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¿Es fácil leer a Fuguet? La obra literaria de Alberto Fuguet y sus intertextualidades.

por Claudia Núñez Leyva
Artículo publicado el 10/04/2015

La carrera literaria del escritor chileno Alberto Fuguet provocó en sus inicios gran controversia. Hace casi más de dos décadas la mediatización (1), la publicidad y la controversia (2) que rodeaban a Fuguet no favorecían la imagen que convencionalmente se tiene de un escritor “serio”. No podemos decir que las primeras novelas de Fuguet recibieron una acogida unánimemente favorable en todos los públicos pero sus ventas masivas y rápidas reediciones prueban que se vendieron y mucho (3). Sobredosis (1990) y Mala onda (1991), sus dos primeros libros, fueron orientados para un público determinado y se los presentó desde el marketing como lectura accesible, que podría tomarse como sinónimo de fácil (4) o simple (5). Nos preguntamos luego de más de veinte años de la aparición de estas dos obras y la publicación de muchas otras: ¿Qué tan simple es leer a Fuguet? tal vez podamos comenzar a dudar acerca de esta “facilidad” si tomamos en cuenta las numerosas alusiones históricas, musicales, fílmicas, pictóricas e incluso autobiográficas contenidas en sus libros. ¿No podrian estas posibilitarnos otras perspectivas de lectura?

La inclusión de referencias extraliterarias y su relación con un texto literario conocida como intertextualidad (6) es definida por Genette como transtextualidad puesto que:

l’objet de la poétique (…) n’est pas le texte, consideré dans sa singularité (ceci est plutôt, l’affaire de la critique), mais l’architexte, ou si l’on préfère l’architextualité du texte (comme on dit, et c’est un peu la même chose, « la littérarité de la littérature »), c’est-à-dire l’ensemble des catégories générales, ou transcendantes- types de discours, modes d’énonciation, genres littéraires, etc.- dont relève chaque texte singulier. Je dirais plutôt aujourd’hui, plus largement, que cet objet est la transtextualité, ou transcendance textuelle du texte (6)

Genette sostiene que la transtextualidad no constituye una reproducción sino una producción. El texto es un lugar de intercambio privilegiado donde se « cruzan y se neutralizan » enunciados diversos tomados de otros textos. Para el teórico existen cinco tipos de relaciones transtextuales: la intertextualidad, la paratextualidad, la metatextualidad, la architextualidad y la hipertextualidad (7). Cesare Segre propone el término interdiscursividad como una relación entre un texto literario y otras artes como la música, el cine, las canciones, la pintura, etc. (8); Anne Claire Gignoux (9) sugiere además como otras posibilidades de intertextualidad, la intratextualidad, como la relación de un texto con el mismo texto y la macrotextualidad que es la relación de un texto con otros escritos por el mismo autor.

Ahora bien, ¿cómo se manifiestan estas intertextualidades en los textos de Fuguet? y ¿qué tipos de intertextualidades utiliza en sus novelas y cuentos? Planteamos seguidamente un análisis de dos cuentos de Sobredosis (1990) y de las novelas Mala onda (1991) y Por favor rebobinar (1998), teniendo en cuenta los diferentes criterios y tipos de intertextualidad.

En Sobredosis (1990), su primera recopilación de cuentos, el título, como paratexto cumple la función de informarnos sobre la tónica del contenido del libro. Sobredosis no era el nombre original del libro (10) pero alude por supuesto a sobredosis de drogas o fármacos y esa carga semántica hizo que la curiosidad del público aumentara en torno al libro aún sin haberlo leído.

El primer cuento, “Deambulando por la orilla oscura (Basado en una historia real)”, es narrado en tercera persona. El protagonista, un chico pandillero apodado El Macana, acaba de matar a otro chico en una pelea en un supermercado y viéndose perseguido por la policía decide suicidarse. La interdiscursividad en este cuento es de manera evidente, la película Rumble Fish (1983) de Francis Ford Coppola. Fuguet la reutiliza (11) y hace una parodia de este film de pandilleros localizando el escenario de su cuento en el lugar símbolo de la naciente economía de mercado del Chile de mediados de los ochentas: el centro comercial Apumanque (12). En el film de Coppola, Rusty James, un chico callejero y aficionado a las peleas, encarna al adolescente furioso contra la sociedad que le ha tocado enfrentar: un padre alcohólico sin trabajo, la dependencia de la beneficencia pública, y problemas de conducta que le valen una expulsión del colegio. El Macana de Fuguet es un rebelde que se rebela ante la actitud bovina de los consumidores que acuden en masa al Apumanque a ver objetos, a exhibirse o a hacer ostentación de su capacidad de consumo:

A medida que avanzaba sobre el pavimento, rodeado de cientos de ojos sin caras que le registraban cada paso, pensó que era justamente alguien como él lo que esos tipos llenos de colores necesitaban: un héroe, un huevón dispuesto a todo, un Rusty James chileno. (…) Al entrar al Apumanque sintió la mirada de todos y se dio cuenta de que se veía igual de las películas que emulaba (…) Desde la escalera automática divisó el típico aviso de Benetton (…) todos perfectos, combinados, adultos-jóvenes gastando sus tarjetas de crédito, viejas acarreando guaguas con jardineras Osh Kosh (…) Odiaba el Apumanque, quizás por eso iba tanto,. Todos esos parásitos que vegetaban en el Andy’s, puras papas fritas y pinchazos, comida rápida, taquilla pura, amistad en polvo, esa onda (…) Lleno de lolitas disfrazadas de cantantes pop, (…) (13)

Como para despejar cualquier duda acerca de la referencia a la cual debemos acudir, Fuguet incluye hasta el nombre del protagonista de la película (Rusty James). El Macana es, sin embargo, un curioso « héroe » anti consumo ya que es un asiduo del restaurante de comida rápida y conoce a la perfección las costumbres y hábitos de la gente que lo frecuentan. El Macana, que en una pelea acaba de matar a su contrincante, se ha percatado que lo buscan los guardias de seguridad del Apumanque. El « Rusty James » chileno se asemeja lo suficiente al original como para ser verosímil en su mimetismo : cuenta con un historial con inspectores, médicos, siquiatras, jueces y policías, como si fuera poco tiene también problemas de drogas y en el momento de la pelea estaba bajo los efectos de anfetaminas. El Macana sintiéndose acorralado por « un guardián-en-el-centeno (14), agente de Pinochet » decide inmolarse lanzándose de un edificio. El acto, desesperado más que heroico imita el fin del hermano de Rusty James que muere perseguido por la policía.

Los nombres de marcas extranjeras (la italiana Benetton, y la norteamericana Osh Kosh) o las imitaciones como el local de comida rápida Andy’s y las imágenes de publicidad, las menciones a compras y ventas refuerzan la idea de saturación de productos y la adaptación de una sociedad a un sistema de consumo desenfrenado son en este cuento y serán en muchos otros textos una constante de Fuguet.

