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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Ignacio Domeyko y su visión de ciencia en Chile.

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 15/11/2015

INTRODUCCIÓN
En Chile, se ha escrito bastante sobre la vida y obra científica de Ignacio Domeyko (1802–1889). Seguramente, hay más inquietud por este científico que por otros sabios del siglo XIX, porque se desempeñó en dos ámbitos públicos: la ingeniería en minas y la educación superior. Así, cuando nos encontramos con los trabajos de sus biógrafos contemporáneos, éstos enfatizan las virtudes humanas del polaco, tanto en su personalidad magnánima y en sus rasgos característicos; tales como, su condición de individuo solidario, modesto, o bien de su manifiesto desinterés por la riqueza material. No obstante, su labor científica es sintetizada por un correlato de los conocimientos que él manejaba y de los aspectos de interacción dialéctica entre las ciencias de la tierra, la educación, la sociología, y los diversos aspectos humanistas. De este modo, se pretende exponer un Domeyko más centrado en las expresiones del saber y de la vinculación epistémica, propia del ejercicio de su profesión y de una construcción de ciencia en Chile.

La joven república de Chile decidió contratar a extranjeros, por lo cual, realizó contactos con Europa en 1830. En sí, buscando investigadores de elite que pudieran asumir actividades científicas y educacionales, para contribuir tanto a la formación de una masa crítica y educada, que logrará impulsar una educación nacional, que actuaran como ejes de un efectivo conocimiento del cuerpo físico del país. En este marco de preocupaciones gubernativas, ya existía una experiencia, con la contratación de Claudio Gay (naturalista e historiador francés), lo que, se le solicita al diplomático radicado en Paris, Carlos Lambert, que busque el profesional más adecuado para enseñar mineralogía y dirigir la Escuela de Minas de La Serena. Lambert, se comunica con Ellie de Beaumont, uno de los más destacados científicos franceses; quien le recomienda, que se contacte con Ignacio Domeyko, uno de sus antiguos y más destacados alumnos. Así, el polaco científico, arriba a tierras chilenas en 1838, donde de inmediato comienza su labor en el Chile desconocido, pero su Espíritu Inquieto (1), a pesar de las ideologías políticas que trasciende toda ontología, lo lleva también a interesarse en otras áreas de la cultura, tales como: educación, metodología, sociología, antropología, difusión científica y otros.

DOMEYKO Y SU VISIÓN DE CIENCIA EN CHILE
Domeyko como ingeniero, contribuyó al desarrollo de la minería, no sólo por explotar nuevos yacimientos, sino porque también realiza los primeros planos de minas subterráneas, que permitirán una mayor operatividad y mejor seguridad en las labores de extracción de minerales. En un período, en que la minería seguía el ritmo de la época colonial, es decir, sin ninguna innovación científica y tecnológica. Por lo tanto, la aplicación de los nuevos conocimientos del sabio polaco, aborda a quebrar el viejo paradigma de la extracción de minerales y dan paso a técnicas y procedimientos más abierto a las necesidades de un país creciente en la industria minera. Es de explicarse que desde Domeyko, la mineralogía se científica, y pasa a contar con un acopio bibliográfico actualizado tanto de los conocimientos sobre técnicas, en cuanto de la realidad del cuerpo físico y mineralógico de las distintas regiones del país. Es por esto, que el polaco publica textos de estudios, principalmente, de geología, mineralogía y otros, y de continuos artículos que van apareciendo en los Anales de la Universidad de Chile, en los Annales de mines (Francia) y en otras revistas extranjeras. Entre sus libros más célebres están: Ensayes de minerales tanto por la via seca como por la via húmeda (1844), Elementos de Mineralogía (1845), Araucanía y sus habitantes (1845)(2). En este último, específicamente, se resalta la admiración por la naturaleza de la Araucanía que está cruzada por su mirada de geólogo entrenado, la cual vino a engrosar la ya doble huella existente, pasada y presente, de la historia político-social y natural del territorio indígena, que ha sido estudiado por los grandes históricos europeos, en torno a la suscitación de la obstinación española y de los indígena, que anuncian los años de discordia por las riquezas de materias primas, principalmente en la apropiación del área geológica.

