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La tragedia europea en el siglo XX. Samuel Beckett. Esperando a Godot

por Luis Quintana Tejera
Artículo publicado el 04/07/2024

Resumen
Analizaremos este drama del autor irlandés, discípulo y amigo de James Joyce, basándonos en el texto que Henkel escribió sobre la obra de este dramaturgo, quien parece un invitado de piedra en el mundo alucinado del siglo XX, pero que al revisarlo críticamente comprobaremos que responde a las características de un universo en donde la entropía y el desconcierto prevalecen.

Palabras claves: Beckett, Joyce, drama moderno, lo absurdo.

Résumé
Nous analyserons ce drame de l’auteur irlandais, disciple et ami de James Joyce, à partir du texte que Henkel a écrit sur l’œuvre de ce dramaturge, qui semble comme un invité de pierre dans le monde halluciné du XXe siècle, mais quand on critique En le relisant, nous vérifierons qu’il répond aux caractéristiques d’un univers où règnent l’entropie et la confusion.

Mots clés: Beckett, Joyce, le drame moderne, l’absurde.

 

Desarrollo del tema.
Personajes
Los personajes son Vladimir y Estragón —dos vagabundos abandonados de la mano de un dios a quien aguardan, a pesar de todo— y, Pozzo y Lucky, quienes representan la perfecta relación entre amo y esclavo de acuerdo con los planteamientos de Hegel en su obra La fenomenología del espíritu (Hegel, 1977: 111).

Los personajes aparecen en pareja, por lo cual la opción del monólogo queda descartada o, por lo menos, no representa el recurso principal y, la soledad en que viven se acentúa aún más, porque a pesar de ser dos, igual su desconcierto ante la vida resulta compartido.

Estructura del drama, estilo y tema principal
La obra se compone de dos actos y el desarrollo de los acontecimientos es reiterativo; se regresa constantemente al tema de la espera de Godot, con lo cual surge la pregunta: ¿Quién es realmente Godot? En el análisis intentaremos dar una respuesta a esta interrogante. Mientras tanto, digamos que también el planteamiento que hace Beckett dibuja la figura de la serpiente que se muerde la cola —uróboros—[1] puesto que, desde la primera escena, cuando ésta ya ha avanzado un poco, se habla del reiterado aguardar. Al finalizar el drama Vladimir y Estragón siguen entregados al inútil leitmotiv ya mencionado.

El escenario
El escenario en el que aparecen los personajes es indeterminado. La acotación sólo dice: (Camino en el campo, con árbol) (Beckett, 2001: 11). En este sitio han quedado de verse con Godot, pero dadas las condiciones del lugar, éste podría ser cualquier otro, porque en este páramo o, en cualquier otro, hay muchos caminos y muchos árboles.

Aunque Beckett no quiera prestar atención a ciertos hechos y se muestre cínico y despreocupado cuando se le interroga sobre su obra, proponemos como un símbolo posible, que ese camino es la representación de los senderos por los cuales deambula el hombre, tanto sea una carretera de tierra o cemento, como las metafóricas vías por las que transita el ser humano en su perenne deambular; Antonio Machado decía: “Yo voy soñando caminos de la tarde…” (Machado, 1983: 84) con lo cual el sujeto lírico interpretaba el “soñar” como una alegoría del individuo que se entrega a búsquedas constantes que escapan al sentido real de las cosas para ir tras la representación simbólica.

Es muy difícil imaginar a estos dos personajes del autor irlandés entregándose a la metáfora del camino, pero sí nos atrevemos a sostener que ellos están recorriendo un camino que desean los lleve al encuentro de su propio ideal. Y ese árbol solitario en medio del paisaje es el remedo del propio aislamiento de quienes llegan a ese terreno.

