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Crítica al argumento ateo de la tetera de Russell

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 12/03/2021

Resumen
En este ensayo, con una clara retórica filosófica teísta, se aborda, en primer lugar, desde una perspectiva crítica el ateísmo. Posteriormente, en términos más específicos, se hace referencia, al argumento de la tetera de porcelana del filósofo británico Bertrand Russell. Dicho postulado se considera bastante astuto para rehuir del tema de Dios, pero, desde una mirada ontológica y existencial, sumamente insignificante.

Palabras claves: Dios, filosofía, existencialismo, ateísmo, Bertrand Russell.

 

Introducción
Sabido es que no hay un solo tipo de ateísmo, pero todos tienen aspectos en común o, para no pecar de sabelotodo, diré que la mayoría de ellos. Uno de esos aspectos, a mi entender, es su actitud reaccionaria frente al orden social establecido y la influencia que ha tenido de las variadas religiones convencionales. Si tomamos la idea del filósofo alemán, Martin Heidegger (1997), de estar-en-el-mundo, hemos de entender que toda persona que haya sido educada sobre la historia de la humanidad y haya vivido en alguna nación que permita el culto religioso, ha encarnado, de forma más o menos directa, el poder de las religiones. Las mentes más críticas de dicho orden social, son las que más pronto se indignan de los abusos de poder y de los absurdos con los que se sostiene aquella jerarquía. Este fenómeno suele suceder en diferentes ámbitos culturales, pero, con bastante frecuencia, en política y religión. Y, en torno a esta última, es innegable que existe mucho de lo señalado anteriormente para alimentar la indignación. Como anécdota personal, debo señalar que viví en carne propia dicha molestia y decepción, por lo mismo, también viví una etapa de ateísmo, de modo que, hasta cierto punto, sé lo que es ser ateo1.

La actitud reaccionaria de la gente atea le llevaría, frecuentemente, a fundamentar su razonamiento en torno a lo absurdo que existe en las religiones y, consecuentemente, a difundir, legítimamente, dichos aspectos considerados poco inteligentes. En este sentido, debo admitir que la gente atea suele gozar de buena inteligencia y capacidad crítica, pero, según mi entender, les faltaría seguir mejorando aquello para llegar a la excelencia2. Existen muchas personalidades ateas que son referentes indiscutibles del ámbito intelectual, pero quiero hacer énfasis en que varias de ellas suelen ser especialistas en las injusticias sociales promovidas en nombre de Dios. Por nombrar solamente algunos, tenemos a los filósofos Karl Marx (2018), Friedrich Nietzsche (2011, 2014) y Michel Foucault (2019). Pensadores ateos de esta alta categoría intelectual, que han solido ser bastante propulsores de la idea que la religión aliena y/o enferma a las personas, como si fuese un mal en sí mismo. De todas maneras, bien se basan en las atrocidades que han cometido los estudiosos de la religión en torno a Dios, como, por ejemplo, entenderlo desde una mirada antropomórfica (Villalobos, 2014). De igual forma, no dejan de recordar que aquella alienación aporta bastantes beneficios a un sector de la sociedad bastante conservador y oligárquico. Aquella interpretación se ha expandido bastante en la sociedad, de modo que ya no pertenece a los más altos círculos intelectuales, sino que a la gente común3 o a parte de la masa social.

Manteniendo la sinceridad, no puedo afirmar que aquella crítica sobre las consecuencias de la religión en la sociedad es completamente equivocada. Por el contrario, reconozco que aquella arremetida atea tiene bastante razón, lo que ha contribuido a promover el ideal ateo o, en otras palabras, que el ateísmo haya logrado ganar muchos adherentes. Hemos de considerar que el panorama filosófico de buena parte del siglo XX y del siglo XXI, el de la posmodernidad (Wesley, 2012), ha contribuido al derrumbamiento de diferentes dogmas religiosos. Entre la crítica sobre la alienación, el machismo y el poder de las religiones, sumado al contexto posmoderno, las personas encuentran aires de inteligencia en el ateísmo. Pero el mayor problema de esa gente, es que ignora que también hay personas creyentes en Dios y, por tanto, de alguna forma religiosa, que también han cuestionado aquellas mezquindades. Por mencionar algunas destacadas personalidades de la filosofía y la fe, señalaré a Soren Kierkegaard4, Miguel de Unamuno5, Simone Weil6 y José Antonio Marina7. Cuando la masa, o la gente común, se interesen por el mundo de las ideas y estudie diferentes perspectivas filosóficas sobre el asunto de la religión, podrá encontrar otros respiros que harán tambalear sus dogmas ateos. Sobre todo, porque aprenderá que la inteligencia no es contradictoria a la fe y que la idea de Dios no se acaba ni comienza con las religiones establecidas y su institucionalidad. El problema de Dios es mucho más complejo y en ningún caso de reduce a la historia, la cultura y el fenómeno religioso. Es una problemática vigente que no ha sido resuelta y que la estructura del ser humano, mientras más libre se encuentre, más sed tendrá de abordarla. Por lo mismo, Miguel de Unamuno no duda en señalar la siguiente afirmación:

