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Conflicto de roles en la pareja: análisis e interpretación de género en el cuento Conciliación de la escritora peruana Pilar Dughi.

por Carlos M. Manrique Rabelo
Artículo publicado el 08/02/2021

Carlos Milton Manrique Rabelo
Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa

 

Resumen
Este artículo analiza e interpreta el cuento Conciliación de la escritora peruana Pilar Dughi desde una perspectiva de género, ya que el presente cuento aborda temas como la monotonía, el desamor, el desgaste erótico, el celo profesional, la doble jornada de trabajo, el marianismo y la infidelidad en la pareja. Entonces, basándonos en la historia del cuento, pretendemos demostrar que las diferencias de género se fraguan y se manifiestan de una manera contundente en el ámbito familiar y de pareja, y que el intercambio de roles, en un matrimonio basado en el sistema patriarcal, genera conflictos y ruptura en la pareja. Este conflicto conyugal, entre los personajes del cuento, surgen a razón de la inversión de los roles establecidos culturalmente para lo masculino y lo femenino respectivamente.

Palabras claves: Pilar Dughi; Conciliación; Perspectiva de género; Sistema patriarcal; Masculino; Femenino.

 

Conflict of roles in the couple: analysis and interpretation of gender in the story Conciliation of the Peruvian writer Pilar Dughi

Abstract
This article analyzes and interprets the story Conciliation of the Peruvian writer Pilar Dughi from a gender perspective, since this story addresses topics such as monotony, heartbreak, erotic wear, profesional zeal, double working hours, marianism and infidelity in the couple. So based on the story’s story, we intend to show that gender differences are forged and manifest in a strong way in the family and couple, and that the exchange of roles, in a marriage based on the patriarchal system, generates conflicts and breakup in the couple. This marital conflict, bet ween the characters in the story, arises because of the reversal of culturally established roles for masculine and feminine, respectively.

Keywords: Pilar Dughi; Conciliation; Gender perspective; Patriarchal system; Masculine; Femenine.

 

1. Introducción
Los estudios de género tienen aportes pasados y actuales de las teorías feministas, ya que es precisamente en el debate feminista de los años setenta (1970) donde se plantea por primera vez la distinción entre sexo y género (Huamán, 2003). Por eso, al hablar de teoría o estudios de género, se habla también de teoría feminista, pues “están involucradas en sus orígenes y sus propuestas” (Huamán, 2003, p. 13).

Las diferencias de género surgen de un constructo cultural y no biológico (natural); sin embargo, no podemos dejar de lado los aportes biologicistas, porque la teoría de género no se hubiera desarrollado si antes no se cuestionaba la idea de que las desigualdades entre los sexos son naturales, venidos de “fábrica”; es decir, biológicos. A partir de estos debates, de lo biológico y lo cultural, es que surgen los estudios de género, que afirman que la valoración del hombre, en desmedro de la mujer, es un constructo social hecho desde un punto de vista masculino sin tener en cuenta lo femenino.

Por otro lado, la teoría de género no es una disciplina autónoma; en ella emergen diversas disciplinas como la antropología, la sociología, la historia, el psicoanálisis, etc. Todas estas y aún otras disciplinas contribuyen a los estudios de género.

Han aportado nuevos e interesantes puntos de vista acerca de cómo han sido moldeadas las experiencias de las mujeres con relación a los hombres, y de cómo se han establecido las jerarquías sexuales y las distribuciones desiguales de poder (Lamas, 1998, p.24).

La existencia de distinciones socialmente aceptadas entre hombres y mujeres es justamente lo que da fuerza y coherencia a la identidad de género.

La literatura, por su parte, no queda exenta de ser un fiel colaborador a los estudios de género. Existen varios estudios sobre poesía y narrativa que abordan la teoría de género como base teórica. Entonces, por todo lo mencionado, el cuento Conciliación de Pilar Dughi es tierra fértil para reflexionar sobre las desigualdades de género entre los sexos, ya que la historia (1) del cuento narra la vida de una jueza exitosa en el ámbito público que con treinta años de matrimonio descubre la infidelidad y desamor de su marido. El ambiente familiar y de pareja que muestra Conciliación: el desgaste erótico, la rutina, infidelidad y desamor en la pareja nos permite reflexionar sobre las diferencias que se manifiestan en la convivencia prolongada, siendo estas diferencias de roles, que cada uno desempeña, a los que llamamos aspectos o relaciones de género.