Otro de los cuentos de esta recopilación, “No hay nadie allá afuera”, tiene un narrador homodiegético de unos treinta años, casado y padre de familia. Este hombre, cuyo nombre no sabemos nunca, ha ganado una beca para estudios de posgrado en la universidad de Nueva York. Cuando su vuelo hace una escala en Panamá se encuentra con un amigo de universidad al que no veía desde hace muchos años. Miguelo, el amigo, dejó los estudios en Santiago y se ha instalado en Nueva York le cuenta que le ha ido muy bien, vive en el Village, escribe para una publicación independiente « new left », y también cuentos « medio degenerados » « a lo Bukowski » pero su proyecto más importante actualmente es una novela cuyas características parecen coincidir con las de la futura Mala onda:

¿La novela? No es muy larga: 247 páginas. Mi editor cree que se va a vender (…) A los gringos les gusta este tipo de cosas. Los exiliados que conozco, eso sí, me van a matar, pero igual, yo no los pesco. Tú sabes, siguen con la onda del discurso y la unidad. Los Inti y la Violeta. Me latean. Prefiero escuchar al Phillip Glas (…) Tú me entendís. Estoy en otra. Por algo me fui. Chile se puede aguantar sólo por un tiempo. Si no, corres peligro de acostumbrarte y considerái que todo lo que sucede allá es normal. (15)

¿Quién sino Fuguet escribe cuentos « degenerados » de inspiración Bukowskiana? ¿Y con qué novela se ensañaron los locales y seguro los exiliados también? Es atrevido pensar que Fuguet proyectándose en Miguelo anticipara las reacciones que provocaría su novela Mala onda, pero es tan tentador sabiendo que Sobredosis fue publicada meses antes de Mala onda. De ser posible estaríamos ante una metaliteratura, macrotextualidad más precisamente y previa, si cabe el término. Además la actitud de Miguelo es en algunos aspectos similar a la de Matías Vicuña, protagonista de Mala onda: los íconos musicales de izquierda Inti-Ilimani o la cantautora Violeta Parra no le merecen ningún aprecio. Pero al mismo tiempo Miguelo no se abstiene de criticar la censura y el clima de dictadura que impera aún en el Chile de los noventa.

El narrador de la historia (nunca se sabe su nombre), siente algo de celos por el triunfo y libertad de Miguelo quien se muestra muy contento de volver a verlo En un instante de confusión el escritor becado abre sin querer el bolso de Miguelo quien ha ido a buscar café y encuentra que Miguelo no va a Chile a ver a la familia como le ha comentado sino que viaja a Venezuela como obrero para un oleoducto, a pesar de su decepción disimula lo que sabe y hace planes con Miguelo para verse en Nueva York.

Al cabo de unos meses en Nueva York el escritor becado empieza a sentirse fuera de lugar y busca a Miguelo. Fungiendo de detective improvisado averigua que Miguelo escribía sí, pero en un pasquín extravagante y que proyectaba películas tipo B en un cine de mala muerte. Luego trabajó en un local en plena decadencia que presentaba cine porno y espectáculos eróticos. Allí Miguelo empieza de camarero y asciende llegando a ser actor de películas pornográficas en las que se desempeñó tan bien que le propusieron la dirección de las mismas e incluso la producción de una película donde fue el actor principal pero por salirse del presupuesto lo despidieron. La búsqueda acaba cuando el escritor becado lee un día lee en el periódico que Miguelo se ha suicidado de un balazo en la cabeza. El amigo va a buscarlo a la morgue donde reconoce a Miguelo y asiste a la autopsia. Luego cuando va a la casa de Miguelo, se entera de la vida miserable que llevaba, que era un mitómano irreprimible y que su vida era todo menos lo que le había contado.

En este último cuento, se vislumbran ya ciertos tópicos recurrentes después en Fuguet como mezclar rasgos autobiográficos de manera mucho más obvia con sus ficciones. Sobresalen también una prosa rápida y una narración didascálica que parece más una trama de película en especial cuando se detalla la película de Miguelo (16). “No hay nadie allá afuera”, es el cuento más cinematográfico de todos los de Sobredosis por su historia y las descripciones. Hay un placer casi malsano en la descripción detallada de la autopsia. Al final, cuando Miguelo es enterrado, su amigo va a la casa del difunto y constata que el departamento es un piso destartalado sin mobiliario. Entre los posters que decoran las paredes hay uno de una película imaginaria llamada Las hormigas asesinas (17), que Fuguet mencionará como posible guión en Por favor rebobinar (1998) y filma como corto en 2005. Se trata entonces de una macrotextualidad (es un guión de Fuguet) y extradiscursividad (el guión llega a convertirse en filme corto) adelantadas a sus tiempos. La pregunta Is There Anybody Out There ?, que el amigo de Miguelo encuentra escrita en la pared del baño de un café luego de la penosa experiencia del entierro de Miguelo reenvía al mundo de la música : Is There Anybody Out There ? es el título de una canción del grupo inglés Pink Floyd, en la que el personaje Pink, se pregunta a lo largo de toda la canción (18) si hay alguien afuera, y el título del cuento es la respuesta : No hay nadie allá afuera. El mensaje de esta canción es perfectamente compatible con la soledad del narrador y posiblemente con la de Miguelo antes de su suicidio.

En la novela Mala onda (1991), se narran principalmente en primera persona (19) las vicisitudes de Matías Vicuña, un jovencito de clase media alta de 17 años. Matías, acaba de regresar de un viaje de fin de curso a Brasil donde ha saboreado la libertad de no estar con sus padres y de no vivir en la dictadura de Pinochet, estas experiencias lo han llevado a hacer comparaciones y a ver su vida de manera distinta (20). A su vuelta a Chile echa de menos sus andanzas y su libertinaje resumiéndolo en un rechazo a la vida que lleva en su país (21) pese a que Matías tiene materialmente todo lo deseable y goza de mucha libertad. Pero el dinero no lo compra todo y la familia de Matías a pesar de su glamour (22) está en proceso de desintegración y el chico no tiene reparos en destacar los defectos de sus padres (23). En el colegio, los compañeros, después del viaje, le parecen inmaduros y no logra compenetrarse con ellos. Progresivamente irá separándose de ellos y viceversa.

Encontramos en esta novela numerosas metatextualidades evocadas por Matías, a pesar de que el chico no es un alumno estrella ni mucho menos un intelectual. En el colegio, en el curso de literatura lo han hecho leer y analizar La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, libro que ha marcado a Matías porque Nacho, uno de sus mejores amigos, ha vivido una experiencia similar a la de los cadetes del libro cuando su padre lo obliga a inscribirse en una escuela naval. Casa de campo de José Donoso también ha sido motivo de estudio en clase y ha generado todo un debate pues nadie ha entendido de qué trataba y la profesora, una intelectual de izquierda a la que Matías admira por salirse del molde (24), debe explicarlo. Surge entonces y en base a esta novela una interesante dicotomía entre la percepción del joven hacia su profesora y hacia su propia madre:

Pero la Flora empieza a dictar cátedra (…) explica lo de los primos y por qué Donoso hace hablar a los niños de una manera tan extraña (…) Habla del autoritarismo y la represión y la caída del orden establecido y el uso de lo fantástico y lo alegórico y la forma parabólica de ver el mundo (…) Y se me ocurre que sí entiendo. Que hasta está hablando de mí. (…) (25).

Y más tarde almorzando con su madre:

Silencio. Pienso en el colegio, en Casa de campo, en la Flora Montenegro.
-¿Has leído Casa de campo?
-No.
-Es sobre la dictadura.
– ¿Qué dictadura?
-Esta dictadura.
-Debe ser de alguien de izquierda. Además me carga el campo. ¿Quieres café? (…) Voy a dormir siesta. Y a ver Pecado capital.
-En Brasil conocí a una de las actrices que trabajan en esa teleserie -le miento.
-¿Qué papel hace?
-No sé. Es pelirroja.
-Debe ser la Neusa Santos (26)

La autoridad intelectual de la maestra atrae a Matías, la madre en cambio se destaca por negar que exista una dictadura aunque en el fondo sepa que sí existe (« debe ser alguien de izquierda ») y por conocer en cambio el mundo de la farándula (« debe ser la Neusa Santos »).

