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Yo: Individuación de la existencia e Identidad del individuo.

por Jessenia Chamorro Salas
Artículo publicado el 18/10/2015

En el presente artículo intentaré abordar y brindar algunas líneas acerca de la problemática de la existencia del yo, y cómo el yo configura su identidad, si es que la configura. Intentaré desentrañar estas problemáticas respondiendo a preguntas tales como: ¿Qué es el yo?, ¿Cómo se diferencia el yo de los otros? ¿Cuál es la verdadera existencia del yo? ¿En qué consiste la existencia auténtica, cómo se alcanza? ¿Qué es identidad? ¿Mediante qué procesos se configura la identidad del individuo? Entre otras interrogantes que surgirán en el camino, cuyas respuestas contribuirán a formar una sólida idea respecto a tres conceptos clave, a saber: yo, existencia, e identidad.

 

Las ideas sobre el yo, se fundan, en primera instancia, desde la filosofía de la existencia y son los filósofos Karl Jaspers y Otto Bollnow, quienes desarrollaron toda una investigación en torno al tema de la existencia del ser-humano. A continuación entregaré líneas acerca de sus planteamientos centrales.

La hipótesis central en Jaspers[1] se desprende del siguiente comentario extraído de la contraportada de su libro: “El hombre nace como tal cuando toma conciencia de sí mismo, es decir, cuando filosofa. Criatura, por lo tanto, cuya historia esencial, a las veces dichosa y acongojada, desemboca en la crisis de nuestros días y a la cual le es necesario encontrar el camino que la limpie y la salve”[2]. Esto quiere decir que el Hombre no nace cuando su madre le da a luz, sino cuando este Hombre logra ser consciente tanto de sí mismo como del mundo que lo rodea, y ésta toma de conciencia sólo se lleva a cabo cuando el Hombre entra en un período de crisis, la cual sólo puede superar siendo consciente de su propia existencia, así como de las demás; esto es, según Jaspers, filosofar[3]. La existencia para este intelectual se origina en la conciencia que se tiene de la realidad en la que se existe, y esta conciencia brota en el momento en que la realidad del mundo que rodea al Hombre, fracasa, y él debe enfrentar esta situación autoafirmando su existencia. Jaspers lo explica con las siguientes palabras: “En la entrega a la realidad del mundo brota el ser uno mismo que se afirma simultáneamente en aquello a lo que se entrega. Pero si toda existencia se funde en la realidad, y si fracasa la realidad de este mundo, entonces sólo se vence la desesperación de la nada, haciendo, frente a todo determinado ser del mundo, la decisiva autoafirmación que se hace sólo ante Dios y procede de él[4]”. Señala además que la autoafirmación de la existencia está ligada a la historia, pues gracias a ella, dice Jaspers[5], lo que nos pasa al presente lo comprendemos mejor, y podemos realizar esa toma de conciencia; tal como ha quedado de manifiesto en los capítulos en que he referido a la Historia. Según Jaspers la verdadera existencia del ser-humano radica en el sentido que ésta posea, y en la conciencia que de ello, a su vez, tenga el Hombre; agrega que además, los fundamentos de la existencia del ser-humano se encuentran tanto en su propia historia, como en la historia del mundo al que pertenece. Dice el filósofo, que el individuo requiere de un orden para existir, y este orden proviene del mundo que lo rodea, pero si esto no es así, si el mundo en que vive es un “mundo en descomposición”, el Hombre entrará en crisis, crisis que lo ayudará a encontrarse a sí mismo, y con ello, encontrar lo que el mundo no le brinda, encontrando así, su verdadera existencia[6]. Es en el momento de crisis en que el Hombre se cuestiona acerca de su existencia, y por extensión, acerca de la existencia del mundo que lo rodea, como afirma Jaspers: “El hombre devorado por el mundo y sus impulsos, de repente despierta y se pregunta ¿Quién soy? Ese olvido de sí mismo resulta fomentado por el mundo técnico”[7], el hacerse esta pregunta es clave para la autoafirmación de la existencia y la toma de conciencia respecto a qué es ser un ser-humano.

