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Reflexiones en torno a la praxis educativa ante la emergencia de las Inteligencias Artificiales (IA)

por José de Jesús Fernández Malváez
Artículo publicado el 01/10/2025

Artículo en coautoría con
Juan Granados y
Shaila Álvarez Junco
Docente-Investigador FCPS-UAQ
Shaila.Alvarez@uaq.mx

 

 

Resumen
En la actualidad, las tecnologías de Inteligencia Artificial (IA) han ganado terreno a pasos agigantados. Si bien desde el año 2020 se vaticinaron abruptos cambios en la praxis educativa a razón de la emergencia sanitaria por el COVID-19, el año 2022 se caracterizó por sacudir las formas de aproximación y generación del conocimiento. La educación, por su parte, producto de este fenómeno global y su apertura para uso público, se vio sacudida hasta los cimientos. El presente trabajo surge como parte del proyecto titulado: El impacto de las inteligencias artificiales en el mercado laboral: hacia nuevas tesis del fin del trabajo; y tiene por objetivo plantear algunas de las condiciones que detonaron a raíz del uso de las IA en la actividad docente, así como su posible impacto en las formas de aprendizaje y construcción de conocimiento por parte del estudiante. Para tales fines, se revisaron las discusiones actuales y se analizó la base empírica de la experiencia propia de quien suscribe, en tanto docente en activo. Así, lo que se propone a través de este análisis es dar cuenta de la implicación de ambos roles (el del docente y el del estudiante) ante este fenómeno, buscando articular un diálogo que permita plantear posibles horizontes de la pedagogía, así como sentar bases para la reflexión de alternativas que enriquezcan la praxis educativa actual.

Palabras clave: Inteligencia Artificial (IA), praxis educativa, pedagogía, enseñanza, aprendizaje

 

Abstract
Currently, Artificial Intelligence (AI) technologies have gained ground rapidly. While abrupt changes in educational practice were predicted since 2020 due to the COVID-19 health emergency, 2022 was characterized by a shake-up of the ways in which knowledge is approached and generated. Education, for its part, because of this global phenomenon and its opening for public use, was shaken to its foundations. This work arises as part of the project entitled: The Impact of Artificial Intelligence on the Labor Market: Toward New Theses of the End of Work. It aims to raise some of the conditions triggered using AI in teaching, as well as its potential impact on students’ learning and knowledge construction methods. To this end, current discussions were reviewed and the empirical basis of the undersigned’s own experience as a practicing teacher was analyzed. Thus, what is proposed through this analysis is to account for the involvement of both roles (that of the teacher and that of the student) in this phenomenon, seeking to articulate a dialogue that allows for the raising of possible horizons for pedagogy, as well as laying the groundwork for the reflection of alternatives that enrich current educational practice.

Palabras clave: Artificial Intelligence (AI), educational practice, pedagogy, teaching, learning

 

Introducción
La educación es un componente fundamental en el desarrollo de la cultura y la sociedad. La praxis educativa, en tanto forma en que se lleva a cabo la enseñanza y el aprendizaje, ha evolucionado en respuesta a factores como los cambios sociales, tecnológicos, culturales y esquemas pedagógicos. Actualmente, el rápido desarrollo de las Inteligencias Artificiales (IA), acompasado por la reciente pandemia que vivió la humanidad, ha permeado significativamente en la educación.

Este escrito surge como parte del proyecto titulado: El impacto de las inteligencias artificiales en el mercado laboral: hacia nuevas tesis del fin del trabajo; y tiene por objetivo plantear algunas de las condiciones que detonaron a raíz del uso de las IA en la práctica docente, así como su posible impacto en las formas en que aprendemos y construimos conocimiento. Para tales fines, se plantea un breve recorrido histórico y se analizan las discusiones en torno a los nuevos paradigmas en la praxis educativa. Así, lo que se propone es dar cuenta de la implicación de ambos roles (el del docente y el del estudiante) ante el fenómeno de la emergencia de la IA, buscando articular un diálogo que permita plantear posibles horizontes de la pedagogía, así como sentar bases para la articulación de alternativas que enriquezcan la praxis educativa actual.

