El hombre
El 14 de septiembre de 1808 en la villa de Charlottenburg, ubicada en las cercanías de Berlín, nace Rodulfo Amando, hijo del oficial retirado Guillermo Everaldo Phillipi de Wesfalia y de María Ana Krunwiede. Luego de sus estudios en la escuela local, se traslada, en 1818, a Iverdon, Suiza, para ingresar a la escuela de Juan Enrique Pestalozzi, que en las primeras décadas del siglo XIX, estaba de moda por emplear el nuevo método de estudio y aprendizaje que había instaurado este educador. Éste perseguía aprovechar al máximo la curiosidad de los estudiantes, para que los mismos, con una adecuada orientación del profesor, pudieran, prácticamente por sí solos, alcanzar la aprehensión cognitiva. Aquí aprende el francés, desarrolla hábitos de investigación en historia natural, el dominio de las ciencias formales como aritmética, cálculo y geometría, se introduce en el conocimiento de las lenguas clásicas, y se destaca por su habilidad para el dibujo. En 1822, Philippi se traslada a Berlín, para prepararse, durante cuatro años, en el Gimnasio homónimo, con vistas a su ingreso a la educación superior. Aquí fortalece sus conocimientos del griego y del latín, de las ciencias formales, de las ciencias humanas, de la Historia Natural y de las lenguas vivas como el italiano, francés e inglés. Ingresa a la Universidad de Berlín, en 1826 donde realiza estudios de medicina. Luego de cuatro años más y, provisto de un certificado con las mejores notas, se prepara para rendir sus pruebas finales, en abril 1830. Obtiene su título de médico tres años después, con excelentes calificaciones; empero, la medicina no sería su campo de desempeño.
En efecto, por problemas de salud había sido enviado antes de obtener su título, a otras zonas más templadas de Europa, concretamente al sur de Italia. Ello es providencial para Philippi, puesto que aquí conoce al naturalista Federico Hoffmann con quien realiza excursiones geológicas a los volcanes Etna y Vesubio. Enseguida se motiva por la Malacología y la Conquiliología y decide recolectar diversos especímenes de la región de Sicilia; tanto de fósiles como de referentes de la época actual. También colabora con su antiguo maestro Cristian Godofredo Ehrenberg en la recolección de especímenes y en la sistematización de conchas.
En 1835, Philippi pasa a desempeñarse como profesor de Geografía y de Historia Natural, en el Colegio Politécnico de Cassel, y, años más tarde en esta misma institución, asumirá como director. Son los años en que lo atrapan las redes del amor y el interés por las ciencias de la vida, tal como queda de manifiesto en la génesis de su abundante bibliografía científica que muestran sus primeros trabajos, principalmente en los campos de la Paleontología, Malacología y Geología. Así, en 1836 en Berlín, aparece: Enumeratio molluscorum Siciliae cum viventium tum, in tellure tertiaria fosilium qua in itinere suo observavit. Luego, en Cassel, se dedica con ahínco a la enseñanza y a la sistematización. Unos años después, en 1844 en la misma ciudad, publica el segundo tomo de su Enumeratio molluscorum Siciliae; trabajos que le trajeron un gran rédito académico y científico, así como diversas designaciones para ser miembro honorario de algunas academias científicas del Viejo Mundo.
A fines de la década del cuarenta, su hermano Bernardo Eunon Philippi se encuentra en Alemania motivando a sus compatriotas para emigrar a Chile, a la zona sur del país. Las constantes sugerencias de su hermano Bernardo, las descripciones de la naturaleza y vastedad del sur chileno que éste le manifiesta, sumadas a los conflictos políticos en Alemania y al espíritu liberal de Rodulfo Amando; parecen ser las variables que terminaron por inclinar la voluntad del naturalista para dejar Alemania y enfilar hacia Chile. Así, en julio de 1851, toma un vapor en Hamburgo con rumbo a este país del hemisferio austral, ubicado al fin del mundo, y, durante la travesía, aprovecha de estudiar español y de informarse sobre el país que lo va a acoger. Arriba a Valparaíso en diciembre de ese mismo año.
