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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Análisis de la novela 2010: Chile en llamas de (Darío Oses, 1998) desde la perspectiva de la memoria, el cronotopo, y la fotografía.

por Jessenia Chamorro Salas
Artículo publicado el 23/08/2014

  1. a. Darío Oses

Este escritor, periodista, ensayista y dramaturgo, nació en el año 1949 en Santiago, realizó sus estudios secundarios en el Liceo Darío Salas, y se tituló de Periodista en la Universidad de Chile. Pese a sus variadas ocupaciones, su eje motivacional es la escritura, entre su producción literaria destacan Rockeros Celestes y Machos tristes, siendo ésta última, la novela que lo consolidó. Fue considerado como uno de los más sobresalientes escritores de su generación; y su producción, mezcla de pastiche, parodia, crítica al presente, vuelcos al pasado, revalorización de los géneros menores (por ejemplo el folletín) y gestos propios de la posmodernidad, resulta variopinta, rica, y sumamente interesante.

En su producción literaria y ensayística, Darío Oses ha plasmado su visión acerca de los roles de género que el mundo actual le ha otorgado tanto a hombres como a mujeres, y el gran conflicto que significa que ellos y ellas se relacionen. En uno de sus artículos: Los alardes de la virilidad, aborda estas temáticas, sosteniendo que los hombres en general han mantenido sus cofradías de machos para jactarse de su pretendido dominio sobre las mujeres, pero, como el mismo Oses dice, en los tiempos actuales los hombres ya no son machos donjuanescos, sino machos tristes, a quienes ya no le sirven sus alardes, pues se les han agotado, y además, han comenzado a sentir la ausencia y la necesidad de la mujer (Montesinos: 33). Esta perspectiva de Oses resulta importante de tomar en cuenta, pues en su novela 2010: Chile en llamas, así como en Machos tristes, la configuración de los sujetos masculinos responde a esta categoría, de hombres alicaídos, sin el vigor de antaño, sin poder de dominación, y sin ese espíritu heredado por el Don Juan. Esto se puede ver por ejemplo, en el Alférez Alvear (2010…), joven militar que anhela ser como los valientes soldados de la Segunda Guerra Mundial, pero para él ya no hay grandes hazañas, y casi como un Quijote debe enfrentar su espíritu al mundo real, pues por ejemplo, él no está en la guerra, sino en un regimiento que sólo realiza actos conmemorativos. Tampoco este joven es un conquistador como lo fue su decimonónico antecesor Abelardo Manríquez (A. Blest Gana, El ideal de un calavera), sino por el contrario, es un tímido e inhibido hombre a quien el contacto femenino le resulta incómodo, y prefiere disfrutar (hasta antes de conocer a Vicky) de prostíbulos virtuales como el You must remember. Por todo lo anterior puedo adelantar que el alférez Alvear es también, un macho triste, y que esta categoría resulta fundamental de tener en cuenta para el análisis de la novela.

 

  1. a. La novela:

A continuación, expondré el análisis de la novela que nos convoca, 2010: Chile en llamas, desde los tres ejes, a saber: memoria, cronotopo, y fotografía. Pero antes, es menester poder entender de qué trata, y qué aspectos son relevantes en ella; con el fin de responder (aunque panorámicamente) a estas interrogantes, entregaré algunas luces acerca de la novela, que ayudarán a tener una perspectiva clara sobre ella.

Dentro de los aspectos relevantes a tener en cuenta en 2010: Chile en llamas, se encuentra su trama novelesca, de qué trata la novela. Primero, hay que señalar que es una novela de carácter abierto, es decir, no tiene un final cerrado, sino que da lugar a múltiples interpretaciones acerca de lo que ocurrió con los personajes. Segundo, la novela trata sobre las aventuras, más bien pseudoaventuras, vividas por el Alférez Alvear en relación a la búsqueda del cadáver del General Pinochet; y también trata, de su relación con Vicky, la mujer de sus ensueños. Aunque en un aspecto más amplio, la novela trata acerca de un posible Chile proyectado para el año 2010.

