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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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El desierto de Carlos Franz: Reconstrucción de la historia negada.

por Bleny De Miguel
Artículo publicado el 28/06/2007

Por eso es que yo lo llamaba y le preguntaba. Pero no le preguntaba “Oiga, ¿le pegó o azotó a alguien?”. Si era problema de él pues. Él me habría dicho que no, aunque les hubiera pegado. Hay que entender lo que es un servicio de inteligencia. La persona que tiene a cargo un servicio de inteligencia toma las medidas que considera necesarias y responde al Presidente de la información que entrega. Bueno, Contreras dice que yo tomaba desayuno con él a veces…Claro que tomaba desayuno con él, para que me contara lo que estaba pasando. Yo no le preguntaba: “Oye, ¿A quién matarás?.
Augusto Pinochet

El texto “El Desierto” de Carlos Franz, se configura de dos partes que se van hilando a través del relato. Una parte se sitúa en  un pueblo llamado “Pampa Hundida” donde se celebra una fiesta pagana en honor a una virgen. La historia relata cómo en estos días de fiesta, un personaje que habitaba hace muchos años esos lugares, decide regresar a rearmar su historia, que a través del paso de los días, va desvelando al lector, la historia de un pueblo, como muchos otros, testigo de un campo de concentración en las afueras del mismo.

La segunda parte, es el relato en forma de carta de este personaje, que es una exiliada llamada Laura, intentando explicarle a su hija, porqué guardó silencio durante años de lo vivido en Chile, específicamente desde el inicio de la dictadura militar en 1973.

El texto posee una fuerza narrativa, que pareciera que el lector realmente fuera de a poco penetrando, internándose y formando parte de aquella historia que se relata. Y es que, de uno u otro modo, esta historia nos contiene a todos Y  no lo digo sólo desde mi posición particular de chilena, hija de exiliados, y lectora local, sino que creo observar en el relato la posibilidad de esta obra, de ser extemporánea y perteneciente a todos los que han vivido la transformaciones circulares de la historia, es decir, la guerra y la paz, la historia del hombre que se escribe o se inscribe por el juego entre revolución y reacción, en constantes giros que se repiten pero que se diferencian en pequeños detalles que significan sólo por el flujo asimétrico que posee el paso del tiempo.

El libro posee varias lecturas que van jugando paralelamente con la historia central, lecturas que son complementos absolutamente necesarios para entender el eje central de la misma, pero que pueden   a la vez, jugar como cuentos solitarios, debido al poder de lo que hablan esas historias.

Especulo que dos escenarios fueron necesarios para que Carlos Franz mirara la historia de Chile de los últimos treinta años, el primero, un pueblo en el desierto chileno,  reflejo espectral de lo que es el Chile Contemporáneo, con la concentración del poder en pocas manos consensuadas en guardar silencio en pro de su beneficio personal, y un pueblo sometido al movimiento de la marea que el poder indique, elementos, que conjugados, dan vida a una cantidad de historias de marginación, tortura, disciplinamiento, carnaval, silencio, pasión y poder.

El segundo escenario, es Berlín, Europa, Occidente, donde un individuo escribe a través de cartas, toda la violencia que la historia traspasó a través de su cuerpo, todo el desgarramiento que implica llevar la “procesión” de acontecimientos.

Sociedad e individuo, intercalándose para dar cuenta poco a poco de la articulación de un pasado reciente, de un pedazo de tierra y su gente. Son estas dos miradas revueltas, que son, a mi parecer, reflejo de la posición y distancia que tiene el autor con el texto. Franz logró, sea esto premeditado o no, situarse desde el lugar que ocupa en la vida y extrapolarlo al texto, mezclando un escenario lejano, escondido en un recóndito lugar de Chile, el cual se escribe en forma impersonal y distanciada,  y otro escenario europeo donde el autor se pone como personaje travestido,  escribiendo en un formato intimista como es la carta. Un juego dialéctico entre sociedad e individuo  hecho en el texto, para dar vida a la historia social de un pueblo.

