EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


“Infortunios de Alonso Ramírez”: De la lírica a la épica. Convergencias narrativas de un discurso híbrido.

por Mauricio Rojas
Artículo publicado el 27/03/2018

Resumen
El presente estudio rastrea las distintas instancias narrativas de “Infortunios de Alonso Ramírez”, texto que incorpora variantes discursivas complejas y diversas donde el predominio narrativo lo asume Alonso Ramírez compartiendo espacio textual en algunas instancias con el autor Carlos de Sigüenza y Góngora. Aquello complejiza la propuesta narrativa del tránsito de la Relación que enuncia y de igual modo la instancia o pacto autobiográfico asumido.

La situación autorial se involucra en la obra desde la perspectiva de un sujeto letrado que participa del trazado del infortunado Ramírez para incorporar una voz erudita que sitúa otras facetas e intenciones creativas como es el caso de la estrategia docta que procura conseguir mejoras para su situación por parte de la Corona española e igualmente los estratos retóricos son parte de esos modos de composición de un discurso que contiene lo hibrido en su dimensión de lenguaje.

“Infortunios” posicionalmente se delimita como Relación, pero no es el sentido univoco que podría definir su trayecto porque coexisten al ámbito factual otras formas de narración que enmascaran estrategias discursivas que remiten a otros maneras expresivas e instancias hermenéuticas de lectura.

Este trabajo indaga en la escritura hibrida y las mixturas diversas de la narración, despejando las posibilidades de considerar a “Infortunios” en su dimensión genérica especifica. Para ello se analiza el recorrido enunciado donde emerge la textualidad ficcional y las figuras retoricas que acompañan el desplazamiento del texto barroco publicado en 1690, y considerado como novela, libro historiográfico, de viajes, de ficción o Relación.

La hipótesis que organiza el trabajo es que la obra “Infortunios” es un texto que enmascara instancias narrativas ficcionales al trazado documental de Relación. Presentando variantes discursivas hibridas que dan cuenta de formas históricas, ficcionales y figuras retóricas como forma de un lenguaje distintivo para la época y estableciendo con ello el problema de la textualidad del enunciado.

En distintos momentos “Infortunios” refiere a su génesis de Relación. En una primera definición en el estudio preliminar de justificación de la edición publicada en 1902 el Licenciado y capellán del Rey Francisco de Ayerra menciona “El sujeto en el autor de esta relación que para noticia y utilidad común por no tener cosa digna de censura, será muy conveniente que la eternice la prensa”(Sigüenza y Góngora 23). Luego el texto establece la misma condición pero ahora desde la perspectiva de Alonso Ramírez quien expresa que el autor Carlos Sigüenza y Góngora: “Compadecido de mis trabajos, no solo formó esta Relación en que se contienen, sino que me consiguió con la intercesión y súplicas que en mi presencia hizo al Excmo. Sr. Virrey, Decreto para que D. Sebastián de Guzmán y Córdoba, factor veedor y proveedor de las cajas reales me socorriese, como se hizo” (Sigüenza y Góngora 131).

El sentido de la palabra Relación en el siglo XVI de acuerdo al Diccionario de Autoridades es una “narración o informe que se hace de alguna cosa que sucedió” pero circunscribiendo el término al ámbito específico de relaciones de conquista y colonización se vincula a un informe o relato solicitado por la Corona española.

La Cédula de Zaragoza de 1533 es la base que regula en detalle el contenido relatorio que se debe enviar hasta la Monarquía de España. En esta cédula fundamentalmente se ordena que

se informen los nombres de todas las provincias y poblaciones, que se averigüe cuáles fueron los primeros conquistadores, que se diga cuántas provincias hay pobladas de españoles, que se determine en que parte hay minas de metales, piedras, pesquería de piedras, que se determine que tributos podrá dar a la Corona cada encomendero, que se determine que tierras convendrá reservar para pobladores, que en adelante vayan a Indias y que se regule la justicia y hacienda en las provincias y cabeceras que quedaren en la Corona.
(Mignolo 72)

 Posteriormente el cuestionario se modifica para procurar obtener mayor información, establecido finalmente por el cronista y cosmógrafo López de Velazco en cincuenta preguntas a las que se ha de dar respuesta.

De acuerdo a esta matriz, existen referencias al modo relatorio en el cuerpo textual de “Infortunios” e igualmente como propósito del narrador Alonso Ramírez y del autor Carlos Sigüenza y Góngora para obtener beneficios o mejoras del Rey de España para la situación que ambos exponen en el texto; sin embargo aquello no pudiese ser leído en la dimensión unívoca porque en el desplazamiento narrativo hay marcas inscritas que constituyen voces de distinta procedencia, conteniendo la dimensión documental que le permite licencia de publicación, posibilitando incorporar (de acuerdo al procedimiento de composición advertido) un registro discursivo que emerge bifurcado y que instala facetas o modos de ficcionalización como forma que interpela el tránsito lector hacia otros márgenes de lectura.