1.1. Sobre la autora
María del Pilar Dughi Martínez (Lima, 1956 – 2006) perteneció al grupo de escritoras de la generación de los 90, aunque su primer libro: “La premeditación y el azar”, fue publicado en 1989. Su línea narrativa madura notablemente con el libro “Ave de la noche” publicado en 1995 con el título “La palabra errante” (título provisional de ‘Ave de la noche’), que gana el Tercer Concurso de Cuento de la Asociación Peruano Japonesa. También, ha sido galardonada en certámenes literarios como el Copé; el premio de novela corta del Banco Central de Reserva del Perú, con el libro “Puñales escondidos” (1998); el Juan Rulfo, que convoca Radio Francia Internacional; y por obtener dos menciones honrosas en el Concurso de Cuento de las mil palabras de la revista Caretas en los años 1987 y 1988. Póstumamente, se han publicado una compilación de su narrativa breve con el título “La horda primitiva” (2008) y “Todos los cuentos”, este último publicado por la editorial Campo Letrado Editores en el año 2017.

1.2. Sobre el cuento objeto de estudio
El cuento Conciliación forma parte de la vertiente realista en la narrativa de Pilar Dughi. Manuel Baquerizo, en un ensayo titulado “Las Sherezadas: cuentistas peruanas contemporáneas” (Ciudad Letrada, Nº 9), nos dice que la narrativa de Pilar Dughi no pretende incidir exclusivamente “en la condición femenina y en los problemas propios de la mujer; más aún, evita la subjetividad y el tono autobiográfico y rara vez emplea la primera persona gramatical (…). De ella no podría decirse que es una escritora feminista, porque su horizonte narrativo es más amplio y variado” (Baquerizo, s/f).

Baquerizo plantea que la narrativa de Dughi está dividida en tres líneas narrativas: a) una de estilo realista y social que versa sobre la miseria, el desamparo y el infortunio familiar; b) una narrativa de tipo clínico que aborda la locura, la obsesión y otros casos psicopatológicos; y c) una narrativa de carácter más intelectual, erudito, libresco y lúdico. El primer grupo lo conforman “Familia”, “El desayuno”, “Travesía naif”, “Los días y las horas”, “El siguiente acto”, todos pertenecientes al libro “La premeditación y el azar”; y los cuentos “Conciliación”, “Futuro prometido”, “Dime sí”, que también están en la misma línea, forman parte del libro “Ave de la noche”. En esta línea realista y social, es donde se muestran con mayor énfasis las relaciones de género (poder) entre el hombre y la mujer, pero solo algunos cuentos presentan una temática de conflictos de pareja (que es lo que nos interesa en esta investigación) como son: “El desayuno”, “Conciliación” y “Siguiente acto”, de los cuales tomamos como objeto de estudio el cuento Conciliación.

Conciliación está escrito con la misma técnica paralelística aplicada en el cuento El siguiente acto. Esta técnica logra que dos historias, por ende, dos tramas se narren paralelamente pero que ambas tengan relación, se conecten, se comuniquen (2). Para los fines de esta investigación, solo nos limitaremos a analizar la historia que se preste más para un análisis de género. Para ello, resumiremos las dos historias, que aborda el cuento, con el fin de elegir correctamente.

La historia uno narra la vida de una jueza en su campo de trabajo (el juzgado), en el cual está llevando un caso de custodia de dos niñas maltratadas de un matrimonio en proceso de divorcio. La historia dos narra la vida de la jueza en su hogar, las desavenencias que tiene con su esposo y el desasosiego que ella siente al descubrir la infidelidad de este. Analizaremos e interpretaremos la historia dos, porque esta investigación pretende demostrar, desde la narrativa de Pilar Dughi, que las diferencias de género deterioran el amor en las relaciones de pareja, ya que el espacio íntimo (de pareja) y familiar (hogar) es el punto donde los roles público y privado se (des)encuentran, por ende, se evidencian las diferencias de género, los conflictos de poder y la ruptura, inevitable, de la relación.