La forma que toma el texto, ya vista en “El mundo de Sofía” de Jostein Gaarder, tiene la intencionalidad de dar paso a una reflexión que se pone desde un pequeño espacio tiempo, para abrirse a la posibilidad de reflexionar no sólo respecto a un momento de la historia reciente de un país que fue social democratizado, dando cabida a un modelo económico y, en última instancia, político, sino que también permite observar en un sentido más amplio,  la configuración de una sociedad que se complejiza debido a la forma híbrida y por tanto, ambigua que toma, que transforma al ser humano en un sujeto muerto en esta armazón disciplinada, asfixiante e híbrida que es la “máquina social” que lo inmoviliza y  no le permite  pensar en como destruye con esa mirada vacía, todo el pasado que lo construyó hacia lo que es y será. Franz da un respiro con su personaje Laura y su relato, en esta “máquina social”, mirando a través del entrecruzamiento de un relato social e individual, este  pasado que contribuyó a la configuración de la sociedad actual.

En este ensayo se tomarán dos ejes temáticos centrales, la sociedad y el individuo, los cuales se desglosarán en diferentes temas que lo constituyan. Estos se irán, tal como el texto de Carlos Franz lo hizo, intercalándose el uno con el otro, para entender los planteamientos que se exponen.

 

Acto en tres partes:

Primer Acto

La Unidad Popular: Crecer con Igualdad

Carlos Franz quiere hacer notar cual fue la evolución de los treinta años de historia que conforman el Chile contemporáneo, por lo que parte relatando el  discurso entregado a la ciudadanía, dentro de la Unidad Popular, de lo que implicaba formar parte de un gobierno socialista por la vía pacífica, que fue lo que intentó implantar Salvador Allende, el Partido Comunista y una fracción del Partido Socialista, principalmente. Existía la idea de conformar un Estado que entregara mayor equidad a la ciudadanía dentro de la aplicación del marco legal.

El personaje de Laura, abogada de profesión, abre a través de la descripción de una cátedra universitaria, la idea que se tenía de la formación del gobierno socialista. La ilusión de que la ley era parte fundamental en la gobernabilidad, y que esta ley era absolutamente necesaria para la equidad social.

Era la llamada ingenuidad del gobierno socialista, pensar en realizar una revolución dentro de los márgenes legales ya existentes, por lo que esta pasa a ser un farsa construida por el mismo Estado, ya que dentro de la realidad nacional, no existía la posibilidad de modificar las cuotas de poder, en pro de una igualdad, debido a una infinidad de factores que ya predecían desde el inicio de la Unidad Popular, su fracaso, factores tales como el financiamiento desde Estados Unidos, del movimiento Patria y Libertad, la preparación de una generación de economistas en Chicago para la posterior modificación constitucional y la aplicación de un nuevo marco económico, el acaparamiento y el paro de camioneros, entre tantos otros eventos.

Esta ilusión construida por la Unidad Popular se destruye definitivamente, para los ojos enceguecidos de los burócratas del Gobierno,  con el Golpe Militar de 1973, demostrando que el marco legal existente no era aplicable en un país con raíces conservadoras tan arraigadas como Chile, donde un sólo pequeño recorrido por su historiografía nacional, muestra cómo las constituciones siempre han estado hechas para salvaguardar los privilegios de la elite dirigente, y no para abolir las jerarquías.
verdadera cara de lo que implica el nuevo marco legal.

La dictadura: Olvidar que todo está pasando

El texto de Franz, recorre, pero justamente tapando de visibilidad, poniendo en una neblina densa, los años que duró la dictadura militar y la actitud asumida en el pueblo “Pampa Hundida” respecto al manejo que se hacía del país y de sus vidas. Después del Golpe Militar de 1973, las acciones políticas tomadas, pasaron a ser aceptadas por la ciudadanía sin ningún reproche.