En relación a sus ensayos breves, tengamos presente su Memoria sobre las aguas de Santiago i de sus inmediaciones (1847), o su Ensayo sobre las aguas de Chile (1871), por mencionar sólo algunos. Y en cuanto a sus artículos, estos son numerosos y por lo tanto, mencionaremos sólo algunos de ellos aparecidos en el país, en los Anales de la Universidad de Chile(3).

De las publicaciones mencionadas, Domeyko a lo largo de su vida, él ha contribuido competentemente al estudio de la mineralogía. En este contexto, se comprende muy bien que haya sido nombrado Miembro de la Comisión de Minería y que, por lo tanto, su aporte a las ciencias de la tierra en el país, vaya de la exploración en terreno, de la descripción teórica y el alcance del plano normativo y jurídico, tanto al pensar y al formular las leyes más apropiadas para el desarrollo de la minería en el Chile decimonónico, cuyas referencias son sugerencias que se tuvieron presente, primordialmente, para la formulación de la ley de defensa de las riquezas forestales (debido al estudio publicado: Araucanía y sus habitantes)(4), en 1845. De esta forma, la producción teórica de Domeyko es equivalente a crear las bases de un marco teórico previo para el desarrollo de la mineralogía con un rigor científico, por lo que se reflejará en la enseñanza académica, y de fomentar el interés, y la difusión de sus disciplinas afines.

De lo anterior, hay que adicionarle las exploraciones in situ, financiadas por el gobierno de Chile, a excepción de los estados de guerra (1837-1839; 1851; 1861; 1879-1884) por distintos lugares del territorio nacional, y de los estudios sobre guanos y aguas minerales del país, así como su constante preocupación por dotar de laboratorios y de vastas colecciones de minerales a los establecimientos donde se enseñe mineralogía o geognosia, como por ejemplo: La Escuela de Minas de la Serena y el Instituto Nacional; lugares donde él mismo inició el acopio de entes naturales. Lo que, contribuirá más tarde al desarrollo de las industrias del salitre y del cobre, que tantos frutos nos han dado como nación desde el inicio del siglo XIX. Por ejemplo: “como resultado de estos estudios en la ciudad de Rancagua en 1844, se pudo deducir más tarde, la posibilidad de explotación de cobre en la Mina “El Teniente”(5), y que posteriormente, “al año siguiente regresa a Atacama para estudiar las estructuras geológicas de las Cordilleras de los Andes y de la Costa, entre los valles de Elqui y Copiapó. En 1845, visita las cordilleras del Limarí y más tarde recorre también parte de la Araucanía. Realiza detalladas descripciones de la selva al sur del Bio-Bío, las que despiertan el interés de los chilenos por la naturaleza de la zona”(6). De este modo, aparece una tendencia científica romántica, y la tribuna intelectual admira las acciones de Domeyko, e incluso, “…mucho de sus trabajos son publicado en prestigiosas instituciones europeas como la Academia de Ciencias de París y esto se evidencia en las páginas de “El Mercurio de Valparaíso”(7).

En esencia, Domeyko personifica en gran medida los esfuerzos de crecimiento y de desarrollo de la industrialización minera, contexto consciente de la riqueza de Chile, pero el científico polaco consideraba que el país aún no estaba en condiciones de este gigantesco esfuerzo sin una sólida base de profesionales altamente calificados(8). Las autoridades del gobierno, fundamentalmente, por la gestión administrativa del Ministro Diego Portales enfatiza que la prosperidad de Chile esta manifestada en dos campos, el primero: la soberanía del Océano Pacífico; y el segundo: la explotación y el procesamiento de manufactura minera. Ambas áreas, estaban en manos de las inversiones extranjeras, principalmente, inglesas.

