EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Interpretación de la antigüedad por el camino de la literatura. Desde los homéridas hasta Virgilio

por Luis Quintana Tejera
Artículo publicado el 26/01/2025

Introducción
En relación con los orígenes de la literatura griega conviene que el lector tenga en cuenta el siguiente texto que ha de servirle como introducción general al tema aquí tratado y, también, como antecedente para la denominada “Cuestión homérica” que será abordada posteriormente.

Arnold Hauser dice al respecto:
Las epopeyas homéricas son los poemas más antiguos que poseemos en lengua griega, pero no pueden ser considerados en modo alguno como la más antigua poesía griega; y esto no sólo porque su estructura es demasiado complicada para corresponder a una época inicial y porque su contenido es demasiado contradictorio, sino también porque la leyenda de Homero mismo contiene muchos rasgos que son incompatibles con el retrato del poeta que podríamos trazar ateniéndonos al espíritu ilustrado, escéptico y frecuentemente frívolo de sus epopeyas (1968: 85).

Abstrac
In relation to the origins of Greek literature, the reader should take into account the following text, which should serve as a general introduction to the topic discussed here and, also, as a background for the so-called “Homeric Question” that will be addressed later.

Arnold Hauser says about it:
The Homeric epics are the oldest poems we have in the Greek language, but they cannot be considered in any way the oldest Greek poetry; and this not only because its structure is too complicated to correspond to an initial period and because its content is too contradictory, but also because the legend of Homer himself contains many features that are incompatible with the portrait of the poet that we could draw in accordance with the enlightened spirit. , skeptical and frequently frivolous of his epics. (1968: 85).

El genio griego expresado en la creación literaria
1.-La raza helénica debe ser concebida desde el punto de vista de la variedad de sus aptitudes. Los griegos sobresalieron precisamente por esta capacidad de adaptación a diversos factores y por la entrega al arte desde diferentes perspectivas. Parece ser que el heleno se mueve en un marco de equilibrio — sofrosyne—que le permite “poner razón en la imaginación, espíritu en el sentimiento y reflexión en la pasión”.

2.-Destaca de manera particular la imaginación del pueblo griego y su fineza de espíritu. Constatamos, por supuesto, que la imaginación es común a muchos pueblos antiguos, por no decir a todos, pero en los helenos reviste un carácter muy particular; en este sentido su mitología constituye un ejemplo muy claro.

3.-La libertad individual es una marca inequívoca del genio griego. Por ejemplo, sucede a veces que los mismos temas se reiteran a través de generaciones, pero casi nunca la autoridad de los predecesores se impone completamente a los que recién comienzan.

4.-La lengua griega permite la expresión de este genio creador. Desde sus orígenes posee un carácter musical acentuado y la utilización en poesía de metros diversos autorizaba a comprender la riqueza de esta lengua.

Caracteres literarios
Mencionaremos cuáles son los caracteres esenciales de la literatura griega con el objetivo de proporcionar las bases primordiales para proceder posteriormente al estudio de los textos que incluiremos en el presente volumen.
1. Es una literatura regularen lo que tiene que ver con la aparición de los géneros literarios. Es dado observar de qué manera los géneros responden a un orden que históricamente ha de ser el más adecuado; comienzan con la epopeya, sigue lo lírico, posteriormente el género dramático y, por último, la historia, la filosofía y la concepción didáctica de esta misma literatura.
2. Espontánea. Conectado con la característica anterior surge el concepto de espontaneidad, es decir, que se trata de una literatura no intencionada que surge naturalmente del genio griego. Dicho de otra forma, la literatura griega clásica es anterior a la formulación de las reglas estéticas. Apenas Aristóteles en el siglo IV en su Retóricay en su Poéticaconcreta en reglas o preceptos estéticos los motivos que inspiraron a los poetas clásicos, quienes con anterioridad a estas reglas compusieron sus obras.
3. Clasicismo. Este carácter de la literatura griega puede ser interpretado en varios sentidos:
A) Porque ha llevado a cabo un determinado ideal de belleza al que tradicionalmente se le llama clásico; éste se apoya en el equilibrio lleno de armonía que aparece representado en las facultades artísticas del ser humano.
B) Porque ha servido de modelo a literaturas posteriores que la intertextualizaron.
C) Porque ha alcanzado el mayor logro estético en todos los géneros literarios.<
4. El creador griego oculta al modelo. Durante mucho tiempo se consideró a la literatura griega como original, es decir, que no tuvieron modelos anteriores. En realidad, esta característica es muy discutible puesto que sí existieron modelos que la literatura griega supo ocultar o disfrazar. Estas influencias intertextuales procedían primordialmente de los fenicios y de los egipcios.
Es incuestionable la poderosa capacidad de adaptación que los griegos impusieron sobre el material artístico extranjero.
5. Popular.La literatura griega va dirigida al pueblo y es comprendida por él y por ello se considera como popular.
6. Aristocrática. Aquí también surge un problema de interpretación, puesto que junto al carácter anterior se impone éste que parece contradictorio; en verdad, la literatura griega es aristocrática por los temas desarrollados; los personajes pertenecen a una clase social superior, no se integran al pueblo, sino que cumplen un papel trascendente distinto.
Curiosamente los griegos aplaudían y admiraban a héroes, semidioses y dioses que no formaban parte de la cotidianidad; por el contrario, se imponían como seres magníficos a los cuales aplaudían y temían a la vez.

Nociones generales de mitología griega
Enfoquemos brevemente el inmenso tema de la mitología griega. Lo podemos hacer desde dos puntos de vista: uno, relativo a su condición y características dominantes; el otro, en lo que tiene que ver con los principales dioses y sus funciones.
En primer lugar, la mitología griega es politeísta, es decir, creen y adoran a muchos dioses; en una etapa más avanzada alcanzará el carácter de monolatría, esto es que creen en muchos dioses, pero adoran a uno solo.
Por cierto, la característica dominante de este pensamiento mágico es el antropomorfismo, según el cual los dioses resultan concebidos no sólo con forma humana, sino también con atributos espirituales y físicos que corresponden a los hombres. Estos dioses participan de las naturales limitaciones de la conducta individual de los seres humanos. Sobre todo, en los homéridas encontraremos dioses vengativos, intransigentes, que persiguen causas personales sin tomar en cuenta el bienestar de los hombres; en fin, divinidades que en nada se preocupan por el destino humano, el cual resulta supeditado a la egoísta condición individual de los dioses.
En segundo término, las divinidades más importantes del panteón helénico integran la gran familia olímpica en donde Zeus es el padre engendrador, quien desde el Olimpo domina en la tierra y en los cielos.
Zeus destronó a su propio padre Cronos para ocupar su lugar en el mando superior. Se casó con su hermana, la diosa Hera y tuvo muchos hijos, no sólo con ella, sino también con otras divinidades, semidiosas y hembras mortales ilustres.
Poseidón era también hermano de Zeus y dominaba en los mares.
Hades impera en el reino de los muertos que lleva su mismo nombre. Es hijo de Cronos y de Rea y por lo tanto lo unen a Zeus lazos fraternales. Raptó a Perséfone y la convirtió en soberana de los reinos de ultratumba.
Entre los numerosos hijos de Zeus mencionamos:
Atenea, quien nació del cerebro de Zeus. Como diosa de la sabiduría protegía las ciencias y las artes.
Apolo es hijo de Latona o Leto y es la deidad del sol y de la luz. En Delos se hallará su principal centro oracular.
Artemisa es hermana de Apolo; diosa de la caza y de la castidad.
Hermes es el dios mensajero del Olimpo. Hijo de Maya, protege a los viajeros y comerciantes.
Hefestos es el herrero divino. Hijo de Hera fue el protector de la industria. Confeccionaba obras maravillosas con la fragua. Cuando Héctor arrebata las armas de Aquiles del cuerpo de su amigo Patroclo, Hefestos le hace otras que tienen una condición divina y espectacular según se narra en el canto XVIII de la Ilíada.

Una anécdota mitológica:
Cuenta la mitología griega que la bellísima diosa Tetis es obligada a contraer matrimonio con el anciano rey de la tierra de los mirmidones llamado Peleo; esto acontece para alejarla de la poderosa atracción sexual que por ella sentía Zeus; es más, el destino había determinado con anterioridad que ella fuera la esposa del dios supremo, pero como un oráculo le advirtió al Cronida —hijo de Cronos— que si contraía estas nupcias engendrarían un hijo que lo destronaría, éste decidió relegarla a un plano inferior casándola con un anciano para evitar la maldición. Fueron invitados a las bodas casi todos los dioses, pero por obvias razones se omitió participar a Eris, la diosa de la discordia. Ésta igual se presentó de improviso dejando caer en medio de la concurrencia una manzana de oro que contenía la leyenda: “A la más bella”. Como consecuencia de esta exhortación, tres diosas se disputan la susodicha manzana: Hera, Afrodita y Atenea. El jurado que determinará a quien corresponde el citado trofeo será Paris, un troyano hijo del rey Príamo. Éste se deja seducir por la oferta de Afrodita quien le promete entregarle a Helena, la esposa del rey espartano Menelao. Se produce así el rapto de la reina de Esparta. Del acontecimiento narrado se derivarán cuatro hechos fundamentales:

  1. Afrodita quedará entronizada para siempre como diosa de la belleza y protectora de los troyanos; su agradecimiento será eterno hacia quien le había otorgado el preciado tesoro.
  2. Hera y Atenea, desdeñadas por el joven príncipe, se convertirán en enemigas acérrimas de los troyanos y protectoras por antonomasia de los griegos.
  3. El rapto de Helena constituirá la causa ocasional de la guerra de Troya. Precisamente la Ilíada narra sucesos enmarcados en cincuenta y un días del sitio de Ilión o Troya.
  4. Por último, Tetis engendrará con Peleo un hijo, Aquiles, personaje central de la Ilíada.

