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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en Chile (03).

por Cristian Sepulveda-Irribarra
Artículo publicado el 27/08/2012

4. El pensamiento educativo de Sarmiento y su contribución al Sistema Educacional Chileno
Sin duda que el aporte educativo de Sarmiento a nuestro país lo vemos reflejado a través de su pensamiento el cual presenta variadas aristas que pasaremos a analizar a continuación.
El primero de ellos lo inferimos de su especial interés por la Instrucción primaria, él mismo lo afirma cuando consigna que:

“Mientras todos se afanan por extender y perfeccionar la instrucción superior, yace en el mas completo abandono la que sirve de introducción á aquella, y que es común á todas las clases de la sociedad y por este respecto la única que es verdaderamente nacional, pues que tanto interesa al rico como al pobre, al habitante de las ciudades como al triste labrador de nuestros campos.” (Sarmiento 1899)
Por ello que el sanjuanino evocará en una primera instancia toda su mirada y esfuerzos en el desarrollo de la Educación primaria. Nuestro autor consideraba que en ella se establecían las bases del conocimiento posterior:
“La hora de la instrucción primaria ha sonado ya para Chile, si Dios en su alta sabiduría no ha puesto una espesa venda en los ojos de los pueblos que necesita suprimir, y tiene destinados los nuestros a desaparecer del haz de la tierra. Tal es la convicción profunda que campea en las páginas que preceden, en que hemos querido mostrar a la vez cómo la instrucción primaria es la base de la religión, de la libertad y de la prosperidad nacional, y cómo de su difusión depende la suerte próxima de este país” (Sarmiento 1856) y añade que “la instrucción primaria es la base en que deben cimentarse la mejora de las costumbres i todo progreso intelectual, sólido i verdadero; que aquella instrucción no puede llenar tan importante objeto sin que sea comunicada por maestros idóneos i de conocida moralidad, i mediante métodos fáciles, claros i uniformes, que ahorrando tiempo i dificultades, la hagan ostensiva a todas las clases de la sociedad; [que]… sin un establecimiento central en que se formen los preceptores, se estudien i aprendan los métodos i se preparen i practiquen las reformas necesarias para la mejora de la enseñanza, no es posible por ahora llegar a aquel término… Se establecerá en Santiago una Escuela Normal de enseñanza e instrucción de las personas que han de dirigir las escuelas primarias en toda la estensión de la República” (El Monitor de las Escuelas Primarias 1856)
La Escuela Normal por tanto, tenía una razón de ser, dado que estaba específicamente destinada a formar preceptores para las escuelas primarias del país. Es interesante hacer notar que este pensamiento trascendió a tal magnitud que incluso lo vemos reflejado tiempo después en un decreto del mismo presidente Montt el 12 de julio de 1853 llamando a concurso público. En el se ve reflejado claramente el pensamiento Sarmentino en lo que se refiere a las preocupaciones del gobierno en torno a la educación (5).  Este hecho valoriza aun más los aportes del sanjuanino, puesto que no solo fueron valorados en el momento de su aplicación sino también trascendieron en los años asentando las bases de nuestra educación actual.
No podemos dejar de señalar que el pensamiento de Sarmiento fue extremadamente enriquecido cuando tuvo la posibilidad de viajar a Europa. En esta ocasión, el Gobierno chileno pretendía conocer los sistemas educativos de los países más avanzados de manera de establecer fundamentos para la importante reforma que estaba impulsando en el ámbito de la educación primaria. En este marco, financió una iniciativa que dará forma a la inicial educación chilena; de esta manera encarga a Sarmiento, que investigue en torno a las características y metodologías asociadas a la educación primaria en los países más avanzados. Por ello recorrió; Francia, España, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra y los Estados Unidos. Cómo resultado de toda esta experiencia que adquiere en el extranjero, Sarmiento estructura sus ideas pedagógicas y establece los fundamentos de la educación primaria por medio de la publicación de un libro en 1849 llamado «De la Educación Popular» que servirá como base a Montt para el proyecto de Instrucción Primaria presentada tiempo después.