Breve recorrido histórico
En la antigüedad, la educación giraba en torno a la transmisión oral del conocimiento. En Grecia, por ejemplo, su atención se dirigía hacia la formación de ciudadanos, por lo que su base era la retórica y la filosofía. Dada esta naturaleza, sólo la élite podía acceder a la educación, aunque con el tiempo se democratizó y quedó en manos el Estado. Algo más a destacar de este modelo, es que no sólo centraba su atención en la educación intelectual del sujeto, sino también en su acondicionamiento físico. Los estudiantes (ciudadanos) aprendían temas tales como astronomía, oratoria, matemáticas y escritura, pero también educación física, esgrima y combate, por mencionar algunos ejemplos.

Los romanos, herederos por fuerza de las armas de los griegos, apropiaron el modelo educativo de estos, aunque dirigiéndolo principalmente al a formación de ciudadanos capaces de desempañar cargos públicos. Los niños aprendían a leer, escribir y contar con un magister ludi durante su primera infancia, mientras que los hijos de las élites podían continuar con su educación, aprendiendo gramática, retórica, literatura, derecho y filosofía en las llamadas grammatici. Quienes decidían por cuenta propia o por decisión del seguir estudiando y poseían los medios para ello, generalmente recibían una educación privada a cargo de maestros famosos. Séneca y Sócrates fueron algunos de los más famosos. De ahí se desprende también la famosa cathedra, que era en principio donde se sentaban esto grandes maestros a enseñar.

Para la Edad Media la educación era ya significativamente distinta. La iglesia y el sistema feudal cobraron una amplia influencia. El clero, por ejemplo, estaba fuertemente vinculado con las instituciones educativas. La educación se centraba en la enseñanza religiosa y la formación sacerdotal. El esquema que empleaban se dividía básicamente en dos planes de estudios, el trivium y el quadivium. El primero incluía gramática, retórica y lógica, mientras que el segundo se enfocaba en la aritmética, geometría, música y astronomía. Todos temas esenciales para la educación del clérigo. Por supuesto, estas no eran las únicas formas de educación. La nobleza podía recibir una formación centrada en la caballería, la cortesía y el desarrollo de habilidades militares. O bien, podía también recibir una educación monástica, donde monjes y frailes, guardianes de manuscritos antiguos, enseñaban el proceso de la preservación del conocimiento clásico.

Así, el medievo se caracterizó por una alfabetización selectiva, los campesinos y en general la mayoría de la población no tenía acceso a una educación formal y esta se centraba básicamente en la memorización y repetición. Sumado a esto, la decadencia de la educación se vio acrecentada por las guerras y las condiciones económicas, lo que sumió a Europa en un oscurantismo. No fue hasta entrado el siglo XII, con la creación de las universidades, que se sentaron las bases para el desarrollo de la denominada educación superior en Europa, misma que, cabe señalar, puso los cimientos de la educación moderna que aún sigue marcando su ritmo.

Llegada la Revolución Industrial en el siglo XIX, la educación cobró un nuevo sentido. Surgieron escuelas públicas y se enfatizó la disciplina en el aula. Se tornó más escolarizada y se orientó hacia la preparación de la fuerza laboral industrial, priorizando las habilidades básicas a un número cada vez mayor de personas en pro de satisfacer la creciente demanda de trabajadores en las fábricas y la industria. Esto condujo a una campaña de alfabetización masiva y a una estandarización de la praxis educativa.

El esquema educativo occidental pasó de estar reservado a un sector privilegiado de la población, a convertirse en una necesidad para segmento mucho más amplio de la población. Se estandarizaron los sistemas educativos y pasaron a ser públicos, convirtiendo además la inserción de la población a los recintos de enseñanza en una herramienta para la socialización y la preparación de los jóvenes para el mundo laboral.