Y es que la estrategia asumida por los militares, era producir la implicancia de todos los miembros de la comunidad que representaban alguna cuota de poder, haciéndolos partícipes en la toma de decisiones de la Dictadura Militar.

El texto relata como en la tortura efectuada a los prisioneros políticos en el campo de concentración ubicado a las afueras de la ciudad, se hacía participe de una u otra manera, en los inicios  de la nueva institucionalidad, de los poderes locales, el poder judicial, estatal, la iglesia y el poder civil, representado por el médico,  en la ejecución de los prisioneros en el campo de concentración.

Este plan estratégico permitía engendrar en las cuotas de poder la culpa y el miedo suficientes, para que estos, mantuvieran desde sus lugares de poder, las nuevas condiciones de institucionalidad, haciendo caso omiso, de todo lo que estaba pasando.

Intermedio

El chivo expiatorio: La mujer esta antes de la yegua pero después que el hombre

Es en el personaje de Laura, donde se condensa el trauma del que vivió en carne propia, el pago de  culpas de una elección política. Este personaje silencia, en el largo exilio en Europa, todo lo vivido durante los inicios de la dictadura militar con el objeto de no revivir ese momento traumático. Laura, pasa a ser el comisario de un grupo de poderosos, que decide entregarla como afrenta al torturador, para así detener las muertes de los presos políticos. Su personaje es una jueza muy joven y, dentro del relato la única mujer poseedora de un poder político, ella es entonces, la que debe, como ser inferior dentro de la escala social, la que debe entregarse para el término del sufrimiento colectivo.

En el texto se le entrega a Laura, el lugar del marginal dentro del poder, ya que es ella la que decide hablar de lo que no se puede hablar en el pueblo. Ella viene a desarmar el status quo que mantenían todos los burócratas del pueblo. No es casualidad tampoco, que ella deba exiliarse, que la exilien, para no ver su presencia, aunque en sus años de exilio su fantasma prevalecía entre todos, para así silenciar el pacto de los poderosos. El personaje irrumpe, para rearmar un entramado velado por el poder, para así expiar la culpa que la carcome en nombre de todos.

Segundo Acto

Reconciliación: La transa del silencio

Bajo la nueva institucionalidad, dada por la dictadura Militar, nace la Constitución de 1980, implantando un nuevo modelo económico, el modelo neoliberal, el cual si protege los intereses de la elite dirigente.

Bajo este nuevo marco legal, implantado post Golpe Militar, la concertación hoy en día dirige el país, son los tecnócratas “ilusos” de la Unidad Popular, los encargados de producir un marketing creíble para la ciudadanía, logrando que este marco legal siga agrandando la brecha social entre ricos y pobres. No existe mejor propaganda que la que esconde el verdadero sentido del producto. En este caso, del producto de una constitución que posee una política económica claramente marginadora, y que se tapa con slogans tales como el que utilizó Ricardo Lagos para su candidatura presidencial, “Crecer con Igualdad”, tapando descaradamente, todo lo paradójico de su oración, ya que a pesar de saber todo el aparataje legislativo que existe detrás del Estado, que tiene como objetivo hacer que la maquinaria institucional, funcione al revés que su discurso oficial, permite la transa de silencio, con tal de recuperar, un lugar de poder y visibilidad.

En el relato de Carlos Franz se muestra como el nuevo consejo municipal, da a conocer su postura ante la legalidad de la institucionalidad vigente:

“En esa mesa hay gente de todo el arco político. Salvo los extremistas, por supuesto. Y todos coincidimos en esto, al menos: nos hemos renovado, Laura, Re-no-va-do. Hemos aprendido que el que no baila con la música de su época se queda al margen de la fiesta. Hemos aprendido a olvidar para poder bailar.”

