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Santiago, ciudad de espíritus.

por Leonardo Escobar Boehmwald
Artículo publicado el 06/06/2004

«A algunos es tan difícil distinguirlos.
Se camuflan perfecto, visten como vivos,
Hablan y lloran como vivos.
Los más inocentes hasta creen que están vivos.»
Mapocho.

 

Los espíritus hablan, sienten y están siempre entre nosotros. Esa parece ser la aseveración que mueve el relato de Nona Fernández. Santiago se transforma en una ciudad mítica, llena de apariciones al más puro estilo de Chiloé. Pero tristemente los espíritus no son inventados para aminorar la distancia del territorio sino que son la expresión de una brutalidad militar asesina, de la imprudencia de un conductor ebrio y de españoles vengativos.

Pero como la obra se construye desde un par de perspectivas distintas, sobre todo, desde los ojos de una muerta que se cree viva y de un vivo que desea estar muerto, se pierde en la vaguedad y en la confusión. Se producen varios conflictos con la percepción, estos son presentar una observación errónea o ilusorias; esta sería la que domina la de la Rucia que no ha logrado asumir su muerte, que vive rodeada de apariciones en una ciudad que no las ve, a no ser que se esté cerca de la muerte o se haya escrito sobre ellas.

Otra forma de verse enfrentado erróneamente a la percepción sucede cuando se reemplaza el mundo real con algunos sustitutos como los de Fausto con su Historia que lo lleva a no ver claramente el mundo y a enfrentarse con apariciones y miedos.

La percepción se nubla, se trastorna y no deja ver la realidad terrenal, sino que es la verdad paranormal la que se muestra poco a poco, en medio de una ciudad que no se detiene y que no observa a los trenes salir de la Estación Mapocho ni a los futbolistas jugar entre los autos.

Así lo que se observa no corresponderá exactamente a la situación física, ya que algunos aspectos se omiten, otros se añaden y algunos se distorsionan. Eso va ocurriendo a lo largo del relato. Una distorsión de hechos, de realidades que provocan que los planos se mezclen y se crucen.

Las palabras del carretonero a la Rucia adquieren un sentido muy fuerte al notarse que son todos espíritus sueltos en una ciudad ciega: «mientras estamos vivos pagamos nuestras culpas señorita». La Rucia ya no tiene culpa, Fausto si y por eso su final abrupto y suicida. Pero en el Indio esta aseveración no parece tener un paralelo, pues su culpabilidad sigue presente hasta el final, su cobardía no parece morir con el cuerpo, pero también parece ser él, el único que tiene una percepción de la realidad apegada a lo que realmente sucede. Sólo él parece tener conciencia de que «los débiles y malogrados deben perecer; tal es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y hasta se les debe ayudar a perecer».

Pero Mapocho no sólo presenta un error de percepción por parte de ciertos personajes con respecto a la realidad, sino que también hay una mala percepción por parte de la Historia donde el «dicen» se torna constructor y destructor de la percepción de un país. Contrapone una verdad oficial con una no oficial, hay dos miradas que se cruzan y que oponen dos formas de ver la realidad de un país y el pasado de este.

Detrás de los fantasmas que habitan Santiago, que navegan por el Mapocho, está la Historia que cuentan los indígenas y la que cuentan los españoles; está la Historia que cuentan los militares y la que cuentan los torturados.

Eso es la obra de Fernández, el choque de varias voces que se oponen, el choque de realidades que están en pugna, que estuvieron en pugna y que seguirán estándolo. Desde el comienzo de su vida Santiago se transformó en una ciudad de espíritus, de héroes degollados, de obreros torturados, engrillados y ahogados bajo un puente que se derrumba.

Así es la Historia de Chile, es la historia de Chiloé, la historia de los mapuches y de los españoles, del degollamiento de Lautaro y de Pedro de Valdivia, de Satanás buscando un edén y creando un infierno. Hecho sintomático de esta ciudad porque una vez que el diablo mete la cola y se pone lentes oscuros para ocultar su felicidad, transforma Santiago en una ciudad de espíritus que no la quieren abandonar.

Bibliografía ____________
Fernández, Nona. Mapocho.
Hochberg, Julian. La percepción. 1968. Ciudad de México: México.

 

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