Homero
Es el gran poeta de la tradición griega y si bien no es el iniciador como quedó explicado supra, sí es el mayor exponente de esta cultura.
Se le atribuyen las dos grandes epopeyas: la Ilíada y la Odisea. No obstante, debe mencionarse al menos la denominada cuestión homérica porque ha dado mucho que hablar en torno a la figura individual del supuesto poeta.

La cuestión homérica
Intenta responder a las preguntas: ¿Existió realmente Homero? ¿Es tan sólo un nombre colectivo que alude a uno o varios creadores de la obra épica?  Se trata de un planteamiento muy extenso y erudito al cual sólo referiremos en líneas generales y prestando atención a las discutidas conclusiones a las que se han llegado.

  1. Poeta individual diferenciado cuya cuna sería disputada por varias ciudades de Grecia. Es posiblemente en el presente la teoría más endeble como lo veremos en seguida.
  2. Poeta individual que habría creado los núcleos básicos de las grandes epopeyas, los cuales posteriormente serían ampliados por otros poetas que de esta manera enriquecieron a las mencionadas epopeyas. Por ejemplo, el tema de la cólera de Aquiles anunciado en el inicio de la Ilíada constituía el núcleo básico conocido como Aquileida; éste fue perfeccionado y amplificado por otros creadores, que por tener la misma cultura de Homero siguieron sus huellas y continuaron creando de manera semejante a él.
  3. Teoría de los cantos. Diversos estudiosos reconocieron en la edición final de la Ilíadacantos fundamentales que denominaron “núcleos” y cantos secundarios que aportaban elementos argumentales y que sólo cumplían con la función de dar unidad a los primeros. Por lo tanto, se trataría de una escuela poética denominada de los homéridas —así los denominaremos en este ensayo— que habrían tomado a su cargo la organización de todo este material poético dando como resultado una obra de grupo, no individual.
  4. Un Homero colectivo. Resulta particularmente controvertido que la epopeya homérica no pueda ser considerada ni como la creación de un individuo, ni como un producto de la poesía popular, sino como poesía artística anónima, obra colectiva de elegantes poetas cortesanos y literatos eruditos.
  5. Otra opinión crítica sostiene que la Ilíada y la Odisea corresponden a autores distintos. La Odisea es más moderna que la Ilíada.

Estas son posiciones adoptadas por la crítica ante la figura de Homero. Podemos sugerir que, aunque Homero fuera un hombre de carne y hueso o una escuela poética que llevara su nombre, igual legó a la humanidad el tesoro inmenso de sus cantos.

La epopeya en la narrativa
Se entiende por epopeya a la narración que contiene la historia con forma poética y maravillosa. La epopeya es una de las formas de la narrativa. Se ha señalado que el género narrativo se diferenciaba fundamentalmente por el cuento y la novela. Ahora podemos agregar el subgénero más antiguo que es la epopeya. Se halla caracterizada por los elementos mítico-mágicos y porque en ella los héroes pertenecen a la aristocracia y son muy poderosos; en ocasiones se aproximan al carácter y condición divina.

La Ilíada
Narrador
El narrador de la gran epopeya homérica es omnisciente (Todorov), o focalizador cero (Genette), es decir que cuenta los acontecimientos desde la perspectiva de quien todo lo sabe y le da a conocer al oyente de antes y al lector de hoy, aquello que él considera necesario para la comprensión y seguimiento estético de la obra.

Título
El nombre Ilíada esconde el verdadero motivo de la epopeya, porque este término significa “de los hechos relativos a la conquista de Ilión”. Al leer esta obra podremos constatar que no se explica en ella el destino de la fortaleza amurallada, ni su conquista mediante la argucia del caballo de madera creada por Odiseo. Se habla en realidad de la cólera de Aquiles y de sus funestas consecuencias, por lo que el verdadero nombre que le habría correspondido era Aquileida. No fue así, posiblemente por el temor del aedo transmisor y creador de los poemas que no quiso proporcionar un signo tan local a su poema. Al llamarle Ilíada estaría habilitado para hablar de todo en general y tratar de difuminar —al menos en parte— el enorme tema del enojo de Aquiles.

Elementos sobrentendidos
Cuando el aedo empieza a contar la historia debemos asumir que existen por lo menos tres elementos sobrentendidos que ya eran conocidos por los oyentes de aquella época. Ya hablamos del primero de ellos, el rapto de Helena, pero falta dimensionar los otros dos:

  1. Sacrificio de Ifigenia, la hija del rey Agamenón. Cuando las naves aqueas estaban reunidas en el puerto de Aulis pasaban los días y no había vientos favorables; preocupado por esta inesperada circunstancia Agamenón consulta a los oráculos quienes le dan la terrible noticia del enojo de la diosa Artemisa, la cual exigía —para otorgar estos vientos— que el rey de hombres sacrificara a su propia hija; se instrumentaba así una venganza de la diosa por acontecimientos del pasado. Agamenón no tuvo más opción que llevar a cabo el nefasto hecho y su partida hacia la conquista de Troya estuvo marcada por este factor tan triste y negativo. Clitemnestra, esposa de Agamenón, no podrá olvidar lo sucedido y al regreso del esposo le hará pagar con su muerte por los excesos del pasado incluido el sacrificio de su querida hija Ifigenia.
  2. Saqueo de Crisa. Como acontecimiento inmediato al inicio de la obra, se lleva a cabo el saqueo de la ciudad de Crisa y el rey Crises es derrotado y ofendido; raptan a su hija Criseida y se la entregan al rey de hombres como su esclava.

Temas
Al tema de la “cólera de Aquiles” ya mencionado debemos agregar el “cumplimiento de la voluntad de Zeus” como aspectos centrales en el desarrollo de toda la epopeya. Los dos momentos se ubican: el primero, en el plano humano y nos muestra el profundo egoísmo de Aquiles al sentirse ofendido por las actitudes de Agamenón.  El segundo, en el plano divino y nos lleva a aceptar desde el inicio de la lectura que todo lo que acontezca en la Ilíada sucederá porque Zeus lo permite. Esto último nos conduce a un profundo fatalismo que ha de caracterizar todo el desenvolvimiento de esta cultura.

Tiempo
Los hechos narrados en esta epopeya abarcan tan sólo cincuenta y un días del sitio de Troya, los cuales son contados en los veinticuatro cantos que integran la Ilíada.

Espacio
Se divide en espacio divino y espacio humano. En el divino —ubicado prioritariamente en el monte Olimpo— los dioses se reúnen y planean el destino humano; se observa de esta forma como los hombres funcionan a manera de marionetas que las divinidades y el hado funesto conducen a su antojo.
El espacio humano corresponde a las naves de los aqueos, la ciudad de Troya y la llanura respectiva.
Veamos a continuación un fragmento del canto 1 de la Ilíada.

Ilíada  Canto 1. Fragmento
Preludio. Peste y disputa
¡Canta, oh diosa la funesta cólera de Aquiles, hijo de Peleo, que causó innumerables sufrimientos a los aqueos y envió antes de tiempo al Hades a muchas almas de héroes fuertes cuyos cuerpos fueron presa de los perros y de todas las aves de rapiña! Se cumplía la voluntad de Zeus desde el día en que se enemistaron temibles, separándose después, el hijo de Atreo, rey de hombres, y el divino Aquiles.

¿Cuál de los dioses, los hizo chocar a ambos entre sí para que combatieran? El hijo de Zeus y de Leto, irritado contra el rey por el ultraje que hizo a Crises, su sacerdote, originó en el ejército una cruel enfermedad que hacía perecer a la tropa. Crises, con intención de recobrar a su hija, se presentó ante las naves de los aqueos portando innúmeros rescates y sosteniendo en sus manos las ínfulas de Apolo el Arquero, que colgaban de su cetro de oro, y les suplicó a todos los aqueos, en especial a los dos hijos de Atreo, caudillos de pueblo:
— ¡Hijos de Atreo, y demás aqueos de bellas grebas. Quieran los dioses que habitan las moradas del Olimpo, concederos arrasar la ciudad de Príamo y retornar salvos a vuestros hogares. ¡Devolvedme a mi hija y recibid este rescate en honra al hijo de Zeus, Apolo el Arquero!
Todos los aqueos aprobaron por aclamación que se reverenciase al sacerdote y se admitieran los espléndidos regalos.
Esto no complació el ánimo de Agamenón, el hijo de Atreo, quien lo corrió sin la menor consideración, ordenándoles bajo su mandato:
—  ¡No vuelva ya a encontrarte, anciano, cerca de las naves, ahora ni nunca, si piensas regresar después, ya que tal vez no te valgan ni el cetro, ni las ínfulas del dios! A ella no la dejaré libre; antes ha de envejecer en mi palacio de Argos, lejos de su patria, yendo y viniendo al telar y compartiendo mi lecho. Vete, no me irrites más, si deseas partir sano y salvo.