“El cristianismo es un valor del espíritu universal que tiene sus raíces en lo más íntimo de la individualidad humana” (Unamuno, 2013, p. 31).

En el mismo sentido, el filósofo danés Soren Kierkegaard afirmaba que el ser humano es una síntesis entre lo finito y lo infinito. Este infinito tendría para muchas personas creyentes, como Kierkegaard, Unamuno y yo (Mujica, 2020a, 2020b, 2020c), su máxima expresión en Dios. Este es el motivo por el que, desde mi perspectiva, cualquier persona que haya logrado desarrollar ese conocimiento de sí mismo y conectarse con su propia esencia, será una persona que despierte su sed de Dios y se vea obligado a saciarla con la fe. Sobre esta misma sed de infinito se refirió Edison Higuera (2018), en su artículo titulado La agonía del ateísmo, señalando, de la mano de San Agustín de Hipona, que “la estructura constitutiva del hombre es insaciable” (Higuera, 2018, p. 42). El mismo autor realizó una breve, pero directa, crítica al ateísmo, analizando sus errados y superficiales aires de triunfalismo en nuestra época, y aportando los siguientes defectos existenciales que suelen estar implícitos en la ideología o fe atea: a) nihilismo8; b) hedonismo9; c) utilitarismo, pragmatismo, materialismo e inmanentismo10; y d) cientificismo11. Pasemos ahora a ver una reflexión que he tenido sobre la postura del ateísmo y las limitaciones ontológicas del ser humano.
El ateísmo tiene muchos argumentos y, en esta ocasión, me referiré, de forma crítica, cuestionando su potencial, al de la tetera de Russell.

Sobre la tetera de Russell
Esta idea es uno de los argumentos ateos que ha ganado popularidad en las discusiones en torno a Dios, sobre todo, para refutar y caricaturizar la creencia que afirma su existencia. La idea fue aportada por el británico Bertrand Russell, matemático, premio nobel de literatura y filósofo ateo, uno de los referentes del subjetivismo ético (Frondizi, 1968). Aquel intelectual sostuvo en una discusión una analogía sobre los problemas imposibles o casi imposibles de comprobar de forma directa, de modo que no sería lógico perder tiempo en ellos, sobre todo, porque cualquier persona podría ir por la vida inventándolos. En el caso que alguien quisiera discutir sobre un tema de ese tipo, debía primero demostrar que lo que plantea es un problema real y no uno absurdo. Russell aportó, como ejemplo de este tipo de problemas, el de una tetera de porcelana que orbita alrededor del sol, entre la Tierra y Marte. Evidentemente, aquella tetera sería muy imperceptible, por lo que nadie podría definir en términos exactos la veracidad de aquella hipótesis.