Particularidades:

Por una parte, resulta fundamental señalar que esta novela es una novela de anticipación, y además, una novela que posee un carácter distópico. Esto quiere decir que anticipa en la ficción novelesca, lo que ocurrirá en el futuro (mirado desde el presente de Oses, año 1998); pero ese futuro imaginado y proyectado por Oses, corresponde a nuestro pasado, como personas que hemos leído la novela después del año 2010. La novela fue publicada a fines de la década del noventa, pero su asunto nos lleva como lectores a adelantarnos más de diez años en el futuro; no obstante, ese futuro creado por Oses en la ficción, es un futuro alterno, distópico, que presenta sucesos y procesos plausibles de ocurrir el 2010 (desde la perspectiva del año 1998), pero que hoy (inicios del año 2013), sabemos y comprobamos que no ocurrieron totalmente como lo imaginó Oses; sin embargo, resulta trascendental mencionar que Oses se adelantó en muchos aspectos a lo que hoy en día, ocurre en Chile.

Por otra parte, es importante tener en cuenta el título de la novela, el cual hace referencia al año del Bicentenario de la Independencia de nuestro país: 2010, pero no sólo eso, pues señala el título que es un 2010 en el cual Chile está “en llamas”, o sea, un Chile distópico, que presenta una visión apocalíptica del futuro, una visón de mundo decadente (1); acerca de un Chile hipertecnologizado, y en donde Santiago se ha convertido en una megalópolis a causa de la conurbación; megalópolis en donde habita la anomia social, además de una situación de balcanización (Ferrer); y en donde prima por sobre todas las cosas, el capitalismo y la privatización. En este sentido, la novela presenta una visión de mundo en donde Chile es proyectado como una empresa, no como una nación, a causa de la desaparición (se insiste en la novela) de los “símbolos” que la constituían (Presidente, FF.AA, entre otros). En relación con esto, es pertinente señalar que el ethos representado en la novela, es la imagen de una sociedad posmoderna degradada, encarnada en la vida urbana, y en personajes que lo enfrentan con nostalgia hacia otras épocas, nostalgia que conlleva deseos de evasión, y que es partícipe de los procesos de rememoración que habitan en la novela; los cuales serán analizados posteriormente.

En relación a lo expuesto hasta ahora, sostengo que el hecho de que 2010… posea un carácter anticipatorio y distópico, que proyecta un futuro Chile (que ya ha quedado en nuestro pasado, como lectores) apocalíptico y degradado, está en directa relación con el cronotopo que habita en la novela, un espacio-tiempo decadente, en donde la falta de verdaderas relaciones humanas ha pasado la cuenta, en donde la privatización y el capitalismo lo han dominado todo, y en donde la “esencia” nacional ha quedado relegada al pasado. En este sentido, son importantes las palabras con que el narrador de la novela explica la situación del país: “La vida, después de todo, no era tan difícil. La radiación daba un excelente pretexto para encerrarse de los ojos hacia adentro (…) Quedaban, además, muchas cosas que hacían la vida llevadera: las teleseries interactivas (…); el sexo virtual; la droga (…); y sobretodo, el fútbol” (Oses: 37). Y en otro momento comenta, en relación al cambio de enfoque y la privatización de las FFAA: “Los soldados se sentían invisibles, olvidados, ajenos a esa ciudad que ignoraba sus ejercicios de guerra, sus ceremonias, desfiles y juramentos”, agregando luego: “Luego de la privatización de la Defensa se formó la poderosa Corporación Cóndor, que no sólo se hizo cargo de la protección de la soberanía nacional, sino que aprovechó sus capacidades para prestar servicios militares a otros países, con lo que generó un cuantioso retorno de divisas” (25). El “Regimiento Patria Nueva” es el único rastro del pasado patriótico de la Defensa Nacional, pero ha cambiado su enfoque, ha degradado su función a sólo servir de ornamentación en eventos ceremoniales, como por ejemplo, la ceremonia del Bicentenario, en relación con esto, las palabras del Coronel del Regimiento son esclarecedoras:

