EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


El “narrador histriónico” en “Los recuerdos del porvenir” de Elena Garro

por Hilda Catalina Galindo García
Artículo publicado el 29/11/2023

Resumen: se propone interpretar al narrador como un “narrador histriónico” por exaltar las emociones y la invención, tales como ocultar hechos y matizarlos cuando deja de enfocar a quienes lo viven. De esta manera, el narrador no sólo mira al miedo y a lo provoca, sino que lo vive y lo expresa a través de un lenguaje poético.

Summary: It is proposed to interpret the narrator as a «histrionic narrator» for exalting emotions and invention, such as hiding facts and shading them when he stops focusing on those who live them. In this way, the narrator not only looks at fear and provokes it but lives it and expresses it through poetic language.

Palabras claves: personajes, lenguaje poético, narrador e histriónico.
Keywords: characters, poetic language, narrator and histrionics.

 

La narrativa de Elena Garro es conocida por su estilo poético y sus temas de ensueño, demostrando que existe una manera especial de usar el lenguaje para expresar la vivencia interna. La autora cultivó los géneros de la poesía, el periodismo, la dramaturgia y la novela, dándose a conocer más por estas dos últimas. También incursionó en otras disciplinas artísticas como la danza, la actuación y la coreografía, por lo que su experiencia en teatro y dirección de espectáculos es algo que se percibe en su prosa, esta es dinámica y fluida, escrita para ser leída en voz alta e interpretada bajo distintos niveles de voz.

Tras observar el tipo de narrador y la manera en cómo usa las figuras retóricas, se puede deducir que no sólo es un narrador intra-diegético sino un narrador-poeta, es decir, un narrador que tiene la intención de poetizar su discurso. Incluso, se propone interpretar al narrador como un “narrador histriónico” por exaltar las emociones y la invención, tales como ocultar hechos; ejemplo: el narrador logra el efecto de la prestidigitación, confunde al lector con poesía y suspenso para provocar incertidumbre; la realidad terrible de la persecución de los cristeros se matiza cuando deja de mirar su desgracia y se enfoque en quienes la observan, de esta manera mira al miedo, no a lo que lo provoca y revienta con poesía lo que no muestra.

¿Cuáles son las herramientas del actor para interpretar a un personaje? El actor y director de escena ruso, Constantin Stanislavsky (1863-1938) expuso que para construir un personaje el actor debe considerar las circunstancias previas, es decir, el actor debe formularse esta pregunta ¿qué ha pasado antes de que el personaje entre en escena? La respuesta ayuda a profundizar el análisis del texto dramático, de esta manera se conforman las referencias que rodean al personaje a interpretar. También es necesario pensar en el “mágico si” o “¿qué tal si…?”, el actor debe buscar su motivación interna y luego ponerse en la situación del personaje para llevar a cabo sus acciones, el texto literario, tras ser leído con atención, muestra cómo se llevan a cabo las relaciones y vivencias de los personajes, el actor intuye cómo puede ser su interpretación no sólo por el texto, él se involucra con la historia y sus participantes. Y, por último, debe detectar el objetivo o súper-objetivo, ya que es la motivación o guía que da fuerza al personaje.

Stanislavsky también exhibió otros tres puntos más: La relajación, que consiste en una serie de ejercicios que ayudarán al actor a lograr cierta libertad mental y física, esto le permitirá efectuar con naturalidad su interpretación. La concentración, también conocida como “escucha activa”, el actor debe ver y escuchar todo en escena como si nunca lo hubiera hecho. Y la memoria emocional y afectiva, la cual trata de conectar sucesos de la vida del actor con la situación del personaje, para lograr una interpretación realista. Son mencionadas las primeras tres porque las otras requieren como herramienta el cuerpo, mente y vida personal del actor; aunque el narrador habla de sí mismo cuando se refiere a Ixtepec, las más destacables son las primeras por estar relacionadas con el lenguaje y el análisis de la interacción entre texto y actor.