Como ya se ha apuntado, existen dos grandes aspectos que Sarmiento debió considerar para promover la anhelada Civilización, y lo deja muy claro en su obra: La Instrucción pública, y ligada a esta, la Educación popular o común. Según las palabras del sanjuanino, la primera de éstas, la instrucción pública, tiene por objeto preparar las nuevas generaciones en masa para el uso de la inteligencia individual, por el conocimiento aunque rudimental de las ciencias y hechos necesarios para formar la razón, es una institución puramente moderna, nacida de las disensiones del cristianismo y convertida en derecho por el espíritu democrático de la asociación actual. (Sarmiento, 1849) Para ello, la participación del Estado y el rol de éste en la educación debe ser protagónico. Sin duda que la democratización de la educación será clave en el proceso de difusión de la Educación Común y constituye un gran foco de atención de nuestro autor. La intención de Sarmiento era cambiar una serie de estructuras arraigadas desde la época colonial, etapa en que solo las clases mas elevadas tenían acceso a la educación, como el mismo lo consigna, era necesario que la cultura y educación se dilate desde las clases gobernantes, la aristocracia y el sacerdocio y llegue a perfumar a las clases inferiores.
Para Sarmiento la base del poder, la riqueza y fuerza de una nación tanto moral como intelectual, dependía de la educación pública, dado que ésta debe tener por objeto potenciar dichas fuerzas aumentando cada vez más el número de individuos que la poseía. En virtud de lo anterior es necesario, por tanto desarrollar la inteligencia predisponiéndola a la acción ordenada y legítima de todas las facultades del hombre.
La educación pública en Sarmiento era sinónimo de democratización y Estado Docente, esto constituiría la gratuidad de la enseñanza primaria factor crucial para lograr su difusión. Constitucionalmente Sarmiento poseía un gran respaldo pues la constitución de 1833 establecía en varios de sus pasajes, el rol que debían cumplir las autoridades en la promoción de la educación(6).  Sarmiento estaba conciente de esta situación y respaldo constitucional a sus ideas y proyecto, por ello se ve alentado a escribir en el Progreso un artículo titulado “ Instrucción Pública” en el que da cuenta de dicha situación en este tenor:
“Me he prestado con tanto mas gusto a la invitación que los nuevos Editores del progreso se han servido hacerme,, para llenar la sección de diario que llevará el epígrafe de Instrucción publica, cuanto que el interés que por este ramo se despierta en el público, se hace mas vivo a medida que todos se persuaden de que el porvenir del país, y las garantías y derechos acordados o reconocidos por la constitución, no pueden hacerse del todo efectivos mientras la gran mayoría de ciudadanos no haya recibido por el medio de la educación las luces generales, que llegarán a ponerlos en estado de vigilar por el mantenimiento de las instituciones que aseguran el goce de la libertad (7).” (El Progreso, 29 de marzo 1844)
Había llegado el momento de hacer valer la teoría y poner manos a la obra. El primer paso debía ser la publicación de un informe que diera cuenta de las impresiones de la educación en los países que visitó, patrocinado por el gobierno chileno, en que se destaquen las experiencias que podrían servir a Chile en el mejoramiento educacional.
Teniendo presente el precepto constitucional que establece el Estado Docente, Sarmiento es categórico en señalar que:
“De este principio imprescriptible hoy nace la obligación de todo gobierno a proveer de educación a las generaciones venideras, ya que no puede compeler a todos los individuos de la presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de los derechos que le están atribuidos”. (Sarmiento, 1849)
En su opinión era imperativa la difusión de la educación en los estratos bajos de la sociedad, pues lo consideraba el medio más eficaz para moralizar a las masas. También, atribuye a la educación un gran valor en el desarrollo industrial al permitir la adquisición de destrezas y habilidades tan necesarias a los trabajadores ya que les permite valorizar el respeto a las relaciones sociales y civiles de la vida.
De los aspectos que Sarmiento destaca, es la necesidad de que la enseñanza tenga carácter obligatoria, idea que recoge en su viaje a Prusia, al respecto indica:
“La Prusia es el primero de los Estados europeos en antigüedad, y perfección del sistema de educación pública, y que ha prestado útiles lecciones prácticas y resultados adquiridos a las otras naciones de Europa. La ley en Prusia obliga a todo padre de familia, rico o pobre, a mandar sus hijos a la escuela, a no ser que haga constar que les da educación competente en su propia casa” (Sarmiento, 1849)
Esta idea fue objeto de un largo debate en el país que se manifestara, en parte, en 1860 con la Ley de Instrucción Primaria que se concreta recién en 1920 con la ley de Instrucción Primaria Obligatoria.