El sentido de la Relación no es propiciar entretención en el lector sino que proporcionar información específica a la Corona, “Quiero que se entretenga el curioso que esto leyere por algunas horas con las noticias de lo que á mí me causó tribulaciones de muerte por muchos años” (Sigüenza y Góngora 27). Las formas incorporadas en “Infortunios” abarcan otras capas de recorrido hermenéutico y la capa primaria de definición es un aspecto formal para obtener licencia de publicación y desde ahí asumir espacios enmascarados de composición retórica y ficcional que por entonces continuaban prohibidos en América.

De acuerdo a la perspectiva que este trabajo propone “Infortunios de Alonso Ramírez” no contiene únicamente la forma discursiva de Relación, porque subyacen dispositivos de comunicación híbridos que procuran otro tipo de formas e intenciones creativas.

La voz de Alonso Ramírez emerge como el narrador predominante que cuenta sus aventuras durante tres años por distintas ciudades y puertos del mundo donde fue cautivo por piratas ingleses junto a su tripulación a cargo. ¿Es posible preguntarse entonces acerca de “Infortunios” como autobiografía? Ciertamente existen huellas documentales de la vida del infortunado hombre puertorriqueño, pero a pesar de contener información relevante de Alonso Ramírez la faceta dada por el autor Sigüenza y Góngora en su condición de editor, coexiste en el texto ya que la transmisión que llega al erudito mexicano es mediante la oralidad que Ramírez le relata y desde esa forma el autor barroco elabora y reconstruye el texto.

Otra problemática se manifiesta en el narrador, ya que si bien el predominio narrativo lo asume Alonso Ramírez trazando con sus experiencias el recorrido del relato con aventuras de viaje desafortunadas y periplos que lo hacen deambular por múltiples lugares y geografías diversas. Esta circunstancia es compartida por el autor Sigüenza y Góngora quien emerge a momentos en el trazado fundamental para participar del texto. Incorporando la posición de una voz narrativa que instala la perspectiva letrada de conocimientos náuticos, geográficos y de la faceta retórica incorporada, delineando con ello el lugar docto de la escritura que procura hallar en el rey consideraciones a su condición de erudito barroco.

“Lo que hay detrás de una máscara nunca es un rostro. Siempre es otra máscara. Las distintas máscaras son una herramienta, las usas porque te sirven para vivir. No sé qué es eso de la autenticidad. Lo que sé es que la vida es un complejo sistema de enmascaramiento y simulaciones”
(José Donoso)

Hay consecuencias semánticas en “Infortunios” que hacen difícil adscribir la obra en un determinado espacio discursivo porque son distintos los aspectos de narración que subyacen a la dimensión escritural primaria, dando cuenta con ello de la huella barroca de la cual Carlos Sigüenza y Góngora constituye un relieve en Hispanoamérica e “Infortunios” un texto representativo del siglo XVII con sus formas retóricas y artificios elocuentes que comparten espacio textual con el sentido de Relación y crónica.

En el texto de Connie Janiga “Los Infortunios de Alonso Ramírez. La primera Novela moderna en Hispanoamérica” la investigadora define que “aunque pienso probar estructuralmente que Infortunios es novela, será mi intento también negar la visión hasta ahora cultivada de esta obra como documento histórico o como libro de viajes y geografía” (191).

“Infortunios” ciertamente contiene formas de ficcionalización como proceder discursivo que procura situar la narración en distintas capas de lectura para constituirse como obra heterogénea, pero a pesar de aquella estrategia de composición no contiene la forma, la estructura, ni la génesis de texto ficticio porque no es su modo de representación, su elaboración ni sus propósitos como si lo es la novela. Se puede postular que hay dos líneas discursivas que comparten espacio textual en el contenido de “Infortunios” y una de ellas es la dimensión ficcional donde convergen varias formas de escrituras, emergiendo hipérboles, metáforas, reiteraciones e incluso un “donosísimo cuento” que en ningún caso podrían configurar a “Infortunios” como novela.

La otra línea discursiva claramente definida es la instancia factual de Relación y documento que tiene por destinatario la Corona de España.

Cedomil Goic en “La novela hispanoamericana colonial” estudia los distintos modos de elaboración de la novela en el período rastreado y citando el texto de Wolfgang Kayser “origen y crisis de la novela moderna” desarrolla el concepto estableciendo que “novelas son las narraciones imaginarias que presentan un narrador ficticio y se refieren a un mundo; narraciones que adquieren una forma cerrada cuando acontecimiento, personaje o espacio se constituyen en el plano configurante” (370).

“Infortunios” no adscribe a aquella forma narrativa por cuanto Alonso Ramírez existió realmente. Fue un individuo puertorriqueño del siglo XVII que deambuló por distintas costas del mundo con la idea primaria de conseguir mejores expectativas de vida y a ello se agrega que la obra no es una narración imaginaria y más bien, los modos y estrategias de composición son para construir dos niveles de enunciación donde las unidades narrativas presentes sustentan la dimensión ficticia y retórica del texto bifurcado.