Otra mención intertextual es el personaje de historias para niños Papelucho (27) de Marcela Paz, que no solamente ha inspirado la voz y la agudeza de Matías Vicuña; Fuguet ha hecho de este personaje de papel un ser de carne y hueso (en el papel) bastante secundario de la novela y cuya valoración no es exactamente positiva (28). Pero probablemente la intertextualidad más notoria (y más criticada) de este libro sea la de The Catcher in the Rye (1951) o El guardián en el centeno de J.D. Salinger. A falta de padres a quienes admirar y seguir Matías, tiene además de la profesora de literatura a otro mentor intelectual de un ambiente completamente distinto: el barman del local nocturno favorito de Matías. El gran Alejandro Paz de Chile (así es llamado por el chico) que le da consejos para la vida y lo orienta en materia de música y libros, le ha prestado también el libro de Salinger insistiendo en que lo lea. En la última parte del libro el comportamiento del protagonista mimetiza de manera evidente y consciente la conducta (29) de Holden Caulfield el personaje principal de la novela de Salinger. Se trata pues de una relación de hipertextualidad (Mala onda) e hipotextualidad (El guardián en el centeno). Se suma a esto la metatextualidad con el libro de Salinger: Alejandro Paz se lo recomienda a Matías, pero a Flora Montenegro no le gusta mucho y sus juicios dejan entrever una posible preocupación intratextual del autor respecto a Mala onda:

Me parece lamentable eso de querer poetizar y hasta universalizar la problemática de un personaje que, seamos sinceros, no le interesa a nadie. O sea, las peripecias y mañas de un adolescente judío malcriado y autorreferente que se da el lujo de taimarse e irse a un hotel porque tiene los bolsillos llenos de plata no puede interesarle realmente a nadie (…) (30)

Flora habla de la novela de Salinger pero Fuguet habla a la vez de las expectativas casi proféticas sobre la recepción que recibió Mala onda por parte de gente que como Flora es experta en literatura. Matías fuertemente influenciado por su lectura terminará haciendo como Holden Caufield, el adolescente judío malcriado, se fugará de la casa, se internará en un Santiago nocturno, gastará el dinero que le robó a su padre y se hospedará en un antiguo hotel del centro. Con una gran diferencia (entre otras): Matías lo hace en un clima de agitación política. La semana en que se narra la historia es la previa al plebiscito nacional de 1980 en la que se decidía si se aprobaba la Constitución que permitiría a Pinochet continuar en el poder o no. Este hecho histórico es el telón de fondo de la novela, sutil pero presente a lo largo de toda la narración. Este ambiente perturba e interesa a Matías aunque el finja que no lo afecta (31). Asimismo se describen las relaciones entre un grupo de poder (la clase a la que pertenece Matías) con la dictadura pero Matías no es ingenuo y describe como las ventajas de la exclusividad tienen un precio y están estrechamente conectadas con el gobierno:

El Juancho’s es el local de los elegidos, el de la juventud dorada, como dice la Luisa, que nunca viene por aquí. No cualquiera tiene acceso, eso es verdad. Hay un guardia a la entrada para cuidar que todos los que ingresan sean G.C.U., gente como uno. Antes pensaba que era una suerte ingresar al Juancho’s, si analizamos mi edad y mi status de colegial, pero el Toro, que es el dueño, cree en los « cheques a fecha » y no tiene problemas en que mis amigos y yo vengamos. Sabe además, que con tal de figurar, la pendejada paga lo que sea. Y es verdad (…) el Toro, nos fía (…) Lo genial es que los viejos siempre pagan, porque el Toro está asociado al Padrino y al sobrino de Pinochet. Eso es lo que une a toda esa red nocturna que incluye varios bares, pubs, cabarets, traficantes de jale, pepas (…) (32)

Una relación de intratextualidad reflexiva se advierte cuando Matías toma conciencia de su posibilidad de ser personaje en « una novela sobre todos nosotros » que piensa escribir Luisa Velásquez, una amiga y compañera de clases. Sale a relucir la vanidad del protagonista cuando Luisa anuncia que uno de los personajes principales sería otro chico y no el mismo Matías: « Yo estoy en absoluto desacuerdo con ella: creo que yo sería un personaje literario mucho más interesante que el Chico Sobarzo, aunque ella lo niegue.»(33).

También hay otras alusiones literarias hacia revistas, periódicos y otros libros, así como menciones a películas, series de televisión y a grupos musicales rock y pop de los ochentas (34). Matías Vicuña y su gente pertenecen a la misma clase media alta que los personajes de los cuentos de Sobredosis pero en Mala onda, la idealización de los Estados Unidos por parte de algunos personajes es mucho más marcada (35). Esta presentación de un país de ensueño en plena dictadura le generó a Fuguet, muchas críticas.

En 1996 se publica Por favor, rebobinar, una novela donde ocho personajes narran desde su punto de vista particular un periodo de sus vidas. Todos los personajes están vinculados ya sea por amistades en común, lazos familiares o simplemente de oídas. Lo que caracteriza a esta novela es que siendo coral, las voces no son muy diferentes entre sí. La postura desganada, a menudo cínica e irónica la comparten todos. Se trata de adultos jóvenes, de clase media alta y veinteañeros a más que, en una lectura superficial de sus historias, parecen sumidos en una auto contemplación. Profundizando más en cada personaje descubrimos interesantes reflexiones acerca de la práctica de la escritura o la creación y sobre como la transición económica y política fue vivida por una parte de la juventud chilena.

Hemos seleccionado para nuestro estudio a los dos personajes que juzgamos más interesantes: Lucas García y Andoni Llovet. El primero aparece en el capítulo « Lucas García Una estrella y media » como de antemano calificado. Lucas, como muchos personajes de Fuguet, no aprobó el examen de ingreso a la universidad y mientras estudia en un centro preuniversitario para volver a intentar la prueba, trabaja en un video-club al que ingresó por su « cinefilia patológica ». Lucas es un joven introvertido, adicto al cine que compara constantemente su vida a una película o a una serie de televisión. La cinefilia lo ha alterado tanto que llega a confundir la realidad con la ficción y mentir le parece banal, de hecho lo hace todo el tiempo porque « mientras más uno miente más te creen ». Y tiene una interesante teoría sobre el procedimiento del acto creativo:

Soy un maestro del zapping, de la cultura de la apropiación. Digamos que afano, pirateo, robo sin querer. Es como si tuviera un digital sampler en mi mente que funcionara a partir de puras imágenes. No soy un tipo creativo. No invento, absorbo. Trago. No soy -ni seré- un cineasta. Tampoco un guionista.