“-No necesito recordarles que hoy es 11 de septiembre del año 2010 (…) Es una fecha importante que se ha olvidado (…) Por eso, la próxima semana marcharemos para conmemorar el Bicentenario de nuestra independencia. No creo que tengamos mucho público. Pero aunque no haya nadie, quiero que el Regimiento Ceremonial Patria Nueva se luzca (…) Somos la última reserva de patriotismo que le queda a este país (…)-” (20)

Un 2010 en que las FFAA ya no son las mismas, en que el cargo de Presidente no goza del prestigio de antaño, en que las Humanidades han caído en el abandono a causa de la primacía de la tecnocracia, una época en que todo lo que alguna vez fue, ha sido degradado por el paso del tiempo, cambiando su valor. Esa visión de mundo es la que proyecta la novela, en base al cronotopo anticipatorio y distópico que presenta, un espacio-tiempo posmoderno, apocalíptico, y decadente.

La memoria:

La memoria aparece en la novela, tanto a nivel cronotópico, como a nivel de los personajes. En el primer nivel, la memoria permea la visión acerca del pasado, el cual, como he señalado anteriormente, se contrasta con el presente degradado y decadente (2010); el recuerdo del pasado es constante a través de la novela, se muestra como una época en que las cosas funcionaban mejor, y en que el país se veía mejor: “Los años 90’ del siglo XX fueron la época de oro de los malls. En ese tiempo eran palacios de consumo que atraían a miles de familias y las deslumbraban, no sólo con el despliegue de mercaderías de todo el mundo, sino también con créditos fáciles que permitían fantasear con compras infinitas” (53); pero siempre el recuerdo del pasado funciona como contraste respecto del presente, época en que las cosas, ya no funcionan de igual manera. En relación con la cita anterior, el narrador comenta el presente de los malls en el año 2010: “Ahora el desgaste los uniformaba. En alguno de los ciclos recesivos de la economía los malls fueron abandonados. Se los ocupó como bodegas y como templos de sectas religiosas (…) En ese tiempo fue cuando les arrancaron sus revestimientos y terminaciones de lujo (…) Sólo quedó la estructura desnuda de concreto (…)” (53). De esta forma se establece entonces, un choque entre el pasado que fue, y el presente que es, en base a la degradación que trajo consigo, el paso del tiempo.

En un segundo nivel, la memoria habita en los personajes de la novela (2), quienes poseen recuerdos acerca de experiencias, tanto vividas en el pasado (como en el caso del personaje David), pero también, no vividas realmente, pero de las cuales tienen conocimiento mediante otras memorias (como el alférez Alvear y Vicky), experiencias que nutren su memoria, y de las cuales se hacen partícipes, rememorándolas como propias.

En relación con lo anterior, comenzaré analizando al personaje Rodrigo, el Alférez Alvear, quien es un joven tímido y soñador que atesora una época en la cual él no vivió: la época de la Segunda Guerra Mundial, y sueña con vivir alguna aventura como las vividas por aquellos soldados, tanto en la guerra, como en el ámbito amoroso. El narrador caracteriza a Alvear del siguiente modo:

“Sólo el alférez Alvear no tenía interés en el partido de fútbol, de modo que subió a una de las torres almenadas que solía usar como observatorio. Quería aprovechar las últimas horas de la tarde para contemplar el zeppelín e imaginar historias sobre viajes en esa aeronave (…). El alférez limpió sus antiparras para comprobar la veracidad de lo que veía: el zeppelín navegaba lentamente (…) Imaginó que el General había muerto, y que su espectro comandaba el dirigible (…)” (24)