1.3. Resumen de la historia 2 del cuento
Una jueza, que bordea los cincuenta años, casada hace treinta años con un contador, sale todas las mañanas para el juzgado dejando a cargo las labores domésticas a la trabajadora del hogar. Ya en la tarde regresa a casa y aún lee algunos expedientes hasta que esté la cena.

Una noche, cuando su marido entraba a la ducha, vio que llevaba puesta ropa interior de mujer. Esto le hizo dudar de la fidelidad de su esposo hasta que descubrió que la engañaba con la empleada. La jueza la despidió ese mismo día que se enteró del engaño, y ahora ella tiene que cumplir el rol de ama de casa y de mujer profesional en el juzgado, lo cual iba ser muy agotador hasta que consiga otra “muchacha”. Su marido, indiferente a lo que sucedía a su alrededor, vivía muy frescamente; mientras que la jueza, sin poder dormir, ni mucho menos divorciarse (pues perdería el cargo de jueza si lo hacía) vivía intranquila por lo sucedido en su hogar, con su pareja y consigo misma.

Una vez realizado el resumen, iniciamos el análisis e interpretación desde una perspectiva de género.

2. EL AFECTO EN LA PAREJA
Empezaremos diciendo que Conciliación está escrito en términos muy vívidos y realistas; emplea un narrador externo omnisciente que puede inmiscuirse en los pensamientos, sensaciones, sentimientos del personaje protagonista: la jueza. Este narrador nos permite entrar en la subjetividad del personaje, por ende, saber del daño psicológico que padece la jueza ocasionado por los conflictos que sobrelleva en su vida conyugal.

El narrador nos informa que la jueza, con treinta años de casada y cuatro hijos, tiene por esposo a un contador que no ha tenido éxito en su profesión; por lo tanto, no aporta económicamente en la manutención del hogar.

En la práctica, ella y sus cuatro hijos se mantenían de su sueldo como jueza (…). En los primeros tiempos de matrimonio, las discusiones a causa de ello fueron continuas. Pero su marido se negaba a postular a trabajos dependientes (Dughi, 1995, p. 26).

La jueza no ha obtenido una felicidad aceptable en su matrimonio, porque esa “incapacidad para trabajar de su marid” (p.26), que no pocas veces la ha llevado a “prestarse dinero para pagar la mensualidad de los chicos”(p.26); la falta de afecto de ambos y la infidelidad de su esposo han ocasionado que poco a poco, en treinta años de matrimonio, su relación se deteriore totalmente.

Al no tener apoyo de su esposo ni económico, moral, ni afectivamente como pareja, este se convierte en una carga más para ella. Entonces, esta falta de apoyo, afecto y compresión es lo que ha hecho que su relación no marche bien y fracasen todas las expectativas de conformar una familia con estabilidad económica y emocional entre todos los miembros.

Se resignaba pensando que no podía tenerse hijos, marido, una casa, un buen trabajo y, encima, la felicidad. Terminó aceptando que evitar los conflictos era la máxima medida de tranquilidad a la que podía aspirarse” (Dughi, 1995, p.26).

El hombre “machista” (también la mujer) agrede a su pareja de tres formas: doméstica, psicológica y sexual. La violencia doméstica se manifiesta en golpes, maltratos y otros atentados a la integridad física; la violencia sexual, es decir, atentados, hostigamientos y violación; y la violencia psicológica es ocasionada por la indiferencia, el desamor y la falta de afecto hacia la pareja (De Barbiere, 1992). Por lo tanto, la violencia familiar es doblemente dañina cuando es física y psicológica.

En Conciliación, el afecto de pareja es descuidado y se evidencia una violencia psicológica. La jueza, por dedicarse excesivamente a su carrera de magistrada, descuida el rol de esposa y madre, que es donde se encuentra la ternura, el afecto y amor según lo establecido culturalmente.