Por otra parte, Sarmiento destaca el rol de las municipalidades como sustentadoras educacionales, los consejos municipales según sus observaciones, deliberarán cada año en su sesión del mes de mayo, sobre la creación o sostén de las escuelas primarias, municipales, elementales o superiores, sobre el monto de la retribución mensual y del salario fijo que debe acordarse a cada institutor. También a través de su libro hace notar la necesidad de poseer agentes inspectores cuyo rol sería velar por el buen cumplimiento educativo.
Otro tópico importante que encontramos en la obra de Sarmiento es el que gira en torno a la mujer y a la educación que esta debía recibir, lo cual creemos que es un gran aporte, no solo a nuestra educación, sino también a nuestra cultura y pensamiento. Refiriéndose al tema, expresaba:
“¿Por qué perpetuar deliberadamente en el uno la barbarie que quiere destruirse en el otro? ¿Por qué hacer lo contrario de lo que aconsejaría la naturaleza, que es instruir a la que ha de ser maestro de niños, puesto que está destinada a ser madre y llevar con ella los gérmenes de la civilización al hogar doméstico, puesto que ella ha de ser el plantel de una nueva familia por la unión conyugal.” (Sarmiento, 1849)
La lectura de estas palabras resulta atractiva, dado el contexto, pues las herencias coloniales persistían con fuerza en esta época y el tema de la educación para la mujer siempre fue mirado con desconfianza. De hecho, el mismo Sarmiento hace una observación al respecto señalando que muchas personas inteligentes de aquel entonces ponían en duda la capacidad de aprendizaje de la mujer. Para Sarmiento esto posibilitaría a la mujer ganarse la vida de forma honrosa; por ello, fue defensor de la educación para ellas. Agregaba , además, que abrir la mente en torno al tema de la mujer también era sinónimo de civilización, pues en sus observaciones de sus Viajes también destaca el rol de la mujer en Europa:
“De aquí nace a mi juicio la cultura de las mujeres en Francia, la gracia infinita de la parisiense, i el vestir igual, en su, caprichosa variedad, de todas las clases de la sociedad. De aquí viene también aquella injerencia de la mujer en todos los grandes acontecimientos de la historia de esta nación” (Sarmiento, 1849) .
Con estas declaraciones buscaba asignar un rol preponderante a la mujer, ya que si en Europa existía este pensamiento, constituía un ejemplo a seguir, pues sería sinónimo de civilización.
Sarmiento era un convencido de la igualdad entre hombre y mujer. El sabía que ambos tenían y gozaban de las mismas competencias y habilidades, dado que “Su capacidad de enseñar está comprobada hasta la evidencia y la educación dada indistintamente a ambos sexos en todos los países cristianos, si se exceptúan los pueblos españoles, las prepara suficientemente para abrazar aun aquellos ramos, que se consideran de la exclusiva competencia de los hombres” (Sarmiento, 1849). De hecho, Sarmiento le asigna variadas páginas al tema de la mujer, destacando su inteligencia y capacidades en diversas disciplinas. Podemos concluir en este punto que nuestro autor poseía una visión bastante progresista para la época llegando a afirmar que “Puede juzgarse del grado de civilización de un pueblo por la posición social de las mujeres”. (Sarmiento, 1849)
Al respecto, el estudio realizado por Karina A. Fieletti, nos otorga interesantes pasajes y citas de Sarmiento refiriéndose a la visión que poseía de la mujer republicana. Fielitti subraya que durante el siglo XIX la madre republicana es el modelo femenino que va imponiéndose, aquella mujer capaz de educar a los futuros ciudadanos de las naciones en formación. Sarmiento cree en esto y reacciona con vehemencia contra quienes sostienen que ya se ha hablado demasiado sobre la condición de la mujer. Si ella es quien «prepara los rudimentos de la sociedad en la familia» es imprescindible que se la eduque para semejante tarea. De este modo, el acceso a la educación se justifica en el deber maternal»(http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl)
Otra de las grandes contribuciones de Sarmiento se presenta en torno a la Ortografía. Tema que no estuvo exento de polémica, de hecho la elaboración de esta propuesta trajo consigo una serie de criticas por parte de algunos contrarios; entre los mas fuertes encontramos a Bello y Minvielle.
La propuesta de Sarmiento se origina en base a una memoria presentada a la Universidad de Chile que llamó “Memoria sobre Ortografía Americana” en 1853. A grandes rasgos, Sarmiento proponía por una parte, elementos de pronunciación, lo que consistía principalmente en la sustitución de z por s de v por b de g por j en los casos en que suenan de la misma manera,» de la y vocálica por i, de la x por s o es contrariamente a la que por c y finalmente el reemplazo de la r por rr. Para Ivan Jaksic, ésta era una polémica acerca del lenguaje, puesto que el punto principal era la profundidad y alcance de las reformas lingüísticas que se consideraban necesarias en un contexto post independentista (Jaksic Ivan, 2007).