En esta caracterización del narrador, se observa que Alvear es un joven que no está apegado a los intereses actuales de la sociedad, y por el contrario, prefiere imaginar otras situaciones, aventuras que tienen relación con otras épocas. Alvear admira al General (quien simboliza a Pinochet), pues lo siente como la última figura que representa una época, que representa sucesos realmente importantes: “El alférez necesitaba al General. Lo sentía como un ser colosal que sobrevivía como el último vestigio de un tiempo lleno de seguridades y certezas, en medio de un mundo en descomposición” (29); por eso, cuando le encomienda su Regimiento la misión de recuperar su cadáver, capturado por subversivos, Alvear siente que por fin, es protagonista de una verdadera aventura, la que siempre imaginó: “En un estado de conmovedor alborozo, el alférez llamó a Vicky para contarle que partía en tren a reunirse con su Regimiento. Debía viajar al día siguiente a la hacienda Corazón de Jesús, donde descansaban los restos del General (…) –Me da la impresión de que partes a la guerra- le advirtió ella (…) –Entonces tienes que despedirme como a un soldado –dijo Alvear” (141). Teniendo en cuenta este breve diálogo, es importante abordar ahora, la relación que tiene Alvear con el pasado que atesora, y con ello, su relación con Vicky.

A continuación, expondré dos situaciones presentes en la novela, de las cuales Alvear es el protagonista, para luego analizar y explicar lo que tienen en común, en relación con el pasado, Vicky, y la memoria. La primera ocurre cuando el alférez se encontraba viendo el zeppelín, allí divisó un avión, el cual le pareció que era bastante parecido a los Corsair de la II Guerra Mundial, y, observándolo con sus binoculares, recordó que ese avión aparecía en un comercial publicitario, en donde aparecía una bella y sensual piloto (38). Esta mujer, además de haber deslumbrado a Alvear por su encanto, llamaba su atención porque parecía venir de otra época, de ese tiempo que Alvear tanto atesoraba, y en donde le hubiera gustado haber vivido. La segunda situación ocurre cuando Alvear decide entrar al prostíbulo virtual You Must remember this, el cual le permitía experimentar una fantasía erótica virtual, la que más le gustaba era Despedida en Tokio, 1945, pero esta vez escogió Encuentro entre piloto de guerra y atractiva aviadora, en base de Hawái, en la II Guerra Mundial; cuando Alvear estuvo a pocos pasos de la aviadora de la fantasía, se dio cuenta de que se trataba de la misma mujer de la publicidad del avión Corsair, aquella revelación lo perturbó y encantó.

Lo primero que se desprende de ambas situaciones es la acentuada inclinación de Alvear por el período de la Segunda Guerra Mundial, el gusto que tiene por dicha época, y el deseo que habita en él, de recordarla y revivirla, ya sea por medio de sus sueños y ensoñaciones, o por medio de fantasías que le permiten transportarse a esos años; ambas cosas, vale decir, son formas de evasión que Alvear busca respecto al presente en que le tocó vivir, y en donde tan poco adaptado se siente. En relación con esto, otra manera que el alférez encuentra para evadirse de su realidad y huir hacia el tiempo de la II Guerra, es visitando la tienda de antigüedades de David, Yesterday, en donde compra los más variados artículos relacionados con dicha época: revistas, discos, juguetes, envases, botellas, etc. (59). Al respecto el narrador señala lo siguiente: “Las pocas veces que el alférez salía del Regimiento, pasaba la mayor parte del tiempo en ese lugar. Le gustaba escarbar en los atados de revistas y tarjetas postales, y escuchar las canciones olvidadas que ponía el dueño, David. Todo eso le daba una confortable sensación de aislamiento del tiempo y del mundo” (20). Pero ¿cómo se relaciona esta tienda de antigüedades con la aviadora?        , y ¿qué relación tiene la aviadora con Vicky?, pues bien, las respuestas se encuentran en esta casa de antigüedades, pues resulta ser que la hija de David, el dueño, es amiga de Vicky, la mujer de la publicidad y de la fantasía:

“-Ha visto a la aviadora que sale en los avisos? (…) ¿De dónde viene ella?… quiero decir, ¿De qué tiempo son su avión, su suéter, su peinado?. David le indicó a Alvear unas revistas. Eran Life y National Geographic de 1945. Mientras el alférez las hojeaba, puso una grabación de la orquesta de Tommy Dorsey en el equipo. La música parecía ayudar a que fluyeran las imágenes (…) Ese es el tiempo de la aviadora –dijo David- (…) -¿Cuánto cobra por todas?- preguntó Alvear. –Imposible, están reservadas- contestó David –Me las pidió ella misma por teléfono. En cualquier comento va a venir a buscarlas (…) Es amiga de mi hija (…)”

En ese momento todo cobra sentido, para nosotros como lectores, pero sobre todo, para Alvear, pues la chica de sus ensueños, la que lo transporta al pasado que él tanto atesora, es real, al menos como la actriz que representa a la aviadora y la piloto. Cuando se encuentra frente a Vicky, sólo puede imaginársela como un personaje venido desde 1945: “La imaginó como una heroína de cómics, con capacidad para desmaterializarse y viajar a voluntad por infinitos mundos irreales” (72). Nuevamente Alvear imagina y cae en sus ensoñaciones, las cuales sintieron un fundamento cuando Vicky, al modo del gringo Tío Sam, le dijo: “-A usted lo necesito-”, parodiando un cartel de reclutamiento para la II Guerra Mundial, agregando en seguida: “-¿Quieres ser mi copiloto?-” (73). Pero los sueños y deseos “románticos” (en el sentido de atesorar tiempos pasados) de Alvear sufren un fuerte choque, cual Quijote, con la realidad, porque no iba a pilotear realmente un avión con la aviadora en una Guerra, sino que iba a protagonizar un simulacro de aquella situación, una fantasía virtual que utilizaba como cuadro de fondo, la II Guerra Mundial, para la publicidad: “-La primera cuota de tus honorarios vamos a pagártela en cuanto salgas al aire… -¿En avión?- preguntó Alvear. –No, por la tele- le aclaró Vicky-“ (74).

Lo segundo que se desprende de las situaciones anteriormente expuestas, es la coincidencia que tienen respecto ser protagonizadas por la misma mujer, Vicky, de quien daré algunas luces más adelante. Sin embargo, cabe destacar la función que este personaje tiene para el Alférez, pues ella representa sus sueños y sus deseos de revivir el pasado; comparte con ella, además, la desazón frente a la realidad y el deseo de evadirse en otros tiempos. Sin embargo, Vicky tiene los pies más puestos en la tierra que Alvear, y en este sentido, lo hace chocar con la realidad. Por último, en relación a la dos situaciones expuestas, y a lo señalado anteriormente, es importante destacar la importancia que tiene para el personaje de Alvear, su memoria, pues en ésta habitan recuerdos que él recoge de otras experiencias, no de las propias, pero las absorbe y apropia, convirtiéndolas en los contenidos de su memoria, en sus recuerdos, aunque éstos sean ajenos.