A diferencia del actor que elige sobre elementos mímicos, el narrador opta por categorías gramaticales; el actor trabaja con su cuerpo y el narrador con lenguaje, pero, estas diferencias no los separa del propósito de imitar lo humano y de atribuir a sus personajes aspectos de su propio tiempo. ¿Cómo se relacionan ambas herramientas en la novela Los recuerdos del porvenir? El narrador de la novela cuenta el relato imitando procesos de la creación que son similares a los expuestos por Stanislavsky.

El narrador de Garro siempre supone con el “si”, ¿qué tal si Felipe y Julia escaparon de Rosas?, aún de manera implícita, sobre todo, en los acontecimientos que no muestran una solución clara, como en el caso del triángulo amoroso Francisco-Julia-Felipe.

La lucha entre el miedo y el amor orilla a una decisión decisiva entre la muerte y la vida no para los personajes sino para el narrador, quien se ha puesto en la situación de los amantes para revelar los sentimientos de amor, desamor, ira y tristeza que les aqueja; sin la poesía, los personajes no trascenderían su condición de vida ni de muerte y, por tanto, tampoco lo conseguiría su narrador, ya que, como decía Stanislavsky, este ha averiguado la motivación interna de ellos y se colocó en su situación para narrar sus acciones. La poesía permite que existan las elecciones y que el “si…”, al que se refería Stanislavsky, se presente y brinde posibilidades de explicar lo incierto, con el fin de completar a ese “yo presente que recuerda”, no importa que se construya de lo real, lo que importa es la continuidad de ese “yo”.

Las circunstancias previas que deduciría un actor para construir a su personaje las obtendría interpretando el texto dramático, mas, en Los recuerdos del porvenir, el narrador logra conseguirlas interpretando el pasado.

El narrador histriónico manipula el lenguaje poético para alcanzar la redención y la libertad que le permitirá configurarse para el porvenir, mas, para lograr su efectividad usa otras herramientas mencionadas: la mirada, la voz y su conocimiento. Al inicio de la novela, el narrador de Ixtepec describe con detalle la casa abandonada de la familia Moncada, después cuenta un recuerdo de infancia de los hijos, el cual parece algo anormal, ya que la niña desaparece como por arte de magia:

En “Cártago” hay trozos de cielo que se cuelan a través de la enramad. Nicolás baja del árbol, se dirige a la cocina en busca de un hacha y vuelve corriendo al pie del árbol de su hermana. Isabel contempla la escena desde lo alto y se descuelga sin prisa de rama en rama hasta llegar al suelo; luego mira con fijeza a Nicolás y éste, sin saber qué hacer, se queda con el arma en la mano. Juan, el más chico de los tres hermanos, rompe a llorar.

– ¡Nico, no la degüelles!
Isabel se aparta despacio, cruza el jardín y desaparece.
– Mamá, ¿has visto a Isabel?
– ¡Déjala, es muy mala!
– ¡Desapareció!… Tiene poderes.
– Está escondida, tonto.
– No, mamá, tiene poderes-repite Nicolás (Garro, 1963:13).

A partir de allí, la aparición “a escena” de los niños, luego convertidos en jóvenes, dará entrada a la historia del pueblo de Ixtepec y de sus habitantes. La descripción del solitario hogar, así como la curiosa presentación de Nicolás, Isabel y Juan prepara al lector para que asuma dos aspectos: primero, la historia ocurrió hace tiempo, su fidelidad es dudosa, y segundo, no es una historia común, se busca la libertad, pero ¿por qué razón? ¿por parte de quién? Saber que la historia fue un hecho del pasado y que se reconstruye con el lenguaje poético avisa que nada será como aparenta, que las posibilidades de elegir un hecho u otro aparecerán, la ambigüedad y la fantasía formarán parte de la novela.

Un actor preparado por la propuesta de Stanislavsky se hará la pregunta clave “¿qué ha pasado antes de que el personaje entre en escena?”, el narrador no es un actor, pero, actúa cuando narra, así que se formularía una cuestión similar ¿qué ha pasado antes de que la casa quedara abandonada? El actor que entrará a escena en la novela será el recuerdo e interpretará a la memoria de Ixtepec, esta requerirá, como se había mencionado, sus herramientas.