Por su parte, el filósofo Otto F. Bollnow[8] realiza su investigación tomando en cuenta, profundizando y complementando los postulados de Jaspers. Toma, además, de Heidegger algunas ideas, entre ellas la idea de que “la esencia del existir radica en su existencia”[9], idea que, grosso modo, refiere a que la esencia de la existencia, es decir, la verdadera existencia, no significa sólo existir, sino más bien, ser de una determinada manera, existir de una forma particular. Una de las características esenciales del ser-humano, es la relación que puede establecer consigo mismo, y de esta relación mana su verdadera existencia, sin embargo, dice Bollnow, que “toda relación consigo mismo supone siempre una relación con los otros”[10], porque el Yo no existe aislado, sino que siempre en relación continua con los otros, agregando que el Hombre es un “ser-en-el-mundo”[11], idea tomada de Heidegger, pero también fundamental para los demás filósofos e intelectuales existencialistas. Ser-en-el-mundo implica ser-con-los-otros, cohabitar el mundo[12] y coexistir con ellos, lo cual involucra una serie de estímulos y obstáculos, como sostiene Bollnow, para la existencia misma del individuo[13], es como el filósofo dice, citando a Heidegger: “Existir es esencialmente ser-con”[14], y en esta existencia con los otros, es que el yo debe luchar por su existencia auténtica que los otros coartan, en relación con esto, Bollnow sostiene lo siguiente: “(…) La existencia es siempre y necesariamente la existencia del hombre individual separada del suelo de la comunidad (…) El despertar de la existencia se realiza necesariamente en la soledad del alma individual”[15], sin embargo, este “despertar” sólo ocurre cuando el Hombre toma conciencia de que los otros coartan su autenticidad, lo que causa que se vuelque hacia sí mismo para reflexionar. Y al volcarse hacia sí mismo, es que el yo se convierte en un ser-individual, en un individuo[16] propiamente tal.

Como mencioné anteriormente, Jaspers sostiene que la autoafirmación y la toma de conciencia (en sentido existencial) respecto de la propia existencia del yo sólo se logra cuando el Hombre entra en período de crisis. Pues bien, Bollnow profundiza esta hipótesis señalando que son los estados de angustia, desesperación y melancolía[17], los que incitan y provocan en el ser-humano la crisis existencial que le hará cuestionarse su propia existencia y con ello descubrir su yo desmitificado, descubrirse como individuo.

En síntesis, la individuación de la existencia del yo, siguiendo los planteamientos fundamentales que tanto Jaspers como Bollnow tienen al respecto, es un proceso en el cual el ser-humano se convierte en individuo, al reflexionar en torno al sentido de su propia existencia, y de su existencia en relación con el mundo a su alrededor. En este proceso además, el ser-humano toma conciencia y autoafirma su existencia, en relación a sí mismo, y a los otros. Es el proceso en el que el yo, se asume y reflexiona como tal.