En esencia soy un crítico de cine. Es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo. Ningún niño dice cuando es chico, « papá, cuando sea grande quiero ser crítico ». Ninguno. Ni siquiera Truffaut. Ni siquiera yo. (36)

Lucas, admite su falta de creatividad, pero al mismo tiempo señala sin modestia su destreza en la apropiación, en el robo de ideas. ¿No es un modo poco fino de describir la « inspiración » de tantos artistas?, ¿Qué cosa es el acto creativo sino volcar en algún soporte una impresión percibida por algún sentido? Lucas en su falsa ingenuidad plantea un asunto transcendental sobre la originalidad de las obras: lo poco originales que son dada la inspiración del creador en otros modelos. Lucas (¿Fuguet?) no es precisamente humilde cuando se compara a Truffaut que comenzó precisamente como crítico de cine. Como para evitar malas interpretaciones, el joven asegura que jamás sera cineasta ni guionista, aspiraciones que Fuguet sí logró.

Luego nos enteramos de que Lucas, en su corta vida ha acumulado las catástrofes (37) pero sabe de cine, es un fanático del cine de Rohmer y de Truffaut y se siente plenamente identificado con el grupo de críticos que luego serían grandes cineastas y que se pasaban la vida viendo películas. La alteración de Lucas es más grave de lo que parece porque este chico que se define como « nerd », ha intentado matar a su padre y ve a un siquiatra que le ha aconsejado escribir como terapia. Mientras reparte su tiempo entre sus clases preparatorias, la escritura y su trabajo a medio tiempo, Lucas cuida la casa de una tía suya en Santa María de Manquehue, una localidad del exclusivo sector de Vitacura, en los altos de Santiago. En su mismo barrio vive Felipe, otro chico más joven con quien traba amistad por simpatía y porque le recuerda al jovencito de Los cuatrocientos golpes (Truffaut, 1959). Felipe Iriarte, que no es otro que el ahijado de Matías Vicuña, y va a terminar, estima Lucas, como asesino en serie.

Notamos en este breve acercamiento al personaje de Lucas, ya varias intertexualidades de orden interdiscursivo, primero con el mundo del cine y dos de los cineastas franceses fundadores de La nouvelle vague: Eric Rohmer y François Truffaut, que comenzaron como críticos en la revista Cahiers du cinéma. Y también las alusiones a películas de ambos cineastas: a Lucas le encantó El amigo de mi amiga (Rohmer, 1987) y ha visto Los cuatrocientos golpes. Enseguida observamos la macrotextualidad con la aparición a manera de artista invitado de Felipe Iriarte que era un bebé en Mala onda. Pero siendo Lucas un apasionado del cine, no es de extrañar que la mayor cantidad de intertextualidades estén relacionadas con el cine, así, se asocian con conocidos de Lucas a actrices caídas en el olvido como Linda Manz (« Mi hermana Reyes es como Linda Manz »). Se enumeran muchas películas norteamericanas (Out of the blue, Días de gloria, Vivir para contar, jardines de piedra…) y Lucas juzga a la gente por sus gustos musicales y de cine. Por este motivo una chica con la que sale es rápidamente descartada por Lucas cuando ella dice no admirar a Woody Allen ni haber visto Zelig (Woody Allen 1983).

Lo que resulta igualmente desconcertante en Lucas es su capacidad interesar con sus múltiples contradicciones. Es que cada declaración supera en excentricidades, comicidad o ironía a la anterior. Lucas dice detestar las mentiras y los encubrimientos:

Si se parte mintiendo, ocultando algo, es muy difícil superar ese vacío moral que se arma. Uno entra en la paranoia y se pierde la confianza. Los cimientos del edificio se vienen abajo.

Así que ya estamos en esto, mejor ir aclarando algunos puntos. Quizás no sean tan relevantes. De hecho creo que lo son. Pero da lo mismo. En realidad no da lo mismo (…) con estos datillos que voy a aportar mi verdadero yo queda más claro, por así decirlo. ¿Se entiende? No es que haya mentido sino que escudé ciertas superficies. Ya, da lo mismo. Quemé mi casa. Se quemó entera. Por mi culpa. (38).

Lucas, decide contar su delito, haber quemado voluntariamente su casa, pero lo hace en la mitad de su relato. Lucas se ha encubierto sin haber mentido y en ese párrafo donde critica la falta de franqueza Lucas sigue mintiendo pues no ha dicho la razón por la cual incendió su casa que era matar a su padre. Visto todo desde otro ángulo es posible observar también el deseo del creador de ficciones, que no es Lucas, de mantener el suspenso, la intriga de la historia que, a pesar de estar escrita, resulta muy cinematográfica y doblemente metatextual pues continuamente hace referencias al cine ( « mi vida es como un guión ». « Lo que necesito es un director »).

Para Andoni Llovet, (« Andoni Llovet Una vida modelo »), personaje multifacético y bastante inverosímil dada la diversidad de sus ocupaciones (modelo, actor de teleseries y aspirante a escritor), la vida no es tampoco ideal. Para ceñirnos al texto, la vida ya terminó para Andoni y nos cuenta su versión de los hechos desde el cielo o algún lugar similar. Pero no hay que subestimar la fuerza y los mensajes de Llovet. Dueño de un físico envidiable, era tan guapo que no podía creérselo:

(…) caminando por la calle por ejemplo no me reconocía: esos pómulos que delataban algún ancestrillo mapuche por ahí, la nariz romana, cejas gruesas pero controladas, ojos verde pardo siempre entrecerrados, pelo lacio, liso, café oscuro que contrasta con mi piel pálida, transparente. Bien. Bastante bien. Casi perfecto, para ser chileno.

Estaba contento. Me había trasformado en algo mucho mejor de lo que había esperado. Lo único que me faltaba era escribir. (39)

Llovet, muestra un calculado estándar de belleza occidental en la que los antecedentes autóctonos son minimizados (« algún ancestrillo mapuche por ahí »), dando finalmente un producto mestizo satisfactorio increíble: « casi perfecto para ser chileno ». Llovet, generosamente dotado por la naturaleza en belleza física ansía también un reconocimiento intelectual para lo que postula a un taller de literatura que un tal Néstor Quijano, escritor de prestigio, va a dirigir. Llovet queda seleccionado y entabla amistad con un intelectual de verdad: Baltasar Daza (40) y con una chica, periodista de profesión, atractiva inteligente y culta: Ignacia Urre. Los tres comienzan a salir, a viajar y a hacer una vida casi en común. Baltasar se enamora de Ignacia y es correspondido pero Ignacia también mantiene una relación amorosa con Andoni Llovet, quien vive admirando la creatividad y talento de Baltasar. El tema del ménage à trois es hábilmente manejado y sustentado con la interdiscursividad de la película Jules et Jim (41) (1962) de Truffaut que es mencionada numerosas veces por Ignacia y Baltasar pero que Andoni, en coherencia esta vez sí, de lo que se espera del nivel cultural de un modelo de pasarela, nunca ha visto.

Andoni es incapaz de escribir un cuento pero asegura que ha tenido « hartas ideas para escribir » y tiene un par de proyectos de novelas: Cosas que pasan y otra que ha trabajado infructuosamente en el taller de literatura. Por cierto, el ingreso al selecto grupo de miembros del taller que es bastante menos interesante de lo que él esperaba, no obstante consigue sacarle partido a la situación:

Muchos de mis compañeros literarios eran retornados del exilio o hijos de detenidos desaparecidos. El ambiente era, por decir lo menos tenso (…)La cosa política ahora estaba más pesada ; el registro electoral estaba al frente y siempre se armaban marchas y protestas y lanzaban bombas lacrimógenas (…)La mayoría de las mujeres del taller eran feas, mal que mal, escribían y flirteaban con el terrorismo intelectual. Había un espécimen llamado Danae Solís (…) que rápidamente fue apodada « la new-wave » debido a que siempre escribía sobre fiestas underground y artistas plásticos y sexo compartido y llenaba sus textos de citas pop y frases de películas que nunca nadie había visto. Era hija de una seudoexiliada de buena familia y de un mártir proletario desaparecido, por lo que se había criado en Berlín y siempre nos hablaba de rock europeo (…). La odié. Así y todo, fui el primero en acostarme con la Solís. Fue sin querer (…) (42).

