EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Facultad de Artes: 30 años restaurando y conservando el patrimonio cultural de la humanidad. UAQ, Querétaro, México

por Juan Granados
Artículo publicado el 29/08/2023

Documento preparado por
Sergio Rivera Guerrero
Rosario Barba González
José de Jesús Fernández Malvaez
Juan Granados Valdéz

 

Resumen
La UAQ está comprometida con la conservación y la restauración de los bienes muebles, que son patrimonio cultural y de la humanidad. La Licenciatura en Restauración en Bienes Muebles, de la, hoy, Facultad de Artes de la UAQ, es claro ejemplo de ello. Para este escrito se propone tanto dar cuenta de la historia de dicha licenciatura, como reflexionar sobre la importancia social y cultural de la conservación y la restauración de bienes muebles.

Palabras clave: restauración, conservación, bienes muebles, patrimonio cultural, historia

 

Abstract
The UAQ is committed to the conservation and restoration of movable assets, which are cultural and humanity heritage. The degree in restoration of movable property, of the, today, Faculty of Arts of the UAQ, is a clear example of this. For this writing, it is proposed both to give an account of the history of said degree, and to reflect on the social and cultural importance of the conservation and restoration of movable property.

Key words: restoration, conservation, movable property, cultural heritage, history

 

Introducción
En el centro del México profundo, objeto de análisis de historiadores del arte, escritores y novelistas, antropólogos y arqueólogos, filósofos e iconógrafos, se ubica la obra de arte. De hecho, todo análisis emerge de su presencia. Toda construcción de discursos poéticos nace de la localización de la obra. No deben extrañarnos los amplios estudios sobre las culturas de Mesoamérica, basados en los antiguos o los recientes hallazgos arqueológicos que han derivado en el desciframiento de la escritura, la expresión pictórica o la escultura monumental entrecruzada y confundida con lo que hoy llamamos, como diría Paul Gendrop (2001), arquitectura mesoamericana. La obra es, pues, punto de partida, objeto tangible de cualquier análisis o estudio sobre el pasado, e incluso, de futuras revelaciones.

México a lo largo de más de treinta siglos ha sido el escenario de magia y creatividad. Su historia ha aglutinado lenguas, creencias y etnias diversas. En una palabra, México es el centro de una multiculturalidad rica y viva que se manifiesta preferentemente en objetos a los que hoy llamamos nuestro Patrimonio Cultural.

De las grandes culturas mesoamericanas al momento del contacto, de la consumación de la conquista militar en la Nueva España al Virreinato, del siglo de la Independencia al siglo de la Revolución y el trecho de historia de rupturas y divergencias estéticas, las principales visiones y corrientes artísticas europeas, asiáticas, africanas y de Oceanía encontraron un espacio fértil para contener y generar una nueva manera de expresión plástica. Con obras de especial factura y creativa singularidad se poblaron amplios espacios escultóricos en las zonas arqueológicas del Altiplano Mexicano, lo mismo que los palacios, templos y casonas, muchos de los cuales llegaron a nuestros días para reconocer en ellas con admiración sus encantos y privilegios.

Querétaro, la ciudad Levítica, la ciudad de las Luces, La Suiza mexicana, no ha sido ajena a la realidad de México. Las tres declaratorias del Patrimonio Cultural de la Humanidad, hacen de esta tierra una de encuentros de invaluables obras representativas de todos los periodos artísticos, en diálogo con el arte universal. Por si fuera poco, sin embargo, su estado de conservación física, y con ello estética, no ha sido el mejor en todo momento. Ha estado en riesgo la integridad de la obra y con ella su capacidad de preservación de su pasado. En este entorno, era impostergable la profesionalización de los estudios de conservación y restauración, disciplinas íntimamente ligadas al ser humano, y como tal con una excepcional evolución que ha implicado la integración de las ciencias aplicadas, los métodos iconográficos, la historia del arte, la investigación documental y aplicada, la gestión cultural, la museografía y la teoría de la restauración.

