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Machismo y violencia de género en América Latina: un retraso moral, cultural y político en materia feminista.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 25/08/2020

Resumen
La cultura patriarcal se extiende por todos los continentes, sin embargo, no con la misma intensidad y calidad. En este breve ensayo se muestra cómo algunas naciones de la mano de los movimientos feministas han logrado modificar la conciencia moral colectiva. A su vez, se muestra el retraso de América Latina en las políticas sociales y feministas, así como su relación con la violencia de género.

Palabras claves: feminismo, patriarcado, cultura, desarrollo moral, política.

 

Introducción
“Despreciar el feminismo porque no todos los hombres son maltratadores o violadores es tan estúpido como decir que el racismo no existe porque no todos los blancos son del Ku Klux Klan” (Pérez de las Heras, 2019, p. 70).

La dominación masculina en la sociedad es un fenómeno de larga trayectoria histórica, la cual configuró una compleja cultura patriarcal, marcada por diversas manifestaciones machistas y misóginas. En este simbolismo social, que todavía sobrevive a nivel mundial, se pueden apreciar múltiples significados y estereotipos de género que alienan la subjetividad humana (Bourdieu, 2000; De Beauvoir, 2017; Martínez y Ramírez, 2017; Mujica, 2019, 2020; Pérez de las Heras, 2019). Cabe destacar, que, como se profundizará en el siguiente apartado, la sobrevivencia de la cultura patriarcal es desigual a nivel mundial, ya que la cultura feminista ha podido mejorar la moral humana en diversas naciones desarrolladas. También la cultura patriarcal es desigual a nivel personal en un mismo territorio, es decir, hay diferentes niveles de machismo en hombres y mujeres de una misma región.

Sobre los niveles de machismo en la sociedad, evidentemente, son los hombres los que regularmente han manifestado las expresiones más brutales y crueles del maltrato hacia las mujeres, como las violaciones o los feminicidios. Aquellos altos niveles de machismo pueden ser perfectamente tratados como actos de personas psicópatas, que no han logrado desarrollar una sensibilidad moral asociada a la bondad humana y se dejan llevar por sus enfermizos instintos extremadamente egoístas. En este sentido, basándome en los análisis del filósofo ítalo-alemán von Hildebrand (2006, 2009), diría que quienes han encarnado aquellos brutales niveles de machismo son personas que han padecido una de las más severas cegueras morales. En términos similares, podríamos comparar los crímenes machistas con muchos otros crímenes de lesa humanidad, por ejemplo, con las víctimas de la esclavitud, del comunismo o del holocausto nazi. Por supuesto, liderados y cometidos por personas muy descendidas a nivel moral. Con menor gravedad, pero también dañinas, encontramos muchas manifestaciones machistas que denotan cegueras morales, por ejemplo, reproducción de estereotipos de género, indiferencia ante las injusticias patriarcales y aprovechamiento por parte de los hombres a los beneficios que le otorga dicho orden social inequitativo. Por otro lado, encarnando una realidad mundial muy esperanzadora, existen hombres y mujeres que denotan una moral feminista muy bien desarrollada, es decir, que, con una actitud anti-patriarcal, promueven la igualdad de derechos humanos con independencia del sexo y el género.

El patriarcado contemporáneo del siglo XXI, por lo menos en occidente, se encuentra muy debilitado en comparación con el de las épocas anteriores, es decir, con el de la Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna. Aquel debilitamiento se aprecia en una conciencia moral colectiva que, en buena parte de la sociedad, ha criticado los patrones culturales patriarcales y ha levantado la bandera de la lucha feminista. Esto último es fundamental, porque dicho progreso moral no es producto de una causa desconocida, es el triunfo de la razón, la democracia, la justicia y el amor por sobre la barbarie humana. Cabe destacar, que el ejemplo moral de Jesús también tuvo un horizonte feminista que desafió algunas de los cánones machistas de su época (Mujica, 2018), pero, paradójicamente, buena parte de las religiones cristianas convencionales no han sido un ejemplo en dicha materia. Aquello también podría entenderse por la falta de progreso moral de los hombres que tomaron el liderazgo del mensaje cristiano. Al respecto, en los últimos años la religión anglicana en Inglaterra ha rectificado su trato a los mujeres y ha dado algunos pasos feministas al permitirlas en el sacerdocio, es decir, ser sacerdotisas de su religión cristiana (Amiguet, 2017). Lo anterior, sin duda, no es algo ajeno de la conciencia moral colectiva de dicho territorio y su desarrollo cultural. De hecho, Inglaterra ha sido también parte de la cuna del movimiento feminista contemporáneo (Rochefort, 2010).