El imaginario que Alvear posee sobre el pasado relativo a la II Guerra Mundial lo constituye a él como individuo, en relación con esto se comprueba la hipótesis de la presente investigación, pues el Alférez Alvear se configura a sí mismo, configura su identidad mediante su memoria, pero no es una memoria cualquiera, sino una que está compuesta de restos, huellas, y vestigios de cosas no vividas por él, no obstante, cosas que están ligadas a esa época en la que él se evade, cosas que provienen de dicha época, y de la cual posee una perspectiva un tanto ingenua, pues no se sitúa como un sujeto crítico frente a ella, no busca fuentes “fidedignas” ni históricas respecto al modo de vida de la época, sino que basa su admiración y deseo en los residuos comerciales de ésta. El alférez es representado como un personaje nostálgico y melancólico, experimenta la “orfandad” de la posmodernidad, época en donde las dicotomías ya no son absolutas y todo se mezcla, época en donde todo ha caído en decadencia y se ha degradado. Sin embargo, el alférez es el único personaje de la novela que no ha sido tocado por la desmoralización, pues él está inserto en una burbuja, tanto de su Regimiento Conmemorativo, como también, y sobre todo, por una burbuja producida por sus deseos evasionistas. En este sentido, la memoria que posee es una memoria nostálgica por un mundo que ya no existe, y como dije anteriormente, lo trata de re-construir de forma abstracta, mediante prototipos, referentes con el que él va re-presentando la historia de los años 40’ en su imaginación, constituyéndola a través de recuerdos que, pese a ser ajenos, desea considerar como propios. Resulta importante además, en relación con esto, hacer hincapié en que Alvear se configura a sí mismo como individuo, pues configura su identidad, mediante su memoria, y con ello, a través de los referentes que va almacenando en ella, referentes que transforma en recuerdos ajenos que son apropiados, y que le permiten constituir su modo de percibir, y sobre todo vivir la realidad. El proceso que Alvear realiza es consciente y tiene que ver con una decisión propia, no con recuerdos sentidos como un peso insoportable, como en el caso de la novela Estrellas Muertas, ni tiene que ver con el testimonio de un personaje que da cuenta de sus recuerdos, como en el caso de El paso de los gansos. El proceso que Alvear realiza, tiene que ver con un deseo de evadirse de su realidad, acudiendo al recuerdo ilusorio y abstracto de otra época, pasada y perdida, que él pretende revivir atesorando lo que queda de sus referentes.

Ahora es tiempo de analizar, a la luz del eje de la memoria, al personaje de Vicky. Respecto a ella hay que decir que es un personaje sin memoria, por lo cual, tiene que recurrir a otra memoria, la del dueño de la casa de antigüedades y padre de su amiga, David, para llenar de contenidos la suya. Estos contenidos son los recuerdos que David tiene de la época de los 70’, años en que él fue testigo y partícipe de la llamada “épica social”, ligada al comunismo, a Allende, a la UP, y al proyecto revolucionario que quedó frustrado. De estos recuerdos Vicky se nutre para configurar su identidad; adopta, en este sentido, la memoria de un extraño. Además, Vicky siente nostalgia (al igual que Alvear) por los sucesos heroicos, en este caso, los relatados por David, hechos que le dan sentido a su vida, y que tal como en el caso del alférez, constituyen una memoria ajena de la cual ella se apropia. En relación a la vida de Vicky, el narrador sostiene lo siguiente:

“Las cosas no habían sido fáciles para Vicky. Venía de una familia prematuramente deshecha (…) Vicky se contaba entre la multitud de niños que aparentemente tenían casa, pero que estaban abandonados (…) Su belleza la condenó más tarde a pagar impuesto sexual cada vez que postulaba a los trabajos de azafata de bares y cafés, y luego actriz de programas porno virtuales, y finalmente modelo (…) Vicky era una de las pocas personas que, en medio del desamparo, habían sabido aferrarse de alguna tabla salvadora. La repugnancia hacia los hombres, que contrajo en sus trabajos serviles a la sexualidad masculina, la llevó a militar en el movimiento feminista. Allí conoció a Raquel, de quien se hizo amiga inseparable, y luego a David, al que convirtió en una especie de abuelo adoptivo. El anticuario le contaba cosas de su vida, que le sirvieron a Vicky para ir llenando ese vacío de pasado familiar, que ella padecía como enfermedad congénita (…) La muchacha se interesó especialmente en la épica social que David alcanzó a vivir, allá en los años 70’ del siglo XX (…) Vicky se apropió de todos esos recuerdos y los integró a la pre-historia de su biografía (…)” (144)