La educación actual
Si bien la educación ha experimentado una serie de significativas transformaciones a lo largo de la historia, estas siempre han estado impulsadas por avances tecnológicos y cambios sociales. En el siglo XX, eventos como la Primer Guerra Mundial (1914-1919), el denominado periodo entre guerras (1920-1939), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la Guerra Fría (1945-1991) resonaron fuertemente en los modelos y procesos educativos que aún hoy siguen (al menos parcialmente) vigentes.

Desde inicios del siglo XIX el principio pedagógico marcado a través de la escuela activa ya había consolidado un ideal de la educación. Sin embargo, no fue hasta después de la primera guerra mundial que se formularon una serie de acuerdos sobre las características que debía tener esta nueva escuela, convertida así en el modelo educativo ideal en occidente. De acuerdo con estos ideales, se precisó que

la nueva escuela es un laboratorio de pedagogía activa, un internado situado en el campo, donde la coeducación de los sexos ha dado resultados intelectuales y morales incomparables. Ésta organiza trabajos manuales, de ebanistería, agricultura, ganadería, y junto a trabajos obligatorios ofrece otros trabajos libres (Alighiero, 2009, p. 488).

Así, lo que se proponía a partir de ese modelo era el desarrollo de habilidades de las y los estudiantes a través de una educación tradicional, rígida y autoritaria, que priorizaba la memorización de los contenidos sobre la reflexión misma. En este modelo, los castigos corporales fueron dejados de lado, ocasionando una disminución gradual que, al menos en México, menguó del todo hasta hace apenas unas cuantas décadas.

Por supuesto, este modelo no fue absoluto. Los países socialistas marcaron diferencias sobre todo a nivel ideológico, aunque recuperaron el ideal educativo de occidente. Se interesaron por las políticas educativas que cobraron lugar en las democracias capitalistas, pues advirtieron en estas un impulso a la pedagogía de época. John Dewey, reconocido como el máximo teórico de la escuela activa; del learning by doing, se convirtió en un referente importante para los distintos modelos educativos tanto los países capitalistas como en los socialistas.

Otro referente importante para la época fue Bertrand Russell, quien precisó que el nuevo orden mundial venía acompasado de un mundo cada vez más interconectado (globalizado) y por consecuencia interdependiente. Así, para él, la educación debía seguir ese mismo camino, por lo que “requería, como condición mínima, que se establezca un estado mundial y, posteriormente, un sistema mundial de educación” (Alighiero, 2009, p. 502). Fue tal el impacto y la previsión de la propuesta de Russell, que hoy día podemos advertir en la UNESCO desde hace algunas décadas, la búsqueda de la estandarización educativa a nivel global.

Por otro lado, el siglo XX estableció otro fuerte lazo que no he hecho sino fortalecerse. La relación y dependencia entre la pedagogía y la psicología. Esto derivó en la proliferación de escuelas y corrientes pedagógicas que hoy marcan el ritmo a los modelos educativos en los distintos niveles de escolarización. Corrientes como el funcionalismo, el conductismo, la Gestalt, el operacionalismo, el cognocionismo, el estructuralismo y el constructivismo, por mencionar solo algunos, son resultado de esta estrecha relación.

Los trabajos de grandes teóricos de la educación como Jean Piaget marcarían el rumbo de la pedagogía. La importancia de Piaget en la educación reside, por ejemplo, en el trabajo de clasificación de las etapas del desarrollo psicológico de los niños, delimitando así los campos de acción según el rango de edad y desarrollo en estos. De acuerdo con Piaget, los niños de 0 a 2 años viven un periodo denominado sensitivo-motor, por lo que la educación en esta etapa debe estar enfocada en el movimiento y no en el lenguaje. De los 2 a los 7 años, el niño ya es capaz de formar imágenes mentales a través del lenguaje, por lo que le resulta más fácil aprender lenguajes, así como conocimientos generales y matemáticos básicos. En el rango de los 7 a los 11, el desarrollo sensitivo del niño le permite articular un pensamiento abstracto más complejo. Por último, de los 12 a 15 es cuando Piaget precisa el periodo de la infancia (o preadolescencia) donde puede la capacidad de razonamiento lógico, hipotético y deductivo se desarrolla por completo, es decir, la capacidad de abstracción se ve privilegiada en su desarrollo (Salas, 2012).