Con relación a lo expuesto anteriormente, se dará paso a un análisis que argumenta la directa relación entre conciencia moral colectiva feminista y disminución de la violencia de género, en el marco de la región latinoamericana.

El retraso de América Latina en materia feminista
Las políticas sociales de una nación democrática son un buen reflejo del desarrollo moral y cultural de su ciudadanía. Entre los países, recientemente, más reconocidos por el Foro Económico Mundial por sus políticas sociales feministas (mayoritariamente países europeos), no suelen estar muy representados los países de América Latina, destacando Nicaragua y Costa Rica (World Economic Forum, 2019). Sin embargo, consecuentemente ante la falta de dichas políticas anti-patriarcales, los países de América Latina sí están bien representados en los informes de feminicidios a nivel mundial. En concreto, un reciente informe muestra que 14 de los 25 países con más feminicidios del mundo eran de América Latina y el Caribe (García, 2018). Por supuesto, entre ellos no estaba Nicaragua y tampoco Costa Rica. Otro informe de la CEPAL mostró que en el año 2018 los países con más alta tasa de Feminicidios fueron El Salvador, Honduras, Bolivia, Guatemala y la República Dominicana (CEPAL, 2018). Si contrastamos dichos países con el ranking de políticas feministas del World Economic Forum (2019), encontramos que El Salvador está en el puesto 80; Honduras en el 58; Bolivia en el 42; Guatemala en el 113; y República Dominicana en el 86. En general, estaríamos hablando de países bastante retrasados en cuanto a un trato social más adecuado para con las mujeres.

Queda mucho trabajo todavía por hacer en América Latina para mejorar la cultura y aproximarse a una mentalidad más feminista y menos patriarcal. Se sabe que estos cambios culturales toman mucho tiempo, ya que, por medio del esfuerzo pedagógico, es necesario remover costumbres y creencias que se encuentran muy arraigadas en la subjetividad de los diferentes grupos sociales que conforman cada nación. Por lo mismo, muchas personas serán indiferentes o enemigas de quienes lideren esta lucha por los derechos humanos. Lamentablemente, es sabido que muchas mujeres mueren por sus reivindicaciones sociales. No obstante, a pesar de toda la resistencia que pueda surgir, la primavera feminista ya ha comenzado en América Latina y ya será tiempo de cosechar los logros que dejarán todas las buenas acciones en pro de una región con mayor justicia social. Y, claramente, con una mejor conciencia moral colectiva.

Mientras tanto, considerando que todavía hay una importante presencia de oscuridad o ceguera moral en las conciencias de muchos hombres, es preciso que las mujeres se cuiden de las malas intenciones de muchos de ellos que acechan cobardemente a sus posibles víctimas. En cuanto al perfil que pueden tener aquellos hombres más peligrosos por su decadencia moral, debo decir que son personas que pueden presentar buenas habilidades intelectuales para engañar y mentir a su entorno, astucia, frialdad e hipocresía afectiva y un brutal egoísmo. Desde la perspectiva espiritual, también serían personas muy débiles a sus instintos más animales. Es más, como se puede apreciar en muchos casos de violaciones sexuales o feminicidios, varios de los victimarios estaban integrados en la sociedad y desempeñaban algún oficio o profesión. De hecho, es muy probable que estas personas ante un contexto cultural que hubiese promovido desde su infancia un buen desarrollo moral y les hubiese sensibilizado en torno a una ética de los derechos humanos, hubiesen podido haber evitado cometer dichos crímenes. Como bien dice López-Francés (2012), “la educación, entendida en su sentido más amplio, es una herramienta fundamental para conseguir la igualdad y la prevención de la violencia de género” (p. 994).

Se reconoce que el problema de la violencia en la pareja es un problema complejo y multifactorial que requiere ser analizado e investigado con pensamiento crítico, evitando caer en formulaciones reduccionistas y culturalistas que simplifiquen el fenómeno (Bolaños y Hernández, 2014). Pero a ello también es necesario agregar, sin caer en una perspectiva cientificista, ya que la cultura patriarcal es más compleja de lo que algunas científicos pueden creer y su relación con la subjetividad humana puede tener mayor complicidad de lo que se crea. es fundamental apreciar que la ética feminista ha tenido notables consecuencias a nivel global y, por ende, ha de ser la luz que guíe la lucha contra la violencia de género en América Latina. Además, como señala Bejarano (2014), la instauración de políticas sociales efectivas que apoyen a las mujeres ante la violencia de género sería un importante mecanismo para prevenir los feminicidios. Al respecto, abundan los casos en América Latina de mujeres que denuncian los maltratos y el estado no les proporcionó ninguna opción que las haya protegido ante un eminente feminicidio.

