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¿Cuántas veces se puede asesinar a una misma persona?Una historia de vida para la desmemoria

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 22/11/2003

Publicado también en Primera Línea (La Nación)

 

He estado releyendo uno de los libros que, según mi opinión, que más lúcidamente ha expuesto la barbarie del totalitarismo en Chile. Esta nueva lectura la hago después de que la derecha postpinochetista, heredera de la dictadura y que no ha cedido ni un milímetro en la defensa de la era dictatorial, ha llevado a cabo una de las operaciones políticas más maquiavélicas de las últimas décadas: sembrar la duda sobre la violación de los derechos humanos y, específicamente, de los detenidos-desaparecidos. En efecto, después que el gobierno confirmara la existencia de algunos casos de detenidos-desaparecidos falsos, hecho por cierto repudiable, la derecha pasó velozmente a la generalización enseñando una lista con nuevos detenidos-desaparecidos falsos, lista enmarcada en una campaña política para poner en duda la autenticidad de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. La lista que presentó la derecha, apoyada por su candidato a la presidencia, Sebastián Piñera, resultó no tener veracidad alguna.

Esta estrategia negacionista de la violación de los derechos humanos no es privativa de la derecha chilena. La ultraderecha europea neonazi sistemática y periódicamente reaviva la inexistencia del Holocausto nazi. Por eso, y después de terminar de releer este libro, escrito por un empresario chileno-sueco perteneciente a la derecha liberal sueca, pienso que debería ser leído por todos sin ponerse anteojeras ideológicas y con una óptica (auto) crítica. Eso le haría muy bien a Chile y, especialmente, a esa derecha chilena (la única que existe, lamentablemente) empantanada aún en el pinochetismo; pero también a cierta izquierda in extremis enclaustrada, aún, dentro del fantasma del muro de Berlín.

En este libro, que es una verdadera historia de vida, hay un completo perfil psicológico de un hombre atormentado por un pasado terrible: la desaparición y posterior confirmación del asesinato de su padre. ¿Cuántas veces se puede matar a un hombre? es el libro del chileno- sueco, Raymond Paredes-Ahlgren, (1ª.ed. Barcelona y Santiago de Chile: Ediciones B, 2002) sobre su padre, el chileno Eduardo “Coco” Paredes. El libro está dividido en dos partes. La primera, narra la exploración exhaustiva que realizó Paredes hijo de los últimos días de vida de su padre; la segunda, su participación como querellante y portavoz del grupo sueco-chileno en el proceso que se le siguió a Pinochet en Londres. Si bien es cierto que las dos partes tienen una correlación, aquí se reseñará exclusivamente la primera parte, que muy bien podría constituirse, por su acabada unidad y méritos propios, en un solo libro.

Cabe recordar que “Coco” Paredes fue uno de los hombres más cercanos al Presidente Salvador Allende, y estuvo en La Moneda el 11 de septiembre de 1973 defendiendo la democracia. Desde ese día nunca más se supo de él. Hasta 1995.

En Estocolmo, donde la familia Paredes-Ahlgren se había trasladado después del golpe de Estado, la sueca Eva Ahlgren, viuda de “Coco” Paredes, recibe una llamada telefónica desde Santiago de Chile: habían encontrado los restos de su esposo después de 22 años de haber estado desaparecido. Aquí es donde comienza el viaje de Paredes hijo hacia la reconquista de la vida de su padre y sus últimos días.

Como un personaje shakesperiano que se debate entre el odio y el amor, entre la justicia y la venganza, entre el rencor y la reconciliación; sensible con su padre desaparecido y asesinado ya hace más de dos décadas, e implacable con los verdugos, implacable, pero con un gran sentido moral y profundamente humanista, Paredes-Ahlgren, nos muestra un yo marcado de por vida por la ausencia traumática de su padre.

En un verdadero proceso catártico, planteado con una honestidad dramática de primer orden, con una exactitud emocional y una imparcialidad y sentido de la distancia crítica muy notables, Paredes-Ahlgren consigue, en un verdadero ejercicio arqueológico, reconstruir las últimas horas de su padre, “Coco” Paredes. En esta historia de vida, su hijo se sumerge minuto a minuto, segundo a segundo en las últimas horas terribles de su padre y logra reconstruir una historia de vida con elementos de la narrativa más valiosa. El libro se lee con la pasión de una novela absorbente, pero sin perder el rigor ceñido a los datos y los hechos concretos, evitando cualquier maniqueísmo y condenas enfáticas, y permitiendo en todo momento que los hechos se califiquen por sí solos. El rigor científico se manifiesta en entrevistas intensivas y prolongadas a las personas que estuvieron con su padre los últimos cuatro días de su vida y que lograron sobrevivir a la catástrofe; además de rastrear en profundidad todo el material escrito existente sobre el caso.

Con una imparcialidad admirable y con una mirada limpia, sin prejuicios, escrutadora de los acontecimientos, analítica y cargada de una buena dosis de autocrítica,  con el rigor de un verdadero empirismo humanista, la búsqueda de Paredes-Ahlgren termina siendo una exploración del lado más oscuro del ser humano, convirtiéndolo en un arqueólogo de los infiernos al exhumar de entre los escombros los vestigios del humanismo derrotado.