Por último, detectar el objetivo o súper-objetivo, dice Stanislavsky, es localizar la motivación o guía que da fuerza al personaje. En la novela hay un deseo compulsivo de repetición, pero, tiene un propósito que es el de recrear el pasado para configurar el presente y vivificar al porvenir, mas, algo estanca ese fin, algo le fue arrebatado y no es un sufrimiento en solitario.

En la primera parte de la novela le arrebatan al pueblo la admiración hacia los enamorados Julia y Felipe, en la segunda parte, los militares les quitan los rituales religiosos.

…nosotros seguíamos en el atrio; teníamos sueño y sed, pero no queríamos abandonar a la iglesia en manos militares. ¿Qué haríamos sin ella, sin sus fiestas, sin sus imágenes que escuchaban pacientes nuestros lamentos? ¿A qué nos condenaban? ¿A penar entre las piedras y a trabajar la tierra seca? ¿A morir como perros callejeros, sin una queja, después de llevar su vida miserable? (Garro, 1963:158-159).

El amor y la religiosidad son el objetivo que mueve a los personajes, ya que representan las vías al cambio, a la regeneración y al origen. Los objetivos del narrador y los personajes son los mismos porque comparten las mismas emociones, vivencias y destino.

En términos de Genette, el narrador sería de carácter intradiegético, ya que permanece dentro de la historia sin desempeñar ningún otro papel, sin embargo, hay marcas de su presencia; trabaja como un testigo, que, aunque no conoce todos los detalles sobre los hechos, como en el caso del trío amoroso Francisco-Julia-Felipe, conoce los sentimientos que aquejan a los habitantes del pueblo.

El narrador da presencia a los habitantes y los deja hablar, ya que conociendo sus motivos de ser permitirá definir los suyos. Para mostrar su esencia, quien relata cesa su propia voz y deja que ellos se expresen, es de esta manera que descubre el desencanto con el orden impuesto tras la Revolución mexicana y la Cristiada. Los jóvenes Moncada lo expresan con mayor ímpetu a través de su apatía por las instituciones:

-¿A ti que te importa que el cura viva o muera? -preguntó Isabel.
-No. -contestaron ellos.
-El que debería salvarlos es su amigo Rodolfito para que le siga bendiciendo las tierras que se roba…
Los muchachos se echaron a reír de la violencia de su hermana (Garro, 1963: 254).

También les caracteriza tomando distancia y permitiendo que ellos muestren su expresión, que se describan a través de sus recuerdos, como sucede en el caso de la viuda Montufar cuando se mira al espejo:

“¡Niña ya no te contemples más en el espejo!” le ordenaban los mayores cuando era pequeña; pero no podía impedirlo: su propia imagen era la manera de reconocer al mundo. Por ella sabía los duelos y las fiestas, los amores y las fechas. Frente al espejo aprendió las palabras y las risas. Cuando se casó, Justino acaparó las palabras y los espejos y ella atravesó unos años silenciosos y cerrados en los que se movía como ciega, sin entender lo que sucedía a su alrededor (Garro, 1963: 29).

Un cronista o periodista mantienen distancia de los hechos, pero, el narrador está vinculado con Ixtepec de manera personal, a tal grado de sentir lo que experimentan como algo propio. Está con el pueblo, habla como ellos y asume responsabilidad con su discurso:

Su presencia no nos era grata. Eran gobiernistas que habían entrado por la fuerza y por la fuerza permanecían. Formaban parte del mismo ejército que me había olvidado en este lugar sin lluvias y sin esperanzas. Por su culpa los zapatistas se habían ido a un lugar invisible para nuestros ojos… (Garro, 1963:15).