Ante tales amenazas se atemorizó él, que era anciano, y presto obedeció el mandato. Dirigió en silencio sus pasos por la orilla del mar, sordamente ruidoso. Una vez que se halló lejos, imploró lleno de fervor el anciano al rey Apolo, hijo de Leto de hermosa cabellera:

– ¡Escúchame, dios del arco de plata, tú que proteges a Crisa y a la divina Cila y ejerces gran poderío en Ténedos! ¡Oh Esmintio! Si alguna vez te has complacido en uno de los recintos sagrados que haya erigido hasta techarlo en honor tuyo; si he quemado para ti muslos grasosos de toros o de cabras, cumple mi deseo. ¡Haz que los dánaos paguen mis lágrimas con tus flechas!  Así dijo en su plegaria, y Febo Apolo lo escuchó. (1968: 33-34).

Comentario:
El canto comienza con una invocación que el narrador dirige a la diosa Mnemosine: “Canta, oh diosa la cólera de Aquiles”. La invocación en las epopeyas es muy importante e involucra valores de diferente naturaleza. Entre ellos señalamos:
La imparcialidad, modestia del genio, elemento de estilo propio de las epopeyas, veracidad, canto a una diosa propiciadora del conocimiento, factor poético dominante desde el momento en que el canto constituye el inicio de la composición, recurso de la “máscara poética”, porque alguien hablará en lugar de quien aparentemente elabora el discurso.
La presencia del anciano Crises que viene a suplicar por su primogénita ante Agamenón revela la capacidad de movimiento de un personaje que desea salvar a su hija del destierro y la esclavitud. El anciano es expulsado y suplica a Apolo, quien vengará en todos los griegos lo que le han hecho a su sacerdote.

Canto VI
En la última escena de este canto se relata el tierno encuentro amoroso entre los esposos. Andrómaca sabe que Héctor morirá en el combate por culpa de su temeridad y audacia. Porque desea conservarlo a su lado se atreve a darle consejos militares que el héroe rechaza.

El canto consta en total de cinco escenas que son las que siguen:
En el campo de batalla.
Diálogo entre Héctor y su hermano Heleno; este último le ordena a Héctor que vaya a Ilión para pedir a las mujeres que invoquen a Atenea con el fin de que ésta aleje a Diomedes del combate e impida así que continúe matando troyanos con su vigor.
Encuentro entre Glaucos (soldado troyano) y Diomedes (soldado griego ya mencionado). En medio de la batalla se reconocen como antiguos huéspedes familiares y se abrazan como amigos dejando a un lado la batalla
En la ciudad de Ilión.
Héctor conversa con su madre Hécuba.
Héctor va a las habitaciones de Paris y dialoga con él y con Helena. Suplica a Paris que regrese al combate.
Encuentro con su esposa Andrómaca

Canto XXII: muerte de Héctor
Destacamos el siguiente pasaje en donde prevalece la injusticia de la muerte de un héroe caracterizado por su sofrosine, mientras se enfrenta al otro Aquiles—que se halla lleno de vanidad e hybris.

¡Héctor! ¡Te decías, sin duda, que al despojar a Patroclo quedarías impune, y tú, insensato, no considerabas que yo permanecía apartado; pero lejos de aquí, atrás y cerca de las naves, se mantenía un vengador mucho más fuerte que él: era aquel que acaba de quebrantar tus rodillas! A ti, los perros y las aves de rapiña te desgarrarán ignominiosamente, mientras que a Patroclo los aqueos le rindieron los honores fúnebres.
Le respondió Héctor con voz desfalleciente:

— Te suplico por tu vida, por tus rodillas y tus padres, que no dejes que los perros me devoren junto a las naves aqueas; acepta todo lo que quieras de bronce y de oro; presentes que te harán mi padre y venerable madre. En cuanto al cuerpo, mándalo a mi palacio, para que los troyanos me coloquen en la pira.

Con torva mirada, le respondió Aquiles:
¡No me supliques, perro, ni por mis rodillas, ni por mis padres! Cómo quisiera que mi ira y mi deseo me impulsaran a cortar tus carnes en pedazos y a comérselos crudos por todo el daño que me has hecho. No, nadie podrá alejar a los perros de tu cabeza, aunque vinieren a depositar aquí diez o veinte veces más fuertes rescates y me prometieran además otros bienes; ni si el mismo Príamo, hijo de Dárdano, mandara que se te redimiera pesándote y dando otro tanto de tu peso en oro; ni aun a ese precio la venerable madre que te dio a luz te llevaría, después de haberte colocado en el lecho fúnebre, sino que los perros y las aves de rapiña te devorarán por entero.

A punto de exhalar el último suspiro respondió Héctor:
— Realmente, ahora te veo tal como te conocí. No debí tratar de persuadirte, pues tiene un corazón de hierro. Reflexiona ahora que mi suerte no te valga el rencor de alguno de los dioses, el día en que Paris y Febo Apolo te hagan perecer, por valiente que seas, delante de las Puertas Esceas.
Con estas palabras lo cubrió el término de la muerte; su alma, volando de su cuerpo se fue al Hades, gimiendo sobre su suerte fatal, abandonando el vigor y la juventud. Ya había muerto cuando Aquiles le dirigió estas palabras:
– ¡Muere! En cuanto a mí se refiere, acogeré a la diosa de la muerte, cuando Zeus y los demás dioses inmortales quieran enviármela. (1968: 118-123).

Comentario
La muerte de Héctor constituye uno de los momentos más trágicos de esta epopeya. Aquiles actúa con profundo rencor y ni siquiera le concede devolver su cadáver. Cuando muere Héctor tiene conciencia de que los dioses lo han traicionado, pero se resigna a su suerte no sin antes anunciarle a Aquiles cuál ha de ser su nefasta suerte en el futuro.

Hesíodo
Es el primer poeta de Occidente que se nos aparece formulando sus propias inquietudes. Si es probable que sus poemas pertenecen aproximadamente al año 700, esto significa que se encuentran muy próximos a la época de origen de las epopeyas homéricas. Como diferentes momentos delatan en Hesíodo su parentesco con pasajes homéricos, se ha tratado de atribuir a Hesíodo partes de la Odisea. En esta obra se reconocen normas de valor de la aristocracia y una presencia pronunciada de ideas éticas semejantes a las que encontramos en Hesíodo.

Hesíodo, a diferencia de Homero, se encuentra alejado del mundo jónico. Su padre era natural de Cime, es decir, de la parte del Asia Menor colonizada por los eolios. Había tratado de enriquecerse dedicándose al comercio marítimo, pero debido al fracaso, tuvo que dejar su patria estableciéndose en Beocia, en el pueblo de Ascra, en las proximidades de Tespias. Allí fue creciendo Hesíodo y, a pesar de no tener sus raíces en la Grecia central, la riqueza en tradición antiquísima y la idiosincrasia tosca y vigorosa de esta región, influyó de manera decisiva en su carácter y poesía.

En su juventud vivió como pastor en las montañas. Su mundo es el de los pequeños campesinos, que, si bien eran libres, tenían que mantener una dura lucha por la existencia.

Hesíodo mismo nos ha relatado en el proemio a su Teogonía la experiencia más importante de su vida. Mientras pastoreaba sus ovejas en el Helicón, se le aproximaron las musas, envueltas en una niebla espesa, provenientes de la cima de la montaña donde danzaban en coro. Las musas lo hicieron cantar, pero su encuentro con la literatura fue decisivo para que fuera capaz de hacerlo de la manera que lo muestran sus versos.

En la Teogonía hallamos una tradición de procedencia diversa. Nos presenta, por una parte, un desarrollo, y por otra, un estado en el que se encuentra el mundo en que debemos vivir. En la Teogonía, la línea principal del desarrollo está dada por la sucesión de las tres deidades que han gobernado el mundo: Urano Cronos y Zeus. La Teogonía refleja la obra propia de Hesíodo como elemento esencial dentro de la literatura antigua, ya que además habla de una cosmogonía en donde se descubre el caos.

También en los Erga encontramos con una configuración muy peculiar. A este poema se le da a menudo el título de “Los trabajos y los días”. La parte auténtica sólo podemos llamarla poesía didáctica si a este término le agregamos las propiedades de la variedad y riqueza temáticas arcaicas.

La primera parte de los Erga se halla determinada en su estructura íntima por dos antítesis. El punto de partida lo constituye un caso concreto, la disputa entre Hesíodo y su hermano Perses, motivada por la repartición de la herencia paterna. El poeta tiene amarga experiencia del sentido de justicia de los señores de la nobleza. Lo particular, empero, sólo es punto de partida para abarcar lo general e interrogarse acerca de las fuerzas conservadoras de la existencia humana. El segundo par de antinomias nos lleva al núcleo del pensamiento de Hesíodo, que ya se nos volvió visible en la Teogonía. Se trata de la lucha que tiene lugar en el alma del poeta entre una valoración pesimista de este mundo y la fe devota en normas de un valor absoluto.

En los Erga, se llega a una conclusión: El esfuerzo y las molestias son propios de la existencia humana, ya que los dioses no le han permitido al hombre un fácil sustento. (1989: 114-130).

Género lírico
El género lírico en el marco de la literatura griega clásica incluye nombres tan importantes como Calino, Tirteo, Mimnermo, Solón, Jenófanes, Focílides, Teognis, Arquíloco, Hipónax, Safo, Alceo, Anacreonte, Alcman, Estesícoro, Íbico, Baquílides y Píndaro.