Por supuesto, esta interpretación del desarrollo del ser humano en sus primeras etapas de vida podría fácilmente verse reinterpretada hoy en día. Si bien el modelo de Piaget dista mucho de los esquemas de educación acaecidos en el contexto grecolatino, medieval o de la revolución industrial, el gran giro educativo consistió únicamente en la institucionalización de la pedagogía; respondiendo así a las necesidades sociales de cada época, dejando de lado precisamente la forma y rapidez en que el infante interactúa con las tecnologías de cada época. Esta situación se vio exponencialmente acrecentada desde finales del siglo XX, sin con ello haberse replanteado el esquema educativo y ni los modelos pedagógicos a gran escala.

Nuevas y no tan nuevas tendencias pedagógicas
Como ya precisamos antes, la psicología impactó de manera decisiva en el desarrollo educativo y pedagógico del siglo XX. Sin embargo, la década de 1970 sentó un nuevo parteaguas en los países occidentales. Los movimientos estudiantiles que tuvieron lugar a finales de la década de los sesenta en países como Francia, Estados Unidos y México, dieron pie a una seria de reformas sociales y educativas. Por primera vez en la historia moderna, el componente de cambio devenía desde la base de la pirámide: el estudiantado. Las premisas: la búsqueda de una democratización de la institución educativa, la búsqueda de una horizontalidad en el aula (profesor-estudiante por igual) y la erradicación definitiva de las formas corporales de castigo.

El replanteamiento del paradigma educativo –que si bien no cayó muy lejos del árbol– significó entones poner de manifiesto las deficiencias del sistema. Como consecuencia, no sólo se dio pie a una búsqueda de la democratización de la educación y a la erradicación de la violencia corporal en el aula, sino que se propusieron cambios estructurales que dieran cabida a los avances tecnológicos y los cambios sociales que derivaban de estos.

Para inicios del siglo XXI, las tecnologías en el aula cobraron un papel fundamental en la educación. Se comenzó a equipar a las instituciones con dispositivos electrónicos tales como salas de cómputo y equipos personales en el caso de las instituciones privadas. Se instalaron dispositivos de proyección audiovisual en las aulas y se precisó de equipos de cómputo para la práctica docente. El estudiante, sumido en esta vorágine, comenzó a requerir igualmente de las tecnologías necesarias para seguir el ritmo, lo que desencadenó un efecto en cadena.

A raíz del avance de la comunicación en red, el aprendizaje en línea y a distancia cobró sentido y, exponenciado recientemente por la pandemia por COVID-19, experimentó un auge sin precedentes. Todo docente y todo estudiante debía contar con equipo de cómputo, móvil o tableta y conexión a internet si se quería participar de la práctica educativa.

Los mecanismos de enseñanza encontraron vetas que ya se dibujaban en los 70`s. La educación comenzó una campaña de personalización de la enseñanza. Las tecnologías del aprendizaje y los planes de estudio se ajustaron a las necesidades que desencadenó el confinamiento. Una ola inmensa de programas de estudio en modalidad virtual; sincrónica y asincrónica, se hicieron con el escenario educativo. Los modelos pedagógicos se relativizaron a las necesidades individuales de cada estudiante; al menos en el esquema privado.