Es necesario que ella disponga también de suficiente tiempo y posibilidades para ocuparse del esposo e hijo y darle su afecto, sin estar recargada de tareas. Solo entonces el hijo y el esposo se convierten en una alegría y una necesidad (Schnabl, 1985, p. 274).

Pero esto no se puede lograr sin la comprensión y el apoyo mutuo entre la pareja, ya que la sobrecarga de trabajo en la mujer, por realizar la doble jornada (lo doméstico y lo privado), la agota tanto que el poco tiempo que le sobra solo lo ocupa en descansar y no para salir con el esposo o jugar con los niños en el parque, por ejemplo.

Muy distinto es el rol que realiza el hombre, porque este, al dedicarse solo al trabajo en lo público, tiene más tiempo para estar con la esposa e hijos; en otras palabras, para realizar su rol de padre y esposo. Sin embargo, el hombre malgasta todo su tiempo libre en la excesiva relación que tiene con los amigos, las cervezas y el fútbol en vez de ocuparlo en hacer las compras en compañía de la esposa, apoyar en las labores domésticas, reparar alguna cañería averiada o cocinar. Si este apoyo por parte del hombre sucediera, la esposa lograría más tiempo libre no solo para descansar, sino también para brindar afecto, cariño y amor que su esposo e hijos exigen en todo su derecho. Entonces, la participación y responsabilidad en las tareas domésticas es una solución al impase ocasionado por los conflictos de roles en la pareja a razón de las estructuras de poder que ponen al hombre como superior, lo que comúnmente se llama machismo.

–¿Qué tal las clases? –le preguntó esforzándose por parecer cariñosa.
–Bien, bastante bien (…)
–¿Sabes? –continuó la madre–. Ahora, con el nuevo código, en los procesos de divorcio se pide la opinión de los hijos (…).
–Ah, es mejor –dijo él.
–Pero siempre resulta complicado (…), elegir vivir con papá o mamá. Qué dudas. Por ejemplo, te hago una pregunta difícil. ¿Tú que decidirías?
El joven río mientras terminaba el pan de un gran bocado.
–Uf, con mi papá, claro.
Ella sintió un escalofrío en la espalda.
–¿Por qué? –preguntó (…).
–Mira, tú tienes mucho trabajo –agregó él con indiferencia, mientras se servía otro emparedado–, estás más tiempo en la calle, tu responsabilidad es mayor ¿no? Objetivamente, ¿no tiene él más tiempo para estar con nosotros?
–Nunca me has dicho eso.
–¿Para qué? Mamá, es una opinión, no tienes que tomártela en serio –le dio una palmadita en el hombro (…) (Dughi, 1995, p.37).

Claramente se ve cómo ha ido afectando la falta de atención y cariño de una madre hacia su hijo por el exceso de trabajo. Esta falta de atención en lo privado (casa) por el éxito que logró la jueza en lo público (calle) provoca desavenencias en el hogar y un celo profesional por parte de su esposo, que en vez de comunicarse con su esposa y apoyarla en el hogar, este le agrede psicológicamente con su descaro, indiferencia e infidelidad.

Esta falta de afecto de una madre y esposa por dedicarse excesivamente a lo público con el fin de lograr una mejor economía, daña no solo la relación de pareja, sino también la familiar, y más aún si se tiene cuatro hijos, un marido sinvergüenza, acomplejado y machista como lo tiene nuestra protagonista.

3. El CELO PROFESIONAL
El varón siente un celo profesional hacia la mujer cuando esta crece económicamente. Incluso, en una relación de pareja, pueden surgir separaciones por este motivo, porque cuando la mujer tiene la capacidad de ganar más dinero que el hombre y no es dominada por este económicamente, el varón se siente disminuido, puesto que aún está aferrado a los discursos machistas y trata de cualquier manera recuperar el terreno (prestigio) perdido en la sociedad, donde se siente seguro mientras la mujer esté siempre por debajo de él profesional, económica y sentimentalmente.