Torturador torturado: Eros y Tánatos durmiendo juntos

El texto muestra en el relato individual como se articula la relación entre el torturador y el torturado, donde el primero, el torturador,  usa su poder en pro de imponer un orden, una nueva ley, un disciplinamiento, marcándolo en el cuerpo del torturado, y el segundo, el torturado, se somete a esta nueva ley puesta e internada en su cuerpo, a tal punto, que termina justificando lo acometido por su torturador.

La instancia de la tortura, lo ocurrido en ese momento clave para la internalización de la nueva ley, es un espacio-tiempo donde se traspasa el lugar de lo íntimo, por el “manoseo” de los cuerpos, de la carne viva. El castigo deja la plaza pública para posarse en el ámbito de “lo privado”.

Esto transforma al momento de la tortura y lo que se quiere lograr en ese espacio, en algo de lo que no se habla. El torturador silencia su culpa y el torturado silencia su dolor. Es un método silenciado “voluntariamente” por las partes interactuantes. La tortura es un acto que no necesita ser mostrado, sólo es necesario que se visibilicen las huellas de ese acto, que están puestas en el cuerpo del torturado y finalmente y principalmente, en la psiquis del mismo. Objetivo que persigue hoy, cualquier acto de dominancia, posarse en la psiquis del individuo, esclavizando al cuerpo y a la mente en la perpetuación de una nueva norma, de un nuevo funcionamiento.

En el texto de Carlos Franz existe un fragmento que da cuenta del disciplinamiento que persigue el acto de torturar:

“Ese pacto…consistía en lo siguiente: Él, me había ofrecido él, aquella primera vez, me entregaría al prisionero que yo había escondido…y no sólo a él sino también a los demás sentenciados que tenía esperando para ejecutar, si durante las próximas semanas, a intervalos variables, pero no imprevistos repetíamos la misma ceremonia, calcada. Si pactábamos un ritual, que como todos, implicaba el pacto de representar algo: yo vendría vestida de tal y tal manera, siempre una hora exacta después que él me hubiera llamado. La puntualidad era cosustancial a la arbitrariedad, me enseñaba (era necesario domeñar el azar, aprisionarlo y encadenarlo, someterlo a una norma, medirlo con la regla…”

Una vez que todo ese “pacto” fuera cumplido con todo los elementos que son parte fundamental en el acto de torturar, esto es, el sometimiento a la fuerza, la repetición del acto consecutivamente y el no respeto a la ley vigente, ciñéndose por una nueva moral y ética, son elementos indispensables para que este acto cumpla con su eficacia, transformándose en una herramienta poderosa en la época contemporánea para disciplinar a los cuerpos a un nuevo funcionamiento cultural.

Michel Foucault dice en su texto “Vigilar y Castigar”, que para el acto de disciplinamiento se debe acostumbrar al sujeto a una articulación del cuerpo con el objeto:

“El poder viene a deslizarse sobre toda la superficie de contacto entre el cuerpo y el objeto que manipula; los amarra el uno al otro. Constituye un complejo cuerpo-arma, cuerpo-instrumento, cuerpo-máquina. Se está lo más lejos posible de aquellas formas de sujeción que no pedían al cuerpo otra cosa que signos o productos, formas de expresión o el resultado de trabajo. La reglamentación impuesta por el poder es al mismo tiempo la ley de construcción de la operación.”.

Una vez que se logre que el cuerpo se impregne de la norma, ya no es necesario el acto de tortura, bastando solo el manejo de la psiquis del individuo, sólo basta recordarle lo que paso por su cuerpo.

Una vez que el torturado sale de ese espacio de tortura, de disciplinamiento, con las huellas en su cuerpo a integrarse a un grupo de sujetos, es ahí donde se deviene a la plaza pública.  El público ya no ve como se infringe castigo, sino que intuye el castigo, por las huellas en ese cuerpo, y así, la ley se impregna también en las psiquis de esos sujetos  públicos, para no recibir la internalización violenta de la nueva norma en el cuerpo.