Por su parte, la educación pública se ha mantenido relativamente estática ante la sacudida. Si bien durante la pandemia se dirigieron los esfuerzos a subsanar las carencias pedagógicas que este evento global sacó a flote, una vez pasada tormenta se reanudó el sistema cual si lo que pasó no hubiera sido para tanto, recordando que “Como consecuencia de la pandemia, 2.3 millones de personas entre 3 y 29 años ya no se inscribieron en el ciclo escolar vigente 2020-2021 y 2.9 millones no asistieron por falta de dinero o recursos” (Camacho, 2021), condenando el cambio en el paradigma educativo público a tomar decisiones de manera forzada, como la nueva escuela mexicana, en la que al magisterio se le da autonomía para la adaptación de los contenidos, lo que implica que el docente pueda cubrir los temas como mejor decida de acuerdo al estudiantado. Ello trae consigo problemas para el docente que siempre siguió ordenes por lo que se pudiera esperar una simulación más sobre lo desarrollado en aula.

Las Inteligencias Artificiales (IA) en la educación
Si bien no todo es gloria ni estancamiento, lo cierto es que la sociedad ha pasado de la era industrial a la del conocimiento. Los servicios intangibles que había entrado ya a la escena durante la era industrial arremetieron con fuerza en el esquema de la estructura productiva. Es tal su desarrollo, que se advierte constituirán más del 90% del valor de las empresas en el en un futuro próximo (García et al, 2020). Esto, como es de imaginar, conlleva un cambio radical en la forma en que concibe y valora la educación.

El nuevo pedagógico conectivista plantea las nuevas habilidades necesarias en los individuos que forman parte de la sociedad del conocimiento, según Siemens (2006) son: anclarse, filtrar la información, conectarse entre sí, ser humanos juntos, evaluar el valor del conocimiento, pensamiento crítico constante, reconocimiento de patrones y tendencias, capacidades de resiliencia y adaptación (García et al, 2020 p. 651).

Bajo esta lógica, tecnologías como las IA demuestran un fuerte potencial en el ámbito educativo, en tanto que favorecen el aprendizaje personalizado y, además, lo moldean de acuerdo con las necesidades e intereses de cada estudiante. La pedagogía, por tanto, se vuelve objeto de pruebas para cada individuo, en tanto define por criterio propio lo que precisa saber; el conocimiento que requiere para cada tarea. Hemos puesto esfuerzos en la humanización de la máquina, y al humano lo hemos tratado de mecanizar. Esto es aún más complejo cuando formamos no solo estudiantes, sino ciudadanos pues promovemos un orden maquinario fascista, en el que la IA y los datos son tomados sin criterio, como verdades y a partir de esas cifras ejercemos conductas cívicas. La ceguera en el océano de datos, así como la invisibilidad es la mayor de las amenazas para el desarrollo tanto educativo como laboral.

En un mundo donde las TICs, el aprendizaje en línea y/o a distancia y el enfoque en habilidades individuales como la capacidad de resolución de problemas, la creatividad y el pensamiento crítico figuran al centro de la escena, las IA juegan un papel esencial en la preparación del estudiante para el mercado laboral actual y futuro. Los grupos de interés demandan competencias digitales para quienes se desempeñan en sus centros de trabajo. Al menos esperan una alfabetización digital básica para el uso de dispositivos. En ese sentido el gobierno ha realizado esfuerzos en educación media superior al incorporar las materias de Cultura Digital I y Cultura Digital II.

Por supuesto, no todo lo que brilla es oro. Una de las condiciones derivadas de la educación en línea es que limita el contacto personal. Las relaciones intersubjetivas, la construcción de vínculos con el otro y la capacidad de colaborar, son, quizás, algunos de los elementos a considerar en el uso de las IA en el ámbito educativo. Si bien a la luz de enfoques como el STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) ha ganado prominencia, aún no se tienen las capacidades y herramientas pedagógicas para el manejo de estas tecnologías. Si bien se abordan marcos de referencia sobre competencias docentes en medios digitales, lo cierto es que al menos en América Latina las y los docentes se encuentran en un nivel básico, ya que aún no son capaces de resolver problemas: “Finalmente, el nivel atribuido al docente, de acuerdo a las competencias compartidas durante la encuesta, muestra que los docentes en su mayoría se encuentran en el nivel B2: Experto, es decir, tienen una percepción menor de sus competencias digitales.” (Ponce-López, 2021) Advertir al gremio que el nivel de competencia tenderá a decaer en tanto no se actualice con el uso de IA y ello posiblemente lo deje fuera del mercado laboral.