Recién llegado a Chile, Philippi sólo deseaba irse inmediatamente al sur del país, al fundo “Bellavista” en Valdivia; pero para ello era previo realizar diversos contactos científicos y presentar sus cartas de recomendación a las autoridades políticas y científicas de la época. Producto de estos avatares, es nombrado Rector del Liceo de Valdivia, y luego, profesor de Botánica y Zoología del Instituto Nacional. Más tarde es designado como profesor de la Universidad de Chile, y, en octubre de 1853, es nombrado director del Museo Nacional de Historia Natural. Phillipi, en este contexto, se siente tranquilo laboralmente y le escribe a su familia para que se vengan a establecer a Chile con él, e insiste mucho en recordar que le traigan sus libros, sus escritos y colecciones que habían quedado en casa de su amigo C. L. Koch, en Brunswick. El énfasis por sus libros, se comprende porque dicho material le permitirá contar con las fuentes documentarias, para asumir cualquier trabajo taxonómico o de historia natural en general.
El aporte científico de R. A. Philippi
El aporte de Philippi a la ciencia nacional es enorme, sin embargo, es posible sintetizar dicha contribución en los siguientes parámetros: sus exploraciones con fines taxonómicos en distintos lugares del país; su contribución teórica en el plano de la docencia superior; esto es, sus clases en el Instituto Nacional y luego en la Universidad de Chile; su labor como Director del Museo de Historia Nacional y el acopio de referentes orgánicos e inorgánicos que consigue, además de los objetos arqueológicos, que incrementan las distintas colecciones iniciadas previamente por Gay. A lo anterior, hay que adicionar la abundante bibliografía especializada que nos ha legado y que enriquece el acervo científico de la época. Y, por cierto, otra contribución no menor y altamente significativa es la consolidación de un modelo de trabajo taxonómico que hace escuela y que se observa claramente a fines del siglo XIX, cuando los nuevos naturalistas ya formados en el país —muchos de ellos antiguos discípulos— presentan sus propios resultados científicos con una manifiesta referencia a Philippi y a Gay, en lo sustantivo del método de sistematización. Ello es perfectamente observable en las obras de Reed, Germain, Porter, Fonck, Johow, Cox y otros.
En lo referente a las exploraciones por el territorio nacional, Philippi recorre casi todo el país; así, realiza expediciones de carácter taxonómico en regiones, tales como Valdivia, que recorre durante varias oportunidades en distintas direcciones en 1851, 1860, 1877, 1884, 1891. [1] Tal vez sea la zona que más repasa en sus estudios y exploraciones en terreno. También realiza, por orden del gobierno una excursión al Desierto de Atacama, que inicia en 1854, con el objeto de estudiar la flora y fauna de la región, y para determinar las características geológicas y geográficas de la zona. Ello con vistas a evaluar posibles asentamientos humanos y una eventual explotación de los recursos mineros. Luego, en 1864, recorre las Islas Juan Fernández. Más tarde seguirán sus exploraciones a Concepción, Lebu, la zona de La Araucanía, la Isla Quiriquina, Los Andes, Jahuel, Chillán, el lago Ranco, Algarrobo, el Volcán Osorno, Victoria, Quilpué, Valparaíso y tantos otros lugares del territorio nacional, que recorre hasta 1891. En todos ellos, el sabio alemán recoge gran cantidad de exponentes de la flora y la fauna de la región. En dichas exploraciones, siempre está pensando en incrementar la colección de referentes para el Museo Nacional.
Entre las publicaciones de Philippi que aún no hemos mencionado y que ven la luz en Chile, o desde Chile, puesto que algunas de ellas se imprimen en el extranjero; cabe destacar las siguientes: Viage al Desierto de Atacama, publicado en Sajonia, Alemania, en 1860; Elementos de Botánica para el uso de los estudiantes de Medicina y farmacia en Chile, aparecido en Santiago, en 1869; Elementos de Historia Natural, impreso en 1866; Fósiles terciarios y cuartarios de Chile, impreso en Leipzig en 1887; Plantas nuevas chilenas (6 Tomos), 1893-1896, Santiago y Suplemento a los batracios chilenos, Santiago, 1902.
