EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Con César Valdebenito no es posible callar; sobre la novela Correcciones Elementales.

por Laura Sanhueza
Artículo publicado el 16/04/2010

correciones-elementalesUn rasgo característico del alter ego del autor en esta historia, es que jamás abandona la distancia irónica, el humor, cierto sarcasmo melancólico o rabioso -las referencias a los padres de familias del sur de Chile, seres insoportables-, incluso la forma de referirse a sus parientes, amigos, amigas, relaciones, en fin, la capacidad de reírse de él mismo sin piedad, de despachar a medio mundo sin contemplaciones, pero con mucha bondad en el fondo, con cariño y también con algo de pena o resentimiento (seguramente, habrá quienes la encuentren, en última instancia, una novela un poco amarga, es verdad, pero también hay mucho más en estas “Correcciones Elementales”, que Claudio describe su primera infancia, continúa cuando ha pasado los 15 y seguramente sigue viviendo ahora mismo). El protagonista, en esta novela coral, es el testigo de las vidas de sus amigos y de su familia que lo marcan para siempre: ahí están Ernesto, Valeria, Palominos, Preiss y muchos otros, y el modo en que los ve Claudio. Ellos son los héroes ausentes de la tragicomedia con todo su humor negro, su ternura y su desfachatez a cuestas, nada de infantiles por cierto, donde, tras la fachada de la displicencia, reinan la duda, el pelambre, el clasismo y racismo que el protagonista enarbola como bandera de fiesta y que comprenderá mucho más tarde. Cuando todos estos personajes bullan en cada página y se produzca el nudo que precederá, en muchísimo tiempo, al desenlace, pues el desenlace de “Correcciones Elementales” nos queda flotando en el aire y sus sombras acosan al narrador y al lector. Hacía el final nos encontramos con una serie de sorpresas, comenzando por la eutanasia aplicada a una madre, el anuncio del inesperado triangulo carnal de las dos lesbianas (Romina y Carlota) con Claudio, la ruptura del matrimonio tardío del cornudo Leonardo con una de las chicas más antipáticas de aquellos remotos y violentos días y la decisión definitiva de Claudio: encontrar una vida distinta como sea, del modo que sea. Por su lado, las figuras femeninas de la novela son mujeres con una vida trajinada, han sufrido persecución, represión y han sido testigo del horror de este Concepción de Chile tan actual. Como no recordar a Carlota que trata a cada uno de sus amigos y amigas como si pescara el trofeo máximo después de haberle hecho la vida imposible. A Paula esa trasnochada delicia mimada o a la madre de Claudio, qué duda cabe, una matriarca, con un sentido absoluto del despotismo sobre el hijo, una mujer rica, arribista, que ejerce su poder como le da la gana y cuando le da la gana. Es raro que en la literatura -salvo en el Père Goriot de Balzac- sean siempre personajes secundarios ciertas mujeres, resulta extraño que siempre estén en segundo plano en circunstancias que su influencia en el desarrollo de muchas vidas, de muchas personalidades, es incuestionable.

También aquí nos encontramos con una novela depurada, elegante, poéticamente descrita, con bellísimos pasajes, abundantes y tensos diálogos, sin pretensiones estilísticas de vanguardia o sin escritura coloquial a la moda, algo que se agradece mucho en estos días, también con una historia absorbente, emotiva, terrible, redimida por la distancia melancólica y divertida de Claudio, ¿o el autor? Del cual abundan las disquisiciones, el descontento con él mismo aunque, después de la reflexión, aparece la humanidad del narrador. También veo un texto rico en matices referido a la forma de tratar el tema de los peores estados de violencia entre hombres. Un texto que jamás bordea lo panfletario, nunca se acerca a la denuncia trillada, sino que, por el contrario, su prosa: recia, dura, sensible, nos habla de nosotros mismos, de nuestro pasado, nuestro presente y con el tema eterno de la imposibilidad de olvidar si se quiere vivir.

