de esta forma, lograr en ellos una verdadera integración de conocimientos que los llevaran a una mayor madurez intelectual que contribuirá al desarrollo cultural nacional. Sarmiento está conciente de la contribución que puede aportar al país en materia educacional, por tanto este texto nos deja en evidencia también, que sus ambiciones estaban dirigidas a adquirir un puesto de mayor relevancia que le permitiese influenciar de mejor forma el sistema educacional chileno.

Ver continuación.

Notas
2 Al respecto Barros Arana consigna que en cierta ocasión el propio año de la llegada de Sarmiento a Chile, los tribunales condenaban a un ladrón a servir de maestro de escuela. Al respecto, describe de forma sucinta la Educación del periodo afirmando que “habían pocas escuelas, estaban éstas miserablemente instaladas i tenían por preceptores a hombres generalmente de la mas escasa instrucción” (Barros Arana Diego, Un decenio en la Historia de Chile (1841 – 1851) Tomo II, ed. Imprenta Universitaria, Santiago Chile, p. 377)
3 Sarmiento en su libro “Recuerdos de Provincia” consigna: “Algunos años después, yo emprendí con Doña Tránsito de Oro, hermana del Obispo, i digno vástago de aquella familia tan altamente dotada de capacidad creadora, la realizacion de una parte del vasto plan de Fr. Justo, aprovechando los claustros concluidos, para fundar el Colejio de Pensionistas de Santa Rosa, advocacion patriótica dada por él al monasterio i que cuidamos de perpetuar nosotros. Hija única de doña Tránsito i de uno de mis maestros era una niña que desde su mas tierna infancia revelaba altas dotes intelectuales. Fr. Justo, habiéndome conocido en Chile en 1827, i gustado mucho de hallarme mui instruido en jeografía i otras materias de enseñanza, escribió más tarde a su hermana que me confiase la educacion de su hija; i de mi aceptacion i de los resultados obtenidos, salió entero el programa de educacion, i el intento del colejio de Pensionistas de Santa Rosa, que abrimos el 9 de julio de 1839, para conmemorar la Declaracion de la Independencia, en que Fr. Justo habia tenido parte, i hacer de los exámenes públicos del Colejio, una fiesta cívica provincial, puesto que Láprida el Presidente del Congreso de Tucuman, era nuestro compatrióta i aun deudo mio”( Sarmiento Domingo F. Recuerdos de Provincia, Imprenta Julio Belin y Compañía, Santiago 1850, p. 38)
4 Respecto al conflicto que sufría el Instituto nacional Siguiendo a Ruth Aedo-Richmond la educación entregada por el Instituto Nacional era muy similar al periodo colonial, especialmente en lo que se refiere a las metodologías, calidad de profesores y cursos que se enseñaban, lo cual podría haber sido una causal del malestar de los alumnos.
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2 comentarios

Estimada.
Por lo menos en mi investigación sobre los inmigrantes argentinos en Chile no me encontré con ese nombre.
Saludos cordiales

Por Cristián el día 18/10/2012 a las 15:18. Responder #

Estimados.
Estoy investigando mis antepasados y tengo algunas lagunas de información, a lo mejor ustedes podrían ayudarme. Se que mi bisabuelo Luis Estanislao Tello era argentino y fue desterrado por el Tirano Rosas, al igual que Sarmiento y un grupo de intelectuales que aportaron mucho a nuestro país. Estaría dentro de ellos mi bisabuelo Tello?
Muchas gracias,
Paula Iturriaga Tello

Por Paula Iturriaga Tello el día 17/10/2012 a las 21:58. Responder #

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Requerido.

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