La primera de las obras mencionadas en el parágrafo anterior, amerita un comentario, puesto que es un trabajo solicitado por el gobierno y que se enmarca en la política científica de la época, que perseguía recabar información especializada sobre los exponentes del cuerpo físico del país o sobre regiones específicas. En este caso, en especial sobre el Despoblado de Atacama, que en el imaginario colectivo del empresariado y hombres públicos del Chile de mediados del decimonono, tiene una relevancia, pues se supone que allí se encuentran muchas riquezas minerales. En el marco de esa hipótesis, se pensaba contar con un detallado informe de la Mineralogía, Geografía, Orografía, Climatología y de la flora y fauna de la región; pero pensando siempre en la factibilidad de encontrar, tanto riquezas mineralógicas como las condiciones para el asentamiento humano, principalmente agua y árboles. En este contexto, Philippi realiza un atinado y completo informe de los especimenes del medio biótico, pero no deja entrever claramente las posibilidades de una eventual explotación de productos mineros. Esto provoca una discusión en el período o, al menos, comentarios de los empresarios y de los hombres públicos de la época. En rigor, los elementos categoriales asociados tradicionalmente con la idea de belleza y de riqueza europeas, tales como la presencia de agua, de ríos, de recursos hídricos, de zonas verdes, la abundancia de animales y/o de minerales no quedan explícitamente detallados en el riguroso informe de Philippi. Sólo a fines del siglo XIX, se determinará efectivamente el tenor y características de los minerales de la región. Empero, si queda claramente de manifiesto en el informe de Philippi, la existencia de especimenes orgánicos que logran vivir en el desierto. Entre estos, en el plano de la flora, el sabio alemán da cuenta de plantas como la Bustillosia chilensis Clos., Malesherbia humilis Ph., el Palo de Jote (Gypothammium pinifolium Ph.); o de cactáceas como el Echinocactus cinereus Ph., el Echinocatus mammillarioides Hook., Echinocactus columnaris Pfr., el Mentzelia chilensis Gay., y otros; [2] de flores tales como la Altromeria violacea Ph., la Psoralea. Azurea Ph. o la Peperonia Dölli Ph. [3] En el plano de la fauna, da cuenta de ciertos gastrópodos, mitílidos y crustáceos; v. gr., entre los mitílidos destaca los siguientes: Mytilus dactyloides Hupe, Mytilus granulatus Hanley, Mytilus ovalis Lamk; entre los moluscos destaca al loco Concholepas peruviana Lamk. [4]
Características de su prosa científica
Desde la perspectiva metodológica y descriptiva, el estilo que sigue Philippi se ciñe a la descripción cronológica, en general, del viaje, denominando los lugares y entregando las características del sector, incluidas algunas observaciones sociológicas. Todo ello, en todo caso, lo más conciso posible pues es enemigo de laLuego, cada cierto trecho, en la prosa focaliza la atención en los referentes orgánicos e inorgánicos que ha venido observando, presentando algunas listas de dichos exponentes. Lo relevante, en todo caso, es que en su prosa queda de manifiesto la búsqueda de exponentes orgánicos desde la perspectiva cultural y social eurocéntrica, como señaláramos. Para ilustrar los criterios que orientan a Philippi, traigamos a presencia algunas de sus expresiones; por ejemplo, para aludir a la región de Cachiyuyal, señala: “Alojamos en este lugar que se halla a 670,5 mtr. sobre el nivel del mar; como se ve habiamos marchado toda la tarde en una meseta casi horizontal. El alojamiento se llama Cachiyuyal, a pesar de no haber allí ningun Cachiyuyo (Atriplex sp.); probablemente este arbusto existia ántes y habia sido destruido para hacer fuego […]No hay agua en Cachiyuyal.” [5] Y dando cuenta de las proximidades del sector de Paposo, acota: “En la elevación de 650 metros la vegetación es absolutamente nula, y cuando se observa la costa desde el mar la faja verde de la vegetación parece cortada por una línea recta […]Es muy singular, que estas regiones no producen espontáneamente ningun arbol y ni siquiera un arbusto mas alto de seis a ocho pies.” [6]
Las citas anteriores evidencian la decepción que aflige a Philippi por la escasez de agua en la región y eso también debe haber impactado al gobierno de la época, esperanzado en encontrarla para futuros asentamientos productivos; después de todo, los criterios europeizantes son parte del ideario del mundo científico y del medio político chileno decimonónico.
Otro texto de Philippi, que es conveniente destacar en este capítulo, es el ensayo Elementos de Botánica para el uso de los estudiantes de Medicina y farmacia en Chile, puesto que marca un hito en lo referente a material bibliográfico para los médicos y para los farmacéuticos en general, así como para toda persona interesada en conocimientos de farmacopea o de terapias médicas centradas en los especímenes de la flora vernácula y la flora universal. El texto fue un éxito, seguramente por el espíritu pragmático que expresa el autor en cuanto a describir las plantas “mas útiles a la medicina i a la especie humana en jeneral”. Ello queda de manifiesto en especial en la segunda parte de la obra, en que aborda los referentes de la flora chilensis que pueden aportar a los medicamentos hipnóticos, cefálicos, vermífugos, antifebrífugos, diuréticos, catárticos, antivenéreos, astringentes, antiasmáticos, demulcentes, diuréticos o de otros tipos conocidos por la farmacopea tradicional y utilizados en la medicina. Enfatizar en las cualidades medicinales de las plantas es el fuerte de la obra.