“Correcciones Elementales” es, incuestionablemente, una obra en tono desenfadado que dispara cosas mayores, pavorosas, tremendas, muy bien escrita, logradísima.

La tan cacareada globalización nos hace hacer amigos por Internet, enviarnos fotos, crear facebooks, sitios Web, en fin, para qué sigo. Pero, ¿ayuda eso, en el caso de Chile, a aliviar, disminuir la espantosa soledad que nos ha marcado a lo largo de las últimas décadas? La novela desvela una cultura que insisten en mostrarnos como un gran país, pleno de libertades, pero con chicos más solos que dedos, desvela las oficinas donde la gente muere en la orfandad y desamparo, las fábricas donde hay seres solitarios. “Correcciones Elementales” es esa soledad, la individual, la social, la de la política, la de las familias, la de la buena literatura, que es la peor de todas. Toda la gran literatura refleja una soledad más grande que ninguna otra: la del acto de escribir. Aunque abunden los talleres literarios y aunque ahora se socialice mucho más en torno al hecho de la escritura, este es, por esencia, un acto solitario.

El protagonista de esta saga va preguntándose siempre quién es él, para terminar sin siquiera saberlo y dejar a los lectores con la enloquecedora sensación de su abatimiento, que termina siendo producto del estado anímico de los personajes, de su insolencia irremediable, de su alienación total. Una novela fabulosa, que no parece haber tenido mucha cobertura periodística ni televisiva, ya que en Chile se publica mucha basura, pastiches, páginas que nos dejan somnolientos. Y en medio de eso aparece este libro, ahí tenemos un panorama vasto, enorme, con una docena de personajes principales y una treintena de otros secundarios, donde el tema vuelve a ser el dolor hilarante, el aislamiento excesivo. Claudio, que se revuelca por haber tratado tan mal a su madre y a su padre. ¿Es, entonces, Concepción de Chile, una ciudad de más de trescientas mil personas irremisiblemente acabadas, condenadas a la incomunicación, a la devastación infinita de la imposibilidad de entenderse con el otro? A juzgar por este libro, sí lo es.

Otro rasgo de la escritura de Valdebenito es dejar que sea el propio lector quien complete los vacíos de la historia, darle la libertad para interpretar las acciones u omisiones de los personajes, obligarlo a imaginarse el desarrollo de las vidas de todos los que quedan en el camino. Pero hay algo más: no todo queda en el aire y ahí está lo mejor de “Correcciones Elementales”. El narrador despacha en una página, un párrafo o un par de líneas años y años de su vida de adolescente en un colegio católico y los diarios de su niñez, sin quejarse, repasando, con ironía y dulzura, la relación, al parecer traumática con su madre, sus compañeros de colegio, los estudios universitarios, los problemas de abuelos y nietos y las actuales profesiones u oficios de muchos de sus ex amigos de infancia: narcotraficantes, criminales genocidas, empresarios riquísimos.

En cada frase nos enfrentamos a una ácida crítica, a la obscenidad del lenguaje, no al truco folletinesco sino al aturdimiento audiovisual y al pánico que tenemos acerca de lo que hablan los otros, porque ellos nos revelan, más que nada o nadie, la naturaleza íntima de nuestros deseos y ensueños. Así el autor resulta que es, lejos, lejísimos, el más mentiroso de todos, el que sabe fabular mejor, el que dora la píldora hasta el punto de confundir, dejar enmudecido o volver loco al lector. ¿Quién hace eso hoy día? Nadie sino él.

“Correcciones Elementales”, aparte de revelarme quién es César Valdebenito, aporta una sensación de belleza, de plenitud, de suspenso y de gusto, por una magnífica historia, como no me la ha procurado ninguna pieza de autor chileno en mucho tiempo. Digo mal, porque no me reveló para nada quién es este hombre tan extraño, sentimental, apasionado, vehemente, divertido, pero del cual nadie sabe absolutamente nada.

Ver también:
http://ojodepoeta2007.blogspot.cl/2010/01/
Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