Cedomil Goic establece en su investigación que hay obras de carácter histórico “que incurren en el tipo intencional de préstamos poéticos esporádicos cuando con propósitos de amenidad esencialmente, alteran la situación narrativa real o de escritura, creando una situación narrativa de ficción variadamente elaborada, o bien para mantener una cercanía con el relato oral y extremo, imitan su situación fingiendo una situación autobiográfica” (374)

Al respecto considera que “El lazarillo de los ciegos caminantes” de 1773 e “Infortunios de Alonso Ramírez” de 1690 constituyen dos modos representativos de ese grupo. El texto de Alonso Carrió de la Vandera como libro de viajes y el de Carlos de Sigüenza y Góngora en su dimensión biográfica.

A juicio de esta investigación “Infortunios” no es un texto unívoco de género y si “conviven” prestamos poéticos en su configuración como modalidades de discurso ficticios o verídicos donde igualmente los “tratados históricos, religiosos o morales, reciben estos préstamos dictados por normas tradicionales y conveniencias retóricas. Sin que por tal razón sean comprendidas o leídas como novelas (Goic 374)

La posición de Connie Janiga de “proponer que los Infortunios de Alonso Ramírez es en efecto una novela” (189) presenta el problema de una lectura errada al forzar la textualidad enunciada hacia espacios hermenéuticos equívocos por cuanto “Infortunios” tiene propósitos concretos de interés en el ámbito relacional, pretendiendo conseguir primeramente que Alonso Ramírez sea considerado como propietario de la embarcación y de los respectivos pertrechos que trae, y a la vez no ser considerado como traidor o antagonista a la Corona.

Alonso Ramírez, es ayudado por el autor Sigüenza y Góngora para llegar hasta el Virrey y narrar sus experiencias, “el viernes siguiente besé la mano á Su Excelencia y correspondiendo sus cariños afables á su presencia augusta, compadeciéndose primero de mis trabajos y congratulándose, de mi libertad con parabienes y plácemes escuchó atento cuanto en la vuelta entera que he dado al mundo queda escrito, y allí solo le insinué á Su Excelencia en compendio breve” (Sigüenza y Góngora 130).

De igual modo el autor Carlos de Sigüenza y Góngora procura en voz de Ramírez obtener una mejor posición académica, puesto que considera que su trabajo no es a su entender el que merece, debido a su particular condición de “cosmógrafo y catedrático de matemáticas del Rey nuestro señor en la Academia mexicana, y capellán mayor del hospital Real del Amor de Dios”(Sigüenza y Góngora 130).

“El texto producido por la colaboración entre Carlos de Sigüenza y Góngora y Alonso Ramírez en 1690 no fue ficción sino relato basado en las experiencias verdaderas de un marinero puertorriqueño” (López Lázaro 87). En efecto, “Infortunios” como obra controvertida ha sido leída desde distintas apreciaciones hermenéuticas porque su forma múltiple de composición abre espacios de lecturas variadas y a pesar de la prueba documental hallada por el investigador Fabio López Lázaro (respecto a la correspondencia del virrey y Conde de Galve Gaspar de Sandoval Cerda con su hermano) persisten las interpretaciones de “Infortunios” como texto de ficción o novela.

La veracidad de la existencia de Alonso Ramírez queda establecida en la siguiente carta de Gaspar de Sandoval Cerda:

Excelentísimo señor, hermano, amigo y señor mío: Acompañan a esta veinte relaciones del viaje que hizo Alonso Ramírez, natural de Puerto Rico, desde las islas Filipinas hasta la provincia de Campeche donde se perdió, que habiéndole mandado viniese a esta corte hice le tomasen declaración de la derrota e infortunios que padeció en tan inaudita navegación hasta estos tiempos, que por ser bien rara y peregrina la remito a Vuestra Excelencia. He hecho se imprima para poder enviar muchos duplicados a V.E. por si gustase repartir entre los amigos, que yo sólo la envío al Marqués de los Vélez, de que doy cuenta a V.E., cuya excelentísima persona guarde Dios muchos años como he menester. México, 1 de julio de 1690. A los pies de V.E. su servidor y mayor amigo, El Conde de Galve.
(López Lázaro 100)

Aquello evidencia que “Infortunios” no funda su desplazamiento textual en la imaginación del erudito barroco Sigüenza y Góngora sino que es un texto que tiene fundamento histórico en las experiencias “de un verdadero marinero hispano que arribó a las costas de la Nueva España en el otoño de 1689” (López Lázaro 88).