La empatía vuelve a todos los integrantes de la novela en una sola identidad: Ixtepec; pero, es el narrador quien carga con la responsabilidad de hablar por aquellos que no lo hacen. Opta por hablar como poeta para revelar un lado que la historia oficial no ha relatado, una visión de los vencidos, pues el pueblo se ve sumido en el olvido y la violencia tras las guerras que se llevaran a cabo con promesa de progreso. No obstante, son más las circunstancias la que los llevaron a ese fin: los sentimientos.El porvenir no es algo positivo para el narrador de Elena Garro. Aunque se opta por recordar una y otra vez para cambiar, pues se lleva a cabo el proceso de creación para eliminar la imprecisión; el pasado se petrifica y lo fatídico sucede cuando el narrador se topa con un obstáculo, el amor.

El amor es lo que le impide al narrador olvidar y superar el pasado cargado de violencia. No es sólo la carga histórica lo que imposibilita que el narrador deje de recordar y de esa manera trascender, para sobreponerse al eterno retorno de sus errores, sino la pasión encarnada en el amor de Isabel Moncada por Francisco Rosas, el tirano del pueblo.

La joven, a la que le pertenece la lápida, en donde el narrador comienza a recordar, se convierte en el alpha-omega de la memoria de Ixtepec; no se petrifica el pasado, sino el tiempo, ya que la historia comienza y finaliza con Isabel, no hay nada antes ni después de ella o de Francisco Rosas, la consciencia del narrador se mueve sólo para buscar aquel fatídico reencuentro con el amor. Como narrador histriónico es capaz de situarse en el lugar de Isabel, hasta que se convierte en piedra, es entonces que se coloca en Dorotea para leer la inscripción:

«Soy Isabel Moncada, nacida de Martín Moncada y de Ana Cuétara de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el primero de diciembre de 1907. En piedra me convertí en cinco de octubre de 1927 delante de los ojos espantados de Gregoria Juárez. Causé la desdicha de mis padres y la muerte de mis hermanos Juan y Nicolás. Cuando venía a pedirle a la virgen que me curara del amor que tengo por el general Francisco Rosas que mató a mis hermanos, me arrepentí y preferí el amor del hombre que me perdió y perdió a mi familia. Aquí estaré con mi amor a solas como recuerdo del porvenir por el siglo de los siglos (Garro,1963: 192).

Un sociólogo, un cronista, un historiador pueden explicar la caída de una civilización en base a hechos concretos y registros, pero un poeta puede entender las emociones que empujaron a estos a suceder, porque él es registro viviente de su memoria o de lo que queda de ella. La identidad del narrador es la de un poeta, porque sigue la tradición de hacer trascender a la conciencia. María Zambrano, en su texto Filosofía y poesía, expone que el poeta ama las dualidades, la totalidad y busca poseer la unidad, sin embargo, con angustia, sabe que no puede poseer lo que ama y por ello se ve forzado a crear y a darle presencia con las palabras. El poeta se aferra a las emociones y prefiere reencontrarse con lo único que considera que es o debe ser memorable y poseído: el amor, pese al miedo o al dolor.

Resultados
Tras observar al narrador de la novela como un narrador poético me llevó a considerarlo también como un “narrador histriónico”. La analogía entre el actor de teatro y el narrador de la novela surgió cuando se observó que ambos actúan como artistas de la interpretación y construyen personajes veraces como extraordinarios; para lograrlo se involucran con lo psicológico, lo mimético y los efectos hacia lo colectivo, es decir, llegan a dirigirse a sus receptores, ya que los artistas no buscan la soledad, nacen para hacerse notar, por ende, intuyen a su público o lector.

El narrador en Los recuerdos del porvenir no sólo es especial por expresar un lenguaje poético, sino también porque interpreta a alguien que recuerda y que busca esclarecer por qué es quién es. Manifiesta estrategias retóricas para imitar la manera en cómo los recuerdos aparecen ante la psique y así edificar una historia, la suya. Su proceso de construcción es similar al de un actor de teatro, es decir, durante su relato, el narrador asume un papel y lo interpreta hasta el final.