Género dramático
Los principios de la poesía dramática arrancan como los de la lírica del siglo VI. Sus gérmenes se hallan en los cultos de las divinidades campestres, que alcanzaron valor oficial, durante la dominación de los tiranos.

En Eleusis la veneración por Dionisos había entrado en notable unión con los misterios de Ceres. Ambos cultos daban ocasión para la reflexión sobre la naturaleza, se halló un símbolo de la muerte y de la inmortalidad en ella; lo segundo, porque, lo mismo la entrada de la primavera que la recolección de frutos en el otoño, daban rienda suelta al gozo y al regocijo.

En las antiguas fiestas de Dionisos, laneas y antesterias, era costumbre disfrazarse y andar de un lado para otro, a pie o en carro, entre toda clase de gesticulaciones y chuscadas. De la unión de estos elementos del culto con los géneros ya creados de la poesía, nacieron las nuevas formas artísticas del drama: la tragedia, el drama satírico, la comedia y el mimo

Los comienzos de la tragedia
La tragedia nació del ditirambo, canto del culto de Dionisos, en que se daban a conocer los casos de la vida del dios, el nacimiento maravilloso, su crianza entre las ninfas, sus peregrinaciones, persecuciones y victoria final sobre sus enemigos.

Los coreutas campestres se vestían para ello con pieles de macho cabrío, al modo que se imaginaban a los sátiros del séquito del dios. Por esto se les llamó “tragoi”, esto es, “machos cabríos”, y de ellos recibió aquel cantar su nombre. Con el tiempo tuvo el ditirambo, con la inserción de asuntos heroicos, un contenido más variado, no por cierto sin vencer resistencias que parte de la población ofrecía; así se convirtió en balada heroica.

En 1896 se produjo el hallazgo en Egipto de 19 poemas casi completos. En uno de esos grupos de poemas, aparece realizada la transformación del ditirambo en balada heroica. En uno de estos cantos: “los jóvenes héroes”, que es propiamente un peán para la fiesta de Apolo Delio, refiere el poeta como el joven Teseo, en su viaje hasta Creta, se lanza al mar desde la nave del rey Minos y halla el anillo arrojado por éste a las aguas; con ello aparece por primera vez en la literatura el tema del buzo. Un paso más da el poema siguiente que también trata de Teseo, en él se presenta al rey Egeo esperando la venida de su hijo, en conversación con un ciudadano ateniente, que acaso fuese el corifeo. El ditirambo adopta así la forma de diálogo, con lo cual se acerca a la tragedia. Situase, por lo tanto, la balada heroica, como punto intermedio entre la lírica coral y la tragedia.

Al mismo tiempo, en el uso de las máscaras, que de antiguo se practicaba en el culto, había un elemento dramático, éste se halló muy reforzado con el narrador o actor que se opuso al coro. Este paso lo dio en el Ática Tespis. Dionisos venerado hasta entonces en Eléuteras, había obtenido, en la Atenas de Acrópolis, y con él una nuevas fiestas, las dionisíacas mayores o ciudadanas, celebradas en el mes Elafebolión (meses de marzo y abril) bajo la dirección del arconte epónimo.

Las leneas en cambio, que tenían lugar en el mes de Gamelión (enero y febrero), dependían del arconte Basileo. La tragedia salió de su cuna, en las fiestas dionisiacas del 534, en que por primera vez se le asignó a Tespis un coro y se le señaló actor por parte del Estado. Desde entonces permaneció como elemento del culto igual que los misterios de la edad media alemana, representaciones de navidad, Pasión o Pascua. El que quería tomar parte en el concurso de las fiestas, había de entregar al arconte tres tragedias y un drama satírico. Sólo se admitía a tres poetas de los cuales se premiaba a uno al final de las representaciones, según el veredicto de un colegio de cinco jurados. Por lo demás, el triunfador oficial era el corega, éste es un acaudalado ciudadano perteneciente a la clase de los grandes contribuyentes que a sus expensas había equipado al coro:

A éstas había que erigírsele un monumento conmemorativo de la victoria: se entregaba también un documento de la concesión del premio. El lugar de la representación era el teatro, primitivamente de madera, apoyado en las faldas de la colina, en el recinto de Dionisos; hasta el principio del siglo IV no fue sustituido por edificación de piedra.

El número de los coreutas trágicos era primero de doce; después, desde Sófocles, de quince; el de los actores llega a tres, pudiendo cada uno de ellos representar varios papeles. Aparecían con máscaras y alto coturno, para aparentar mayor estatura que la ordinaria humana, y alcanzar la supuesta de los héroes. Las representaciones se verificaban por la mañana temprano. Se pagaba una cuota de entrada que, en tiempo de la democracia, se sufragaba a los ciudadanos de la caja del Estado. La tragedia como género literario nace de la unión de elementos líricos y épicos; porque lo mismo las partes narrativas (relaciones de mensajeros o heraldos) que el diálogo, habían sido ya  moldeados en la epopeya.

Y como la tragedia tomaba sus asuntos generalmente de la leyenda heroica considerada como historia, se le puede llamar, con Diomedes, “representación de un destino heroico”. Pero el nuevo género poético fue, además, recipiente de un nuevo espíritu, que, en su esencia, ciertamente, se había anunciado aquí y allá anteriormente. Ya la epopeya heroica (Odisea, canto I, versos. 32 y siguientes), toca ocasionalmente el problema de la relación entre culpa y destino en la vida humana, y la meditación sobre este tema se intensificó fuertemente con el movimiento religioso del siglo VI. Este problema constituye el espíritu de la tragedia griega; pero hay que advertir que en la idea de destino no se han de comprender solamente las circunstancias externas de una existencia humana, sino ante todo el nativo carácter del héroe, según la frase de Heráclito: “la manera de pensar de los hombres es su destino…”

Además de Tespis, de cuyas obras sólo conocemos algunos títulos, entre ellos “Panteo”, se menciona como los más antiguos trágicos del Ática a Frínico y Quérilo.

Esquilo (525-456)
Nacido en Eleusis, de noble familia, pertenecía aún a la generación de los combatientes de Maratón.
Es propiamente el creador de la tragedia griega. Antes de él la tragedia, “canto del macho cabrío”, era simplemente una danza y canto combinados que se realizaban ante el altar de Dionisos y sus temas eran tomados de la mitología y la leyenda heroica. Esquilo infundió a esa tragedia primitiva la esencia de lo trágico. En ella, los personajes se enfrentan a la muerte y para poder extraer su pleno valor artístico y su belleza, la muerte debe ser afrontada y vencida por el heroísmo o alguna otra cualidad del alma humana. La muerte aparece, pues, en la tragedia como la expiación del pecado.
Con el agregado de un segundo actor, y más delante de un tercero (en esto último precedido de Sófocles), hizo posible el verdadero diálogo, en obsequio del cual se redujeron gradualmente las partes corales, muy extensas al principio. El coro aparecía primitivamente integrado por 50 miembros; Esquilo lo redujo a doce. También fue él quien introdujo el prólogo antes del ingreso del coro. Y, lo que es más importante, derivó de la costumbre ateniense de presentar tres tragedias a un tiempo, la ley de la trilogía.
Tomó la mayor parte de sus asuntos de la epopeya y cuando llama modestamente a sus piezas “migajas del gran banquete de Homero”, ha de entenderse que habla no sólo de La Ilíada y de La Odisea, sino también de los poemas cíclicos.
De las tragedias de Esquilo sólo han llegado a nosotros siete, aproximadamente la décima parte de su producción total; entre ellas una sola trilogía completa a la cual haremos referencia en seguida. Las otras tragedias son Las suplicantes, Los siete sobre Tebas, Prometeo encadenado, Los Persas.
Completa se ha conservado “La Orestiada”, lo más fuerte y profundo que produjo la poesía dramática de los griegos.
En “Agamenón” el rey seguido de Casandra, vuelve victorioso de Troya a su hogar y Clitemnestra le recibe con acatamiento y regocijo hipócritas. Es realmente grandioso el pasaje en que la vidente, detenida ante el palacio, contempla en éxtasis el cruel asesinato del rey, y penetra después en el edificio con conciencia de que va a correr la misma suerte. Desviándose de la tradición, hace Esquilo que la infame esposa sea el único asesino, a fin de motivar más eficazmente el matricidio.
En “Las Coéforas” (Ofrendadoras fúnebres), Orestes, refugiado de niño en Fócida junto al rey Estrofio, vuelve a su casa acompañado por su amigo Pílades. Reconocido por su hermana Electra y en inteligencia con ella, realiza, por orden de Apolo, la venganza contra su madre y el amante de ésta. Pero, apenas ha consumado el hecho, cuando se traban a sus pies las diosas vengadoras.
“Las Euménides” que en sustancia son invención del poeta -pues nada prueba que se inspirara como se dice en una epopeya apolínea-, presentan al perseguido buscando refugio en el templo de Delfos, al mismo tiempo que le rodean las Furias, a quienes Apolo tenía antes adormecidas. El oráculo le hace comparecer ante el tribunal de Areópago en Atenas. Las Furias actúan de acusadoras y Apolo de defensor. Hay empate en la votación de los Jueces: entonces aparece Atenea y agrega su voto a los absolutorios. Apacíguanse las Furias al erigírsele culto especial, y se transforman en las bienhechoras Euménides. La última y más completa obra de Esquilo es una confesión. No se trata de una tragedia de dioses, como podría hacer creer la desavenencia de Apolo con los espíritus malditos, sino de la tragedia humana. Orestes el del tipo de hombre a un mismo tiempo inocente y culpable; la divinidad le hace culpable y la merced de la misma divinidad le absuelve. En realidad, se sostiene que todo se paga sobre la tierra. Solamente la divinidad puede librar de ello. Tal es el intento del poeta, su ensayo para descifrar el enigma de la vida; éste es para él el sentido fatídico de la tragedia.
Incluimos en seguida el reparto con los personajes que participan en la tragedia Prometeo encadenado, así como también un pasaje breve de esta obra.