Llovet, da un indicio del ambiente a finales de los tiempos de la dictadura y es macrotextual en la medida en que hace alusión a los textos de Fuguet « llenaba sus textos de citas pop y frases de películas que nunca nadie había visto ». El fragmento muestra también la percepción de los hijos de algunos « seudoexiliados » o gente de buena posición que se fue del país y aprovechó las ventajas de acogerse al estatus de refugiado político. Llovet, ambiguo, odia a su compañera de taller por todas las oportunidades culturales que él no tuvo y que ella presume de haber disfrutado pero no tiene reparos en acostarse con ella.

Las sesiones del taller de acuerdo a Llovet son sospechosamente parecidas a las del taller dirigido por Donoso y que Fuguet frecuentaba:

La dinámica del taller era clásica: dos alumnos leían un texto todas las semanas (…) Se leía en vivo y después cada alumno decía lo que opinaba. Esta era la parte más puntuda y entretenida (…) se destrozaba sin piedad (…). Como para arreglarla, Quijano comentaba la sesión al final y lanzaba una suerte de prédica equilibrada. Una vez que terminaba la ronda, Quijano se lanzaba a hablar de la vida, de la literatura, de la creación y, en forma reiterativa, de lo que se necesitaba para ser artista… (43)

Carlos Franz, escritor y participante del taller de Donoso relata:

Una típica sesión de taller se desarrollaba más o menos como sigue. Cada martes se leían en voz alta dos cuentos, previamente repartidos en fotocopias (…) Donoso (…) hablaba poco (…) Nos dejaba hablar, expresar por turnos nuestras opiniones sobre el respectivo cuento y de pronto interrumpía pidiendo que alguien desarrollara más de un punto (…) Al final de cada lectura (…) Donoso solía hacer un resumen de sus impresiones y formulaba su propia opinión (…)(44).

Sin exagerar podemos decir que Fuguet se inspiró al menos en parte en su propia experiencia en el taller. Más aún cuando Llovet narra la reacción de sus compañeros al leer su cuento:

Lo primero que llevé al taller fue un error. No estilístico sino estratégico. Tampoco había mucha distancia entre el sujeto y el narrador. Tuve la mala ocurrencia de llevar el primer capítulo de Una vida modelo… Descubrí -no sin horror- que no sólo no les gustó lo que leí (« Es difícil ser bello pero alguien tiene que serlo. Pregúntenmelo a mí, no más. Yo sé de estas cosas. He sido bello toda mi vida. Es a lo que me dedico. Es lo que, de alguna manera, me define… ») sino que el proyecto en sí les pareció « banal » e « inútil » y hasta « reaccionario »(45).

El nada modesto y falsamente inocente Llovet nos lleva a la cúspide de la estupefacción con semejante íncipit. Nadie puede pensar que esas líneas han sido escritas en serio. Este es probablemente uno de los pasajes más auto irrisorios de toda la literatura de Fuguet. El escritor hace gala de una mordacidad y una ironía sin límites para mostrar como la crítica comenzando por sus compañeros de clase, recibió su borrador del comienzo de Mala onda. En el caso de Llovet, la animadversión surge por la ligereza del tema: la belleza del autor y su dificultad para vivir siéndolo pero ¿cómo calificarlo de reaccionario? A Fuguet, lo criticaron también por no guardar distancia entre él y su personaje y por ridiculizar a artistas de izquierda (entre otras cosas). Fuguet toma la revancha parodiándose y auto ridiculizándose. Andoni Llovet, es bello e inteligente aunque no puede escribir, su ambición será castigada con la muerte que imitando el fin trágico de Catherine en Jules et Jim, es provocada por un accidente automovilístico.

En una de los artículos de prensa falsos que están entre cada testimonio de los ocho protagonistas de Por favor rebobinar, aparece una crónica de la vida social nocturna de Santiago, narrada por Ignacia, lo más destacable es la descripción de un hotel venido a menos y renovado por el rockero Pascal Barros. Marisol Lagos, la agente de Barros, recibe a Ignacia y mostrándole las bondades del City Hotel refaccionado, comenta:

(…) Visualmente es una fantasía posmoderna. Totalmente rediseñado y reconstruido (…), el City se arma fusionando un gran respeto hacia el pasado y una enorme imaginación extraída de la cultura pop. Cada pieza es una locura (…) (46).

E Ignacia opina cuando la invitan a pasar al pub-bar ’73:

El ’73 es el « hijo ilegítimo » de los diseñadores y la verdad es que es increíble. Uno no sabe si aplaudir o enfurecerse. De que están jugando con fuego, lo están (…)

-La idea fue de Pascal Barros me cuenta la Co Infante (…),

-Pascal quiso recrear la atmósfera y la estética de la Unidad Popular (…) La UP quizás se filmó en blanco y negro, pero fue a todo color (…) Vimos Palomita Blanca como doce veces. Y eso es más o menos el ’73. Las chicas que atienden usan minifalda y calcetines rayados, zuecos con plataforma y se pintan y peinan como en esos años. Los chicos de la cocina (…) parecen atractivos clones del Che y en vez de estar de blanco, tienen trajes de militar. Detrás del escenario hay una inmensa foto del tamaño de la pared de la Junta Militar, donde Pinochet sale con sus aún inconseguibles anteojos oscuros. Pero eso no es todo: hay varios televisores Antú que cuelgan del cielo donde un centenar de imágenes (sacadas de La batalla de Chile o de TVN) incluyen hitos como Fidel Castro en el Nacional y el bombardeo de La Moneda, se repiten en forma sucesiva. (47).

Esta decoración, nada inocente, es una carnavalización y parodia de una tragedia nacional pero contada con tal ironía que subvierte la carga solemne de la misma. Fuguet subvierte un hecho histórico parodiándolo pero al mismo tiempo legitimándolo.

En conclusión, la riqueza de llamadas intertextuales en las novelas del escritor chileno juegan un doble rol: por un lado, determinan un efecto de realidad de un ambiente, una época, por otro lado constituyen una reflexión sobre las mismas y conducen a otras lecturas e interpretaciones de los textos. Así, cabe preguntarse si Sobredosis, Mala onda, Por favor rebobinar y otras novelas posteriores realmente pretenden ensalzar el modo de vida y preocupaciones de un grupo de gente de un nivel social. ¿No podrían ser también inducir a una reflexión crítica sobre los mismos?

Sobredosis contiene en sus cinco cuentos no sólo historias de adolescentes y jóvenes decadentes, es también la historia de la generación de una clase social, de sus preocupaciones, sus aspiraciones y frustraciones. En Deambulando por la orilla oscura (Basado en una historia real), Fuguet va más allá de inspirarse en la película Rumble Fish (48), la narración es un reproche ambivalente a una actitud consumista y una uniformización de modos de vida importados. En No hay nadie allá afuera, los sentimientos expresados que no se centra sólo en alusiones que remiten mucho al autor y sus expectativas, marca asimismo el nacimiento de un personaje solitario, errante (Miguelo) que irá mutando en otras novelas, alcanzará su máximo protagonismo encarnando al tío perdido de Missing: una investigación (2009) y se puede asociar a algunos personajes cinematográficos creados por Fuguet.