Domeyko, comprende con claridad el conocimiento científico, utilizando un corpus teórico-práctico para la explotación de las riquezas mineras. De este modo, el científico concibe la mineralogía como “… Una parte de la historia natural que tiene por objeto el estudio de las sustancias inorgánicas que constituyen el reino mineral de la naturaleza… como entre estas sustancias hay sólidas, líquidas y aeriformes, nos limitaremos a estudiar solo las primeras, que en particular llevan nombre de minerales”(9). Desde el punto de vista de la prosa, exclusivamente, es posible apreciar que en estos escritos, prima la brevedad, la concisión. Puesto que la descripción es muy directa. Por lo que, se infiere, tanto la ubicación geográfica y las características más relevante de los elementos sólidos, es decir, sólo los minerales.

Por otra parte, en estricto rigor, la estructura explicativa del discurso científico en los minerales, él presenta las siguientes etapas del corpus teórico-práctico: el primero corresponde, a la tipificación de la familia a la cual pertenece el mineral. El segundo, es la Nominación del mineral. Y el tercero, es la Caracterización del mismo y su ubicación en el territorio nacional(10).

Por lo general, su estructura explicativa científica, es considera Ad-hoc, a lo que se consigna algunos aspectos químicos, y por secuencia geográficos del objeto de estudio. Por ejemplo: La Familia Manganeso y El Carbón Fósil. El primero es “Maganeso oxidada. Amorfada en mantos, en medio del terreno de pórfidos estratificados de Los Andes: En Lilen, Cerro de Catemo: Aconcagua…”(11). El segundo es “Antracita: se halló un carbón fósil de esta naturaleza, muy impuro, en medio del terreno estratificado metamórfico, en rocas porfíricas, pertenecientes probablemente al período jurásico, en Copiapó…”(12). De este modo, es una sistemática clasificación del mundo inorgánico, tanto de las rocas, minerales y composición geológica de un Chile físico. No obstante, Domeyko, continúa expresándose en su discurso científico, en las cuales muchas de sus obras aluden a las ideas de belleza de Humboldt, que van asociadas al ideario de unir ciencia y arte(13).

Empero, a pesar de los viajes y la estricta rigurosidad de las taxonomías de los minerales; Domeyko siempre mantuvo contacto profesional con los miembros de otras comunidades científicas europeas, en especial, con naturalistas franceses, y por supuesto con algunos Latinoamericanos (14). A menudo enviaba ensayos para publicaciones, o bien minerales y fósiles encontrados en el territorio chileno. Por ello, no resulta extraño que el naturalista francés D´Orbigny clasificará una nueva especie de fósil de Chile, con la nominación: Nautilus domeykus; o que el científico alemán Rodulfo Amando Philippi denominara Canis domeykoanus a una nueva especie de zorras, observadas en 1901, en la provincia de Copiapó (15), como una forma de rendir un homenaje a la memoria del sabio polaco.

Si bien es cierto, Domeyko al ser el pionero en el estudio de las zonas mineras de Chile, él se convirtió en el primer educador de mineralogía del país, que principia en 1838. Durante su desempeño como profesor en el Colegio de La Serena, dejando un modelo de trabajo para los ensayes de minerales y un estilo abierto y directo para el diálogo en el aula, e incluso, él escribe a su amigo Mickiewicz diciendo lo siguiente: “Es probable que en ninguna escuela europea los alumnos en el transcurso de un solo año pueden aprender tantas materias de metalurgia que lo que logré enseñarles a mis chilenos”(16) y que estos “volvieron de Europa, para hacerse cargo de la escuela mientras parta a Santiago”(17).

Y más tarde, ya en Santiago, su tarea educacional se bifurca y se amplía enormemente, ora como profesor del Instituto Nacional, ora como docente de la Universidad de Chile y finalmente como rector de dicha casa de estudios superiores. Su énfasis público por la educación queda de manifiesto en 1842, al publicarse su ensayo: Sobre el modo más conveniente de reformar la instrucción pública en Chile, donde sugiere modificar los planes de estudios vigentes y orientarlos hacia una formación más integral, que sirva tanto al profesional como al científico o al funcionario público; sugiere además la implantación de un mecanismo o entidad supervisora que oriente y encauce uniformemente los esfuerzos de la enseñanza en los distintos establecimientos. E incluso estima conveniente fundar una Escuela Normal de Preceptores. Sin embargo, el aspecto que nos parece más relevante es su preocupación valórica en la formación educacional. Justamente por esto, Domeyko escribe en dicha memoria lo siguiente: “Un joven debe tomar amor al estudio por la noble ambición de desarrollar sus facultades intelectuales, de elevar su carácter moral. Si desde temprano se infunden en su tierno corazón i en su imaginación viva, miras materiales de interés i de egoísmo, se comprime mui pronto i se ahoga su talento, se apagan sus aspiraciones intelectuales i de valde se espera de él que prosiga sus estudios i se perfeccione, luego que empecé a ganar plata”(18).