A manera de ilustración, veamos algunos ejemplos de la selección que presenta el autor. Por ejemplo, desde la perspectiva contemporánea llama mucho la atención la descripción que hace del cáñamo: “Cannabis sativa L. Cáñamo común, propio del Oriente, planta mui conocida, tan util por las fibras de su liber, que sirven para tejidos, cordeles, jarcias. Las semillas engordan a los pájaros; su emulsion es sedativa i emoliente, i se receta en afecciones de las vias urinarias; su aceite hediondo sirve en las artes.” [7] En la actualidad seguramente muchos quisieran que les recetaran dichas infusiones, pero estamos en otra cultura, muy distinta a la decimonónica. Más adelante, dando cuenta de un exponente de las Orquídeas, señala: “Angraecum fragans Thouars, de las islas mascareñas; sus hojas tienen la fragancia de las semillas de tonca i mucha fama como remedio contra la tisis; se llevan a Europa bajo el nombre de Thé de Bourdon o Faham.” [8] Y en cuanto a un espécimen más conocido en el país, como el caso del luche, el autor lo describe en estos términos: “Ulva latissima, i Ulva lactúca L., ambas comunes en todos los mares, se comen cocidas o con ensalada, i se llaman en Chile luche. Los antiguos la recetaban contra las inflamaciones i contra la gota, se cree que son útiles contra las escrófulas.” [9]
Pero Philippi no sólo se preocupa de buscar el correlato entre plantas y medicina para los seres humanos, sino que también describe y señala una gran cantidad de referentes de la flora que favorecen al ganado o a otros animales de interés para el hombre. V. gr.; en un momento de su prosa en que está dando cuenta de diversas gramíneas, se lee: “D. Caespitosa Forst. (Tussoegras de los ingleses), planta de las islas Maluinas; sus pajas alcanzan casi a dos metros de altura i sus hojas están dispuestas en abanico; es un pasto excelente para las vacas i deberia hacerse la tentativa de introducir esta planta en Chiloé.” [10]
Por otra parte, el aporte de Philippi a la ciencia nacional, desde el punto de vista institucional, esto es, como Director del Museo Nacional, se siente casi de inmediato, por ejemplo en lo referente a ordenar, configurar y ampliar las distintas colecciones; en especial se dedica a reforzar la presencia de cuadrúpedos y aves, también algunos peces o reptiles conservados en alcohol, y el herbario nacional de la Institución que era muy escaso. En general, parece que luego de la partida de Gay a Francia, en 1842, el Museo decae en sus colecciones y en su orden y presentación interna. Justamente después de cada viaje exploratorio, Philippi sentía el gozo de ampliar los referentes del Museo. Así, por ejemplo, luego de su viaje al Despoblado de Atacama, se siente muy satisfecho por los especímenes que logra recoger y traer al Museo. Él mismo detalla así su acopio:
“Minerales 20 muestras
rocas fósiles 29 especies
mamíferos 14 ”
aves 33 ”
reptiles 9 ”
crustáceos 10 ”
insectos 50 ”
moluscos 97 ”
vermes 1 especie
equinodermos 8 especies
plantas 419 especies” [11]
Lo precedente, ilustra su constante preocupación por incrementar las colecciones de especímenes existentes en el Museo Nacional y nos permite traer a presencia otro plano de su contribución a la ciencia nacional, que se repite luego de cada una de las excursiones que el sabio alemán realiza por el territorio chileno. Esto es, sus esfuerzos por configurar una sala arqueológica, la cual finalmente logra preparar y reunir allí, por ejemplo: momias de las Islas Guaitecas, momias peruanas y algunas egipcias. También, su inquietud sostenida para contratar nuevos científicos que van asumiendo diversas tareas en el Museo, es otra forma de contribuir a la episteme nacional.