Ahora bien, el contador, al no crecer profesionalmente, ya que “ninguna de sus mercancías ensayadas había podido colocarse en el mercado” (Dughi, 1995, p. 27), y al ver que su esposa sí logra prestigio en su trabajo (el juzgado), siente celo profesional. Este celo se da porque la sociedad descalifica al varón que no es capaz de velar económicamente por su familia y permite que su esposa mantenga el hogar (Barrig, 1979).

Para recuperar el terreno perdido en lo público, el contador “ataca” a su esposa por el lado afectivo, mostrándose indiferente, desamoroso, desconsiderado, sinvergüenza y “patán” con ella:

Treinta años de matrimonio (…) y la relación no estaba bien. Esa irritabilidad constante, ese malhumor de siempre que se había convertido en la característica esencial de la personalidad de su esposo. ¿Era realmente así? Sólo lo veía alegre con los chicos. Pensó con horror que él apenas la miraba. ¿Estaba enamorado de otra mujer? (…) (Dughi, 1995, p.36).

En este aspecto, el conflicto surge por el lado profesional, ya que la jueza al cumplir con el rol que la cultura ha adjudicado primordialmente a lo masculino (ser el sustento económico de la familia), disminuye al contador, quien siente celos y va en contra de su esposa porque ella desempeña un rol importante en lo público (jueza), descuidando los roles (no menos importantes) que la sociedad machista exige que la mujer cumpla, como las de madre y esposa en lo privado.

La realidad de las relaciones estructurales de dominación sexual se deja vislumbrar a partir del momento en que se observa, por ejemplo, que las mujeres que han alcanzado puestos muy elevados (ejecutivas, directoras generales de ministerios, etc.) tienen que “pagar” de algún modo ese éxito profesional con un “éxito” menor en el orden doméstico (divorcio, matrimonio tardío, soltería, dificultades o fracasos con los niños, etc.) (…), o, al contrario, que el éxito de la empresa doméstica tiene a menudo como contrapartida una renuncia parcial o total al gran éxito profesional (Bourdieu, 2000, pp. 131-132).

Esta inversión de roles, específicamente de trabajo, éxito y poder económico es la causante de los conflictos y las desavenencias que van minando la relación entre la jueza y el contador. En consecuencia, los conflictos de roles de género, en este caso, son provocados por desempeñar roles que no pertenecen a uno (según lo culturalmente establecido por el sistema patriarcal) y descuidando los propios. Ahora bien, esa indiferencia, esa irritabilidad, malhumor y frescura constante que muestra el contador en su relación es una manera de contrarrestar la subordinación que él sufre por parte de su esposa en lo profesional y económico.

Otra forma de combatir esos conflictos de roles que se da en su relación, donde se invierten los “papeles”, es (como un medio de solución al conflicto) la infidelidad. Pero el esposo de la jueza opta por la infidelidad no tanto porque le guste la empleada, sino por tener de dónde dominar a su esposa, porque una mujer podrá ser económicamente independiente, pero aún depende del afecto, cariño y amor de su pareja como de sus hijos. Sin embargo, un gran paso para la emancipación de la mujer es que obtenga una carrera profesional y una solvencia económica estable, sin tomar las mismas ideas machistas que recargan de poder a los trabajos en lo público (calle) desvalorizando la labor en lo privado (casa). Porque “si una mujer profesional entiende por emancipación la adopción del rol masculino, no está liberándose del yugo patriarcal, por el contrario, está colaborando a que este yugo sea más inquebrantable, está siendo cómplice de su propia sumisión” (Greer, como se cita en Laks, Hechos Mundiales. ¡Mujeres del mundo!, p. 35)(3).

Este afán de dominar o ser dominado casi siempre se da en una relación de pareja. Uno de ellos siempre tiene que ceder y “amar a pesar de”: ser machista, ser borracho(a), etc., y dejar a un lado los “si es” que tanto se toma en cuenta en una relación: lo quiero “si es” buen mozo(a), “si es” profesional, etc., cuando una relación debe basarse en el cambio y tolerancia, y no solo en los “si es”. Pero como carecemos de capacidad para convivir y amar, nuestra relación en vez de preocuparse por el cambio y encontrar la armonía, comprensión, apoyo, comunicación, afecto y amor con la pareja, está pendiente en dominar o ser dominado. Esta “lucha de poderes” se da a consecuencia del machismo imperante y genera conflictos en una relación de pareja.