Sobre la hipótesis de la tetera que ha planteado Russell, debo admitir que es muy astuta y que tiene muchos aspectos similares a la hipótesis de la existencia de Dios. No obstante, ontológicamente y existencialmente, tiene unas diferencias que hacen insostenible su comparación con el problema de Dios. Por lo tanto, en cuanto a la relevancia de la hipótesis, la de la tetera es algo enormemente insignificante en cuanto al problema de Dios. De hecho, afirmar lo contrario, es un insulto a la inteligencia humana. En primer lugar, hemos de diferenciar que el problema o la hipótesis de la tetera, y cualquier otra hipótesis del mismo estilo, es un supuesto inventado por un ser humano en torno a cuestiones mundanas. Es decir, dicha hipótesis no representa o se asocia a un problema existencial que tenga mayores consecuencias en torno a la ontología del ser humano. En otras palabras, sobre lo que significa ser humano. Por otro lado, la hipótesis de Dios sí responde a una cuestión existencial y define unas ciertas posibles ontologías del ser humano. Por ello, hasta las mismas personas ateas, para no demostrar que su posición es un completo absurdo, han de explicar la lógica que sostiene su posicionamiento frente a la hipótesis de Dios. Entendiendo, por cierto, que no existe una única concepción de Dios, sino que son variadas. Por ejemplo, está el deísmo12, el teísmo13, monoteísmo14, panteísmo15, pandeísmo16 y el panenteísmo17, entre otros.

Con base en lo anteriormente expuesto, he de considerar la analogía de la tetera como una pobre forma de evitar el tema más trascendental de la existencia humana. Sin embargo, para las mentes que no captan esta profunda diferencia entre la calidad de ambas hipótesis, han de considerar que Bertrand Russell hizo un gran aporte al saber filosófico en torno a Dios. Algo, sin duda, bastante triste y expresivo de una cultura superficial.

