EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Luis Advis: compositor, pedagogo y filósofo

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 15/10/2023

“Que en la vida no hay que temer lo aprendido ya con la edad (…)”.
(Cantata Popular Santa María de Iquique).
Por Francisco Díaz C.(1) y Adolfo Ramos A.(2)

 

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Resumen:
En el siguiente artículo, los profesores chilenos Francisco Díaz Céspedes (izquierda, fotografía) y Adolfo Ramos Aliste (derecha, fotografía) exponen breve reflexión del compositor chileno Luis Advis.
Advis es, sin lugar a dudas, uno de los compositores más sobresalientes de Chile y el mundo. Su pensar filosófico sostuvo las bases para el desarrollo de la estética; y lo hizo mediante su célebre obra la “Cantata Popular Santa María de Iquique”. Asimismo, su labor académica trascendió en numerosos estudiantes que vivenciaron sus cátedras, y atendieron a sus amplios conocimientos, expresiones y opiniones.

Palabras claves: Estética, Práctica Teórica, Reflexión Crítica

 

Abstract: Luis Advis is without a doubt one of the most outstanding composers in Chile and the world. His philosophical thinking held the foundations for the development of aesthetics; and he did so through his famous work the “Cantata Popular Santa María de Iquique”. Likewise, his academic work transcended numerous students who experienced his professorships, and paid attention to his extensive knowledge, as well as his expressions and opinions not so generalized by the common sense of the time.

Keywords: Aesthetics, Theoretical Practice, Critical Reflection

 

Un primer alcance
La “Cantata Popular Santa María de Iquique” es por esencia el relato más icónico de nuestra patria; lo cual es cantada y coreada por la reflexión más pura de quienes la han leído y escuchado armoniosamente en innumerables escenarios de Chile y el mundo. De su creador, sabemos de reconocimientos y entrevistas, pero son muy pocos los estudiantes que conocieron al maestro Luis Advis en el sentido más humano y pedagógico. Así, sus enseñanzas trascendieron en cientos de profesores amantes de la música y en decenas de compositores que estructuran nuevas piezas musicales que involucran los procesos históricos más complejo de nuestro país. Por supuesto que no es fácil, ya que las reflexiones más profundas asisten a un sentido de pertinencia y a un estado de conciencia de claridad sobre los hechos ocurridos.

La “Cantata Popular Santa María de Iquique” es Advis, porque es propia de su natalidad, suscitada en la ciudad de Iquique, el 10 de febrero de 1935. De modo que su historia local ha trascendido en la voz popular de quienes no pudieron seguir cantando –a inicios del siglo XX- los versos “de un pago que los protegiera de la devaluación del peso, que se pudieran cambiar en moneda normal las fichas con que las salitrera les pagaba, que hubiera escuelas en las oficinas y que se instalaran rejas de seguridad en torno a las faenas más peligrosas”(3). Y mientras pasaban los días, los cielos se iban oscureciendo con atardeceres de color sangre, hasta llegar el 21 de diciembre de 1907, en que ante la negativa de los huelguistas en desalojar la Escuela Santa María, el general Roberto Silva Renard ordenó a sus soldados disparar contra la multitud (4); cumpliéndose la narrativa contemporánea de Hernán Rivera Letelier en su obra célebre Santa María de las flores negras: “En pleno fragor de la masacre, cuando el remolino de la confusión nos llevaba a pasar cerca de donde estaba emplazado el general, lo veíamos impávido sobre su corcel blanco, como cincelado a granito, sin que le temblaran un ápice las puntas de sus mostachos retorcidos, contemplando con sus fríos ojos de vidrio esa masacre despiadada, y acaso pensando que tal vez la Historia lo iba a recordar en los libros póstumos como el gran vencedor de “La Batalla de Iquique”, como comenzarían a llamar al día siguiente, en los círculos militares y de gobierno, a esa cobarde matanza de obreros indefensos”(5).

Advis, a finales de 1969, escribió y compuso el relato más conmovedor de la historia chilena de la música, cuya comprensión evoca al sentimiento más puro de la resistencia contra una sumisión forjada por la fuerza y la coacción. En su composición, dignifica a los protagonistas que se organizaron y se planificaron con el objetivo de embestir ante la injusticia de la insolvencia humana. Como no hacer mención sus primeros versos en el Pregón:

“Señoras y señores,
Venimos a contar, aquello que la historia
No quiere recordar” (6).