Se entiende por conservación de bienes muebles al conjunto de prácticas, técnicas, procedimientos y medidas para preservar, proteger, evitar el deterioro o pérdida (limpieza, restauración, estabilización y almacenamiento) sobre todo, de obras de arte, consideradas patrimonio cultural. Dichas obras son patrimonio, porque poseen un valor significativo para una sociedad o para la humanidad. Se entiende por restauración de bienes muebles proceso por el cual se reparar y conservan (limpieza, consolidación, reintegración y protección), sobre todo, obras de arte que han sufrido daños o deterioro para restaurar su apariencia original y preservar su valor histórico y cultural, sin eliminar las señales de su historia y edad, y garantizar su conservación a largo plazo.

fig1-jgFig.1
Trabajos de restauración en el locutorio en el templo de Santa Clara de Asís, Qro., Qro., 2013

 

Para este escrito se propone tanto dar cuenta de la historia de la licenciatura en restauración de la Facultad de Artes de la UAQ, como reflexionar acerca de su importancia y dignidad social y cultural, en un entorno lleno de historia y, por ende, de símbolos. En lo que sigue se describirá dicha historia, en primer lugar; para después, en segundo, apuntalar, por medio de una reflexión adecuada al momento, su importancia.

La UAQ y su participación en el proceso de restauración del Patrimonio Cultural queretano
La Máxima Casa de Estudios, consciente de la necesidad de conservación y restauración del Patrimonio Cultural en el Estado de Querétaro y la Región Centro del País, inicio en 1986 una serie de trámites y convenios con el INAH que terminaron con la aprobación de un Programa Educativo, por parte de la UAQ, y de manera unilateral, sin la intervención final del INAH.

Durante el periodo del Mtro. Adalberto Martínez como director del Instituto de Bellas Artes y durante el rectorado del Lic. Braulio Guerra Malo se aprobó un proyecto para la creación de la Carrera en Restauración de Pintura de Caballete a nivel medio profesional, dado el basto y rico patrimonio cultural y el estado lamentable de su conservación. El programa educativo se imponía frente al “problema de falta de conciencia cultural hacia los objetos que nos identifican y en los cuales podemos reconocernos históricamente; y a la falta de personal especializado en restauración, para intervenir dichos bienes.”[1] El nuevo programa se habría fundamentado en cuatro áreas: técnica, científica, humanística y complementaria y tendría una duración de tres años con un semestre propedéutico.

Consta en el libro de actas de sesiones del H. Consejo Universitario de 1986 marcado con el número XVII, a fojas setenta y siete vuelta, como parte del contenido del acta de la sesión ordinaria de fecha octubre catorce de mil novecientos ochenta y siete, un acuerdo que al calce dice:

Con la aclaración, por parte del Prof. Adalberto Martínez Arias, indicando que en el Instituto de Bellas Artes ya se cuenta con el equipo calificado suficiente para cumplimentar el requisito señalado por el Consejo Técnico del Área de humanidades, y, al no haber ningún otro comentario, el H. Consejo Universitario tuvo a bien aprobar por mayoría de votos el documento en el que se plantea la creación de la Carrera Técnica en Restauración de Pintura de Caballete.

Finalmente, la nueva carrera debía registrarse ante la Dirección General de Profesiones de la SEP para darle formalidad al plan, situación que sucedió el 14 de noviembre del mismo año, con la titularidad del Mtro. José Roberto González como fundador y primer coordinador.

fig2-jg

Fig. 2
Limpieza de pintura mural, locutorio del templo de Santa Clara de Asís, 2013.

 

Iniciado el proceso de formación profesional de los primeros restauradores especializados en pintura de caballete en Querétaro, se constituye esta carrera en la segunda opción de formación de restauradores en México y Latinoamérica luego de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En esta primera etapa, el programa Educativo aportó ocho generaciones, seis con el nivel técnico profesional asociado, sin el requisito obligatorio de la Educación Media Básica y dos generaciones de Técnico Superior Universitario, con un total de 56 egresados.