En el capítulo en que abordé el concepto de memoria, Irene Klein fue una de las intelectuales aludidas. En su estudio Klein[18] aborda el tema de la ficción de la memoria, y, como tema subsidiario, el de la identidad del yo, en íntima relación con aquél. Klein aborda esta problemática a partir de la hipótesis de que el relato del yo, es una reinvención que el yo realiza de sí mismo, en donde se reconfigura como individuo, y configura su identidad, en palabras de la intelectual: “(…) el sujeto narrador de historias de vida (…) se construye en tanto otro o yo refigurado, como personaje (…) La narración de vida comparte con el relato de ficción la posibilidad de la reinvención del sujeto, esto es de irrumpir el límite -existencial- que lo define”[19]. El Yo, al narrar su vida se auto-representa, siguiendo a Klein, puedo decir que el sujeto suele conocerse a sí mismo a través de los relatos que los demás cuentan sobre él, pero es a través de la invención de su propio relato de vida, en que este sujeto puede, al concebirse como personaje, configurarse y reinventarse a sí mismo como un otro[20]. Debido a esto, Klein afirma que el sujeto es lector y escritor de sí mismo[21], pues al construir un relato en que él es personaje, lo que hace es mirarse a sí mismo, leerse, y reinventándose luego, re-escribiéndo su historia, re-escribiéndose a sí mismo. Con respecto a la identidad que posee el yo, Klein sostiene que dicha identidad nos viene del reconocimiento que los otros hagan de nosotros[22], porque si ese otro no nos reconoce, no hay nada que nos distinga como un yo particular. Klein argumenta que una de las características importantes que tiene la identidad es la de desplegarse en el tiempo, permitiéndonos “(…) insertarnos y comprender el mundo que nos rodea, es decir, pasar de un temporalidad individual, que es la biografía, a una colectiva, que es la historia”[23]. La identidad, por tanto, le permite al sujeto comprenderse a sí mismo a la vez que comprender su mundo a su alrededor, y en consecuencia, relacionarse como un yo tanto con su biografía, como con la historia. El relato del yo se convierte entonces, sostiene la intelectual, en la “configuración a través de la que constituimos nuestra identidad narrativa”[24]. Esto, aplicable tanto a los individuos reales y concretos, como también a los yo ficticios, como son los personajes literarios, quienes al narrar “su vida” o contar “sus memorias”, se configuran a sí mismos imitando la forma en que lo hacen las personas reales.

En el capítulo que aborda el concepto de memoria, he dicho que ésta le permite al sujeto entenderse y entender el mundo que lo rodea, entender su pasado y proyectarse hacia un futuro, en fin, forjar su vida; además, señalé la importancia que tiene para estos fines narrar los recuerdos propios a un otro. Para Klein, narrar a un otro la propia historia es una manera que tiene el yo de constituir su propia identidad, ya que: “(…) la mirada del otro, o del mundo, nos percibe también a nosotros como unidad a través de un relato en el que intentamos homogeneizar nuestra experiencia, cuando seleccionamos de entre la pluralidad de intensidades que cada individuo percibe, las relevantes, las constituyentes del sujeto[25]”, idea tomada de Sartre. Cuando el yo se narra como un otro, es decir, como si fuera un personaje, lo que hace ese yo es preguntarse y escudriñar acerca de sí mismo, preguntándose por una parte ¿Qué soy?, y por otra ¿Quién soy?[26], cuyas respuestas implican la configuración de la identidad del individuo. Como señala Klein, la identidad implica tanto la mismidad (la permanencia en el tiempo, preguntarse sobre qué se es), así como la ipseidad (preguntar sobre sí mismo como si fuera otro)[27]. Estos dos ejes son claves para la configuración de la identidad del yo, en este sentido, Klein sostiene que: “(…) la ipseidad como una unidad del sujeto a través de las diferentes esferas de la existencia, y la mismidad como una continuidad de sí mismo a través de las diversas etapas de la vida (…) La dialéctica entre ambos confiere a la identidad”[28]. Por último, es importante decir que desde la perspectiva de Klein, el sujeto es una construcción que ocurre en el relato y por el relato, su identidad por lo tanto, se desprende de su historia contada, la cual lo configurará, relato que a la vez entrará en relación con otros relatos acerca de ese yo[29].

La perspectiva de Irene Klein resulta fundamental, ya que el relato de sí mismo, que realiza el individuo, contribuye enormemente a configurar su identidad, sea un yo-persona real, o también, un yo-personaje ficticio.

