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Jorge Marchant Lazcano, irreverente y sin pelos en la lengua.

por Jorge Queirolo Bravo
Artículo publicado el 26/02/2007

«En Sangre como la mía he querido observar
la historia de los últimos cincuenta años
vista desde la oscuridad, la distancia y el
aislamiento de seres tan frágiles como los homosexuales.»
Jorge Marchant Lazcano

 

“Sangre como la mía” es la más reciente publicación de Jorge Marchant Lazcano, la cual en cierta forma rompe el molde de lo que hasta ahora habíamos visto en cuanto a su producción literaria. No obstante es una novela muy entretenida y que trae muchos capítulos poco conocidos acerca de la historia del cine. En esta entrevista Jorge cuenta a sus lectores algunos pormenores respecto de la creación de su última obra.

JQB: «Sangre como la mía» es una novela cuya temática es diferente de la que se vio en tus otros libros. ¿A qué se debe esto? ¿Qué fue lo que te inspiró a escribir una novela que en gran parte se basa en el tema «gay»?

JML: Existían antecedentes de la temática gay en anteriores trabajos míos. Concretamente en la novela corta «La noche que nunca ha gestado el día» publicada el año 1982, en donde se planteaba una turbia y ambigua relación entre un «lumpen» porteño y un francés judío en el Valparaíso de los años 40, durante la Segunda Guerra Mundial. De la misma forma el cuento «Matar a la dama de las camelias» fue antologado en un volumen de ficción latinoamericana gay en San Francisco, junto a autores tan relevantes como Manuel Puig y Reinaldo Arenas. Por lo que se trata de una temática que aguardaba a la espera de una etapa de mayor madurez. Los hechos históricos también tuvieron que ver con este retardamiento al tratar esta temática. Quise tener la suficiente distancia para enfrentar un tema de por sí difícil como es el Sida y del cual en la literatura latinoamericana existen pocos textos narrativos. El Sida, en mi novela viene a ser una suerte de consecuencia inevitable, entendiendo que los homosexuales fueron las primeras víctimas de esta catástrofe.

JQB: ¿Hay algún mensaje implícito en tu libro? ¿Tratas de decirle algo a la sociedad?

JML: Más que dar un mensaje, mi objetivo como narrador ha sido siempre contar una historia coherente, apasionante y que nos hable del mundo en el que vivimos y de las personas que nos rodean. Si en «Me parece que no somos felices» intenté descifrar algunos códigos del ascenso de la clase media al poder en la época de Arturo Alessandri, en «Sangre como la mía» he querido observar la historia de los últimos cincuenta años vista desde la oscuridad, la distancia y el aislamiento de seres tan frágiles como los homosexuales. En los años cincuenta, cuando era un niño, de acuerdo a ciertos textos de la narrativa chilena – Donoso, Lafourcade, Gertner, Valdivieso, – en nuestro país y en nuestra sociedad eran particularmente clasistas, intransigentes y homofóbicos. Por ello, situar a mis protagonistas en este marco histórico los hace parecer particularmente vulnerables y por eso mismo más entrañables. Guardando las distancias podrían estar tan solos como cualquier adolescente de nuestro tiempo.

JQB: Hablas de “homofobia” en la década de los 50, pero ¿es que ahora ya no existe más? ¿Somos más tolerantes en este nuevo milenio?

JML: No y en términos absolutos. Conversando con un psicólogo, él me decía que es fácil observar entre sus pacientes que tras un aparente rostro de tolerancia, si se rasca la epidermis, rápidamente se descubre al racista, al clasista, al homofóbico. A mi juicio, más que homofobia, lo que podría existir entre nosotros es ignorancia. Somos un pueblo tan aislado, que difícilmente tenemos la capacidad de comprender la diversidad.

JQB: ¿No será un contrasentido hablar de un pueblo aislado en el caso de Chile, si en sociedades aparentemente tan integradas entre sí y además altamente globalizadas, como las europeas o la norteamericana, también se dan los mismos elementos racistas, clasistas y xenofóbicos?

JML: Sin duda. En definitiva no somos más que el reflejo de la eterna conducta humana, pero estamos hablando de una novela y de una historia que en gran parte transcurre en Chile y de ahí estos comentarios alusivos a nuestra sociedad. Pesa también en nuestro país en forma majadera la constante vigilancia de la iglesia católica y sus sacerdotes. Al menos en ese aspecto en algunas sociedades más civilizadas han logrado liberarse, incluyendo a los españoles, principales culpables de esta forzada evangelización que sufrimos.

JQB: ¿Crees que tu libro puede ser bien recibido por algunos sectores muy conservadores o católicos? ¿No serás una especie de demonio para ellos, considerando que en el libro no los tratas muy bien y que de paso te burlas de la educación privada?