La forma de composición es diversa pero es un modo incorporado para completar el proceso de comunicación en el ejercicio lector. Haciendo complejo poder establecer en “Infortunios” solo un ámbito de intencionalidad comunicativa y “sin recurrir a los archivos para comprobar su veracidad, sin embargo, es imposible distinguir la verdad o mentira histórica de las imaginaciones ficticias, es decir, los hechos tal y como los relata el testigo ocular de cómo los imagina un escritor” (López Lázaro 87) pero a pesar de ello existen marcas que pueden atribuirse a Sigüenza y Góngora como es su posición letrada y sus artilugios retóricos: “Pero siendo pensión de los sucesos humanos interpolarse con el día alegre de la prosperidad, la noche pesada y triste del sinsabor” (Sigüenza y Góngora 34).

La funcionalidad retórica de esta forma expresiva presenta distintas intenciones comunicantes. Primeramente emerge la expresión lírica que sitúa el estado del hablante en espacios poéticos, por cuanto la forma de la expresión se desvincula del lector destinatario “original” de la Relación para acudir a otro tipo de destinatario ya que el contenido enunciado es funcional a la matriz emotiva, pero esta vez desde un artificio semántico que procura otro referente. De igual modo las formas líricas asumen una de las capas narrativas. Y es desde la voz de Alonso que esta estrategia discursiva halla el soporte textual de interés del autor Carlos de Sigüenza y Góngora porque la voz de Alonso Ramírez puede decir aquellas otras narrativas enmascaradas en el texto de predominio histórico pero híbrido, “lástima es grande el que no corran por el mundo grabadas á punta de diamante en láminas de oro las grandezas magníficas de tan soberbia ciudad” (32). O “desengañado en el discurso de mi viaje de que jamás saldría de mi esfera con sentimiento de que muchos con menores fundamentos perfeccionasen las suyas, despedí cuantas ideas me embarazaron la imaginación por algunos años” (Sigüenza y Góngora 43). Entonces el erudito mexicano “se vale del personaje que le ha de servir de idóneo portavoz” (Arrom 186) para que la escritura se construya en distintos niveles de comunicación y así elaborar las estrategias discursivas que hacen de “Infortunios” un texto barroco relevante.

Regresando a la expresión el “día alegre de la prosperidad (y) la noche pesada y triste del sinsabor”. Desde los antagonismos día-noche emerge el sentido de comparación y la noción de los contrarios abre la posibilidad esperanzadora del día que representa en su variante alegórica la libertad potencial entendiendo que desde aquella faceta cronológica de visibilidad exterior. En el entendido que quienes pudiesen verlos serian navíos expedicionarios de España.

El día igualmente es el lugar donde se ha de estar alerta ante las diversas eventualidades del suceder. En tanto que las horas nocturnas representan la dimensión más cabal del “ser” prisionero, las cadenas, la opresión y el sentido donde no hay existencia exterior .Condicionada al alba del día siguiente.

“La noche pesada y triste del sinsabor” es la rutina que contabiliza la cronología y la transición del estado diurno posible de mejoras que pasa dando espacio a lo real, a lo tangible de esas horas donde la densidad emotiva hace perder el sentido de esperanza.

La faceta lírica emerge habitual en el texto y por ello el estado de arrobamiento al constatar “las grandezas magníficas de tan soberbia ciudad” que estremece con ello el espacio emocional de Alonso y la conmoción producida lo hace querer que otros también pudiesen vivir la experiencia que presenta como única, y por eso la “lástima es grande el que no corran por el mundo grabadas á punta de diamante en láminas de oro las grandezas magníficas de tan soberbia ciudad”.

El verso remite al lenguaje de la imagen que es una de las apelaciones de la poesía y la ciudad única que refiere la equipara con un mineral preciado, situando con ello el ejercicio de la comparación y el sentido de hipérbole.

Un significativo pasaje donde la ficcionalización emerge desvinculada del trazado narrativo es cuando en la obra se incorpora un cuento:

No puedo proseguir sin referir un donosísimo cuento que aquí pasó. Sabiéndose, porque yo se lo había dicho á quién lo preguntaba, ser esclavo mío el negrillo Pedro, esperando uno de los que me habían examinado á que estuviese solo, llegándo á mí y echándome los brazos al cuello, me dijo así:

— ¿Es posible, amigo y querido paisano mío, que os ven mis ojos? ¡Oh, cuántas veces se me han anegado en lágrimas al acordarme de vos! ¡Quién me dijera que os había de ver en tanta miseria! Abrazadme recio, mitad de mi alma, y dadle gracias á Dios de que esté yo aquí.