Antes de terminar esta sucinta revisión teórica al concepto del yo y de identidad, traeré a colación la perspectiva desarrollada por el estudioso Iván Sánchez Moreno respecto a la identidad[30], aunque cabe señalar que este autor desarrolla su propuesta relacionando la noción de identidad y subjetividad, con la fotografía, a raíz de las implicancias que éste tiene en la configuración de la identidad. Para Sánchez Moreno resulta primordial la distinción comúnmente realizada entre subjetividad e identidad, en donde ambas, a pesar de ser construcciones, se diferencian en la dirección en que son construidas, una desde el interior del sujeto, y la otra desde un ámbito exterior a él[31]. Diferenciar más claramente identidad y subjetividad, es el objetivo central que el autor trabaja en su artículo. Dice Sánchez Moreno que, a diferencia de la subjetividad, la identidad ha sido entendida como una “entidad fija y de origen natural aunque nos venga dada como imposición artificial y nacida de las dinámicas de una retórica antropológica”; sin embargo, agrega que, la identidad es también un constructo social[32]. Entonces, desde la perspectiva de este autor, la identidad es “un instrumento retórico que crea la ficción de una subjetividad repartida colectivamente (…) Así, la identidad acaba discriminando y seleccionando una historia y enmarcando un territorio (sea éste el hogar familiar, la institución, la nación, etc.)”[33]. Mientras que la subjetividad depende del punto de vista de cada sujeto, de su historia personal[34].

Lo que Sánchez Moreno hace, es abrir la perspectiva de la identidad, entendida como un constructo determinista, hacia los amplios márgenes de la subjetividad, en donde lo interior del sujeto es proyectado hacia el exterior, constituyéndolo, y no sólo viceversa.

De esta forma, he logrado responder, quizá un tanto panorámicamente, a las preguntas que al comienzo me planteé, acudiendo para ello, a los intelectuales Jaspers, Bollnow, Klein, y Sánchez, y se puede concluir a través de la conexión entre sus planteamientos, que el “yo” está configurado a partir, en primer lugar, de la toma de conciencia que realiza el ser-humano de su propia existencia por medio de un momento de crisis que lo hace reflexionar sobre sí mismo, sobre su lugar en el mundo y su relación con los otros, de éste último punto proviene en segundo lugar, la configuración del yo a través del distanciamiento a la vez que relación que el yo establece con los otros, ambos procesos contribuyen a la individuación del ser-humano. Por otra parte, el individuo al tomar conciencia de su existencia y ser individual, configurará su identidad a través del relato que realiza de su propia existencia, como persona-personaje de su propia vida, proyectándose en otro-sí-mismo para poder comprenderse como tal, como una subjetividad que es a la vez un constructo social y se vincula con ella. Yo soy, por tanto, lo que soy como individuo, como subjetividad, como otro para los otros, entendida como parte de un constructo social que nos vincula a la vez que nos individualiza.