La cita nos indica, la notoria preocupación del autor por el mundo axiológico, por los valores, principalmente la generosidad, la nobleza y la admiración por la inteligencia. Esto es, casi un correlato con la formación personal de Domeyko, con su idealismo, su filantropía y generosidad. Así, aludiendo casi tácitamente a estos valores, el sabio polaco está apuntando a un marco valórico filosófico que considera la base de cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Es el período en que aparecen una serie de artículos en El Semanario de Santiago donde difunde estos planteamientos y postulan la conveniencia de apoyar una reforma educacional. Sus aportes en el campo de la educación, y la creación de la Universidad de Chile, donde asume la tarea de fundar la facultad de ciencias físicas y matemáticas de dicha casa de estudios. Ya en 1847, siendo miembro del Consejo Universitario, sugiere la conveniencia de dividir el Instituto Nacional en dos secciones para desempeñar mejor las funciones que tenía asignadas(19), toda vez que dicha corporación actuaba como establecimiento secundario y como universidad al mismo tiempo.

Finalmente su idea es aceptada y puesta en práctica en 1852, con lo cual la Universidad de Chile empieza a trabajar más independiente del Instituto Nacional, orientándose principalmente al campo profesional. Durante su gestión como rector (1867-1883), contribuye a actualizar la biblioteca y a incrementarla con textos de todas las disciplinas, tarea que el sabio polaco percibe como imprescindible para una enseñanza moderna y como un marco mínimo de apoyo a cualquier investigación disciplinaria.

También, fomenta el desarrollo de carreras conducentes a nuevas profesiones, realiza innovaciones administrativas y académicas, y destaca la importancia de las carreras técnicas; estas últimas, a su juicio contribuyen a trabajar directamente con los recursos naturales del país. Sin embargo, dentro del universo de medidas tendientes a mejorar la educación universitaria, cabe destacar que fomenta el desarrollo de las ingenierías, en especial, la civil y de minas, instando al gobierno para contratar en el extranjero todos los profesores que dichas carreras pudieran requerir, así como también destaca la necesidad de crear becas para que los alumnos más destacados puedan realizar estudios en Europa(20). Con estas proposiciones, él sugiere la conveniencia de iniciar estudios científicos apropiados a nuestra particular realidad física y social. Por lo tanto, es una propuesta muy audaz para la intelectualidad chilena, que sólo emprenderá a materializarse unas décadas más adelante.

CONCLUSIÓN
Domeyko nos ha dejado un legado que atraviesa la esfera pública, la académica y la profesional, cuya gestión como un todo, contribuye a la institucionalización de las ciencias de la tierra y a la difusión de las ciencias exactas en el país; principalmente por dos tareas básicas que el asume como ejes centrales de su hacer académico y profesional: identificar los lugares geográficos donde existen o puedan hallarse minerales y clasificar los distintos referentes del mundo inorgánico que se encuentran en Chile. Y por otra parte, gracias a su gestión como ingeniero en minas y como profesor, el país logra contar con una institución sólida que entrega los conocimientos de geología, mineralogía y los procedimientos y técnicas modernas de extracción de minerales, acercando así a la educación con el mundo empresarial. Ello es relevante para el desarrollo de la minería y para la formación de cuadros técnicos orientados a la explotación de los recursos mineros. En esta tarea de identificar lugares, regiones geográficas y referentes abióticas, van colaborando además con la gestación de un imaginario colectivo acerca de la riqueza nacional, y en cuanto a los límites geográficos de la república y su expansión a nuevos lugares no considerados tradicionalmente explotables o habitables. Y en cuanto a su faceta de educador, ésta se da fusionada con su arista de hombre público, de autor crítico y responsable que es capaz de comentar y criticar los alcances de tal o cual medida, así como de pensar y proponer innovaciones, o de delinear las directrices teóricas para el desarrollo de la educación nacional. Y en especial, el rol más significativo en cuanto a lo anterior, es su esfuerzo por incorporar las disciplinas científicas a la curricula de la educación escolar y universitaria. Desde este punto de vista, Domeyko es un claro exponente de la necesidad de la reforma educacional sistemática y periódica, como una forma de adaptación a los requerimientos de los tiempos y de las necesidades sociales y productivas, como lo demostró en el desarrollo de la ciencia en Chile.