Pregúntele quién era y cómo se llamaba, porque de ninguna manera lo conocía. ¿Cómo es eso, me replicó, cuando no tuvisteis en vuestros primeros años mayor amigo, y para que conozcáis el que todavía soy el que entonces era, sabed que corren voces que sois espía de algún Corsario, y noticiado de ello el gobernador de esta provincia os hará prender, y sin duda alguna os atormentará. Yo por ciertos negocios en que intervengo tengo con su señoría relación estrecha y lo mismo es proponerle yo una cosa que ejecutarla. Bueno será granjearle la voluntad presentándole ese negro, y para ello no será malo el que me hagáis donación de él. Considerad que el peligro en que os veo es en extremo mucho. Guardadme el secreto y mirad por vos, si así no se hace, persuadiéndoos á que no podré redimir vuestra vejación si lo que os propongo, como tan querido y antiguo amigo vuestro, no tiene forma.
(Sigüenza y Góngora 122-123)

El encuentro de Alonso Ramírez con un hombre desconocido que le hace creer haber sido su amigo, define la estrategia de engaño presentando la narrativa, la metáfora del engaño y simulación que por entonces viven los criollos a través del sentido de despojo de derechos y posibilidades de autonomía social al ser sometidos entre otras cosas, al sistema de tributos y las libertades mínimas de ordenanzas donde también direccionaban la faceta cultural y lo que podía o no ser leído en territorio colonial era delimitado por las autoridades.

Tras el encuentro de Alonso con el desconocido expresa que “no soy tan simple, le respondí, que no reconozca ser Vmd. un grande embustero y que puede dar lecciones de robar á los mayores corsarios. A quien me regalare con trescientos reales de á ocho que vale, le regalaré con mi negro, y vaya con Dios” (Sigüenza y Góngora 122-123). Al infortunado Ramírez entonces le hacen saber que las posiciones que tiene a su haber no son del y condicionando y limitando su trayecto le indican “que debajo de graves penas no saliese de la villa para las playas, porque la embarcación y cuánto en ella venía pertenecía á la cruzada” (Sigüenza y Góngora 125).

Otro momento ficcional se presenta cuando los corsarios ingleses le dan a Alfonso Ramírez la posibilidad de liberarlo en una isla “pero considerando la barbaridad de los negros moros que allí vivían, hincado de rodillas y besándole los pies con gran rendimiento, después de reconvenirles con lo mucho que les había servido y ofreciéndome a asistirles en su viaje como si fuese esclavo, conseguí el que me llevasen consigo” (Sigüenza y Góngora 70).

Además del componente ficcional y el sentido de hipérbole del actuar de Alonso que ha padecido todo tipo de tormentos por los ingleses corsarios, resultando al menos dudoso que no quiera acceder a la liberación y seguir cautivo en manos piratas con la incertidumbre continúa de poder morir en cualquier momento.

El hablante continúa en la forma hiperbólica con mayor énfasis y sarcasmo, “agradecí les la merced, y haciendo refleja á las obligaciones con que nací, les respondí con afectada humildad el que más me acomodaba á servirlos á ellos que á pelear con otros, por ser grande el temor que les tenía á las balas, tratándome de español cobarde y gallina, y por eso indigno de estar en su compañía, que me honrara y valiera mucho, no me instaron más”. (Sigüenza y Gongora70).

Para el capitán de la tripulación a cargo de veinticinco hombres resulta impensado y extraño temer al enfrentamiento y no asumir el rol que lo convoca porque necesariamente la posibilidad beligerante condiciona el espacio de desplazamiento donde enfrentar a otras embarcaciones es habitual toda vez que el siglo XVI es una época en que ingleses, franceses y holandeses disputan el predominio marítimo de España en América.

La ironía se posiciona en este fragmento para incorporar además la idea de pertenencia al imperio hispano como súbdito criollo que asume el sentido posicional de no caer cautivo en manos de quienes fueron los antagonistas conquistadores de los españoles durante siglos. Por ello Alonso Ramírez continúa su sacrificio bajo dominio inglés, escogiendo aquella vía al sometimiento de los moros. Circunstancia que igualmente se presenta como la alegoría del cautivo Ramírez vivida ahora en manos de los ingleses al igual que España por parte de los moros durante siglos.

Otro de los rasgos relevantes en Alonso Ramírez son las huellas psicológicas presentes debido a que es un personaje que cambia en el transcurso narrativo. La personalidad del infortunado hombre puertorriqueño no se mantiene estable y sus circunstancias internas se desarrollan progresivamente. Las marcas del editor Sigüenza y Góngora quedan manifiestas en la construcción de Alonso Ramírez en tanto personaje. La dimensión psicológica de Alonso va modificando su forma de pensamiento propiciando en su “ser” complejidades que no son propias de un individuo con las características de Ramírez, “Alabo á cuantos, aun con riesgo de la vida, solicitan la libertad, por ser sola ella la que merece, aun entre animales brutos, la estimación” (Sigüenza y Góngora 76).

La forma de expresión “filosófica” enunciada no podría vincularse a una proposición discursiva del hablante Ramírez y si a la estrategia ficcional de la técnica narrativa del autor-editor Sigüenza y Góngora. En la misma concepción discursiva tras ser liberados expresa que “con un regocijo nunca esperado suele de ordinario embarazarse el discurso, y pareciéndonos sueño lo que pasaba, se necesitó de mucha reflexa para creernos libres” (Sigüenza y Góngora 76).