Felipe Mujica

Notas:
  1. Mi etapa de ateísmo la viví entre la adolescencia y mi temprana adultez, o sea, en parte de mi época escolar y universitaria. Esta etapa la superé de forma bastante natural con el estudio y la reflexión de asuntos existenciales. Sobre todo, cuando descubrí que ser ateo no es una posición muy sabia sobre la vida, sus aparentes paradojas y sus misterios.
  2. Por excelencia entiendo un adecuado equilibrio entre lo racional y lo moral.
  3. Por gente común entenderemos a las personas que no han dedicado su vida al estudio de la filosofía.
  4. Véase su crítica a la cristiandad en Mi punto de Vista (Kierkegaard, 1988).
  5. Véase su crítica a las mezquindades del catolicismo y del judaísmo (Unamuno, 1971, 2013).
  6. Véase la crítica a la doctrina católica en Carta a un religioso (Weil, 2011).
  7. Véase la crítica a la evolución del cristianismo en Por qué soy cristiano (Marina, 2005).
  8. Pérdida del sentido de la vida, al asumir una postura relativista frente al mundo. Para entender bien las problemáticas personales del nihilismo, véase el libro El Hombre Light. La importancia de una vida con valores del psiquiatra español Enrique Rojas (2012).
  9. Sobrevaloración del placer en la vida humana, coartando la libertad y el desarrollo moral del ser humano. Para comprender más el problema del hedonismo y el crecimiento ético, véase Mujica (2019a, 2019b).
  10. Estas cualidades tienen una semántica diferente, pero se encuentran bastantes integradas, ya que tienen en común la indiferencia o negación de los aspectos metafísicos y que trascienden lo concreto, inmediato y mundano. Para introducirse en una crítica a la lógica del utilitarismo, véase Peña (2018). En cuanto a los defectos del materialismo, véase Aristóteles (2017) y Kardec (2017).
  11. Esta cualidad hace referencia a una idolatría a la ciencia, sobredimensionándola y desconociendo sus limitaciones. Muchas personalidades ateas creen que la ciencia explica todo, siendo capaz, incluso, de concluir sobre la existencia de Dios. Esto demuestra, hasta cierto punto, la poca honestidad o la ignorancia en torno a los alcances de los métodos científicos y el desprecio de la filosofía. Considerando, por cierto, que ni la filosofía puede dictaminar absolutamente la existencia de Dios. Para introducirse en las limitaciones de la ciencia, véase La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico (Scheler, 1966).
  12. Creencia sobre la existencia de un Dios supremo o diferentes divinidades. Además, esta concepción prescinde de religiones y niega una intervención divina en el mundo. Entre las personalidades de la filosofía de esta creencia estarían Immanuel Kant, Gottfried Leibniz, Thomas Hobbes y Voltaire.
  13. Creencia sobre la existencia de por lo menos un Dios, creador del universo y que interviene en el mundo y el universo. Personalidades de la filosofía teísta son muchas y son parte de las religiones convencionales con más seguidores del mundo. Entre ellas, por mencionar algunas, las religiones cristianas, judía y musulmana. También hay filósofos de otros credos menos populares, como el que me identifico yo, en concreto, espiritismo o la doctrina espírita.
  14. Creencia sobre la existencia de un único Dios. Personalidades de la filosofía monoteísta son Blaise Pascal, San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino, Soren Kierkegaard, Edith Stein, Jacques Maritain, Miguel de Unamuno y Dietrich von Hildebrand.
  15. Creencia que plantea la idea de que Dios es inmanente al mundo o el universo, de modo que todo lo que existe es parte de Dios. Personalidades de la filosofía y la ciencia que sostienen esta creencia son Baruch Spinoza (2007) y Albert Einstein (2013).
  16. Creencia que señala a Dios como creador del universo, pero que posteriormente se convirtió en el mismo universo y dejó de existir de forma separada con su creación. Un representante de aquella idea es el físico y filósofo alemán Max Bernhard Weinstein (2020).
  17. Creencia que sostiene que existe un único Dios, causa primera o creador del mundo, que es inmanente y, a su vez, trascendente al mundo o al universo. Es decir, que es parte del mundo, pero es más que el mundo, su existencia no se reduce o limita a su creación. Un representante de esta corriente es el filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause, conocido como Karl Krause (2018).
Referencias Bibliográficas
Aristóteles. (2017). Metafísica (23ª ed.) (3ª impresión). Barcelona: Espasa.
Einstein, Albert. (2013). Mi visión del mundo. Barcelona: Tusquets.
Foucault, Michel. (2019). Microfísica del poder. Buenos Aires: Siglo veintiuno.
Frondizi, Risieri. (1968). ¿Qué son los valores? (4ª ed.). México: Fondo de Cultura Económica.
Heidegger, Martin. (1997). Ser y Tiempo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
Higuera, Edison. (2018). La agonía del ateísmo. International Journal of Latest Research in Humanities and Social Science (IJLRHSS), 1(4), 36-44.
Kardec, Allan. (2017). El libro de los espíritus. Una enseñanza trascendental (7ª ed.). Málaga: Sirio.
Kierkegaard, Soren. (1988). Mi punto de vista. Madrid: Aguilar.
Krause, Karl. (2018).Vorlesungen über das System der Philosophie. Marrickville: Wentworth Press.
Marina, José Antonio. (2005). Por qué soy cristiano. Barcelona: Anagrama.
Marx, Karl. (2018). Sobre la religión. De la alienación religiosa al fetichismo de la mercancía. Madrid: Trotta.
Mujica, F. (2020a). Meditaciones espirituales. Navegando por una moral cristiana, progresista y espiritista. España: Mibestseller.es.
Mujica, Felipe. (2020b). Crítica al ateísmo y al materialismo. España: Mibestseller.es.
Mujica, Felipe. (2020c). El gran absurdo del ateísmo. Revista Ensayos de Filosofía, anotaciones,1-2. Recuperado de: https://www.ensayos-filosofia.es/archivos/anotacion/el-gran-absurdo-del-ateismo
Nietzsche, Friedrich. (2011). Así habló Zaratustra. Madrid: Alianza.
Nietzsche, Friedrich. (2014). El anticristo. Una maldición sobre el cristianismo.
Rojas, Enrique. (2012). El hombre light. La importancia de una vida con valores. Madrid: Temas de Hoy.
Scheler, Max. (1966). La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico (3ª ed.). Buenos Aires: Nova.
Spinoza, Baruch. (2007). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Tecnos.
Unamuno, Miguel. (1971). Del sentimiento trágico de la vida (12ª ed.). Madrid: Espasa-Calpe.
Unamuno, Miguel. (2013). La agonía del cristianismo (3ª ed.). Madrid: alianza.
Zarátamo: Maceda.
Villalobos, Ricardo. (2014). Psicología del ateísmo occidental. Revista Espiga, 28, 83-92.
Weil, Simone. (2011). Carta a un religioso (2ª ed.). Madrid: Trotta.
Weinstein, Max. (2020). Welt- und Lebenanschauungen; hervorgegangen aus Religion, Philosophie und Naturerkenntnis. Glasgow: Good Press.
Wesley, John. (2012). Posmodernidad y educación cristiana: desafíos ideológicos
contemporáneos. Enfoques, 24(2), 85-100.