NOTAS
[1] Jaspers Karl La filosofía de la existencia Breviarios Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
[2] Fragmento extraído de la contraportada del libro.
[3] En relación con esta idea, Jaspers agrega que: “Filosofar es resolverse a hacer que despierte el origen, retroceder hasta el fondo de sí mismos y ayudarse a sí mismo con una acción interior en la medida de las propias fuerzas” p.100
[4] Op. Cit. p.70
[5] Jaspers explica: “No hay realidad más esencial para nuestro cerciorarnos de nosotros mismos que la historia. Ésta nos abre el vasto horizonte de la humanidad, nos aporta el contenido de la tradición en el que se funde nuestra vida, nos suministra los patrones para medir lo presente, nos libera de la vinculación inconsciente a la propia época, etc. (…) Nuestra vida avanza en medio de las luces que se cruzan entre el pasado y el presente” p.80
[6] Este comentario lo realizo a partir del siguiente planteamiento de Jaspers: “El orden de las cosas puede venirle al individuo del mundo en que ha nacido (…) Distinto es en un mundo en descomposición (…) que no satisface al hombre, sino que allí donde lo deja libre, lo entrega a sí mismo, a sus apetitos y tedios, a la angustia y la indiferencia. Entonces el individuo está reducido a sí mismo. En la vida filosófica trata de edificarse con sus propias fuerzas, lo que ya no le aporta el mundo circundante” p.99
[7] Op. Cit. p.100
[8] Otto F. Bollnow Filosofía de la existencia Revista de Occidente, Madrid, 1954
[9] Op. Cit. p.44
[10] Op. Cit. p.45
[11] Op. Cit. p.54. Cabe destacar una afirmación que el autor realiza posteriormente con respecto a la idea del ser-en-el-mundo: “El ser-en-el-mundo sólo se determina sobre la base de la finitud humana”. p.61
[12] Op. Cit. p.58
[13] Op. Cit. p.65
[14] Op. Cit. p.66
[15] Ídem. No obstante, señala Bollnow parafraseando a Jaspers: “Yo no puedo ser-en-mí-mismo sin entrar en comunicación, y no puedo entrar en comunicación sin estar solo (…) “La existencia no puede realizarse de otro modo que en el encuentro decisivo con otra existencia” p.72
[16] Op. Cit. p.67
[17] Op. Cit. p.87. Bollnow explica detalladamente cada uno de los estados anímicos, a continuación expondré las ideas centrales de cada uno. Angustia: “El hombre ya no tiene nada en que pudiera apoyarse (…) Cuando pasa la angustia el hombre respira y se dice: no era nada absoluto. p.89 (…) “La angustia, ese enfrentamiento a la Nada, es necesario para sacar al hombre de su estado de vegetar cotidiano” p.90 Aburrimiento: Al hombre le sobrecoge un sentimiento de vacío indecible (…) El aburrimiento es por tanto, el verdadero impulso que pone en movimiento la curiosidad humana” p.94 Melancolía: “La melancolía surge cuando, al huir del aburrimiento mediante la diversión, asciende la secreta conciencia de que en definitiva esta huida es inútil” p.95 Desesperación: “La desesperación es el sentimiento que agarra totalmente al hombre, conmoviéndolo, y surge de la angustia última, que se ha quedado sin salida” p.96
[18] Klein Irene El relato del yo o la reinvención de sí mismo. En: La ficción de la memoria. La narración de historias de vida. Editorial Prometeo.
[19] Op. Cit. p.3
[20] Ídem.
[21] Op. Cit. p.5
[22] Explica: “(…) El reconocimiento sería el modo por el cual alguien, el otro, nos asigna identidad. Porque si (…) se nos olvida, no somos nadie (…)” p.5
[23] Op. Cit. p.6
[24] Ídem.
[25] Op. Cit. p.7 Lo que está en cursiva corresponde a una cita que la autora realiza a Manuel Cruz, de quien no hay mayor referencia en el documento.
[26] Ídem.
[27] Ídem.
[28] Op. Cit. p.8
[29] Ídem.
[30] Iván Sánchez Moreno La irreal realidad de lo visto (y previsto). Construcción fotográfica de la identidad y la subjetividad en el siglo XIX Quaderns Instituto Catalán de Antropología p.117-132
[31] Sánchez Moreno lo explica del siguiente modo: “Según el diccionario Larousse, la identidad es una cualidad determinada, un conjunto de caracteres que hacen de alguien algo reconocido, sin posibilidad de confusión, una igualdad atribuida entre todos los miembros de un mismo sistema de valores. La subjetividad, en cambio, se refiere al sujeto pensante, a la consciencia individual, a la capacidad de interpretar los fenómenos personales y propios. Se concibe aquí la identidad y la subjetividad como constructos legitimados “desde fuera” (en el caso de la primera) y adoptados “desde dentro” (para la segunda)” p.117
[32] Profundiza el autor: “Es también una construcción social que se gesta colectivamente como resultado de la acción de los actores incluidos en y excluidos por un grupo determinado. Está situada histórica y contextualmente pero se legitima por tradición: dada su estrecha ligación con una serie de caracteres reconocibles por el grupo a lo largo del tiempo, la identidad no deja de ser una creación que se considera paradójicamente eterna, hasta el punto de que se toma por definición en base a una pertenencia autónoma” p.117
[33] Op. Cit. p.118
[34] Explica Moreno: “(…) nuestro punto de vista se apoya (…) en la experiencia personal de cada sujeto, se vincula con representaciones que tiene cada individuo sobre su realidad y con la noción de un yo interior. Dicha concepción de la subjetividad abre la posibilidad de trabar una pluralidad de voces sociales en un solo individuo, en función de los cambios de contexto y rompiendo así con la idea determinista de la identidad” p.118
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