Consideraciones finales
Como primera conclusión de este ensayo, hemos de señalar que los países más avanzados en materia moral, cultural y política de corte feminista, son países que no se encuentran entre los países con mayores tasas de feminicidios. Es decir, son países que muestran un mayor respeto hacia la vida de las mujeres.

En segundo lugar, se considera que buena parte de los países de América Latina están atrasados en materia de políticas sociales feministas y, por ende, reflejan un retraso moral y cultural en comparación con buena parte de las naciones europeas. Esto coincide con que, históricamente, en Europa y Norte América se han vivido algunos de los primeros movimientos feministas reivindicativos. A su vez, la región de América Latina ha liderado las tasas de feminicidio en informes internacionales sobre la violencia de género en los últimos años, lo cual sería consecuente con el retraso señalado anteriormente.

Finalmente, se concluye que el progreso moral de una nación se puede apreciar en cuán patriarcal es su gente y su cultura. A menor machismo y relaciones humanas basadas en la opresión, mayor es su desarrollo.

Felipe Mujica

Referencias bibliográficas
1. Amiguet, T. (2017). Mujeres sacerdotes, la Iglesia de Inglaterra reta al catolicismo. <em>Periódico La Vanguardia. </em>Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20171111/432719439593/iglesia-de-inglatarra-mujeres-sacerdotes-anglicanismo-sacerdotisas.html
2. Bejarano, M. (2014). El feminicidio es sólo la punta del iceberg. <em>Región y sociedad</em>, <em>26</em>(especial 4), 13-44.
3. Bolaños, F. y Hernández, A. (2018). Efectividad de las intervenciones en la violencia de pareja y ética. <em>Revista Latinoamericana de Bioética</em>, <em>18</em>(35-2), 33-61.
4. Bourdieu, P. (2000). <em>La dominación masculina</em>. Barcelona: Anagrama.
5. CEPAL. (2018). Feminicidio. <em>Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. </em>Recuperado de: https://oig.cepal.org/es/indicadores/feminicidio
6. De Beauvoir, S. (2017). <em>El segundo sexo. </em>Madrid: Cátedra.
7. García, A. (2018). 14 de los 25 países con más feminicidios se ubican en América Latina. <em>Periódico El Economista. </em>Recuperado de: https://www.eleconomista.com.mx/politica/14-de-los-25-paises-con-mas-feminicidios-se-ubican-en-America-Latina–20181120-0048.html
8. López-Francés, I. (2012). Educación para la igualdad y prevención de la violencia de género. En I. Vázquez Bermúdez (Coord.), Investigación y género, inseparables en el presente y en el futuro: IV Congreso Universitario Nacional Investigación y Género, [libro de actas]. Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla, 21 y 22 de junio de 2012. Sevilla: Unidad para la Igualdad, Universidad de Sevilla., 989-999.
9. Martínez, I. y Ramírez, G. (2017). Des-patriarcalizar y des-colonizar la educación. Experiencias para una formación feminista del profesorado. <em>Revista Internacional de Educación para la Justicia Social</em>, <em>6</em>(2), 81-95.
10. Mujica, F. (2018). El sentido feminista en el cristianismo. <em>Revista Crítica.cl. </em>Recuperado de: https://critica.cl/estudios-culturales/el-sentido-feminista-en-el-cristianismo
11. Mujica, F. (2019). Reglamento sexista en los centros de educación escolar en Chile. <em>CPU-e. Revista de Investigación Educativa, 29</em>, 87-107. doi: 10.25009/cpue.v0i29.2634
12. Mujica, F. (2020). Educación moral en función del amor en los procesos pedagógicos: prevención de la violencia de género. <em>Revista Ensayos, 35</em>(1), 67-78.
13. Pérez de las Heras, N. (2019). <em>Feminismo para torpes. </em>Barcelona: Planeta.
14. Rochefort, F. (2010). Del derecho de la mujer al feminismo en Europa, 1860-1914. En C. Fauré (Ed.), <em>Enciclopedia histórica y política de las mujeres. Europa y América </em>(pp. 193-212). Madrid: Akal.
15. World Economic Forum. (2019). <em>Global Gender Gap. </em><em>Report 2020. </em>Switzerland.
16. Von Hildebrand, D. (2006). <em>Moralidad y conocimiento ético de los valores.</em> Madrid: Cristiandad.
17. Von Hildebrand, D. (2009). <em>El corazón. </em>Madrid: Palabra.
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