En Mala onda se percibe claramente el ambiente de la dictadura, la insatisfacción de vivir en ella siendo adolescente y como algunos podían disfrutar y tener acceso a todo tipo de bienes gracias a sus alianzas con el régimen dictatorial. Los efectos metaliterarios son igualmente llamativos e inducen a la toma de conciencia de la actividad literaria y de sus intenciones.

Por favor rebobinar es innegablemente un libro autobiográfico pero es también una constante confrontación del autor con el trabajo de la literatura, sobre la creación, la inspiración, la veracidad de la ficción y la naturaleza de la ficción. Las interdiscursividades con el cine, que en este libro, comienza a revelarse como una preocupación constante que vendría a concretarse después, ayudan a crear un mundo paralelo que intensifica y/o modifica el valor de los enunciados. Así lo que parece elogio puede ser una ironía y la banalidad aparente puede ser una crítica.

Por último, la cuestión de la facilidad se puede meditar sopesando dos aspectos: las frases directas, a menudo cortas, la ausencia de un lenguaje recargado o el uso del habla local pueden efectivamente facilitar la lectura los libros de Fuguet. El error sería confundir un estilo de escritura con los distintos significados de los textos. La riqueza de las intertextualidades, el cine, la música, los datos biográficos y la metaliteratura no hacen sino hablar de otros mundos complejos que amplían los horizontes a veces precozmente limitados por lectores que se dejan atrapar por el discurso literal de los personajes sin analizar o sospechar el doble o triple sentido de una frase o un comentario aparentemente inocente. Evidentemente, la literatura de Fuguet, como la de otros, cada quien la interpreta según su historia, sus objetivos y claro está sus deseos. No obstante, un disfrute o una crítica más objetiva se logra poniendo atención en los detalles, o para ser más precisos en las intertextualidades.