 

fig3-jgFig 3.
Limpieza mecánica, locutorio del templo de Santa Clara de Asís, 2013.

 

Luego de un proceso de cambio del nivel Técnico Profesional a Técnico Superior Universitario aprobado por el Consejo Universitario el 28 de junio de 2007, el programa educativo fue sometido a un proceso de evaluación por los CIEES (Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior), obteniendo el nivel I en la escala de evaluación. Las recomendaciones para el fortalecimiento del programa fueron abundantes, pero una de ellas esencial para el tránsito del programa por otros derroteros: elevar el nivel de la carrera técnica al grado de licenciatura.

fig4-jg

Fig 4
Limpieza química, locutorio del templo de Santa Clara de Asís, 2013.

 

Conscientes de esa necesidad y atendiendo las recomendaciones de los CIEES, un grupo de maestros, estudiantes y profesionales de la restauración tuvieron reuniones por casi ocho meses en 2009, teniendo como resultado la creación del nuevo programa de Licenciatura en Restauración de Bienes Muebles y su puesta en marcha en Julio de 2010. Desde este momento, el compromiso ineludible de la Universidad Autónoma de Querétaro con todos los bienes muebles de la nación, Patrimonio de la Humanidad, quedaría expresado y asentado en la vocación de identificarlos, conservarlos y restaurarlos para el uso y disfrute de futuras generaciones.

El planteamiento de este programa educativo ha sido el de diversificar la oferta educativa que antes había estado centrada en una especialidad en pintura de caballete, por otras como la escultura policromada, los documentos gráficos, la pintura mural, los textiles, los metales y la cerámica para una mejor y oportuna intervención del Patrimonio Cultural.

Ya han egresado varias generaciones de la Licenciatura en Restauración de Bienes Muebles, con la garantía de tratamiento de otros materiales diferentes a nuestra oferta histórica en beneficio del Patrimonio Cultural mueble de nuestra región.

fig5-jg

Fig. 5
Consolidación de pintura mural, locutorio del templo de Santa Clara de Asís, 2013.

 

La formación de los egresados y estudiantes actuales del programa educativo ha consistido en prácticas frente a la obra original, colaborando en proyectos diversos con instancias públicas y privadas del país en más de cien proyectos, entre los que destacan:

  • la restauración de la yesería del arco proscenio del Teatro Juárez de Guanajuato,
  • la restauración de la pintura mural decorativa y figurativa del Santuario de Nuestra Señora de la Luz de Salvatierra, Gto,
  • la restauración del retablo principal de nuestra Señora de los Remedios, Comonfort, Gto,
  • la restauración de los cielos rasos en el Palacio Martí, SLP,
  • la restauración del retablo barroco dedicado a San Martín de Tours en Huaquechula, Puebla, pintura mural del convento de Acolman, Estado de México,
  • la restauración de los murales y pintura mural del templo de San Francisco, El Coecillo, León, Gto,
  • el rescate de los murales de la vida de Santa Clara, Qro,
  • la restauración y la conservación de las fachadas y torres campanario y pintura mural en las misiones de Landa, Tancoyol y Tilaco en la Sierra Gorda de Querétaro,
  • la restauración de las capillas oratorios otomíes en el semidesierto queretano,
  • la restauración de fuentes públicas históricas del Centro Histórico de Querétaro y Guanajuato,
  • la conservación de la pintura mural en el convento de San Nicolás Tolentino, Actopan, Hgo,
  • la restauración de los retablos dorados en el templo de San Miguel en Villa Progreso, Ezequiel Montes,
  • la restauración de la pintura mural del templo de San Pedro y San Pablo en Cadereyta, Qro,
  • la restauración de los tapices y cielo raso de la Casona de los cinco patios, Qro,
  • la restauración de la pintura mural en la sacristía, la fachadas, la portadas, el convento y el templo de Santa Rosa de Viterbo, Qro,
  • la restauración de la pintura mural del Chateau du Rocher Mézangers mayennes, Francia.

