EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


El Aleph de Borges y el infinito

por SK-MELEA
Artículo publicado el 15/05/2024

Stephen Kcenich, Montgomery College
María Elvira Luna Escudero-Alie, Montgomery College
Proyecto_Borges@yahoo.com

 

El célebre relato de Borges que da título a su libro El Aleph (1945), donde el universo representado: “vasto e inconcebible” destaca por su indudable densidad metafísica. Hay, en “El Aleph” un símbolo central a través del cual se dibuja y configura todo el relato. Es interesante destacar que el Aleph en tanto símbolo primordial está vinculado a una escalera descendiente de diecinueve peldaños que posibilita visiones maravillosas sobre diversos mundos posibles que lindan con el ámbito mágico incitándonos así a explorar las múltiples connotaciones metafísicas que el relato nos brinda a mansalva.

Beatriz Viterbo es la mujer amada en el relato de Borges, la cual en tanto símbolo y personaje nos evoca a la manera de un mito a la emblemática Beatriz de Dante. La Beatriz del Aleph es un personaje ausente porque está muerta, sin embargo ella sigue estando muy presente “a la manera de la ausencia” como decía el fílósofo germano Martin Heidegger. El Borges-narrador-personaje lamenta la muerte física de su objeto de deseo: Beatriz; pero paralelamente se aferra al espacio de su ausencia porque esa nostalgia por su amada le configura sentido a su vida. Es precisamente en ese espacio privado de su melancolía donde el Borges-narrador-personaje se siente protegido, eximido de humillaciones y burlas por su amor no correspondido. “Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.” (Borges, El Aleph, p. 241).

La forma geométrica redonda asociada al Aleph, implica, según Cirlot, totalidad, perfección. El narrador nos describe la forma del Aleph de la siguiente manera:

“En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. (El Aleph, cit., p. 260).

La voz narrativa está en “El Aleph” en primera persona del singular y los tiempos verbales que priman en la narración son los pretéritos indefinido e imperfecto del modo indicativo. El narrador es omnisciente y desde el recuerdo hilvana meticulosamente la historia. Hay un lirismo muy fino en las descripciones que nos ofrece “El Aleph.”

Como un vertigo crepuscular el narrador-personaje del Aleph enumera sus visiones múltiples y simultáneas teñidas del lirismo más exquisite. El relato nos brinda así imágenes maravillosas e inconexas:

“Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mi como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó…”(op. cit. p. 260).

Esta enumeración vertiginosa incluye lo hermoso y lo abyecto, el espacio público y el privado: “vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétano que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicando sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española” (op. cit, p.261).

El centro o cráter del relato es la descripción de universo que encierra el Aleph. En este relato de Borges el tema de la memoria es crucial porque la fuente de la narración es precisamente la memoria, ya que el Borges-narrador-personaje nos dibuja su historia desde la cantera de su nostalgia. Es evidente que el narrador-personaje se siente impotente al no poder expresar a través de la linealidad del lenguaje el carácter simultáneo de la copiosa realidad.

“Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo trasmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?” (op.cit pp. 258-259).

El Borges-narrador-personaje hace interesantes digresiones que nos remiten a épocas remotas y a paisajes foráneos. Sus descripciones nos impelen a soñar con realidades maravillosas y vislumbrar muchos mundos posibles:

“Los místicos, en análogo trance, prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna; Ezequiel de un ángulo de cuatro caras que a un tiempo se dirige al oriente y al occidente, al norte y al sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph). (op.cit. p. 259).

En el primer epígrafe del cuento de Borges tememos una alusión a los espacios infinitos: “Oh God!, I could be bounded in a nutshell, and count myself a King of infinite space….” Hamlet, II, 2 (op.cit, p.240).

Borges menciona el mar más de una vez en medio del conglomerado de imágenes que aparecen en su relato: “Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América.” (op.cit p. 260); “vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba.” (op. cit. p. 261). Es interesante recalcar que Borges repite en su cuento el término infinito en varias ocasiones: “serie infinita” (op. cit, p.241), “el infinito Aleph” (op.cit 259), “conjunto infinito” (op. cit. p.259), “cosas infinitas” (op. cit. p. 260).

Según el estudioso Alazraki, en “Aleph” se evidencia la visión panteísta de universo;  que tiene Borges; pues el Aleph es un símbolo que contiene todos los símbolos.

En el ámbito de las matemáticas, el concepto de infinito aparece de diversas maneras; en geometría, el punto al infinito en geometría proyectiva, y el punto de fuga en la geometría descriptiva. Asimismo, en análisis matemático; los límites infinitos y la teoría de conjuntos se refleja como “números transfinitos. de acuerdo a la teoría de conjuntos trabajada por el matemático ruso Georg Cantor (1845-1918). Es interesante recalcar que Cantor era un piadoso luterano y estaba seguro que Dios lo había iluminado para revelarle la teoría de conjuntos. Cantor acuñó este concepto de números transfinitos para referirse a los números ordinales infinitos. Estos números ordinales infinitos son mayores que cualquier número natural.

De acuerdo a Jaime Alazraki: “El Zahir y el Aleph son, respectivamente, la versión musulmana y kabalística de una divinidad que accede a manifestarse literalmente como la totalidad del universo en un microcosmos.” (Jaime Alazraki, Versiones, Inversiones, Reversiones, Ed. Gredos, Madrid 1977, p.74).

El Aleph de Borges nos presenta una visión del infinito al describirnos de manera simultánea y vertiginosa diversos lugares del mundo, distintos momentos históricos y múltiples símbolos inconexos. De acuerdo al filósofo y matemático Cantor, un conjunto es toda pluralidad de elementos bien definidos que se consideran un todo. Es decir que un conjunto no consta de una lista de elementos sino más bien es la totalidad de esos elementos considerados como una unidad. Borges en su relato nos muestra divergentes realidades o mundos posibles que a pesar de no estar sincronizados en un mismo momento histórico, ni tampoco en un mismo espacio geográfico, sin embargo configuran una unidad al ser presentados en una sola visión vertiginosa con muchos universos posibles.

Borges logra con singular acierto y delicado lirismo mostrarnos el infinito en su relato; el “infinito Aleph”.

 SK-MELEA
Artículo publicado el 15/05/2024

Bibliografía
Alezraki, Jaime, La prosa narrativa de Jorge Luis Borges, Gredos, Madrid, 1974.
Borges, J.L. Obras Completas, 13era Edición. Buenos Aires, Emecé, 2002.
Cantor, G. (1883) Fundamentos para una Teoría General de Conjuntos. Escritos y correspondencia selecta. Editado por José Ferreiros
Kcenich, Stephen; Luna-Escudero-Alie, María-Elvira “El infinito en aplicaciones de probabilidades y estadísticas vinculadas a “Los dos reyes y los dos laberintos”, de J. L. Borges. Sincronía, número. 69, 2016 Universidad de Guadalajara, México Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=513852378026

ATENCIÓN
Si desea imprimir o generar correctamente un PDF de este documento
Clic en el ícono verde que aparece a abajo
luego seleccione «Más Ajustes» y al fondo, en Opciones
“Gráficos de fondo”
Si desea enviar un comentario
utilice el formulario que aparece al final de esta página
Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