Este rigor arqueológico, y también antropológico, de intentar reconstruir las últimas horas de vida de su padre, rompe definitivamente con el blindaje de invenciones que no permitían conocer la verdad de su asesinato. Fiel a un espíritu de esencialidad y rigor, Paredes hijo construye un retrato afectivo, un fresco acabadísimo de los último cuatro días en la vida de su padre, lo que le provoca un dolor visceral. Tan profundo es su buceamiento en las últimas horas de vida de su padre y tanta es su entrega psíquica y física por conocer y sentir la horrible tortura que padeció su padre que, en un intento por emular su sufrimiento y en uno de los tantos momentos culminantes de este libro, como un verdadero personaje shakesperiano por su dramatismo y visceralidad, revive en él mismo una parte de la tortura sufrida por su padre: se queda toda una fría noche en el suelo boca abajo y con las manos atadas a la espalda sobre el helado asfalto para estar con su padre, para sentir lo que él sintió; solidarizarse con su dolor.

Otro de los episodios más conmovedores, es cuando se reencuentra con su padre, en forma física. Lo que le han entregado, después de 22 años, no es más que un puñado de huesos fracturados, quemados y llenos de marcas de proyectiles. Paredes hijo, en un acto tremendo, acaricia los huesos fracturados de la mano de su progenitor y dice esa palabra que no le ha dicho durante 22 años, “papá”.

Paredes-Ahlgren, en esta poderosa historia de vida, vive su íntimo holocausto. Indagando la tenebrosa realidad inmediatamente después del golpe de Estado de 1973, descubre que su padre fue brutalmente torturado durante cuatro días; que estando vivo aún, le quemaron con un soplete hasta el hueso mismo; que le fracturaron el cuerpo casi por completo, y que le dispararon a quemarropa diecisiete proyectiles. Por eso se pregunta en el título de su libro: ¿Cuántas veces se puede matar a un hombre?

En este sentido, este libro, imprescindible para poder conocer la historia de Chile de aquellos días, y de diecisiete años y medio, se convierte en el ADN de la barbarie pinochetista, ya que se adentra en las ratoneras del terror donde miles de personas fueron torturadas y asesinadas, entre ellas su propio padre. Esta historia de vida sirve, además, para no borrar la memoria histórica o la deformación de ésta que, en definitiva, es la obsesión de los grandes criminales que han gobernado el terror y de los que los han apoyado: Adolf Hitler, Jósef Stalin, Mao Zedong, Pol Pot o Augusto Pinochet, que alentaron matanzas de inocentes con la ilusión de que nadie recordará sus asesinatos y genocidios dentro de tres décadas. Este libro, una vez más, se hace cargo de aquel pudridero nacional que fue la dictadura de Pinochet y, por eso, está en consonancia con la magnitud de aquella tragedia, aportando material de primera mano para curarnos de muchas desmemorias.

Paredes-Ahlgren, en este fresco de la brutalidad humana desatada, nos propone además una reflexión, y ésta es una de las más interesantes propuestas de este libro. Paredes hijo sale airoso de ese viaje que lo ha llevado a un descenso a los infiernos humanos y, propone, con una valentía humanista a toda prueba, la reconciliación y el perdón a los verdugos de su padre, aunque éstos nunca lo hayan pedido y, menos aún, hayan ellos pedido nunca perdón. Y esto lo propone por el amor y el futuro de su hija, para que las nuevas generaciones no hereden ni el odio ni la culpa que encadena e inmoviliza; y puedan hacerse cargo de Chile sin la carga traumática colectiva que provocó la dictadura.

Jaime Vieyra-Poseck

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4 comentarios

no se trata de blanca paloma, pero si cometió un delito debió ser juzgado, y no hacer lo que se hizo esto los hdp como tu, nunca lo podrán entender…….

Por sergio el día 26/08/2015 a las 12:32. Responder #

Estoy leyendo el libro, me ha costad mucho seguir sin detenerme, aunque yo era muy pequeña, recuerdo cosas muy impactantes de esa época, Coco el gran amigo, hombre valiente, tenaz, quien cumplió con su honor. Padre de dos hijos, así como muchos mas que se perdieron en el tiempo…solo espero que no ocurra nunca más algo así en mi país. Solo pido no tener que vivir una experiencia de esa magnitud nuevamente ni mis hijas ni mis nietas…yo sé lo que fue estar enferma y por el toque de queda no poder a una asistencia publica, salir del metro y que a tu hermano lo llenaran de perdigones, a esconder los libros por que las imprentas «eran comunistas», se podrá olvidar todo eso???
El libro es un fragmento de lo que se vivió durante la dictadura militar, donde en los colegios en la década de los 80, se nos convencía de iniciar grupos ecológicos y para lo único que servíamos era para hacer masas y marchar por las calles por el movimiento Avanzada Nacional, éramos menores de edad y no sabíamos que era, hasta que un día nos vimos en el Diego Portales Donde el General daba una conferencia y cadena nacional…como olvidar que después nos dejaban tirados a altas horas de la noche en cualquier parte…
Solo espero no pasar por eso nunca mas ni yo ni mis descendientes, ni nadie.

Por Johanna el día 24/06/2013 a las 19:20. Responder #

Entonces, en conclusión, el «Coco» Paredes era una blanca paloma, y merece ocupar un lugar en los altáres de los santos. ¿Estoy en lo cierto?

Por FERNANDO el día 26/01/2013 a las 15:27. Responder #

los hdp como tu Fernando no entienden lo que es un estado de derecho, muerete con tu ignorancia………

Por sergio el día 26/08/2015 a las 12:33. Responder #

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Requerido.

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