Quien cuenta el relato posee características específicas que lo difieren de inmediato de un personaje. Mediante elecciones sobre el lenguaje, las palabras logran un propósito y es durante el proceso de lectura que va descubriéndose cuál es. Un narrador sitúa a sus personajes en tiempos que sean congruentes de acuerdo con sus acciones y emociones para lograr la fuerza dramática entre los protagonistas, el receptor y el mismo narrador. Así como un actor, el narrador cuenta con sus propias herramientas, estas son: lenguaje, voz, focalización y el nivel de conocimiento sobre el acontecimiento y los personajes.

Conclusión
El narrador de Ixtepec es un narrador histriónico porque manipula trucos poéticos, interpreta un papel “yo porvenir”, a su vez que descifra las voces de los personajes que actúan en la historia, y apela a las emociones para lograr su objetivo, que es afectar su pasado para encontrarse una y otra vez con el amor.

La historia contada es un espejo que muestra cómo, en base a experiencias, saberes y recuerdos, se configura un pasado y a su vez una identidad; antes, se debe de tomar en cuenta que lo que se mira en él no es el reflejo propio sino algo similar. Las artes como el espejo buscan que los espectadores se proyecten, pero no para cautivarse con su reflejo como lo haría Narciso, sino para que puedan ver más allá de su apariencia, de su nombre y de su cuerpo, que encuentren un punto de conexión con la obra y la hagan parte de ellos.

Hilda Catalina Galindo García
Artículo publicado el 29/11/2023

Bibliografía
– Aristóteles (2000). Poética (2da edición), México: Universidad Nacional Autónoma de México.
– Arriarán, Samuel (2010). Filosofía de la memoria y el olvido, México, Universidad Pedagógica Nacional.
-Bachelard, Gaston (1999). La intuición del instante, México, Fondo de Cultura Económica.
– Barthes, Roland; A.J. Greimas; Umberto Eco… (2004). Análisis estructural del relato, México, Ediciones Coyoacán.
– Garro, Elena (1993). Los recuerdos del porvenir (2da edición), México, Editorial Joaquín Mortín Laurel.
-Rico, Eugenia; Juan Cruz Ruiz, Francisco Javier Rodríguez (2012). Saber narrar, México, Aguilar.
-Ricouer, Paul (2006). Teoría de la interpretación (6ª edición), México, Siglo XXI editores.
– Stanislavsky, Constantin (1963). El manual del actor, México, Editorial Diana.
– Yañez, Adriana Vilalta (2011). El Tiempo y Lo Imaginario, Fondo De Cultura Económica, México,
– Zambrano, María (1996). Filosofía y poesía (4º edición), Fondo de cultura económica, México.
Fuentes electrónicas:
– Fuensanta Muñoz (2010). Ideas sobre interpretación: Stanislavsky. Recuperado de https://arteescenicas.wordpress.com/2010/01/15/ideas-sobre-interpretacion-stanislavsky/ consultado el 11 de enero 2019.
– Alemán, Manuel Maldonado (2010). Literatura, memoria e identidad. Una
aproximación teórica, Universidad de Sevilla. Disponible enhttps://revistas.ucm.es consultado el 04 de enero 2019.
– Platón. Cratilo o de la exactitud de los nombres. Disponible en: www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS Consultado el 14 de noviembre del 2018.
– Revilla Diego Miguel y María Sánchez-Agustí (2018), Revista de estudios sociales: Disponible en https://journals.openedition.org/revestudsoc/10383 consultado el 14 de mayo 2019.

 

ATENCIÓN
― Si desea imprimir o generar CORRECTAMENTE un PDF de este documento
Clic en el ícono verde que aparece a abajo
luego seleccione «Más Ajustes» y al fondo, en Opciones
“Gráficos de fondo”
― Si desea enviar un comentario
utilice el formulario que aparece mas abajo
― Si quiere escuchar la lectura de este documento
ábralo en su celular, toque los tres puntos en el ángulo superior derecho
y elija Escuchar
Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