Los retos de la restauración y conservación en Querétaro serán la consolidación e inserción de los egresados en el campo laboral para constituirse en la mejor opción para la intervención del patrimonio cultural del centro de México.

Reflexiones sobre el valor social y cultural de la restauración de bienes muebles históricos
Se admite, en principio, que la conservación y la restauración de bienes muebles es importante para preservar la historia y la cultura de una comunidad, así como para garantizar que estas obras de arte puedan ser disfrutados y estudiados por las generaciones futuras.

A nivel internacional, se cuenta con una historia de 20 años de preocupación por la conservación de bienes inmuebles. El marco legal de este interés se mantiene enmarcado por una concepción estática de la protección del patrimonio histórico-artístico por medio de restricciones y obras de exportación, reproducción y exploración de monumentos (Lee, 2008). Al mismo tiempo, se han acrecentado las posibilidades y el interés por el acercamiento de las personas a espacios y propuestas culturales, entre otros, las experiencias en monumentos, yacimientos arqueológicos y otros bienes patrimoniales (Moreno, 2013). Ello ha incentivado la valoración en campos académicos y hasta en el sentido común, motivando el interés por los procesos históricos que atraviesan este patrimonio material. Así, el reconocimiento del valor de los bienes inmuebles se ha integrado a las apreciaciones personales y a la forma de experimentar el espacio compartido (Cazado, 2018).

La conservación y restauración de estos bienes contribuye a la edificación de “lo compartido”, al participar en los procesos de supresión y preservación de la memoria, es decir, en la construcción colaborativa del recuerdo y el olvido. A través de trabajos para la continuidad, el olvido, los acuerdos o conciliaciones, la adaptabilidad, la flexibilidad, y hasta la destrucción (Cazado, 2018), la restauración interviene en la objetivación de recuerdos socializados que, por su naturaleza simbólica, se mantienen siempre dinámicos y transitivos en la negociación de la historia común. Así, la restauración de bienes contribuye a la conservación y hasta creación de actos de memoria histórica social que se integra al discurso público de la identidad (Gamboa, et al, 2015).

En tiempo de discursos locales y globales que convergen, se recupera la necesidad de proteger los bienes tanto como los contextos que los declaran valiosos para una sociedad. El creciente valor que se le confiere al patrimonio en discursos cotidianos, académicos y con fines turísticos comerciales aporta a la conciencia de la importancia de la memoria, el olvido y su integración con las narrativas de la identidad personal y grupal (Rivera, 1998). En este sentido, es fundamental compartir con el público en general la labor, las bases y los compromisos con la restauración, así como la importancia de la formación científica y técnica del restaurador, para hacer de la recuperación de las narrativas un trabajo compartido (Moreno, 2013).

La forma en que cada grupo adquiere clasifica y recupera la memoria histórica se articula como un proyecto epistemológico en el que se disponen los objetivos y significados de las sociedades y generaciones. Por lo tanto, se trata de una negociación sobre las formas y casos en los que la restauración puede proteger. Al mismo tiempo, se trata de la reproducción y el cuestionamiento de los valores en el continuo de las generaciones de restauradores quienes se encargarán de incorporar las nuevas demandas de valoraciones sobre los bienes y el patrimonio para las próximas estructuras sociales (Gamboa, et al, 2015).

De esta forma, el valor de un bien y su restauración se integra en distintos niveles sobre la identidad cultural, su gestión, su instrumentalización y, de forma preponderante, su relevancia histórica-artística para generaciones actuales, así como para las venideras. En este afán se integran valores socioculturales, sociopolíticos económicos y contextuales que contribuyen a dar forma a las historias de recuerdo y olvido plasmadas a través de trabajos de restauración (Cazado, 2018).