4. LA MUJER MARIANA
Conciliación, por otra parte, nos presenta, como protagonista del cuento, a una mujer profesional con dominio de sí, que ha sobrellevado las desavenencias, el desamor, el descaro y mal humor de su marido en sus treinta años que lleva de matrimonio. A este tipo de comportamiento femenino se le llama marianismo (4), porque toma como modelo de mujer a la Virgen María que proporciona un patrón de creencias y prácticas como paciencia con el hombre pecador y respeto por la sagrada figura de la madre.

Se exalta la dignidad, el sufrimiento, la callada resignación, como un conjunto de valores que realzan a la mujer y que asume también como características ideales la castidad prematrimonial y la frigidez  postnupcial (Barrig, 1979, p. 57).

Estas características adjudicadas a lo femenino realzan a la mujer en lo privado, pero a la vez la excluyen de lo público, por ende, de los espacios de poder. Entonces, se trata de una exclusión / exaltación; “la mujer se excluye al tiempo que se mistifica y no hay imagen donde se condensen mejor ambas tendencias que precisamente en la de la Virgen María” (Huaman, 2013, p. 84).

En Conciliación, la jueza ha ido creándose durante años una tenue imagen marianista, ya que al sobrellevar durante treinta años de matrimonio la cínica y desvergonzada personalidad de su marido, dedicándose más a su trabajo, ha hecho que el marianismo no determine su personalidad; pero cuando descubre que su esposo la engaña con la empleada, esta tenue imagen marianista cobra otra dimensión que la afecta emocional y psicológicamente, porque aunque ella quiera divorciarse no puede hacerlo: “ella no podría permitir el divorcio. Si no, perdería el cargo. Tendría que dejar el juzgado. ¿Qué pasaría con su carrera judicial? (…)” (Dughi, 1995, p.26), ya que “uno de los requisitos para ser jueza del niño y del adolescente era que la candidata fuera casada. No se aceptaban ni divorciadas ni solteras” (p.26).

Entonces, uno de los “requisitos” que la sociedad exige para que una mujer crezca profesionalmente en lo público es que a pesar de todo no descuide sus roles en lo doméstico; no deje de fomentarse ella misma la imagen marianista que la Iglesia católica ha impuesto como modelo de mujer: la que llora, sufre y perdona todo, imagen que es coadyuvada por la sociedad.

Con lo dicho, la jueza no puede romper esa imagen marianista porque al hacerlo no solo está en “juego” su carrera profesional, sino también el bienestar de sus hijos. Si el daño hubiera sido ocasionado por ella, el marido la hubiera echado de la casa, porque como bien sabemos, “socialmente, el adulterio de la mujer es infinitamente más sancionable que el del marido, cuya poligamia es una práctica social reconocida y fomentada” (Barrig, 1979, p.32)(5), mientras que la mujer ha sido educada para guardar la honra y el prestigio de la familia.

Con esto no pretendemos, como muchas feministas erróneamente exigen, la libre sexualidad y reproducción en la mujer, sino todo lo contrario, porque así como el hombre (también la mujer) exige fidelidad absoluta por parte de su pareja, él (ella) también debe someterse a sus propias reglas y no permitir (ni permitirse) faltas de respeto y desconfianzas en la relación que la infidelidad trae como consecuencia.

¿Cómo estar segura? ¿Se había metido con la empleada de la casa? Sintió que la ira la invadía. Se imaginó los comentarios, las miradas burlonas, las envidias y los cuchicheos de los colegas, siempre a la expectativa de descubrir debilidades en el prójimo (…) (Dughi, 1995, p. 41).

Por último, la única condición que la sociedad le permite a la jueza es ser una ejemplar mujer mariana, que perdone la infidelidad de su marido como sus maltratos, aunque ello vaya en contra de su dignidad, si es que no quiere perder lo que ha logrado como mujer profesional en el juzgado.

