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Salvemos el Centro de Estudios Clásicos de la UMCE

por Cristián Mancilla
Artículo publicado el 09/10/2023

Es un secreto a voces que las autoridades superiores de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación pretenden cerrar el emblemático y admirable Centro de Estudios Clásicos «Giuseppina Grammatico», fundado en 1987 por el rector Héctor Herrera. Como no hay registro escrito, no se extrañe Vd. cuando la autoridad universitaria declare lo contrario o entregue una explicación ad hoc: que nunca ha habido intención de eliminarlo, que solo quieren integrarlo en otra unidad académica, que pretenden reestructurarlo, que le van a cambiar el nombre, que lo van a mudar de espacio, que lo darán en préstamo a otra universidad o que lo utilizarán como ingrediente para una pócima especial. Independientemente de lo que digan, es un hecho que no han permitido la matrícula de alumnos en los programas académicos del Centro durante los últimos años y esto no significa que deseen que siga funcionando. ¿Qué sentido tiene prohibir la matrícula de alumnos si no es obstaculizar el funcionamiento de la unidad académica?

Si acaso alguien tiene la peregrina idea de justificar esta decisión sobre la base de un presupuesto estrecho, entonces debería explicarme por qué la universidad despilfarra dinero en asuntos tan cuestionables como una «oficina de género y sexualidades». No soy el primero que se lo ha preguntado, de hecho: los honorables diputados Cristóbal Urruticoechea y Harry Jürgensen le consultaron sobre un asunto relacionado a la Dra. Elisa Araya (actual rectora de la UMCE) el año pasado, pero ella se negó indignada a responder. Los diputados querían conocer, específicamente, «los cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características e individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos». ¿Por qué la Dra. Araya se niega a informar lo que no solo debería ser de público conocimiento, sino que es relevante para cualquier interesado en ingresar a la UMCE?
Descartado el argumento económico, cabe preguntarse sobre otras explicaciones.

Aun cuando el Centro de Estudios Clásicos sigue funcionando, hay una notable invisibilización de este en la UMCE. Esto no es algo nuevo, para ser honesto: yo mismo no me enteré de que esta unidad existía hasta cuando ya llevaba tres años (!) siendo alumno de la universidad. Al año siguiente, era alumno del Departamento de Castellano y del Centro de Estudios Clásicos. Esta invisibilización perdura hasta hoy en el campus central, donde no existe ningún letrero o seña que indique la ubicación física del Centro. La placa que existe está dentro del edificio donde el Centro funciona, justo sobre el pasillo que conduce hacia la oficina de la dirección y el salón «Giuseppina Grammatico». Pero la invisibilización se observa también en el sitio web de la universidad, que no dedica las páginas correspondientes a la revista Limes o a la colección «Iter». Por supuesto, la colección está etiquetada como «revista» en lugar de «colección» porque a nadie en la administración de la UMCE le importa de qué se trate esta publicación. Sin embargo, hay una cuidada sección dedicada al portafolio de «género, diversidad e inclusión» entre los recursos para los programas de magíster entre las páginas de la biblioteca. ¿Y para qué gastar espacio en un portafolio destinado al magíster en estudios clásicos? De hecho, probablemente ni saben que este programa existe allí. También hay espacio y tiempo para la exposición «Asamblea del Cómic Constituyente», que es una apología descarada del Levantamiento Terrorista que realizó un golpe contra el gobierno del Dr. Piñera a fines de 2019. Pero esto no es una novedad: el año pasado facilitaron espacio y publicidad para la presentación del libro Educación y Marxismo Latinoamericano. Ensayos de Pedagogía Crítica para Proyectos Emancipatorios. Porque, cuando se trata de promover la destrucción de Occidente, las autoridades de la UMCE no tienen problemas. Si Vd. quiere, en cambio, conservar las raíces de la civilización, entonces no se puede.