Advis, un intelectual que, sí recuerda y no olvida, desarrolló su composición en base al conocimiento de la estética (7), y en su específica relación con la música; dejaba en jaque a toda expectativa y a toda efervescencia de quienes escuchaban sus obras, particularmente la “Cantata Popular Santa María de Iquique”, puesto que trasmite las nociones formales de la belleza y de la armonización musical, lo cual generó en el ser humano un entendimiento lógico de los acontecimientos ocurridos en 1907. En este sentido, la praxis pedagógica de Advis, fue un testimonio vivo que educó a innumerables jóvenes en las diversas disciplinas del saber, tales como: Historia, Filosofía, Estética, Lingüística y Composición musical.

Luis Advis desde mi pupitre
Referirse a Luis Advis (8), es uno de esos profesores con los que te da cierto orgullo haber estudiado. Quiero partir aclarando que no fui su discípulo estrella ni mucho menos, solo uno más de los miles de estudiantes que pasaron por su aula y lo escucharon atentamente sentados tras un pupitre. En mi caso, de la última generación a la que educó.

Durante dos años de mi carrera de Licenciatura en Artes con mención en Teoría de la Música escuché, siempre en la primera fila, su cátedra tanto de Historia Comparada de las Artes (asignatura que, al parecer, él mismo inventó), como de Estética. Corrían los años 2002 y 2003 en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

Para quienes no lo conocen, Luis Advis fue, tal vez, uno de los más grandes estudiosos de la Estética en Chile, así como un prolífico compositor, creador de una de las obras más importantes que haya sido escrita en nuestro país: La “Cantata Popular de Santa María de Iquique”. El disco original de la Cantata Santa María fue durante mucho tiempo el disco de música chilena más vendido de la historia y en 2008 fue catalogado como el 4° mejor disco de toda la historia de la música chilena por la revista “Rolling Stone” en su edición número 121, de abril de ese año, irónicamente debajo de “La voz de los 80” del grupo “Los Prisioneros” y “Alturas del Machu-Picchu” de Los Jaivas, ambos discos de los cuales él mismo tenía una pésima opinión.

Si bien es probable que su principal ingreso económico haya provenido de la cantata, la mayor parte de su obra fue destinada a la música escénica, en las que se cuentan la banda sonora de la película “Coronación” (2000) y “Julio comienza en julio” (1979), además de una buena cantidad de música para teatro, de la cual casi no queda registro. Además de eso fue fundador y presidente de la SCD (Sociedad Chilena del Derecho de Autor) entre los años 1993 y 2004.

Anciano de aspecto, mas no de edad, falleció a los 69 años producto de una enfermedad renal que, según sus propias palabras, lo mantenía 8 horas, tres veces por semana, conectado a una máquina de diálisis. La causa exacta de muerte, a petición suya, así como todos los detalles de su funeral, estuvieron vedados para el público general, por lo que solo su familia y amigos cercanos tuvieron acceso a ellos. Así era, renegaba de la fama, de las multitudes, de la idea de ser una “estrella”. Otro dato interesante, al respecto, es que fue jurado del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar el año 2000, en el que, según varios recuerdan medio en broma, medio en serio, utilizó un atuendo similar al que usaba para hacer clases en la facultad.

Fumador empedernido, encendía un cigarrillo con el fuego del que se estaba terminando e incluso a veces olvidaba que tenía uno encendido en la mano izquierda mientras encendía otro en la mano derecha. ¡Ay de quien osara quejarse del humo! La puerta era ancha. Bueno, eran otros tiempos. De carácter afable casi siempre y hasta simpático la mayoría de los días, humilde tanto en su forma de vestir como en su trato con los demás (no así en sus opiniones), tenía una mente aguda y curiosa, aún a su edad. Se sabía dueño de una mente excepcional y de un conocimiento vasto, hablaba varios idiomas con fluidez, leía en griego y latín con facilidad, él mismo nos comentaba que era capaz de mirar una partitura de orquesta y escucharla en su mente, cosa que pocos músicos pueden hacer. Cuando necesitaba ejemplificar algo musicalmente, se sentaba en el añoso piano de la sala y podía, sin ninguna partitura de apoyo, tocar largos y complejos pasajes de cualquier tipo de música que se requiriera, todo de memoria. Lo anterior, claro, lo hacía luego de pedir “disculpas a los pianistas”, porque no se consideraba un buen ejecutante de dicho instrumento.