Las IA, en tanto dominio tecnológico, han presentado un avance significativo y una exponencial capacidad de crecimiento. Se prevé que el mercado mundial de las IA en el ámbito educativo alcance los 3,680 millones de dólares, aumentando así un 47% entre 2018 y 2023 (Artíficial Intelligence + Everything AI, Robotics and IoT, 2023). Dada su naturaleza, esta tecnología se emplea como un sistema informático que simula procesos pedagógicos humanos a través de Sistemas de Tutorías Inteligentes (ITS). Esto facilita al estudiante la obtención de una retroalimentación inmediata adaptada a sus necesidades individuales.

La gran ventaja de las IA en cuanto esquema educativo reside en su capacidad de enseñanza personalizada. Se adapta a la experiencia, necesidades y preferencias individuales del estudiante a través de un exhaustivo análisis de sus datos, proporciona retroalimentación sobre su progreso y desempeño e identifica sus áreas de mejora. hiruxdigital¸ por ejemplo, es una empresa dedicada al diseño de contenidos digitales creativos. Se encarga de brinda soluciones de gestión del aprendizaje a nivel corporativo que buscan garantizar la mejora en el desempeño de los trabajadores a partir de capacitaciones orientadas a las necesidades particulares de la empresa.

Así, empresas como hiruxdigital que se valen del modelo e-learning para la gestión el aprendizaje significativo, utilizan IA para ofrecer aprendizaje autónomo a partir de una personalización de la experiencia, propiciando así un aprendizaje adaptativo. Claro está que este ejemplo pudiera parecer muy lejano a la experiencia escolar tradicional de los entornos educativos públicos como la universidad. Sin embargo, en tanto que la IA permite crear asistentes virtuales que pueden responder preguntas a estudiantes y brindar apoyo fuera del aula ¿por qué no se les permite como forma interactiva de promover un aprendizaje significativo en el aula?

El mismo docente se ve beneficiado por las IA. Esta puede ayudarlos a evaluar el rendimiento de estudiantes y proporcionar una retroalimentación personalizada al estudiante. Permite identificar a estudiantes con TDAH u otras formas de dificultad en el aprendizaje. Podría permitir al docente proporcionar intervenciones específicas para mejorar los resultados de cada estudiante de manera personalizada (Language Magazine, 2023).

El beneficio que se ha encontrado de parte de distintos investigadores en el tema ha sido controversial. Por un lado, hay quienes apuestan a la que la educación precisa de mantenerse a la vanguardia y en tanto que las IA son tendencia, resulta imprescindible adaptar los modelos educativos para eficientizar el uso de estas. Por otro lado, hay quienes encuentran en estas tecnologías un posible remplazo para la práctica docente, por lo que advierten en ella una amenaza latente. Sin embargo, según Moreno (2019),

la IA tiene un fuerte potencial para acelerar el proceso de realización y desarrollo de los objetivos globales en torno a la educación mediante la reducción de las dificultades de acceso al aprendizaje, la automatización de los procesos de gestión y la optimización de los métodos que permiten mejorar los resultados en el aprendizaje no obstante, la integración de la IA a los entornos educativos en determinados ambientes puede tardar tiempo debido a las políticas y procesos administrativos de cada nación, sin embargo, en el actual contexto global de la revolución tecnológica existen cualidades humanas que todavía no pueden ser reproducidas por la inteligencia artificial como la creatividad, la capacidad de reproducir nuevas ideas o la capacidad de improvisar y evolucionar constantemente con el tiempo estas limitantes que poco a poco van siendo superadas para alcanzar un desarrollo más optimo que permita ir más allá de la revolución 4.0 (2019, p. 263).

