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Deseo, posmodernidad y ritualización en Los Detectives Salvajes.

por Iván Barreto Moroni
Artículo publicado el 10/06/2006

RESUMEN
Artículo que tiene como objetivo utilizar la discusión sobre lo moderno y lo posmoderno como método de lectura de la novela y  análisis del propósito de los Real visceralistas.

En el siguiente artículo se propondrá una definición de posmodernidad desde la lectura de la novela Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño. Por tanto, este concepto será visto como un método de lectura y de dilucidación de la novela, y en especial del proyecto real visceral. Para hablar de posmodernidad y modernidad en la novela se debe tener claro el espacio en donde se sitúan estos conceptos. Si bien gran parte del viaje de los protagonistas se da por Europa, Ulises Lima y Arturo Belano, enmarcan el viaje dentro del territorio latinoamericano. En esta especificidad recae la dificultad de sintetizar una definición o una manera clara de ser posmoderno o moderno, ya que Latinoamérica es el territorio de lo inacabado donde aún existen espacios premodernos, modernos y donde se gesta la posmodernidad.

Este último término es únicamente definible en oposición a la modernidad y convencionalmente se conceptualiza como la era del fin de los metarelatos, la fragmentación del sujeto y la pluralidad. En el caso de la novela estas características se dan, pero de manera lateral o más bien no totalizada con lo que sería más adecuado hablar del término posmodernidad periférica (Espinosa 23), entendido como la problematización de la tradición y la conservación cultural que pone bajo tensión dos fuerzas: la tradición y  la innovación. Es cierto que en la novela los real visceralistas no tiene una propuesta  clara que haga un quiebre a la estética canonizada (Octavio Paz y los poetas campesinos), sino que más bien, es la propuesta del quiebre como vanguardia; el quiebre como mecanismo instituido que por sí mismo se considera arte o vanguardia sin una posición política, estética, social, etc. clara: “[…]recordaban sus intervenciones en recitales públicos en donde Ulises y Arturo acostumbraban a meterse con los poetas, recordaban sus opiniones en contra de todo”(Bolaño 370).

Este punto hace manifiesta la opción de ver la posmodernidad como metáfora de lo inacabado de todos los impulsos o proyectos modernizadores, racionalizantes y progresistas en América Latina.  La óptica se refiere más bien a la pugna que se establece entre los métodos tradicionales de hacer vanguardia y las formas actuales de hacerlo; el cuestionamiento fundamental se halla en la validez de estas formas en una contingencia distinta a la que portó aquella manera de validar un modo de arte. El quiebre, es parte de el modus operandi de la vanguardia, pero no su totalidad, lo que llevaría, en la novela, a inferir lo posmoderno como parte de lo moderno y específicamente “una especie de virus dionisiaco dentro de la modernidad que le conduce a una locura y autodestrucción extremas, y en parte como el principio interior secreto de la modernidad”(Connor 83) Las palabras poesía, juventud y rebeldía, se unen como términos que reúnen un mismo significado y que se podrían considerar como polarización de aquel deseo. Así, se puede hacer un conglomerado de estas características en la figura de Rimbaud, tanto en su arquetipo (joven y maldito) como en su  célebre alusión a lo profundamente modernos que hay que ser.

La figura del poeta García Madero, es una metáfora de todo el movimiento real visceralista. Une de principio a fin el devenir del grupo y sus preocupaciones y experiencias adolescentes son las mismas que reúnen a los miembros del grupo. Su introducción al mundo de la literatura se produce por un camino más bien ortodoxo. En el taller literario pretende hacerse de la literatura, pero de una manera académica que Álamo no le entrega y que por lo tanto se ve invalidada en la construcción del ser literario. Madero sigue a Belano y Lima porque producen un quiebre tanto en él (en su conocimiento) como en el taller.  Marshall Berman sostiene que lo moderno: “es encontrarnos en un ambiente que nos promete aventuras, poder, alegría crecimiento, transformación de nosotros mismos y del mundo, pero que al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que conocemos, todo lo que somos.” (Brunner 47). Si hay algo que le prometen los real visceralistas a Madero es aventura, conciencia de grupo y cambio. La transformación en la  vida del poeta Madero incluyen quiebres de todos los órdenes: con la familia, la universidad y, al mismo tiempo, muestra como novedad o móvil del recorrido la pérdida de la virginidad y el sexo; nuevamente el deseo como impulso, metáfora de la historia de todo un movimiento, Laura Jáueregui dice: “Así era Arturo Belano, un pavo real presumido y tonto. Y el real visceral, su agotadora danza de amor hacia mi”(Bolaño 169).

Pero toda esta experiencia que media un paso, de la niñez literaria a una búsqueda de la consagración, está vacía: de fundamentos teóricos, estéticos o políticos. Y, más allá de eso, los real visceralistas no llegan a nada: nunca publican, no son reconocidos y pareciera que nunca hubiesen existido. El movimiento real visceralista adquiere, entonces, la categoría de un simulacro. Un estructura que aparenta ser una vanguardia, pero que no lo logra o que desde un principio no lo es. El simulacro se fundamenta en la ritualización de las actividades humanas o la convencionalización de la ruptura. La ruptura se convencionaliza en el ritual  porque, según Bourdie,  el cambio histórico amenaza el orden social y cultural, y el ritual opera como controlador de aquel riesgo de cambio. El ritual es una transgresión denegada por un orden social o cultural que prima y que permite la representación en pos de la mantención del orden.  Pero, como no existe un relato totalizador de la realidad, un certeza o una directriz cultural, los rituales permanecen vacíos. Ya no son la actualización de un mito cultural abierto a la comprensión de la comunidad, sino que son expresión de la individualidad, del narcisismo y el hedonismo.  Por lo tanto, la ritualización vacía y el deseo  se relacionan en que son expresión de un proyecto individual que se hace pasar por uno grupal. El proyecto de la vanguardia está desvirtuado en su misma génesis porque se ha estandarizado en un método que ya no repara un sentido total, sino que individual: no hay una postura política, estética, etc, sino que intereses personales, pulsiones o deseos.  Por tanto, la posmodernidad sería un fenómeno dentro de la modernidad, un deseo que finalmente destruye el proyecto racional moderno por su naturaleza “emocional”.

 Bibliografía_______________
Bolaño, Roberto.  Los detectives salvajes  1998. Barcelona, Anagrama, 2000.
Brunner, José Joaquín.  Globalización cultural y posmodernidad 1998. Santiago, Fondo de cultura económica, 1998.
Connor, Steven. Cultura postmoderna: introducción a las teorías de la contemporaneidad. 1989. Trad. Amaya Bozal. Madrid, Akal, 1996.
Espinosa, Patricia: Roberto Bolaño: Metaficción y posmodernidad periférica. Quimera. Marzo 2004. Barcelona, pp 21-23.
Garcia Canclini, Néstor. Culturas Híbridas. 1990. Buenos Aires, Piados. 2001.

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