Tercer Acto

El mestizo: Imposible sacarse lo blanco del cuerpo

El texto da vida a una cantidad de personajes, que se van entramando con la historia central, que son los marginales tanto del mismo relato como del pueblo al cual pertenecen, un juego que quizás quiso dar Franz, para demostrar que siempre terminan ocupando el mismo espacio. Todos poseen la característica de  ser “aindiados”, como el texto alude cuando los describe físicamente;  son el mestizo, el pobre,   el que sobrevive con ardides poco “decorosas” saliéndose de la “ley”. La prostituta, la matrona abortera, el curaca, el “tonto”, todos ancestralmente dueños de esos pueblos, pero despojados de su centro por el hombre blanco occidental.

En el relato se hace alusión constante a la jerarquización que existe en el pueblo “Pampa Hundida”, los lugares que ocupa cada miembro del mismo, como se emplaza al mestizo a un lugar inferior y al hombre blanco “educado” siempre a un lugar superior y central. Estas historias, que bien podrían ser cuentos solitarios, como aludí en la introducción, muestran al mestizo, en su escisión, en su hibridación.

En el texto “El lugar de la cultura” de Homi Bhabha, se hace alusión a la condición mimética y ambivalente del mestizo:

“Casi lo mismo pero no blanco: la visibilidad del mimetismo es producida siempre en el lugar de la interdicción. Es una forma de discurso colonial que es proferidointer dicta: un discurso en la encrucijada de lo que es conocido y permisible y lo que aunque conocido debe ser mantenido oculto; un discurso proferido entre líneas y como tal a la vez contra las reglas y dentro de ellas. La cuestión de la representación de la diferencia es en consecuencia siempre un problema de autoridad.”

En el texto existe un personaje que muestra como se sitúa al mestizo en un lugar de marginación, este es, el curaca del pueblo, que ha llegado a ocupar irónicamente un lugar de centralidad blanca, es decir, fue alcalde de la ciudad durante la dictadura militar. Lugar que sólo pudo ocupar cuando esa institucionalidad, estuvo muerta, sólo tuvo un espacio dentro de un gobierno blanco, esto es, el Estado,  cuando este gobierno blanco, dejó su centralidad y estaba sometido jerárquicamente a otra institución, el poder militar.

Se le permitía gobernar por su mimetismo, por su poder de camuflarse con el hombre blanco, era su parte blanca la que le concedía un espacio central, espacio central que no tenía validez en la nueva ley blanca, por lo que nuevamente, como antes había sido la negación de su lugar de poder como curaca, invisibilisando este hecho, ahora le era nuevamente negado, por la entrega de este cargo muerto para la nueva legalidad.
En “El Desierto” de Franz, el curaca, hace alusión a su condición de mestizo:

“Ahí estaba la paradoja: su sangre blanca negaba a su sangre india y a la vez la sangre blanca se había condenado al mezclarse con la india. Era el más insidioso de los castigos. Temprano había sabido él que nada sacaba con ser curaca y descendiente de curacas, que nada sacaba con que su familia fuera de los linajes más antiguos en esos desiertos, si la ley no escrita, la ley de las razas, en ese país, no era suya, ni nunca lo sería.”

La parte india de este curaca-alcalde, en el texto “El desierto”, termina mostrándose y rechazando a su parte blanca, ya que aunque este personaje quiso parecerse al blanco, nunca deja de existir su parte indígena, que termina imponiéndose ante el discurso occidental, del hombre que vino a colonizar esas tierras desérticas.  A través de la oralidad, que es parte del legado de su sangre indígena, hace una promesa, que cumple a pesar de estar camuflado dentro de un lugar de hombre blanco, termina imponiendo una postura híbrida de lo que es el poder.