Personajes
Kratos
Bías, personaje mudo
Hefesto
Prometeo
Coro de las oceánidas
Océano
Ío
Hermes

Fragmento de la primera parte.
PROMETEO.- Sin duda soy una triste visión para mis amigos.
CORO.- ¿No alcanzaste algo más que esto?
PROMETEO.- He conseguido que los mortales no conozcan de ante-mano su destino.
CORO.- ¿Qué medicina has encontrado para esta enfermedad?
PROMETEO.- He puesto en ellos ciegas esperanzas.
CORO.- Gran beneficio es ese que has concedido a los hombres.
PROMETEO.- Además de esto les concedí el fuego.
CORO.- ¿Y los efímeros poseen ahora el resplandeciente fuego?
PROMETEO.- De él aprenderán muchas artes.
CORO.- Zeus te castiga por estas culpas.
PROMETEO.- Me castiga y no da descanso a mis males
CORO.- ¿No te ha sido señalado el fin de tu tormento?
PROMETEO.- No es otro sino el que a él le parezca oportuno.
CORO.- ¿Y cuándo lo considerará así? ¿Qué esperanza hay? ¿No ves que has cometido un error? En qué forma lo has hecho no es agradable para mí decirlo y es doloroso para ti oírlo. Por tanto, dejemos eso y busca alguna forma de escapar al tormento.
PROMETEO.- Es fácil para el que está libre de tormentos aconsejar y  advertir a los que sufren. Yo sabía bien todo esto. Voluntaria, voluntariamente he faltado, no lo voy a negar. Por amor a los hombres he recibido este castigo. Ciertamente no creí que me iba a consumir con tales tormentos en una roca vacilante en este desierto solitario. Pero no lamentéis los dolores presentes; echad pie a tierra y escuchad los males que han de venir, para que sepáis todo hasta el fin. Escuchadme, escuchad, acompañadme en mi actual sufrimiento. La desgracia, errante acá y allá, se apodera de cada uno en un lugar distinto. (1978: 202-203).

Comentario
Prometeo es un aliado de los hombres que ha faltado a las leyes de Zeus robando el fuego y entregándoselos a ellos. Por esta razón ha sido cruelmente castigado y su castigo parece no tener fin.

Sófocles (496-406 a.C.)
Es el continuador de la obra de Esquilo y a él se debe la creación del tercer actor. Poeta de profunda concepción trágica destacó en la pintura de caracteres de una manera sobresaliente.
Aumentó de doce a quince el número de coreutas. Abandonó la composición de trilogías y volvió al drama único. Su mayor mérito consiste en el interesante desarrollo de la acción en la que maneja magistralmente la ironía trágica.
A él se deben también siete tragedias: Ayante, Las Traquinias, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes, Edipo en Colona.
Incluimos en seguida los personajes de Antígona y un breve fragmento de la obra.

ANTÍGONA
Personajes
Antígona, hija de Edipo
Ismena, hija de Edipo
Coro de ancianos nobles de Tebas, presididos por el CORIFEO
Creonte, rey, tío de ANTÍGONA e ISMENE
Guardia
Hemón, hija de CREONTE
Tiresias, adivino, anciano y ciego
Mensajero
Eurídice, reina, esposa de CREONTE
Paje del palacio.

La acción tiene lugar delante del palacio de los reyes de Tebas. De las tres puertas, la central es la que usan los soberanos; la de la izquierda supone que da al Gineceo. Por ella sale Ismena, a quien está esperando a la puerta Antígona, venida del campo, donde ha visitado el cadáver de su hermano. Es la madrugada.

Antígona. – Hermana de mi alma, Ismena querida, ¿sabrás tú de una sola calamidad de las de Edipo que no nos vaya descargando Zeus en la vida nuestra? Porque no hay dolor, no hay azote, no hay afrenta ni vileza que no encuentre yo entre tus males y los míos. Pues ¿y el decreto que dicen ha promulgado a toda la ciudad el soberano? ¿Sabes algo? ¿No lo has oído? ¿O sólo a ti se te ocultan los males que de los enemigos van viniendo contra nuestros amigos?

Ismena.- Sobre amigos nuestros no he oído noticia alguna, Antígona, ni grata ni penosa, desde que hemos quedado privadas de los dos hermanos, muertos en un día y con muerte mutua. Después que se ha puesto en huida el ejército argivo la noche pasada, no he oído más palabras, ni para aliviar mis males ni para agravarlos. (1978: 283).

ANTÍGONA.- (Ya atada) Adiós, ciudad de mis padres, Tebas, mi patria, y dioses de mis abuelos, ya me llevan; ya esto es hecho. (Al ser llevada) Mirad, primates de Tebas, a la única que quedaba de vuestras princesas; mirad qué males y de quién los padezco, todo por lo piadoso de mi piedad. (Llévanla atada. Quédase CREONTE)

CORO.- También se vio forzada a dejar la luz de los cielos por una mazmorra de bronce la belleza de Dánae; pero allí, En lo escondido, enlazada se vio en tálamo sepulcral; y era ella ilustre por su sangre, ¡Oh niña, niña!, y guardó dentro de sí los gérmenes de Zeus en la lluvia de oro. Pero es misteriosa la fuerza del hado; ni las lluvias, ni la guerra, ni las torres, ni las negras naves que azota el mar bastan a esquivarlo. (1978: 300).

Eurípides (480-406)
Es el tercero de los trágicos griegos a quien se le atribuye la humanización de la tragedia. Plantea una clara oposición a los mitos que habían caracterizado a la producción anterior. Y aunque no podía apartarse de las historias tradicionales de dioses y héroes, sus personajes trágicos aparecen despojados de su carácter heroico y descienden a la esfera ordinaria. Llega a transformar los asuntos de sus tragedias en verdaderos dramas de tesis. Así en el Fénix toca el problema de la educación; en La sabia Melanita, las creencias supersticiosas; en Eolo, el casamiento entre hermanos. También en lo que respecta a la forma se relaja en él la tragedia. El coro pierde mucho y en su lugar preponderan de tal modo sobre el diálogo las partes lírico-musicales, que Eurípides estuvo a punto de convertir la tragedia en ópera con el número de arias y dúos que introdujo.

Veamos algunos aspectos de Las troyanas:
HÉCUBA.- Vosotras, muchachas troyanas, conducid fuera a esta anciana, vuestra compañera de esclavitud y antes vuestra señora, enderezadme, sostenedme, llevadme, cogedme de mi débil brazo, y yo, apoyando la mano en este curvo báculo, moveré hacia delante mis pies y aceleraré mi tardo paso.

¡Relámpago de Zeus! ¡Noche tenebrosa! ¿Por qué me sobresaltáis en la oscuridad, terrores y fantasmas? ¡Tierra venerable, madre de los sueños de negras alas! ¡Lejos, lejos de mí, visión nocturna, que en sueños me llenaba de terror, presentándome el rostro del hijo que ha salvado su vida en Tracia, y el de Polixena, mi hija amada! ¡Dioses de esta tierra, salvad a mi hijo, el cual, áncora única de mi linaje, habita la nevada Tracia bajo la protección del huésped de su padre! Algo inesperado va a ocurrir. Un canto lúgubre se unirá a nuestros lamentos. Jamás en mi corazón he sentido tan fuertes sacudidas, tantos temores. ¿Dónde podré ver el espíritu divino de Heleno y a Casandra, compañeras troyanas, para que me interpreten estos sueños? He visto desgarrada por la garra sangrienta de un lobo una cierva de piel a manchas que me había sido arrebatada miserablemente del regazo. Y también esto otro me infunde temor: vi llegar el espectro de Aquiles por lo más alto de su túmulo, pidiendo como un honor debido, se le concediera una de las desdichadas troyanas. ¡Alejad, alejad de mi hija esta desgracia, dioses, os lo suplico! (1978: 631-632).

Comentario
Es el discurso de la madre sufriente y angustiada por saber cuál ha sido el destino de sus hijos. Hay en ella conciencia de que los dioses todo lo pueden, pero Eurípides introduce la duda que, sin llevarlo a un ateísmo radical, lo pone en actitud de manifestarse escéptico al respecto. Es una suerte de agnosticismo en donde el autor prefiere no hablar del tema divino antes que especular en torno a él.

La comedia
La comedia es una forma de poesía dramática que tiende a provocar la risa y la alegría en el ánimo del espectador. La comedia presenta actitudes ridículas por sí mismas o ridiculiza a determinadas tendencias políticas, filosóficas o literarias que aparecen encarnadas en un personaje real o fingido; también censura vicios o defectos sociales concretados en un personaje que es un tipo representativo; por ejemplo, el avaro, el supersticioso, el hipócrita.
Podemos señalar tres etapas en la evolución de la Comedia ática: antigua, nueva y moderna.
Brevemente diremos que en la antigua (florece en el siglo V) el principal representante es Aristófanes quien puede señalarse como el mayor genio cómico de toda la literatura universal.
La comedia nueva constituye una etapa de transición hacia la comedia moderna. Sus principales representantes son Filemón y Menandro.
La comedia moderna floreció durante el último tercio del siglo IV y sus caracteres son opuestos a los de la comedia antigua. Por ejemplo, la comedia moderna deja de ser un arma política y su único fin es divertir al espectador; suprime la sátira personal supliéndola con los tipos representativos de vicios sociales.
Entre las obras de Aristófanes mencionamos: Las nubes, las avispas, Lisístrata, Las ranas, La asamblea de las mujeres.
En cuanto a Menandro le corresponden: El Misántropo, El arbitraje, La muchacha rapada, entre otras.