 

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2 comentarios

La analogía de la tetera de Rusell no se emplea para desacreditar la existencia de uno o varios dioses, sino para ilustrar que no es en el escéptico en quien cae la responsabilidad de demostrar su no existencia; es el creyente quien debe demostrar la existencia. Es un contraargumento contra los argumentos no falsables tan abundantes en la discusión teológica, al margen de la importancia subjetiva que el autor quiera darle a la materia (decir «es una cuestión existencial muy importante» no exime de la responsabilidad de demostración, porque no es más que una apreciación personal). El planteamiento del autor es erróneo desde el principio.

Por Jose el día 27/10/2023 a las 08:38. Responder #

Señor Felipe Mujica.
Buen día. Me pareció interesante conversar con usted sobre lo que leí en su artículo “CRÍTICA AL ARGUMENTO ATEO DE LA TETERA DE RUSSELL”.
El tema de dios es atrayente porque a lo largo de la historia ha tenido gran importancia y ha sido fuente de grandes discusiones y también de dogmatismos irracionales, pasiones violentas y guerras conquistadoras.
Dice usted que “… no hay un solo tipo de ateísmo, pero todos tienen aspectos en común o, para no pecar de sabelotodo, diré que la mayoría de ellos. Uno de esos aspectos, a mi entender, es su actitud reaccionaria frente al orden social establecido y la influencia que ha tenido de las variadas religiones convencionales.”
En primer lugar, para hablar de dios (como de cualquier otra idea) es preciso reconocer con humildad que todo lo que pensamos los seres humanos son representaciones mentales, muchas de ellas referidas a realidades externas y por eso mismo diferentes a lo pensado. Nunca será lo mismo realidad que representación.
Con este punto de partida, al hablar de dios también se requiere identificar a qué tipo de dios nos referimos, porque hay muchos, desde la sola idea sin referente real, pasando por los politeísmos con varias deidades, dioses que son personas, dioses que son el universo total, dioses que son creadores desentendidos de los seres humanos o dioses cuidadores, algunos vengadores y crueles y otros amorosos, unos que son el foco de alguna religión y otros desligados de cualquier organización ritual o de fe.
Por eso, la crítica o negación de la realidad de un dios personal tiene un argumento válido en los efectos manipuladores de algunas religiones proclamadas por grupos de personas que se benefician al creerse o declararse sus mensajeros. En el caso de la corriente judeo cristiana es evidente al declarar que hay un ser todopoderoso que no soporta que le desobedezcan, que maldice y castiga eternamente al desobediente, pero que tiene unos aliados o servidores que lo representan en la tierra ya los cuales hay que obedecer. Este es solo un lado de la crítica a ciertos teísmos. Pero hay otras críticas referidas a la idea misma de una persona creadora de la totalidad.
También escribe que “En el mismo sentido, el filósofo danés Soren Kierkegaard afirmaba que el ser humano es una síntesis entre lo finito y lo infinito. Este infinito tendría para muchas personas creyentes, como Kierkegaard, Unamuno y yo (Mujica, 2020a, 2020b, 2020c), su máxima expresión en Dios. Este es el motivo por el que, desde mi perspectiva, cualquier persona que haya logrado desarrollar ese conocimiento de sí mismo y conectarse con su propia esencia, será una persona que despierte su sed de Dios y se vea obligado a saciarla con la fe.”
Pienso que, así como el ser humano es síntesis entre finito e infinito, lo mismo se puede decir de cualquier ser, o de cualquier calificativo y su antónimo, simplemente porque todos los seres que conocemos están constituidos como campos de contradicción entre fuerzas extremas (desde los seres materiales como átomos, moléculas, organismos, biotas hasta seres mentales, cualidades o sentimientos como Todo/Nada, Pleno/Vacío, Bello/Horrible, Eterno/Inexistente, Agradable/Insoportable, etc.)
Dice usted que la reflexión hará tambalear los dogmas ateos, tal vez escondiendo que los religiosos son también dogmas. “Cuando la masa, o la gente común, se interesen por el mundo de las ideas y estudie diferentes perspectivas filosóficas sobre el asunto de la religión, podrá encontrar otros respiros que harán tambalear sus dogmas ateos. Sobre todo, porque aprenderá que la inteligencia no es contradictoria a la fe y que la idea de Dios no se acaba ni comienza con las religiones establecidas y su institucionalidad.”