Vladimir y Estragón representan el anti idealismo total; si pudiéramos pensar en algún personaje homérico que se pareciera a ellos lo hallaríamos en aquel defectuoso Tersites del canto II de la Ilíada (Homero, 1996: 25-26 [versos 211-271]), en quien el narrador homérico volcara todo su desprecio, cuando Odiseo lo castiga por parlanchín insensato. Es una sensación semejante la que se despierta en el público al ver a estos dos errabundos, ermitaños de la justicia.

Variaciones sobre temas diversos.

  1. Estragón cuenta que ha pasado la noche en un foso y que ha sido castigado, aunque no mucho, por los de siempre (Beckett, 2001: 12).

El asunto preferido por el autor se proyecta en el hecho de subrayar que todos los hombres somos censurados, perseguidos y sanguinariamente golpeados a cada instante como le sucede a Estragón. Lo peor es que esto ocurra en la seminconsciencia que da el sueño de cada día. Y soñar no es solamente cuando estamos recostados en nuestras camas, sino también cuando recibimos a cada instante el desprecio y el desdén de nuestros semejantes.

  1. La amistad casi mancomuna a estos hombres quienes se abrazan, al mismo tiempo que agradecen al destino por estar juntos. Simultáneamente se han hallado unidos en una causa común que es otro leitmotiv de la obra: el suicidio. Alguna vez quisieron arrojarse de la Tour Eiffel, cuando todavía los dejaban llegar hasta ese sitio y, ahora, no podrían hacerlo, porque los expulsarían sin mediar palabra. Junto al tema de la amistad se encuentra el motivo de los celos planteado en el momento en que Vladimir le reprocha a Estragón, porque le ha preguntado si se siente mal, cuando en verdad se siente muy enfermo desde hace mucho tiempo y, este tema, nunca ha sido puesto sobre la mesa por Estragón. La amistad y los celos nos conducen a sospechar que entre ambos hay algo más que el simple afecto que los une. Quizás esto pueda quedar corroborado en palabras de Estragón en el acto I cuando al estar hablando de la belleza que se dibuja con el sólo hecho de contemplar el Mar Muerto, agrega: “Sentía sed con sólo mirarlo. Me decía, iremos allí a pasar nuestra luna de miel. Nadaremos. Seremos felices” (Beckett, 2001: 16). Y como se trata de dos seres solitarios que viven el uno para el otro, no cabe otra opción de que el referente de esa oración sea Vladimir: ese “iremos” alude a los dos amigos inseparables, pero, como buena pareja que son, viven además sus propias rencillas.
  1. El tema bíblico surge como un asunto del cual pueden ocuparse cuando Vladimir le pregunta a Estragón si ha leído la Biblia.

Surge así la historia de los dos ladrones que acompañaron a Jesús en su crucifixión. Comentan que uno se salvó y el otro se condenó. En el devenir de los hechos, dicen también que uno de dos, es un buen porcentaje. Con esto, los personajes sólo están constatando un hecho, pero el autor se maneja en el contexto de su condición burlona y caricaturesca. Estamos leyendo una escena de desamparo y abandono y acontece que la turbación de uno y el despiste del otro mueven a risa al espectador.

El misterio de Godot
A renglón seguido, Estragón, haciéndose cargo de la inutilidad de sus esfuerzos, le sugerirá a Vladimir que abandonen el lugar y Vladimir responderá, con contundencia y enojo, que se han de quedar. El primero de los pordioseros le preguntará por qué no se van y el segundo responde con la frase central de este drama: “Esperamos a Godot” (Beckett, 2001: 19).

“Estragón dirá entonces: ¡Ah, sí!, como si hubiera olvidado que esperan a Godot, y probablemente sí lo habrá olvidado. El único deseoso de esperar a Godot es Vladimir; Estragón lo acompaña solo, porque no tiene nada mejor que hacer “(Hensel, 1986: 33-34).