BIBLIOGRAFÍA
-Amunátegui, M Ensayos Biográficos. Tomo I. Santiago de Chile: Imprenta Nacional. Chile 1893.
-Amunátegui. M. “Ignacio Domeyko”. Ediciones de la U. de Chile. Santiago. 1952.
-Domeyko, I. “Elementos de mineralogía” Imprenta Ferrocarril. Santiago. 1860.
-Domeyko, I. Memoria sobre el modo más conveniente de reformar la instrucción pública en Chile. Santiago. 1842.
-Domeyko, I. Quinto apéndice al reino mineral de Chile i de las repúblicas vecinas. Imprenta Nacional. Santiago. 1876.
-Becerra, S y Saldivia, Z. “El Mercurio de Valparaíso su Rol de Difusión de la Ciencia y Tecnología en el Chile Decimonónico” Bravo y Allende Editores. Chile. 2010.
-Norambuena, L. Anales de la Universidad de Chile, N° 14. 2002.
-Saldivia, Z. “La Ciencia en el Chile Decimonónico” Editores UTEM. Santiago. 2005.
Citas
1 De acuerdo con la corriente filosófica Romanticista.
2 Este es un estudio netamente antropológico, es necesario mencionar nuevamente que Domeyko, pertenece al periodo positivista, con redacciones desde la óptica romántica de la ciencia. Se explica en este apartado, lo siguiente: “La admiración por los “bosques de eterno verdor”, por los “vestigios de bosques”, por las “verdes praderas”, por “los verdes árboles y arbustos”, por la “espesura de los bosques de quilas cruzados con lianas, de lluvia, de la humedad del fango y de los pantanos”; su admiración por los caminos impenetrables de bosques espesos y vírgenes de robles, pellines, peumos, canelos, avellanos, arrayanes, lumas, temus, raulíes, laureles, lingues; por los campos cultivados, por manzanos frondosos, por los sembradíos de hortalizas, maíz, porotos, habas, papas; por las infinitas arboledas y matorrales de murtáceas, copihues, coligües; por las plantas parásitas y enredaderas, por los floreados y vistosos prados, por los ramilletes de árboles, por las selvas tupidas, por los innumerables ríos, esteros y lagunas; por las montañas, cuestas, por la anchura y fertilidad de los campos; por las casas y las chozas, por las heladas regiones de hielos perpetuos, por las inmensas fajas de terrenos, por los inmensos jardines, como también, y por último, su comprensible admiración por lo que constituye el clímax de su paisaje natural: “el esbelto, gigántico pino de piñones, la célebre araucaria.” In Domeyko, I. “Araucanía y sus habitantes” Edición, selección, notas y prólogos de María Paradowska y Andrzej Krzanowski. Warszawa-Kraków: Sociedad Polaca de. Estudios Latinoamericanos, 1992. p.62.
3 “Viage a las Cordilleras de Talca i Chillán”, “Exploración de las lagunas de Llanquihue i Pichilaguna. – Volcanes de Osorno i de Calbuco – Cordillera de Nahuelhuapi” (1850), “Feldespato de las lavas de los volcanes de Chile” (1853), “Descripción de varias especies minerales i de algunos productos metalúrgicos de Chile, analizados en el laboratorio del Instituto de Santiago” (1857), “Estudios jeográficos sobre Chile”, “Jeografía, jeología, historia natural e industria minera de América i especialmente de Chile” (1859), “Jeolojía. Solevantamiento de la costa de Chile” (1860), “Breve instrucción sobre el arte de ensayar y analizar las diversas clases de guano” (1868); “Estudio del relieve o configuración esterior del territorio chileno con relación a la naturaleza jeolójica de los terrenos que entran en su composición”, (1875).