El desarrollo psicológico del personaje Alonso Ramírez modifica su personalidad. Inicialmente la perspectiva idealista lo motiva a viajar en búsqueda de mejores oportunidades ya que la condición de pobreza en la que vivía en San Juan de Puerto Rico propician su desplazamiento procurando hallar un trabajo que le brinde opciones favorables de vida.

Cuando refiere a su contexto familiar Alonso Ramírez define sus circunstancias de origen y el oficio de su progenitor supuestamente andaluz : “Era mi padre carpintero de ribera, é impúsome (en cuanto permitía la edad) al propio ejercicio, pero reconociendo no ser continua la fábrica y temiéndome no vivir siempre, por esta causa, con las incomodidades que aunque muchacho me hacían fuerza determiné hurtarle el cuerpo á mi misma patria para buscar en las ajenas más conveniencia” (Sigüenza y Góngora 30). Luego al referir a su madre informa, “y sé muy bien haber nacido mi madre en la misma ciudad de Puerto -Rico y es su nombre Ana Ramírez, á cuya cristiandad le debí en mi niñez lo que los pobres solo le pueden dar a sus hijos que son consejos para inclinarlos á la virtud” (Sigüenza y Góngora 29- 30). Y es así como a los trece años el capitán Juan de Corcho lo incorpora a su tripulación como paje iniciando una vida activa que lo va llevar a desempeñar oficios varios para sobrevivir.

Instalado en México cree que sus posibilidades si le serán favorables y desde otra variante retórica emerge el sentido de hipérbole, “aplicándome á servir á un carpintero para granjear el sustento en el ínterin que se me ofrecía otro modo para ser rico” (Sigüenza y Góngora 32).

Aquellas instancias cotidianas hacen que el marinero de San Juan de Puerto Rico se desplace a distintos lugares y en lugar de hallar estabilidad y buen pasatiempo las circunstancias hostiles acompañan su trazado habitual y tras tomar conocimiento del cargo de corregidor obtenido por un pariente de su madre en la ciudad de Huasca se dirige hasta ahí con la idea de obtener “por lo menos alguna mano para subir un poco”(28), pero al acudir hasta la ciudad mexicana para contactar a Luis Ramírez su expectativa de asumir algún cargo es abortada ya que como expresa, “conseguí después de un viaje de ochenta leguas el que negándome con muy malas palabras el parentesco, tuviese necesidad de valerme de los extraños por no poder sufrir despegos sensibilísimos por no esperados” (Sigüenza Y Góngora 33).

Alonso Ramírez en trance límite de su condición precaria errante y con la incertidumbre de no poder cubrir sus necesidades mínimas decide que su nuevo destino es Filipinas. Para ello maximaliza su idea al punto que considera posible toda opción para llegar hasta ahí: “Desesperé entonces de poder ser algo, y hallándome en el tribunal de mi propia conciencia, no solo acusado, sino convencido de inútil, quise darme por pena de este delito la que se da en México á los que son delincuentes, que es enviarlos desterrados á las Filipinas. Pasé, pues, á ellas en el galeón Santa Rosa” (Sigüenza y Góngora 37).

Alonso Ramírez vive muchas situaciones desfavorables hasta conseguir un avance significativo considerando su condición anterior. Investido capitán de navío en la expedición que debe ir en la búsqueda de pertrechos y bastimentos para la tripulación y es así como a cargo de una veintena de hombres zarpa para obtener los elementos de carencia donde finalmente son tomados prisioneros por los corsarios ingleses que por entonces disputaban el predominio marítimo de la Corona española.

El siglo XVII es una época de apogeo mercantil. Las rutas oceánicas que han sido navegadas por distintos exploradores posibilitan que las mercancías sean desplazadas entre Europa y Asia y América. Es en este contexto incorporarse a algún navío era una de las posibilidades consideradas para viajar a América. Alfonso de Ramírez enfatiza en esta práctica de antaño“¿Cuántos desde la antigua navegan sedientos a la Nueva España”(Sigüenza y Góngora 28) para hallar riquezas, piedras, oro o distintas mercancías de valor.

La subjetividad de este documento, cuya matriz histórica se mezcla con el relato fundado en la memoria del infortunado hombre han llevado algunos críticos a postular como “novela” esta obra. “Infortunios” en ningún caso podría ser vinculada a ese género literario porque el manuscrito remite al espacio histórico y de manera formal adquiere esta categoría en dos instancias correlacionadas. La primera es la dedicatoria de los “Infortunios” a Gaspar de Sandoval Cerda Conde de Galve, Virrey, Gobernador y Capitán y general de la Nueva España y la otra instancia es cuando este autoriza la publicación de este libro luego de la censura previa.