Esta situación da cuenta de que, más allá de los posibles escenarios que, cabe señalar, serán construidos por las generaciones más jóvenes; modelados por un sistema educativo actualmente obsoleto, las IA llegaron para quedarse. ¿Cómo avanzarán y cómo repercutirán en la praxis educativa? Según Moreno (2019), existen tres enfoques que inciden directamente en la ecuación:

  • Los agentes de software conversacionales inteligentes (chatbot).
  • La creación de plataformas Online para el autoaprendizaje.
  • La robótica educativa.

El primero, los chatbots, son ya parte (se quiera o no) de los paradigmas de la enseñanza-aprendizaje. Tanto profesores como estudiantes se valen de estas herramientas para realizar tareas asociadas con la praxis educativa. Unos, los más éticos, para mejorar la búsqueda de información respecto a los temas de cada asignatura o mejorar la experiencia de aprendizaje del estudiante. Otros, menos sensibilizados sobre la repercusión del plagio, para la simplificación de la enseñanza o meramente para cumplir con alguna tarea. Lo interesante es que, más allá de los códigos éticos y morales, en ambos casos se precisa del uso del pensamiento lógico y crítico, así como de al menos una mínima aproximación al tema en cuestión, lo que, en resumidas cuentas, advierte el uso y absorción de conocimientos.

Así, “el chatbot también permite un mejoramiento en la flexibilidad de las clases y la administración del conocimiento [en] cuanto al desarrollo de las actividades dentro y fuera del aula” (Moreno, 2019, p. 264). Esto conlleva no sólo una reducción en cuanto al tiempo invertido para el diseño del recurso didáctico-pedagógico, sino una posible reinversión del tiempo ganado para realizar actividades que estimulen al docente y al estudiante.

Otro efecto que puede presumirse de un buen uso de estas herramientas tecnológicas en la praxis docente es la construcción de alternativas didácticas personalizadas que estimulen e inspiren a los estudiantes. Richa Bajaj y Vidushi Sharma (2018) realizaron un análisis en India sobre el impacto de la IA en la educación, destacando que los actuales sistemas de aprendizaje carecen de adaptabilidad. Es decir, los recursos que ofrecen a los estudiantes no están necesariamente ligados con sus necesidades y preferencias. Para ellos, las IA son herramientas valiosas en tanto que tienen la capacidad de desarrollar alternativas para cada estilo de aprendizaje.

Situación de la docencia en las Facultades de Artes y Filosofía de la UAQ
En la licenciatura en arte danzario, ni en ballet ni en danza contemporánea, que son las líneas terminales de dicha licenciatura, al menos no en algunas clases (como danza y pensamiento), clasificadas como teóricas, pero pensamos que tampoco en las “prácticas”, se usan las IAs con fines pedagógicos. Acaso como buscadores, tipo Google u otros. Y si las estudiantes las usan, lo hacen para fines personales. Las licenciaturas que más uso hacen de las IAs son Diseño gráfico, artes plásticas y música, ya que, también, son las más afectadas por la generación de imágenes visuales o sonoras que compiten con la producción de los estudiantes y los artistas. Los más afectados hasta ahora son los visuales y los músicos. Pierden chamba. Ya no se los necesita. Los artistas visuales se sienten amedrentados, según se nos ha dicho, porque les está ganando terreno en producción visual. Ya los fotógrafos habían perdido prestigio y ganancias. Los diseñadores perdieron chamba al democratizarse los programas de diseño. Ahora los artistas ya no tienen que hacer. Una vez se preguntó a una IA si perderían terreno los artistas o que deberían hacer, y dijo que ya no produjeran sino que se dedicaran a la gestión. Pensamos, empero, que en visuales y diseño tendrían que llevar clases de diseño de promps y uso de herramientas con IA.