JML: Fui parte de ese sistema de educación en épocas muy rígidas. Crecí en un colegio católico en los años 50 y 60, con sacerdotes que le daban vuelta la espalda a la realidad y sólo pretendían convertirnos en santos. La mayoría de sus alumnos no teníamos posibilidades de llegar a serlo. Muy por el contrario, tal vez aquello fue la gran frustración de nuestros educadores y en definitiva el mayor triunfo de quienes nos estábamos educando. En lo referente a si el libro va a ser bien recibido por los sectores conservadores o muy católicos, debo decirte que no escribo pensando en los posibles lectores, aunque si los sectores más reaccionarios agotaron edición tras edición del «Código da Vinci», preferiría ser leído por un público más libre, más diverso y más alternativo.

JQB: ¿Alguno de los personajes que salen en el libro existió en la realidad?

JML: No necesariamente. Se ha especulado en algunos medios acerca de la posibilidad de mi parecido con ciertos personajes del libro, pero si bien tuve una infancia relativamente parecida a la del joven reportero de la revista «Ecran», y me apasionó el cine como a él, no soy necesariamente esa persona. Aunque me paso algunas temporadas en Nueva York, tampoco soy por completo el chileno norteamericano que narra a comienzos del siglo XXI. Pero debo decir que mi vida ha estado cruzada por muchos seres que guardan alguna relación con mis personajes, pese a lo cual sigo creyendo que la biografía del autor sólo interesa en la medida de que ésta se convierta en un conjunto de sustanciosas páginas de ficción.

JQB: ¿Tienes alguna otra obra en mente o en etapa de producción? ¿Cómo viene tu futuro literario?

JML: Creo que es aún un poco prematuro hablar de próximas obras, cuando «Sangre como la mía» está recién salida del horno. Pero entre mis lecturas se encuentra una antigua novela del chileno Augusto D´Halmar titulada «Pasión y muerte del cura Deusto», caso extraño en las páginas chilenas, por cuanto es un relato sobre un sacerdote homosexual publicado en España en los años 20. Me atrae la idea de ficcionar acerca de las circunstancias en que nuestro primer Premio Nacional de Literatura crea esa obra muy al estilo de David Lodge, escribiendo sobre Henry James.

JQB: Nuevamente estás pensando en una obra que se relaciona negativamente con la iglesia católica, ¿no temes que te excomulguen?

JML: ¿Qué se puede responder a eso? Pensándolo bien te voy a responder con un texto sacado de la propia novela: «A la iglesia no se le puede pedir lo que ésta no puede aceptar, dicen claramente los sacerdotes y por lo tanto es su deber rechazar todo lo que viole las leyes naturales.» Para mí, como para mis personajes literarios, es completamente inadmisible considerarse católico cuando el Vaticano sigue rechazando la utilización de preservativos para combatir el Sida.

JQB: ¿Cuál es el motivo por el que le pusiste «Sangre como la mía» al libro? ¿De dónde proviene el nombre? La duda acerca del nombre quedó flotando en mi mente porque no lo pude relacionar directamente con el contenido.

JML: La cita es una línea de un poema de Walt Whitman, precisamente de los poemas «Calamus», que son considerados los más homoeróticos de su poesía. La idea de la sangre nos remite a la descendencia. Ésta es una novela que nos habla de las rupturas de una familia y la sangre también puede remitirnos a la muerte. Esta novela también habla de transmisión de una enfermedad mortal (Sida). Claramente están los dos elementos.

JQB: ¿Tuviste que investigar mucho sobre el Sida para este libro? En los agradecimientos están dos instituciones que se relacionan con la enfermedad.

JML: La posibilidad de escribir en Nueva York me permitió contactarme con instituciones como Gay Men´s Health Crisis, que es una organización sin fines de lucro que fue creada a comienzos de los años 80 como soporte anímico y económico de los gay que morían como moscas. La institución, que ocupa un edificio completo en pleno barrio de Chelsea, provee hoy ayuda especialmente a latinos, mujeres y afroamericanos, que son los nuevos portadores masivos de la enfermedad. De igual forma fue de gran ayuda la enorme cantidad de literatura sobre el tema que se ha escrito en los Estados Unidos.

JQB: Estamos a las puertas de que se conceda nuevamente el Premio Nacional de Literatura este año. ¿Tienes algún pronóstico? ¿Algún favorito en lo personal? ¿Existe alguna obra que a tu juicio merezca ser premiada?

JML: Los pronósticos señalan que el candidato con más posibilidades sería José Miguel Varas, aunque también se dice que Diamela Eltit, autora sumamente hermética, estaría en la competencia. Me inclino más hacia algunos de los viejos grandes autores, los últimos que van quedando sin premio como Guillermo Blanco o mejor aún, la dramaturga Isidora Aguirre, quien tiene cincuenta años de escritura en el cuerpo y entre su obra está «La pérgola de las flores».

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Un comentario

Gracias Jorge por devolverme la pasión por la lectura, estuve casi dos años muy desmotivado a leer, siendo que siempre fuí un asiduo joven lector….tu prosa llena mi imaginación de esperanza….Un afectuoso saludo….(Dunnow if you might eventually read this….)

Por Ernaldo Menares Velasco el día 09/08/2012 a las 00:11. Responder #

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Requerido.

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