–Mira –le dijo él–, si tú y yo trabajamos y no tenemos empleada, lo lógico es que ellos se adapten a la situación.  Pero bueno –exclamó retador–, no estaría mal que te ocupes un poco más de la casa. Ella no contestó, pero lo miró con odio.
Aquella noche él salió. Regresó en la madrugada. Ella no dormía. Tampoco pudo dormir en las noches siguientes (Dughi, 1995, p.46).

Así termina Conciliación, con una jueza que no puede dormir por pensar en cómo salvar su matrimonio (como lo ha hecho con tantos otros en el juzgado); cómo lograr la felicidad en su propio hogar; y cómo sobrellevar, ahora, la infidelidad de su esposo.

4. Conclusión
La narrativa de la escritora peruana Pilar Dughi gira en tres ejes temáticos: realista y social, clínico y psicopatológico, e intelectual y erudito según Manuel J. Baquerizo. El cuento Conciliación pertenece a la vertiente realista y social, porque aborda una temática de conflicto conyugal, y es justamente en este ámbito donde se evidencia con contundencia las diferencias de género. En este artículo, basándonos en la teoría de género, se demostró que la inversión de roles culturalmente adjudicados para lo femenino y masculino trae consigo conflicto de roles de género en la pareja. En el cuento, la jueza, al dedicarse excesivamente a su labor como magistrada, descuida los roles en lo doméstico, roles adjudicados exclusivamente a la mujer por el sistema patriarcal aún vigente. Este descuido en lo privado (hogar) y éxito en lo público (juzgado) fomenta un celo profesional por parte de su esposo (contador sin éxito profesional), porque él se ve disminuido en su hombría ya que es su esposa la que está desempeñando los roles masculinos: manutención del hogar. Entonces, esta inversión de roles de género entre la jueza y su esposo, en treinta años de matrimonio, lleva a este a comportarse con indiferencia, desamor, conchudez, al punto de serle infiel con la trabajadora del hogar con el afán de recuperar el dominio social perdido dentro de su hogar. Por lo tanto, las diferencias de género y el intercambio de roles en una relación de pareja, cuya principal víctima es la mujer, generan desavenencias, conflictos y ruptura en un matrimonio, ruptura que se evidencia en el cuento analizado.

 

Notas

[1] En este caso, entendemos como historia “al conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados a lo largo de la obra” (Tomachevski, 1982, p. 102).
2 Vargas Llosa en Cartas a un novelista (1997) nos habla de esta técnica, que él llama “vasos comunicantes” (Vargas, 1997).
3 Germaine Greer afirma que no debe buscarse la identificación con el hombre, como el negro contemporizador lo hace con el blanco, porque “si la mujer entiende por emancipación la adopción del rol masculino, en verdad estamos perdidas” afirma. Revista HECHOS  MUNDIALES. ¡Mujeres del mundo, uníos! por Jane Laks.
4 Evelin Stevens (1997) acuña el término marianismo para designar “el culto a la superioridad espiritual femenina, que enseña que las mujeres son semidivinas, superiores y más fuertes espiritualmente que los hombres” (p. 123). En la misma línea, cabe mencionar el término “hembrismo”, mencionado en el libro #Ellos hablan (2018) de la periodista Lydia Cacho, para clasificar a aquellas mujeres que toman los discursos machistas para beneficiarse. Esto solo lleva a cimentar más el yugo patriarcal.
5 Véase también Fuller (1993) Dilemas de la femeneidad. Mujeres de clase media en el Perú, p. 32. Y Fuller, N. (Comp.). Estudios de género. Curso de verano 2001. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú.

 

Referencias bibliográficas

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Un comentario

Interesante, en la actualidad se ven muchos casos así y es realmente asombroso ver como sigue existiendo el machismo; la igualdad de género que se discute cada día. Pilar Dughi demuestra en estos 4 puntos la realidad social. Buen artículo.

Por Jaqueline el día 18/02/2021 a las 12:18. Responder #

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