El apogeo de la filosofía griega (1989: 537-577)
SÓCRATES
Porque creía en el poder de la palabra hablada, no dejó ningún escrito. Conocemos su pensamiento por medios indirectos, a través de los libros de sus discípulos, de las críticas de sus enemigos y de las diversas interpretaciones que a estas distintas fuentes se han dado en el curso de la historia.
Entre las fuentes que explican el pensamiento socrático, tres son de primera importancia: Los Diálogos de Platón, los recuerdos de Jenofonte y los textos de Aristóteles, quien habla del método socrático y de sus ideas sobre la verdad y el bien. (1990: 39).
Sócrates influyó en Platón con su doctrina de un ser puro, inteligible, indivisible e inmóvil.

PLATÓN Y LA ACADEMIA
Platón (428 a.C.) recibió la esmerada formación artística y gimnástica que le puso en contacto con la gran poesía de su pueblo. Podemos creer la tradición que atestigua que Platón, el cual en sus escritos revela una maestría artística consumada y que escribió además algunos epigramas, en su juventud se consagró a la poesía. Hay noticias de algunas de sus tragedias las cuales entregó al fuego. Las 13 cartas, la República y sus Diálogos conforman la parte más importante de su obra.
Platón fundó su escuela iniciando así una tradición que había de ejercer su influjo durante nueve siglos hasta la supresión de la Academia por Justiniano (529). En este gimnasio empezó Platón a enseñar.

ARISTÓTELES
Aristóteles pone en comunicación grandes dominios de la vida espiritual griega, pero sin pasar por Atenas y Platón. La primera etapa de su vida tiene que ver con la llegada a la Academia a la edad de diecisiete años.
Después de la muerte de Platón fue preceptor de Alejandro dos o tres años. La acción y la palabra aparecen en Aristóteles en primer plano.

LA COMEDIA NUEVA
En la Atenas de la época de los diádocos, surgió una representación de raza humana y de dignidad humana que desearíamos no faltase ya en el teatro de lo griego, porque ha sido de la más grande significación para la evolución de la humanidad y, por lo tanto, para la cultura de Occidente. Ella nos habla de la manera más comprensible por boca de Menandro, el único poeta de la Comedia Nueva que conocemos bien y que ha sido al mismo tiempo el más importante.
También existieron otros autores como Plauto y Terencio. (1989: 672-695)

CALÍMACO Y TEÓCRITO
Ambos autores pertenecen a un círculo de poetas cuya producción tiene lugar en el período del helenismo estrictamente delimitado. No es casual el que éste coincida ampliamente con el reinado de Ptolomeo II Filadelfo. Este príncipe no sólo se preocupó a la manera de su padre por la Biblioteca y el Museo, sino que puso en estrecha relación con la corte a los personajes conspicuos y la convirtió en centro transmisor de una vida cultural de cuño alejandrino que afirmó su personalidad dentro del helenismo. Es tan importante su relación con el saber erudito, que se exterioriza de manera significativa. Esta literatura no se dirige a las multitudes, su riqueza en presupuestos sólo es accesible al entendido; su lenguaje rehúye adoptar inalteradas las fórmulas de la tradición y además se distancia de la expresión coloquial. Son mal vistos el gran pathos y la emotividad franca. Hay dominio en la expresión, y las cosas peregrinas que se tienen que decir no se dicen en tono desmesurado. (1989: 730).

APOLONIO
Del conjunto de poemas épicos, patrimonio de los griegos en el período comprendido entre Homero y Eurípides, conservamos sólo una gran epopeya: Las Argonáuticas de Apolonio de Rodas. Al designar a este poeta con el nombre de esta isla penetramos de lleno en los problemas inherentes a las escasas e inseguras noticias sobre su vida. Apolonio llegó a ser de Rodss porque gran parte de su vida transcurrió en esta isla y porque en ella quizás recibió el derecho de ciudadanía, pero nació en Alejandría, siendo el único poeta helenístico importante de ella. (1989: 759).

LA ÉPOCA IMPERIAL
Época que se extiende desde la caída de Alejandría (30 a. C.) hasta la clausura de la universidad de Atenas por Justiniano (año 529).
En esta época existieron hombres importantes como Crinágoras, Antipatro de Tesalónica, Filipo, Lucilio, Leonidas de Alejandría, Páladas, Posidipo de Tebas, Mesomedes, Sinesio de Cirene, Proclo, Estobeo, Quinto, Trifiodoro, Coluto, Cristodoro de Coptos. (1989: 839-850).

PLUTARCO
Frente a las corrientes dominantes de su época —la época imperial— adoptó una posición marginal. Estampó de tal manera el sello de su personalidad en el acervo de la tradición, que hizo de ella algo personal e influyó en todas las épocas.

Además de muchos escritos compuestos a la manera de la diatriba, tiene Plutarco obras en las que acomete serias discusiones filosóficas. No escribió únicamente sobre el alma humana; en el círculo de sus preocupaciones también tuvieron cabida cuestiones de psicología animal. Dentro del terreno religioso, pertenecen a él los diálogos píticos sobre la misteriosa E colocada a la entrada del templo de Delfos.

LITERATURA ROMANA
Caracteres históricos y culturales (1962: 73-90)
La civilización romana se extiende desde la fundación de Roma, 754 a. C., según la fecha tradicional- hasta la caída de esta ciudad en poder de los bárbaros en el 476 de nuestra era, fecha que puede tomarse como iniciación de la Alta Edad media en Italia.
Para distinguir a esta civilización y literatura hemos preferido llamarla romana, porque fue Roma el eje político y cultural, aunque algunos escritores la denominan “latina” porque la mayoría de los escritores nacieron en las provincias, y éstas participaron también de la cultura surgida en el Lacio.
La civilización romana no puede ser nítidamente delimitada en el espacio geográfico. Surgió y se desarrolló en el Lacio, para comunicarse luego a toda la península Itálica y a los territorios incorporados posteriormente al Imperio.
Tampoco podemos señalar una raza definida como poseedora de esta civilización; razas diversas se fueron mezclando paulatinamente.
Pese a esta indeterminación geográfica y antropológica, estudiaremos someramente las características físicas del Lacio, por ser la cuna de esta civilización; y las particularidades psicológicas del pueblo romano, porque éste, si bien recibió influencias de los pueblos que conquistó, imprimió a la cultura latina los rasgos fundamentales de su modalidad y de su carácter.

La raza
En el mapa etnogeográfico de la Italia primitiva, encontramos gran variedad de pueblos que se fueron influyendo y asimilando mutuamente hasta formar lo que más adelante se llamó pueblo romano.
El pueblo romano debe a los latinos su actividad comercial y agrícola; a los sabinos, su organización militar y el vigor guerrero; a los etruscos, la primitiva concepción social, cultural y religiosa.

La lengua
Contrastando con la lengua griega, elegante, rica en matices, flexible y armoniosa, la lengua latina se caracteriza por cierta dureza, pesadez, frialdad y pobreza de vocabulario; presenta en cambio estimables cualidades de exactitud, energía y concisión.
Esta diferencia lingüística corresponde a la diversidad psicológica entre ambos pueblos: los romanos son realizadores, pero menos imaginativos que los griegos; los griegos a la inversa, se caracterizan por su imaginación ardiente, su culto a la belleza y por una menor capacidad realización no tan alta como la romana.
Aunque menos rica, elegante y florida que la griega, y por lo tanto menos apta para la poesía, por su precisión y nitidez, la lengua latina se adapta perfectamente a la idiosincrasia romana, dominada por un ideal de claridad y practicidad.