Para Sarmiento era necesaria una reforma a nuestra ortografía, quizás movido por la búsqueda de nuestra propia identidad latinoamericana, para diferenciarnos, según él, de la España retrógrada y acercarnos a la creación de nuestra propia cultura e identidad. Al polemizar con este y otros temas, la intención de Sarmiento era ampliar los horizontes de la intelectualidad chilena generando mayor audacia y vigor en el pensamiento, principalmente de los jóvenes intelectuales de la época; y de ese modo alejarlas de la vieja literatura española.
La década de los 40 fue especialmente fructífera para la intelectualidad chilena, pues se abrieron vertiginosamente los canales de participación y discusión por medio de diferentes medios públicos. Las polémicas que se gestaron a través de la prensa fueron canales por los cuales se manifestaban las más altas autoridades intelectuales. Una de ellas, y que tuvo importantes repercusiones se genero durante los primeros meses de 1842. Desde «El Mercurio», Andrés Bello y Sarmiento, entrecruzan sus ideas en la llamada polémica lingüística más clamorosa de la época. Mientras Bello y sus discípulos representaban la facción más clásica de la discusión, abogando por una concepción purista y básicamente estática e inmovilista del idioma, Sarmiento postula aplicar una norma lingüística hispanoamericana abierta, vinculada a las culturas europeas. A diferencia de Sarmiento, Bello veía en el castellano una herencia cultural fundamental que España había legado a América, por tanto su postura era bastante conservadora. Bello deja en evidencia su actitud conservadora al respecto, en su obra llamada Gramática de la Lengua Americana, aquí se refiere en los siguientes términos:
“Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación, y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes” (Bello Andrés 1847) De lo anterior se desprende un gran conservadurismo en cuanto a la mantención de características españolas, Bello, sin embrago, no se oponía a cambios paulatinos señalando: “Pero no es un purismo supersticioso lo que me atrevo a recomendarles. El adelantamiento prodigioso de todas las artes, el progreso de la cultura intelectual y las revoluciones políticas, piden cada dia nuevos signos para expresar ideas nuevas; y la introducción de vocablos flamantes, tomados de las lenguas antiguas y extranjeras, ha dejado ya de ofendernos” (Bello Andrés 1847) Vemos, por tanto, que su modelo poseía un cierto grado de flexibilidad, y que dejaba espacios abiertos a eventuales cambios en el lenguaje.
Por su parte Sarmiento, a pesar de la amistad con Bello, no podía dejar de lado sus principios. Sin duda las posiciones eran contrarias: Mientras la de Bello era “aristocratizante”, la de Sarmiento fue democratizante, ya que, según él, un pueblo educado sería quien regiría las normas, de hecho no estaba de acuerdo a que grupos selectos decidieran en torno a este tema. Nuestro autor afirmaba:
”La soberanía del pueblo tiene todo su valor y su predominio en el idioma; los gramáticos son como el senado conservador, creado para resistir los embates populares, para conservar las tradiciones. Son el partido retrógrado, estacionario, de la sociedad habladora; pero, como los de su clase en política, su derecho está reducido a gritar y desternillarse contra los abusos, contra las innovaciones. El torrente los empuja y hoy admiten una palabra nueva, mañana un extranjerismo vivito, al otro día una vulgaridad chocante; pero ¿qué se ha de hacer? todos han dado en usarla, todos la escriben y la hablan, fuerza es agregarla al diccionario, y quieran que no, enojados y mohínos, la agregan, y que no hay remedio, y el pueblo triunfa y lo corrompe y lo adultera todo” (Jaksic Ivan, 2007).