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NOTAS
(1)El escritor boliviano Edmundo Paz-Soldán, profesor en la Universidad de Cornell y contributor de la antología McOndo, decía: «In Santiago, there are times when he seems less a writer than a rock star: Adolescents show up at readings to touch him, as if he were a cultural icon,» (http://articles.latimes.com/2000/feb/23/news/mn-1711) consultado el 16/02/2016.
(2) « A comienzos de los 90, los libros de Alberto Fuguet eran promocionados como representativos de la juventud chilena y esa sola afirmación gatillaba reacciones airadas. » Alejandro Zambra, « La literatura sospechosa », La Tercera, 17 de Mayo de 2009, (http://www.letras.s5.com/az150211.html) consultado el 15/02/2013.
(3)Planeta escogió publicar a Fuguet porque calzaba bien en el segmento joven de la Colección Sur. Y Mala onda se lanzó en Chile en noviembre de 1991, poco antes de las vacaciones de verano, la época propicia para leer novelas en la playa. Soledad Bianchi, sobre Nosotras que nos queremos tanto de Marcela Serrano y Mala onda : « (…)eran bastante esquemáticas y fáciles de encasillar: razón, tal vez, para promoverlas enfatizando aspectos extra-literarios basados en sus temáticas y protagonistas, con el fin de acceder a un comprador segmentado: jóvenes y mujeres, de clases acomodadas, que podían entretenerse e identificarse con las historias respectivas. », Soledad Bianchi, « De que hablamos cuando decimos nueva narrativa chilena », Carlos Olivares (editor), Nueva narrativa chilena , edición de Carlos Olivares, Santiago : LOM ediciones, 1997, p. 33.
(4)Patricio Navia recomendaba Mala onda « para el verano, para el domingo o para una clase aburrida » además de insistir en la simpleza de la narración. Patricio Navia, « Mala Onda la Mala Onda de Alberto Fuguet (Planeta, 1991) », 1992 (http://www.escritores.cl/base.php?f1=articulos/texto/fuguet.htm), consultado el 09/11/14.
(5)Se atribuye la acuñación de la palabra a Julia Kristeva que se basó en los estudios de Mihail Bakhtine. Julia Kristeva, Sèméiôtikè – Recherches pour une sémanalyse, Paris, Seuil (coll. Points Essais), 1969, pp. 84-85.
(5)Para Yuri M. Lotman, la intertextualidad como capacidad del elemento del texto para formar parte de varias estructuras contextuales y recibir correspondientemente distinto significado representa una de las propiedades más profundas del texto artístico. Yuri M. Lotman, en Estructura del texto artístico, Madrid: Ediciones ISTMO, 1970, p. 82.
(6)Gérard Genette, Palimpsestes, la Littérature au second degré, Paris: Seuil, Point Essais, 1982, p. 7. : “el objeto de la poética (…) no es el texto, considerado en su singularidad (esto es más bien un asunto de la crítica), sino el architexto, o si se prefiere la architextualitad del texto (o como se dice y es más o menos lo mismo, « la literariedad de la literatura »), -es decir el conjunto de categorías generales, o trascendentes- tipos de discurso, modos de enunciación, géneros lit.erarios, etc.- del que depende cada texto singular. Hoy yo diría en un sentido más amplio que este objeto es la transtextualidad, o trascendencia textual del texto. (La traducción es mía).
(7)Resumiendo las categorías de relaciones entre textos tenemos según Genette:
La intertextualidad es una relación entre dos o más textos que delatan la presencia efectiva de otro. El intertexto es un fragmento literario que se desplaza de un texto a otro, se trata de una suerte de préstamo de la idea como la alusión o más formal como la cita bibliográfica.
La paratextualidad son todos aquellos signos accesorios que rodean al texto en cuestión pero que no participan en la acción como títulos, prefacios, ilustraciones, gráficos, dedicatorias, agradecimientos, etc.
La metatextualidad es en palabras de Genette la relación « crítica » que tiene un texto respecto a otro. Un clásico caso es el del comentario que puede hacerse en el marco de una crítica literaria, o cuando en un texto se menciona a otros, los libros de caballerías del Quijote son un ejemplo.
La architextualidad es lo que conocemos bajo el nombre de horizonte de espera, es decir un marco o conjunto de normas, una designación formal que coloca un texto en una clasificación predeterminada como « novela » o « relato ».
La hipertextualidad se funda en el trabajo de la escritura misma. Se trata de las relaciones que se tejen entre el texto B o hipertexto y A, el texto de origen o hipotexto. La diferencia entre la hipertextualidad y la metatextualidad es que en la primera, la acción no es un comentario del texto. Puede decirse que B es un texto que el escritor a utilizado sea para imitarlo o parodiarlo, es decir, transformarlo.
(8)Cesare Segre, Teatro e Romanzo, Turin: Einaudi, 1984, p. 106.
(9)Anne Claire Gignoux, Initiation à l’intertextualité, Paris:Ellipses, 2005, pp. 138-143.
(10)Fuguet escribe sobre el origen del nombre: « Cuando Planeta me planteó editar mis cuentos dispersos por ahí, consideré que el título correcto era DEAMBULANDO POR LA ORILLA OSCURA, pero al final ellos optaron por algo más preciso y comercial: SOBREDOSIS. Ojalá hubiera tenido más poder o fuerza para haber persistido por el título que yo quería pero bueno (…), (http://albertofuguet.blogspot.fr/2005_11_01_archive.html), consultado el 3/02/13.
(11)Veintitres años despues Rumble Fish ha seguido siendo una inspiración para Fuguet : en 2013 escribió y filmó Locaciones : buscando a Rusty James, un documental de tipo homenaje a la cinta de Coppola.
(12)Fue el primer centro comercial concebido con instalaciones como escaleras mecánicas, una gran cantidad de tiendas al interior, aire acondicionado, personal de seguridad. Aún existe y está ubicado en la zona residencial de Las Condes en Santiago de Chile.
(13)Alberto Fuguet, Sobredosis, Santiago de Chile: Suma de Letras, 2002, pp. 12-13.
(14)Un guardián en el centeno es el título en español de la novela más famosa de J.D.Salinger, The Catcher in the Rye. (1951). En francés se llamó L’attrape–cœurs (Paris: Robert Laffont, 2003). El guardián en el centeno es un personaje que debe velar por el bien y la seguridad de los niños, la comparación con el agente de Pinochet es una ironía del escritor, en esta situación los guardias del centro comercial tienen por deber proteger a los consumidores y la amenaza es El Macana que cuya « alteración » reside en ser adicto al consumo de bienes…y drogas.
(15)Ibíd. p.88.
(16) « Es de noche y llueve. La cámara continúa subiendo hasta que se introduce en un oscuro departamento (…) Corte una toma en picado. Se distingue un catre de bronce, ropa tirada en el suelo, una silla y Miguelo despierto bajo las sábanas. Mira el techo. Hay una radio reloj digital en el suelo, justo al lado de una jeringa vacía (…) ». Ibíd., pp. 114-115.
(17)Las hormigas asesinas es un corto escrito y dirigido por Alberto Fuguet en 2005.
(18)La letra de la canción es sólo esa pregunta repetida indefinidamente, Is There Anybody Out There?, The Wall, Pink Floyd, (1979). (http://www.thewallanalysis.com/main/is-there-anybody-out-there.html), consultado el 01/04/13.
(19)Hay dos breves apariciones de un narrador en segunda persona y una en tercera persona.
(20)Matías se dirige a una amiga sobre el viaje: « Hey, los mejores diez días de mi vida comadre, (…) El colegio es una mierda, todo el mundo lo sabe. El tour era bomb, otra auténtica mierda, y el hotel dejó mucho que desear, pero al menos tuvimos la oportunidad de hacer lo que se nos diera la gana, de estar lejos de Chile, de conocer gente más simpática que los huevones que vagan por el shopping de Vitacura (…) un viaje no te cambia. Te hace cacharte mejor o te sirve para ver qué onda tienes con Chile (…) cambiar de país es mejorar tus opciones (…) A diferencia de Chile que es bomb, aquí puedes hacer lo que quieras (…) Maduré más que la cresta. Lo probé todo y no me arrepiento de nada », Mala onda, Santiago de Chile: Suma de Letras, 2001, pp. 27-28.
(21) « Es como si hubiera pasado de todo y al final nada: como si todo el hueveo y la farra y esos días en Río con la Cassia y la playa y el trago y el jale y todo, se quebrasen. Como si, de puro volado, hubiera apretado record en vez de play (…) Cagué. Estoy de vuelta, estoy en Chile », Alberto Fuguet, Mala onda, op. cit., p. 37.
(22)El bautizo del sobrino de Matías se presenta al joven más como una reunión de bandidos que otra cosa pero inevitablemente se rinde ante la auto admiración encontrando a su familia (y a él mismo) bellos y elegantes, apreciación que prolonga a su ciudad : « Y ver a la familia reunida frente a la iglesia, en este parque lleno de árboles con hojas nuevas (…) todos con sus respectivos anteojos de sol, enreda las cosas porque, más allá de las connotaciones cinematográficas, y de sentir que todo esto parece más un funeral de la mafia que un bautizo, no puedo sino reconocer que nos vemos bien, atractivos, envidables, todos en tonos pastel, contra ese fondo increíble. Llega uno a pensar que Santiago es una de las ciudades más bellas y luminosas del mundo ». Ibíd., p. 169.
(23)La madre es presentada como una mujer falsa: « (…) mi madre, quien dependiendo del periodo se pone más o menos religiosa. O católica (…) mi madre no es católica, apostólica ni romana (…) es judía », Alberto Fuguet, Mala onda, op.cit., p. 176. Y su padre un hombre inseguro e inmaduro que desea conquistar a cuanta mujer atractiva se le cruce en el camino: « Mi padre se pone todo sexy y matador, mirando de reojo a las minas (…) Tiene minas por kilos. No son inventos, sino reales (…) », Ibíd., p. 57.
(24)Las opiniones de Matías rebelan en el joven aficionado a discotecas, drogas y ropa de marca a un lector crítico que aprecia a su profesora pese a su tendencia política« La Flora como todo el mundo lo sabe, es de izquierda. Pero es inteligente. Quizás demasiado para alguien que recién cumplió los treinta. Estudió en París (…) se lo ha leído todo. Posee, además un atractivo algo tosco y sin refinar, que encandila (…) es famosa por premiar con malas notas y por no seguir al pie de la letra lo establecido por el Ministerio de Educación. El primer trimestre analizamos El Quijote (…) lo que hicimos fue trasladarlo al día de hoy (…) pero lo que a la Flora verdaderamente la vuela es la literatura hispanoamericana, que es tema de Cuarto Medio. Ella lo imparte igual porque la profesora que nos corresponde el próximo año es una vieja retrógrada y católica que sigue pegada en Marianela y Niebla (…) La Flora en cambio, nos ha hecho leer novelas como Las buenas conciencias y Boquitas pintadas y Sobre héroes y tumbas. », Ibíd., pp. 219-220.
(25)Ibíd., p. 222.
(26)Ibíd., p. 226.
(27)Papelucho es el nombre del protagonista de una serie de libros para niños creado por la chilena Marcela Paz en 1947. La autora tuvo renuencias personales para publicar la primera aventura porque consideraba que era una historia de adultos escrita con un lenguaje para niños. Sin embargo la serie de libros ha sido celebrada dentro y fuera de Chile (ha sido traducido al inglés, francés, italiano, griego y japonés), y el personaje y su creadora son toda una institución en su país. Una rápida lectura a algunas frases Papelucho pueden dar una idea de la personalidad del personaje: «es una lástima que sea pecado ser ladrón, porque es la única manera de ganar plata y, además, no aburrirse» o «Yo no me creo santo porque los santos nunca se creen que lo son» y también «Cuando mi mamá me castiga […] casi me dan ganas de ser huérfano. Otras veces me dan ganas de haberme muerto para que aprendan a ser justos». Fuentes: http://www.bienvenidosalafiesta.com/index.php?mod=Indices&acc=VerFicha&autId=0000000BQB y http://es.wikipedia.org/wiki/Papelucho , consultados el 08/01/13.
(28)Papelucho es amigo de Nacho, el mejor amigo de Matías y es un experto en surfear (aprendió en California como Fuguet) y en inhalar cocaína. Extrañamente para Matías, quien tiene la misma maestría en el arte de « jalar coca » Papelucho no es una compañía de fiar: « Decididamente, el Papelucho es una mala influencia, no conduce a nada bueno ». Alberto Fuguet, Mala onda, op.cit., p. 189.
(29)« Y me doy cuenta de que sí, quizás, quizás es verdad, quizás Holden, o su voz, o su forma de ser, sí pueden ser llevados a la práctica (…) Esto de asumir su identidad tiene su encanto pero también me asusta, porque largarme a mentir fue algo incontrolable (…) como si Holden Caulfield se hubiera posesionado enteramente de mí ». Ibíd., p. 250.
(30)Ibíd., p. 266.
(31)Matías sigue la actualidad política ya sea por los diarios, la radio o la televisión y pretende hacerse el desinteresado o el ignorante pero se acomoda a la postura de la derecha que le queda más cómoda y los reportajes sobre el gobierno de Allende le hacen añorar un tiempo que no conoció y lamenta por parecerle más interesante: « Intento leer el diario. Casi imposible, serios problemas. Gustavo Leigh, el que bombardeó La Moneda, ahora se dió vuelta la chaqueta y llama a votar por el NO. El asquerosamente cartucho del Jaime Guzmán habla todo el día para justificar el SÍ. Pinochet, como siempre anda hueveando por el sur (…) Va a ganar igual. El tipo es patético, pero se rodea de tipos que saben (…) Vamos bien, mañana mejor, es el slogan del mes. Mi hermana Francisca, que está en edad de votar lo hará por el SI. Ella y todo su curso de poseros están por la Constitución de la Libertad. Me dice que ahora Chile es el país de Latinoamérica que más importancia le da a la publicidad. Puede ser. A mí la política me da lo mismo. En realidad, no sé nada, sólo conozco esos documentales contra la UP y todo el gobierno de Allende que dan en el canal 7 y que a mí me parecen bastante entretenidos (…) Es como si fuera otro país, con otro look, la gente con barba y minifaldas y letreros y huelgas y colas y metralletas. Mi vieja dice que fue la peor época de la historia (…) Pero por lo menos es harto más entretenido que lo de ahora. », Ibíd., pp. 50-51.
(32)Alberto Fuguet, Ibíd., p. 64.
(33)Alberto Fuguet, Ibíd., p. 95.
(34)Matías ve El chavo del ocho, Noche de Gigantes, ha visto Grease, Fiebre de sábado por la noche , Mad Max y escucha a Supertramp, Pink Floyd, Queen, Fletwood Mac, Kiss, lee revistas como Rolling Stones y diarios : El Mercurio generalmente y sólo al final La Tercera.
(35)Papelucho empieza a criticar a los chilenos : «(…) habló de lo cartuchos que somos todos, tan provincianos y trancados y prejuiciados, y que nadie se atrevía a llevarse por el momento, que Chile era lo último, con mayor razón ahora que se creía la California de Sudamérica, lo que daba más pena porque él sabía cuáles eran las diferencias (…) Yo estaba totalmente de acuerdo con el huevón, pero me pareció medio desleal apoyarlo así que ni hablé », Alberto Fuguet, Mala onda, op. cit., p. 94.
Alejandro, el barman gurú de Matías le brinda también una visión sumamente positiva de los Estados Unidos comparado a Chile: « Tú deberías pegarte un viaje de verdad (…) Recorrer USA en Greyhound, por ejemplo. Quedarse en pana en Wichita (…) dormir en un hotelucho lleno de vagos en Tulsa, Oklahoma. O ir a Nueva York, huevón (…) Esa es vida, pendejo, no esto. Un día en Manhattan equivale a seis meses en Santiago. Regresar a Chile, loco, a este puterío rasca, bomb, con los milicos por todos lados y la repre, las mentes chatas, es más que heavy. Es hardcore. Si basta escuchar la radio para cachar lo mal que estamos, Matías (…) », Alberto Fuguet, Mala onda, op.cit., p. 69.
(36)Alberto Fuguet, Por favor rebobinar, op. cit. p.22.
(37)El no haber alcanzado el puntaje para ser admitido en la universidad es humillante para alguien con un coeficiente intelectual de 142 pero menos calamitoso que otras adversidades que le han ocurrido como veremos después.
(38)Alberto Fuguet, Por favor rebobinar, op. cit. p.59.
(39)Ibíd. .p.166.
(40)A Baltasar le sobran las ideas para escribir, lleva años dedicado a trabajar en Disco Duro, su novela más autobiográfica basada en su familia. Baltasar comenta: » Quiero hacer una saga, pero sin caer en la fórmula del realismo mágico. Puro realismo virtual, pura literatura McCondo. Algo así como La casa de los espíritus sin los espíritus. », Ibid. p.184. Evidentemente estamos ante una parodia del escritor Alberto Fuguet y su futura antología McOndo que íba a ser lanzada ese mismo años, se trata entonces de una macrotextualidad más y una intertextualidad con La casa de los espíritus de Isabel Allende.
(41)En Jules et Jim, poco antes de la primera guerra mundial, Jim, un francés y Jules, un austriaco, son amigos inseparables y se enamoran al mismo tiempo de Catherine que se casa con Jules. Terminada la guerra Jim se reune con la pareja en Austria donde Catherine confiesa que no es feliz con Jules quien acepta que Jim se convierta abiertamente en amante de su mujer, ( http://fr.wikipedia.org/wiki/Jules_et_Jim_%28film%29), consultado el 01/05/13.
(42)Alberto Fuguet, Por favor rebobinar, op. cit. 190.
(43)Ibíd. pp. 192-193.
(44)Carlos Franz, « El legado de José Donoso a las nuevas generaciones chilenas », (http://bibliotecavirtualcervantes.com/servlet/SirveObras/p243/80294918434596610754491/index.htm), consultado el 30/04/13.
(45)Alberto Fuguet, Por favor rebobinar, Santiago de Chile: Aguilar chilena de ediciones, 1998, p.192.
(46)Ibíd. pp. 300-301.
(47)Ibíd.
(48)La interdiscursividad con Rumble Fish sería además una inspiración duradera y profunda: en 2013 Fuguet filmó Locaciones: buscando a Rusty James, que es un ensayo de tipo homenaje a la cinta de Coppola.
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4 comentarios