Hensel propone una teoría acerca de quién es Godot, basándose en los comentarios que se han vertido al respecto:
Tan indeterminado como el lugar en donde deben esperarlo y como si llegara o no llegara, es el propio Godot. Sobre su nombre se han edificado mil suposiciones; su primera parte es “God”, la palabra inglesa que significa “dios”, y su final es “ot”, terminación francesa del diminutivo. Por lo tanto, Godot, sería un “diosito”, una especie de sustituto de Dios. Sin embargo, al ser interrogado en Berlín, en 1967, acerca del nombre Godot, Beckett contestó que en el sur de Francia se había hospedado en una ocasión en casa de una familia Godot. En el escenario, Godot es un ser indefinible: algo poderoso, sobrenatural, inalcanzable, de quien se considera dependiente Vladimir y, por su causa, en cierto modo también Estragón (Hensel, 1986: 34).

Nos inclinamos a pensar que Godot es una aspiración imprecisa de la cual el ser humano sabe que necesita, pero que no se atreve a tomar plena posesión de ella; por esto prefiere convencerse de que Godot es el que no llega y no, que él sea el que no quiere hallarlo frente a frente.

Vladimir y Estragón no son cristianos, por muchos vestigios de la religión cristiana que trasluzcan en sus conversaciones, de serlo, vivirían en la fe en Dios y en la salvación. No obstante, viven entre el temor y la esperanza en Godot, en algo extraterreno. Por ello no son muy diferentes de los nihilistas; antes bien, son optimistas religiosos; no pueden resignarse a simplemente vivir y a padecer; tienen que esperar algo sobrenatural. Tienen sed de una fe, a tal grado que no están dispuestos a hacer nada más que esperar la satisfacción de sus necesidades, esperar a Godot (Hensel, 1996: 35).

Conclusiones
Hemos analizado brevemente este drama de Beckett en el cual el irlandés denuncia al hombre por la desidia y el desamparo en que vive en este siglo XX en el que hay crímenes, abandonos, raptos, cuerpos destrozados, falta absoluta de fe, desdén por los ideales.

Admiramos la fe de Vladimir, aunque se pierde en el escepticismo de Estragón. No quisiéramos llevar los zapatos de Estragón ni el gorro de Lucky, porque ambos objetos nos obligarían a caminar hacia donde no queremos ir y, nos orillarían a pensar de un modo en que realmente no lo deseamos.

Las preguntas que quedan en el aire son:

  1. ¿Qué quiere Godot de nosotros?
  2. ¿Quién es Godot?
  3. ¿Por qué debemos esperar su venida?
  4. ¿Qué haremos cuando llegue si es que llega?
  5. La obra se cierra sin cerrarse, porque los dos mendigos siguen y seguirán esperando a Godot, aunque se arrepientan mil veces de hacerlo.

Luis Quintana Tejera
Artículo publicado el 04/07/2024

Bibliografía
. Beckett, Samuel (1952). Esperando a Godot, trad. de Ana Ma. Moix, Barcelona, Tusquets.
. Hegel, G.W.F. (1977). Phenomenology of Spirit, translated by A.V. Miller with analysis of the text and foreword by J. N. Findlay (Oxford: Clarendon Press); Paragraph.
. Hensel, Georg (1972), trad. de Juan José Utrilla, México, F.C.E. [Breviario # 224].
. Homero (1975). Ilíada, trad. de Luis Segalá y Estalella, Madrid, Espasa Calpe.
. Machado, Antonio (1983). Poesía, La Habana, Pueblo y educación.
Nota
[1]
Etimológicamente “uróboros” significa la serpiente que se muerde la cola; con este término referimos al constante fluir de los hechos como lo señalaran Aristóteles y Hegel en su teoría del devenir (Abbagnano, 1986: 314-315) y, también, al mito del eterno retorno de Dionisos (Nietzsche, 1985: 230-256), según el cual todo lo que fue ha de volver a ser en cualquier momento. En este caso, la repetición del tema de Godot nos lleva a pensar en un preocupante leitmotiv que obsesiona no sólo a los personajes, sino también al autor de esta tragedia.

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