Esta marcada diferencia se nota también en la forma de lidiar con Carabineros de Chile, la institución más valorada por los ciudadanos del país, en contraste con los «antifa» encapuchados: terroristas genocidas cuya presencia siempre ha sido vergonzosamente tolerada en la UMCE. Así, pues, cuando estos hacen usurpación violenta de la universidad, las autoridades les prometen que no habrá represalias en su contra. Si Carabineros ingresa al campus para restaurar el orden quebrantado por esos criminales, las autoridades publican airadas quejas y les remiten un oficio para exigir explicaciones.

Lo que observamos aquí es un patrón de preferencia por el mal y de aversión al bien. Se trata de un comportamiento no meramente bárbaro, sino típicamente delictivo. ¿Qué clase de ser humano, pues, haría lo posible por impedir la enseñanza de los poemas homéricos, que son la cuna y fundación de Occidente? Ni siquiera se trata de una soberbia bienintencionada, como la que exhibió Edipo cuando se condenó a sí mismo sin saberlo, o de una estupidez fruto de la ignorancia, como la que muestra Tersites: aquí hay algo más. Hay algo que se nota en el afán por complacer a los encapuchados y por disgustar a los Carabineros. Hay algo en estos comportamientos tan infundados cuanto innecesarios, elegidos conscientemente como manifestación de convicciones profundas y perversas. Algo que se transluce a través de la decisión de no izar el pabellón nacional, pero sí la bandera del progresismo internacional en el acceso del campus central. Ya me está pareciendo que la UMCE necesita más un exorcismo que una comisión de expertos, de hecho.

En efecto, ninguna persona que considere aceptable cerrar un Centro de Estudios Clásicos debería alcanzar jamás el cargo de rector. Jamás. Ni este ni ningún otro: se trata de una opinión tan abominable, de hecho, que debería excluir a la persona de acceder a cualquier cargo docente y directivo, por lo bajo. Porque oponerse a la enseñanza de Homero es oponerse a la existencia de la civilización. Quizás alguno imagina que las autoridades de la UMCE se han vuelto tan «progresistas» que ya perdieron de vista el origen de lo que somos hoy en día. A mí me parece, en cambio, que han sido infectadas por el mismo virus que afectó a los futuristas cuando señalaban que «un automobile ruggente, che sembra correre sulla mitraglia, è più bello della Vittoria di Samotracia»: ¿acaso no padecen de la misma obsesión por la «innovación» (que ni siquiera es tal) y el mismo desprecio hacia la tradición?

Pero aquí estamos: lo que era impensable hace gloriosos cincuenta años, hoy no levanta la ceja de ninguno. Ciertamente, las bases para la destrucción de los estudios clásicos ya llevaban buen tiempo instaladas por ese entonces, pero no soportaban el enorme edificio «deconstruccionista» que sostienen hoy en día. No basta, por lo tanto, con derribar este edificio conceptual de la deconstrucción para aniquilar la amenaza contra la cultura: hace falta demoler por completo las bases sobre las cuales él ha sido levantado: los valores revolucionarios, el iluminismo, el protestantismo. No podemos librarnos de la semilla errante que conduce a Occidente hacia la autodestrucción, puesto que ella forma parte de nuestro ADN civilizacional, tal como la naturaleza caída del hombre herido por el pecado original; pero sí podemos librarnos de los frutos de esta semilla y mantener a raya la maleza que germina desde ella. No por nada el Dr. Lobeck tuvo que confrontar al infame Vicuña Mackenna en 1865. Y hace falta que nosotros sigamos su ejemplo hoy en día y le pongamos un freno a todas las propuestas descabelladas que conducen a la extinción del género humano.

Tengo la confianza, a pesar de todo, de que el ímpetu civilizacional que nos dio a Homero y el milagro griego es inextinguible y terminará triunfando sobre el impulso autodestructivo que habita el espíritu de Occidente. Como afirmó Nuestra Señora en Fátima, Cor meum Immaculatum triumphabit!
Ave María Purísima

Cristián Mancilla
Artículo publicado el 09/10/2023

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