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Educación artística: democracia y marginalidad.

por Víctor Cárcamo
Artículo publicado el 21/07/2019

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio ibvs.cl, el 16 de junio de este 2019. (https://ibvs.cl/2019/06/16/educacion-artistica-democracia-y-marginalidad/)

 

Resumen
El panorama de la educación artística en nuestro país se ha visto sometido a una tensión en aumento. La reciente promulgación de la Ley de Artes Escénicas, junto con la propuesta de modificación curricular para tercero y cuarto medio aprobada por el CNED, que ha estado en la palestra durante las movilizaciones docentes, han puesto al sector en una contradicción que no ha sido debidamente acompañada desde el mundo académico.

Palabras o conceptos claves
Artes, Educación, Cultura, Docencia, Academia, marginalidad, Educación artística

 

El pasado jueves 16 de Mayo resultó ser uno de los días más contradictorios en el campo de la Educación Artística. Ese día, el Ministerio de Educación junto a la Comisión Nacional Chilena de Cooperación con Unesco, realizaron un Seminario Internacional de Educación Artística llamado “Beneficios de la Educación Artística en el desarrollo social y académico de los estudiantes”, en el cual los académicos Daniel Bowen y Brian Kisida, investigadores de la Universidad de Texas y de Missouri, respectivamente, expusieron a los asistentes los resultados de su estudio “Efectos causales de experiencia en Educación Artística: evidencia experimental de acceso a las artes en Houston”, donde entre otras cosas se destacaba una serie de datos que sustentaban el alto impacto de la educación artística en el fortalecimiento de la educación para la democracia.
Mientras esto ocurría, de a poco nos íbamos enterando que ya el 15 de mayo, mediante el Acuerdo 57/2019 (1) el Consejo Nacional de Educación, acogía la propuesta de Plan de Estudios para III° y IV° medio, mediante la que se excluía a las materias de Historia, Educación Física y Artes Visuales de entre las asignaturas obligatorias en la malla curricular, dejándolas como electivas.
Esta semana la contradicción se agudiza, pues nos toca alegrarnos por la promulgación de la Ley de AAEE, en medio de las movilizaciones impulsadas por vastos sectores del profesorado para salvaguardar la existencia de estos ramos a nivel curricular, donde teatro y danza pasarían a ser uno más dentro de la franja de educación artística, debiendo competir a la par que artes visuales y música en un sistema de electividad conformado por 21 ramos, de los cuales cada establecimiento debe escoger como base un número de 6 para ofertar, y donde los ramos de «tiza y pizarrón»  parecen ser los de más factible implementación; mientras los artísticos, se diluyen entre las posibilidades a elegir.
Así como el año 2016 los profesores de filosofía lograron coordinar con académicos destacados de la disciplina la permanencia del área en el plan común, hoy vemos a los diferentes cuerpos académicos del área de Historia, incluidos premios nacionales, salir en contra de la propuesta de reforma curricular presentada aprobada por el CNED. Sin embargo, poco o nula articulación vemos entre los académicos adscritos a los claustros de las diferentes licenciaturas de formación artística y el profesorado que ejerce la educación artística a nivel escolar.

¿A qué se debe esta notable desvinculación entre universidad-academia y escuela, entre saber disciplinar y quehacer pedagógico?
El profesor Luis Hernán Errázuriz, quien participó de la construcción de los antiguos planes y programas del MINEDUC para el área de Artes Visuales y que se dedicó durante gran parte de su vida a combinar la investigación y la docencia universitaria, con la enseñanza a nivel escolar, ha propuesto en uno de sus texto más relevantes el carácter marginal al que el área ha sido sometida por la institucionalidad pública en Chile. No es menor recordar que junto con el cierre definitivo de las Escuelas Normales mediante los Decretos N° 179 y 353 (1973 – 1974) (2), se realizó el cierre temporal de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, la cual “fue allanada; (y) prácticamente la totalidad de los miembros de la Compañía del Teatro Nacional fueron despedidos”(3). Si a todo ello sumamos la clausura el año 1981 del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y su separación para la posterior formación de la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas (ASCP) de Valparaíso y Santiago; tenemos como resultado una política cultural de estado en que las Facultades que imparten el conocimiento de las diferentes disciplinas artísticas han quedado por décadas completamente fuera del debate por la enseñanza de estos saberes a nivel primario y secundario.
Aquello que el régimen buscó implementar de manera consciente, debilitando los vasos comunicantes entre la academia y la escuela para el debilitamiento de aquellos saberes que podían formar una ciudadanía con mayor capacidad crítica, ha sido perpetuado a lo largo de este largo período de postdictadura; por una parte, gracias a la mantención de las políticas de autofinanciamento universitario que durante los ‘90 siguieron poniendo en peligro la existencia de las carreras del área de las humanidades, donde muchas se han visto sometidas a los vaivenes del mercado y a persistir en su supervivencia gracias a la entrega desinteresada de parte de un grupo no menor de académicos, que muchas veces se ha relegado en sus aspiraciones personales de vida para poder mantener en pie sus unidades académicas y seguir formando nuevos artistas. Por otra, es necesario también reconocer la responsabilidad que ha habido al ningunear por parte de muchos el ejercicio de la pedagogía y no darle la importancia debida a lo que ocurre a nivel escolar.
Parece ser que dada la concepción del desarrollo profesional al que aspira el cuerpo académico de las áreas de historia y filosofía se les hace más fácil encontrar las formas para hermanarse con el quehacer docente. Si bien, con la subvención estatal a las carreras de pedagogía a muchos departamentos se les ha abierto el apetito por implementar licenciaturas en educación, el desafío es más profundo y debe apuntar a destrabar la marginalidad en la que el área está sumida y reconsiderar los acuerdos emanados por diversos organismos internacionales  como la Unesco, que tanto en su Agenda de Seúl como en la Declaración de Bogotá, entre otros, le han otorgado un papel preponderante a la formación en educación artística a nivel escolar, para el ejercicio de una ciudadanía crítica que participe activamente en la conformación de una democracias realmente plenas.

Víctor Cárcamo Silva.
junio 16, 2019 
Profesor Artes Visuales Universidad Alberto Hurtado
Magíster en Teoría e Historia del Arte – Universidad de Chile.
Director del Instituto Bautista Van Schouwen Vasey

 

NOTAS
(1)https://www.cned.cl/sites/default/files/acuerdo_057_2019_res_159_2019_plan.pdf
(2) http://historiadelaeducacion.cl/index.php/CCHE/article/view/85
(3) http://www.artes.uchile.cl/noticias/94697/a-40-anos-del-golpe-militar-las-artes-y-la-cuestion-social

 

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