En el texto de Homi Bhabha, “El lugar de la cultura”,  respecto a la integración de la biblia en la India, en el idioma natal  por los colonizadores ingleses, se hace alusión a como los indúes reconstruyeron el significado de este libro, adecuándolo a su cultura:

“Al distanciar la palabra de Dios del medio inglés, las preguntas de los nativos cuestionan el orden lógico del discurso de la autoridad: “Estos libros(…)enseñan la religión de los sabhibs europeos . Es el libro de ELLOS; y lo imprimieron en nuestro idioma, para nuestro uso”. Los nativos expulsan la cópula, o término mediador, de la ecuación evangélica “poder=saber”, que entonces desarticula la estructura de la equivalencia Dios-inglés. Esa crisis en la posicionalidad y autoridad. La biblia está ahora lista para lograr una apropiación colonial específica.” Por un lado, su presencia paradigmática como la Palabra de Dios es preservada asiduamente; los nativos le dan su aprobación incuestionada sólo a las actas directas de la Biblia “¡Verdad!”. La expulsión de la cópula, empero, vacía la presencia de sus soportes sintagmáticos ( códigos, connotaciones y asociaciones culturales que le dan contigüidad y continuidad) que hacen su presencia cultural y políticamente autoritaritativa”.

Es entonces, en el acto de la promesa y el cumplimiento de la misma por el curaca, y no, por el alcalde, donde se puede observar este poder de transformación, ya que en el mismo cuerpo media cumplir su promesa de curaca pero con ayuda de su parte como autoridad estatal.

El carnaval versus la tragedia: Todo en un mismo circo

El texto “El Desierto” transcurre en una fiesta religiosa, donde el relato va ritmado por esta fiesta de máscaras y bailes. “Pampa Hundida” completa está en esos días, en la efervescencia de la celebración, la cual cumple con todo una forma ritualística que  se va desarrollando en el transcurso de los días. El situar el relato en esta celebración, tiene sentido ya que es la representación de una metáfora sobre el entramado del poder actuando en este escenario pre configurado.

El recorrido del ensayo tiene su sentido en la muestra del funcionamiento de los mecanismos de poder y en las formas que adopta la dominancia, que siempre está relacionada con la manutención de un status quo para que las cuotas de poder estén siempre traspasadas en manos parecidas.

La fiesta religiosa que expone el texto, está llena de máscaras, de diablos que veneran a una virgen llamada “La Patrona”, nombre que tiene relación con el que ejerce el poder. Es una masa cristianizada la que venera sumisamente al poder, sin cuestionar su capacidad real de cumplir sus “milagros”, confiando ilusamente en que ésta le ayude a salir de su condición de miseria.

La alegoría con “La Patrona” y los que detentan el poder, está dado con más fuerza, cuando se vislumbra que esta estatua de la deidad es una falsificación de su original, sólo es una puesta en escena más del poder, para esconder sus verdaderos acometidos, que es el enriquecimiento de la iglesia con las donaciones de los penitentes y por sobre todo, por el silenciamiento de su verdadera historia , que está marcada por la incineración de la original para poner en lugar de ella, otra estatua que la asimile solo en imagen para seguir en su podio acomodada, con las mismas ropas de seda.

En un carnaval armado de tal manera, que los penitentes, entregan toda su energía destinada a un momento de excesos, para venerar y mantener a los poderosos, por mientras estos, en medio de la fiesta, aprovechando la distracción de la gente, deciden como continuar con su farsa, con su representación. Es el circo hecho pueblo, el circo de un país que utiliza las máscaras de un pueblo, para seguir arrebatándoles todo lo que se pueda, tierras, vida, sueños, pensamientos.

 

Bibliografía:
El Desierto. Carlos Franz.Editorial Sudamericana.2005.Santiago.
Vigilar y Castigar. Michel Foucault. Siglo veintiuno editores.2002. Argentina.
El lugar de la cultura. Homi Bhabha. Editorial Manantial. 2002. Buenos Aires.
El mundo, el texto y el crítico. Edward Said. Editorial Debate. España.
Conversación interrumpida con Allende. Tomás Moulián. Lom ediciones. Santiago.

 

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