La religión
A diferencia de la religión griega que se caracterizaba por la belleza de sus concepciones, producto de una vigorosa imaginación y de un profundo sentido poético, la religión latina presenta como rasgos fundamentales el utilitarismo, el formalismo, la organización racional y la importancia de los dioses tutelares de la familia.
La religión romana está fundada en el interés. Los sentimientos de adoración, de amor o de piedad mística eran desconocidos por el romano, quien se colocaba frente a las divinidades en una situación de carácter contractual: le ofrecía sacrificios, generalmente alimentos, que el dios retribuía, otorgando lo que se le solicitaba. Una vez realizado el sacrificio, se consideraba al dios como un deudor, y si no cumplía, su actitud era digna de censura.
Los ritos tenían enorme importancia en la religión latina, que era eminentemente formulista: equivocar una palabra en las fórmulas sacramentales bastaba para invalidar el sacrificio o la ceremonia litúrgica.
Las divinidades estaban organizadas conforme al principio jurídico de las competencias: cada dios tenía una función determinada y no podía invadir las esferas de actividad de los demás. Así como los hombres estaban sometidos al derecho civil, los dioses se regían por el jus divinum. La religión tenía un carácter normativo: el “fas y el nefas”, lo permitido y lo prohibido por la religión, estaba tan estrictamente regulado como si lo estuviera por el jus civile y según el mismo principio: “dar a cada uno lo suyo”.
Las divinidades tutelares de la familia, los penates, ocupaban un lugar eminente en la vida religiosa del pueblo latino. Creían que los muertos necesitaban alimentos y que los familiares debían proporcionárselos a fin de que los espíritus de sus antepasados, los manes, estuvieran satisfechos y les fueran favorables. La gens romana estaba fundada en la tradición y en el poder absoluto del pater. La vida familiar y social se regía por el mos majorum o costumbre de sus antepasados. Este gobierno que de alguna manera podemos decir que lo ejercían los muertos es consecuencia del carácter conservador y tradicionalista del romano.
En las manifestaciones religiosas de los latinos, como ocurre en la mayoría de los pueblos, se encuentran los orígenes de la historia y de la literatura.
En virtud de ese instinto de orden y de esa preocupación por el recuerdo que caracteriza a los romanos, desde épocas remotas anotaban todas las fórmulas religiosas y dejaban constancia por escrito de los principales hechos históricos, en los Anales Pontificios.
Los más antiguos himnos tienen carácter religioso; se cantaban en las ceremonias del culto, acompañados por la danza y por la música especialmente de flautas. A través de Varrón se han conservado algunos de estos cantos y el himno que Horacio compuso a pedido de Augusto, para la celebración de los juegos seculares, no es más que una imitación de estos antiguos cantos.

Caracteres literarios
La literatura latina es clásica, intertextual, nacional, utilitaria e impersonal, aristocrática, centralizada, sometida a las reglas, irregular en cuanto al proceso histórico.

1º Es clásica, como la literatura griega, en los tres sentidos que se atribuye al término: por la perfección lograda; porque sirvió de modelo a la literatura posterior; porque realizó el ideal estético de equilibrio y armonía.

2º Es intertextual porque toma el modelo de la literatura griega y lo sigue de una manera particularmente fiel. Debemos evitar el término “imitativa” como se menciona en otras fuentes, por no ajustarse este término a la idea que aquí se transmite.

3º Es nacional. Si bien surgió y se desarrolló bajo la influencia helénica, a cada autor latino se le puede atribuir un modelo griego: Virgilio imitó a Homero, Teócrito a Hesíodo; Horacio a Píndaro; Cicerón a Demóstenes.

Insistimos en que entre ambas literaturas —la griega y la romana— no debe exagerarse la oposición entre la griega como autóctona y la latina como intertextual. En efecto, los griegos en la época homérica sufrieron influencias fenicias y egipcias; ninguna literatura puede pretender una originalidad absoluta.
Por otra parte, los latinos no intertextualizaron servilmente lo griego, sino que lo elaboraron adaptándolo a lo nacional, imprimiéndole el sello de su personalidad.

4º Es utilitaria e impersonal. El latino posee limitada sensibilidad o imaginación y está dominado por un sentido práctico, utilitario; y su desconfianza en el individualismo lo llevó a someterse a la idea del Estado, como expresión de la unidad nacional.

En consecuencia, la literatura será utilitarista e impersonal, mucho menos idealista que la helénica. Sus poetas perseguirán un fin patriótico y social. Dejando la poesía íntima, la lírica, cultivarán los géneros objetivos, de interés general: oratoria, historia, epopeya, obras didácticas, tratados de moral. En Roma nunca se conoció el principio de “el arte por el arte”.
Los latinos, por lo tanto, eligen, entre los géneros griegos, aceptando sólo los que están más conformes a su espíritu nacional, y crean un nuevo género, la sátira.

5º Es aristocrática. La literatura romana está dominada por un espíritu de selección; es una literatura de “élite”, de minorías, que no está dirigida al pueblo, sino a las clases altas de la sociedad.

6º Es centralizada. Aunque la mayoría de los autores han nacido en provincias, se concentran en Roma, especialmente durante la edad de oro, en torno a la figura de Augusto quien los protege, juntamente con Mecenas.

7º Está sujeta a reglas. Mientras que la literatura griega era espontánea, anterior a la formulación de las reglas estéticas, la latina es retórica, está sometida a las normas del arte y a los modelos griegos.

8º Es irregular en cuanto al proceso histórico. En Grecia los géneros literarios se sucedieron conforme al orden natural y lógico del desarrollo del pensamiento humano (epopeya, lirismo, drama, prosa). En Roma, por el contrario, aparece en primer término el teatro (Plauto y Terencio), luego la prosa (César y Cicerón) y por último la epopeya (Virgilio).

Esta anormalidad en cuanto al orden de aparición de los géneros se debe al carácter intertextual de la literatura latina. La epopeya virgiliana es una obra artística que responde al deliberado propósito de seguir los pasos de la homérica, la cual, en cambio, es espontánea y refleja fielmente el espíritu de la época en la que surgió.

Finalmente, la irregularidad del proceso histórico se manifiesta también en la ausencia de una evolución progresiva y continua de los valores artísticos como ocurrió en la literatura griega, cuya regularidad podría representarse mediante una parábola. Por el contrario, la literatura latina crece rápidamente y rápidamente también decrece; su evolución irregular podría expresarse gráficamente mediante una línea de zig-zag.

El proceso histórico
1º Época primitiva o arcaica (754-240 a.C., desde la fecha tradicional de la fundación de Roma hasta las guerras púnicas).
En esta época histórica que comprende cinco siglos, el pueblo romano concretó todas sus energías en las luchas que forjaron su grandeza: sumisión del Lacio y formación de la unidad italiana.
No existe propiamente literatura en este momento.
Apenas pueden mencionarse los cantos religiosos en honor de diversas divinidades entre las que sobresalía Marte, el dios de la guerra. Sólo se conservan algunos fragmentos que revelan sentimientos fríos y utilitarios del pueblo romano.

2º Época de formación o de introducción del helenismo (240-80 a. C., desde las guerras púnicas hasta la aparición de Cicerón).
Lograda la unidad de la península itálica, Roma se lanzó a la conquista de otros pueblos. Entonces afluyen a ella extranjeros de diversa procedencia, muchos griegos o helenizados. Actúan como embajadores o como pedagogos. Algunos son prisioneros de guerra, que luego resultan liberados. Estos extranjeros van a ocupar el lugar de los ciudadanos diezmados por las guerras, o de los campesinos, pequeños propietarios, arruinados por las transformaciones económicas.
El hecho esencial de esta época es el surgimiento de la literatura latina, inspirada en la griega, la cual llega a Roma a través de la elaboración a que fue sometida por los retóricos y gramáticos alejandrinos.
Livio Andrónico, un griego tomado prisionero en Tarento y luego manumitido por su señor, tradujo, para sus discípulos, la Odisea a la lengua romana, utilizando el verso saturnino, propio de la primitiva poesía latina.
En el año 240 Livio Andrómico representó en Roma una tragedia griega, traducida por él también en versos saturninos, y obtuvo desde este momento el helenismo amplia difusión.
Animado por el éxito alcanzado, tradujo entonces muchas obras griegas, tarea que fue continuada por sus sucesores Nevio, Ennio, Pacuvio y Accio.
A Ennio se debe la introducción del hexámetro en la literatura latina.
El helenismo triunfó totalmente en Roma, pero no sin antes vencer la resistencia que le oponían el orgullo nacional y el espíritu tradicionalista del romano.
Catón el Censor, brillante orador y autor de varias obras de las cuales sólo se conserva un tratado sobre la agricultura (De Re Rustica), luchó contra la influencia helénica y es de este modo el símbolo de la tradición romana.
En esta primera época de literatura latina florecen dos grandes comediógrafos: Plauto y Terencio, que imitaron a los griegos Filemón y Menandro.

3º Época clásica o edad de oro (80 a.C.-14 d.C. desde la aparición de Cicerón hasta la muerte de Augusto).
En el siglo I a.C. logra la literatura latina su edad de oro, que generalmente se subdivide en dos periodos, separados entre sí por la fecha de la muerte de Cicerón (43 a.C).

A. Periodo de César y Cicerón (80-40 a.C.). Roma conquista un gran imperio y está conmovida por violentas guerras civiles.
La principal figura histórica es Julio César, quien también interesa a la literatura por sus Comentarios sobre la guerra de las Galias.
Los escritores más notables son: Cicerón, en la oratoria, que al mismo tiempo personifica a este periodo; Lucrecio, en la poesía didáctica, autor de “La Naturaleza de las cosas” (De Rerum Natura) donde expone la doctrina de Epicuro, y Catulo, poeta erótico, que compuso poemas breves a los cuales denominó elegías.
Los principales representantes de este periodo son: Virgilio, autor de las Églogas, las Geórgicas y la Eneida; Horacio, que compuso odas, sátiras y epístolas; Ovidio, poeta erótico autor de las metamorfosis y el historiador Tito Livio.
Veamos a en seguida una breve información en torno a uno de los poetas más importantes de la Roma clásica y también elementos que se refieran a su obra cumbre: La Eneida.