Esta actitud democratizante de Sarmiento no es nueva, pues aquí deja ver con toda vehemencia su liberalismo. Para él, parte integral de una nación civilizada era la participación del pueblo, eso si, de un pueblo educado y culturizado, por tanto, dicho pueblo tendría la facultad de incidir en los diferentes componentes de la nación. Para Jackic, la cita anterior estaban diseñadas para provocar a Bello, de hecho, al respecto Bello no guardo silencio y contesta públicamente el 12 de mayo de 1842 en este tenor:
“¿ Cómo podría permitirse al pueblo la formación a su antojo del lenguaje, resultando que cada cual vendría a tener el suyo, y concluiríamos por otra Babel? En las lenguas como en la política, es indispensable que haya un cuerpo de sabios, que así dicte las leyes convenientes a sus necesidades, como las del habla en que ha de expresarlas; y no sería menos ridículo confiar al pueblo la decisión de sus leyes, que autorizarle en la formación del idioma. En vano claman por esa libertad romántico-licenciosa del lenguaje, los que por prurito de novedad, o por eximirse del trabajo de estudiar su lengua, quisieran hablar y escribir a su discreción” (Jaksic Ivan, 2007).
Estas palabras son parte de los vaivenes de ambos escritores en lo que se refiere a la polémica, que en definitiva terminaran enriqueciendo el debate en torno a estos temas.
Sarmiento, a diferencia de Bello, rechaza la tutoría de la Academia de la Lengua en el uso del lenguaje en América señalando que se proponía “mostrar que ni ahora ni en lo sucesivo tendremos en materia de letras nada que ver ni con la Academia de la lengua, ni con la nación española” (Sarmiento, 1843) Para Bello en cambio, la Academia de la Lengua Española era un referente importante considerándola guardadora de la norma literaria. De hecho Bello en su obra relativa a la ortografía cita a la Academia mas de una vez como un referente importante en el desarrollo del lenguaje hispanoamericano. En el tomo 1 de sus Obras completas señala: “Nadie con mejor suceso que la Real Academia Española pudiera dirigir ó corregir el uso, reducido en las palabras de que hablamos á una esfera limitada de personas, puesto que rara vez se oyen en el habla común. Así lo ha hecho algunas veces este sabio Cuerpo, aunque tan circunspecto en sus decisiones. Paralelógramo, esdrújulo en la sexta edición de su Diccionario” ( Bello Andres, 1890). Esto da cuenta del conservadurismo de Bello expresado en su cercanía a la cultura española, que lo hacía contrario a los neologismos que proponía Sarmiento como legítimos en nuestro lenguaje, y en sus palabras, de hecho consigna que aunque no se quiera, tarde o temprano terminarán aceptándolo.
Es interesante hacer notar la valentía de Sarmiento al presentar la Memoria sobre Ortografía en la misma casa de estudio en la cual Andrés Bello era rector. No le importaba que a través de sus opiniones ganara nuevos enemigos o detractores, aun sabiendo que trataba y polemizaba con las más altas autoridades intelectuales del periodo. Sarmiento en este sentido fue consecuente con sus ideas, las defendió hasta el final, aunque a veces su ímpetu lo traicionaba y no medía sus palabras, llegando incluso a pedir para Bello el ostracismo (Jaksic Ivan, 2007).
Otro personaje que no estuvo ajeno a las polémicas y discusiones de la época fue Rafael Minvielle, dramaturgo de origen español, en que en mas de alguna ocasión entro en acida polémica con el sanjuanino. En esta carta publicada en el Mercurio el domingo 22 de octubre de 1843 y más tarde en el Progreso en Noviembre del mismo año, critica a la persona de Sarmiento. Comienza cuestionándolo moralmente debido al mal trato que en su obra entrega a Andrés Bello. Minvielle se refiere con estas palabras:
“¿Por qué no empieza V. por llamarse sarmienter, nombre que en sí solo podria representar la literatura europea, echando en hora mala el apellido Sarmiento oriundo del pueblo español por el que muestra V. tan despiadada saña? (El Mercurio, 3 de abril de 1841)
A pesar de las criticas Minivielle, reconoce compartir muchas de las ideas de Sarmiento, sin embargo los núcleos de su críticas estaban dirigidas al trato que Sarmiento le ofrece en su memoria a la cultura española. Finaliza su carta, haciendo sentir a Sarmiento que él era el único culpable de los constantes ataques que recibía en el país, comentario que no esta alejado de la realidad, ya que como lo dijimos anteriormente, el sanjuanino en muchas ocasiones se dejo llevar por su entusiasmo y no medía las consecuencias que eventualmente podría conllevar algunas de sus declaraciones.