En otras áreas se han observado casos de estudiantes que usan IA para sus trabajos. En filosofía, en la licenciatura en filosofía, ya que no todos los profesores están familiarizados con los softwares de detección de texto generado con alguna IA, han dejado de encargar trabajos escritos finales y han reimplementado los exámenes o aplicado exámenes, cuando en el pasado nunca lo hicieron. Además, los aplican a mano, en el salón. Ya de por sí el acceso a textos escritos al por mayor en Internet obligaba a los docentes de la licenciatura en filosofía a leer concienzudamente cada escrito estudiantil a la búsqueda de similitudes o franco plagio, ahora se ha complicado mucho más. Y no se diga ya el problema que trae consigo la opción de resumen que la IA de Adobe o de Word, ya que, entonces, no solo se tiene acceso a cuanto libro antiguo o actual de haya publicado, sino que además ya no se lee completo, sino que se lee el resumen. Hay quienes escuchan la lectura.

Por otro lado, si las IAs hacen escritos hasta citados, ¿para qué seguir encargando trabajos finales como medios de evaluación? Porque, aunque no es plagio, tampoco es suyo.

Reflexiones finales
A diario hacemos uso de Inteligencias Artificiales, sea esto consciente o no. Desde realizar una búsqueda en Google, hasta navegar por las redes sociales. Todos estos procesos están mediados por motores de búsqueda que emplean códigos y algoritmos especializados, así como modelos de aprendizaje automático que indexada las páginas, grupos y espacios de nuestra preferencia. Incluso los servidores de streaming como Netfilix realizan recomendaciones basadas en un “algoritmo de recomendaciones”, que se vale de una base de datos y una Inteligencia Artificial para operar.

Más allá de la posición que se tome respecto a las IA y su influencia en la educación, algo indiscutible es que, en el mundo globalizado en que vivimos, marcado por un mercado que valora el trabajo por competencias, la alfabetización digital debe ser parte fundamental de la educación actual. El aprender a utilizar herramientas digitales de manera efectiva y segura constituye un nicho de oportunidad importante para las instituciones educativas.

Los desafíos que la pedagogía debe asumir hoy día son, precisamente, el desarrollo de habilidades digitales y el fomento del pensamiento crítico en torno al equilibrio tecnológico. Al ser inminente la relación entre las IA y los seres humanos, la forma en que estos dos interaccionan debe ser un eje importante para la educación actual. Si bien aún existen viejos problemas como la desigualdad en el acceso a la educación que deben ser atendidos con premura, las IA pueden jugar un rol importante en esta labor.

Algo de lo que ha adolecido la educación a lo largo de la historia, es quizá su poca resiliencia ante las dinámicas del cambio. Preparar a estudiantes para un futuro incierto y en constante evolución debe ser una tarea inherente a la práctica docente. El aprendizaje no girar en torno a la profusión de conocimientos, sino al desarrollo de una capacidad selectiva que permita a cada cual un aprendizaje significativo a lo largo de su vida. Ante los inminentes cambios que se están suscitando con el despertar de estas nuevas tecnologías, la educación ya no se limita a la infancia a la juventud, sino que debe adaptarse y e instruir al estudiante para afrontar un mundo en constante cambio.

El uso de las IA en el sistema y praxis educativas permite adaptar y potenciar nuevos paradigmas pedagógicos. Según Siemens (2009), este tipo de tecnologías no sólo tienen un potencial incalculable en la industria tecnológica, sino que permiten organizar redes dinámicas y ecológicas que figuren como pilares de un nuevo modelo pedagógico. Ya Freire (1971) advertía que el aprendizaje debe ir más allá de la mera adquisición de conocimientos, en tanto que la educación implica diálogo, reconocimiento del otro (alteridad) y posibilidad de transformación.

En suma, las IA pueden (o no; dependerá por igual de quienes regulan la educación y practican la docencia) orientar el desarrollo de nuevas estratagemas en la educación. Si bien un modelo pedagógico basado en estas tecnologías debe tener en cuenta la ética de su uso, es necesario dejar de lado la tecnofobia del docente si se quiere apostar un desarrollo educativo integral y coherente con el mundo actual. Citando lo referido por la UNESCO en 2018, las IA están a “nuestro servicio y no a nuestra costa”.

 Juan Granados
Artículo publicado el 01/10/2025

Referencias
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