“La narración de todas estas experiencias revela un progreso en la caracterización psicológica de Ramírez, lo cual culmina al final de la obra cuando el habla con el virrey. Ya se ve hombre experimentado y sufrido, que siente la necesidad de comunicarle al publico sus aventuras” (Janiga 195)

“La obra propone ser un reporte de testigo presencial y el tono conversacional, oral, en primera persona lo refuerza. Se revelan los hechos, los sufrimientos y la personalidad de Ramírez en un tono tan personal que hace que el lector se acerque más al texto” (Janiga196). Texto en el cual Alonso Ramírez adquiere cambios significativos como es el caso de acceder a la propiedad de un esclavo o rango de capitán de embarcación consiguiendo con ello algún avance a su desplazamiento desdichado donde finalmente obtiene la liberación y algunos logros buscados desde que salió en primer viaje desde Puerto Rico.

La dimensión épica del personaje y narrador Alonso Ramírez se funda inicialmente en el sentido de sus hechos históricos que deslindan en las fronteras ficticias de su actuar porque no toda sus acciones son verídicas y las formas de verosimilitud contienen espacios de interpretación múltiple. Configurándose en ese trayecto las variantes narrativas donde el marinero puertorriqueño a través de su peregrinación católica establece un tipo de héroe que a pesar de todas las circunstancias hostiles emerge enarbolando una posición criolla que aún no se desvincula totalmente de la Corona, pertenece a ella criticando alguno de sus idearios pero comparte aquella relevante idea la cruz donde el sujeto peregrino de fe, ha vivido, sufrido y soportado todas las condiciones de sufrimiento posible en concordancia con la vida de Jesucristo.

El final de trayecto de Alonso Ramírez es hacia los dominios de la Corona española. En esas zonas el narrador de Puerto Rico contiene parte importante de su identidad donde la pertenencia como sujeto criollo no logra desvincularse del proyecto colonial hispano y únicamente hay instancias críticas pero que no constituyen antagonismos ni formas de desprendimiento del sistema impuesto. Lo que hay en el desarrollo de Ramírez es la condición hibrida de un acontecer que va de lo real a lo ficticio, constituyendo sus desplazamientos de viaje donde las virtudes del buen cristiano finalmente logran el efecto virtuoso de pasar todas las “pruebas” situadas en el camino dificultoso.

Conclusión
“Infortunios” es un texto “moderno” para el siglo XVII. La técnica de las formas desplegadas por Carlos de Sigüenza y Góngora es una estrategia de composición asumida debido a la condición del texto donde la variante oral del personaje narrador Alonso Ramírez permite al autor construir formas de narración y figuras retoricas en desplazamiento porque el texto de matriz histórica presenta complejidades y hierros hermenéuticos como es el caso de circunscribir el libro al ámbito de la novela.

La historia y la situación contextual de Alonso Ramírez posibilita espacios para la digresión y fundamentalmente para las inserciones o intersticios ficcionales debido a la vida asombrosa del hablante Ramírez durante tres años donde las situaciones limítrofes, maximalistas, curiosas, complejas y hostiles acompañaron el trazado del narrador oral. El imaginario de aventuras de la época entonces lleva a la confusión del texto creyendo que el texto en su continuum lingüístico ficcional a la vez que permiten situar estos modos de lenguaje que apelan al lector, al lector otro que debe escudriñar entre capas las distintas circunstancias narrativas propuestas ya por el autor editor Sigüenza y Góngora como formas de un discurso híbrido.

La textualidad de “Infortunios” contiene aquellas facetas enmascaradas primeramente porque el modo de representación abre el espacio para que aquello se produzca, porque por entonces la prohibición en América de la construcción de obras de ficción continuaba y porque el autor Sigüenza y Góngora considera que a través de la narración a momentos alternada para desarrollar sus distintas técnicas letradas y formas retóricas que amplían el registro protocolar de la formal Relación. El sentido lírico es uno de los rasgos que emerge del texto con bastante decisión y desde otra instancia el sentido épico da cuenta de un hombre puertorriqueño que en “peregrinatio” deambuló por distintas costas y tierras del mundo y la instancia de la fe acompañó su trayecto, fue en toda instancia un buen cristiano y devoto de la virgen y aún en los momentos más extremos reniega de Dios y únicamente se mantiene inalterable su creencia.

La textualidad de “Infortunios” contiene aquellas facetas enmascaradas primeramente porque el modo de representación abre el espacio para que aquello se produzca, porque por entonces la prohibición en América de la construcción de obras de ficción continuaba y porque el autor Sigüenza y Góngora considera que a través de la narración a momentos alternada para desarrollar sus distintas técnicas letradas y formas retóricas que amplían el registro protocolar de la formal Relación. El sentido lírico es uno de los rasgos que emerge del texto con bastante decisión y desde otra instancia el sentido épico da cuenta de un hombre puertorriqueño que en “peregrinatio” deambuló por distintas costas y tierras del mundo y la instancia de la fe acompañó su trayecto, fue en toda instancia un buen cristiano y devoto de la virgen y aún en los momentos más extremos reniega de Dios y únicamente se mantiene inalterable su creencia.