Otra de las contribuciones de Sarmiento a nuestra cultura es la relativa a la lectura y escritura, pues será un efectivo método, que será adoptado por las escuelas de la época y que tuvo alentadores resultados. Su propuesta lleva por nombre Método de lectura gradual o Método gradual de enseñar a leer el Castellano, que según algunos autores, es una de las obras de mayor trascendencia dada su importancia para la enseñanza y su permanencia en el tiempo. En enero de 1845 la presentó a la Facultad de Filosofía y Humanidades para su examinación, luego de haber estudiado diversos tratados referidos a la enseñanza de la lectura que eran empleados en Francia, Inglaterra y España. En este texto el autor propuso un nuevo sistema, analítico y sintético, para enseñar a leer el castellano, teniendo como base el análisis de las dificultades que se le presentaban al niño en este proceso de aprendizaje.
El Semanario de Santiago da cuenta de la publicación de la obra de Sarmiento de esta manera:
“Con este título se ha publicado recientemente un informe pedido por el Gobierno al director de la escuela Normal don Domingo Sarmiento, sobre las cartillas, silabarios y otros métodos de lectura mas conocidos y practicados en Chile. El Gobierno, tan vivamente interesado en la difusion de enseñanza primaria como intimamente persuadido de los vicios que se notan en los métodos actualmente ……, ha creido con razon que “cualquier paso que se intente dar en la formación de métodos, debe partir del conocimiento de los que ya se ha establecido ántes , como hechos y como principios” El objeto, pues, del informe encomendado al señor Sarmiento era obtener una exposición del estado actual del arte de enseñar a leer entre nosotros, mediante el análisis de los libros que se emplean para ello y su comparación con los que están adoptados en otras partes”( El Semanario de Santiago el 1 de diciembre de 1842).
El informe debía salir del fructífero viaje que Sarmiento había hecho a Europa un tiempo antes, cuyo objetivo principal era, más que copiar un modelo europeo al respecto, elaborar uno propio en base a las observaciones hechas y experiencias vividas.
El propósito de redactar este texto es el mismo que lo había estado guiando permanentemente: facilitar el aprendizaje de la lectura, para que por esta vía el niño adquiriera los conocimientos que necesitaba para el desarrollo de su inteligencia. Sin duda, una obra de gran importancia, que podemos considerar como el primer guión didáctico de nuestra educación, pues la estructura de la misma obedece a orientaciones específicas a los maestros, e incluso ésta se encontraba divida por clases, una especie de planificación pedagógica por niveles de logros de aprendizajes desde lo más simple a lo más complejo, terminando cada clase con la ejercitación correspondiente.

Ver continuación.

Notas
5) “Con fecha 12 de julio de 1853 S. E. el presidente de la república espidió el siguiente decreto:
Considerando:
1.° Que la jeneralizacion de la instrucción primaria en todas las clases de la sociedad es una de las necesidades mas urjentes de la república.
2.° “Que conviene llamar al examen de los medios prácticos de conseguir este fin a todas las personas que por sus luces puedan ilustrar la materia . He venido en acordar i decreto:
I. El consejo de la universidad ofrecerá un premio de mil pesos al autor, sea nacional o estranjero, del mejor libro en que se desenvuelvan los puntos siguientes:
1. Influencia de la instrucción primaría en las costumbres, en la moral pública, en la industria i en el desarrollo jeneral de la prosperidad nacional.
2.° Organización que conviene darle, atendidas las circunstancias del país.
3.° Sistema que convenga adoptar para procurarle rentas con que costearla.
II. El consejo de la universidad acordará la forma en que debe adjudicarse el premio. El concurso quedará cerrado en el mes de abril del año entrante.
Comuniqúese i publíquese.
MONTT.” ( Miguel Luis y Gregorio Victor Amunategui, De la Instrucción Primaria en Chile, lo que es , lo que debería ser, Imprenta El Ferrocarril, Santiago 1856. P. II
6) La Constitución señalaba en el Art. 8. Corresponde a las Municipalidades en su territorio:
2° Promover la educación, la agricultura, la industria i el comercio.
3º Cuidar de las escuelas primarias i demás establecimientos de educación que se paguen de fondos municipales.
Más adelante es mas explicita aun en el capítulo XI en el cual consigna:
CAPITULO XI
Disposiciones jenerales
Art. 153. La educación pública es una atención referente del Gobierno. El Congreso formará un plan general de educación nacional; i el Ministro del Despacho respectivo le dará cuenta anualmente del estado de ella en toda la República.
Art. 154. Habrá una superintendencia de educación pública, a cuyo cargo estará la inspección de la enseñanza nacional, i su dirección bajo la autoridad del Gobierno.
( Constitución de la República de Chile promulgada el 25 de Mayo de 1833 , Imprenta Opinión)
7) El Progreso, 29 de marzo de 1844
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