De esta cita se desprende que Vicky, tal como el alférez, para evadirse del mundo que la rodea, de la realidad que le tocó vivir, acude al recuerdo de otra época, evadiéndose en ella, en esa época mitificada y, en cierta forma también, sacralizada por los recuerdos que ella construye en torno a esos años, a partir de la re-presentación que David realiza cuando le cuenta sus vivencias de los años 70’. Al igual que el alférez Alvear, Vicky estaba dispuesta a embarcarse en cualquier aventura, quería sentir que era parte, tal como David lo había sido, de una importante gesta; por eso se une junto a Raquel y su grupo para ir a la Hacienda Corazón de Jesús: “En su disposición al heroísmo ella encontró una secreta afinidad con el alférez. Tal vez porque Alvear era tan puro como un personaje de historieta, se había convertido en el primer hombre cuya proximidad física, no le ocasionaba asco” (167). Por estas razones puedo afirmar que Vicky configura su identidad mediante su memoria, mediante los recuerdos ajenos de los cuales se apropia, y que adopta como parte de su modo de vida, y del modo de posicionarse frente al mundo.

Por último, resulta importante también, tener en cuenta, la memoria que habita en el personaje David. Ya ha quedado de manifiesto, y haré hincapié en ello, que David es el único personaje de la novela que se configura mediante su propia memoria, no se evade en memorias ajenas, sino que conserva y rescata sus propios recuerdos acerca de las experiencias vividas por él en los años 70’. David, sin embargo, es un sujeto crítico, desencantado, ya no cree en las utopías de antaño, y considera que en el presente en que vive, ya no hay nada nuevo bajo el sol (61). Por eso, en este sentido, y sólo en este sentido, puede decirse que él se evade, más bien, se refugia en los recuerdos de épocas pasadas, los cuales conserva y atesora en su casa Yesterday, porque el presente para él, carece de épica, de utopía, y de sentido heroico (los cuales, vale decir, han sido mitificados respecto a las épocas pasadas, puesto que la memoria resignifica y mitifica el pasado).

La fotografía:

La fotografía juega un rol en esta novela ya que está presente en las imágenes que funcionan como referentes que evocan el pasado, por ejemplo: la publicidad de la aviadora que evoca la II Guerra Mundial; las portadas de las revistas de época, como la revista Life; los cómics como Superman o el Peneca, y el cartel del Tío Sam que es evocado por un gesto con que Vicky lo parodia; etc. La función que tienen estas imágenes es la de evocar y re-presentar una época, pues son testigos y huellas de aquellas, últimos vestigios que los personajes de la novela atesoran, y en los cuales se refugian. Otra imagen que resalta en la novela, es la del zeppelín que vuela sobre los cielos rojos de Santiago (en la portada de la edición), pues representa una alegoría acerca de lo que se convirtió Chile en el año 2010.

…

De esta forma he dado fin al análisis de la novela, intentando profundiza en los aspectos relativos a mi hipótesis, pero también, tomando en cuenta otras aristas necesarias para entender a cabalidad la novela.

 

Bibliografía:

Oses Darío 2010: Chile en llamas Editorial Planeta, Santiago, Chile, 1998, p.37

Ferrer Carolina Balcanización y Orfandad en 2010: Chile en llamas de Darío Oses Revista Electrónica: documentos lingüísticos y literarios UACH N°28 University of Regina.

Montesino Sonia y Acuña María Elena, compiladoras Diálogos sobre El género masculino en Chile Bravo y Allende Editores, Santiago, 1996.


[1] Respecto a esta idea, es primordial señalar que el intertexto que está operando transversalmente en la novela es la Decadencia y Caída del Imperio Romano, ya que éste refiere a cómo el imperio romano fue decayendo y fueron degradándose sus valores, hasta desaparecer, lo mismo que ocurre en esta novela, pues también se observa un proceso de decadencia y de degradación.

[2] Hago hincapié en el hecho de que se trata de pseudomemorias, por el hecho de ser personajes literarios y no individuos “reales”, que poseen en este sentido, pseudorecuerdos. Los cuales imitan los procesos de memoria de los individuos no ficcionales.

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