Ahora, en cuanto al modelo de descripción, al paradigma decimonónico de trabajo taxonómico que nos ha legado; es conveniente recordar que Philippi cierra el ciclo iniciado por Gay, en cuanto amplía el marco teórico sobre el conocimiento de las ciencias de la vida en Chile y en lo referente a la obtención de un vasto universo de diagnosis sobre los observables endémicos y exógenos existentes en el país. Así, es posible sostener que Philippi finiquita una etapa, en cuanto a la introducción y utilización de un modelo taxonómico. Este modelo se caracteriza, entre sus notas más relevantes, por la inclusión de cadenas estructuradas de proposiciones —primero en latín y luego en español— con las que Philippi va describiendo y tipificando las formas de la flora y fauna chilenas, para incorporarlas a la ciencia europea. Ello, dentro de la máxima brevedad expositiva, pero sin dejar de considerar las propiedades más relevantes de los referentes orgánicos; su diagnosis se centra principalmente en la perspectiva tradicional del investigador; es decir, lleva la impronta del científico decimonónico que se sitúa frente a un objeto o referente orgánico que hay que tipificar; sin fijarse demasiado en dejar una constancia expresa del conocimiento que sobre el mismo, pudieran tener o no los naturales o lugareños, como lo hacía Gay. V. gr., a manera de ilustración, al dar cuenta de una planta de Tierra del Fuego, señala:
“Stellaria axillaris- Ph.
A.glaberrima, ramosissima, caespitosa; foliis linearibus, utrinque attenuatis; pedunculis axillaribus, unifloris, folium aequantibus; petalis angustis, bifidis, sepala ovato-oblonga aequantibus; capsula calycem vix superante.
In insula orientali Fuegiae februario 1879 lecta.
Esta planta forma céspedes mui tupidos de la altura de 20 milímetros. Los tallos son delgados, casi filiformes, i sus internodios comunmente del doble largo de las hojas, que suelen medir 13 milímetros de longitud i de 11/2 milímetros de ancho […] [12]
En síntesis, el modus operandis de Philippi, para la presentación de los exponentes del mundo orgánico, es el mismo que utilizan los miembros de la comunidad científica europea y los estudiosos de las ciencias de la vida radicados en el país. Ello queda de manifiesto, por ejemplo, al observar algunos trabajos de Audouin, Liais, Lacordaire, Blanchard, Doyére, D’Orbigny y Cuvier entre otros sabios europeos; o bien en los trabajos de Federico Philippi, tales como su Catalogus plantarum vascularium chilensium, aparecido en 1881; o al revisar las memorias científicas de los Anales de la Universidad de Chile, principalmente al leer los ensayos de Carlos Reiche como, por ejemplo: “Estudios críticos sobre la flora de Chile” (1897), o el texto de este mismo autor: Flora de Chile (1896), o algún trabajo de Johow, v.gr.: Estudios sobre la flora de las Islas de Juan Fernández (1896), entre otros.
Hacia una conclusión
La contribución de Philippi a la episteme nacional, por cierto está imbuida de un notorio pragmatismo y utilitarismo, que se identifica claramente con los rasgos de los científicos positivistas de la época. Ello es posible de observar con toda propiedad en su prosa; v. gr., los mismo ejemplos anteriores dejan en evidencia este télos que sugiere el trabajo del sabio alemán, tanto si recordamos las descripciones de su texto Elementos de Botánica para el uso de los estudiantes de medicina i farmacia en Chile o su Viage al Desierto de Atacacama o en cualesquiera de sus numerosos artículos publicados en los Anales de la Universidad de Chile.
Philippi, en rigor cumplió muy bien su rol de continuador de la descripción de lo viviente en el Chile decimonónico, tanto porque luego de Claudio Gay que logró la primera macro-mirada ordenadora de la flora y fauna chilensis; Philippi pudo entonces asentar desde Chile, definitivamente el método de diagnosis que venía usándose a partir de Linneo (1707-1778), para dar cuenta de los referentes orgánicos en la ciencia universal, cuanto porque tuvo seguidores y continuadores que expandieron el modelo instaurado para el conocimiento de lo viviente en las diversas regiones de Chile en el Siglo XIX. Además, porque la tarea de ordenar lo viviente propio de la natura chilensis, contó con puntos de apoyo como por ejemplo el Museo de Historia Natural, que Philippi dirigió y pudo así ir articulando un equipo de especialistas que ordenaban todo lo que les remitían desde las regiones para su clasificación, ora de los profesores de algunos liceos, ora de los oficiales de la Marina nacional, tales como Francisco Vidal Gormáz, Ramón Vidal Gormáz, o Roberto Maldonado, por ejemplo.
Por tanto, dada la enorme contribución a la ciencia nacional, de Philippi, no resulta extraño que la Universidad de Chile le brinde un emotivo homenaje en septiembre de 1898 con motivo de su cumpleaños; uno de los últimos eventos académicos donde se deja constancia pública de su vasto aporte a la Historia Natural y a la consolidación de la ciencia en el país. Seis años más tarde, la muerte lo sorprende rodeado de sus queridos amigos y sus colaboradores más cercanos.
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