Con una mirada extremadamente crítica acerca de la música chilena, despreciaba con mucha vehemencia a muchos músicos populares y lo hacía saber sin tapujos. Recuerdo haber intentado ejemplificar en una disertación con “Alturas del Machu-Picchu” del grupo “Los Jaivas”, a lo que recibí un tajante “NO”, por considerar que dicha pieza no hacía justicia al poema de Neruda, a quien tenía en alta estima. De los prisioneros ni hablar, solía usarlos como “mal ejemplo” de diversas temáticas estéticas. Aunque para ser justo, debo decir que incluso cuando se le preguntaba por algunas de sus propias obras, también las minimizaba; la cantata era para él “Una cosita que compuse por allá por los 60”.

Recuerdo muy bien haber esperado ansioso una primera clase de “Historia comparada de las artes” que nunca ocurrió. El motivo, le habían asignado una sala en el segundo subterráneo y, por supuesto, se negó a utilizarla, no porque no fuera digna de él (no lo era), sino porque su delicado estado de salud no era compatible con esa aula enorme, destinada a ensayos de orquesta, con una larga escalera de madera muy deteriorada y sin el mobiliario adecuado. Al no contar con una sala adecuada para su cátedra, se rumoraba que dicha asignatura no se rendiría aquel año y que deberíamos tomar un electivo de Historia del Arte en otra facultad. O sea, no conoceríamos a Luis Advis. Estas descoordinaciones eran comunes en la facultad, así que por nuestras quejas y gracias al amor de don Luis por la enseñanza, finalmente salió humo blanco la segunda semana de clases y con un acomodo de horarios, la cátedra se pudo dar. Era una larguísima clase de 3 horas, con 15 minutos de intermedio, agotadora tanto para él como para nosotros. Fue lo que conseguimos.

En dicha asignatura nos entregaba un baño de cultura general, acerca de la historia universal cruzada con historia del arte, que finalmente era un despliegue de su vasto conocimiento y un incentivo para conocer más acerca de ciertos temas. La clase era simple y sorprendente: Nos había pedido fotocopiar un apunte que él mismo había escrito a máquina (aún lo conservo) y la clase consistía en explicarlo casi de memoria, durante 3 horas seguidas, en una época en que no había más soportes audiovisuales que alguna que otra diapositiva (de las reales, esas fotos pequeñitas que se proyectaban con una máquina que lanzaba una fuerte luz y sonaba como una turbina de avión) con imágenes que nos mostraba la catedral de Notre Dame o la ronda nocturna de Rembrandt, por lo general, tomadas en alguno de sus múltiples viajes al Viejo Continente. Aprendimos acerca de la diferencia entre la arquitectura románica y gótica, así como la manera más simple de diferenciar entre un cuadro renacentista y un cuadro del barroco; que los romanos adoraban a los mismos dioses griegos, pero con otros nombres; que el primer atlas de anatomía fue hecho diseccionando cadáveres frescos; de cómo el arte afecta la historia tal como la historia afecta al arte.

Hacia el año 2003 su estado de salud se había deteriorado aún más. El ramo de Estética era la guinda de la torta y pocos querían perdérselo, sin embargo, varios quedaron por el camino. La razón no era la dificultad ni la gran cantidad de cigarrillos que se seguía fumando en el aula, eran sus opiniones. A diferencia de las clases de historia, la estética implicaba involucrarse más con las diversas músicas y con las diversas expresiones y solía tocar fibras más sensibles. Antes ya había dicho que Luis Advis no tenía la mejor opinión de la mayoría de los músicos chilenos y para algunos estudiantes eso lo hacía parecer pedante y hasta algo odioso.

Nunca olvido que un estudiante de medicina que asistió como “oyente” la primera clase del segundo semestre (el ramo era anual), cuando el profesor Luis hablaba acerca de “La crítica del juicio” de Kant y planteaba que el juicio acerca de lo bello debe ser “aconceptual”, esto es, basado en la forma misma, en el desarrollo del objeto estético y no en su significado. Dicho esto, comienza a mostrar ejemplos, recita algunos poemas y termina en una ácida crítica al grupo los prisioneros: “el valor de su música es inherente a la situación política del país y no a sus características propiamente estéticas”. Es importante aclarar que don Luis no se refería a que “no tuviera valor en lo absoluto” sino que este, en su opinión, era diferente al propiamente estético. El estudiante de medicina algo ofuscado por lo que escuchaba, intentó rebatir su opinión con argumentos muy escasos a lo que recibió una dura reprimenda: “Disculpa, de donde me dijiste que venías”, “de medicina”, “Ah, por eso. Bueno, te voy a pedir que, ya que vienes de oyente, te dediques a escuchar y no a opinar. Gracias”. Y continuó con la clase. El muchacho, en cambio, se fue inmediatamente y nunca volvió. Nosotros que ya lo conocíamos hacía 3 semestres sabíamos que no se le debía discutir sus opiniones, porque terminarías odiándolo. Por lo general, sus opiniones eran duras, tajantes y sumamente argumentadas, así que no sólo no era buena idea discutirlas, sino además no tenía objeto, jamás iba a cambiar de opinión.