Ahora bien, el valor cultural de la restauración trasciende las adjetivaciones con que comúnmente se tilda su efecto en el patrimonio. En tanto que conservar íntegramente el sentido y significados profundos de un bien mueble resulta imposible, la actividad del restaurador no se limita a la mera preservación de objetos con valor histórico. Para el restaurador, su práctica precisa no sólo una forma de conservar la historia a través de sus manifestaciones físicas, sino también una forma de conmemorar el legado de quienes estuvieron antes que nosotros.

En tanto disciplina, o interdisciplina, la restauración de bienes muebles alberga un cúmulo de conocimientos teóricos y prácticos, una serie de lineamientos profesionales y un proceso de trabajo altamente meticuloso. En esta disciplina convergen el sentir antropológico y la historia, las ciencias exactas y las sociales, el arte y las humanidades. Si bien el interés humano por la conservación se remonta a la antigüedad, fueron quizá los egipcios y los romanos quienes tuvieron mayor influencia en este arte, pues ambas culturas no sólo legaron un cúmulo importante de conocimientos y técnicas, sino un interés legítimo por asegurar sus legados a lo largo de la historia.

El complejo proceso que precisa el acto de restaurar requiere, además de conocimientos técnicos, científicos y artísticos, el estudio profundo del contexto cultural en el que se acuñó la pieza a restaurar, el análisis de los materiales utilizados y los métodos de fabricación original. Sumado a esto, el restaurador debe tomar de decisiones éticas y estéticas de las cuales dependerá la permanencia y hasta exaltación del valor histórico, cultural y simbólico de la obra.

La restauración, en tanto quehacer humano, permite mantener viva la historia y aviva la identidad cultural de las sociedades. En tanto que los bienes materiales forman parte del legado material de los pueblos, constituyen un testimonio del pasado y representan nuestro patrimonio. Así, la labor del restaurador reside no sólo en reparar los daños físicos, sino que respetar y perpetuar la autenticidad del bien restaurado, manteniendo así su valor estético y simbólico.

Al restaurar, se devuelve, sí, la apariencia original del bien restaurado, pero también se brinda la posibilidad de que futuras generaciones puedan apreciar aquello que tuvo lugar en nuestra historia como humanidad; la identidad y el sentido de pertenencia a una comunidad. Es por tanto que el valor cultural de la restauración reside no sólo en la preservación del patrimonio cultural, sino en la posibilidad que esta labor brinda de transmitir nuestra historia y nuestra identidad a las futuras generaciones.

 

Referencias
Cazado Pérez, F. J. (2018) El valor en la conservación-restauración de bienes culturales inmuebles. Historia y Conservación del Patrimonio Edificado, 1, 1. http://www.revistahistoriayconservacion.cuaad.udg.mx/index.php/revistahis/article/view/25/12
Gamboa Sierra, W, Loaiza Álvarez, M y Roa Triana, J. (2015). Memoria histórica y patrimonio cultural: su contribución a la restauración del tejido social, en un escenario de post conflicto en Colombia. En: Cátedra Unesco y Cátedra Infancia: justicia transicional y memoria histórica. Universidad Externado de Colombia https://doi.org/10.57998/bdigital.handle.001.2095
Gendrop, P. (2001). Diccionario de Arquitectura Mesoamericana. México: Trillas.
Lee Alardín, M. G. (2008) Apuntes sobre la conservación y restauración del patrimonio en México. CPC, 6, p. 7-20. http://ri.ibero.mx/handle/ibero/3107
Moreno Cifuentes, M. A. (2013) Aspectos Sociales de la conservación y restauración del patrimonio. Ge-conservación, 4, pp. 7-22. https://doi.org/10.37558/gec.v4i0.168
Rivera Blanco, J. (1998) El patrimonio y la restauración arquitectónica. Astragalo, 10. https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.1998.i10.15

Nota
[1]
Proyecto para la carrera de restauración de pintura de caballete, UAQ, 1986, pág. 3

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