Nunca había leído a Fuguet. Muy bueno el artículo, me da pistas a modo de mapa de ruta. Veamos qué pasa.

Por celeste el día 18/04/2016 a las 04:06. Responder #

[…] La parte donde trato sobre la intertextualidad en la literatura de Fuguet fue adaptada y convertida en artículo publicado para la revista chilena Crítica. […]

Por Alberto Fuguet, de niño terrible a figura canónica de la literatura chilena: Estudio de la recepción de la obra de Alberto Fuguet en Chile | podemos decirnos algo el día 07/04/2016 a las 04:10. Responder #

Interesante punto de vista, lo comparto en muchos aspectos. He sido un defensor de la siempre criticada obra de Fuguet ante tantos que lo leen como se lee la etiqueta del champú. Para mi, a Fuguet hay que leerlo entre líneas y valorar su apego con la realidad. Nos quejamos constantemente – y con razón – de que vivimos en un mundo que apologiza lo banal: ahí justamente está la virtud de Fuguet.. en describir ese mundo tal y como es, nos guste o no.

Por Gonzalo el día 15/10/2015 a las 11:23. Responder #

[…] el honor y la satisfacción de anunciar la publicación de un excelente artículo sobre los diferentes tipos de intertextualidad en la obra del escritor cineasta Alberto […]

Por Interesante artículo sobre las intertextualidades en la obra de Alberto Fuguet | podemos decirnos algo el día 16/04/2015 a las 12:49. Responder #

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