Si bien fui un estudiante bastante del promedio en “Historia comparada de las artes”, en estética fue otra cosa, aprendí muchísimo. Y es que su clase estaba diseñada para que pudiéramos comprender complejos conceptos filosóficos a través de ejemplos muy cercanos y contextualizados a nuestra área de especialización. Hasta el día de hoy me impresiona la pasión que ponía al explicar cada tópico, así como todo el trabajo y la experiencia puestos en cada sesión, realmente era un gran pedagogo. Su clase me abrió las puertas de una comprensión muy profunda acerca del arte y sus estructuras, pero no sólo eso: me enseñó que, explicando las cosas con simpleza, ejemplificando y aterrizando los temas a la realidad de los estudiantes, cualquier persona puede aprender. Si bien puede sonar “de Perogrullo”, cualquiera que haya pasado por la universidad sabe que no es una opinión masiva entre los docentes de dichas instituciones.

Mi mayor momento de orgullo con él, terminó ocurriendo durante la última actividad de la asignatura de estética. A quienes estudiábamos la especialidad de teoría de la música (no así a quienes estudiaban interpretación), exigía preparar una disertación, que consistía en un análisis estético de una pieza musical, un artista, un género o algún tema relacionado con la música y la estética. Lo más difícil del trabajo era convencer al maestro, por lo demás, extremadamente exigente, que habías realizado una reflexión profunda, basada en los conocimientos recibidos durante el curso, respecto del tema a presentar. Si bien, en general, la nota no era tan importante para él (incluso me da la sensación de que ponía la misma nota a todos), al terminar cada exposición él daba una opinión acerca de lo que le había parecido y eso era lo más importante. Lo vi criticar duramente a varios, suavemente a algunos, despiadadamente a un par.

En general la mayoría escogió analizar algún autor o alguna pieza y hablar de su historia o de características específicas que podrían ser analizadas desde el punto de vista de la estética. Yo me había preparado por casi un mes acerca de mi tema: “Relación música/texto”. Busqué la opinión de diversas personas (entre ellos del maestro Vicente Bianchi, otro gran músico que tuve la oportunidad de conocer por esos años), leí varios artículos, investigué acerca de la historia de esta discusión y busqué ejemplos. Aun así no me sentía completamente preparado, sentía que me faltaba algo, no sabía exactamente qué. Presenté mi trabajo, tuvimos una leve discusión acerca del canto final de “Alturas del Machu-Picchu” (prefirió que, en lugar de escuchar la canción, simplemente recitara el poema) y al final me dijo algo que dijo a muy pocos: “Me gustó tu disertación”. Luego me hizo una pequeña crítica en la que me entregó exactamente aquello que me faltaba dilucidar en mi larga reflexión, el último metro de la maratón que me tomó un mes recorrer. Había sido tan obvio para él, pero a mí me ayudó a terminar de conectar todas las ideas que había recolectado y cerró perfectamente el tema.

“Me gustó tu disertación”, las últimas palabras del maestro para mí, la última enseñanza, la última revelación y el dulce sabor de la aprobación. Luego de terminado el año, no lo volví a ver. Al año siguiente me enteré de su sensible fallecimiento y a pesar de no haber sido realmente cercano a él, me afectó. Sus exequias fueron, por su última voluntad, cerradas y secretas, sólo para su familia y amigos. Acudí junto con otros compañeros al homenaje que se realizó en el Museo de Bellas Artes en el que pude ver el cariño que muchos músicos le profesaban a pesar de que, según los discursos que entregaron, con la mayoría estaba peleado: “Así era él”, todos reían…

El legado de Advis
El pensamiento, las expresiones y las opiniones -según la narrativa anterior-, muestran la ejemplificación más sincera de la humanidad de Advis, tanto en su saber, como en el desarrollo de su praxis pedagógica. Desde esta perspectiva, es posible vincular los versos de la “Cantata Popular Santa María de Iquique”, cuyas conceptualizaciones y cualidades propias de la estética, especialmente la kantiana (9) validaban la argumentación histórica con la reflexión crítica de su contemporaneidad.