4 “… Ignacio Domeyko, no sólo descubría fósiles i minerales, i escribía disertaciones jeológicas [sino además] procuraba que se ejecutaran operaciones previas para resolver con toda seguridad importantes cuestiones relativas a los más graves problemas científicos. A Domeyko se debe la organización de las profesiones de arquitecto, ensayador general, ingeniero de minas, ingeniero geógrafo e ingeniero civil. No sólo contribuyó al arreglo del plan de estudio de la facultad de matemáticas i ciencias físicas, sino también a los de las facultadesde medicina i de leyes.” M. L. Amunátegui, Ensayos Biográficos. Tomo I. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1893, pp. 353, 356.
5 Becerra, S y Saldivia, Z. “El Mercurio de Valparaíso su Rol de Difusión de la Ciencia y Tecnología en el Chile Decimonónico” Bravo y Allende Editores. Chile. 2010. p. 98.
6 Ibídem. p. 98.
7 Ibídem. pp. 98- 100. 1° Noticia sobre los minerales de plata de Chile, y medios que se han empleado para trabajarlo. 2° Sobre las minas de amalgama natural de plata de arqueros en Chile. Descripción de una nueva especie mineralójica y modo de trabajarla según el método americano. Además de colaborar, con las investigaciones de movimientos sísmicos en el norte de Chile, especificada en la siguiente carta al Doctor Luis Troncoso: “… el día 8 de octubre a las 11 y 10 minutos de la mañana, con el cielo nublado y viento de occidente, marcando el barómetro de Bunten 762,6 m. m. y el termómetro 15°, 2-, hubo en la Serena el mas recio y continuado temblor de tierra, que duró 128 segundos… el espectáculo era tan sorprendente y aterrante, que los minutos parecían siglos de peligro en la existencia del hombre…”
8 Cf. Norambuena, L. Anales de la Universidad de Chile, N° 14. 2002. p. 2
9 Domeyko, I. “Elementos de mineralogía” Imprenta Ferrocarril. Santiago. 1860. p. 1.
10 Saldivia, Z. “La Ciencia en el Chile Decimonónico” Editores UTEM. Santiago. 2005. p. 156.
11 Óp. Cit. Domeyko, I. “Elementos…”. p. 9.
12 Ibídem. p. 10.
13 Esto es muy notorio, por ejemplo: “Rosicler negro. (Stefanit, plata-sulfo-antimonial), de Chañarcillo. Mui hermosas muestras de esta especie rica en plata se han extraído en estos últimos años de la mina Dolores 2ª, de Chañarcillo, en hondura mui considerable; i es de notar que mientras que la plata sulfúrea amorfa o cristalizada se halla por lo comun en las minas de Chañarcillo sentada sentadas sobre masas de rosicler claro (arsenical) i nunca he visto este último sobre la plata sulfúrea, no es raro encontrar el rosicler negro llamado stefanita, cristalizado sobre la plata sulfúrea…”[1]
14 Óp. Cit. Anales de la Universidad de Chile, N° 14. 2002. p. 2. Se reservó el Derecho de participar con naciones vecinas, debido a los estados de guerra, como muestra la siguiente cita: “Esta infortunada guerra arruina a tres repúblicas y siembra la venganza y el odio para el futuro”, lo cual se infiere: que el desarrollo de ciencia se abstiene hasta que sobrepase los tiempos de paz.
15 Óp. Cit. Saldivia, Z “La Ciencia…” p. 159.
16 Óp. Cit. Anales de la Universidad de Chile, N° 14. 2002. p.1.
17 Ibídem. p. 1.
18 Domeyko, I. Memoria sobre el modo mas conveniente de reformar la instrucción pública en Chile. Santiago. 1842. p.1.
19 Cf. Amunátegui, M. “Ignacio Domeyko”. Ediciones de la U. de Chile. Santiago. 1952. p.106.
20 Cf. Ibídem. pp. 106 – 111.
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