Es una obra singular de las letras coloniales por su composición y tratamiento temático donde la complejidad del libro maneja con buen registro los elementos históricos y los usos retóricos del texto.“Hay, pues, un sutil juego de relaciones mutuas entre un “yo” y un “el” narrativos, que alternativamente se desplazan y contraponen o, por mejor decir, que van sustituyendo el uno al otro” (Arrom 179).

 

Bibliografía:
Fuentes primarias:
De Sigüenza y Góngora, Carlos. “Infortunios de Alonso Ramírez”. Madrid: Imprenta de la Viuda de Gabriel Pedraza ,1902
De Sigüenza y Góngora, Carlos. “Infortunios de Alonso Ramírez” Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984.
De Sigüenza y Góngora, Carlos. “Seis Obras”. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984.
B) Fuentes secundarias:
Anadon, José. “En torno a los Infortunios de Sigüenza y Góngora”. Historiografía literaria de América Colonial. Santiago de Chile: Ediciones PUCCH, 1988.pp.175-196.
Arrom, José.” “Carlos de Sigüenza y Góngora. Relectura criolla de los “infortunios” de Alonso Ramírez”. Imaginación del Nuevo mundo. México D.F: Siglo XXI Editores, 1991.pp. 175-196.
——————.”Prefacio”. Imaginación del Nuevo mundo. México D.F. Siglo XXI Editores. 1991. 11-18.
Elliot, John. “España y América en los siglos XVI y XVI”. América latina en la Época Colonial. Barcelona: Editorial Crítica, 2002. 187-228.
Espandon, Patricia. “La cultura barroca en Indias: la visión de Mariano Picón Salas”. Revista de Estudios Latinoamericanos (2006): pp. 35-49.
Goic, Cedomil. (1982): “La novela hispanoamericana colonial”. Luis Iñigo Madrigal. Historia de la Literatura Hispanoamericana. (Tomo I. Época Colonial). Madrid: Cátedra. 369-406.
Ibáñez, María Isabel. “El Discurso historiográfico de dos textos representativos de los siglos XVI y XVII: “El Carnero” de Juan Rodríguez Freile e “Infortunios de Alonso Ramírez” de Carlos de Sigüenza y Góngora”. Tesis de Magister. Universidad de Chile, 1988.
Invernizzi, Lucia. “Naufragios e Infortunios: Discurso que transforma fracasos en triunfos”. Revista Chilena de Literatura (Abril. 1987): 7-22. Impreso.
Janiga, Connie. “Los Infortunios de Alonso Ramírez. La primera Novela moderna en Hispanoamérica”. Relación entre Novela, Crónica y Picaresca en la Literatura de España. Indiana University of Pennsylvania: Hispanic Literatures, 1981.189-200.
López Lázaro, Fabio. “La mentira histórica de un pirata caribeño: El descubrimiento del trasfondo histórico de los Infortunios de Alonso Ramírez”. Anuario de Estudios Americanos. (Julio-Diciembre. 2007): 87-104.
Leonard, Irving. “Prólogo”. Seis Obras. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984. IX-XXXIII. Impreso.
Leonard, Irving. Don Carlos de Sigüenza y Góngora. University of California, 1929.
Leonard, Irving. Ensayo Bibliográfico de Sigüenza y Góngora. Monografías bibliográficas mexicanas: México D.F.1925.
Maravall, José Antonio. “La cultura del Barroco como un concepto de época”. Introducción a la cultura del Barroco. Análisis de una estructura histórica. Barcelona: Ariel, 1990: 21-51.
Massmann, Stefanie. “Casi semejantes: Tribulaciones de la identidad criolla en Infortunios de Alonso Ramírez y Cautiverio Feliz”. Revista Atenea. (2007): 112-125.
Moraña, Mabel. “Barroco y conciencia criolla en Hispanoamérica”. Viaje al silencio: exploraciones del discurso Barroco. México, D.F: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 1998: 25-65.
Picón, Salas, Mariano. “El Barroco de indias”. De la Conquista a la Independencia. Tres siglos de Historia Hispanoamericana. México D.F: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 1998. 25-65.
Rojas, Garcidueñas, José. Don Carlos de Sigüenza y Góngora: Erudito Barroco. México D.F: Ediciones Xochitl, 1945.
Taiano, Leonor. “Infortunios de Alonso Ramírez: Consideraciones sobre el texto y su contexto”. Revista Bibliográfica Americana. (Diciembre 2011):pp. 180-200.
Torres Duque, Oscar. “El Infortunio como valor épico. Una aproximación a la dimensión épica de la crónica novelesca”. Revista de Literatura Hispánica Inti. (2002): pp.110-128.
Zinni, Mariana. “Infortunios de Alonso Ramírez, de Carlos Sigüenza y Góngora: Aproximaciones a una geografía poscolonial”. Revista Chilena de Literatura. (Abril de 1987): pp.7-22.

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