Publio Virgilio Marón(70—19 a.C.)
Nació cerca de Mantua, en la Galia Cisalpina. Su educación, iniciada en Cremona y continuada en Mediolanum (Milán), fue completada en Roma. Pensaba ejercer la abogacía; pero, después de una actuación desafortunada en los tribunales, el modesto y tímido joven regresó a su granja y comenzó a escribir. Más tarde, en el año 41, fue desposeído de aquella propiedad cuando a los veteranos de Antonio, a raíz de la campaña filipense, se les recompensó con la acostumbrada entrega de tierras. El poeta se dirigió a la capital y protestó contra la pérdida de sus tierras. Los buenos oficios del político y escritor Asinio Polión hicieron que las propiedades fueran restituidas a Virgilio y a su hermano, pues su padre acababa de morir. Su estancia en Roma le procuró aún mayor beneficio, pues conoció a Octavio, el futuro emperador, y a su brillante consejero, Gayo Gilnio Mecenas, que habían de ser sus amigos más fieles. Pasó los años comprendidos entre el 37 y el 29 a. C. en Nápoles y sus proximidades. En el año 19 marchó a Atenas con el propósito de completar su revisión final de la Eneida; pero, cuando apareció Augusto en aquella ciudad le apremió a que regresara a Roma, recogió su manuscrito aún sin terminar, y se unió al séquito imperial. Antes de que la nave llegara a Italia cayó enfermo y murió en Brindisium (Brindisi), el 21 de septiembre.
En el año 37 publicó sus Bucólicas o Églogas y en una de ellas —la IV— proclama la llegada de una edad de oro, que ha de ser anunciada por el nacimiento de un niño divino. Estas diez breves églogas de carácter idílico (a excepción de la cuarta, que es un panegírico de la casa de Augusto) tuvieron gran éxito.

La Eneida
Sus once últimos años los dedicó a la Eneida, poema épico en 12 libros que trata de la caída de Troya, de los viajes de Eneas y del establecimiento definitivo de una colonia troyana en el Lacio. De nuevo vemos al poeta desempeñando el papel de protagonista imperial: Venus es la madre de Eneas, y Julio, su hijo, el progenitor de la familia juliana que ha dado al mundo al gran Augusto, su último y perfecto fruto. Además proclama con fervor y pasión evangélicos la divina misión de Roma como rectora de las razas humanas. En el libro IV el héroe desciende al Averno, donde encuentra la sombra de su padre Anquises en los Campos Elíseos y recibe alientos y consejo para los días tormentosos que se avecinan.

La reina de Cartago Dido:
Una creación de gran belleza es Dido, que acoge graciosamente a los compañeros náufragos de Eneas y los establece en su recién fundada ciudad. Como consecuencia de las maquinaciones de Juno y Venus, aquélla se enamora apasionadamente del jefe troyano, quien vive felizmente en su palacio hasta que Júpiter envía a Mercurio para ordenarle que la abandone y embarque para Italia. Este episodio fue intercalado por Virgilio para dar una explicación de la rivalidad entre Cartago y Roma, que culminó en las Guerras Púnicas. La oposición entre las actitudes de espíritu de Dido (la pasión) y de Eneas con su equilibrado sentido del destino (la razón) termina acercándonos a quien sufre inocente, abandonada por el cumplimiento de una misión.

Ofrecemos el siguiente fragmento, altamente representativo de la épica virgilia:
La Eneida. Primer libro. Eolo desata los vientos sobre Eneas
Y los vientos como en escuadrón cerrado se precipitaron por la puerta que les ofrece, y levantan con sus remolinos nubes de polvo. Cerraron de tropel con el mar, y lo revolvieron hasta sus más hondos abismos el Euro, el Noto y el Ábrego, preñado de tempestades, arrastrando a las costas enormes oleadas. Síguese a esto el clamoreo de los hombres y el rechinar de las jarcias. De pronto las nubes roban el cielo y la luz a la vista de los Teucros; negra noche cubre el mar. Truenan los polos y resplandece el éter con frecuentes relámpagos; todo amenaza a los navegantes con una muerte segura. Afloja entonces de repente el frío los miembros de Eneas; gime, y tendiendo a los astros ambas palmas, prorrumpe en estos clamores “¡Oh, tres y cuatro veces venturosos, aquellos quienes cupo en suerte morir a la vista de sus padres bajo las altas murallas de Troya! ¡Oh, hijo de Tideo, el más fuerte del linaje de los Dánaos! ¿No me valiera más el haber sucumbido en los campos de Ilión, y entregado esta alma al golpe de tu diestra, allí donde Héctor yace traspasado por la lanza de Aquiles, donde yace también el corpulento Sarpedonte, donde arrastra el Simois bajo sus ondas tantos escudos arrebatados y tantos yelmos y tantos fuertes cuerpos de guerreros?”. Mientras así exclamaba, la tempestad, rechinante con el vendaval, embiste la vela y levanta las olas hasta el firmamento. Pártense los remos, vuélvese con esto la proa, y ofrece el costado al empuje de las olas; un escarpado monte de agua se desploma de pronto sobre el bajel. Unos quedan suspendidos en la cima de las olas, que, abriéndose, les descubren el fondo del mar, cuyas arenas arden en furioso remolino. A tres naves impele el Noto contra unos escollos ocultos debajo de las aguas, y que forman como una inmensa espalda en la superficie del mar, a que llaman “Aras” los Ítalos; a otras tres arrastra el Euro desde la alta mar a los estrechos y las sirtes del fondo, ¡miserando espectáculo!, y las encalla entre bajíos y las rodea con un banco de arena. A la vista de Eneas, una enorme oleada se desploma en la popa de la nave que llevaba los Licios y al fiel Oronte; ábrese, y el piloto cae de cabeza en el mar; tres veces las olas voltean la nave, girando en su derredor; hasta que al fin se la traga un rápido torbellino. Vénse algunos pocos nadando por el inmenso piélago, armas de guerreros, tablones y preseas troyanas. Ceden ya al temporal, vencidas, la pujante nave de Ilioneo, la del fuerte Acates y las que montan Abante y el anciano Aletes; todas reciben al enemigo mar por las flojas junturas de sus costados, y se rajan por todas partes.

Entretanto, Neptuno advierte que anda revuelto el mar con gran murmullo, ve la tempestad desatada y las aguas que rebotan desde los más hondos abismos, con lo que gravemente conmovido y mirando a lo alto, sacó la serena cabeza por cima de las olas, y contempló la armada de Eneas esparcida por todo el mar, y a los troyanos acosados en la tempestad y por el estrago del cielo. No se ocultaron al hermano de Juno los engaños y las iras de ésta, y llamando a sí al Euro y al Céfiro, les habla de esta manera: “¿Tal soberbia os infunde vuestro linaje? ¿Ya, ¡oh vientos!, osáis, sin contar con mi numen, mezclar el cielo con la tierra y levantar tamañas moles? Yo os juro… Mas antes importa sosegar las alborotadas olas; luego me pagaréis el desacato con sin igual castigo. Huid de aquí, y decid a vuestro rey que no a él sino a mí dio la suerte el imperio del mar y el fiero tridente. El domina en su ásperos riscos, morada tuya ¡oh, Euro! Blasone Eolo en aquella mansión como señor, y reine en la cerrada cárcel de los vientos”. Dice, y aun antes de concluir, aplaca las hinchadas olas, ahuyenta las apiñadas nubes y descubre de nuevo el sol; Cimotoe y Tritón desencallan las naves de entre los agudos escollos; el mismo dios las levanta con su tridente y descubre los grandes bajíos, y sosiega la mar, y con las ligeras ruedas de su carro se desliza por la superficie de las olas. (2008: 2-6).

Breve comentario
Eneas es el héroe troyano quien después de escapar de su propio hado siniestro navega por el mar tratando de dar cumplimiento a su destino. Los vientos de Eolo, propiciados por la esposa de Júpiter, intentan detener el avance del héroe troyano. Pero la intervención de Neptuno pone las cosas en su lugar, el cual permite que Eneas y sus hombres se salven.

Conclusiones
Hemos llevado a cabo un recorrido por la literatura antigua desde los homéridas hasta Virgilio. Este hecho nos permitió detenernos en el pensamiento griego, para llegar después a la literatura clásica greco romana. En ambos momentos históricos hemos estudiado la épica, la lírica y la dramática para terminar con una prolija presentación de Virgilio y su obra máxima: La Eneida.

Luis Quintana Tejera
Artículo publicado el 26/01/2025

Bibliografía
. Bonifaz Nuño, Rubén (1988). Antología de la Lírica Griega, Col. Nuestros clásicos, México, UNAM.
. __________________ (2008). Versión de la Eneida de Virgilio, México, UNAM.
. Corominas, Joan (1983). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 3ª. Edición, Madrid, Gredos.
. Curtius, E.R. (1955). Literatura europea y Edad media latina, trad. de Margit Frenk y Antonio Alatorre, México, F.C.E.
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. Esquilo, Sófocles y Eurípides (1978). Teatro Griego, Madrid, Aguilar.
 . Guirand Félix (dir.) (1965). Mitología general, trad. Pedro Pericay, Barcelona, Labor.
. Hauser, Arnold (1968), Historia social de la literatura y el arte, tomo I, Madrid, Guadarrama.
. Hesíodo (1990). Obras y fragmentos. Gredos, Madrid.
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. Homero (1968). Ilíada, trad. de Luis Segalá y Estalella, tomo I, Buenos Aires, Losada.
. Lesky, Albin (1989). Historia de la literatura griega, versión de José María Díaz Regañón y Beatriz Romero, Madrid, Gredos.
. Llovet, Jordi (1996). (ed.). Lecciones de literatura universal, prólogo de Martín de Riquer y epílogo de José Ma. Valverde, 2ª. edición, Barcelona, Cátedra.

 

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