Para saber si la inteligencia es o no opuesta a la fe, es preciso determinar a cuál dios se refiere la idea confesada ¿La idea de cuál dios? Porque hay razones para rechazar como absurda o contradictoria la idea de un dios omnisapiente que crea seres que se condenarán a sufrir eternamente, o un dios bueno y todopoderoso que permite que millones de personas nazcan desnutridas, sin amor familiar y sin ninguna posibilidad de formarse sanamente para lograr su independencia económica.
Al criticar la frase del filósofo inglés, dice usted “Sobre la hipótesis de la tetera que ha planteado Russell, debo admitir que es muy astuta y que tiene muchos aspectos similares a la hipótesis de la existencia de Dios. No obstante, ontológicamente y existencialmente, tiene unas diferencias que hacen insostenible su comparación con el problema de Dios. Por lo tanto, en cuanto a la relevancia de la hipótesis, la de la tetera es algo enormemente insignificante en cuanto al problema de Dios. De hecho, afirmar lo contrario, es un insulto a la inteligencia humana”.
Pienso que no tiene ninguna relevancia que el ejemplo puesto por Russell sea insignificante. Simplemente dice que los problemas imposibles de comprobar no merecen gastar nuestro tiempo. No importa que el problema sea profundo o superficial, si no hay cómo resolverlo.
Otra reflexión válida sobre la verdad es su relatividad, porque hay muchas formas de conocimiento, según el punto de vista de quienes lo desarrollan, cada una de las cuales tiene un lenguaje y unos procedimientos propios. Tales conocimientos, cuando son aceptados por el conjunto o la inmensa mayoría de quienes los usan, son llamados verdades. Así tenemos verdades científicas, literarias, musicales, históricas, familiares, deportivas y un innumerable etcétera. Tales verdades solo valen en un tiempo determinado y en el ámbito en el que son creídas. Cambian al cambiar el punto de vista o la época.
Actualmente tenemos una fuente de conocimiento confiable, que busca ser independiente de los deseos y las emociones, nacido de la experiencia y al mismo tiempo generalizable. Es el conocimiento científico, que puede ser el inicio de la reflexión filosófica.
Desde esta perspectiva, el origen de la humanidad está en la tierra, que a su vez está originada en el proceso de expansión de la materia. Me parecen razonables las teorías científicas más difundidas para tener una representación del mundo natural: una materia existente desde hace miles de millones de años que, luego de una gran explosión inicial y siguiendo una tendencia fundamental de atracciones y rechazos, calentamientos y enfriamientos, algunos elementos simples se han ido combinando para formar compuestos más o menos complejos que continúan combinándose entre sí para formar nuevos compuestos de complejidad creciente. En esa cadena de surgimientos y novedades, en un pequeño planeta de un pequeño sistema dentro de millones de sistemas mayores, se originaron moléculas, células, tejidos, plantas, animales y, dentro de estos, los seres humanos. Somos parte del conjunto que llamamos planeta tierra.
En relación con el entorno espaciotemporal, los seres humanos somos una pequeñísima parte de un universo en permanente cambio, que no tiene límites ni en el tiempo ni en el espacio. Los científicos nos dicen que el ciclo actual comenzó hace catorce mil millones de años con el gran estallido que llaman Big Bang e inició una expansión permanente y un enfriamiento paulatino que terminará en la oscuridad y el enfriamiento totales. Nada nos dicen de lo que pasó antes porque no tienen huellas para poder imaginárselo, ni mucho menos del futuro luego del enfriamiento. ¿La materia crea al espíritu o el espíritu crea la materia? Ninguna de las dos posibles respuestas tiene respaldo científico. Allí encuentro otra razón para coincidir con Bertrand Russell en no perder el tiempo en temas insolubles.
Le agradezco me haga saber qué piensa usted de esto que le escribo.
Cordialmente,
Rodrigo Velasco Ortiz

Por Rodrigo Velasco Ortiz el día 04/07/2022 a las 21:07. Responder #

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