Si bien es cierto, a nuestro tiempo, varias de las actitudes pedagógicas de Advis no tendrían aceptación, dada a su incompatibilidad normativa y moral. Empero, su sapiencia era digna de admiración contemplativa, debido al estudio contextual y estructural de las piezas musicales que elaboraba y revisaba. Así, estas demostraban una tendencia tautológica referente a la idea causal de cualquier composición musical, teniéndose siempre presente: por una parte, el conjunto de cualidades que constituyen la creación en cuestión; y por otra, la agudeza teórica para dar una razón no concluyente al momento de sentenciar juicios estéticos.

Esta forma de hacer pedagogía crítica, es muy propia de las ideas del Pedagogo Paulo Freire, al responsabilizar al ser humano a estudiarse a sí mismo, con el objetivo de promover racionalmente y espiritualmente su estado de concienciación (10), cuya finalidad es canalizar la existencia creadora por medio de la libertad imaginativa y de su materialización práctica. Por lo tanto, el legado de Advis trasciende en la capacidad metacognitiva de sus oyentes, siendo el resultado de sus enseñanzas el juicio estético más racional y experimental posible.

Sin embargo, sabemos que Advis fue querido por sus coetáneos, y su legado perdura y perdurará en la elocuencia histórica, y cuanto más en el movimiento que impulsó el grupo musical Quilapayún, que emanaban efervescentemente el Canto Popular, focalizado en la idea del trabajo y sus trabajadores, en la organización colectiva para la superación de la pobreza, la enfermedad, la vivienda y la injusticia que estaban plasmadas explícitamente en la “Reseña Histórica de Tarapacá”; libro que inspiró a Advis para la composición de la “Cantata Popular Santa María de Iquique”, obviamente sustituyendo el motivo religioso tradicional de las cantatas por las problemáticas de los movimientos sociales en Chile a inicios del siglo XX. Y una ejemplificación de ello, versa en las siguientes estrofas de la Canción Final:

“Unámonos como hermanos.
Que nadie nos vencerá
Si quieren esclavizarnos,
Jamás lo podrán lograr.

La tierra será de todos,
También será nuestro mar,
Justicia habrá para todos
Y habrá también libertad
Luchemos por los derechos,
Que todos deben tener
Luchemos por lo que es nuestro,
De nadie más ha de ser” (11).

Derechos sociales que se fueron debatiendo, aceptando y ejerciendo entre los años 1930 y 1960. Desde una mirada racional, las personas fueron dando apertura a la observación de la realidad y a lo universalmente legítimo (12), en que la razón es conocimiento, porque juzga su actuar. De esta manera el espíritu humano se espiritualizó aún más, para sobrellevar las constantes necesidades de sobrevivir ante las acciones más coercitivas que ha escrito la historia, sea en 1907 como en el transcurso de las décadas de los 70’ y 80’. Y en la Canción Final, Advis lo profetizó versando:

“Quizás mañana
o pasado, o bien en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.

Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos resueltos para luchar.

Tenemos razones puras,
tenemos por qué pelear,
tenemos las manos duras,
tenemos con qué ganar” (13).

Finalmente, la obra y labor pedagógica y musical de Advis, sería esbozo de renombre internacional hasta el año en que partiría al crepúsculo eterno, el 9 de septiembre de 2004, en Santiago de Chile. Su paso por la tierra iquiqueña, santiaguina y otras, institucionalizaría una forma propia de pensar a Chile por sí mismo, tal como lo promovió el erudito filósofo Mario Berríos Caro (14). Este hecho, le valió el merecimiento y el reconocimiento de las distintas comunidades educacionales y artísticas; con un alto grado cualitativo que ilustra y eleva las esencias más recónditas de la composición, la pedagogía y la filosofía.

Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 15/10/2023

Bibliografía
Advis, L.: Santa María de Iquique. Cantata Popular. Publicación del Área de Música de la División de Cultura del Ministerio de Educación y de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD). LOM Ediciones (Solo Impresor), Santiago de Chile, 1970.
“Cantata Popular Santa María de Iquique”. memoriachilena. Biblioteca Nacional Digital.
Cordero, T.: Estética kantiana. El Pensamiento ilustrado en la literatura española. Filología hispánica, Universidad de Granada, España.
Díaz, F.: Breve análisis a las reflexiones de Paulo Freire. Centro de Investigaciones PEIP, Santiago de Chile, 2023.
Díaz, F: “Respuesta a la pregunta de Mario Berríos Caro: ¿Filosofía chilena”, Revista Thélos, Vól. 1, N° 16, Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago de Chile, 2023.
Hessen, J.: Teoría del conocimiento. Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 1965.
Julia, D.: Diccionario de Filosofía. Editorial DIANA, México, 2000.
Letelier, H.: Santa María de las flores negras. Red Educacional Santo Tomás de Aquino. Santiago de Chile.
Sepúlveda, A.: Breve historia de Chile. De la última glaciación a la última revolución. Penguin Random House. Grupo Editorial, Santiago de Chile, 2018.
 
Notas:
Imagen: Fotografía tomada por Karol Hanke Ibañez, el 27 de septiembre de 2023, Maipú, Santiago de Chile.
[1] Francisco Díaz Céspedes es Profesor en Educación General Básica Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago de Chile). Actualmente trabaja en el Colegio Terraustral Oeste de la comuna de Maipú, Santiago de Chile.
2 Adolfo Ramos Aliste es Licenciado en Artes y en Educación con mención en Teoría de la música y además Profesor de educación Media en Música, egresado de la Universidad de Chile, quien trabaja desde el año 2010 en el Colegio Terraustral Oeste de la comuna de Maipú, Santiago de Chile.
3 Sepúlveda, A.: Breve historia de Chile. De la última glaciación a la última revolución. Penguin Random House. Grupo Editorial, Santiago de Chile, 2018, p. 257.
4 Cf. “Cantata Popular Santa María de Iquique”. memoriachilena. Biblioteca Nacional Digital, consultado el 9 de septiembre de 2023.
5 Letelier, H.: Santa María de las flores negras. Red Educacional Santo Tomás de Aquino, p. 141.
6 Advis, L.: Santa María de Iquique. Cantata Popular. Publicación del Área de Música de la División de Cultura del Ministerio de Educación y de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD). LOM Ediciones (Solo Impresor), Santiago de Chile, 1970, p. 7.
7 Cf. Julia, D.: Diccionario de Filosofía. Editorial DIANA, México, 2000, p. 97.: Comprendemos por Estética, aquella “ciencia que trata de lo bello y del sentimiento que nace en nosotros. Los problemas de la estética pueden agruparse bajo dos títulos: el problema de la creación y el problema de la percepción estética (…), la estética se presenta principalmente después de Kant, como una teoría del “juicio del gusto”, o del sentimiento de placer”.
8 Experiencia por el ex estudiante, y actual Profesor de Música Adolfo Ramos entre los años 2002-2003.
9 Cordero, T.: Estética kantiana. El Pensamiento ilustrado en la literatura española. Filología hispánica, Universidad de Granada, España, p. 4. Según las conclusiones de Transito Cordero Galera, La estética kantiana responde a que “el arte se conforma de la espontaneidad y un libre juego de facultades, sin que esto derivase en ningún caso a una función representativa, hasta el punto de que cuánto más intenta significar una obra peor es la obra. No hay una finalidad semántica con la obra, lo que vale es la inmediatez. El arte posee una finalidad sin fin consciente”.
10 Cf. Díaz, F.: Breve análisis a las reflexiones de Paulo Freire. Centro de Investigaciones PEIP, Santiago de Chile, 2023, p. 18.
11 Óp. Cit. Advis, L.: Santa María de Iquique…, p. 20.
12 Cf. Hessen, J.: Teoría del conocimiento. Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 1965, p. 51.
13 Óp. Cit. Advis, L.: Santa María de Iquique…, p. 20.
14 Cf. Díaz, F: “Respuesta a la pregunta de Mario Berríos Caro: ¿Filosofía chilena”, Revista Thélos, Vól. 1, N° 16, Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago de Chile, 2023, pp. 80-102.

 

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Un comentario

Gracias a los profesores por compartir la historia de un referente cultural. Super importante es mantener viva en la memoria sus logros, deseos y legados en nuestro país. Gracias también por compartir su experiencia personal y el placer de conocer a don Luis.

Por Patricio Ortiz el día 18/10/2023 a las 23:08. Responder #

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